Disclaimer Inuyasha le pertenece a Rumiko, no me pregunten. ¡De ser mío, todo el Shichinin-tai estaría vivo! Como sea, yo sólo me entretengo manipulando los hilos en esta historia.

Advertencia: Shounen Ai. No es muy fuerte, pero aquí está.

Capítulo 8.-Suikotsu.

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"No son como las de Suikotsu.." comentó Bankotsu, caminando a un costado de Jakotsu.

Llevaba puestos en ambas manos un par de guantes de piel negra con garras saliendo de los nudillos, y con curiosidad observaba la luz del sol matutino reflejándose sobre el metal de éstas desde cualquier ángulo posible.

Jakotsu frunció el cejo y se frotó la nuca, irritado.

"Pues eso fue todo lo que pude encontrar en esa aldea." dijo, mordiéndose ligeramente el labio inferior. "No había ningún palacio cerca o alguna tienda de armamentos en donde pudiera encontrar algo mejor."

Los ojos azules de Bankotsu le miraron, por un momento, y luego sonrió.

"Supongo que estará bien para él, como sea."

Luego se quedaron un momento en silencio, cada uno sumido dentro de sus propios pensamientos.

Era Jakotsu quien conocía bien el lugar donde Suikotsu había caído cinco años atrás y ambos habían salido aquella mañana del pequeño pueblo ahora destruido en el que se encontraba la vieja posada.

Agradecidamente, Renkotsu había alegado que tenía que buscar materiales para reconstruir el cuerpo de Ginkotsu y que no podría acompañarles, aunque no era precisamente que Bankotsu le hubiese invitado a ir con ellos.

Así que ahora caminaban solos por algún camino abandonado cerca de un viejo campo de cultivo muerto.

"Keh." exclamó de pronto Bankotsu, frunciendo el cejo, cuando tras haber retirado el guante de su mano derecha rasgó la piel de sus dedos con las garras de metal. La sangre goteó espesa por su mano, y arqueando las cejas, la levantó hasta que estuvo frente a sus ojos.

"¡Aniki!" llamó Jakotsu, junto a él, asustado repentinamente. "¿¿Qué pasó?? ¡¿Le duele mucho?!"

Pero su histeria fue repentinamente interrumpida por la mirada de Bankotsu, quien sin ninguna muestra de dolor había levantado el rostro y lo veía con los ojos ligeramente estrechos.

"Jakotsu..."

El más alto de ellos jadeó y asintió casi de golpe.

"¿¿Quiere que busque agua para...??"

"No.." repuso Bankotsu. "Sólo dime si es sangre..."

Hubo un momento de silencio. Los ojos verdosos de Jakotsu se inclinaron sobre la herida en la mano derecha de su líder, y luego, casi cuidadosamente, cabeceó una vez más.

"No debemos dejar que se infecte, porque podría..."

"No entiendo." cortó nuevamente el más joven, apretando el guante entre su puño izquierdo. "¿Por qué estoy sangrando?"

Los ojos de Jakotsu se ensancharon.

"¿Q-qué?"

"Estamos hechos de barro." explicó el otro, simplemente. "No podemos... nuestro cuerpo no está vivo..."

El recuerdo de su pelea con Inuyasha cerca de aquél extraño templo apareció dentro de su cabeza como una película, y frunciendo el cejo, pudo recordar claramente que en aquella ocasión, cuando su mano fue cortada, no pudo sentir nada salvo un extraño cosquilleo antes de perder las sensaciones por completo.

Porque una vez que la Shikon no Tama perdía contacto con su cuerpo éste quedaba reducido a huesos cubiertos por la tela de su ropa. Así que entonces la sangre no debería...

"No debería preocuparse por eso..." escuchó decir a Jakotsu, y levantando la mirada, se topó con el rostro ligeramente afligido de su subordinado. "Bankotsu no Oo-aniki... en estos momentos nos encontramos con vida, y si no nos preocupamos por nosotros mismos, ¿Entonces quién va a hacerlo?"

Las mejillas de Bankotsu enrojecieron ligeramente en ese momento, cuando las manos delgadas de Jakotsu sostuvieron a las suyas suavemente. La herida se había agrietado en la piel de sus dedos, goteando una hilera espesa de gotas carmines a través del guante negro de su mano, hasta manchar la manga blanca de su camisa.

"No podemos confiar en alguien más para ayudarnos, aniki..." continuó el espadachín, en voz baja, mientras se inclinaba hacia él.

Y un fuerte jadeo se escuchó cuando la lengua tibia y húmeda de Jakotsu se posó sobre la mano del joven líder del Shichinintai, quien se había ruborizado extremadamente.

"J-Jakotsu, ¿Qué...?"

Rompiendo un trozo de su bufanda, el más alto vendó la mano lastimada y depositó un beso suave sobre la curación. Luego se incorporó, sonriendo, y casi en actitud maternal palpó la cabeza de Bankotsu.

"Además, a Suikotsu-niichan no va a gustarle ver tanta sangre." fue lo único que dijo, antes de reacomodarse la bufanda sobre el cuello. "Por cierto que el paisaje ha cambiado durante los últimos años, pero aquellas rocas me parecen conocidas." comentó, antes de echar a andar nuevamente, a pasos largos.

Y tras un segundo de permanecer de pie en el mismo sitio, atontado y mirando fijamente la nuca de Jakotsu, Bankotsu cabeceó.

"¡Espera!"

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El frío reducía conforme el camino al sur se acortaba.

En algunos árboles las primeras hojas estaban brotando y la mayoría de los estanques y pantanos se habían descongelado.

Un delgado manto de pasto recién nacido cobijaba las colinas alrededor del camino montañoso que habían tomado durante las primeras horas del día, y lejos la luz del sol les daba de frente al rostro.

La luz sin embargo era agradable sobre sus cuerpos ligeramente entumecidos por el frío tras una noche a la intemperie, y mentalmente Sesshoumaru agradeció que el monje no fuera tan inoportuno como sus compañeros de viaje.

El miedo era un sedante bastante efectivo, y si deseaba que siguiera funcionando, no debía permitirle al humano tomar confianzas para con él.

Así que continuó caminando al frente, tras haberse percatado de que el método aéreo no era conveniente para la salud de su acompañante.

Más aún cuando el estornudo número treinta en esa mañana logró escaparse de labios del sacerdote.

Había estado así desde la noche anterior, cuando no pudo dormir después de haberse despertado y trató inútilmente de encender una fogata para calentarse. Y él hubiera deseado decirle que la madera húmeda no era muy inflamable que digamos si su orgullo de taiyoukai se lo hubiese permitido.

Así que se limitó a escucharle, gruñir interiormente y suplicar a quien tuviera que suplicar porque aquella criatura se dignara a aparecer y no tuviese que seguir necesitando del monje.

Entonces de pronto se detuvo, levantando la mirada, y Miroku, a su espalda, se detuvo a tiempo para no tropezar con él.

Había una corriente frente a ellos que ninguno había previsto. Algunos trozos de hielo todavía flotaban sobre la superficie, arrastrados hacia el mar, y el sonido del agua chocando contra las rocas de la orilla rompía bruscamente la quietud del paisaje.

Acercándose al borde, Miroku inclinó la cabeza.

Mediría aproximadamente diez metros de ancho, obviamente mucho más de lo que él era capaz de saltar incluso con todo su entrenamiento, y los trozos de hielo eran demasiado pequeños como para apoyarse en ellos.

Así que, sin decir nada, introdujo el mango de su shakujou dentro del agua para medir la profundidad.

Los ojos dorados de Sesshoumaru le miraron, inexpresivos.

"¿Qué estás haciendo?"

Y Miroku rió, entre dientes, al mismo tiempo que se incorporaba.

"No voy a poder cruzar." explicó, en voz baja, sin volverse para ver al youkai.

Su cabello ligeramente largo (había extraviado la cinta con la que lo ataba durante el vuelo del día anterior) se agitó bruscamente con una ráfaga de viento, y sonriendo, se frotó la nuca con una mano. "Es muy profundo para mí."

Arqueando las cejas, Sesshoumaru volvió el rostro hacia el río frente a ellos.

"Inútil." fue lo único que dijo, antes de que su único brazo envolviera bruscamente la cintura delgada del humano y sus pies se desprendieran abruptamente del suelo.

Escuchó cómo el otro dejaba escapar una exclamación que no alcanzó a entender, y con la vista fija en el otro lado del río, logró contenerse de volverse para ver el rostro del houshi.

Su cuerpo apenas se sacudió cuando sus piernas se doblaron ligeramente al tocar el suelo húmedo de la otra orilla, y sin ninguna clase de consideración, empujó al monje lejos de él antes de reemprender la marcha.

Tropezando, Miroku se apoyó sobre su shakujou, cuyos anillos se mecieron y chocaron unos contra otros, y con el cejo fruncido miró a Sesshoumaru alejándose de él.

En realidad caminaba muy despacio, pero no podía saber si estaba esperándolo o esa era su forma de caminar, por lo que no pudo enfadarse con él.

Se echó algunos mechones de pelo hacia atrás, y acomodándose la túnica, volvió a estornudar.

Luego lo siguió.

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Los huesos de Suikotsu eran mucho más anchos que los de Renkotsu, pero fueron también más difíciles de encontrar; puesto que el sitio en donde había muerto estaba alejado del enorme cráter y el veneno era menos denso en el aire, algunas personas habían conseguido construir una vieja aldea sobre aquél lugar, enterrando los restos del joven doctor bajo alguna de sus construcciones.

Estaba ya avanzada la tarde cuando, tras haber asesinado al resto de los pobladores, Jakotsu dio un gritito y llamó a Bankotsu, quien buscaba en el patio trasero de una casa.

"¡Suikotsu-niisan!" exclamó el más alto, arrodillándose junto a los restos de su compañero esparcidos bajo el piso de una de las habitaciones en la que una mujer se encontraba degollada a pocos metros. "¿¿Qué te han hecho??" gimoteó, sujetando suavemente un hueso cualquiera y abrazándolo contra sí.

Había sido siempre Suikotsu su segundo mejor amigo (Bankotsu iba a tener siempre el primer puesto) y era doloroso encontrar el estado lamentable de su osamenta.

Arqueando sus cejas, Bankotsu se arrodilló a su lado.

"No es nada que no tenga solución..." murmuró, buscando dentro de su bolsillo (A/n: ¿Bankotsu danna-sama tiene bolsillos O.o?) una de las joyas falsas.

"Pero.." chilló Jakotsu, viendo a Bankotsu con ojos llorosos y abrazado al hueso.

"No te preocupes por eso." sonrió su líder, ligeramente, aunque Jakotsu alcanzó a percibir un ligero gesto de enfado en sus facciones.

Y ruborizándose (¿Estaba celoso?) depositó nuevamente el hueso en el suelo, junto a los demás.

Con un suspiro, Bankotsu empujó la Shikon dentro de la boca de Suikotsu, quien tras un momento casi interminable comenzó a reunir cada parte de su estructura, formando huesos inexistentes de polvo y rocas, y tornándose cada uno de ellos viscoso y mojado.

Poniéndose de pie, el líder del Shichinintai caminó hasta la puerta de la pequeña habitación, sin hacer ningún caso de la mujer muerta que acababa de patear, y se cubrió la manga con su propio guante de forma que las manchas de sangre quedaran fuera de la vista del doctor.

Afuera el pasillo estaba solo y tranquilo, siendo el crujido de los huesos de Suikotsu y, en el otro extremo del corredor, el gemido suave de una persona tratando de arrastrarse fuera de la casa lo único que rompía el agradable silencio que los rodeaba.

La sangre de Suikotsu se escuchó goteando desde el cuerpo seguramente ya casi reconstruido, y nuevamente la imagen de su propio plasma escurriendo por su mano regresó a su cabeza.

¿¿De dónde había venido?? ¿Por qué, si se suponía que no eran más que no-muertos que habían vuelto a la tierra dentro de un cuerpo fabricado de barro y huesos unidos a base de magia oscura, sus miembros parecían estar vivos?

Flexionó los dedos de su mano derecha, todavía envueltos por el trozo de la bufanda de Jakotsu, y viéndolos fijamente se dio cuenta de que estaba comenzando a sentir dolor.

El dolor retardado de una herida abierta.

¿¿Pero por qué...??

"Aniki..." llamó Jakotsu, a su espalda, y se volvió en aquél momento, decidiendo que más tarde se encargaría de limpiar sus heridas y de preocuparse por encontrar una respuesta a sus dudas.

Y una sonrisa se dibujó en sus labios al encontrarse con que, en el piso, un hombre desnudo de cabello negro y largo le veía con los ojos bien abiertos.

"Hey, Suikotsu." saludó, caminando hasta él.

La mirada asustada del doctor se posó firmemente en él, y casi por instinto retrocedió ligeramente.

Entonces Bankotsu se detuvo, observando bien el rostro de su compañero.

"Los tatuajes..." suspiró Jakotsu, sosteniendo a Suikotsu por un brazo y sintiendo cómo éste se estremecía. "Él..."

"Keh." fue la única respuesta de Bankotsu, quien sacudía ya los guantes con garras frente a su rostro.

Todavía sentado sobre el piso, completamente aterrado y confundido, Suikotsu sostuvo la mirada de su líder, cuyo rostro, por alguna extraña razón, le resultaba familiar.

"¿Quiénes..?" comenzó, sintiendo cómo la cabeza le palpitaba dolorosamente.

No podía recordar lo que estaba haciendo en aquél lugar, cómo había llegado hasta ahí y quiénes eran las dos personas frente a él.

¿Quiénes?

"¡¡La niña!!" fue lo primero que pudo exclamar, cuando la imagen de una pequeña agonizando entre sus brazos golpeó sus recuerdos. "¡¿Dónde está la...?!" sus brazos estaban vacíos ahora, llenos de cicatrices y completamente desnudos.

¿¿Por qué estaba desnudo??

"Tranquilízate." sonrió Jakotsu, suspirando, y sin más, arrojó el par de guantes con garras hacia el hombre en el suelo.

Y si bien la cara cruel de su doble identidad se encontraba durmiendo en aquél momento, no fue difícil para Suikotsu sujetar el armamento en pleno vuelo sin sufrir ninguna clase de rasguño.

Su rostro se contorsionó en un gesto de terror cuando pudo ver bien de qué se trataba.

"¡¿Pe-pero qué...?!"

Riendo, Bankotsu se inclinó hacia él.

"No te preocupes por eso, Suikotsu." sonrió, palpando suavemente la frente del médico. "Un poco de sangre será suficiente para que te sientas como nuevo."

El horror de Suikotsu se acrecentó cuando se percató de que su tacto le agradaba.

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Notas: o.o este es un capítulo muy corto ..pero como sea. Suikotsu merecerá una parte de la historia para él solito más adelante :3 (waaah, lo amo! ;o;) En el capítulo siguiente: el beso o.o (espero), y muy pronto podremos ver a Inuyasha viajando en compañía de su hermano mayor (o al menos tratando de hacerlo XD)

Referente a la serie, en el momento en que estoy escribiendo esto han mencionado algo sobre la destrucción de la Shikon. Bien, personalmente desde un principio supuse que eso sucedería o.o (casi nunca le permiten a uno divertirse en esa clase de animes), más sin embargo, si yo la borraba del mapa, la trama tendría que volverse más complicada o-o y sinceramente, el enemigo de este fanfic ha sido creado más que nada como pretexto para hacer volver al Shichinintai, por lo que no deseo hacerle mucho escándalo XD Como sea, en caso de desear eliminar la perla, tengo ya un pretexto para el fic o.o así que será cosa suya si desean que exista todavía o que se trate de un mundo en el que no haya más Shikon que las réplicas de este youkai.

Nota aparte: Ya sé que en el anime en varias ocasiones Jakotsu sangró o-o (cuando le dispararon, por ejemplo), y la verdad no estoy muy segura porque sólo he visto una vez ese capítulo, pero me parece que en la ocasión en que la flecha de Kagome rompió la mano de Bankotsu, ésta simplemente se convirtió en huesos sin ninguna gota de sangre o.oU... es todo, además de que la escena me gusta como está, lol.