Disclaimer: Inuyasha le pertenece a Rumiko, no me pregunten. ¡De ser mío, todo el Shichinintai estaría vivo! Como sea, yo sólo me entretengo manipulando los hilos en esta historia.
Advertencia: Shounen Ai. No es muy fuerte, pero aquí está.
Pairing: Jakotsu x Bankotsu. Inuyasha x Miroku.
Capítulo 18.- Te amo.
------------------------------
Bankotsu se giró sobre sí mismo, con el rostro levantado y la mirada fija en un punto sobre el piso. Ese punto desde el cual Jakotsu le miraba, con las mejillas ruborizadas, los ojos engrandecidos y ambas manos cerradas sobre su regazo, sumiso completamente ante él.
"Honorable hermano…" dijo éste, con su voz suave, y Bankotsu jadeó, sorprendido. La tela del yukata de Jakotsu había comenzado a escurrirse por sus hombros, exponiendo gran parte de sus delgados brazos y su pecho de piel pálida. "…lo amo tanto…"
Ahora estaba gateando hacia él, y Bankotsu, que se había arrodillado sin darse cuenta, extendió inconscientemente sus brazos hacia el capitán.
"Aniki… Bankotsu no Oo-aniki…" el cuerpo delgado de Jakotsu se echó sobre el suyo, lentamente, y él tuvo todo el tiempo del mundo para sentir la calidez de la piel contraria sobre la suya. "Tómeme, por favor… haga conmigo lo que quiera…"
Sus ojos azules parpadearon repetidas veces y la imagen se desvaneció.
Jakotsu todavía estaba arrodillado a pocos pasos de él, con los puños cerrados sobre la tela que cubría sus rodillas y la cabeza inclinada.
Sacudiendo bruscamente su cabeza, Bankotsu se ruborizó. ¿¿De dónde demonios habían venido aquellas imágenes? En tan poco tiempo, sobre todo…
De todos modos se volvió por completo hacia él, todavía inseguro de si había escuchado realmente lo que creyó escuchar o se trataba solamente de una broma pesada de su imaginación.
"J-Jakotsu…" su voz sonó rasposa. Metálica. Y Jakotsu no quiso levantar el rostro para verlo. "Lo que…"
No, lo que deseaba decirle no eran las palabras que golpeaban su cabeza como disparos, violentos, inesperados. Había tantas ideas revolviéndose en su mente… deseaba arrojarse sobre él, besarle y decirle que él también le amaba, pero…
Yo no lo amo.
Su rostro se giró 20 grados hacia un costado. Tenía el puente de la nariz todavía cubierto de un suave tono bermejo que oscurecía todavía más el color de su piel bronceada y podía escuchar cada uno de los arrebatados latidos de su corazón.
"..lo que…" nuevamente, él que no era una persona de pocas palabras, se había quedado sin saber qué decir o cómo reaccionar ante tal inesperada situación.
Es decir… tenía presente que, desde aquél incidente en el baño las cosas con Jakotsu y con él no estaban marchando de la forma correcta; que se habían apartado bruscamente de la relación líder-subordinado, vaya pues, de camaradas a la que debían haberse restringido desde un primer momento.
Pero, de eso a admitir que uno de los dos amaba al otro…
"M-Mira, Jakotsu…"
Los puños del capitán se cerraron todavía con más fuerza alrededor de la tela de su yukata, y sorprendiéndose a sí mismo y con el rostro todavía ruborizado, se puso de pie y levantó su mirada hasta toparse con los ojos azules de Bankotsu.
Aquellos profundos orbes marinos en los que sabía que podría hundirse, perderse y naufragar hasta que el gélido frío de sus ojos terminara por ahogarle.
Sentía tanto miedo, pero sus piernas se estaban moviendo sin su consentimiento; caminando paso a paso hacia él, acortando lentamente la distancia y provocando que un sorprendido Bankotsu retrocediera también en un par de pasos abruptos hasta que su espalda tocó suavemente la pared de madera.
"Jakotsu…"
No estaba llamándole, pero para Jakotsu el mero hecho de escuchar una vez más el dulce timbre de su voz fue como haber recibido millones de revoluciones directas sobre su febril cuerpo. Algo que le impulsó a dar el último paso y cortar finalmente la distancia que les separaba el uno del otro.
"Aniki…" su voz sonó quebrada, y dentro de los ojos verdes Bankotsu pudo ver la desesperación. Estaba aterrado, ansioso. Hubiese sido capaz de cualquier cosa dentro de su locura. De su deseo indomable por estirar las manos y tocar su piel.
Estaba loco, pero sobre todo enamorado. Y sin darse tiempo para asustarse una vez más, sintió cómo las manos de Jakotsu le sujetaban por el rostro, tirando suavemente de su mentón hacia él.
Sus ojos se cerraron por inercia un segundo después de ver cómo las pupilas verdes desaparecían detrás de dos párpados pálidos, y jadeando fuertemente, sus labios fueron testigos una vez más del mudo lenguaje de aquél beso…
El beso que habían compartido en aquella ocasión, más que sin embargo, en aquél momento, ambos estaban dispuestos a mantener con vida. Al menos por un instante…
------------------------------
Un nuevo bostezo se escapó de labios de Inuyasha, sentado junto a Miroku sobre el lomo amarillo de un metamórfico tanuki. Su cabeza se apoyó suavemente sobre el hombro del houshi, encontrando que el espacio dentro del cuello delgado parecía haber sido diseñado tomando su propia cabeza como referencia para trazarlo. Y Miroku rió, entre dientes, disfrutando del cosquilleo de los largos cabellos plateados agitándose contra su nariz.
"¿Estás cansado?" inquirió el humano, con voz suave y levantando una mano para apartar cariñosamente los mechones de pelo que se agolpaban en el rostro del hanyou.
"Iie.." fue la única respuesta del híbrido, quien sonrió también, alegre, al mismo tiempo que se acurrucaba más contra el cuerpo de Miroku. "Sólo un poco aburrido… estaba acostumbrado a correr para salvar las distancias, últimamente."
Miroku se encogió de hombros, sin dejar de sonreír y frotando ligeramente una de las orejas caninas de su compañero.
"¿Me dices que te aburres conmigo?"
"¡¡N-No!" repuso Inuyasha, con un jadeo y un gemido entremezclados, sintiendo cómo un agradable escalofrío le recorría la espina dorsal. "Es muy cómodo no tener que correr tanto, y se está tan bien aquí contigo…" sus mejillas enrojecieron ligeramente ante tal muestra de debilidad. Se mordió la lengua, encogiéndose de hombros él también y sintiendo cómo Miroku reía. Más sin embargo su risa alegre terminó contagiándosele y, haciendo un pucherito, frotó su rostro contra el cuello del monje.
"..Inuyasha…"
"Mhh?"
Suspirando, Miroku rodeó el cuerpo delgado del demonio con un brazo y lo apretó contra sí, ignorando las risitas entrecortadas del tanuki y el jadeo sorprendido de su compañero.
"Nada."
Inuyasha sonrió.
Abajo los tejados de la aldea de Kaede parecían brillar bajo la luz del medio día. Así que Hachi comenzó a descender.
------------------------------
El cuerpo de Bankotsu golpeó pesadamente los tatamis del piso, seguido muy de cerca por la figura delgada de Jakotsu que buscaba un lugar sobre su regazo. Los brazos del más joven se envolvieron alrededor de la cintura minúscula del capitán, quien a su vez había enredado los suyos en el cuello del líder.
El jadeo fue apenas perceptible, amortiguado por los labios contrarios encontrados en un beso húmedo, intenso y desesperado. Más por parte de Jakotsu, cuyas lágrimas todavía escurrían por sus mejillas, encima de sus tatuajes y goteando por debajo de su cuello hasta mojar la tela blanca del haori de su líder. Ambas lenguas trabadas en una pelea por la dominación que desde un principio Bankotsu estuvo predispuesto a ganar incluso dentro del estado de estupefacción que aún le invadía.
Las piernas de Jakotsu se abrieron una a cada lado y sus caderas se apoyaron sobre el regazo del otro, jadeando ambos fuertemente con el contacto y rompiendo ligeramente el beso para tomar aire ante de volver a encontrarse frenéticamente. Sus manos desnudas toqueteando la espalda firme de Bankotsu, enviando con cada presión, con cada roce, una sensación excitante que se extendía desde la punta de sus dedos hasta el punto más profundo de su cuerpo.
Lo recordaba bien. Aquella vez en el baño.. Cuando ambos estaban desnudos y Bankotsu, sorprendentemente, se había prestado al juego que más temprano que tarde se convirtió en un momento de caricias tan ardientes como efímeras que no podría olvidar nunca. Incluso cuando no sabía que lo que llevaba dentro, que el sentimiento desesperante que no le cabía en el pecho se llamaba amor. Incluso cuando fue él mismo quien, estando a tan poco de besarle, desaprovechó la oportunidad sólo para depositarle dentro de los brazos de aquél.
"A-niki…"
Las muñecas de Jakotsu se retorcieron dentro de los puños de Bankotsu, que le habían sujetado con fuerza. Los dos giraron sobre el piso, bruscamente, y todo el peso del cuerpo del líder se apoyó sobre el estómago y el pecho del capitán, quien gimió más de felicidad que de dolor.
Bankotsu le estaba besando.
Por pie propio. Sin que nadie le obligase. Le besaba, y en aquél momento él se sentía capaz de tocar el cielo. Tal como si hubiese muerto y resucitado mil veces más, continuamente, y hubiese pisado el paraíso otra vez, de su mano.
"…tal vez no deberíamos…"
Las palabras de Bankotsu fueron interrumpidas por el movimiento hábil de las piernas de Jakotsu, cerrándose en torno a su cintura y consiguiendo que ambas ingles se presionasen en un encuentro delicioso. Después un gemido gutural, placentero, excitante.
Jakotsu podría haberse vuelto loco. Haberles enloquecido a ambos en aquél momento.
Bankotsu gruñó, sintiendo cómo su rostro entero ardía y dejando que el agarre alrededor de las muñecas de su compañero se aflojara ligeramente.
Había estado siendo muy rudo con él. Él, que tenía bastante más edad y experiencia en aquellos asuntos. Así que tal vez…
"Aniki…"
Los labios de Jakotsu se escurrieron por su cuello desnudo, suavemente, logrando que todo su cuerpo temblara y se estremeciera con el tacto húmedo y caliente de su boca.
Le sintió cerrar los dientes alrededor de cierto punto en su piel bronceada, y repentinamente, estirar. Así que jadeó, sorprendido, levemente adolorido y sobre todo excitado.
Tan doloroso como placentero. Casi del mismo modo en que…
"Ja-kotsu.."
Los ojos verdes de Jakotsu le miraban, engrandecidos. Una gran parte de la tela de su yukata había escurrido por sus hombros, y repentinamente Bankotsu ensanchó también su mirada.
"Aniki…" se había separado ligeramente de él para poder verle mejor. "…por favor…"
Se estremeció. Todavía apretaba las muñecas del espadachín contra el piso, pero aún así las piernas flexionadas de Jakotsu en torno a su cintura ejercían un dominio increíble sobre él.
"¿¿Por qué no lo entiende?" ahí venía. "Lo amo… quiero estar a su lado… por favor…"
Estaba empezando a asustarle. Y no deseaba decirle que le amaba también, porque sería mentir…
¿Verdad?
"…déjeme estar a su lado…"
Jakotsu…
"…onegai…"
Incorporándose bruscamente, sintió cómo las piernas de Jakotsu se aflojaban alrededor de su cintura. El gemido apagado de su garganta había sonado casi tan fuerte como un grito y no ayudó a que se sintiese mejor.
"Jakotsu… yo no…"
Era desesperante ver cómo los ojos verdosos temblaban humedecidos dentro de una débil cortina de lágrimas. Tan atrayente el rubor sobre sus mejillas, el yukata resbalando por sus hombros, el suave cabello suelto…
Varias ideas descabelladas acudieron a su cabeza en tropel, activando y enviando diversas clases de sensaciones y reacciones por todo lo largo de su cuerpo adormecido.
Las manos delicadas habían vuelto a tomarle suavemente por la tela del haori, suplicantes, y se sintió repugnante ante la mera insinuación de tener que apartarle de él.
"…no me lo diga… por favor…" la voz quebrada de Jakotsu tiraba cada vez más de su voluntad ya tambaleante. "…usted no puede amar a Renkotsu… no… no me lo diga…"
Fue ante la mención de aquél nombre que el hechizo se rompió, tan inesperadamente como había llegado.
Los ojos azules de Bankotsu, oscurecidos por una pasión desconocida y la desbordante confusión que sus últimas acciones le provocaban retomaron su brillo particular, parpadeando repetidas veces antes de que, en un gesto irritado, frunciera el cejo y sus manos volvieran a cerrarse bruscamente alrededor de las muñecas delgadas de Jakotsu, apartándolas de su cuerpo y empujándole con violencia sobre el piso frío.
El capitán gimió, quedamente, entrecerrando sus ojos por efecto del golpe y sintiendo cómo todo el peso del líder caía sobre el suyo, casi placenteramente.
"Escúchame bien…" la voz de éste, sin embargo, se había cargado de una ira reprimida que nunca antes había escuchado dirigida a él, empujándose por encima del titubeo nervioso de antes y los tímidos jadeos de satisfacción. "No vuelvas, ¿Me escuchas? No te metas nuevamente en mis asuntos personales".
Sus asuntos privados… ¿Qué no habían pertenecido siempre los problemas a ambos? Incluso cuando se conocieron y Bankotsu, todavía un niño, había confiado ciegamente en él y permitido que sus brazos se envolvieran alrededor de su cuerpo pequeño y desprotegido. La primera vez que estuvieron tan cerca como para sentir los latidos acelerados del otro corazón sin saber el por qué de la serie de reacciones que invadían sus cuerpos de manera inmediata.
Pero ahora no quería decírselo… No quería hablar al respecto, pese a que él sabía que lo que sucedía con Renkotsu no solamente estaba haciéndole sufrir a sí mismo… Tal vez era la consecuencia de una declaración amorosa poco meditada. Tal vez Bankotsu finalmente se había aburrido de él.
Tal vez…
Pero le dolía tanto. Cada uno de los golpes no intencionados del otro cuerpo. Cada una de las palabras hirientes. Todo le lastimaba. Y Bankotsu debía saberlo bien… era por eso que más dolía.
Una lágrima escurrió desde sus ojos cerrados hasta su mejilla apoyada sobre el piso. Había girado el rostro hacia un costado, asustado de ver dentro de la mirada azul y encontrarse nuevamente con su desprecio. Una lágrima seguida de otra más, y un par después de esas.
Bankotsu se mordió el labio inferior, sintiéndose miserable.
Odiaba ver así a Jakotsu. Odiaba encontrarle sumiso a él, siendo tan fuerte como para conseguir que cualquiera suplicase pero ahora rogando por su amor. Odiaba haberse convertido, de la noche a la mañana, en el motivo por el cual Jakotsu se había rebajado a arrodillarse y llorar.
Lo odiaba todo. Pero odiaba más no poder corresponder a sus sentimientos…
Porque él sabía bien cuánto amaba a Jakotsu. Sabía que lo hubiese dado todo porque sus labios se encontrasen tan sólo una vez más y el dolor desapareciera para siempre, pero no podía engañarle ni engañarse a sí mismo…
Es verdad. Incluso si en aquél momento fuese Suikotsu quien le abrazara y dijera que todo estaría bien él se hubiese sentido mejor…
Es decir. Suikotsu le gustaba, y también Renkotsu, tal vez, en su momento. Pero lo que sentía por Jakotsu iba más allá de una simple atracción.
Una especie de encariñamiento en grandes magnitudes, posiblemente. El amor por un hermano mayor. El deseo carnal por aquél cuerpo suyo…
¿Pero qué pasaba si se equivocaba? ¿¿O si Jakotsu estaba nuevamente confundiendo sus sentimientos con el agradecimiento? Habían estado juntos por mucho tiempo. El suficiente como para que un sentimiento aflorase. El suficiente para haber asentado una relación. Para conocerse bien el uno al otro, como estaba seguro que hacían, y decidir si lo que palpitaba dentro de su pecho cada vez que estaban cerca realmente era amor…
Esto era lo que le daba miedo.
Pese a haber estado con muchas mujeres en su vida, ninguna le había gustado tanto como él. La lujuria por la sangre, por cumplir sus ambiciones… todo esto se resumía en una simple palabra.
Pero Jakotsu…
"Aniki…"
No quería confundirse.
Necesitaba pensar, darse tiempo para aclarar sus ideas ahora que los sentimientos de Jakotsu para con él estaban claros. Necesitaba tenerlo lejos, o terminaría doblegándose y haciendo algo de lo que más tarde podría arrepentirse…
Cómo iba él a saberlo…
"..por favor…"
Le dolía tanto a él también.
Y aún así compuso una expresión de enfado, tan profunda que vio a Jakotsu gemir y volver el rostro nuevamente, asustado de lo que hubiese podido suceder.
"Lo que yo tenga con Renkotsu es mi propio asunto…" siseó, en voz baja, y sus manos apretaron todavía más las muñecas del capitán. "No sé, realmente no entiendo qué es lo que te hace pensarte con más derechos que el resto del escuadrón… Pero escúchame bien, porque sólo lo diré una vez…"
El pecho del espadachín subió bruscamente, con un jadeo, cuando la boca del líder habló cerca de su oreja derecha y la respiración caliente le golpeó el rostro.
"…no quiero que te metas en mi vida…"
Y con esto Bankotsu se incorporó, aflojando su agarre y sentándose sobre el piso, con su cabello despeinado y el rostro vuelto hacia un punto cualquiera del suelo de madera. Tenía la expresión en blanco y sus ojos habían vuelto a perder su brillo, pese a que temblaba como si en cualquier momento fuese a echarse a llorar.
Jakotsu se incorporó también, torpemente, y su mirada se topó con el perfil inexpresivo del comandante.
Nadie dijo nada por un momento, dedicándose uno a mirar el piso y el segundo a mirar al otro.
Bankotsu sabía que Jakotsu le miraba. Podía sentir su mirada sobre la nuca, pero no estaba dispuesto a volver a encontrarse con aquella mirada. Porque sabía que si lo hacía terminaría explotando, abrazándole y diciéndole que mentía. Que no sucedía nada con Renkotsu y que deseaba estar a su lado…
"…aniki…" insistió Jakotsu, una última vez.
Pero la mirada fría de Bankotsu no se volvió hacia él, fija en ninguna parte en particular y con las rodillas flexionadas frente a él.
"…por favor…"
"Vete, Jakotsu." dijo el lancero, en voz apenas lo suficientemente alta como para que el otro le escuchase. "Y no vuelvas a hablar de esto con nadie… mucho menos conmigo…"
"..P-pero…"
"Además…" girándose hacia él, Bankotsu sonrió, ligeramente. "…Suikotsu siempre ha sido mucho mejor que yo."
Le había roto el corazón, eso estaba claro. Una serie de lágrimas rebeldes se escurrieron por las mejillas del capitán, en tropel, pero éste se obligó a sonreír también, débilmente, y a apartarlas de su rostro con un movimiento brusco de su mano derecha.
"¿De… de verdad usted desea que…?"
"No se trata de lo que yo desee, Jakotsu…"
Hubo un momento de silencio. Sus miradas se encontraron por un segundo, casi tan eterno como sus propios sentimientos, pero nada sucedió hasta que ambos rieron entre dientes, insípidamente.
"…sólo se trata de lo que es mejor para los dos."
"Comprendo." Jakotsu siguió sonriendo mientras torpemente avanzaba de espaldas hacia la puerta, tanteando con una mano en busca de la salida. "…aniki…"
"¿Si?"
"De todos modos…" ampliando su sonrisa, Jakotsu levantó el rostro.
Los ojos le brillaban fuertemente por las lágrimas y aún el rubor se asentaba en sus mejillas, pero no pudo evitarlo.
"…de todos modos gracias… hoy me hizo muy feliz… aunque fuese por tan poco tiempo…"
Las pupilas de Bankotsu se ensancharon ligeramente, sorprendido, pero no pudo decir nada porque Jakotsu salió precipitadamente de la habitación, a trompicones, y cerrando la puerta desapareció por el pasillo contiguo.
Y Bankotsu se quedó adentro, con la mirada fija en la puerta ahora cerrada y una expresión de confusión en su rostro.
Se ruborizó también, levemente, e inclinó la cabeza.
No estaba seguro, realmente, de lo que había hecho…
No estaba seguro de si había tomado el camino correcto. De si su decisión estaba bien para ambos. De si así pronto todo quedaría en el olvido y volverían a ser los de antes, al menos hasta que los latidos apresurados en su corazón tuviesen un por qué y hubiese puesto alto a su problema con Renkotsu.
Nadie iba a tomar la vida del cuerpo de Jakotsu nuevamente, de eso iba a encargarse él.
E Inuyasha… no entendía por qué la imagen del rostro de Inuyasha mirándole con aquellos penetrantes ojos dorados en el último momento apareció en sus pensamientos, pero…
"…todavía tengo que encontrarte, Inuyasha…"
No había olvidado que deseaba vengarse.
Que iba a vengarse.
Y si sus sentimientos desquiciados para el hanyou iban a interponerse entre su posible amor por Jakotsu y su propia labor como el líder del Shichinintai lo mejor sería arrancar el problema de raíz.
Así que, volviendo a arquear las cejas, dirigió su mirada hacia la ventana.
Iba siendo hora de que comenzara a buscarle y eso no iba a ser nada fácil.
Necesitaba a Banryuu para empezar.
------------------------------
Notas: No se imaginan cuánto me costó escribir este mugre capítulo u-úU… sí, sí, estuve atorada con las primeras escenas casi desde principios de diciembre ;-; pero bueno… finalmente lo conseguí, aunque debo confesar que no estoy del todo satisfecha. Como sea… puede que Bankotsu les haya parecido un poco cruel, vaya que hasta a mí me cayó mal en este chap XD pero hay que ver que el muchacho está confundido porque no sabe lo que siente, porque tiene muchas sensaciones acumuladas y porque encima Renkotsu ha estado abusando sexualmente de él T.T además viene y ve a Jakotsu a punto de besarse con otro y eso si fue ya el colmo de su trauma psicológico o-o digo, hasta yo me hubiese privado por un año entero si me hubiese pasado lo mismo. Además de que adoro el angst y aún falta mucho fanfic por ser escrito n.nU… anyway. Ahí lo dejo… dejen reviews u.úU..
