El anime/manga Kimetsu no Yaiba le pertenece a Goutage y al estudio Ufotable. El k-drama "What's wrong with Secretary Kim?" le pertenece a la cadena de televisión TvN.
¡Este capítulo, Dios, este capítulo!
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Ahora que por fin sabe la verdad Nezuko no se siente tranquila, nadie ni siquiera su pareja cooperaba para que ella comprendiera las cosas. ¿Por qué todo negaba que Sanemi había sido el niño que la ayudo? ¿Cómo Sanemi había perdido la memoria mientras su hermano afirmaba ser el secuestrado? Ese dolor junto con el saber todo el tiempo que estuvo a lado del niño que anhelaba encontrar fue abrumador para ella, provocando las continuas lágrimas.
Pero también termina de abrir su corazón, borrando todas sus restricciones. Así que ella le dice las palabras.
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What's Wrong with Secretary Nezuko? Capítulo 36
-¿Nemi-Nii?
El silencio que siguió a su pregunta fue asfixiante, la primera lagrimas corrió por su mejilla, sus dedos se enterraron en los músculos de sus piernas. La ansiedad contrajo su vientre, especialmente cuando el Vicepresidente se movió, acomodando su cabeza en el asiento.
-¿Qué pasa?
Y el mundo de Nezuko se detuvo.
Sus labios se abrieron mientras un sollozo escapaba, fue con ese sonido que los parpados de Sanemi se abrieron dejando al descubierto sus orbes púrpuras confundidos. Ella respiraba agitadamente sintiendo como lentamente cada pieza tomaba lugar.
Sanemi cerró los ojos con fuerza, apretando los labios en una fina línea. Estúpidamente había cometido un erro de novato. Nezuko se dejó caer en el asiento tratando de recordar cómo se respiraba normalmente.
Estaba tan confundida, tenía una contradicción de sentimientos. Quería llorar, quería gritarle, quería… Quería…
-Acabo de llamarte Nemi-Nii, ¿Por qué respondiste? - el silencio que obtuvo de respuesta la enervo aún mas. -Vicepresidente, ¿Eso fue tu apodo? ¿Antes te decían Nemi?- interrogo desesperada. Necesitaba repuestas.
Sanemi se tragó el nudo de su garganta, negó con la cabeza. -No estoy seguro de que intentas decir- respondió. Necesitaba arreglar esto.
Mierda.
Nezuko apretó los puños, frustrada. -Cuando hable con tu madre del incidente del secuestro ella lo dijo claramente. Ella dijo mi Nemi- él apretó la mandíbula, quedándose poco a poco sin armas. -¡Quiero saber que paso! ¡Tengo derecho a saberlo!
Sanemi miro a su alrededor, formulando una respuesta. -Nezuko…- era incapaz de enfrentar de frente a Nezuko, cada vez era más difícil mentir o evadir el tema. -No le des un significado tan profundo a lo que hablo mientras duermo. Solo escuché tu voz y respondí por habito- sabía que no le creía, pero los dos fingieron que era así. -Vamos, te llevare a casa.
Cuando él comenzó a abrocharse el cinturón de seguridad, Nezuko supo que su conversación termino. Mordió su labio inferior callando a los cientos de preguntas que deseaban salir de su boca. Ninguno dijo nada mientras él conducía por las calles de la cuidad, ni siquiera se despidió cuando se estaciono frente a su departamento.
Ella subió las escaleras con pesadez, ingreso a su departamento cambiando sus tacones por unas sandalias, prendió la luz y se dejo caer en el sofá. La correa de su bolso se resbalo de su hombro, cayendo descuidadamente sobre el piso.
Su cabeza dolía, le era imposible no seguir pensando. Ella no podía soltar tan fácil las cosas como Sanemi lo hacía.
Estoy segura de que respondió con mucha naturalidad, como si fuera un viejo apodo. Un apodo cariñoso de una madre.
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Sanemi estaba sentado en la silla dentro de su estudio, el silencio de su mansión no lo ayudaba en nada a relajarse. En su mesa se encontraba esparcido el curriculum de Nezuko con distintas fotos de ellos a través de los años que llevaban trabajando juntos.
Estaba con la mirada perdida, su mente rememorando las palabras de su novia. Suspiro cerrando los ojos, molesto consigo mismo.
"Cuando hable con tu madre del incidente del secuestro ella lo dijo claramente. Ella dijo mi Nemi. ¡Quiero saber que paso!"
Como si no tuviera suficiente la mujer de aquella mujer resonó en su cabeza, uniéndose a las palabras de Nezuko. Ya ni siquiera jadeo o intento luchar contra esa voz, no tenía ánimos en pensar más.
Vámonos juntos. No me quiero ir sola.
El recuerdo de esas pálidas manos sobre su espalda mientras una cuerda se enredaba en su pequeño cuello jamás lo olvidaría. Esas pequeñas manos de uñas color rojo fueron su tormento en la infancia.
Tienes que venir conmigo.
Sus gritos desgarradores no valían de nada, estaba solo, en una casa abandonada en un barrio desconocido. Incluso si lloro hasta el cansancio y gritó hasta quedarse sin voz, nadie llegó.
¡No!
Recargo su frente en la palma de su mano derecha, suspirando. -Ella no necesita saber la verdad- tomo una de las fotos, los dos estaban sentados juntos mientras el esperaba subir al escenario, en la que si no recordaba mal era una de sus primeras conferencias.
Ella sonreía ampliamente, él tenía una pequeña sonrisa, los dos se miraban fijamente. Ellos llevaban trabajando poco tiempo, estaban construyendo las bases del poderos equipo que eran actualmente, eran tan jóvenes…
¡No Nii! ¡No dejes a Nezuko y te vayas!
Los lamentos de una pequeña Nezuko volvieron a su mente, la imagen de una pequeña y hermosa niña de cinco años con unos preciosos ojos rosas que ahora brillaban de miedo, con las mejillas rojas y manchadas de lágrimas, rompieron nuevamente su corazón.
-No quiero volver a hacerla llorar nunca más.
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Nezuko miro a la señora Shinazugawa tomar de su té, estaban sentadas en su gran salón de invitados que pertenecía a una de las tantas habitaciones de la mansión de los padres de Sanemi.
La habitación fue iluminada por los rayos de sol que ingresaban por los amplios ventanales que rodeaban la habitación. Los grandes ojos de la mujer mayor la miraban expectantemente, ligeramente extrañada de su visita tan temprano.
-¿Qué haces tan temprano en la mañana, secretaria Nezuko? Tomando en cuenta que viniste rápidamente hacia aquí, supongo que no es por algo común- sus dedos dejaron la taza sobre el plato que hacia juego con su ropa.
Nezuko movió sus manos nerviosamente, trato de sonreír, pero no pudo. Exhalo profundamente, decidida a continuar en su investigación. -Para ser honesta quiero preguntarle algo.
La señora Shinazugawa sonrió. -Dime, puedes preguntarme todo lo que quieras.
-De casualidad, ¿El Vicepresidente tuvo alguna vez un apodo en su infancia?
La sonrisa de la mujer mayor desapareció. -¿Qué?
-Llamo a alguien Nemi la vez pasada- acato delicadamente, tratando de sonar grosera o que buscaba imponer algo a la madre de su pareja. -Y me preguntaba si podría ser el Vicepresidente.
-Oh, ¿Qué quieres decir? - la señora Shinazugawa parpadeó confundida. Negó con la cabeza rápidamente. -Debiste haber escuchado mal secretaria Nezuko.
-No. Estoy segura de haber escuchado: ¿Cómo estaba mi Nemi? Cuando estábamos hablando del incidente del secuestro- la mirada que la señora Shinazugawa le dio, con sus labios tratando de moverse, le recordaron a la reacción de Sanemi anoche. -No estoy segura de como le sueno a usted esto, pero creo que el Vicepresidente podría ser Nemi.
La madre de Sanemi rio nerviosamente. -No se porque estas pensando en esas cosas sin sentido.
Nezuko mordió su labio inferior, frunciendo el ceño. -Se que es un favor complicado, pero si existe algo que yo no sepa sobre eso, ¿Podría decírmelo?
La señora Shinazugawa sonrió, colocándose una máscara que impedía que viera sus reacciones, tan idéntica a la de su hijo. -Durante tu infancia, el niño que estuvo contigo fue mi Genya. Nadie en esta casa tuvo un apodo siquiera cerca de Nemi. Escuchaste mal secretaria Nezuko.
-Pero…
-Secretaria Nezuko, estoy un poco cansada. ¿Podrías retirarte por hoy?
Nezuko inhalo, fingió una sonrisa y asintió con la cabeza. -Esta bien. Entonces me iré- tomo su bolso, realizo una reverencia y salió de la habitación con mas preguntas que respuestas.
La familia Shinazugawa tenía un secreto que estaba dispuesto a ocultar con todas su fuerzas.
A penas sus ojos dejaron de ver a la joven mujer la sonrisa de la señora Shinazugawa se borró, su cuerpo cayo hacia atrás, su corazón acelerado comenzaba a doler, su cabeza sintió un punzada incomoda y un mareo desequilibro sus sentidos.
¿En qué momento su vida se había complicado tanto?
Toda su familia estaba en peligro, necesitaba protegerla para seguir juntos como una familia medianamente feliz.
Nezuko tambaleo todos sus pilares, derribando cada piedra. Ella no lo permitiría.
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Nezuko caminaba lentamente por los pasillos de la mansión, tratando de entender porque todos estaban empecinados que siguiera creyendo algo que evidentemente era una mentira. Cuando paso frente al comedor se encontró con Genya, quien tenía un vaso de agua en una de sus manos.
Ella realizo una reverencia. Ambos estaban incomodos uno con el otro.
Genya suspiro, moviendo los pies antes de esconder sus manos en los bolsillos de sus jeans. -¿Qué haces en nuestra casa tan temprano en la mañana?
-Vine a ver a su madre, pero ahora me retiro.
-Iba a contactarte de todas formas, así que es bueno verte aquí.
-¿Por qué motivo?
Una pequeña sonrisa se instalo en los labios masculinos. -Tengo algo que devolverte. Tu diario- ella asintió sonriendo con amabilidad. -Espera aquí. Lo traeré.
-Disculpe- dijo antes de que Genya se perdiera en los pasillos. -¿De casualidad recordó algo más luego de leer el diario?
-No estoy seguro. Lo siento.
-Esa mujer que nos llevó, ¿Recuerda al menos sus facciones? ¿Cómo se veía? ¿Qué tan largo era su cabello? ¿Su cara? - insistió.
Abrumado por las preguntas, Genya negó, cerrando los ojos. -No recuerdo nada.
-¿No recuerda nada de cuando fuimos encerrados o cuando escapamos? ¿En lo más mínimo?
El hombre rio. -¿Por qué me preguntas esas cosas ahora? ¿Ya no confías en mí?
Nezuko sonrió ocultando sus dudas, negó con la cabeza. -Siento que mi diario no le ha ayudado para nada. Lamento que no fueras capaz de recordar nada.
Genya ladeo su cabeza, mordiendo su labio inferior. -Creo que el problema no es que no pueda recordar, sino que no quiero. ¿Ne seria como un mecanismo subconsciente de defensa? Diga ya que sufrí tanto- Nezuko asintió, incomoda. -Entonces espera en la sala. Te lo traeré rápidamente.
Cuando se quedo sola, cruzo los brazos sobre su cintura, frunciendo el entrecejo. ¿Por qué será que parece que todos los recuerdos de Genya-Nii se los dijo alguien más?
Camino alrededor de la sala, mirando las decoraciones, sus ojos inevitablemente cayeron en las dos fotografías que adornaban una de las mesitas de centro. Eran dos niños, ambos sonreían mientras portaban pequeños trajes con amplias sonrisas adornando sus rostros.
Ella jamás podría olvidar la sonrisa de su Nii-san, estaba grabada a fuego en su memoria, tan idéntica como el niño del marco derecho, un pequeño Sanemi con sus cabellos perfectamente pinados con un traje azul.
No podía recordar por completo el rostro de su Nii-san, sin embargo, la forma del mentón y la redondez infantil concordaban con el pequeño de cabellos blancos de la foto. Abrió los ojos con el corazón cayendo hasta su estómago.
¡Era el! ¡Era Sa….!
-Esperaste un buen rato, ¿Verdad?
Brinco cuando fue interrumpida, giro su cuerpo para encontrarse a Genya. Negó con la cabeza en automático aun estupefacta por la posible solución a sus dudas. Ella necesitaba confirmarlo.
Ella necesitaba….
Genya le entro el cuaderno. -Aquí esta tu diario.
Lo tomo, apretando su diario contra su pecho. Miro al pelinegro, ella solo necesitaba una cosa para por fin descansar en paz. -Lo siento, pero… De estos dos, ¿Quién es usted? - pregunto, señalando las fotografías. Era obvia la respuesta, sin embargo, aun necesitaba escucharlo de los labios del hermano mayor de Sanemi.
Genya sonrió, señalando la foto de la izquierda. -Soy ese de allí. La foto de la izquierda es mía, ¿No te acuerdas?
Ella dio un paso hacia atrás, su mundo dio vueltas mientras sus manos temblaron. Estaba conteniendo las ganas de llorar, su corazón le grito en reclamo de que él siempre había tenido la razón. Sanemi era a quien tanto busco.
-Nezuko, le he pensado. Pero creo que la razón por lo que me gustas no es solo porque estuvimos juntos en el pasado.
Dios, tuvo al hombre que tanto anhelo encontrar frente a ella por años. Eso cambiaba muchas cosas, cada interacción que tuvieron, cada pequeño detalle que él le regalo…
-No estoy diciendo que tengas que responderme inmediatamente. Solo quiero que sepas como me siento también.
Genya noto la falta de color en la piel de la pelinegra, temblaba y parecía ida, como si recordara algo. Preocupado dio un paso hacia adelante, paso su mano frente al rostro femenino, tratando de hacerla regresar.
-¿Nezuko? ¿Te sientes bien? ¿Necesitas que llame a alguien?
Ella negó, girando su rostro para ver al hombre frente a ella, una lagrima corrió de su ojo derecho. ¿Cómo pude llamar egoísta al hombre que más cosas me ha dado? Dio otro paso hacia atrás, sintiendo su corazón doler. Fue tan estúpida…
-¿Nezuko?
La voz de Genya se escuchaba embotellada, ella no dudo y rápidamente corrió hasta la salida. Tenia que verlo, necesitaba verlo…. Ella tenia que decirle muchas cosas.
-¡Nezuko! ¡Nezuko!
Ignoro los gritos de Genya, maldiciendo por primera vez su decisión de vender el automóvil que Sanemi le había regalado.
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Aoi ingreso a la oficina de sus compañeras, sentándose en el escritorio que le pertenecía. Necesita unas copias que tenia guardada en la computadora, Nezuko-san no tardaría en regresar y ella quería demostrarle que siempre estaría para cuando ella necesitara resolver sus asuntos personales.
-Aoi-chan, ¿Te fue bien en la mudanza?
Ella sonrió mientras asentía con la cabeza, la Directora como siempre siendo amable. -Si. Ahora me toma cinco minutos llegar al trabajo. Es genial- presumió juguetonamente ganándose la sonrisa de sus compañeras. -La casa es muy cómoda y acogedora.
Shinobu sonrió, traviesa. -¿Cuándo nos invitaras a esa casa cómodo y acogedora?
Aoi dejo de sonreír. -¿Qué?
-Una fiesta de inauguración.
Kikyo, Naho y Sumi parecían estar de acuerdo con Shinobu ya que rápidamente asintieron, observándola con expectación. -Ya que solo tiene un cuarto, el espacio es muy limitado- replico, sonriendo nerviosamente. -Y realmente no soy buena cocinando.
La Directo9ra negó con la cabeza. -Oh Dios, no somos la clase de personas que presionan a sus colegas más jóvenes. ¿Qué clase de compañeros seriamos?
Sus orbes azules notaron que el resto de ellas negaban con la cabeza, apoyando el argumento de la Directora.
-Pero, pollo, carne de cerdo agridulce y costillas al vapor- con cada platillo Shinobu, Sumi y Naho asentían, como si cada cosa descrita era lo que cada uno esperaba. -Si pides esas cosas a domicilio, solo una orden pequeña, estaremos encantadas de ir. ¿No te parece muy simple?
Aoi asintió, tratando de mantener su sonrisa.
-¡En verdad tuviste suerte con tus superiores!- continuo Shonobu, colocando dramáticamente una mano sobre su pecho. -¡Oh y justo mañana comienza el fin de semana! ¡No es perfecto!
Kikyo aplaudió. -¡Es perfecto! ¿Entonces está bien mañana?
-¿Si?- preguntaron al mismo tiempo Naho y Sumi.
La joven secretaria abrió los ojos horrorizada pensando una sola cosa, Hashibiera Inosuke, todos los ojos recayeron sobre ella, expectantes por su respuesta. Ella no tuvo otra opción, rio ansiosamente. -Si- respondió.
La sala estallo en aplausos y exclamaciones de emoción. Su sonrisa se borro al pensar en cómo podría deshacerse de su molesto vecino.
-¡Oh, secretaria Nezuko!
Todos vieron como la secretaria de mayor experiencia ingreso por las puertas, todas rápidamente le dieron la bienvenida con una pequeña reverencia, Aoi incluso tomo sus documentos deseosa de seguir a su superior.
-¡Vamos a ir a la fiesta de bienvenida de la casa de Aoi mañana, ¿Crees que puedas ir?- pregunto Shinobu.
Nezuko negó, sonriendo con tristeza. -De hecho, tengo una reunión familiar mañana.
-¡De acuerdo señorita!- respondió juguetonamente la gerente general. Aoi vio desaparecer a su superior, dejándola sola en una sala de mujeres emocionadas.
Sumi junto las manos en un aplauso, llamando la atención de sus compañeras. -¿Cómo deberíamos contribuir para la fiesta de bienvenida?
-Incluyendo a Tomioksa-san, somos cinco personas- respondió Naho. -¿Qué les parece 20,000 yenes cada uno?
Shinobu asintió entusiasmada, extasiada de saber que el pelinegro que robaba sus pensamientos asistiría. Sus ilusiones no duraron mucho ya que rápidamente la Directora rompió sus esperanzas.
-Pero Tomioka-san esta siempre en espera, él no podrá ir. También, ¿Vas a hacerlo sonar como que no sabes cómo funciona este mundo? - Naho entreabrió los labios, sorprendida por ser regañada. -¿Qué clase de regalo podemos comprar con solo 20,000 yenes cada uno? Querida Nakahara…
-¿Si?
-Podrías juntar 24,900 yenes por cada persona… Esta bien, ¡Vamos a la inauguración mañana! - Kikyo aplaudió, sentándose en su asiento, sonriendo como niña chiquita.
Shinobu rio estirando los brazos. -De repente me siento mejor…
-¿Qué debería ponerme?
-Tenemos que trabajar con una mentalidad positiva.
Aoi recargo su frente sobre el escritorio, desenado que la tierra se la tragara. Un milagro tenia que ocurrir para lograr que Hashibira-san desapareciera de la faz de la tierra y permitirle una tarde tranquila con sus amigos.
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Nezuko se dejó caer en su silla, suspirando constantemente, vio el escritorio vació del Vicepresidente ocasionando que su corazón latiera dolorosamente.
Definitivamente el Vicepresidente es el Nii que estaba buscando, pero ¿Por qué todos dicen que es Genya?
¿El Vicepresidente realmente perdió la memoria?
Cerro los ojos, realizando un puchero con sus labios. -Debería pretender que tampoco lo sé, ¿Verdad?
Ella rápidamente se levanto al escuchar los pasos de Sanemi, cuando sus ojos se conectaron una sonrisa se apodero del rostro masculino, su corazón se detuvo y las esquinas de sus ojos se llenaron de molesta agua.
-Buenos días, secretaria Nezuko.
Sonrio realizando una reverencia. -Buenos días- lo observo adentrarse en su oficina, empujando con sus anchos hombros las puertas de madera. Contuvo las lágrimas y en cambio sonrió, en paz por saber que por 9 años convivio y conoció al niño al que tanto anhelaba encontrar.
Un gran niño que se transformó en un increíble hombre.
Un hombre que estaba perdidamente enamorado de ella, como ella de él. La vida no podía sonreírle más.
Tomo su Tablet con la agenda del día y se adentró en la oficina, el Vicepresidente preparaba sus cosas para iniciar con su día de trabajo. El sonido de sus tacones resonó por la amplia habitación en una familiar melodía, se detuvo frente al escritorio, obligando a sus ojos a conectarse en la pantalla y no en él.
-A las tres de la tarde tienes planes para visitar a la agencia. Después se reunirá con los inversores y directivos. La secretaria Aoi te acompañara en esas actividades el día de hoy.
-¿Entonces no puedo estar contigo hasta la noche, secretaria Nezuko?
-Si.
Sanemi realizo un puchero. -Que mala suerte. Entonces deberías venir a mi casa esta noche.
Su órgano llamado corazón se olvidó de su función principal. -¿Qué? ¿En la noche? - esos iris purpuras la observaron con inocencia, confirmando sus preguntas. Sus mejillas se volvieron rojas mientras su razonamiento salía del sistema.
Sonrio y avergonzada bajo la mirada.
El no pudo evitar reír ante sus reacciones, era tan tierna con sus mejillas sonrojadas, decidió a molestarla un poquito, pregunto. -¿Qué estas imaginando?- sus grandes ojos rosas lo vieron. -Bueno, supongo que las palabras noche y en mi casa ponen una extraña y sexy atmosfera. Eso debe estimular tu imaginación.
Nezuko negó con la cabeza. -No estoy segura, a diferencia de ti, Vicepresidente, nunca fui a u7na escuela de creatividad cuando era niña. En realidad, no tengo mucha imaginación.
Sanemi rio, chaqueando juguetonamente con la lengua. -Que lastima…. Estoy pensando en clasificar algunos de mis documentos de mi estudio, ¿Puedes ayudarme?
Ella asintió. -Por supuesto, no te preocupes…- vio la oportunidad y la tomo, queriendo ver su cara cuando la escuchara. -Mi amor.
No la decepcionó para su deleite la fachada de hombre perfecto se deslizo junto con su codo casi estrellando su cara contra la mesa. Rápidamente se recompuso, colocando la mano sobre los cabellos de su nuca, analizando sus palabras.
Cuando la comprensión se abrió paso en su cerebro, la miro con los ojos abiertos y las mejillas levemente rojas. -¿Qué? ¿Qué dijiste?
-Solo quería decirte así una vez. Dije mi amor.
El Vicepresidente sonrió tanto que por un momento ella pensó que sus mejillas sufrirían un calambre. -Puedes llamarme de eso manera, te doy permiso,
Nezuko negó con la cabeza. -No, una vez es suficiente. Entonces me retiro- le guiño un ojo antes de caminar hacia la entrada, saliendo, ignorando las palabras de su novio.
-Pudes seguir diciéndome…- Sanemi guardo silenció cuando las puertas cerrándose sustituyeron el sonido de los tacones de su novia, golpeo las carpetas sobre su escritorio, buscando su celular o una grabadora. -¿Debería de grabar eso?
Maldijo su suerte de no tener un maquina en el tiempo para poder retroceder y tener a la mano su teléfono para grabar a su bonita novia llamarlo mi amor, y así poder colocarlo como tono de llamada.
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Cuando la noche llego y su jornada laboral termino inmediatamente se dirigió a la casa del Vicepresidente. Como todos los empleados que trabajan en la mansión la conocían la dejaron pasar sin problema, dejo su bolso sobre el sofá de la sala y busco a su novio, mirando por los pasillos.
Era raro que no hubiera llegado todavía.
-¿Vicepresidente?- preguntó en voz alta, girando su cuerpo e incluso mirando a través de los ventanales. -¿Vicepresidente?
-Llegaste mas temprano de lo que esperaba.
Dio media vuelta hacia la dirección en la que escuchó la profunda voz masculina, las escaleras que llevaban al segundo piso. Sus ojos casi escaparon de sus orbitas y sus mejillas se volvieron color cereza.
Sanemi bajo recién duchado con la bata a medio abrochar exponiendo sus músculos.
Con rapidez giro nuevamente su cuerpo, clavando sus ojos en sus dedos que se retorcían nerviosamente. Ella lucho con la tentación de verlo nuevamente, sus ojos no pudieron bajar más allá de sus pectorales marcados, por su bien metal necesitaba mantener en la imaginación el resto de ese cuerpo.
El miro su cuerpo e inmediatamente cubrió su torso con la bata, cerrando la tela hasta que lo único que quedo visible era su cuello. Sonrio inconscientemente al ver la reacción de su pareja, estaba orgulloso de su rutina de ejercicio y saber que ella lo consideraba atractivo fue suficiente para desear seguir trabajando. -Ya que dañaría tu corazón seguir viendo los músculos debajo de esta bata, entrare y me pondré ropa.
Al escucharlo alejarse, Nezuko nuevamente giro su cuerpo captando a su pareja doblando en una esquina, su fuerte espalda apenas contenida en la tela que cubría casi por completo su cuerpo, a excepción de sus pantorrillas y tobillos.
Sus tobillos donde una gran cicatriz se formaba, marca de su secuestro. Sus ojos se llenaron de lágrimas y dolió, dolió ser consciente de porque su cuerpo estaba marcado.
¿Esas cicatrices son las huellas de cuando fue atado durante el secuestro?
Cuando doloroso debió haber sido…
Se dirigió a la cocina para preparar un poco de té y despejar sus pensamientos. Lucho, pero no fue suficiente, tenía todo el día conteniéndose. Dejo salir las primeras lagrimas mientras vaciaba el agua caliente en la tetera.
Sollozo patéticamente aferrándose a la isla de la cocina, lloro dejando salir todo, queriendo deshacer ese nudo en su garganta que se formaba cada vez que veía a su pareja. Limpio descuidadamente el rastro de agua de sus mejillas con el dorso de su mano.
-Dios, ¿Por qué soy una llorona sin remedió?
Su celular vibro, deteniendo sus lamentos. Con la vista borrosa identifico el nombre de su hermano, tomo la llamada aun con lágrimas corriendo de sus ojos. -¿Si, Onii-chan?- su voz sonaba gangosa, rota…
-Nezuko, ¿Dónde estás?
-Estoy en la casa del Vicepresidente.
-¡¿Qué?! ¡¿Por qué estás ahí a esta hora?! ¡¿Realmente estas saliendo con el Vicepresidente?! ¡¿Ese egoísta miserable que solo se preocupa por sí mismo?!
Nezuko resoplo molesta. Estaba harta de los pensamientos de sus hermanos. -Onii-chan, mi Vicepresidente no es una persona egoísta- lloro con más intensidad, elevando la voz. -Él es incluso mejor persona de lo que jamás imagine.
Sanemi llego justo en ese momento, la pequeña sonrisa que estaba en sus labios se borró ante la voz triste de Nezuko, rota por el llanto. Decidió guardar silencio no queriendo invadir la privacidad de su novia.
-Por lo tanto, me gustaría que no te preocupes más sobre nuestra relación.
-Bien. Nos vemos a las doce de la mañana, sabes eso, ¿Cierto? No puedes llegar tarde.
-Esta bien. Adiós- colgó antes de sollozar nuevamente, sintiendo como las lágrimas fluían de su rostro como agua. -Esto de verdad me esta enloqueciendo.
El observo como ella limpiaba sus mejillas con el dorso de sus manos, respirando profundamente para tranquilizarse. Verla llorar de nuevo cuando prometió no hacerlo nuevamente, dolió. Fue como un puñetazo directo al estómago. Se retiro lo más silenciosamente posible, regresando a su habitación para darle un poco mas de tiempo para que ella se tranquilizara.
Fue increíblemente doloroso no obedecerla voz de su consciencia que le gritaba que regresara y la encerrara entre sus brazos, hasta que las lagrimas pararon y ella volviera sonreír de la misma forma que tanto derretía su corazón.
-¿Están tan en contra que está llorando?- cruzo los brazos sobre su pecho. -Pero ¿Por qué? No seria suficiente incluso si levantara letreros por toda la cuidad plasmando lo feliz que me hace. De casualidad, ¿Se sienten presionados por que somos tan perfectos juntos? - se miró al espejo, para regañarse a sí mismo. -Sanemi, este amigo. ¿No puedes buscar menos que la perfección? Me resiento conmigo mismo en ese aspecto.
Camino en círculos en su habitación hasta que escucho la voz de Nezuko llamándolo, corrió hasta su estudio donde la encontró sentada con los documentos en la mesa y una bandeja con té. Su taza ya estaba servida, esperando en su asiento, justo frente a ella.
Ninguno dijo algo, su novia comenzó a trabajar rápidamente mientras él solo podía observarla tomando té. Cuando termino su taza y ella ya iba a la mitad, no pudo más. Tuvo que decirlo. -Nezuko, todo se resolverá.
Ella lo miro ligeramente confundida antes de asentir. Cerro la carpeta apilándola en la fila de su lado derecho. -Si, excluyendo los documentos asegurados, podemos deshacernos de los documentos que exceden los diez años…
-Eso no- interrumpió. -Los asuntos complicados en los que estas reflexionando todos se resolverán.
-¿Qué quieres decir?
-Escuche tu llamada antes. Tus hermanos mayores parecen estar muy preocupados por nuestra relación. Lo arreglare de forma que esas preocupaciones pronto desaparezcan completamente. Sabes que tengo un aura fatal que cautiva los corazones de todos- sus brazos se abrieron, señalando sus palabras. Nezuko rio, una de sus manos acuno su mejilla derecha, acariciando la suave piel de sus mejillas. -Me asegurare de ganarme los corazones de tus hermanos de cualquier forma. Así que, de ahora en adelante, no llores.
Nezuko se levantó de su asiento y reclino su cuerpo hacia adelante cerrando la distancia entre sus labios, olvidándose del mundo y de los papeles por unos minutos.
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Nezuko se bajó del automóvil, cerro la puerta y camino hasta quedar frente a la entrada de su edificio. Sanemi inmediatamente tomo una de sus manos, enredando sus dedos.
-No tenias que traerme a casa.
El Vicepresdiente sonrió. -Tengo que traerte a casa, así podemos estar juntos por mas tiempo. Cuan lamentable seria si tan solo tuviéramos que separarnos. Para ti.
Ella rio, asintiendo. -Si, tienes razón.
-No tengo ningún plan importante de la empresa mañana, ¿Debería llevarte a una cita?
Nezuko inflo las mejillas, negando con la cabeza. -Mañana no puedo, tengo una reunión familiar.
Sanemi repaso su rutina, hasta que su cerebro conecto la fecha con las palabras de su novia. -¿Es el fin de semana que planeas cada año?
Encantada de que él recordara ese pequeño detalle, suspiro enamorada. -Si.
-¿También iras a la playa este año?
-Si- ella soltó su mano. -Entonces debería ir adentro- dio media vuelta, sin embargo, no dio ni un solo paso. Su corazón salto de alegría y ella inhalo, tomando valor. -Ah, por cierto, Vicepresidente…- fingió buscar algo en su bolso. -Yo…- lo miro, su pulgar e índice formaron un corazón. -Te amo- confeso con las mejillas rojas.
Sanemi abrió los ojos con el corazón paralizado. Esta mujer un día lo mataría con sus ataques sorpresa. -¿Q…Qué?
Nezuko rio avergonzada mientras cubría su boca,
Las mejillas se tiñeron de rojo inevitablemente, si esto era el amor, era sin duda la jodida sensación más preciosa que podía existir. Cerro los ojos callando los gritos que su garganta quería dejar salir. No era un adolescente enamorado, era un hombre.
Ella palmeo sus mejillas rojas. -Entonces, ve a casa a salvo- se despidió sin permitirle hablar.
-Nezuko, la luna esta…- se quedo a media frase al verla correr hacia las escaleras, como una colegia cuando que acaba de confesar su amor en un arranque de valor.
-¿Qué debería hacer?- escucho decir mientras reía como niña.
El sonrió y dijo las palabras. -Nezuko, la luna esta hermosa hoy… Yo también te amo.
¡Viva el amor! ¡Viva el amor! Jajaja esto es para lo que vivo y no hay nada más hermoso que ver a estos tontos avanzar jajajaja.
