Disclaimer: Inuyasha le pertenece a Rumiko, no me pregunten. ¡De ser mío, todo el Shichinin-tai estaría vivo! Como sea, yo sólo me entretengo manipulando los hilos en esta historia.
Advertencia: Shounen Ai. No es muy fuerte, pero aquí está.
Pairings: Posibles parejas a encontrarse en el fanfic- Suikotsu/Kikyou, Guinkotsu/Renkotsu, Inuyasha/Kagome, Inuyasha/Suikotsu, Miroku/Sesshoumaru, y la última pero la principal, Jakotsu/Bankotsu. Se me han ocurrido otras posibilidades; en caso de concretarse se las haré saber :P
Glosario: Banryuu - La espada de Bankotsu.
Jakotsutou - La espada de Jakotsu
Houshi-sama - Su excelencia.
Kazaana - El agujero en la palma de Miroku.
Una vez más
Capítulo 2.- ¿Aniki?
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Un pequeño punto de luz encendido a la distancia fue lo único que pudo ver cuando despertó. Un punto brillante que rompía la impenetrable oscuridad en la que se había sumergido hacía tanto tiempo.
Su cuerpo se había entumecido con los años; sus huesos carcomido y su largo cabello negro, cayéndole sobre los hombros y una parte del rostro polvoriento estaba maltratado y sucio. Había perdido su suavidad y el brillo que antes también iluminaba sus ojos azules, ahora opacados y nublados bajo una cortina de temores, dudas y cansancio.
¿Qué había sucedido? ¿Por qué estaba vivo? Debía estar muerto, él lo sabía. Había muerto casi quince años atrás. Él y todos aquellos que le habían seguido en su camino.
Estaba muerto.
Podía recordar incluso el dolor de la piel de su cuello rasgándose con rapidez antes de la onda de frío y calor fundidas que inundaron su cuerpo.
No había visto nada más que oscuridad desde entonces; aquél extenso mundo lleno de nada en el que el tiempo y el espacio no importaban. El lugar en el que pudo dejarse simplemente llevar, flotando en medio de algo que no era ni aire ni materia, que lo era todo y lo era nada; tan brillante y oscuro de igual forma.
"Inuyasha..." no sabía bien por qué, pero esa fue la única palabra que sus labios pudieron articular. La primera, la última. El recuerdo de aquella mirada dorada enterrada en la suya; todo el odio y el rencor, la lástima, el respeto, la admiración...
¿Por qué estaba vivo? Cuestionamientos respecto al por qué de todo eran lo único que invadían su mente, y ese pensamiento comenzó a volverse tan irritante y frenético que sintió que iba a volverse loco si alguien no le respondía pronto.
-Se trata de una réplica de la Shikon no Tama que posee el poder de casi 100 fragmentos juntos. Y será tuya si aceptas ser mi sirviente.
¿Quién era esa mujer? El cabello plateado iluminado bajo la débil luz dorada fue lo único que pudo ver; su figura delgada envuelta por la áspera tela marrón de una túnica, y sus ojos carmines brillando frenéticos y a la vez tan vacíos como nunca antes había sido dentro de una mirada.
-Te la daré. Ésta y seis más que deberás usar para traer de regreso a todos tus compañeros.
¿A todos? ¿¿Podría volver a ver a todos después de tantos años sin pensar en ellos?? Alejados unos de los otros; encerrados dentro de su propia prisión inmortal por los siglos de los siglos, desterrados del mundo que les arrancó la vida...
Jakotsu...
Hacía tanto tiempo que no reía.
Suikotsu...
Sus heridas habían sanado después de todo.
Renkotsu...
El remordimiento tras haber asesinado a su propio hermano.
Ginkotsu...
Le estaría haciendo falta una capa de grasa.
Mukotsu...
¿Habría veneno en el aire de aquél lugar?
Kyoukotsu...
Le estaba dando hambre.
Todos...
Su corazón latía, con un ritmo miserable que su pecho había olvidado tras tanto tiempo; podía escuchar el débil bombeo de la sangre entre sus venas, las pisadas lejanas de quienes le acompañaron durante su descanso y el sonido de la vida allá afuera, justo frente a él.
Sintió un calor adormecedor recorrer su cuerpo.
-¿Bankotsu no oo-aniki?
Jakotsu sobre todo...
Extrañaba su voz... su sonrisa desinteresada... el aroma dulce de su pelo, la textura suave de su piel.
-Aniki..
Un dolor se extendió por su pecho, punzante, latente, y jadeando ligeramente, sus ojos vacíos se cerraron a la incómoda luz blanca al final de su camino.
Debía hacerlo. Lo había prometido. Se lo había prometido...
Así que sin más se puso de pie, sintiendo cómo todos sus huesos crujían y raspaban, y sin dar mayor importancia al chillido de su cuerpo que pedía por descanso, inclinó la mirada.
"Banryuu..."
Aquél que se había atrevido a partirla en dos tendría que pagar con su propia vida.
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Fue una experiencia relativamente nueva cuando logró llegar al borde del cráter, apoyándose en el mango carcomido y la hoja rota de su alabarda, y el viento frío del amanecer le golpeó el rostro bruscamente.
Sus ojos se entrecerraron, acostumbrados a la oscuridad perpetua de su tumba, y tras tanto tiempo de tinieblas doloridos ante la intromisión tan cercana de aquél bendito sol.
Sol...
El sol...
-Me gusta el color de su piel, aniki... Usted debió haber trabajado muy duro y el sol se lo retribuyó regalándole tan hermoso tono.
-¿De qué estás hablando, Jakotsu?
-La piel de Bankotsu no Oo-aniki no tiene nada fuera de lo común.
-Yo la veo normal.
-¡¡Basta!! ¡Ustedes son unos tontos!
-¿Te sientes bien?
-¡¡¡Tontos, tontos, tontooooos!!! ¡Bankotsu no Oo-aniki! ¡Le dije que debíamos reunír un ejército de los hombres más apuestos, como usted, y no a todos estos tarados!
-¡¿Qué fue lo que dijiste?!
-¡¡Renkotsu no Oo-aniki!! ¡Usted también es muy apuesto!
-¡¿Qué?! ¡¡Jakotsu, espera!!
-¡¡¡Anikiiiiiiiiii!!!
Sonrió.
Es cierto. Todavía podía recordarlos bien.
Las voces de Jakotsu, Renkotsu, Suikotsu y Mokotsu sonaban aún frescas en su memoria... Sus rostros, cada facción en sus semblantes y las expresiones específicas que individualmente reservaban para él.
La dura mirada de Renkotsu, el frío gesto de Suikotsu, el respetuoso saludo de Ginkotsu, la adormecida sonrisa de Mukotsu, la curiosa llamada de Kyoukotsu...
Y los ojos de Jakotsu... tan llenos de eso que jamás supo qué era pero que llenaba su cuerpo de una placentera y cálida sensación.
Deseaba tanto volver a verlos... y era por eso que había ido a buscarles.
Seis Tamas que poseían el 40 por ciento del poder de la Tama original. Seis en su poder; una para despertar a cada miembro de su grupo.. A los que murieron solos, a los que fueron asesinados, a los que él mismo les arrebató la vida...
Renkotsu...
A los que le hacían sonreír, a los que le hacían enojar, a los que le ayudaban a relajarse; a todos y cada uno de ellos. Porque no pudo estar con todos cuando la vida les fue arrebatada por segunda vez, y a cambio les obsequiaría como disculpa y llamado una tercera oportunidad.
Deseaba volver a verlos, porque los amaba a todos. Sus aliados, sus camaradas, sus amigos, sus hermanos, aquellos quienes dieron la vida a cambio de cumplir un sueño: su sueño.
Y ahora él no iba a darles la espalda. Porque si una vez pudo morir por ellos, ahora viviría, y sería por ellos. Con ellos....
Entonces dejó que sus ojos se abrieran, lentamente, para dar la bienvenida a la estrella matinal que le observaba desde el otro extremo del camino, llamando.
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Deteniéndose abruptamente, Miroku levantó la cabeza.
El cuerpo de Hachi chocó con el suyo a su espalda, bruscamente, y chillando el pequeño Tanuki cayó graciosamente al suelo, rodando sobre su cuerpo regordete.
"¡Houshi-sama!" se quejó, con un gemidito. "¿Por qué no me avisa que va a detenerse?"
Pero Miroku no respondió. Permitió que un espantoso silencio se apoderara de él, mientras con ojos sorprendidos exploraba el borde del camino bajo sus pies.
Había una hilera de árboles a cada lado, flanqueando la entrada al bosque que se extendía a ambos extremos casi al llegar al templo en el que el joven sacerdote había pasado la mayor parte de su vida.
Cada uno sospechoso, cada uno especialmente extravagante.
¿Qué había en ellos que los ojos púrpuras del houshi desearan tanto ver?
"¿Qué sucede, Houshi-sama?" chilló el tanuki, gateando hacia él.
Miroku apretó el shakujou entre su mano derecha, y dando un paso hacia atrás, volvió el rostro.
"Hay alguien aquí. ¿No puedes sentirlo?"
Encogiéndose de hombros, Hachi levantó su nariz hacia el frente, olfateando.
Olía a tierra húmeda, consecuencias de la pequeña llovizna matutina que acababa de acontecer en las montañas. A pinos y barro. A hojas nuevas, a humanos, a la comida que se calentaba a fuego lento en los patios del templo, y apenas perceptible el débil aroma de...
"¡Un youkai!" jadeante, Hachi se escondió tras el cuerpo de su amo. "¡Viene de allá!" su brazo se extendió hacia el trás del camino que habían venido andando desde la aldea vecina aquella mañana, y Miroku se volvió por completo.
"Debemos ir a ver." exclamó el houshi, y Hachi gimió nuevamente aferrado a su túnica gris.
"¡Pero Houshi-sama! ¡Su Kazaana...!"
Ignorando a su sirviente, Miroku continuó andando, con el pequeño Hachi aferrado a su túnica.
Había niños en el templo. Había niños en la aldea cercana. No podía permitir que un youkai anduviese vagando tan cerca.
Se encargaría de derrotarle antes de que sus compañeros tuvieran que venir en su ayuda; había sobre todo monjes ancianos y en entrenamiento en aquél templo y prácticamente ninguno podría ayudarle mucho si se tratase de alguno de particular poder.
Así que apretando el paso, sintió apenas cómo el cuerpo del tanuki se soltaba de su agarre y caía ruidosamente al suelo.
"Será mejor que te quedes aquí, Hachi." exclamó, sin volverse para verlo. "Volveré en seguida."
"¡¡Houshi-sama!!"
No era la gran cosa después de todo.
Incluso sin su Kazaana, él era bastante capaz de derrotar a un youkai.
Aunque no había peleado con muchos desde ese día...
La energía negativa golpeó su cuerpo con fuerza, y entonces, a la distancia, la pequeña mota blanca comenzó a crecer, caminando en sentido opuesto al suyo.
Se acercaba.
"¡Detente!" gritó, extendiendo un brazo hacia el frente para impedirle el paso.
Pero cuando los ojos dorados se levantaron para hacer frente a los suyos, la expresión de determinación desapareció completamente de su rostro.
"¿S-Sesshoumaru-sama?"
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"Jakotsu..."
Inclinándose en uno de los boquetes que habían quedado alrededor del cráter enorme que había sido Hakurei, pudo ver el débil resplandor metálico de la luz matutina sobre la delgada hoja retorcida de lo que pudo ser una espada.
Y Bankotsu conocía esa espada.
La había visto blandiendo en la mano de uno de los suyos tantas veces. Estirándose, enroscándose, rebanando. Tan graciosamente y con tanta maestría que uno dudaría incluso de atreverse a lastimar a quien podía manejar con tanta facilidad un arma de aquél tipo. Un arma con forma de serpiente, con nombre de serpiente, con piel propia de serpiente...
Como él.
Sus rodillas tocaron la superficie pedregosa, y torpemente las yemas de los dedos en su mano derecha rozaron la hoja opacada y oxidada por el tiempo. Como su propio cuerpo. Como los huesos que descansaban a pocos metros de ella, cubiertos por polvo y rocas que mal los disimulaban con el paso de los años.
Y si Jakotsutou estaba ahí, la osamenta no podía pertenecer a alguien más.
A nadie que no hubiese llevado su nombre. Que mereciera volver y mirarle con su mirada curiosa una vez más.
Casi se arrastró cuando pudo ver el cráneo partido a pocos metros de él, al pie de una pila de rocas mal formada; adornado de tierra, musgo y suciedades pasajeras. Carcomido por el viento. Opacado de igual forma en que debió haber estado el suyo...
Su corazón latía con prisa.
Jakotsu...
Hubo algo que se enterró en sus palmas cuando se dejó caer junto a la estructura pero no le importó, y con brusquedad tomó los huesos más cercanos y los agrupó en torno al cráneo.
Jakotsu...
La Shikon no Repurika haría el resto. Estaba seguro. Así como había sucedido con él...
Y sin pensarlo más, y sintiendo cómo los latidos de su corazón se desbordaban por su boca, introdujo de golpe la Tama entera dentro del rostro sin piel que alguna vez pudo tocar.
Jakotsu...
No fue miedo lo que sintió al ver cada fragmento casi deshecho de hueso rehacerse, arrastrarse y reestructurarse rápidamente justo frente a sus ojos; no fue asco lo que le inundó cuando cada uno de esos huesos comenzó a brillar, a cubrirse de un extraño material viscoso que nunca antes había visto, y lentamente desaparecer dentro de una especie de masa palpitante y rosada que pudo reconocer como carne.
Órganos, tejidos, uno por uno restaurándose ante sus ojos sin mayores secuelas que el palpitar apresurado de un corazón y la mirada ansiosa de Bankotsu.
Jakotsu, Jakotsu...
Podía escuchar cada crujido, cada rasgón casi dentro de su cuerpo. El sonido de la sangre goteando, de la construcción mágica, del milagro a sus pies.
Jakotsu...
Tenía que terminar todo pronto o se volvería loco; o el deseo de estrechar a Jakotsu entre sus brazos y comenzar a llorar una vez más se apoderaría de todo él y cometería alguna locura; ó...
El primer latido de aquél corazón ajeno sonó dentro de su propio pecho, y con un jadeo retrocedió, jadeante.
Un latido más, y luego otro. Uno seguido por el próximo, cada vez más rápido, hasta que, emulando sus propios actos, las manos delgadas le aferraron por la tela de la ropa que había encontrado sobre su cuerpo al despertar y tiraron de él hacia sí, desesperadas.
Jakotsu...
Ver su rostro renacer por segunda vez fue como magia...
Los tatuajes turquesa se deslizaron sobre la piel de sus mejillas suavemente, y con un gemido, los ojos oscurecidos por el dolor se abrieron.
"Jakotsu..." alcanzó a jadear, casi asustado de hablar, y vio cómo la mirada opaca le miraba, sorprendida.
"¿Q-qué es lo que...?"
Y sin saber qué más hacer, tiró del cuerpo desnudo del Shichinintai dentro de un abrazo, apretándole contra su pecho con fuerza y sin hacer nada para dejar de llorar.
Jakotsu ensanchó los ojos, ligeramente asustado.
¿¿Estaba vivo?? ¿¿De verdad??
"Jakotsu, no tienes idea de cuánta falta me hiciste..."
Y esa voz... y ese aroma... y esa agradable sensación floreciendo en su piel. Esas mismas que tanto amaba. Esas cosas que creyó perdidas hacía tanto habían vuelto.
Pero no era posible, ¿Verdad?
"¿A-Aniki?"
Bankotsu se limitó a acariciar con sus dedos el suave cabello negro que caía libre sobre los hombros delgados de su compañero.
Definitivamente hacía tanto tiempo que no reía y ya le estaba haciendo falta sonreír.
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Notas: Este capítulo no quedó como yo deseaba, pero bueno u.u... Jakotsu ya volvió, y Miroku y Sesshoumaru se han encontrado por primera vez desde que todo terminó :3 Ya veremos qué pasa después. Bien.. Realmente pensaba colocar a Renkotsu antes que Jakotsu para hacer un poco de tensión o.oU pero bueno... Jakotsu murió muy cerca de donde Bankotsu tuvo su último encuentro con Inuyasha, y como sinceramente no tengo muchas ganas de revivir a Renkotsu, esto fue lo que salió XD Espero reviews y toda la cosa ¬¬ y para quien se atreva a dejar flames, de una vez advierto que puede irse muy a la dogzhit u.ú... y ya es todo, bye.
