Todo mi amor eterno a Fran, Caro y Vick y a ti lector/a silenciosos/ as.


Estaba muy oscuro cuando aparecieron a las afueras del palacio de verano de los Malfoi en un camino recto que se iluminó suavemente cuando Draco dio un paso adelante, su sello titilando momentáneamente antes de apagarse. Hermione soltó un jadeo cuando el camino terminó de dibujarse en cálidas luces. Al fondo de una glorieta de grava había un pequeño palacio de piedra blanca, ventanales de piso a techo y molduras de oro bordeado de setos verdes y pulcramente recortados con senderos de rosas a cada lado.

—El Petite Trianon es casi una réplica exacta de este palacio, ¿lo sabías? —murmuró Draco en su oído, su cálido aliento creando emociones secretas a Hermione si el color de sus mejillas era un indicativo—. Luis XV era una persona bastante excéntrica cuando se trataba de renovaciones, así que le pidió a su arquitecto un nuevo palacio para una nueva vista y Merlín sabe que Ange-Jacques Gabriel no era una persona imaginativa, no después de tantas remodelaciones, así que fue con los Malfoi y prácticamente copió su diseño centímetro a centímetro. Se aprovechó que en ese momento la familia apenas se estaba asentando en Inglaterra.

Draco deslizó su mano por la suya y tiró hacia adelante, llevándola al edificio que se levantaba inmóvil.

Por un momento sólo se escucharon sus pasos en la grava mientras se acercaban, pero Hermione interrumpió sus pensamientos.

—Seguramente los Malfoi no dejaron las cosas así, conociendo la mitad que conozco de tu historia familiar, debieron haber hechizado al pobre Gabriel por atreverse a copiar algo tan sagrado como el diseño de una casa de verano —dijo ella mientras la propiedad se iba achicando. Con un chillido, siguió—. ¿Son rosas? ¿Podemos verlas? Ooh, parecieran del tipo «La France»... Este cultivo de rosas fue conseguido en Francia en 1867 por el rosalista Jean-Baptiste André Guillot. Se considera el primer híbrido de té del mundo, es una transición entre dos épocas: las rosas antiguas de jardín y las modernas. Sin embargo, considera esta afirmación un tanto arbitraria. Ya que La France combina la abundancia de flores y la importancia de los híbridos perpetuos y la belleza de las flores y hojas rosas de té...

Draco dejó que hablara y se detuviese el tiempo que deseara, conocía a Hermione casi como se conocía a sí mismo y sólo tenía soliloquios cuando estaba nerviosa, quizá tanto como él lo estaba. Ciertamente llevarla aquí, a un lugar privado con muchas habitaciones con camas extra grandes y un lugar solitario no parecía lo más sensato para sus hormonas revolucionadas.

Pero siendo honestos, cuándo, desde que la conoció y aceptó sus sentimientos hacia ella, ¿no vivía con las hormonas al límite? Pero era bueno, se dijo, mientras ella se deslizaba entre las rosas y le explicaba la benevolencia de sus espinas. Ambos necesitaban tiempo para aclararse y cuando ella terminara su monólogo, él también habría conseguido relajarse y podrían seguir adelante.


Porque Draco conocía a Hermione, no era una persona que guardara silencio cuando se ponía nerviosa pero una vez terminado su monólogo, ella encontraba la paz y genuinamente, escucharla hablar lo calmaba, como había descubierto hacía unos años mientras asistían por quinta vez al cine; era una película bastante pornográfica y hacía calor en la sala mientras veían a dos chicas besarse explícitamente.

Draco habría estado absorto en la escena si hubiese ido con cualquier otra persona, pero su compañera era Hermione y él no podía apartar la mirada de sus brillantes ojos y la manera en que su lengua se deslizaba por sus labios inconscientemente; llevaba un hermoso y veraniego vestido demasiado delgado y vaporoso por encima de la rodilla con los brazos al descubierto, era hermosa y él se moría por tocarla.

Ella estaba observando la escena con sumo interés y un bonito rubor cubrió sus mejillas cuando lo descubrió mirándola. Él se rio con suavidad y se deslizó ligeramente en su asiento, rozando su rodilla con sus muslos desnudos y Hermione jadeó con sorpresa. Draco estaba muy cerca, sus alientos acariciándose mientras se miraban en la penumbra de la sala. Él miró sus labios en la valentía de la oscuridad y ella los lamió una vez más.

Quizá si se acercara un poco más, él podría...

—¿Sabes por qué se grita «cácaro» en el cine?

Draco enarcó una ceja, pero Hermione continuó con rapidez.

—Anteriormente había una persona en la parte de atrás revisando que las cintas corrieran con normalidad en cada sala, bueno, en realidad los cines antes sólo contaban con una sala y era permanencia voluntaria. Entonces había una persona atrás revisando que la cinta corriera con normalidad y no hubiese extravíos o incendios por los químicos que contenían dichas cintas y con la fricción al ser corridas, podían incendiarse. Pero muchas veces las cintas se atoraban y la película ya no podía verse, entonces a esta persona la apodaban «cácaro» —Draco se separó un poco, confundido por la repentina verborrea de información—. Cácaro solía quedarse dormido o se iba a otra parte y todos gritaban «¡Cácaro!» y entonces él despertaba y la película se volvía a proyectar.

Hermione se metió un puñado de palomitas en la boca y le sonrió.


O la ocasión en que tuvieron que asistir a la conmemoración del 2 de mayo el mismo año de la ruptura de Hermione y Weasley. Había sido horrible, opresivo, doloroso y Draco no quería estar ahí, pero tenía qué, como mortífago reformado y aceptado por la sociedad, tenía que estar ahí.

Así que se había escondido en un arco del patio interior de Hogwarts deseando que todo acabara cuando Hermione se deslizó a su lado en silencio y presionó su mano en su muslo dándole un toque que lo quemó y reconfortó al mismo tiempo, aislándolo de las personas que paseaban a su alrededor. Ella le sonrió y apoyó su cabeza en su hombro, manteniendo su mano en su muslo como una declaración de apoyo. Draco cerró los ojos y suspiró, tomando su mano.

—Ronald está ahí con los Weasley y no me dirigió ni una palabra, como si no existiese.

—Cretino.

—Nunca le gustó a Crooks, debí haberlo escuchado.

—Crooks es un gato, Granger, ¿a acaso ya desarrollaste el maullido de gato?

—¿Maullido?

—Los gatos se comunican con maullidos, ¿no? Es su lenguaje.

Hermione se acurrucó más contra su costado y cerró los ojos. Draco la imitó y de pronto, eran únicamente ellos dos en un patio tranquilo, sin miradas ni muecas de asco.

—El maullido del gato no es como el lenguaje de los perros, en realidad, no tienen un lenguaje. Se va desarrollando con sus interacciones.

—Pues Crooks es medio kneazle, Granger. Horroroso, un pecado a la vista —bromeó.

Se sentía tan natural tenerla acurrucada en su costado, sus manos juntas compartiendo susurros sobre gatos.

— En el Antiguo Egipto los gatos eran adorados y el rapto o la venta de estos animales podía ser penado con la muerte, pues su labor como cazadores de ratas era muy valorado —soltó de repente Hermione mientras entrelazaba sus dedos con los suyos. Draco parpadeó muy confundido mirando sus manos—. También si un gato moría, todos los miembros de la familia se depilaban las cejas en señal de duelo —Draco sonrió y se dejó llevar—. En realidad, el nombre para «gato» en egipcio es «mau».

Draco soltó una risita que ocultó en su cabello y la siguió escuchando parlotear sobre gatos y egipcios hasta que Potter apareció y dijo que era hora de irse, finalmente.


—...Y eso es todo sobre «La France» —Hermione se calló de repente y Draco prestó atención. Ella se movió en su lugar y miró sus manos antes de asentir hacia la entrada principal—. Ciertamente, aunque amo hablar sobre «La vida es rosa», creo que podríamos hablar de otras cosas, adentro.

—Ciertamente podríamos hacer eso —coincidió Draco—. Cuando estés lista.

Hermione soltó una risita y tiró de él.

—Ciertamente estoy lista, Draco Malfoy.

—¿Podemos dejar de decir «ciertamente», Hermione Granger?

—Ciertamente.

Ambos rieron mientras subían los últimos escalones hacia la gran puerta de madera blanca.

Con un suave movimiento, la entrada se abrió y las luces interiores se iluminaron dejando reflejos danzantes sobre las superficies de mármol travertino.

—Es impresionante —susurró Hermione mirando a su alrededor, a los techos y los reflejos del piso—. Precioso, Draco.

Él asintió bastante pagado de sí mismo, aferrándose a su mano en cada vuelta.

De pronto ella había girado en su órbita, riendo y aferrándose a su pecho...

Y sus labios estaban juntos una vez más.

—Llévame a la suite principal —susurró Hermione cuando se separaron con suavidad.

Draco asintió y la tomó de la mano, llevándola por un pasillo alargado.

—Es una buena pregunta, no sé dónde está.

Ella soltó una risa que tintineó en cada recoveco de la casa mientras era arrastrada por los distintos dormitorios en busca del principal.


La puerta se cerró detrás de ellos y una bonita y muy ornamentada habitación se iluminó ante ellos.

Hermione soltó sus manos y se acercó a la ventana, observando los encantadores jardines de rosas de los Malfoi.

—Es hermoso —susurró Hermione absorta en el exterior. Draco se acercó y le sonrió.

—Sí, es hermoso —murmuró de vuelta. Ella se giró hacia él y no hacía falta decir más para saber que no se refería a los jardines de rosas. Draco suspiró y se alejó, sintiéndose de pronto muy estúpido por estar encerrado en una habitación, con una cama, con ella. Bien podían haber hablado en la sala, idiota.

Hermione también trago y dio un suspiro fuerte, como decidiéndose. Vio en sus ojos la bravuconería y volatilidad característica de los Gryffindor mientras asentía para sí misma y se giraba, enfrentándolo.

—Te amo, Draco —dijo Hermione acercándose y mirándolo directamente a los ojos. Algo en su pecho se infló con las palabras más dulces que siempre había deseado escuchar—. No como socio de bebidas, ni como mi mejor amigo, menos como hermano; no te amo de la misma manera en que lo hago con Harry o incluso Ron. Lo hago romántica y muy profundamente —siguió ella sin apartar la mirada, llevándose las manos al frente—. Ya te dije cuánto tiempo me costó darme cuenta que no estabas metido en mi vida porque fueras un chismoso o un entrometido, sino porque deseaba que estuvieras en cada cosa importante de mi vida: las horribles primeras cenas con mis padres recién recordados, las citas al veterinario de Crooks, todas las sofocantes tardes de museos, en la contabilidad del consultorio de los Granger, en mi trabajo —susurró mientras se quitaba el cabello de la espalda.

Draco hundió las manos en sus bolsillos y decidió dejar hablar a la muy mandona.

—Cada horrible viernes con los chicos, quería que estuvieras tú. Y no sólo tú —Su hermoso cuello estaba expuesto mientras hablaba, dejando a la vista la elegante y atrevida curva de su escote. Draco se concentró en sus ojos y lo importante que decía mientras ella daba una vuelta—. Quería que fueras tú, conmigo, como pareja. Pero di por hecho que en algún punto se daría naturalmente y perdí un poco la perspectiva y luego no sabía si querías lo mismo... o cambiaste de parecer. Tú dabas un paso y yo parecía retroceder tres y viceversa. ¡Qué maldito y terrible baile hicimos!

Avanzó hacia él mientras sus manos se retorcían la una a la otra: la bruja más linda de su vida estaba nerviosa.

—Pero realmente deseo esto —Levantó su mano izquierda y Draco tardó unos momentos en comprender a qué se refería—. Esta promesa: la quiero. La quise en ese momento y ahora realmente la deseo.

Draco abrió la boca y la volvió a cerrar mientras ella se arqueaba un poco, enderezándose con esa mirada mandona que lo hacía temblar y arrastrarse por ella: en serio amaba que ella lo mandara.

Hundió aún más las manos en los bolsillos y se olvidó de respirar para no desviar la mirada de su rostro.

—Yo... yo no... no es...

Hermione enarcó una ceja.

—Sí lo es, Draco, no soy tonta.

Draco exhaló y asintió.

—No quería... yo sabía que no... tú... no lo hice de la manera adecuada, así que no cuenta.

Hermione asintió y dio el paso que hacía falta para cerrar la distancia, tiró de su mano sacándola de sus bolsillos, quizá rozándolo innecesariamente en el proceso y le colocó algo en la palma: el anillo de níquel.

—Entonces espero que lo hagas correctamente en este momento —Inclinó la cabeza hacia la derecha—. Quizá en ese hermoso balcón principal a la luz de la luna. Sería un gran gesto muy digno de Draco Lucius Malfoy, ¿sabes?

Draco rio y se dio cuenta que se sentía más ligero que en años; más feliz e invencible que nunca en toda su vida.

—Hermione Granger, ¿me acompañarías al balcón un momento?

Hermione respiró y asintió con una sonrisa.


El aire de los jardines era fresco a esta hora y un ligero rocío se extendía por todas las rosas, puntualizando su olor y la luna les daba un brillo etéreo y elegante.

Draco guio a Hermione hacia el exterior del balcón e inhaló antes de darse la vuelta y clavar una rodilla en el piso.

—Hermione Jean Granger, eres la persona más mandona que conozco en mi vida, tanto que me has dicho qué hacer toda la noche, apenas he hablado y sin embargo, no puedo hacer otra cosa que amarte por eso; porque sabes cuándo necesito que me ordenes y cuándo no. Sabes tomar mi mano y cortar mis zanahorias con perfección o cuando cerrar tu hermosa boquita y dejarme tener mi diatriba. Pero también eres mi mejor amiga y un elemento que no es un pilar, pero es todo lo que me hace falta para cada día intentar ser mejor.

Hermione hipó y Draco se sorprendió de lo fácil y genuinas que eran sus palabras, lo sincero que estaba siendo sin necesitar nada más de nadie.

—Realmente no creía poder vivir otro año esperando, pero al mismo tiempo sabía que podía hacerlo porque vales cada minuto de toda mi vida —Hermione sonrió y acarició su rostro, sus labios estaban apretados para no hablar tal como él había dicho. Draco tomó su mano izquierda y la besó con suavidad—. Sé que juntos somos lo que el mundo necesita pero teme; un impulso perpetuo colmado de lo que deseemos es como me siento cuando estoy a tu lado. Por que siete años son una vida, pero la vida que más amo porque estás en ella, porque eres mi familia. Yo, Draco Lucius Malfoy, te doy este anillo de níquel que prometo reemplazar con un diamante tan grande o pequeño como desees tan pronto como tu padre acepte que soy digno de ti y espero, de corazón, hacerlo con uno de la familia Malfoy.

Hermione sollozó y se arrodilló a su lado, abrazándolo. Draco deslizó el anillo en su mano y besó sobre la tupida mata de cabello.

—También te prometo mi amor eterno y todo lo que tengo, poco o mucho, es todo tuyo, Hermione. Porque yo soy tuyo y así ha sido por mucho tiempo. Te amo, Granger.

—¡Oh, Draco! —sollozó ella y lo besó con fuerza. Casi inmediatamente se separó de él y le sonrió—. Por supuesto que acepto tu promesa, así como la acepté desde el inicio. Y en cambio yo, Hermione Jean Granger —Estiró su mano izquierda y Draco se sorprendió de ver que él no llevaba su anillo puesto... porque Hermione lo tenía en la palma de su mano—, con este anillo, te prometo, mi amor, que eres y serás el único. Y aunque amo que esperes estar a la altura de las exigencias de mi padre, no me importa si nadie más lo aprueba. Porque Draco, yo te amo y eso es lo único que importa.

Draco rio y dejó que ella deslizara en su anular el gemelo de níquel.

—Entonces, es una promesa, Hermione.

Ella, la bruja más linda de su vida, asintió solemnemente.

—Es una promesa para toda la vida.

Se besaron durante mucho tiempo arrodillados en el frío mármol del balcón del palacio Malfoi hasta que él tiró de ella adentro, dejando besos sobre cada parte suya, abrazándola y atrayéndola en cada oportunidad.

Pronto habían resbalado sobre la cama entre brazos y piernas perdidas y todavía más rápido, el vestido color burdeos y la camisa de él se habían deslizado hasta el suelo, olvidados finalmente.

Draco besó a Hermione lentamente, saboreando su piel, bebiendo sus gemidos y memorizando sus pecas, poco dispuesto a perderse nada de la primera vez que veía a una mujer totalmente desnuda.

Pero todavía más importante: la primera vez que la bruja más linda de su vida portaba un anillo de promesa y se entregaba completamente, en cuerpo y corazón, a él.

Mientras la besaba y la ropa desaparecía, Draco pensó que si necesitara otros siete años para cualquier cosa que ella necesitara, se los daría, porque cada minuto a su lado, era perfecto.

Como amigos, socios de bebidas, compañeros de karaoke, turistas de museos, recepcionistas del Dental Granger, compañeros de casa o amantes, juntos eran perfectos.


¡Hola! ¡Lo sé! ¡lo sé! soy una mentirosa terrible y no me pude apegar a los 14 capítulos.

No es el final y tampoco hubo la acción que nos gusta, pero les prometo que sí lo habrá. ¿Cuántos capítulos quedan? No muchos, en realidad, pero por alguna misteriosa razón, no me pude apegar a los 14 que deseaba... pero es para darle un final tranquilo y no algo abrupto. Lo prometo.

¡Gracias por leer! ¿Les gustó?

Paola