El anime / manga Kimetsu no Yaiba le pertenece a Goutage y al estudio Ufotable. El k-drama "¿Qué le pasa a la secretaria Kim?" le pertenece a la cadena de televisión TvN.

¡He regresado con un nuevo capítulo! Por cierto, me alegro de decir que estamos a dos o tres capítulos de la mitad de esta historia. ¡Que emoción!

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Nezuko y Sanemi tienen una pequeña cita, donde la pelinegra descubre cual es la sorpresa que el Vicepresidente había preparado, y nuevamente intentan besarse.

Al día siguiente Iguro y Nezuko tienen una plática profunda donde el pelinegro logra colocar unas semillas de duda sobre Genya.

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¿Qué le pasa a la secretaria Nezuko? 29

Nezuko termino de ducharse, vestía unos leggins viejos color gris y una gigante playera color rosa. Sus manos secaban su largo cabello negro mientras cerraba la puerta del baño. Se inclino para dejar caer su cabello para así poder secar lo mejor posible y no tener que utilizar demasiado la secadora.

-No pienso arreglarme mucho. No es un día especial ni nada de eso…

Se sentó frente a su mesa de maquillaje y el espejo que colgaba en su pared. Termino de secar su cabello y con su rizadora comenzó a hacerse ondas ligeras, solamente para darle volumen a la punta de sus cabellos. Cuando termino acomodo su cabello de manera que pareciera natural ya su vez que daba a entender que ella había tardado en peinarse.

Tomo sus cosméticos y decidió un estilo natural, solo resaltando sus ojos y sus labios, estrenando su nuevo lápiz labial color rosa. Después de maquillarse tomo el collar que el Vicepresidente le había regalado y se lo colocó en su cuello, mirando la pequeña joya con adoración.

Feliz con el resultado, se levantó para caminar hacia su armario. Miro su ropa y comenzó a armar conjuntos. Lo primero que eligió fue un vestido color hueso con un cárdigan azul, se colocó frente al espejo de cuerpo completo y puso la ropa frente a su cuerpo para ver si combinaba con su estilo.

Ella negó con la cabeza y aventó la ropa en su cama. Tomo un vestido rosa y se miró a través del espejo. -¿Me hace lucir como un regalo? - volvió a aventar la prenda, tomo unos jeans con una blusa rosa que dejaba al descubierto su vientre. Cuando vio su reflejo negó con la cabeza. -Use jeans para el parque de diversiones- dejo la ropa y tomo un vestido blanco de encaje. -¿Parece vestido de novia? - ella boto la ropa y escogió un vestido negro ajustado a la cintura y un cárdigan café blanco que le llegaba a las rodillas.

Sonrió quedando complacido con lo que veía, se cambió y lucio una vez frente al espejo su ropa, ya using unos tacones negros. Acomodo de nuevo su cabello, retoco sus labios y aplico un poco de perfume en su cuerpo.

-All Right. Es lo suficientemente simple. Usare esto. Oigan, ¿Cómo me veo, vaca Haz-Trabajado-Duro y perro Por-Favor-Recuérdame? - grito horrorizada cuando noto como los dos muñecos estaban cubiertos por toda la ropa que había descartado. -¡Oh por Dios! - ella corrió hasta sentarse en su cama, retiro la ropa aventándola a la orilla de la cama, destapando sus dos peluches. -Lo siento, ¿Se sofocaron, verdad? - ella sonrió de nuevo, -Estoy atrasada, así que limpiare esto cuando vuelva, ¿Esta bien?

Ella tomo su bolso de color blanco y salió corriendo de su departamento con una gran sonrisa. Cuando el taxi la dejo fuera de la mansión del Vicepresidente, ella sintió su corazón paralizarse antes de latir rápidamente. Inhalo profundamente mientras colocaba una mano sobre su pecho, sus piernas temblaban, era la primera vez en años que se sintió un punto de caer en tacones.

Con valor comenzó a caminar con toda la seguridad que tenía y una amplia sonrisa mientras sentía tantas cosquillas en su estómago, de alguna manera, la sensación era molesta, pero al mismo tiempo agradable.

Al llegar a la sala, comenzó a buscar al peliblanco. Todo estaba en silencio, perfectamente limpio y con cada cosa en su lugar. Cuando miro por los ventanales lo encontró en el jardín, tosiendo cuando el humo que salía de su parrilla se metía por su nariz, agitando su mano que sostenía las pinzas para eliminar el humo.

A su lado estaba una mesa con diferentes platos con acompañamiento y dos copas con una botella de vino. Ella sonrió completamente enamorada cuando lo toser y alejar un insecto que paso a su lado. Camino hasta atravesar los ventanales abiertos y al darse cuenta de que ni siquiera se había percatado de su presencia, lo llamo. -¡Vicepresidente!

Sanemi giro su rostro y quedo impactado cuando vio a un ángel atravesar los ventanales mientras se dirigía hacia él. Nezuko se veía tan hermosa que ninguna palabra podría describirla, sonreía ampliamente mientras sostenía su bolso blanco, el vestido negro que portaba lucia su cuerpo mientras el cárdigan protegía sus hombros y piernas desnudas.

Estaba sin palabras, solo podía mirarla fijamente mientras su cuerpo se sentía paralizado a excepción de su corazón, quien latía agitado desde el momento que escucho su voz. Pudo reaccionar cuando ella se detuvo frente a él. -Te ves hermosa- susurro con una sonrisa.

Sus mejillas se sonrojaron y su corazón dio un vuelco. Nezuko bajo la mirada avergonzada y paso un mechón de su cabello detrás de su oreja. -Gracias, tú también te ves bien- miro a su alrededor, notando la mesa que no había alcanzo a ver. -Por cierto, ¿Qué es todo esto?

-Ayer dijiste que querías carne asada. Que es mejor cuando se come afuera. Así que prepare esto.

Nezuko sonrió mientras sentía su corazón derretirse. -Vaya.

Sanemi sintió la satisfacción correr por su cuerpo, se sentía diferente a la que sentía cuando lograba una de sus metas profesionales, pero sin duda era más llenador que cada uno de esos momentos de satisfacción laboral. -¿Ves? Te dije que te estaría esperando un enorme regalo.

-Si. Es maravilloso.

Sanemi dejo el trastecito con la sal sobre la mesa, agarro una pizca y la aventó con fuerza a la carne y a la parrilla. Nezuko abrió la boca mientras reía, pero su sonrisa se borró cuando observo como el fuego cubría la carne. -Deberías voltearlo ahora- ordeno mientras señalaba la parrilla.

Sanemi tomo la carne y cuando la alejo del fuego la carne estaba completamente negra. El borro su sonrisa y ella miro con tristeza al peliblanco. -¿Qué debería hacer?- se preguntó mientras chasqueaba la lengua.

Ella sonrió, tratando de ver de nuevo la sonrisa de Sanemi. -Está bien. Podemos asar un poco más de carne.

-Ya no hay más carne.

La sonrisa de Nezuko se borró. -¿Qué?

Sanemi miro el bote de basura que estaba a un costado de la parrilla, ella lo imito y se horario cuando noto que el bote lleno de carne igual o más quemada que el trozo que él aun cargaba entre las pinzas. -¡¿Quemaste todo eso?!- exclamo mientras señalaba la carne.

Sanemi sonrió avergonzado. -Es mi primera vez asando carne…- se encogió de hombros y observó la mueca de horro de la pelinegra. -Supongo que soy malo en algo. ¿Qué piensas? ¿Ahora parezco humano?

Nezuko sonrió consternada. -Si.

El suspiro y miro la carne color negro. -¿Pero que debería hacer? Si no estás muy hambrienta, podría ir a comprar más carne- ella abrió los ojos horrorizada. -Y la puedo asar…

-No, gracias- lo interrumpió borrando su sonrisa y utilizando un tono serio. -Eso no servirá.

Sanemi dejo caer la carne al asador y miro a su secretaria. -¿Tienes hambre, Nezuko?

Ella sonrió mientras una idea se formaba en su cabeza. Tomo su celular y marco un numero mientras se adentraba a la mansión. Quince minutos después ambos estaban sentados en el sofá principal mientras observaban al repartidor colocar la pizza y el refresco sobre la mesa de centro. -Disfruten- y con una reverencia se retiró.

Nezuko sonrió mientras ladeaba su cuerpo, teniendo cuidado con su vestido. -Gracias- ella abrió la caja y sonrió cuando el olor inundo sus fosas nasales. Miro a Sanemi quien observaba fijamente la pizza.

-Hubiera sido bueno que comamos carne asada.

Ella negó con la cabeza. -También me gusta la pizza. Venir.

Los dos tomaron una rebanada de pizza y al mismo tiempo se ofrecieron la rebanada que sostenían. Nezuko se sonrojo y Sanemi sonrió. Intercambiaron las rebanadas con las mejillas rojas. -Gracias- susurro Nezuko. Los dos comenzaron a comer, disfrutando del delicioso sabor del queso junto con los demás ingredientes.

Sanemi observo con una sonrisa a Nezuko comer, masticaba tranquilamente mientras sonreía, pero algo llamo su atención. En el costado derecho de sus labios tenía una pequeña mancha de salsa con un trozo de queso. -Nezuko… Tienes algo en tus labios.

Ella se sonrojo de la vergüenza y elevo su mano para tocar ambos labios. -Oh dios… -ella comenzó a pasar las yemas de sus dedos índice y medio en el costado contrario, -¿Aquí? - le pregunto.

El negó con la cabeza. ladeo su cuerpo como ella y se inclinó para acercarse a su rostro. Señalo el lugar de la macha sin atreverse a tocar su piel. -No, here- ella movió sus dedos, pero nunca logro llegar a la mancha, dispuesto a ayudarla se inclinó a un más y con su pulgar limpio suavemente hasta que la mancha desapareció.

Ella lo miró fijamente inclinando su rostro para dejar que hiciera su trabajo. Cuando se dieron cuenta de su cercanía, lentamente dejo caer su mano mientras su corazón se aceleraba. Nezuko inhalo profundamente, cerro los ojos mientras su corazón retumbaba sobre su pecho y comenzó a cerrar la distancia entre ambos. Antes de cerrar los parpados noto como él realizaba los mismo, cerrando sus ojos lentamente mientras se acercaba a sus labios.

Cuando sus narices se rozaron, Sanemi apretó los ojos con fuerza, escuchando pasos femeninos en tacones rojos que provocaban que se erizaran los vellos de su piel, su cuerpo se paralizo y sent de nuevo las manos pequeñas femeninas sobre su cuello, robando el aire de sus pulmones.

Vámonos juntos. No quiero irme sola.

Apretó los puños y sudo en frio, ya ni siquiera podía oler el perfume de la pelinegra, sus fosas nasales estaban inundadas de un olor a podredumbre y tierra.

¡Vengan conmigo niños!

Dio un pequeño grito y abrió los ojos de golpe, Nezuko dio un pequeño brinco en su lugar, ya diferencia de él, ella abrió sus parpados lentamente. Sus orbes rosas estaban llenos de preocupación y empatía. Trato de regularizar su respiración, que estaba casi ligeramente agitada, la observo en estado de shock, regresando de golpe a la realidad en la que se encuentran.

Ella sonrió sinceramente, y con ligera burla, hablo. -¿En qué dirección me empujaras esta vez? Para estar preparada. ¿De este lado? - ella señalo sobre su hombro derecho e inmediatamente después hacer lo mismo, pero del lado contrario. -¿De ese lado?

-Nezuko… - trago saliva aun con el cuerpo tembloroso. -Bueno, lo que pasa es que…

-¡Shinazugawa Sanemi!

Nezuko giro su cabeza en dirección a la voz detrás de espalda y abrió los ojos horrorizada al reconocer la figura que entraba a la sala. Sanemi alzo su rostro al mismo tiempo, quedándose quito cuando él ingreso a la habitación, rompiendo todo el ambiente.

-¡¿Cómo puedes dejarme en el supermercado ?! ¡¿Qué fue todo eso?! - pregunto Iguro en un grito para después callarse al ver a Nezuko y Sanemi juntos. Ella se levantó inmediatamente y él brincó hacia un costado, separándose de la pelinegra, quedando frente a la lampara que estaba sobre el pequeño mueble a un costado del sillón. Dio dos pasos hacia atrás y maldijo su boca y su suerte al entrar justo en ese momento, sostuvo con fuerza la botella que sostenía en su mano derecha y apretó los labios.

Nezuko miro el pedazo de pizza que cargaba entre sus manos, Sanemi quiso darle otra mordida a su trozo, pero se detuvo al darse cuenta de lo ridículo que seria. El silencio entre los tres era incomodo e Iguro fue el único que se atrevió a romperlo.

Acomodando su cabello, carraspeo. -Ustedes dos estaban haciendo algo, ya veo- sonrió nervioso al igual que la pelinegra. -Bueno… Yo solo… - sostuvo la botella color azul entre sus dos manos. -Vine porque pensé que esta botella podría acompañar bien la carne, pero… Yo no soy buena compañía en este ambiente. Me iré ahora, seguramente Mitsuri-chan debe estar esperando. Por favor, continúen.

Nezuko dejo rápidamente su rebana en la caja, sonrió y alzo la mano, interrumpiendo el movimiento de escape del Director. -¡No! - exclamo mucho más alto de lo que esperaba. -Yo me iré- se dijo a si mismo al mismo tiempo que Sanemi apretaba los ojos de frustración. -De todas formas, estaba a punto de irme- Iguro negó con la cabeza, evidentemente miedoso, ella tomo su bolso, realizo una reverencia frente al pelinegro. -Entonces, me voy- y salió corriendo a toda velocidad sin atreverse a mirar a atrás.

Iguro trago saliva nervioso y bajo la cabeza, caminando lentamente hacia su muerte. Sanemi intento morder otra vez su rebana de pizza antes de picotear la pantalla que cubría el foco de la lámpara. Escucho como Iguro caía de rodillas frente a él, colocando la botella sobre el piso.

-Me equivoque- susurro con miedo. -Cometí un grave error.

Giro su rostro y lo miro con toda la ira que en ese momento corría con velocidad por su sangre, él tembló de miedo sabiendo el cruel destino que le esperaba en manos de su mejor amigo.

Nezuko caminaba rápidamente hacia la parada de autobuses. Detuvo su rápido andar cuando estuvo bajo la luz de la pequeña estación, sus mejillas estaban rojas y sus piernas aun temblaban. -Que embarazoso. ¿Tenía que entrar en ese momento de todos los momentos? -se preguntó mientras miraba el camino que acaba de prácticamente correr.

Y en ese momento su mente recordó las dos veces que había intentado besarse con Sanemi, en la cual había una cosa en común, el daba un pequeño jadeo o grito de miedo antes de alejarla o alejarse con la respiración agitada, su cuerpo tenso y tembloroso .

De todos modos, estoy segura de que algo está pasando.

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A la mañana siguiente Nezuko estaba esperando pacientemente el elevador privado que ella junto con sus compañeras secretarias y sus jefes tenían acceso. El día de hoy no tenía ganas de formarse y estar rodeada de gente mientras hacía mil paradas antes de poder llegar al piso en el que trabajaba.

Cuando las puertas se abrieron, ella inmeditamente se metió al cubículo, presionando el botón con el número de piso corrector.

Cuando estaba doblando el pasillo, Iguro observo la familiar cabellera negra amarrada en una coleta que siempre acompañaba a su amigo, adentrarse al elevador. -¿Secretaria Nezuko?- pregunto y al no obtener respuesta corrió mientras la seguía llamando. -Secretaria Nezuko, espera.

Ella reacciono a tiempo presionando el botón de espera mientras el empujaba ligeramente las puertas a medio cerrar. Cuando la maquina regreso las puertas, se dentro mientras ella se tensaba, su sonrisa se borraba y sus mejillas se teñían ligeramente de rojo, claramente nerviosa. Él sonrió nerviosamente mientras las puertas volvían a cerrase.

Em ambiente en el elevador era tenso, ella la miraba por el rabillo del ojo y él fingía acomodar su cabello mientras tosía ligeramente. -Siento lo de ayer- susurro, jugando nerviosamente con las correas de su maletín. Ella abrió los ojos horrorizada mientras giraba su rostro. -Nunca imagine que ustedes dos estarían juntos. No interrumpí nada, ¿Verdad?

Nezuko negó rápidamente con la cabeza, sonriendo ampliamente, casi rayando lo falso. -Nada, no pasaba absolutamente nada. ¿Qué podría haber interrumpido? - Iguro miro sorprendido a la pelinegra, ella habla tan rápido que era difícil de entenderla. -No sé qué impresión debe tener, pero no es ninguno de los escenarios que podría estar pensando…

-¿No vas a bajar?- pregunto, interrumpiéndola cuando el elevador sonó y comenzó a abrir las puertas.

Ella miro con los ojos abiertos el pasillo desértico, vio nuevamente al Director Iguro y sonrió nerviosamente mientras asentía con la cabeza. Espero pacientemente a que él saliera primero pero el Director le sonrió mientras señalaba con su cabeza el pasillo, realizo una pequeña reverencia y salió del elevador con una mano en su pecho, mordiendo el interior de su mejilla.

-Lo digo ahora, pero Sanemi, cuando se estaba preparando para cocinar- Iguro siguió hablando mientras salía del elevador, sin despegar ni un solo momento sus ojos de la pelinegra, lo que género que tropezara, Nezuko lo miro preocupada mientras él retomaba el equilibrio dando unos pequeños brinquitos hasta que se detuvo.

-¿Esta bien?

El giro su pie izquierdo, notando el nulo dolor que sentía. -Afortunadamente, no creo que sea serio. ¿Sera por qué cambie mis vitaminas? - se colocó de puntillas, equilibrando su cuerpo. La secretaria de su amigo sonrió y él realizo la acción un par de veces antes de colocarse de pie correctamente. -Realmente hay diferencia.

Nezuko miro los calcetines azules del Director y recordó los tobillos de Sanemi. -Director Iguro, discúlpeme, pero ¿De casualidad vio una cicatriz en el tobillo del Vicepresidente?

El abrió los ojos, sorprendido. -¿La viste?- pregunto.

-Si. ¿Sabe cómo se la hizo?

Y con esa respuesta supo que era momento de implantarle una duda a ese cerebro inteligente que dudaba que el hermano mayor de Sanemi era el Nii-san que buscaba. -Solo la he visto una vez. Eso fue mientras estudiábamos en el extranjero, cada vez que jugábamos americano, Sanemi siempre se cambiaba por separado- su mente recordó aquellos lejanos tiempos en los que ambos eran unos recién estrenados estudiantes universitarios que trataban de sobrevivir a Estados Unidos. -Estaba por salir, y Sanemi era el único que quedaba con el uniforme, así que comenzó a cambiarse. La vi claramente cuando la puerta se estaba cerrando detrás de mí. Cicatrices claras en ambos tobillos.

-¿Ambos tobillos?- pregunto en una exclamación Nezuko. El mundo giro a su alrededor y dio un pequeño paso hacia atrás.

Iguro asintió. -Se veían bastante viejas, y tenían la forma de alguien que solo ha sido atado…- al mirar su rostro pálido y sus labios temblar, supo que el golpe había sido muy fuerte para ella. -O algo así. La gente tiene poca intuición, ¿Sabes? Eso es lo que pensé en ese momento.

Ella movió la cabeza mientras cerraba los ojos. -¿Se puede dejar una cicatriz simplemente por estar atado una vez?

Sonrió por dentro, feliz de poder por fin plantar semillas de duda en la cabeza de Nezuko, bajando del gran pedestal en el que había forzado a entrar a Genya. -Una vez, vi un programa de animales donde había un perro que siempre tenía una correa alrededor de su cuello sumamente apretada. En esa condición, el perro vago por mucho tiempo. Alrededor de su cuello, corto la circulación de la sangre y el área se hincho, el metal comenzó a cavar en su piel y…

Ella dio un jadeo de horror y asco. -Por favor, deténganse.

Iguro asintió. -Lo siento. Bueno, en cualquier caso, no sé cómo obtuvo esa cicatriz, pero con su personalidad, dudo que él lo explique. Y yo me siento raro al preguntar sobre eso- sonrió ligeramente y tiro su última pedrada. -Oh, ya que estamos en este tema ahora, cuando habla sobre el caso de secuestro de su infancia…- Nezuko lo miró fijamente. -Me pregunto si tiene algo que ver con eso…- al verla abrir los ojos hasta su límite, negó con la cabeza, restándole importancia. -Eso es lo que creía. ¡Pero dijiste que no era Sanemi sino su hermano mayor, así que…!- ella bajo la cabeza mientras él podía observar cómo cada engranaje en su cabeza trabajaba. -¿Pero que podrá ser ese cicatriz en los tobillos de Sanemi?

Y dejándola con la duda implantándose en cada palabra dicha por Genya, Iguro se dirigió a su oficina, satisfecho con el trabajo que acaba de hacer, solo esperaba que el tonto de su amigo no echará a la borda sus logros.

Sonrió aún más cuando observo a la pelirrosa trabajar mientras bebía una malteada de chocolate, suspiro enamorado y sus mejillas se tiñeron de rojo. Cuando ella alzo su cabeza y lo reconoció, sus ojos brillaron profundamente al mismo tiempo que se levantaba de su asiento.

-¡Obanai!

Su voz llena de emoción derritió su corazón. Se acerco a ella y la abrazó con fuerza, envolviendo su cintura entre sus brazos, beso su sien derecha mientras la escuchaba reír contra su cuello. Ella se separó ligeramente y deposito un pequeño beso sobre su mejilla.

-Estas muy contento, ¿Algo bueno sucedió esta mañana?

-Lo único que puedo decir, es que una pareja estaba a punto de formarse…- respondió antes de reír.

Mitsuri alzo una ceja y sonrió traviesamente. -¿Nezuko-chan y Shinazugawa-san?

Iguro abrió los ojos antes de reír. -¿Cómo lo adivinaste?

Sus ojos verdes rodaron, pero su sonrisa nunca se borró. -Querido, hay muchas cosas que tenemos que hablar…- tomo su corbata y ambos se adentraron a su oficina, cerrando la puerta para que nadie los interrumpiera.

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Después de su plática con el Director Iguro, ella se dejó caer en su silla, para su buena suerte Aoi no estaba en el escritorio y el Vicepresidente aun no llegaba, lo que permitió que ella se quedara a solas con sus pensamientos.

Tomo una libreta y comenzó a anotar diferentes cosas en una hoja del final. Cuando leyó sus notas, su ánimo decayó y mordió su labio inferior mientras pensaba, tratando de hallarle una lógica a esa misteriosa cicatriz.

Pensé que la cicatriz del Vicepresidente era un solo tobillo, pero ¿Podría ser así como sugirió el Director Iguro? ¿Por qué estaría atado?

Remarco la palabra "atar" antes de suspirar. Pero este tipo de herida no aparece con facilidad.

Estaba por maldecir en voz baja cuando escucho pasos, se levantó inmediatamente y miro al Vicepresidente doblar la esquina, con la cabeza en otro mundo, como ella. Realizo una reverencia y con voz apagada lo saludo. -Buenos días, Vicepresidente.

El la miro fijamente, saludándola con la mano. Camino hacia su oficina, pero nunca dejo de observarla, se notaba ligeramente preocupado y avergonzado. Ella se dejó caer en la silla y volvió a la misma rueda de pensamientos que le gritaban que quizás no tenía toda la verdad.

Sanemi se sentó en el sillón de su oficina, sus brazos se cruzaron sobre su pecho mientras su cerebro recordaba la expresión abatida de su secretaria. -¿Qué es esa expresión? ¿Podría ser por que no pudimos besarnos ayer? - se preguntó. Suspiro profundamente y sus labios se hicieron para abajo, demostrando la misma expresión que ella. -No es como si no quisiera. ¡Quiero, realmente quiero!

Los tacones, que sonaban tan diferentes a los de Nezuko, resonaron hasta quedar frente a la mesa de centro, entre los dos sofás. El frunció el ceño y elevo ligeramente sus labios, colocando una cara neutral.

-¿Qué quiere hacer, Vicepresidente?

La voz de Aoi resonó por la oficina y el rápidamente contesto. -¡Una reunión, una reunión! - coloco dos dedos sobre sus sienes y siguió exclamando con fuerza. -¡Quiero tener una reunión! - Aoi asintió con determinación, él alzo su cabeza y miro a su segunda secretaria. -Secretaria Aoi, dígale a la gerente general Terauchi que venga para que pueda recibir el informe semanal.

Ella asintió mientras dejaba la bandeja sobre la mesita. -Seguro.

-¡Concéntrate, concéntrate! - coloco nuevamente sus dedos sobre sus sienes y siguió exclamando mientras veía a Aoi salir de su oficina. Cuando escucho la puerta cerrarse, el cruzo de nuevos los brazos y regreso a su mueca de tristeza mientras se sintió completamente miserable.

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Mitsuri entregaba cupcakes a Naho, Sumi, Kikyo y Tomioka con una amplia sonrisa, ellas la miraban con ojos de adoración mientras llevaban los pastelitos a su nariz y disfrutar del dulce aroma, en cambio Tomioka le agradeció con una reverencia y regreso a su asiento, continuando con su trabajo.

Kikyo gimió cuando mordió el postre y sintió como el pan se deshacía en su boca, estallando un festival de sabores deliciosos. -¡Cariño, estas cosas son tan buenas! ¡Simplemente se derriten en tu boca!

-Se ven realmente deliciosos- continuo Sumi, cuando Kikyo le dio otra mordida a su cupcake. -¿Los preparaste tu misma, Mitsuri-chan?

Ella negó rápidamente con la cabeza. -No, Iguro-san me regalo dos cajas de estas. Pero como no quiero comer tantos dulces, decide compartirles mi alegría con ustedes- su mirada verde cayo en el asiento vacío que partencia a su amiga de ojos morados. -Por cierto, ¿Dónde está Shinobu-chan?

Naho, quien solamente olía su cupcake, contesto. -Salió a una reunión y llega más al rato.

-Oh, entonces debo guardar para ella- tomo tres cupcakes y los deposito con cuidado frente a la computadora de la chica. -Ella tiene tres.

Kikyo borro su sonrisa. -Cariño, ¿No estas siendo un poco tacaña? Solo tenemos dos cada uno, ¿Entonces por qué ella tiene tres?

Mitsuri sonrió ampliamente. -Quiero mucho a Shinobu-chan, ella es linda, carismática y es buena en todo lo que hace… -el resto negó con la cabeza y sin saber las palabras que había dicho, genero una sonrisa en Tomioka.

Kikyo estaba por replicar cuando vio a Aoi llegar corriendo. -Gerente general- su voz salía entre cortada mientras trataba de regularizar su respiración. -El Vicepresidente ha solicitado verte.

Ella casi escupió el bocado de sus labios, asintió con miedo y rápidamente se tragó lo que tenía en la boca. -Entendido- se giró, dejando su pastelito sobrante en su mesa, tomo su saco y se lo colocó rápidamente.

Naho y Mitsuri la ayudaban a desarrugar la tela mientras ella y Sumi reconocían los documentos de su mesa. Cuando termino de recoger todas sus cosas, inhalo profundamente. -Hago esto todas las semanas, pero todavía no me puedo acostumbrar a el- susurro con evidente miedo. -Oh, mi corazón.

Sumi y Naho la miraron con lastima y sonrieron mientras elevaban los puños. -¡Animo!

Tomo el poster que esa mañana Marketing le había dado y asintió con la cabeza. -Volveré- giro su cuerpo y sonrió ampliamente, tratando de demostrar la seguridad que en verdad no sintió.

¡Hola! ¿Cómo están? Espero que bien, también esperando que aun sigan cuidándose del virus que aun nos tiene prácticamente en casa.

¡Dios! No me maten por ese beso fallido, ¿Cuántos van? Dos, ¿No? Jaja la verdad me encanto la respuesta de Nezuko. ¡Muchas gracias por todo el amor que me dan! ¡Espero les haya gustado el nuevo capitulo !, si es así me encantaría que me de dejaran un comentario lleno de amor y kudos.

Mi universidad entró en paro así que es posible que pueda actualizar antes, tratare de actualizar más rápido. Si no es así, nos vemos en una semana o semana y media. Cuídense mucho, por favor, sigan las medidas de seguridad, y sobre todo no bajen la guardia. Los amo con todas mis fuerzas, y espero leernos pronto.

Con amor, la secretaria Fer.