Disclaimer: Inuyasha le pertenece a Rumiko, no me pregunten. ¡De ser mío, todo el Shichinin-tai estaría vivo! Como sea, yo sólo me entretengo manipulando los hilos en esta historia.
Advertencia: Shounen Ai. No es muy fuerte, pero aquí está.
Pairings: Posibles parejas a encontrarse en el fanfic- Suikotsu/Kikyou, Ginkotsu/Renkotsu, Inuyasha/Kagome, Inuyasha/Suikotsu, Miroku/Sesshoumaru, y la última pero la principal, Jakotsu/Bankotsu. Se me han ocurrido otras posibilidades; en caso de concretarse se las haré saber :P (posiblemente cambie la Inuyasha/Suikotsu por Inuyasha/Bankotsu ((no pregunten)), pero eso es algo que está por verse XD)

Capítulo 4.- De nuevo tú y yo.
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Bien, Jakotsu sabía que esas cosas no pasaban nada más porque sí, y aunque fuese difícil de creer en un principio, la sensación de las rocas incrustándose en sus rodillas, de su cabello sacudiéndose ligeramente con el viento matutino y de la suave piel del rostro de su hermano mayor reclinándose sobre su cuello no eran nuevamente productos de su desquiciada imaginación.

No, porque sus locas fantasías siempre les incluían a ambos desnudos, tendidos sobre una cama de rosas y sin alguna clase de malestar físico… Sólo placer, placer y placer.

Pero si aquello no era solamente un sueño más, entonces eso quería decir que…

"Bankotsu no oo-aniki.." balbuceó, sintiendo cómo su líder le apretaba más dentro de su abrazo, y ruborizándose ligeramente dejó que sus propios brazos se enredaran alrededor de la cintura del joven Shichinintai frente a él.

Hacía tanto tiempo que no se veían.

En realidad nunca debieron volver a verse, porque ambos estaban muertos.

Pero…

"¿Qué sucedió?" continuó, y la mano enguantada de Bankotsu deslizándose por su espalda fue respuesta suficiente para él.

La piel de sus dedos era fría y rasposa, tal vez producto de una noche a la intemperie y años seguidos de entrenamientos básicos; o quizá porque en realidad su piel no era piel, sino barro unido a los huesos que alguna vez estuvieron vivos dentro de su cuerpo.

Pero era lo de menos en aquél momento.

Inclinándose ligeramente, Bankotsu desprendió su rostro del cuello de Jakotsu para que éste viera la sonrisa en sus labios.

"Ha pasado mucho tiempo." fue lo primero que dijo, tras largos minutos de haber permanecido abrazados en silencio.

Jakotsu no respondió, pero sus ojos levemente ensanchados hablaban por sí mismos.

"Cinco años más y te sigues viendo igual." Rió, apartando un mechón de cabello del hombro derecho del mayor.

"¿Cinco años?" Jadeó Jakotsu, olvidándose repentinamente de la sensación de las manos de Bankotsu sobre su cuerpo y dejando que sus sentidos despertaran lentamente.

Cinco años eran mucho; la mitad de tiempo que la última vez, pero bastante como para cambiar al mundo a su alrededor.

Giró el rostro y su cuerpo se desprendió ligeramente del de Bankotsu.

Acababa de darse cuenta de que se encontraba al borde de un cráter, rodeado de boquetes y rocas gigantescas que parecían trozos de carne putrefactos desprendidos de un cuerpo de magnitudes monstruosas.

Entornando sus ojos se percató de que en realidad era sólo el por qué de aquél cráter el que ignoraba, y que sorprendentemente el resto del paisaje se le hacía tan familiar que sintió miedo.

"E-el monte…" comenzó, regresando la mirada hasta Bankotsu, arrodillado frente a él y observándole con un gesto indefinido en el rostro.

"Se fue." Respondió éste, en voz baja. "En realidad desconozco qué sucedió en estos cinco años con excepción de que el Monte de las Ánimas desapareció… pero…" una sonrisa infantil se extendió por sus labios, y apartando varios mechones de su cabello negro fuera de su campo visual, se incorporó. Luego extendió su mano hacia Jakotsu. "Pero eso sinceramente no me interesa."

Los ojos de Jakotsu le observaron un momento, en silencio, hasta que con un suspiro de resignación se puso de pie.

"Por cierto, Jakotsutou…"

"¡Ah, mi espada!" Exclamó el más alto, con una sonrisa emocionada. "¡Hacía mucho tiempo que no…!" Pero cuando extendía sus manos para tomarla se dio cuenta de que no llevaba encima la funda, y peor aun, que estaba completamente desnudo.

Sus mejillas se ruborizaron con violencia al mismo tiempo que arrebataba su espada de las manos de su líder.

"¡¡Aniki!!" Chilló, y los ojos azules de Bankotsu se ensancharon. "¡¡Yo sé que soy muy sexy, pero no tiene por qué aprovecharse de mí!!"

Y al percatarse de lo que sucedía, el otro se dio la media vuelta, con el rostro fuertemente ruborizado y las pupilas dilatadas.

"¡¡Dis-discúlpame, Jakotsu!!"

"¡¡No, usted es un pervertido!! ¡Seguramente lo planeó todo para poder verme sin ropa!"

"¡¡TE JURO QUE YO NO…!!" Pero cuando Bankotsu se volvió para defenderse, una roca carbonizada golpeó su rostro y lo arrojó sobre el suelo, pesadamente.

"¡¡¡¡ECCHI NO ANIKI!!!!"

"Jakotsuuu.." su cuerpo entero se quedó echado sobre las rocas, sabiendo que si se atrevía a volver a objetar el golpe sería todavía más fuerte. Así que cerró sus ojos y soltó un suspiro de resignación. "Lo siento…" murmuró, aunque sabía que Jakotsu solamente estaba burlándose de él.

Entonces escuchó una risita apagada, los pasos suaves del otro acercándose a él y, casi imperceptible, el sonido del viento entre la piel suave de su compañero arrodillándose a su lado.

"De todos modos no tengo ropa qué ponerme." Susurró, inclinándose hacia él.

En ese instante Bankotsu abrió los ojos, justo a tiempo para ver cómo el rostro de Jakotsu se aproximaba al suyo…

"Jakotsu…" balbuceó, sintiendo el fuego sobre sus mejillas arder todavía con más fuerza.

Los labios del mayor se posaron suavemente sobre la piel de su mentón, y en silencio se reclinó sobre él.

"Tenía deseos de volver a verte, Bankotsu…" escuchó decir a Jakotsu, y con la mente en blanco y el corazón acelerado, se limitó a sonreír.

"Tú también me hacías falta."

Luego se quedaron ahí, en silencio, simplemente sintiendo la compañía del otro.

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No fue cosa difícil para Jakotsu conseguir un poco de ropa. Durante su travesía, que duró hasta que el ambiente gótico y árido de las tierras que rodeaban aquél lugar se desvaneció del aire, poco a poco, y la primera aldea se atravesó en su camino.

Y no es que le molestase mucho que Bankotsu le viese ir por ahí desnudo, disfrutar de las reacciones que provocaba en el más joven Shichinintai o de la sensación del aire matutino acariciando su piel, sino que era bastante incómodo y dañino para la salud no llevar ropa alguna en una mañana tan fría como aquella.

Se detuvieron al borde de un pequeño arroyo, tras haber asesinado a toda una familia de sastres, y envolviendo la bufanda marrón alrededor de su cuello, Jakotsu se inclinó para beber un poco de agua y ver lo que los años a la intemperie habían hecho con su persona.

Aunque sinceramente no había habido ningún cambio sobresaliente.

Sentado a pocos metros de él, Bankotsu se reclinó contra un árbol y bostezó profunda y perezosamente.

"Dice que Naraku está muerto.." comenzó Jakotsu, y el único ojo abierto de su líder se giró hacia él.

"Así es. Eso fue lo que esa mujer me dijo." afirmó Bankotsu, con voz suave.

"¿Una mujer?" volviéndose, el mayor de los dos levantó sus cejas. "No mencionó a ninguna mujer antes."

"¿No lo hice?" la mirada que Jakotsu le dedicó envió una sensación incómoda por su cuerpo. Carraspeó y se incorporó ligeramente, con el mango roto de Banryuu entre una de sus manos. "Bueno… verás.. Esta mujer… no sé cómo se llame… fue quien…"

"Así que fue una mujer." Cruzándose de brazos, Jakotsu dejó que su cuerpo entero se reclinara hacia el frente en una posición incómoda. "¿Y qué es lo que desea a cambio?"

"Que le sirvamos como ejército privado, me imagino."

"¿No se lo dijo?"

"Oh, no. Sólo mencionó que Naraku había muerto y que deseaba cobrar venganza o algo por el estilo."

"¿Y no le comentó cómo fue que murió Naraku? Es decir, se trataba de uno de los youkais más poderosos que hubiera conocido en mi vida."

Riendo, Bankotsu se llevó una mano a la nuca.

"No realmente. Pero eso no me interesa." un suspiro irritado se escapó de sus labios ante la mirada implacable de Jakotsu. "Lo único que importa aquí es que estoy vivo de nuevo para hacer lo que me plazca."

Jakotsu no respondió. Sus ojos oscuros se entornaron levemente, y con una sonrisa indiferente levantó la mirada.

"¿Y qué es lo que hará?"

Respirando fuertemente, Bankotsu se incorporó. Todavía llevaba los trozos de Banryuu con él, dentro de una funda que había conseguido en el pueblo que acababan de pasar.

"Primero que nada traeré a los otros." dijo, mirando vagamente el cause de agua frente a él. "Y después de eso encontraré a quien se atrevió a romper a Banryuu."

"¿¿Banryuu está rota??"

"Inuyasha…" prosiguió el líder del Shichinintai, irritado. "El maldito tuvo la osadía de romper a mi preciada compañera.."

"¿¿¿Inuyasha???" Los ojos del más alto se iluminaron, ligeramente, pero Bankotsu no se dio cuenta.

"Por eso mismo." girando abruptamente hacia su compañero, el más joven de los Siete Guerreros frunció el cejo. "…por eso Inuyasha correrá el mismo destino al que nos condenó a nosotros hace cinco años…"

"¿De qué está hablando?"

La mirada azul se topó momentáneamente con la de Jakotsu, y en silencio, las imágenes de un Inuyasha humano atacándole golpearon su memoria.

"…él se atrevió a…"

Y echando a andar, Bankotsu no se tomó tiempo para esperar por su amigo.

Jakotsu también se incorporó entonces, siguiendo los pasos de su líder. Jakotsutou se movía en su espalda, con un suave tintineo, y la tela áspera de su yukata envolviéndole la piel crujía con cada uno de sus pasos.

Si Bankotsu buscaba a Inuyasha quería decir que muy pronto volverían a verse, y entonces él…

Sonriendo apáticamente, dejó que un mechón de su cabello negro cayera sobre sus ojos.

"¿Eso quiere decir que usted también estaba muerto, Aniki?"

El silencio de Bankotsu habló más que todas las palabras del mundo.

E interiormente se hizo a sí mismo una promesa.

Aquél que se atrevió a romperte en pedazos tendrá que pagar con su vida…

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"¿Está seguro de que no se encuentra enfermo, Inuyasha-sama?" inquirió Myouga-jiji, tras el décimo estornudo de su amo.

Corriendo por un camino solitario, acompañado de su espada y su pequeño sirviente, Inuyasha volvió a estornudar.

"Keh!" gruñó, enfadado, mientras frotaba con su puño derecho la nariz irritada. "No empieces, Myouga, ya sabes que yo no puedo resfriarme."

"En ese caso seguramente alguien debe estar hablando mal de usted." rió la pulga, rascándose la nuca con una mano.

Inuyasha se abstuvo de golpearle en aquella ocasión.

Más sin embargo siguió corriendo, como desde hacía media mañana, cuando el viejo demonio le informó lo que estaba ocurriendo en aquellos momentos.

"Lo mejor sería que fueses a investigar." había dicho Kaede-obbachan, y sin motivos para negarse, Inuyasha había partido en ese mismo momento hacia el origen de todo.

Era cierto que un desagradable aroma sobrenatural parecía desprenderse de aquél punto, pero se negaba a creer que se tratase de Naraku quien…

No, la pestilencia no era como la de Naraku.

Era un aroma femenino, casi estaba seguro.

El problema era que debido a su carencia de poderes espirituales no podía estar seguro de la magnitud de la energía maligna que aquella criatura despedía.

"En estos momentos es cuando más necesito de Miroku." refunfuñó, cuando una imagen vaga del joven houshi apareció en sus pensamientos, y sonriendo comenzó a preguntarse qué estaría haciendo su amigo en aquél instante.

"La próxima bifurcación nos lleva al sur, con dirección a las islas Meridionales." murmuró Myouga-jiji, pensativo, y los ojos dorados del hanyou se giraron hacia él.

"¿Ese no es el sitio donde la Shikon no Tama…?"

"Así es. Por lo tanto es muy probable que ese youkai se encuentre en busca de obtener sus poderes."

"¿Y qué es lo que te hace creer que se trata de alguien relacionado con Naraku?"

"Bueno, Toutousai me pidió de favor que te dijera eso. No estoy completamente seguro de esos asuntos." repuso la pulga, sacudiendo su cabecita calva.

Esquivando la rama baja de un árbol, Inuyasha frunció el cejo.

"¿Qué tiene que ver Toutousai con todo esto?"

Y encogiéndose de hombros, Myouga lo miró.

"Eso es todo lo que yo sé."

Con un gruñido, Inuyasha apresuró el paso.

"No me sirves de nada, maldito anciano." Masculló, ignorando las lagrimitas de su sirviente. "Y de todos modos, aunque Naraku o cualquier otro youkai esté tratando de hacerse con la Shikon, no creo que le sea posible tomarla de ese lugar…"

Aunque lo sucedido hacía cinco años, en aquél viejo monte, realmente haría dudar a cualquiera.

Así que suspirando y redoblando la marcha, esperó que todo saliera bien.

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Notas: Asco T.T.. La última escena no me gustó nada, pero bueno. Todavía no hay ningún beso, pero prometo entregarles uno antes del capítulo 10 n-nUu… por cierto que en la serie Jakotsu le hablaba "de tu" a Bankotsu, pero a mí siempre me ha gustado hacerles un poco más respetuosos, así que aquí tendrán que acostumbrarse a que le llame de una manera más formal ¬w¬Uu Y ya es todo.. No sé por qué, pero este fanfic me gusta XD Ya me voy, y escuchen Grip! :3