Disclaimer Inuyasha le pertenece a Rumiko, no me pregunten. ¡De ser mío, todo el Shichinin-tai estaría vivo! Como sea, yo sólo me entretengo manipulando los hilos en esta historia.

Advertencia: Shounen Ai. No es muy fuerte, pero aquí está.

Glosario: Ohaiyou – Buenos días.

Haori – (A mi entender…) El tipo de ropa que usan Bankotsu, Sesshoumaru, etc. bajo la armadura.

Yukata – Kimono de corte sencillo utilizado para estar en casa.

Otouto – Hermano menor (Otouto-chan viene siendo algo como "hermanito").

Capítulo 10.- Un beso.

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Renkotsu abrió sus ojos en aquél momento.

Había estado encerrado en su habitación en compañía de Ginkotsu desde que terminó de cenar, enfrascado en su tarea de recomponer el cuerpo de su compañero, y tras tantas horas de trabajo in interrumpido su vista comenzaba a ponerse borrosa.

"Aniki..." llamó la voz ronca de Ginkotsu, y volviéndose, sus miradas se encontraron. "¿Por qué no duerme un poco?"

En silencio, Renkotsu negó con su cabeza y le dedicó una sonrisa tranquila al mayor.

"No te preocupes por mí, Ginkotsu. No estoy cansado."

"...pero..."

"Basta. Sólo estaba distraído.." sus manos tomaron entonces una nueva pieza, y poniéndola sobre el pequeño fogón que había encendido en el centro de la habitación, esperó a que comenzara a ablandarse. "En este momento lo más importante es recuperar tu cuerpo. Ya me encargaré de dormir un día entero cuando esté terminado."

Imposibilitado para sonreír, Ginkotsu cabeceó, sintiendo cómo su interior entero se calentaba suavemente.

"Hai, hai..."

Luego se quedaron unos minutos en silencio, escuchando el débil crepitar de las brazas y el acero fundiéndose.

Hasta que Renkotsu se puso de pie, demasiado incómodo como para seguir sentado.

"Se demorará un rato más." informó, aflojando la pañoleta de su cabeza y levantando la mirada hasta la ventana abierta cerca de ellos. "Mientras tanto yo iré a darme un baño."

Sus ojos se inclinaron hasta toparse con la mirada curiosa de Ginkotsu, y sonriendo, se inclinó hacia él.

"Cuida del fuego." su mano tocó suavemente el cabello pelirrojo, y gimiendo ligeramente, Ginkotsu cabeceó. "No me tardo." luego se incorporó, se dio la media vuelta y salió de la habitación a pasos largos.

La puerta se cerró a su espalda, y Ginkotsu, a solas, cerró sus ojos.

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No podía comprender bien lo que estaba sucediendo en aquél momento; sus sentidos rechazaban de cualquier modo procesar un pensamiento coherente.

Sentía el calor del agua propagándose por todo su cuerpo, incluso por aquellas partes que estaban fuera, y lentamente introducirse dentro de él, bajando por cada rincón hasta alcanzar su estómago.

Y había un extraño vacío ahí adentro, revolviéndose en conjunto con una serie de sensaciones que jamás antes había experimentado, ni siquiera cuando había tenido a su lado a las mujeres más hermosas de las aldeas que visitaban, ni siquiera cuando veía a todo un ejército caer a sus pies, o en el momento en que su querida Banryuu logró cortar su milésima cabeza.

No, esto iba mucho más allá de cualquier clase de sentimiento antes conocido para él.

Los oídos le zumbaban, el cuerpo estaba temblándole y el corazón dentro de su pecho golpeaba ahora tan fuerte que le dolía.

Era una sensación de gloria, de un poder que jamás imaginó ser capaz de poseer... el que le hacía creer que era capaz de todo.

En aquél momento podría conquistar al mundo...

Y Jakotsu...

Jakotsu estaba tan bien.

Tan perfecto...

Como lo había soñado siempre...

¿Pero desde cuándo había soñado que sucediese algo así?

Un gemido amortiguado se escapó de sus labios cuando las manos del otro sujetaron suavemente su cuerpo, y sin permiso los brazos delgados se deslizaron alrededor de su cintura, dejando sobre cada trozo de piel la sensación ardiente de una caricia efímera.

"Ya-me..." jadeó, cuando sus bocas se separaron ligeramente, pero el suave tirón de una de las manos ajenas a su cabello largo le hizo volver a gemir y echar el cuello hacia atrás, torpemente. "...te..."

Volvieron a rozarse sus labios ligeramente, sus alientos se mezclaron y la respiración caliente de Jakotsu golpeó las mejillas ruborizadas de su líder.

Se habían olvidado repentinamente de Suikotsu, de Renkotsu o de cualquier otro distractor y sin detenerse a pensarlo habían quedado solos en aquél lugar, aislados del resto del mundo.

El corazón de Jakotsu también golpeaba fuerte. Bankotsu podía escucharlo. Latía apresuradamente contra su pecho, de una forma casi imposible logrando solamente hacer que su propio corazón se acelerara todavía más.

Y sus pensamientos se habían nublado por completo. Y no hubiese podido pensar en nada más incluso de haberlo deseado...

Pero cuando estaba disponiéndose a devolver el abrazo, el sonido del shouji principal abriéndose interrumpió bruscamente todo, frenando el tacto de las manos de Jakotsu, sus respiraciones, los latidos de ambos corazones y el beso frustrado que amenazaba con volver a comenzar.

El rostro entero de Jakotsu enrojeció cuando sus ojos se toparon con la mirada azul temblorosa de Bankotsu, y sin saber qué más hacer, lo empujó hacia el frente.

"Jakotsu..." llamó el más joven, pero imposibilitado para reaccionar, el espadachín lo ignoró, se puso de pie y a grandes zancadas (era difícil moverse dentro del agua) se alejó de él.

Suikotsu le vio pasar a un costado suyo, ignorante de lo que acababa de suceder, y de pie en el umbral del baño Renkotsu ensanchó sus ojos oscuros.

Ver a Jakotsu saliendo del agua completamente desnudo era algo que no había imaginado ni siquiera en la peor de sus fantasías.

Generalmente aquellas siempre le incluían atado a un árbol seco...

Y sin más, sonrió.

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Pronto llegaría la mañana, y pese a que Sesshoumaru se había detenido en cierto momento enviando una mirada fría al monje, éste se había rehusado a descansar.

"Estaré bien." le había dicho, con su voz tranquila y amable, mientras seguía caminando hasta estar justo a un lado suyo. "Hoy nos retrasamos mucho por mi culpa... Cuando lleguemos a ese lugar podré descansar un poco." y luego sonrió, deteniéndose junto al taiyoukai y levantando la mirada.

La luna no era más que una delgada franja plateada en medio del cielo despejado. Seguramente la noche siguiente no aparecería, y no necesitó de muchas incitaciones para recordar a Inuyasha.

"Mañana será un humano." se dijo a sí mismo, como todas las noches previas a la luna nueva.

Luego suspiró, ligeramente, y cuando se disponía a retomar la marcha la suave sensación del brazo de Sesshoumaru deslizándose por su cintura le despertó de su ensueño justo antes de que sus pies se desprendieran del suelo.

"Sesshoumaru-sama..." balbuceó, viendo el perfil pálido del youkai justo por encima de su rostro, pero sabiendo de antemano que éste no le diría nada, se encogió de hombros y cerró sus ojos.

No comprendía si Sesshoumaru lo estaba haciendo como una forma silenciosa de pedirle que descansara; porque él mismo estaba cansado de caminar o si es que estaba poniéndose impaciente.

Así que decidiendo que no era necesario que pensara en esas cosas, bostezó y su cabeza se reclinó involuntariamente sobre el pecho del taiyoukai sólo segundos antes de desvanecerse dentro de un sueño pesado.

Frunciendo el cejo, Sesshoumaru inclinó sus ojos.

El cabello negro del monje se sacudía bruscamente, golpeándole la frente y las mejillas; las túnicas negra y gris se arremolinaban sobre su cuerpo, rozando suavemente su propia piel, y el ligero tintineo de los anillos del cetro y las argollas en los lóbulos del humano producían una melodía agradable que poco a poco permitió que sus músculos tensos se relajaran.

"Ningen.." murmuró, entre dientes, y sus ojos se cerraron con la imagen del extenso valle a sus pies.

¿Quién se creía él para dormir reclinado sobre el cuerpo del poderoso príncipe youkai de las tierras del oeste?

Seguramente más tarde, cuando ya no lo necesitara, se daría tiempo de recordarle que aquello no estaba permitido para ningún asqueroso humano, y mucho menos para uno que aún en aquellos momentos llevaba impregnado el desagradable aroma de su hermano menor sobre su cuerpo.

Inuyasha...

Para que un humano conservara el aroma de un hanyou tan fuertemente sobre su piel tras tanto tiempo obligadamente tendrían que haber estado muy cerca uno del otro...

¿Acaso Inuyasha y aquél humano...?

Una sonrisa irónica se dibujó en sus labios delgados.

"Que bajo has caído, otoutou-chan..."

Aunque sin saber bien por qué, su mente se obligó a rechazar aquella idea.

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Rascándose la parte trasera de las orejas con la pata derecha, Inuyasha bostezó.

Desde hacía dos días había venido siguiendo el camino que llevaba a las islas en donde aquél templo se alzaba, sin dormir más que durante un par de horas cada noche y alimentándose de lo poco que tenía oportunidad de cazar.

Estaba comenzando a cansarse.

"¡Inuyasha-sama!" exclamó una vocecita sobre sus hombros, y la mirada irritada de Inuyasha se inclinó.

"¿Qué quieres, anciano?" gruñó el hanyou, reclinándose contra el árbol cerca del que se había sentado.

La pequeña pulga saltó sobre su cuello, y con las cejas arqueadas, apretó los puños.

"¡No deberíamos estar perdiendo el tiempo así!" le espetó, enfurruñado. "¡Naraku podría estar en estos momentos apoderándose de la Shikon no Tama, y no podremos hacer nada para evitarlo porque aún nos encontramos a un día de camino!"

Cerrando sus ojos, Inuyasha giró la cabeza.

"¡Keh!" ladró, molesto. "Déjame dormir, Myouga." ordenó. "Se te hace sencillo decir todo eso porque los últimos dos días has venido viajando sobre mi cuerpo, pero me gustaría verte siendo tú quien tuviese que correr sin alimentarse ni dormir por tanto tiempo."

Una gotita de sudor escurrió por la nuca del youkai.

"Inuyasha-sama... me ofende... ¿Está diciendo que no soy más que un parásito?"

"Keh. Algo así."

Con un par de lagrimitas en sus ojos, Myouga se llevó una mano a la boca.

"¡Que injusto es usted, Inuyasha-sama!" lloriqueó el viejo demonio, dramáticamente. "¡Yo sólo estoy aquí para velar por su seguridad¡Porque me preocupo por usted¡¡Al menos debería agradecérmelo!"

Pero su única respuesta fue una carcajada despectiva.

"Myouga..."

Las cejas del pequeño youkai se levantaron.

"..no... me hagas reír..." lo siguiente a eso fue el puño de Inuyasha estrellándose contra la piel de su propio cuello, bruscamente. La figurita de Myouga se resbaló sobre su ropa, entre quejiditos, y reacomodándose contra el árbol, Inuyasha volvió a bostezar. "Ahora déjame dormir."

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El resto de la noche Jakotsu no durmió.

Se había encerrado en su habitación después de salir del baño, sin siquiera dar las buenas noches a cada uno como estaba acostumbrado y asegurando la puerta con uno de los pesados muebles de madera que había dentro del cuarto vacío.

Luego, envuelto en un yukata blanco que había encontrado dentro de las ropas de los antiguos dueños de la posada, se había sentado sobre su futón en medio del piso, con las piernas flexionadas hasta tocar su mentón y ambos brazos enlazados alrededor de éstas.

Y las primeras horas del alba lo encontraron así, con el rostro pálido, el cabello desordenado y un montón de pensamientos revueltos dentro de su cabeza confundida.

¿Qué había hecho?

¿Qué demonios se había atrevido a hacer?

La noche anterior sus celos le habían empujado a gritarle a Bankotsu, a decirle una sarta de estupideces bastante inapropiadas, dejarle ver abiertamente sus sentimientos, y peor aún, a besarle sin siquiera haber contado con su previo consentimiento.

¿Y qué iba a pasar ahora?

Bankotsu no había rechazado su beso, era cierto, pero también era verdad que en ningún momento le correspondió.

Había guardado un súbito silencio roto apenas por su respiración profunda y una palabra entrecortada que Jakotsu no había tomado en cuenta pero que pareció sonar como un 'detente'.

Una súplica, una orden o una petición...

Fuese lo que hubiese sido, algo que él no se había detenido a acatar.

Aniki...

¿Por qué tenían las cosas que ser así?

¿Por qué, entre todos los hombres del mundo, había tenido que ser precisamente Bankotsu quien...?

Una sonrisa irónica se deslizó por sus labios.

-Tal vez hubiese sido mejor si hubieras dejado algunas cuantas mujeres y un poco de licor.

Mujeres...

Bankotsu estaba interesado en las mujeres.

Sí, era cierto. Había estado con muchas mujeres desde que sus caminos se cruzaron, y no podía ni quería pensar en todas las que habían desfilado por su cama cuando él no soñaba siquiera con conocerle.

Aniki...

¿Qué había sucedido con Bankotsu? Era solamente un niño... Un niño que había perdido su inocencia hacía tantos años que se había olvidado de buscarla. Y él, maldita sea, muy contrariamente a la idea de que un mejor amigo se encargaría de ayudarle a encontrarla, se había dedicado a robarle lo poco que quedaba de ésta en su interior.

Aniki...

Y el recuerdo del dulce sabor de sus labios, y el calor suave de su piel seguía danzando dentro de su cabeza, una y otra y otra vez, girando y girando hasta que su estómago gruñó y torpemente se llevó una mano a la boca en medio de una sensación nauseabunda.

¿Por qué lo hiciste, Jakotsu?

Ahora iba Bankotsu a temerle, a repudiarle, a odiarle, y todo lo que había sembrado durante tantos años de amistad se pudriría y él volvería a quedarse solo, como en un principio.

¿Por qué?

Un sollozo quebrado se escapó de sus labios, y hundiendo más el rostro dentro de sus rodillas, sintió cómo el sueño comenzaba a vencerle.

"Jakotsu..."

Estaba soñando...

"Sé que estás despierto..."

Esa era su voz. Y la única forma de que su voz estuviese llamándole en aquél momento era que estuviese soñando...

"..Ábreme..."

Aniki...

Rió, entrecortadamente, y su respiración se agitó con su risa.

"Estoy durmiendo, Aniki..." balbuceó, pero supo que en su sueño Bankotsu le escucharía. "...estoy durmiendo y soñando con que usted me llama..."

No hubo ninguna respuesta, y suspirando profundamente, cerró sus ojos.

Afuera, arrodillado frente a la puerta corrediza, Bankotsu hizo lo mismo.

La luz blancuzca del amanecer filtrándose por la ventana abierta y quebrando apenas la oscuridad dentro de la vieja casa le dejaba ver solamente una porción del cuerpo de Jakotsu.

Pero él estaba despierto... probablemente no habría dormido en toda la noche, igual que él, y era su deber como líder y como amigo tratar de ayudarle y ayudarse a resolver aquél problema.

"Abre la puerta, Jakotsu.." repitió, y su frente se apoyó contra la madera del shouji, ligeramente. "...Jakotsu..."

Estaba comenzando a hacerse a la idea de que probablemente no le vería hasta el almuerzo, cuando las suaves pisadas de dos pies desnudos sobre la madera pulida le hicieron levantar la cabeza.

Pudo escuchar el sonido de algo pesado arrastrándose sobre el piso, un jadeo, un golpecito y un bufido irritado. Y la puerta se abrió en aquél momento, y sus ojos azules se toparon bruscamente con la agotada mirada verdosa de Jakotsu.

Se veía tan hermoso sin el maquillaje, sin ninguna especie de arreglo y con el recuerdo del agua tibia sobre la piel suave de su rostro.

"Ohaiyou." le escuchó saludar, vagamente, y no pudo evitar ruborizarse.

"...ohaiyou..."

Los ángeles siempre se habían visto así en sus sueños...

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Y él seguía durmiendo.

Estaba comenzando a preguntarse si los humanos necesitaban de alguna especie de batería para funcionar correctamente, porque al parecer aquél se encontraba descompuesto.

La mejilla izquierda seguía apoyada sobre el metal frío de su armadura desde hacía varios minutos; aquél largo filamento de cabello negro seguía atravesando in apropiadamente el rostro oscurecido por la falta de luz y su propia sombra, y sus ojos seguían fijos en él, desde el momento en que lo sintió comenzar a respirar pausadamente sobre su cuerpo y supo que se había quedado dormido.

¿Cuánto necesitaba dormir un humano para considerar que había descansado? Es decir, había dormido él apenas un par de horas desde la mañana en que le llevó con él y no estaba necesitando ninguna especie de descanso urgente...

...bien, tal vez tenía un poco de hambre; es decir, no había comido nada durante los últimos dos días y estaba comenzando a sentirse débil, pero no era nada del otro mundo. Podía seguir viajando por un par de días más, sin detenerse, y en todo caso, se admitía abiertamente que por primera vez no deseaba interrumpir el sueño de aquél humano.

Es tan incómodo cuando está despierto, pensó, gruñendo ligeramente y moviendo su cabeza hacia un costado para apartar de su rostro un mechón largo de cabello que se había atravesado en su campo de visión.

¿Qué tan lejos estarían todavía? El aroma a bestia comenzaba a volverse cada vez más insoportable, lo que significaba que no faltaba mucho ya para que se encontrasen con aquella criatura, más sin embargo aún no podía percibir nada con mucha claridad.

Sintió un tirón en su ropa, y volviendo a inclinar el rostro pudo ver a Miroku aferrándose al cuello de su haori entre sueños.

¿Qué estaba haciendo? Nunca un humano se había atrevido a sujetar de una forma tan familiar al gran Sesshoumaru, ni siquiera entre sueños.

"...Ningen..." comenzó, pero por alguna extraña razón no se atrevió a reprocharle nada.

Bufando, levantó la cabeza, y ante sus ojos repentinamente desapareció el bosque, dando paso a una extensa región arenosa que muy pronto se convirtió en los límites del mar del sur.

Entonces respiró profundamente. Olía a sales, arena y frutas mezcladas con la niebla fresca del amanecer.

Un nuevo movimiento sobre su pecho le hizo volver a inclinar la mirada sólo para encontrarse con que la luz blanquecina de la alborada bañaba tenuemente los perfiles del rostro de piel ligeramente bronceada.

Los ojos violetas se abrieron a los suyos, lentamente, y sin poder despegar su mirada de él vio a Miroku sonreírle, débilmente.

"Ohaiyou, Sesshoumaru-sama..."

No pudo responder, pero tampoco apartar su mirada de él.

Nunca antes había visto a un humano despertar y dedicarle su primera sonrisa.

Y lo que vio fue incluso más hermoso que la imagen del sol resurgiendo imponente de entre las aguas del mar.

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Notas: Que capítulo tan más chafa XD Ah, como sea. No crean que a partir de ahora Sesshoumaru empezará a ver a Miroku con ojos de borrego tierno, pero algo es algo. En el capítulo que sigue más Jakotsu x Bankotsu. El final del viaje de los dos hermanos y el monje, y el secreto de la Shikon no Tama OoO... ya me voy porque tengo examen T-T y dejen reviews, que si no dejan más de 2, no actualizo más ¬¬

Nota2: Se trata de un Inuyasha x Kagome porque éste recuerda que la amaba. Sin embargo, no voy a negar que ella pueda aparecer más adelante (porque de hecho lo hará).