El anime/manga Kimetsu no Yaiba le pertenece a Goutage y al estudio Ufotable. El k-drama "What's wrong with Secretary Kim?" le pertenece a la cadena de televisión TvN.
¡Hey regrese, sigo viva! Jajajaja Lo siento las cosas en la universidad han estado turbias, sin embargo, traigo conmigo un pequeño especial, cuatro capítulos. Vamos a fingir que serían los capítulos que debía subir en este tiempo jajaja. Espero lo disfruten.
.
Como si su primer día no fuera más extraño, las acciones de Sanemi ocasionan incertidumbre en la oficina lo que conlleva que Nezuko desee acabar con esto. Lo que conlleva a que tengan su primera discusión y como los dos son lo suficientemente orgullosos, ninguno dice nada.
La mudanza de Aoi sale bien pero cuando su ventilador desaparece una nueva cara de Hashibira-san sale, cambiando un poco su opinión de él. Sin embrago, eso dura poco. ¡Dios la librara de estar con un hombre como Hashibira!
.
What's Wrong with Secretary Nezuko? Capitulo 34
Nezuko sintió sus labios temblar, esta situación se estaba saliendo de sus manos. Las reacciones del equipo de mujeres fueron de horror y miedo. Shinobu y Sumi cubrieron con sus manos sus bocas en un intento de esconder el jadeo de horror que salió de sus labios.
Esto está mal, muy mal…
-"¡Puedo hacer todo sin alguno de ustedes!"- prosiguió Kikyo, mordiendo su labio inferior.
La mujer Kamado decidió intervenir. -¿Qué? No lo creo- negó con su cabeza, quizás más efusivamente de lo que pretendía. Sonrió nerviosamente, tratando de controlar su corazón acelerado. No obstante, su intento de sonrisa se borró rápidamente ante la intervención de Shinobu.
-No, creo que ella tiene razón. De otra manera, no hay manera de explicar su comportamiento extraño.
Ella negó con la cabeza, nuevamente, suplicando a Dios que la ayudara. -Estoy de acuerdo en eso, pero…
-¡¿Qué hacemos ahora?!- exclamo Shinobu, interrumpiendo a la secretaria. Pisoteo fuertemente, nerviosa por su futuro. Su codo golpeo ligeramente el brazo de la Directora, quien miraba tristemente el suelo, sus manos en los bolsillos de su pantalón.
-Mi hija casi tiene un año. Pero eso no es el problema, ¿Qué hago con mi préstamo?
Nezuko intento volver a hablar, sin embargo, Sumi la interrumpió ahora. -¿Qué hay de mí? Hay tanta comida que quiero comer.
La pelinegra sonrió negando con la cabeza por tercera vez, su intento de tranquilizarlas estaba fracasando rotundamente.
-Deben estar preocupados. Debieron haber trabajado un poco más para lograr algunos logros antes que los despidan, como yo- aunque el comentario era sumamente arrogante, Nezuko lo interpreto como una fachada ante el miedo del despido de Naho, sin embargo, sus compañeros no se lo tomaron así, la tensión aumento y los ceños fruncidos no faltaron.
Kikyo resoplo. -Hermana, cuando estabas logrando logros, debiste haber "logrado" algo de buena actitud también. ¡Tienes una pésima actitud!
Nezuko salto ante el grito de la gerente, Shinobu y Sumi abrieron los ojos sorprendidas, pocas ocasiones eran las que la pelinegra mayor se enojaba, sus ojos rosas, nerviosos, miraron entre sus compañeras. Naho bajo la mirada, avergonzada por sus palabras.
Sus manos temblaron mientras su cerebro buscaba una forma de manejar esta situación, no deseaba provocar un rencor entre un equipo que siempre se caracterizó por el compañerismo al mismo tiempo contener la situación y que nada pasara de un malentendido.
-Entonces, ¿Qué hay de mí?
La secretaria suspiro, agradeciendo en su mente a la interna recién ingresado al equipo, una joven universitaria con el brillo de la ingenuidad y la inocencia. Rápidamente la tensión se fue cuando los ojos de las cuatro mujeres se posaron en la joven, parpadeando con incredulidad ante la nueva presencia que aun sentían como desconocida.
Kikyo tomo la tarjeta de identificación de la pelinegra. -Goto-san, estas a salvo ya que eres una interna.
El alivio en forma de suspiro de todos duro poco cuando Naho volvió a preguntar en un susurro. -¿Es un despido verdadero?
Shinobu asintió con las manos temblorosas. -Es como la calma antes de la tormenta.
Nezuko bajo la mirada, apretando las carpetas contra su pecho, esto estaba mal, muy mal, estaba a nada de maldecir ante su incapacidad de explicar las cosas sin tener que decir ni una sola palabra sobre la relación que tenía con Sanemi.
Estar tan cerca del Vicepresidente por 9 años le había enseñado un catalogo de palabras altisonantes que sin duda podría ocupar en esta situación, eran raras las veces en las que escucho a su pareja maldecir en voz alta, pero sin duda las situaciones en las que lo escucho ocuparlas eran idénticas a la que estaba viviendo.
-¿Qué rayos esta pasando?
Ignorando el resto de las conversaciones de sus compañeras, giro su cuerpo para mirar el pasillo por donde el Vicepresidente desapareció, con determinación asintió con la cabeza antes de comenzar a caminar hacia su escritorio.
Esto tenía que parar.
.
Sanemi deposito la bandeja en la mesa de centro, dejo caer su cuerpo con elegancia en el sillón y se sirvió un poco de té en la taza de vidrio. Inhalo el humo que despedía, delicioso, ni tan dulce ni tan amargo, el equilibrio perfecto. Sonrió orgulloso de sí mismo, ¿Quién diría que era tan fácil? Tenia que pensar en un gran regalo para darle a su novia en compensación de los cientos de veces que realizo un trabajo que él mismo pudo realizar desde hace años.
Ser un novio no egoísta era increíble.
Cuando sus labios rozaron la orilla de la taza se detuvo al su cerebro darle una gran idea. -Este es el primer té que preparo desde que nací. Cierto, debería dárselo a la secretaria Nezuko.
Sonriendo asintió con la cabeza, depositando la taza del otro lado de la mesa, alzo la mirada para encontrarse con la imagen de su novia con el ceño ligeramente fruncido, los labios apretados en una línea y sus brazos cruzados, estaba pensando algo. Así que cuando sus ojos rosas se encontraron con los suyos alzo la mano para señalarse.
Su rostro inmediatamente cambios, sonrió mientras asentía, su cuerpo rápidamente se levanto de su asiento para comenzar a caminar hacia su oficina. Hecho su cuerpo hacia atrás hasta que su espalda termino contra el respaldo del sofá, cruzo los brazos por encima de su pecho y espero, nervioso y feliz.
Escuchar sus tacones casi paralizo su corazón, ella camino hasta quedar frente a él, Sanemi la observo aun sonriendo, era tan bonita que cada vez que miraba su rostro encontraba otra cosa que le encantaba. A pesar de que estaba seria y pensativa. -¿Me mandaste a llamar?
El lo ignoro, señalo el sillón frente a su cuerpo. -Siéntate ahí.
Nezuko abrió los ojos, mordió el interior de su mejilla derecha antes de asentir, este no era el momento. Necesitaba pensar un poco más. Rápidamente se sentó mirando con sus grandes ojos a su pareja, esperando pacientemente a que él hablara.
-El primer té que prepare. Quiero dártelo a ti. Pruébalo, por favor.
Ella inhalo profundamente. -Vicepresidente, tengo algo que hablar contigo…
-Primero vamos a beber y después hablamos- Sanemi la interrumpió, todo podía esperar. -El té que personalmente hice por primera vez desde que nací puede enfriarse.
Nezuko suspiro, resignada. Esto es lo mejor, esto es lo mejor, podemos tener una platica tranquila si los dos estamos tranquilos. Ella sonrió y tomo la taza. -Está bien- nerviosamente acerco sus labios, tratando de mantener la sonrisa en su rostro ante la intensa mirada de su pareja. Vamos a resolver esto como la pareja que somos. El Vicepresidente parecía un niño en navidad ya que la miraba atentamente, con un amplia sonrisa mientras esperaba pacientemente.
Incluso abrió los ojos cuando el liquido entro en contacto con la piel de sus labios. Ella dio un trago profundo y el dolor invadió su mente. Rápidamente dejo la taza, sintiendo su lengua arder. -¡Esta muy caliente!- exclamo sacando abriendo la boca para tratar de que el aire ingresara y disminuyera un poco el malestar, sus ojos incluso se llenaron de lágrimas.
Sanemi rápidamente borro su sonrisa, mirando el dolor de su pareja, ella agitaba las manos mientras su lengua se tornaba de un ligero tono rojizo.
-¡Esta muy caliente!
Se levanto y apresuradamente se arrodillo frente a su pareja, sin importarle que sus rodillas golpearon con fuerza el piso. Ella se agitaba mientras jadeaba de dolor. -¿Estas bien, secretaria Nezuko? ¿Te quemaste? - pregunto alarmado, su cerebro trabajando en si la mejor opción era llamar a su medico personal o llevarla al hospital.
Sus ojos se encontraron con los orbes rosas, le rompía el corazón verla sufrir. Ella rápidamente negó con la cabeza, y pensando en el lugar que estaban, alejo un poco su cuerpo, tratando de poner distancia entre ellos.
Lo cual no sirvió de mucho cuando él coloco sus manos sobre sus mejillas, impidiendo que siguiera agitándose. -Abre la boca. Déjame ver.
Ella alejo sus manos delicadamente. -Estoy bien, estoy bien- dijo, su espalda se movió hacia atrás, negó con la cabeza al ver que las manos de su pareja buscaban nuevamente tomar su rostro.
-Déjame ver- ordenó Sanemi bajando las manos, ella negó con la cabeza nuevamente.
-Estoy bien- repitió. Y antes de que pudiera escuchar la réplica que seguramente el Vicepresidente estaba preparando, ella vio como sus ojos se abrían mientras su rostro perdía un poco de color.
Sus ojos purpura veían a través del vidrio a un costado de la puerta de madera, su mano quedo paralizada a mitad de camino a su rostro mientras sus labios, entreabiertos, se quedaban sin palabras.
Nezuko giro su rostro solo para jadear horrorizada antes los tres pares de ojos que habían logrado observarlos sin que se dieran cuenta.
Las tres mujeres saltaron antes de desviar sus ojos, todas estaban igual o peor de horrorizados que ellos. Aoi giro el cuerpo para después mirar sus manos, Kikyo dio media vuelta recargando sus manos en el escritorio de color blanco y Shinobu simplemente camino hasta desaparecer de su campo de visión. Cada una de ellas buscando algo con lo cual distraerse.
Sanemi miro a su pareja. Velozmente se coloco de pie y antes de arrepentirse mando a traer al resto del equipo, él solucionaría esta situación.
Con las manos en los bolsillos observó al equipo de mujeres, todas estaban nerviosas, con las manos sobre sus estómagos, con la espalda tan tensa que parecía estaban a punto de romperse los músculos. Algunas de ellas suspiraban en un intento de aliviar sus emociones mientras que otras tenían la mirada baja, observando a su pareja por el rabillo del ojo, quien estaba a un costado de la fila, igual o más nerviosa.
Miro a su equipo, su cerebro maquinando un plan. Una de sus cejas se alzó cuando una idea considerablemente buena paso por su mente, la tensión en su oficina era insoportable, por el bien de Nezuko y de sus empleadas necesitaba hacer algo. Para mantener otro poco la tensión, miro al suelo antes de mostrar el pecho, imponiendo su posición. -Tengo algo que decirles a todas ustedes.
Nezuko abrió los ojos, negando ligeramente con la cabeza. El temblor en las piernas de sus amigas demostraba que la elección de las palabras del Vicepresidente solo alimentaba los rumores de un posible despido.
-Honestamente, hoy es un día especial para mí.
Ahora sus labios se abrieron, dejando salir un grito silencioso. ¿El no iba a decirlo, verdad? Los ojos de sus compañeras dejaron el miedo para dar paso a la curiosidad, todas sin querer rompieron un poco la fila, como si quisieran acercase al Vicepresidente como lo hacían con Kikyo cuando quería contarles algo.
-¿A que se refiere con especial?- pregunto Shinobu, en nombre de todos.
-Si. Hoy implemente algo que estaba determinado a hacer este año. Hoy es el primer día de comunicación de esta oficina.
Un a de sus cejas se elevo antes las palabras de su pareja, esta situación era tan irreverente. Kikyo sonrió, preguntando delicadamente. -¿El primer día de comunicación?
Sanemi asintió. -Exacto. Es un día para hacer contacto visual uno a uno con ustedes, quienes trabajan tan duro para mí, día y noche, y entregar mi apreciación a ustedes- hablo sin detenerse, sin permitir que ninguna de sus empleadas lo interrumpiera. Podía observar sus ojos confundidos, mirándose entre ellas o a su novia, quien cerro los ojos, mortificada. -La secretaria Nezuko fue la primera persona en iniciar.
Ella alzo el cabeza tan rápido que incluso el sintió los músculos doler. El resto de las mujeres la miro y ella rápidamente sonrió mientras asentía.
-Entonces, siguiente- dijo tensando la espalda, preparándose. -Contacto visual- recalco apuntando sus ojos. -Empezare- sus ojos se conectaron con los de Nezuko, quien asintió mientras en sus ojos brillaba la palabra "buena suerte". -Directora general Terauchi- inhalo profundamente y alzo la mirada encontrándose con un par de orbes cafés, brillantes como solo un pequeño niño podía hacerlo. Los dos sonrieron, él más por incomodidad y ella por respeto. -Has trabajo bien- continuo su camino ignorando la reverencia de agradecimiento de su otra empleada, ahora fue recibido por unos ojos azules llenos de inocencia juvenil combinados con emoción. Fue abrumador. -Es bueno verte, sigue mejorando en tu trabajo.
Esto era tan incomodo que Nezuko no pudo soportarlo, Sanemi estaba diciendo cada vez cosas con menos sentido, así que cuando lo vio caminar hacia la gerente, intervino. Alguien tenía que parar esta locura. -Espera, Vicepresidente- él no dudo ni un momento y casi corrió hasta quedar frente a ella, el agradecimiento escrito en su mirada. Sonrió, indicando el escritorio detrás de sus cuerpos. -Hay una pila de documentos por ser firmados, deben estar listos para que se pueda proceder con esos proyectos.
Sanemi inhalo, Dios, le agradecería todos los días de su vida por la rapidez mental de su pareja. -¿Así es?- pregunto fingiendo decepción.
-Si.
Negó con la cabeza para seguir con su actuación. -Es muy malo- suspiro observando la sonrisa fingida de su pareja, -pero a partir de la siguiente persona, por favor, esperan el segundo día de comunicación de la oficina principal.
Todas dieron una reverencia mientras reían en un claro alivio.
-Gracias por su arduo trabajo- termino Sanemi aplaudiendo.
Inmediatamente el resto también lo hizo, llenado su oficina con aplausos y una que otra exclamación o risa, él señalo la salida y cuando todo mundo se destenso le dieron una reverencia. -Hasta luego- al unísono se despidieron antes de comenzar a caminar hacia las puertas.
Nezuko se fue con ellas.
Y al escuchar que su puerta se cerraba, Sanemi respiro de nuevo, su corazón acelerado por la adrenalina dolía contra su pecho, coloco su mano sobre su pecho, prácticamente abrazándose a sí mismo.
.
El equipo de mujeres ingreso en su oficina, algunas pensativas otras masajeando los músculos faciales en búsqueda de relajar sus caras. -¿Qué paso hoy?- pregunto Kikyo mientras sus dedos presionaban contra sus mejillas, doloridas por sonreír tanto. -¿A que se refiere, de repente, con un día de la comunicación?
-Lo sé, ¿Creen que el Vicepresidente piensa que hay una falta en la comunicación estos días?
-No, creo que se lo que está sucediendo- Shinobu verbalizo seriamente, con los brazos cruzados encima de su cintura. Sus compañeras dieron un paso atrás, tragando en seco ante ese tono que solo significaba problemas. -Todo esto es por la secretaria Nezuko, estoy segura- giro su cabeza mirando acusatoriamente a la mujer de cabellos negros.
Nezuko sintió su vientre contraerse, rio nerviosamente con sus manos retorciéndose una sobre la otra. -¡¿Eh?! ¡¿A qué te refiere?!- chillo cuando los ojos de las demás mujeres se posaron en ella.
-Dinos la verdad.
Nezuko trago en seco, los iris morados brillaban como el veneno.
-A nuestras espaldas, secretamente…
Su cuerpo tembló, la mirada de las demás mujeres iba de ella a Shinobu.
Sin embargo, lo que siguió fue aún peor, Shonibu sonrió cómplice. -Le sugeriste al Vicepresidente hacer esto, ¿Verdad? Hacer el día de la comunicación sola para que nos sintiéramos tranquilos, ¿Verdad?
El resto sonrió con su mirada cambiando a la ternura, agradecidos con ella. Nezuko sonrió para asentir con la cabeza rápidamente, esto en lugar de relajarla era mucho, mucho peor. No creía que alguien tan inteligente como Kochou Shinobu dijera esas palabras que sonaban más a Mitsuri-chan que a otra cosa. A la Mitsuri que sabia cosas pero que le encantaba esconderlas detrás de su mascara de ingenuidad.
Ella no creía que Shinobu fuera tan fácil de engañar.
-El Vicepresidente no es una persona a quien se le ocurran ese tipo de cosas solo. Puedo darme cuenta de que es su idea, secretaria Nezuko.
Kikyo exhalo de libertad, estaban salvados. Aoi agito sus piernas con una gran sonrisa, admirando aun mas a su superior. -Es verdad, ¿Nezuko-san?
Al ver que no tenia otra salida, ella sintió, relajando los hombros mientras reía, una risa que sonaba más a que se transformaría en llanto. -Bueno, supongo.
Shinobu empujo ligeramente el hombro de la secretaria, juguetonamente. -Por favor, en verdad, detente. Tu cuidado es abrumador.
Nezuko simplemente pudo seguir riendo. Naho ahora fue la que exhalo, interrumpiendo las risas. -Entonces, con esto, ¿Eso significa que no habrá un despido?
El alivio fue instantáneo, respirar volvía a ser normal. Un día lleno de tantas emociones sin duda merecía poder relajarse en sus trabajos tranquilamente, sin la vocecita dentro de sus cabezas murmurando sobre un posible mal desempeño.
-Aun así…- Kikyo no estaba tan tranquila, este tipo de comportamientos de un hombre el cual siempre se caracterizo por pensar en solo él o en su trabajo, no encajaban para nada. -¿Qué sucede con el día de hoy? ¿Qué fue diferente para el Vicepresidente?
Nezuko negó rápidamente con la cabeza al tener de nuevo la atención, levanto los hombros actuando tranquilamente, como si en realidad no supiera lo que estaba pasando.
Esto se tiene que acabar, ¡Ahorita mismo!
.
Sanemi, aún más orgulloso de si mismo, camino de un lado a otro, feliz con la vuelta de 180 grados que le dio a la grave situación en la que Nezuko y él estaban parados. Sin duda tendría que irle a agradecer a su madre por el gran cerebro con el que le permitió nacer, otro hombre seguramente habría hecho algo estúpido.
-Un día de comunicación en la oficina. Sanemi, sin duda eres listo. ¿Cómo puedo ser tan rápido en formular soluciones? - casi se palmeo a sí mismo, después de esto nadie debía poner en duda su puesto. Nadie más calificado existía en el mundo.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por el familiar sonido de los tacones de Nezuko, quien ingreso a su oficina completamente callada, Sanemi sonrió y cruzo los brazos sobre su pecho, Nezuko nerviosa, enojada, feliz o seria era hermosa.
-¿Cómo fue mi actuación, secretaria Nezuko? ¿No fui genial? - pregunto esperando que ella concordara.
No obstante, la respuesta que recibió fue distinta.
-Vicepresidente, me hace sentir incomoda que hagas cosas tú solo- manifestó, sonando lo más delicada posible.
Sanemi, sin entender, frunció el ceño. -Creo que lo dijiste mal. ¿No debería ser cómoda? Te estoy haciendo sentir cómoda, no incómoda.
Nezuko negó. -No, no estoy cómoda en lo absoluto. Recibiendo un trato preferencial solo porque somos una pareja, hiere mi orgullo.
Sanemi parpadeo varias veces, tratando de controlar sus emociones. -Hacer mi propio trabajo, ¿Es un problema?
-Esas tareas son mi trabajo, trabajo que he hecho durante nueve años, tú mejor que nadie lo sabes- esto rápidamente estaba escalando a una discusión, así que Nezuko decidió terminar con esto, la molestia esta nublando sus juicios. Suficiente tenían con terminar su primer día como pareja incomodos. -Por favor, deja que yo lo haga a partir de ahora- sonrió, desenando que eso fuera suficiente para disipar toda moción negativa. -Voy a continuar con mi trabajo.
Dio tan solo un paso cuando el Vicepresidente hablo.
-Secretaria Nezuko, lo entiendo. Pero sabes, no puedo hacer que hagas trabajos menores…
-¿Trabajos menores?- interrumpió con la mandíbula apretada. Podría estar profundamente enamorada de él, empero, eso no significaba que permitiría que se metiera con su vocación. -Mi trabajo incluye esas pequeñas cosas- recalcó, alzando la voz, dejando en claro su enojo. -Hago lo mejor que puedo y trato de hacer esos trabajos menores a la perfección y siento mucho orgullo al observar la satisfacción de mi jefe con el trabajo que realizo. Tus palabras suenan como que mi trabajo no es respetado o valorado. Me hace sentir triste.
Sanemi enterró sus dedos en los músculos de sus brazos, entendía el punto de su pareja, no obstante, ella lo estaba malentendiendo completamente. -Soy yo el que esta triste, ¿Realmente no sabes cual fue mi intención? - fue inevitable no imitarla, su voz sonó más alto y mas profunda. Queriendo que ese cerebro comprendiera. -Siempre tengo la ayuda y el apoyo de alguien más, ¿Crees que fue fácil para mi intentar hacer algo yo solo? Incluso si fuera difícil, deseaba hacerlo por ti. Quería tratarte bien.
Sus palabras provocaran que su enojo disminuyera, sin embargo, no podía desistir. No era correcto. Y Sanemi lo comprendería. -Incluso si es así, no lo hagas en el futuro- el dolor combinado con la frustración en los ojos que tanto quería dolieron hasta el último rincón de su alma. Pero ella se aferró. Esto era lo correcto. -Este es un lugar de trabajo y es momento de trabajar. Tenemos que evitar actuar así en el futuro para que pueda mantener la línea entre la secretaria Nezuko y Kamamdo Nezuko. Por favor, compréndeme.
Sanemi mordió su labio inferior antes de chasquear con la lengua. -Eres demasiado racional.
-Entonces, me retiro.
Ella no dudo, aunque su corazón dolía por este caótico día, necesitaban dejar algunas cosas claras. Funcionarían mejor, estaba seguro de ello, solo, una vez que tuvieran una rutina establecida, con sus limites y permisos serian nuevamente ese equipo fantástico que siempre fueron.
Superarían esto y más.
Sanemi negó con la cabeza, algo estaba mal, una sensación de pesadumbre con tristeza cubría sus emociones. Su cerebro le gritaba una cosa, pero su corazón otra. -Todo lo que Nezuko dijo es cierto, ¿Pero por qué me siento así?
.
Aoi termino la lectura de para dar por terminado la revisión de su informe, levanto la vista para encontrarse con la imagen del Vicepresidente estático mientras "firmaba" unos documentos, sus ojos fijos en Nezuko, quien tecleaba rápidamente en lo que ella creía era otro informe.
Sus ojos saltaron de su jefe a su superiora.
Tuvo la fortuna de presenciar al Vicepresidente suspirar en lo que parecía ser frustración con pesadez. Por primera vez desde que llego pudo observar el dolor en los ojos de un hombre que parecía ser sin sentimientos.
Cuando fue, con todos los nervios del mundo, a la entrevista que la coloco en su puesto actual había escuchado cientos de rumores sobre el Vicepresidente, un hombre sin sentimientos, un hombre perfeccionista, un hombre intolerante. No obstante, cuando lo conoció ella no vio mucho de eso, y todo por una persona.
Su secretaria, Kamado Nezuko.
Era evidente a simple vista que la debilidad del gran Shinazugawa Sanemi era Nezuko, la única persona en el mundo con el poder de traspasar todas las barreras del Vicepresidente con una facilidad que hacia parecer que las mismas no existían.
Así que cuando un ambiente extraño entre ambos fue evidente, ella no pudo evitar preocuparse.
-¿N…Nezuko-san?- su superiora no la miro, simplemente detuvo sus dedos un segundo, en señal de que ella podía continuar. -¿De casualidad le hizo algo malo al Vicepresidente?
Nezuko se detuvo de nuevo antes de sonreír rápidamente, sus dedos movieron el mouse. -No.
Aoi se rasco nerviosamente la cabeza. -Creo que sí. O al menos eso parece- ella no pudo ver más allá de la espalda tensa de su superior. -No estoy segura que es, pero, ¿No puedo disculparse con él?- los ojos rosas la miraron y lo único que pudo hacer fue encogerse mirando de reojo la oficina. -Estoy tan asustada que mi corazón late deprisa.
La pelinegra negó con la cabeza, tratado de quitarle importancia. -Bueno, no creo que haya hecho nada malo.
La ojiazul mordió el interior de su mejilla. -Aun así… ¿No dijo que siempre estaría con el Vicepresidente no importa si hizo algo malo?
Nezuko no respondió simplemente miro las puertas de madera, reflexionando las palabras de su compañera. Sabia que en parte tenia derecho a estar molesta por la forma en como la situación exploto, pero, los motivos de su pareja nunca fueron lastimarla o menospreciarla, solamente quería ser la mejor pareja para ella.
Esto es tan jodidamente difícil…
Aoi parpadeo rápidamente ante el silenció de su superior, mordió su labio para callar a su cerebro, sumergiéndose en su trabajo nuevamente. Quizás solo el día había sido raro y todos necesitan regresar a casa.
El silencio fue roto por las puertas abriéndose, el Vicepresidente salió de su oficina. Las dos inmediatamente se levantaron para realizar una reverencia. Nezuko no pudo levantar la mirada, simplemente obligo a sus ojos a mirar el azulejo negro del piso.
Lo único que pudo escuchar fue la respiración de Sanemi antes de que sus pasos lo encaminaran lejos de ella. Se dejo caer en su silla obligando a su cerebro a concentrarse en su trabajo, ambos necesitaban espacio.
.
La tristeza irradiaba de la oficina de Iguro, el par de amigos suspiraban de vez en cuando con los orbes fijos en el suelo mientras sus iris brillaban con melancolía. Obanai bebía a través de un popote medicina que no tenia la mejor idea en que ayudaba. Solo necesitaba algo para distraerse y no llorar, algo que no le recordara lo vacía que estaba su vida sin Mitsuri.
-No lo entiendo, ¿Cómo puede ser tan racional? ¿Cómo puede ser meticulosa en todo? Adicta al trabajo que no sabe otra cosa que no sea eso.
Iguro suspiro ante las palabras de su amigo. Sus brazos cayeron a sus costados, débiles. -Te gusta esa adicta al trabajo, racional y meticulosa secretaria Nezuko. Es por eso por lo que has trabajado con ella los últimos nueve años, ¿Cierto?
Sanemi resoplo. -La secretaria Nezuko no sabe cómo se siente un hombre, ¿Es por que nunca ha tenido un novio?
Los ojos heterocromáticos observaron con incredulidad al otro hombre. -¿No es esta tu primera relación oficial también amo?
-Estábamos bien hasta hace unas horas, pero siento como si este pequeño incendio se fuera a convertir en una calamidad en cualquier momento.
Obanai negó con la cabeza. -El pretende no escuchar si no es a su favor- inhalo profundamente y dejo en empaque vació en la mesa de centro. -En fin, tener novia significa estar así. Pequeñas diferencias sin hablar traen conflictos más grandes. ¡Pero! - su amigo salto ligeramente ante su exclamación. -Cuando esas pequeñas discusiones se acumulan y el "periodo frio" se alarga, terminara muy mal. Como yo.
Sanemi frunció el ceño. -¿Qué? ¿Estas maldiciendo a la pareja que recién empezó a salir?
Iguro apretó los puños. -Amo…- cerró los ojos antes de continuar. Este hombre en verdad ponía a prueba su paciencia. -No, Sanemi. No alargues tus discusiones, enfréntalo como hombre o terminaras igual que yo- sentencio con la voz rota.
Su mejor amigo pareció entender su mensaje al no decir nada, simplemente observo como lastimosamente se colocaba de pie, era raro que Sanemi lo mirara con lo que precia algo de empatía así que palmeo su hombro, ignorando la lastima que noto en aquellos iris púrpuras.
Camino hasta su silla donde se dejo caer, girando hasta que se perdió ante la vista de la cuidad, reflexionando sobre todo lo malo que le hizo a Mitsuri que provocó que ella se fuera. Cerrando los ojos para no llorar, simplemente se permitió suspirar dramáticamente.
Sanemi parpadeo confundido. -¿Qué te pasa?
.
Nezuko lavo sus manos antes de mirarse reflejada en el largo espejo que estaba en el baño. A pesar de que apariencia era impecable sus ojos la observaban con tristeza. Las palabras de Aoi aun resonaban en su cabeza.
"Aun así… ¿No dijo que siempre estaría con el Vicepresidente no importa si hizo algo malo?"
Solía disculparme por todo con el Vicepresidente, entonces ¿Por qué ya no es fácil hacerlo? ¿Debería de arreglar las cosas más tarde a través de una conversación?
Camino lentamente hasta su escritorio llegando justo cuando su compañera guardaba sus cosas en su pequeño bolso negro.
-Nezuko-san, ¿Me puedo ir primero? Me mudo hoy.
Ella asintió, ofreciéndole una sonrisa a la ojiazul. -Claro. Buena suerte con la mudanza.
Aoi asintió emocionada, tomo su bolso y antes de que pudiera colgarlo en su hombro, ya estaba corriendo. -Gracias, nos vemos mañana.
Nezuko se sentó, contagiándose un poco de la actitud de la joven. -Nos vemos- dejo justo cuando Aoi desaparecía por la esquina. Acomodo su teclado justo cuando el Vicepresidente salía de su oficina. Rápidamente se levanto para realizar una reverencia.
Ambos se miraron fijamente, nerviosos ya que sus ojos se posaban en ellos antes de huir a otro lado. Sanemi incluso tosió ligeramente, antes de tomar valor y fijar sus ojos en los iris rosas. -¿Termine con todas las actividades de mi agenda el día de hoy?
Di que hay un horario para que arreglemos las cosas.
Dentro de los bolsillos de su pantalón apretó los puños, impidiendo que sus labios pronunciaran lo dicho por sus pensamientos. La miro esperanzado, suplicando que dijera algo.
Nezuko sonrió. -Si, ya no quedan más citas agendadas- la mirada conflictuada de su novio fue como un rayo de sol en un día gris.
Di que vayamos a comer juntos y arreglar los malentendidos.
El Vicepresidente también asintió, moviendo los pies nerviosamente. -De acuerdo, deberías salir del trabajo también, secretaria Nezuko- sugirió, esperando que ella entendiera. Di que no salgamos del trajo así, sino que vayamos a algún lugar juntos, a cualquier lado.
La secretaria realizo un puchero antes de sacudir la cabeza, asintiendo ante las palabras de su jefe. -De acuerdo. Entonces, me iré del trabajo- cerrando los ojos con tristeza, comenzó a ordenar sus cosas dentro de su bolso. Di que la secretaria Nezuko debería salir del trabajo y que Nezuko debería salir a una cita contigo.
Sanemui maldijo en voz baja, callándose cuando los iris rosas lo miraron con esperanza, como si esperara que dijera algo en específico. Quizás él la estaba mirando de la misma forma. -Esta bien, entonces me voy- dijo más rápido de lo que quería, resignado. -Me voy- comenzó a caminar lentamente hacia atrás, sin girar su cuerpo para no romper el contacto.
Nezuko apretó los labios. ¡¿Qué estas haciendo?! ¡Dime, ven conmigo!, grito metiendo sus pertenencias con un ritmo ridículamente despacio.
Sanemi dio pasos aún más lentos, hasta que sus pies sintieron una de las macetas en su pantorrilla. ¡Rápido! ¡Di, no te vayas!, exclamo su mente antes de girarse y continuar su camino, no sin antes dirigirle una última mirada a su novio, quien apretaba su bolso.
Ella se quedo sola, con un puchero en sus labios y con el corazón decaído. Parecía ser que su día si iba terminar mal. Llorar ya no sonaba como una mala idea…
.
-¡Oh Dios, esto es tan frustrante! Oka-san, ¿Cuántas veces le he dicho que es el número 301 y no el 302?- Aoi caminaba rápidamente para llegar a su departamento nuevo, no puedo reír ante la respuesta de su mamá del otro lado de la línea. -De todas maneras, puedes enviar el paquete a esa dirección. De acuerdo, te amo.
Rápidamente colgó su teléfono cuando observo a los empleados de la mudanza subir las ultimas cosas. Corrió hasta quedar frente a los dos hombres de mediana edad. -Hola, son para el 301, ¿Verdad?- el hombre asintió, apilando las cajas. -Lamento la tardanza.
-No se preocupe, casi terminamos.
-De acuerdo- ella decidida a que los hombres no realizaran un ultimo viaje para recoger las cosas mas ligeras, se puso manos a la obra. Tomo la ultima maleta con su maquilla, dos cestas como regalo de su madre, solo faltaba el ventilador color rosa que fue su primera compra como trabajadora. Sin embargo, sus manos estaban llenas así que confiada subió, por unos minutos que dejara atrás su ventilador no desaparecería. Corrió por las escaleras, ignorante de su compañero de trabajo que justo también acababa de llegar del trabajo.
Inosuke admiraba su nueva Tablet, feliz de obtener un premio que tan útil le estaba siendo en su trabajo. Sin duda ese ascenso llegaría pronto y sus metas estarían cada vez más cerca. Incluso limpió con delicadeza una pequeña mancha que estaba en los costados, sonriendo mientras se dirigía a la puerta de su edificio.
-Hermoso- le dijo al aparato, antes de detenerse abruptamente frente a un ventilador de color rosa, estaba en buen estado y le era imposible porque una persona podía desechar tan fácilmente un aparato prácticamente nuevo. -Se ve bastante decente- miro el motor y el cable, su cabeza miro a ambos costados, observando que nadie parecía reclamar el aparato. Sonriendo ampliamente, lo tomo. -Bueno, vámonos- rápidamente subió las escaleras, extasiados con sus dos artefactos nuevos.
Solo para que unos segundos después, Aoi bajara buscando su ventilador. Su sonrisa se borro al ver el espacio vació, incluso miro a sus costados, sine embargo, nada, es como si su ventilador tuviera pies y se fuera por su propia voluntad. Para su buena suerte la dueña del edificio justo llego en ese momento, con una amplia sonrisa.
-Disculpe, ¿Ha visto un ventilador aquí? - le pregunto.
-¿Un ventilador? ¿Era suyo? El chico que vive en la azotea se lo llevo antes.
-¿¡Qué?!- exclamo enojada, sus ojos se posaron en la azotea, maldiciendo en voz baja.
.
Inosuke disfrutaba de trabajar en la azotea, escribir bajo los rayos del sol con su nuevo ventilador brindándole aire fresco mientras escribía sus informes, era increíble. Las palabras casi se escribían solo.
Además, estar rodeado por sus plantas casi le recordaba a los viejos tiempos de su infancia.
Sonrió ampliamente cuando alzo la cara y el aire frio movió sus cabellos. -Pensé que estabas descompuesto y abandonado, pero haces tu trabajo bastante bien- señalo al aparato, como quien quiere motivar a alguien. -Te llamare el Inosuke de la industria de los ventiladores. Inosuke ventilador- rio por sus palabras, inhalando el aire que salía de su nuevo compañero.
Su monologo fue interrumpido cuando la puerta fue abierta con brusquedad, por donde paso Kanzaki-san con el ceño fruncido y los ojos llenos de enojo.
-¿Qué pasa? Cierto, te ibas a mudar hoy. ¿Estas dando pastelitos de arroz como bienvenida?
Sin embargo, la mujer no respondió avanzo más rápido con los puños apretados. Algo dentro de él se removió al ver esos profundos ojos azules brillar con ira. Su cerebro comenzó a sonar una alarma en advertencia de que tuviera cuidado con esa mujer.
-Pastelitos de arroz, mi trasero- respondió Aoi con la mandíbula apretada. Giro levente su cabeza para encontrar su ventilador en un perfecto ángulo para refrescar a eso idiota. -Realmente te llevaste mi ventilador, ¿Qué paso contigo? - miro nuevamente al hombre, quien inclino la espalda hacia atrás. Sus hombros se cuadraron en un intento de que viera que visiblemente mas fuerte que ella. No le importo. -¡¿Por qué te llevaste mi ventilador?!
La cara de Hashibira inmediatamente cambio, su boca se abrió por la sorpresa mientras los orbes verdes se cubrían de inocencia, como quien mira a un niño después de realizar una travesura. -¿Era tuyo, Kanzaki-san? Pensé que alguien lo había botado. Es por eso que lo tome. Y ¿Por qué lo dejas sin protección en la calle?
Aoi sintió que la sangre le hervía. -¿Qué quieres decir sin protección? Estaba a la mitad de la mudanza. Además, ¿Por qué pensaste que lo habían botado? Esta en buenas condiciones- exclamo, elevando la voz, casi rozando los gritos.
Inosuke trago en seco, esa pequeña mujer era peligrosa. Avergonzado llevo una de sus manos a su nuca. -Las personas en estos días, se deshacen de estas cosas en condiciones decentes. ¡Mira, esta mesa también! - palmeo la madera donde descansaban sus papeles. -Alguien la desecho y yo la recogí…- al darse cuenta de lo que estaba diciendo se calló, especialmente ante la mueca de desprecio en el rostro femenino. -No…. No fue así…- Kanzaki-san coloco sus manos sobre su cintura, claramente harta. -¡Bueno, como sea! ¡No debes volver a hacerlo, es muy malo! Y no causare ningún problema, te lo devolveré.
La ojiazul rio sarcásticamente. -¡Esto es mío!, ¿Qué quieres decir con que me lo devolverás?- maldijo entre dientes, tomando su ventilador, desconectándolo antes de irse con pasos fuertes, casi queriendo atravesar el concreto con sus tacones, ni siquiera miro atrás, sabiendo que si volvía a ver ese rostro, lo golpearía.
Inosuke suspiro, escuchando la puerta azotar. Cuando la culpa se apodero de sus pensamientos ya no pudo concentrarse. Debía admitir que había cometido un error.
.
Nezuko caminaba desanimada por las calles de Tokio, sus pies simplemente la arrastraban lo más lejos de la oficina, donde los recuerdos frescos de la discusión con su pareja la atormentaban. Quería llorar, ¿Podía llorar?
Se detuvo cuando su celular sonó, abrió los ojos mientras la esperanza crecía, su estómago se encogió y su corazón latió rápidamente cuando sus manos volaron a su bolsa, buscando el aparato. No obstante, su sonrisa se borró al ver el nombre en la pantalla.
Su corazón decayó al igual que sus hombros.
Tomo la llamada. -¿Si, Onii-chan?- pregunto con un tono apagado. Ante los planes que su hermano le estaba recitando no sintió esa felicidad que siempre acompañaba el ver sus hermanos. Estaba triste y no único que quería era llegar a casa y sumergirse en ropas holgados para abrazar por el resto del día a vaca-haz-trabajado-duro. -Olvídalo, no tengo ganas de tomar- realizo un puchero con sus labios. -Estoy cansada. Adiós.
Quizás vaca-haz-trabajado-duro podía curar un poco el dolor que ella y su dueño habían provocado.
.
Sanemi apretó el volante, estaba manejando, pero su mente estaba muy lejos de estar concentrada en la autopista.
Esto está mal.
No puedes dejar así las cosas con Nezuko.
Estaba harto de escuchar la voz de su conciencia diciendo lo mismo, no obstante, estaba de acuerdo. Era su primer día juntos, espero años por esto, seria un error que jamás se perdonaría si por su estúpido orgullo dejaba las cosas así.
Uno de los dos tenía que ceder.
Sin pensarlo giro rápidamente con una dirección en mente. El no permitiría que su día fuera arruinado.
.
Aoi suspiro cuando tomo asiento, extremadamente feliz de terminar por fin con la mudanza, su comida descansaba frente a ella, perfectamente acomodada para su degustación, todo tenía que estar perfecto para su primera comida como persona independiente.
Froto sus manos mientras su boca se llenaba de saliva. Dios sabia que estaba cansa, pero no era algo que una buena comida no pudiera solucionar. -Se ve bastante bien…- tomo sus palillos, retirando el papel que los protegía. -Comida china es simplemente perfecta cuando te cambias de casa- separo los palillos, y cuando tomo un trozo para llevarlo a sus labios, el timbro sonó.
Inhalo profundamente en un intento de no perder la cabeza, su estómago podía esperar unos segundos más, ella tenía que ser amable con sus nuevos vecinos. Obligando a sus labios a sonreír camino hacia la entrada.
-¿Quién es?- pregunto en voz alta, abrió su puerta solo para ser recibida con la vista de una bolsa con un par de tomates Cherry, dio un paso hacia atrás antes de elevar la mirada, para encontrarse con Hashibira-san. Parpadeo confundida, concentrándose en los cinco pequeños tomates. -¿Qué son esos tomates?
Inosuke resoplo indignado. -¿Qué quieres decir con esos tomates? Planté las semillas, les puse agua, y las mantuve en la cálida luz del sol. Los crie como a mis propios hijos- la confusión en los iris azules lo hizo callar, realizo un puchero con los labios, empujando la bolsa hacia el rostro femenino. -Ya acéptalos. Mi brazo se va a caer.
Aoi lentamente subió las manos, hasta que sus dedos sostuvieron delicadamente los tomates. El brazo masculino inmediatamente callo, como si en verdad hubieran cargado algo tan pesado. Elevo una de sus cejas, sin poder despegar sus ojos de la verdura rojiza. -¿Por qué me está dando algo tan valioso?
El ojiverde tosió, miro a cada lado antes de responder, sin atreverse a mirar a la mujer. -Lamento lo de antes- Aoi abrió los ojos, sorprendida de esas palabras. Ya que no estaba acostumbrado a disculparse, Inosuke inmediatamente trato de justificar sus palabras. -Espero que dejes de descuidar tus cosas en cualquier lugar, para que las personas no crean que las estas botando, y como te acabas de mudar, como tu compañero de trabajo, es un regalo que te estoy dando por mudarte- no dejo que le respondiera, se despidió antes de que siguiera hablando sin pensar.
Aoi se quedó ahí parada en el umbral de su puerta, desconcertada por la amabilidad de la persona que creía era salvaje y sin modales. Nuevamente miro los tomates, sintiendo como sus reacciones le daban una bofetada. Había actuado irracional, dejándose consumir por la ira, sin permitirle explicarse… -¿He sido muy dura?
Cerró la puerta, camino de regreso a su comedor, fue justo en ese momento que se dio cuenta de que toda la comida que ordeno seria imposible que se la terminara ella sola, y como se conocía a la perfección la guardaría para olvidarla en su refrigerador hasta que tuviera que tirarla porque ya no servía.
Su madre siempre la regaño por eso.
Ahí fue cuando las palabras de Hashibira-san resonaron en su cabeza.
-"Cuando pides comida para llevar, a menudo sucede que hay sobras, y es una verdadera molestia."
Ella frunció el ceño, con evidente ira. –"¿Estas sugiriendo que deberíamos de repartir el gasto?"
El negó rápidamente con la cabeza. –"De ninguna manera. Cuando ordenes comida, podrías dividirla por la mitad y traer una porción para mí, eso es todo lo que digo".
Sus ojos corrían de los tomates a los platos de comida sobre la mesa, si él fue el primero en ser amable, ¿No debía corresponder de la misma manera?
.
Inosuke observo la bandeja con dos platos repletos de comida, Kanzaki-san simplemente había entrado a la azotea por la puerta, casi empujando la bandeja contra su torso. Parpadeo confundido, el rico aroma inundo sus fosas nasales, provocando que salivara.
-¿Qué es esto?- pregunto mirando los iris azules.
Aoi jugo con sus manos, nerviosa. -Era mucha comida para mi sola, así que le guarde un poco de antemano- respondió, colocando su cabello detrás de su oído derecho. -Entonces, adiós.
El no permitió que diera un paso, interponiendo su cuerpo en el camino. -Espera un minuto, Kanzaki-san.
Ella sonrió nerviosamente. -Ne necesitas darme las gracias. Vamos a decir que te estoy dando esto por los tomates Cherry.
Inosuke negó con la cabeza. -No, no es eso. Solo quería decirte que en el futuro deberías pedir arroz frito con gambas. Prefiero el arroz frito con gambas que tiene una textura dura y una chispa de sabor- explico, sonriendo alegremente.
En cambio, la sonrisa de Aoi murió. -¿Qué?
Con su nariz señalo el plato con la carne. -Y en cuanto al cerdo agridulce, me gusta mojarlo en la salsa y comerlo en vez de verter la salsa por encima.
Ella tomo el otro lado de la bandeja con fuerza, tratando de quitársela al hombreo, quien apretó los dedos, impidiendo que lograra su objetivo. -Devuélvemelo- ordeno entre dientes.
Inosuke negó con la cabeza, logrando jalar la bandeja mas cerca de su cuerpo, llevándose a Aoi también. -No, aceptare esto como muestra de su cortesía, Kanzaki-san.
Los brazos femeninos comenzaron a temblar. -No hubo tal cortesía. Solo lo hice como una formalidad.
-No importa lo aceptare como una formalidad.
Ella trato de jalar la bandeja con todas sus fuerzas, sin embargo, era mas pequeña y delgada que Hashibira, así que su intento fue igual que una mosca intentara mover una pared. -En realidad, no es ni siquiera una formalidad. Simplemente devuélvemelo.
-En principio soy un chico formal.
-¡Ah, por cierto, me gustan los tomates grandes mas que los tomates Cherry!
Levanto su pie, señalando detrás del cuerpo de la mujer. -¡Hay tomates grandes creciendo ahí, así que te los daré la próxima vez!
-¡Aun no son los suficientemente grandes! Me voy a comer todo yo sola, ¡Devuélvemelo!
Pelearon por otros minutos más, tratando de arrebatarse la bandeja con comida hasta que ella se cansó, retirándose mientras maldecía en voz baja y jurándose algo a si misa, ¡Jamás enamorarse de un hombre como Hasibira Inosuke!
Jajajaja ríe malvadamente porque todos sabemos que Aoi se tragara sus palabras, bien dicen que de quien menos esperas es de quien te enamoras.
