Disclaimer: Inuyasha le pertenece a Rumiko, no me pregunten. ¡De ser mío, todo el Shichinintai estaría vivo! Como sea, yo sólo me entretengo manipulando los hilos en esta historia.

Advertencia: Shounen Ai. No es muy fuerte, pero aquí está.

Pairing: Sesshoumaru x Miroku. Inuyasha x Miroku. Bankotsu x Jakotsu.

Glosario: Hontou desu ka? - ¿De verdad?

Hontou ni – De verdad.

Ushitora – En la serie se refieren a esta región como "el noreste", o el sitio por el cuál Naraku desapareció. Abarca los alrededores del Hakureiyama, la Isla Hijiri, la aldea (cuyo nombre no recuerdo :P) en la que Suikotsu ejerció como doctor, la Tumba del Shichinintai y todos los lugares en los que se desarrolla la acción durante dicha temporada. Es también el punto de referencia de este fanfiction.

Capítulo 17.- Cierra los ojos..

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La espada de Sesshoumaru giró entre sus dedos, violentamente, y partió de tajo un árbol gigante al pie de un acantilado. Sobre su mononoke mascota, Rin aplaudió, emocionada, y Jaken se apresuró a su lado con su viejo bastón abrazado contra su pecho.

"¡Sesshoumaru-sama!" exclamó, respirando agitadamente. Habían venido corriendo detrás del youkai, quien repentinamente se había levantado y alejado del grupo, andando a pasos largos y apretando con furia el mango de Toukijin.

Y ahora…

"Sesshoumaru-sama, ¿Qué sucedió?"

Los ojos dorados se volvieron hacia el pequeño sirviente y éste saltó en ese momento, asustado. Había un nítido tinte azulado en sus pupilas y el resto del blanco de sus ojos comenzaba a teñirse de un aterrador tono bermejo.

"¡¡Sesshoumaru-sama!"

¿¿Por qué podría un youkai como aquél irritarse tanto de un segundo a otro? Jaken no lo comprendía. Realmente en todos los años que llevaba acompañándole había aprendido que no era necesario entender aunque fuese un poco de su temperamento. Después de todo su amo era un príncipe youkai. El líder de todas las tierras del oeste. Uno de los cuatro generales… ¿Qué más necesitaba saber? Y aún así, en el fondo, sabía que Sesshoumaru no era el monstruo descorazonado que cualquiera hubiese pensado y que aquella apariencia tan hermosa que poseía reflejaba en realidad el contenido de su alma…

Inclinó su cabeza, temeroso. Porque si algo había aprendido en todos aquellos años era que su amo jamás se inmutaba por cosas triviales. Que eran pocas las criaturas que habían conseguido molestarle realmente y que si se levantaba repentinamente para comenzar a atacar a un árbol algo malo debía estar sucediendo.

¿Pero qué?

"Inuyasha…" susurró Sesshoumaru, con una voz silbante y cargada de resentimiento, y Jaken jadeó, sorprendido.

"¿¿¿E-el hanyou?"

Ese torpe… ¡¡Ese idiota!

"¿¿¿Q-qué fue lo que le hizo…?"

"¡¡¡¡INUYASHA!"

Podría decir que incluso Rin, en aquél momento, tuvo miedo.

¿Qué es lo que has hecho, Inuyasha?

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Miroku no hubiese podido comprender… No al menos hasta que su espalda tocó el pasto húmedo de la rivera y el cuerpo delgado del híbrido se inclinó sobre el suyo, depositando todo su peso sobre el de él, amoldando cada parte de su cuerpo que parecía encajar en el suyo como si fuesen las piezas exactas de un rompecabezas.

Le asustaba tanto…

La forma desesperada en que la lengua de Inuyasha se abría paso dentro de su boca, tocando, empujando, frotando cada trozo de la piel húmeda hasta que irremediablemente empujaba a la suya hacia un costado, chasqueando, y alcanzaba a tocar con brusquedad alguna porción de su garganta estrecha.

Y era tan excitante aquél efímero toque, prolongado apenas una fracción de segundo, que su cuerpo entero gritaba, prisionero bajo la figura del demonio y chillando cada vez más fuerte por un poco más…

"I..nu…"

¿Qué sucede? ¿¿¿Qué sucede? ¿Qué pasa conmigo?

El primer impulso, ese de arrojarle lejos y darle un puñetazo se había desvanecido tan rápido como las garras del hanyou se habían enterrado en su espalda, tan suavemente que la necesidad de gemir terminó dominando a su razón y el sonido gutural había conseguido escapar de su garganta, por entre sus labios abiertos y mojados antes de desaparecer dentro de la boca de Inuyasha y sólo para mezclarse con el jadeo contrario.

Una de las manos demoníacas tiró de su cintura, consiguiendo que toda su espalda se arquease y un nuevo gemido apretado se colara por su boca.

"Inuyasha…"

Inuyasha jadeó, fuertemente, y una sonrisa se estiró por sus labios todavía unidos a los del houshi.

"Sí, llámame, me gusta mucho…"

"Inuyasha…"

Miroku estaba sometiéndose a sus deseos de una forma que le aterraba. Porque aunque fuese todo como el hanyou lo disponía, él estaba accediendo abiertamente, disfrutando de cada toque, sin sentirse realmente presionado a obedecer…

"Inu-yashaaa…"

Los colmillos de su amigo se enterraron con fuerza en su labio inferior y gruñó al sentir cómo la sangre le escurría por la boca, caliente y metálica, despidiendo un penetrante aroma que hacía mucho tiempo había olvidado.

"Miroku…" la lengua áspera del hanyou lamió la hilera de plasma hasta tocar su barbilla, rompiendo momentáneamente el beso y dando tiempo al houshi de tomar una bocanada de aire. "De verdad no quiero que... te vayas…"

"Iie…" no sabía lo que estaba diciendo. "No me iré…" no podía ni siquiera ser dueño de sus acciones. Sus labios estaban moviéndose solos mientras que su pecho subía y bajaba apresuradamente en busca del aire perdido. Y sin embargo tenía bien claro que realmente deseaba decirlo.

"¿¿Te quedarás a mi lado?"

"Lo haré."

Una sonrisa infantil iluminó el rostro de Inuyasha al mismo tiempo que tiraba del cuerpo del humano y envolvía sus brazos alrededor de su cintura en un abrazo estrecho.

"¿¿¿Hontou desu ka?"

"Hontou ni…" había enterrado su nariz dentro del pelo plateado. La cabeza del medio demonio apoyada contra su cuello se lo permitía. Y tampoco se demoró mucho en devolverle el abrazo, casi paternalmente, asustado de lo que pudiese pasar.

De verdad deseaba estar con Inuyasha, pero…

Inclinando el rostro soportó un gemido. No podía entender sus propios sentimientos… Y tal vez no deseaba hacerlo. No por el momento.

La boca de Inuyasha habló cerca de una de sus orejas, y respirando fuertemente, Miroku se encogió de hombros.

"No lo entiendo, Miroku…" eso le dijo. "…hasta el momento creí que amaba a Kikyou, pero…"

¿¿Pero?

¿¿En realidad deseaba escuchar aquél pero?

Cerró sus ojos imaginando, apretando levemente el abrazo alrededor del torso de Inuyasha, quien jadeó audiblemente contra su oreja derecha. Los dos pendientes que adornaban su lóbulo se agitaron con la respiración del hanyou y éste se presionó todavía más contra el regazo del houshi.

"…pero realmente tú me gustas mucho…"

Oh por dios…

¿¿Por qué estaba siendo presa de aquellos desesperantes deseos de volver a besarle?

Tú también me gustas…

me gustas tanto…

¿Pero por qué?

Así que se limitó a asentir.

En todo caso, iba a quedarse a su lado… Ya se encargaría más tarde de encontrarse un por qué. Para todo…

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Girando sobre sí mismo, irritado, Bankotsu soltó un gruñido.

Le dolía todo el cuerpo… Sobre todo su rabadilla…

Con una mirada fugaz a su cuerpo desnudo se percató de que las marcas de los dedos de Renkotsu seguían sobre sus piernas, rojizas, casi amoratadas. Algunas partes agrietadas por las uñas del subcomandante y sobre su vientre el dibujo nítido de una mordida.

Maldito Renkotsu. Eso era todo lo que podía pensar… Maldito, Maldito, MALDITO. Pero aún más idiota era él, por permitirle manipularle a su antojo…

El sonido de pasos frente a su puerta le alertó, y bufando, se incorporó sobre su futón. Su haori estaba cerca, sobre el piso, así que simplemente tiró de la tela blanca hacia sí y en poco tiempo estuvo vestido. Justo a tiempo, puesto que en aquél momento la silueta de Mukotsu apareció dibujada en la puerta de papel, reflejada por la luz del sol.

"Adelante." se obligó a decir, asegurándose de cubrir sus piernas con las frazadas, y la puerta se abrió en silencio dando paso al hombrecillo, quien llevaba una botella para veneno vacía en una de sus manos.

"Oo-aniki…" saludó, inclinándose ligeramente, y Bankotsu se limitó a cabecear.

Había notado que Mukotsu le lanzó una mirada indefinida antes de comenzar a hablar.

"Renkotsu no Oo-aniki me envió a informar sobre nuestra misión."

Detestaba el simple hecho de escuchar, decir o pensar su nombre…

"¿Y qué sucedió?" inquirió, con una voz cansada.

"Todo salió bien." sonriendo, Mukotsu levantó su mirada y señaló con su cabeza la ventana tras el líder, quien se volvió ligeramente.

Kyoukotsu, el más grande (al menos en tamaño) del grupo se encontraba afuera, viéndoles y sonriendo ampliamente.

"Fue muy sencillo encontrarlo debido a sus magnitudes."

"Me lo imagino." repuso Bankotsu, y se echó hacia atrás un mechón de su cabello negro que había osado atravesarse en su rostro. "Después de todo, el Ushitora no es tan grande como parece…"

Mukotsu se encogió de hombros. Le preocupaba darse cuenta de que desde la noche anterior, en que había partido en compañía del subcomandante en busca del último de sus hermanos, su líder había estado sentado en aquél futón, con el cabello ya despeinado y una cara de abatimiento que no había conseguido ver desde hacía varios años.

"Disculpe mi atrevimiento…" consiguió balbucear, y Bankotsu se volvió hacia él, ligeramente interesado. "Pero, ¿Se encuentra bien?"

"¿¿Qué?"

"Es decir, se ve un poco cansado…"

Tal vez las bolsas bajo los ojos azules o el cabello maltratado habían empujado a Mukotsu a preguntar. Bankotsu se llevó una mano al cuello en busca de cubrir un trozo de piel amoratada.

"Bien…" repuso a su vez, sonriendo. "…anoche, estaba preocupado por Jakotsu…"

"¿Estuvo con él?" inquirió el farmacéutico, y el joven líder enrojeció ligeramente al darse cuenta de lo inapropiadas que habían sonado aquellas palabras.

"No. Pero no pude dormir."

"Ya veo." Mukotsu sacudió el recipiente que llevaba entre una de sus manos. "¿Y cómo se encuentra? Si gusta, yo podría preparar algún medicamento, o tal vez Suikotsu debería…"

"No importa." interrumpió el lancero, en voz alta, y el otro lo miró, sorprendido por el tono implacable en la voz de su líder. "Jakotsu se encuentra bien." Sus ojos azules buscaron cualquier cosa a la que aferrarse. "…y si es todo, puedes retirarte…"

Sentía como si en cualquier momento fuese a comenzar a llorar y no deseaba que Mukotsu estuviese ahí en aquél momento. Escuchó la despedida corta de su subordinado, sus pasos alejándose y el sonido de la puerta al abrir y volver a cerrarse.

Y nuevamente se quedó en la habitación, solo.

Libre para pensar, rumiar y sufrir todo lo que deseara…

Sabía que, para empezar, no debía culpar a Jakotsu de nada, porque igual y él jamás había dado muestras verdaderas de sus sentimientos, o vaya a saber. Y era muy normal, en todo caso, que hubiese buscado a alguien más para estar, pero… aún así dolía tanto… incluso con todo lo sucedido con Renkotsu. Con la culpabilidad que cargaba en sus hombros desde que supo que, abiertamente, había roto el corazón de Jakotsu en aquél momento…

Sin embargo, esa noche…

Le había lastimado de una forma irracional escucharles. Verles… Porque aunque se gritase a sí mismo que no amaba a Jakotsu de ese modo, su subconsciente sabía bien que había deseado, casi desde el momento en que se conocieron, ser él quien pudiese tomar su mano de aquella forma… ser libre de abrazarle, de tocarle, de ser el único dueño de aquél hermoso cuerpo y de sus dulces labios.

Todo, todo para él..

Pero…

"Jakotsu está bien…" se obligó a decir, en voz alta, a la vez que se arqueaba y dejaba que su rostro se hundiera dentro de sus rodillas cubiertas por las mantas. "…Suikotsu ya se ha encargado de revisarlo…"

Lo que no sabía era si le dolía más el hecho de haberle perdido, o de que había sido precisamente Suikotsu quien había llegado antes que él.

Sonrió débilmente, viendo la oscuridad bajo su rostro, y sintiendo cómo su cabello se agitaba con el viento matutino filtrándose por la ventana.

Que ironía…

Suikotsu le había gustado mucho cuando lo conocieron. Con su cabello suave, con su mirada confusa, con su cuerpo ancho. En aquél entonces le asustó saberse atraído por otro hombre, más nunca dio mucha importancia a esto. Incluso cuando Jakotsu mencionó que se portaba como una muchachita enamorada cada vez que estaba cerca de él, eso no era relevante.

Tenía quince años tal vez en aquél entonces… A los quince años no sabes nada. Ni siquiera que más tarde sería de Jakotsu de quien se…

Alguien más llamó a la puerta en ese momento, y levantando la cabeza, pudo ver la figura de Jakotsu reflejándose en el papel del shouji.

Su corazón empezó a latir con fuerza cuando la voz del capitán le llamó desde afuera, suavemente, y alcanzó a percibir un sollozo apagado entre su respiración.

Había estado llorando…

No, por favor. No por mí…

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Al borde del cráter que había sido el Hakureiyama, la mujer se detuvo. Estiró un brazo hacia un costado y su túnica marrón se abrió, dejando ver la figura delgada cubierta de vendajes ensangrentados y una armadura oscura. Su cabello plateado se agitaba con el viento frío y cargado de veneno que azotaba las rocas putrefactas que habían conseguido escapar del cuerpo de Naraku.

Arrodillándose, lanzó una mirada hacia el fondo oscuro. Lamentaba no poseer la capacidad para percibir fragmentos que aquellas humanas habían desarrollado. De ser un demonio, de ser tan débil, y sobre todo, de haber formado parte de aquél asqueroso cuerpo en algún momento de su vida.

Así que, irritada, lanzó al aire una pluma que arrancó de su cabeza y saltó sobre ella. El viento se encargó de alejarle de aquél desagradable lugar, mientras en su interior la voz apagada de su hermana mayor le indicaba la dirección que debería tomar.

Había dado ya bastante tiempo a Bankotsu para reunir a sus hombres.

Ahora era momento de ir a por el siguiente paso de su plan.

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La puerta se abrió y Jakotsu retrocedió, sorprendido.

Frente a él estaba Bankotsu, con su cabello todavía suelto y despeinado y su haori cayendo descuidadamente sobre sus hombros. Se ruborizó una vez más cuando su mirada entró en contacto con el pecho ligeramente visible de su líder, y movió la cabeza hacia un costado, avergonzado de lo que el más joven pudiese pensar.

Pero Bankotsu sonrió, amablemente, y se hizo a un lado para dejarle pasar.

Y Jakotsu entró, en silencio, casi arrastrando sus pies y viendo de forma descuidada el futón desordenado que había en un extremo de la habitación, sobre el piso.

"Buenos días, Jakotsu… me alegra ver que te sientes mejor."

El capitán no respondió.

Esa mañana, tal vez no hacía más de una hora, Bankotsu había ido a llevarle el desayuno sólo para encontrarse con una escena entre él y Suikotsu que seguramente había malinterpretado.

Era por eso que estaba ahí en aquél momento. Porque aunque sabía que el otro no le había pedido ninguna explicación, y en todo caso no se la debía, era Bankotsu, y él lo amaba por encima de cualquier cosa o persona… Incluso si éste había decidido comenzar una relación con aquél sujeto que le robó, hacía varios años, el Shikon no Kakera que aferraba la vida a su cuerpo muerto.

Sintió una lágrima acudir a uno de sus ojos hinchados pero con una mano la limpió apresuradamente, no deseando que su líder le viese en aquellas condiciones.

Bankotsu volvió a tumbarse en el piso y el sonido hizo al más alto levantar la mirada. Los ojos azules se habían enterrado en él de una forma indefinida, y asustado, creyó ver que las cejas del otro muchacho se arqueaban dando a su rostro un aspecto adolorido.. al menos por un momento.

"Oo-aniki…" comenzó Jakotsu, dando un paso al frente. Se detuvo casi de inmediato, nervioso, pero Bankotsu cabeceó en consentimiento. Así que caminó hasta él, a pasos cortos, y se arrodilló a poco menos de un metro de distancia.

Bankotsu todavía le veía de forma inexpresiva.

"…lo que sucedió esta mañana…"

"¿Qué dijo Suikotsu?" interrumpió Bankotsu, flexionando una rodilla y apoyando su brazo derecho sobre esta.

"¿C-Cómo?"

"¿Necesitas descansar? Mira, no sé qué te sucedió anoche, pero te ves muy mal."

"…Aniki…" su voz se escapó como un gruñido. Le dolía escuchar a Bankotsu hablándole así… realmente le dolía mucho. "…qué cruel es usted…"

"¿Por qué dices eso?" inquirió el líder, mostrándose levemente ofendido. En realidad le estaba costando mucho trabajo contenerse de abrazar a Jakotsu. De decirle que entre él y Renkotsu no había nada salvo un rencor desesperante y que no deseaba que Suikotsu le apartara de su lado, pero…

"Aniki… esta mañana, cuando usted llegó, nosotros sólo estábamos…"

"No quiero escucharlo." volvió a interrumpir Bankotsu, y su rostro se inclinó. Sus ojos azules desaparecieron bajo una cascada de mechones oscuros. Había una gruesa cortina de lágrimas cubriendo cada pupila, y enfermo de sí mismo, apretó los puños sobre sus rodillas. "Lo que tú y Suikotsu hagan, en todo caso, es asunto suyo y yo no tengo derecho a intervenir en eso."

"P-Pero…"

"Mira, no entiendo qué ha estado sucediendo con nosotros estos días, pero te puedo asegurar que no me voy a oponer a lo que tú decidas. Igual, me parece que a Renkotsu le irrita que me interese en ti, en Suikotsu, o en cualquier otro… yo…"

"¿¿Por qué me habla de Renkotsu?"

La pregunta le tomó por sorpresa. Había un tono de amargura en la voz de Jakotsu, y levantando la cabeza, sus ojos humedecidos se toparon con la mirada también llorosa de su compañero.

"No lo comprendo… ¿Disfruta haciéndome sufrir?"

"…Jakotsu…"

"Usted sabe bien, y no me deje pensar que no lo tuvo bien claro en esa ocasión, lo que yo siento por usted…"

"…"

Jakotsu se incorporó, caminó hasta que estuvo prácticamente sobre Bankotsu, y volvió a arrodillarse, tomando una de las manos de éste.

"Oo-aniki… ¿Por qué es tan cruel conmigo?"

"…yo…"

"Lo que sucede entre Renkotsu no Oo-aniki y usted…" una risa insípida se escapó de sus labios, y Bankotsu se sintió incluso peor al escucharle reír y no llorar. "…¿Qué pasa entre ustedes? No vaya a decirme que en realidad lo ama, porque…"

Entonces Bankotsu rió también, arrebatando su mano del toque del capitán y volviendo el rostro hacia un costado, comenzando a irritarse.

"¿Ahora vas a decirme que tienes derecho a pedirme explicaciones por mis acciones?"

Esas palabras…

"Lo que sucede entre Renkotsu y yo, según me parece, no es algo que te interese."

…lastimaban tanto…

"Tú tendrás a Suikotsu y yo a Renkotsu, o tal vez a alguien más. Una mujer hermosa. Varias. Incluso a Suikotsu, si me lo propongo. No es algo que necesite preguntarte, pedirte o explicarte a ti, ¿No es cierto?" sus ojos azules se volvieron bruscamente hasta encontrarse con la mirada verdosa de Jakotsu, quien jadeó audiblemente.

Parecían tan duros de pronto… y jamás le habían mirado así.

"¿Por qué tienes que sentirte con tantos derechos sobre mí? ¿¿Sólo por lo que sucedió en el baño? Déjame recordarte, Jakotsu, que para empezar, en aquél momento, el que me besó fuíste …"

"¡¡Por favor, Oo-aniki!"

"¡¡Cállate!" poniéndose de pie, Bankotsu caminó hacia un extremo de la habitación, dando la espalda al sorprendido capitán todavía arrodillado sobre el piso. "Esa fue una libertad que te permití momentáneamente, pero no te da derecho a influir en mi vida. No te da derecho a pensar que voy a tomarte en cuenta más que a cualquier otro de mis hombres, y mucho menos a que creas que realmente existe algo entre nosotros dos."

Eso es…

"…sólo quiero que lo entiendas…"

mátame…

"..así que por favor, deja de…"

porque sólo tú puedes herirme de esta forma…

"Bankotsu, te amo…"

El primer amor siempre suele ser el más doloroso…

Bankotsu lo aprendió bien ese día.

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Notas: TwT! Creo que va todo muy rápido entre ambas parejas TwT.. porque si lo notan, en el tiempo del fanfic han pasado apenas, ¿qué? Cuatro o cinco días XD pero bueno… ya veremos qué pasa x.oU Por cierto que hace como dos días mi PC tuvo problemas y por un momento creí que iba a perder este fanfic .. gracias a Sirius Black no pasó a mayores y he podido continuar escribiendo, pero eso me hizo ver lo importante que resulta hacer un respaldo de tus archivos constantemente u.úU… However. Sigan leyendo que ya viene lo bueno o.o.. y sí, la mujer es Kagura xD No iba a ser ella, pero ya ni modo 9.9