Disclaimer: Inuyasha le pertenece a Rumiko, no me pregunten. ¡De ser mío, todo el Shichinin-tai estaría vivo! Como sea, yo sólo me entretengo manipulando los hilos en esta historia.

Advertencia: Shounen Ai. No es muy fuerte, pero aquí está.

Pairing: Bankotsu x Jakotsu. En este capítulo podremos ver también algo de Renkotsu x Jakotsu :3 Si no les gusta, no lo lean y ya XD

Glosario: Ningen – Humano.

Onigiri – Bolas de arroz.

Sake – Vino hecho a base de arroz.

Yukata – Kimono sencillo utilizado para andar en la casa. No lleva todos los adornos que tendría un kimono normal.

Capítulo 7.- Espinas.

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Los ojos de Miroku se abrieron con las primeras horas de la noche, cuando sintió nuevamente deseos de ir al baño. Sin embargo, a sabiendas de que Sesshoumaru no se detendría por algo tan vanal como eso, prefirió encogerse de hombros y buscar la mejor manera de acomodarse para no sentirse mal.

Más sin embargo fue la nieve fría la que tocó su rostro cuando se giró y no el metal duro de la armadura del youkai. Y sorprendido se dio cuenta de que podía moverse, de que el viento no estaba golpeándole duramente como en el instante en que el cansancio le venció, y de que no olía más a perro.

Incorporándose casi de golpe sobre sus rodillas, sintió cómo el nudo deshecho por el viento de su túnica gris se deshacía y caía suavemente sobre su regazo.

Estaba en un claro de un bosque cualquiera, con su shakujou reclinado sobre sus piernas y el cabello suelto. La piel de la nariz se le había congelado y su cuerpo entero tiritaba ligeramente, consecuencias del frío de la noche que aumentaba conforme ésta profundizaba.

La nieve relucía pálida bajo la luz mortecina de la luna llena que se colaba por las ramas secas de los árboles dando al pequeño bosque un aire etéreo y metálico del que Miroku poco pudo disfrutar.

Poniéndose de pie, caminó hacia un punto cualquiera, casi olvidándose de sus propias necesidades y repentinamente preocupado del por qué se encontraba en aquél lugar.

"¿Se habrá marchado?" Inquirió, en voz demasiado baja hasta para él, mientras que se abrazaba a sí mismo como un intento vano de protegerse del viento frío.

¿Es que se había ido?

Tal vez... harto al percatarse de que el joven humano era tan débil incluso para quedar inconsciente durante un miserable viaje... tal vez habría ido en busca de algún otro espiritista que pudiese ayudarle, que fuese más fuerte, que...

"¿Adónde podría irme si tú sigues dormido?" repuso otra voz, apacible y profunda que el monje reconoció de inmediato como la del hermano mayor de Inuyasha.

Volviéndose para verlo, encontró a Sesshoumaru reclinado contra un árbol, con los ojos enterrados en él de forma fría.

"S-Sesshoumaru-sama..."

"¿Qué?" Bufó el taiyoukai, arrugando el cejo.

Miroku se limitó a observarlo un momento antes de inclinar la cabeza, sonriéndose interiormente.

Le hubiese parecido factible que Sesshoumaru le abandonara al percatarse de que sin el Kazaana en su mano no era más que otro ser humano común y corriente, pero... Realmente debía necesitarle mucho como para haber incluso dejado dormir.

"Ningen..." llamó de pronto la voz vacía de Sesshoumaru, y el monje levantó nuevamente la mirada.

"¿Hai?"

Los ojos dorados del demonio recorrieron ligeramente el cuerpo delgado del houshi, y volviendo a cerrarlos bruscamente, giró su rostro hacia un costado.

"Nos iremos al amanecer." Dijo, simplemente, y fue lo último que Miroku pudo escuchar de él durante aquella noche.

Así que suspirando, levantó la mirada hacia el cielo despejado de invierno.

"Hará frío mañana." Se dijo a sí mismo, antes de que un dolor agudo en el vientre le hiciera recordar que todavía era un humano y tenía necesidades que atender.

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"¿Cree que resulte muy difícil encontrar a los demás?" Inquirió la voz de Jakotsu, interrumpiendo quedamente el silencio que se había formado alrededor de ellos hacía varios minutos ya.

Sentado frente a él, dentro del agua y con la espalda desnuda recargada en una roca redonda, Bankotsu bostezó.

"No sé y no me importa." Dijo, con voz fastidiada. "No tengo ninguna prisa."

Los ojos de Jakotsu se levantaron hacia él, confundidos, y se encogió de hombros.

"Pensé que deseaba..."

"Nah, sí lo deseo." Interrumpió el líder. "Pero prisa no tengo."

"...pero.. Esa mujer..."

"Ella no me dio tiempos." Volviéndose hacia él, Bankotsu sonrió ligeramente. "Dijo que éramos libres de hacer lo que deseáramos..."

Inclinando la mirada, Jakotsu pudo ver sus rodillas distorsionadas bajo el agua tibia, borroneadas por el débil movimiento de la superficie y la densa capa de vapor.

"Libres..."

Hacía tiempo que no pensaba en aquella palabra.

"Antes que nada debemos buscarnos una base."

"¿Una base?" repitió el espadachín, sorprendido. "¿Para qué queremos una...?"

"Siempre es necesario un lugar seguro para dormir." respondió el más joven, reacomodándose dentro del agua caliente. "Un lugar en el que nadie pueda molestarnos... y además, tenemos que reunir provisiones." cabeceó, llevándose una mano al mentón mientras arrugaba el cejo en actitud pensativa. "Alimentos, porque aunque hayamos muertos, yo sigo teniendo hambre..." su rostro se iluminó ligeramente con una luz infantil que hacía tiempo no cruzaba sus facciones; sus ojos ligeramente rasgados se ensancharon y con una sonrisa miró al sorprendido Jakotsu frente a él. "¿Tú no, Jakotsu? ¡Me muero de ganas de comerme una pila de Onigiri completa con tres botellas de sake ˆˆ!" exclamó, extendiendo los brazos hacia los costados en un gesto repentinamente aniñado. "¿¿No te gustaría, Jakotsu?? Ne, ne, podemos embriagarnos y celebrar toda la noche cuando estemos todos juntos."

Los ojos de Jakotsu se movieron de un lado a otro conforme su líder se balanceaba, tejiendo planes a corto plazo hiperactivamente. Casi se había olvidado de lo sucedido momentos antes, y ahora ver al pequeño Bankotsu sonriendo era algo que no hubiese cambiado ni por la más pervertida de sus fantasías.

"Y una vez que todo esté en orden..." continuó la voz de Bankotsu, perdiendo abruptamente todo rastro de alegría. "...iré a buscar a ese híbrido..."

Inuyasha...

"..Aniki... ¿No cree que sería mejor si...?"

El rostro moreno del más joven se volvió hacia él, violentamente, y con un gesto de ira apretó un puño frente a su cara.

"¡No puedo perdonar a quien se atrevió a arrebatarme lo que más amo en la vida!" gritó, irritado, y vio cómo los ojos verdosos de Jakotsu se ensanchaban. "...sé.. sé que estoy viviendo dentro de un cuerpo muerto..." balbuceó, llevándose los dedos de la mano derecha al pecho, en donde las cicatrices de aquella terrible herida seguían frescas. "...que realmente me encuentro sólo dentro de una imitación de vida, pero..."

Suspiró. Sus ojos azules temblaban ligeramente. Sus mejillas todavía estaban ruborizadas debido al calor del baño y su largo cabello negro se escurría por sus hombros goteando hileras de agua tibia sobre el resto de su cuerpo.

Había una expresión de dolor que pocas veces dejaba ver, oculta la mayor parte del tiempo tras una máscara de alegría y crueldad que rara vez se quitaba.

Y Jakotsu la había visto antes, pero jamás creyó que volviera a suceder..

Porque Bankotsu, sin importar que tan joven fuera, había madurado increíblemente rápido; incluso más que él o que Renkotsu, quienes seguían pensando en sus propios caprichos por encima de los deseos de los demás.

Creo que el problema es que no amas a nadie...

Una persona que sufriría eternamente si con esto aquellos a quienes amaba se encontraban a salvo. Quien lo daría todo por lo que creía, deseaba o sentía. Que no se atrevería a preocuparle por voluntad propia, y que de ser necesario sonreiría por siempre sin importar que por dentro su corazón se estuviera rompiendo..

"...pero estamos vivos, Jakotsu..." susurró de pronto, en voz baja, y sin saber bien por qué, éste otro se ruborizó.

Estaban vivos, realmente, aunque le costara mucho trabajo terminar de pensar en su situación actual.

"...estamos vivos... una vez más, y no voy a desperdiciar esta oportunidad como hice con la otra..."

"...Aniki..."

La quietud del agua se quebró cuando el cuerpo desnudo de Bankotsu se incorporó, esta vez sin ninguna clase de pudor, y caminó lejos de Jakotsu, hacia la orilla del baño.

"Vamos a vengarnos, Jakotsu..." dijo, con una voz silbante que envió ondas electrizantes por el cuerpo delgado del más alto. "...eso puedo jurártelo." luego se impulsó con una pierna fuera del agua.

Desde adentro Jakotsu pudo verlo vestirse tranquilamente, con el rostro en blanco y la mirada perdida en sus propios pensamientos. Le asustaba la idea de que Bankotsu pudiese tratar de vengarse nuevamente, como hacía años; y no es que temiera por la seguridad de su líder, puesto que era él el ser humano más poderoso que existió los últimos 15 años, pero...

"Inuyasha te quitó la vida en una ocasión..." susurró, para sí mismo, con la cabeza reclinada sobre su pecho y el rabillo de los ojos fijos en el perfil lejano de su hermano mayor. "...y no quiero volver a perderte..."

Porque no podía siquiera soportar el pensar en lo que haría si algo malo le llegase a suceder a él...

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Cuando Jakotsu salió de los baños la luna estaba ya en el centro del cielo. El frío le calaba sobre el cuerpo humedecido y la delgada tela de su yukata no era suficiente para protegerle de las pequeñas cortadas que el aire gélido le hacía en la piel.

Llevaba el cabello mojado cayendo sobre sus hombros, demasiado agotado como para tomarse la molestia de peinarlo, y curiosamente en aquél momento, incluso porque el frío le había obligado a dejar su ropa sin ninguna clase de dobles provocativo, al verle nadie hubiera podido adivinar que se trataba de Jakotsu.

El extraño espadachín con voz y apariencias femeninas que gustaba de acosar a los chicos lindos hasta matarlos. Enfermo, alterado, desesperante.

Sin embargo la expresión apacible de su rostro y la falta de maquillaje alejaban cualquier clase de indicio de homosexualidad en su persona.

Y fue así que lo vio Renkotsu, de pie frente a la puerta de la habitación que había tomado para él y Ginkotsu (A/N: coff, coff).

"¿Jakotsu?" inquirió de pronto éste, con voz ronca, cuando la figura delgada del capitán apareció bajo la luz que se colaba por una ventana.

Deteniendo sus pasos, el menor de ambos levantó los ojos y le sonrió, débilmente.

"Buenas noches, Renkotsu no Oo-aniki." saludó, inclinando un poco su cabeza.

El turquesa de sus tatuajes en forma de colmillos resplandeció con la débil humedad del agua sobre su rostro, y Renkotsu gruñó algo ininteligible al percatarse de que había estado fijándose mucho en eso.

Se quedaron de pie uno frente al otro por un momento, en silencio, sin decidirse ninguno a comenzar una conversación o simplemente alejarse.

Había un débil sentimiento de culpabilidad presionando el pecho de Renkotsu, y ver cómo los ojos tranquilos de Jakotsu seguían observándole en espera de alguna clase de orden o pregunta realmente no ayudaba mucho.

"J-Jakotsu..." dijo finalmente, frotándose la nuca de forma descuidada. "Respecto a..."

"No tiene que decirme nada." interrumpió el otro, simplemente, con una sonrisa. "Todos estábamos asustados. Naraku había estado utilizándonos y, de cualquier modo..." una risa vacía se escapó de sus labios, y jadeando, Renkotsu sintió cómo su estómago se encogía. "...de cualquier modo yo estaba muriéndome..."

"...Jakotsu..."

Dejando escapar un suspiro, Jakotsu se frotó el pelo con una mano.

"Ese lindo hanyou se atrevió a cortarme... y yo no pude hacer nada para evitarlo... No iba a morir, porque de todos modos estoy muerto, pero mientras ese fragmento permaneciera en mi cuerpo, yo seguiría sintiendo dolor..."

Las cejas de Renkotsu se arquearon ligeramente, y dando un paso al frente, vio que Jakotsu levantaba nuevamente la cabeza y echaba a andar una vez más, hacia él.

"No guardo ninguna clase de resentimiento hacia usted, si es lo que deseaba saber."

Y cuando no estuvieron a más de 2 pasos, la luz de la luna dejó ver a Renkotsu que Jakotsu no estaba usando maquillaje; que la sombra de sus ojos había desaparecido y no llevaba colorante en los labios. Que su cabello ligeramente largo no estaba sujeto por el curioso broche azul y caía libre sobre sus hombros delgados.

Y su corazón comenzó a ir más a prisa, mientras retrocedía inconsciente de sus propios actos hasta que su espalda tocó la pared junto a la puerta entreabierta.

"Renkotsu no Oo-aniki..." escuchó decir a Jakotsu, con voz apagada, y sus mejillas se ruborizaron casi de golpe. "...usted..."

"¡Hey!"

Una voz conocida interrumpió bruscamente desde el otro extremo del pasillo, y por reflejo Renkotsu empujó a Jakotsu lejos de él.

El cuerpo delgado se golpeó contra la pared contraria, y con un débil gemido cayó al suelo, aturdido.

"¡¡¡Jakotsu!!!" echando a correr hacia ellos, Bankotsu apareció bajo la luz blanca, con su cabello largo escurriéndose por su espalda, despeinado. Se arrodilló junto al espadachín que se frotaba la nuca con un gesto de enfado, y puso una mano sobre su cabeza. "¿¿Estás bien??" pidió, con una voz preocupada que sorprendió a los otros dos.

Los ojos verdes de Jakotsu se levantaron, temblando ligeramente, y cabeceó.

"No se preocupe, aniki, no fue nada..."

Pero Bankotsu frunció el cejo, como si no lo hubiese escuchado, y volviéndose abruptamente hacia el herrero a su espalda, se puso de pie.

"¡¿Por qué hiciste eso?!"

Abrió Renkotsu la boca tratando de hablar, pero las palabras rehusaban a salir de sus labios.

Sabía que Bankotsu le guardaba rencor desde lo sucedido en Hakurei hacía cinco años; vaya, ni siquiera se negaría a pensar que más que rencor podría tratarse de odio, pero...

"A-Aniki..."

"¡No fue nada, Aniki!" repitió Jakotsu, poniéndose de pie y colocando una mano sobre el hombro de su joven líder. "Ya se lo dije, nosotros sólo..."

"No quiero que vuelvas a ponerle un solo dedo encima a Jakotsu." fue lo único que dijo Bankotsu, ignorando las palabras del espadachín a su espalda, y con una última mirada fría para el comandante, tiró de Jakotsu por un brazo y se alejó a pasos largos.

Éste se limitó a seguirle en silencio, con las mejillas tenuemente ruborizadas.

Había una mezcla de emociones cociéndose dentro de su pecho; la felicidad de saber que Bankotsu se interesaba en él, la desesperación al comprobar que realmente el culpable de los conflictos entre ambos líderes estaba siendo él, y todavía más la confusión respecto al comportamiento de Renkotsu allá atrás hacía cosa de nada.

Porque no era él dado a sentir remordimientos; porque junto a Bankotsu era el más cruel de los Siete Guerreros, incluso más que Suikotsu y él juntos, y su conciencia la mayor parte del tiempo permanecía durmiendo dentro de lo más profundo de su ser.

Porque, por encima de todo, él jamás se había disculpado con nadie que no fuese Bankotsu (más por obligación que por verdadero arrepentimiento) ó Ginkotsu, que era el único a quien se admitía amar por encima de todo.

Y había existido entre ambos siempre una insípida relación de recelo y competitividad por el derecho a permanecer al lado de Bankotsu, por lo que nunca antes, incluso en ese momento en que tomó la vida de su cuerpo, se percató de aquél extraño brillo dentro de sus ojos negros.

Y le asustaba...

Más sin embargo cuando los pasos de Bankotsu se detuvieron y su cuerpo golpeó al de él, toda clase de pensamiento se alejó de su mente.

Los brazos del otro se envolvieron alrededor de su torso, y atrayéndole hacia él hasta que no hubo ningún espacio libre entre las telas de ambas ropas, el rostro de Bankotsu se hundió dentro de su cuello.

"No te acerques de nuevo a Renkotsu." escuchó susurrar a su líder, y más que una orden pudo escuchar una petición en su voz. "No quiero volver a perderte..."

Su rostro entero se encendió en rubor y una súbita sensación de vacío subió y bajó por su estómago, enviando descargas eléctricas por toda su piel.

"A-aniki..."

Pero el otro se limitó a apretar su abrazó y, ligeramente, levantar el rostro hasta que con la nariz tocó suavemente su mentón.

"...por favor..."

Podía escuchar con claridad los latidos de su corazón completamente desbordado, y olvidándose de que Bankotsu podría escucharlos también, asintió frenéticamente y se abrazó también a él, con todo el cuerpo temblándole.

"N-No lo haré, aniki... no voy a dejarlo de nuevo..."

Bankotsu dejó escapar un suspiro apagado.

Y luego nada.

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De pie todavía en el mismo sitio, escuchando el viento frío golpear los techos de la posada, Renkotsu apretó con fuerza sus puños.

No sabía bien que le había ocurrido minutos antes ni comprendía tampoco por qué su sangre hirvió de tal forma cuando Jakotsu estuvo tan cerca...

Admite que siempre te ha sucedido... susurró una voz horrible dentro de su propia cabeza, y sacudiéndola con fuerza, giró el rostro, ruborizado.

"Maldita sea..."

Y todos el odio que había almacenado siempre por Bankotsu no fueron suficientes para expresar lo que en aquél momento estaba sintiendo por él.

"A-niki..." llamó la voz rasposa de Ginkotsu desde adentro entonces, y tratando de olvidarse de todo, volvió a abrir la puerta y a entrar al cuarto.

Sabía bien que su compañero iba a preguntar, pero él no estaba dispuesto a decirle nada.

Porque todo el repudio que estaba sintiendo en aquellos momentos no concernía a nadie que no fuese él mismo.

Así que no dijo nada.

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Notas: Más capítulos de relleno -.-U Y no he podido introducir a Suikotsu-sama T-T!! Bien, me hizo gracia la idea de Renkotsu disputándose con Bankotsu por el amor de Jakotsu (¿o al revés? ñeje ¬w¬ todo puede suceder, lol) así que aquí está XD Pronto vendrá el primer beso, y aunque aún no sé quién dará el primer paso, los últimos dos capítulos son bastante sugestivos xPPP Y ahora me voy a dormir, porque mañana tengo clases ¬¬ (Sólo dos semanas más y seré libre para escribir todo el día y toda la noche si así lo deseo! Weeee!)