Advertencia de contenido: Es un capítulo total y exclusivamente de lemon bonito y cursi. Si no es lo tuyo, nos vemos en el siguiente.
Eterno amor a Fran, Vick y Gdossowp
Un camino de besos desde la punta de sus orejas hasta sus labios enrojecidos, caricias suaves y toques ligeros en las puntas de sus pechos que arrancaron hermosos gemidos de ella. Podía sentir el creciente deseo estirarse dentro suyo, rogándole por más; más adentro su lengua; más abajo sus dedos; más duras las mordidas en el cuello; más palabras prohibidas exhaladas en su oído; más fricción de su piel contra la suya; suavidades contra durezas naturales, una fusión de las almas, de sentimientos y sus cuerpos hasta volverse dolorosamente impalpables, fusionándose en un remolino de cosas sin decir y actos por concluir.
—¿Quieres esperar? —preguntó Draco cuando una almohada voló hacia los pies de la cama, dándole un momento de lucidez. Hermione lo miró con el ceño fruncido, confundida—. Sobre esto —especificó él señalándolos.
Ciertamente el que ella sólo tuviese la ropa interior puesta y él sus pantalones no era el mejor ejemplo de «esperar».
Hermione soltó una carcajada y se medio incorporó, ruborizada, luciendo como un bello y muy comestible desastre.
—¿Quieres que esperemos? —contraatacó con una sonrisa suave.
Draco tragó y miró a su alrededor, la habitación más lujosa de su palacio francés, la luna filtrándose por la ventana y decenas de velas titilando alrededor de la habitación creando destellos dorados que eran atrapados en los ojos castaños de su bruja y reflejados en su piel olivácea dándole una hermosa apariencia de diosa. Sus hermosos pechos se levantaban orgullosos en un pedazo de encaje claro que los hacía lucir más redondos y llenos que en sus mejores fantasías. Sus rizos cubrían parte de sus hombros y caían en una desordenada cascada por todas partes, incitándolo a hundir el rostro en ellos y ahogarse en su aroma. Y qué decir de sus piernas alargadas y sus pequeñas bragas a juego, cortas y delgadas por detrás, que deseaba quitarlas con la punta de sus dientes.
¿Quería parar? Por Merlín, Circe y Morgana que no, pero... ya había obtenido más de lo que merecía, bien podía esperar un poco más...
—Draco, ¿quieres esperar? —preguntó de nuevo Hermione y él se dio cuenta que tenía la mirada clavada en su cuerpo. Se aclaró la garganta y la miró a los ojos. Ella sonreía de esa manera pícara que tanto amaba—. Ciertamente, yo no.
—Yo tampoco.
Ella sonrió de nuevo y se acercó, intercambiando su posición y dejándolo debajo mientras lo besaba. Draco cerró los ojos cuando ella mordisqueó su oreja y sintió sus suaves curvas estirarse perfectamente sobre todas sus durezas. Sus bocas se encontraron mientras él movía tentativamente sus manos hacia su espalda y apretaba su trasero, su suave trasero con una pequeña y delgada braga que la dejaba prácticamente expuesta. Pasó sus dedos por en medio, separando experimentalmente el encaje de su redondez y ella gimió. Casi fue lo único que bastó para hacerlo venir; la sensación de su piel contra la suya, el calor que irradiaban en sus núcleos y los pequeños y furtivos sonidos que le había arrancado eran suficientes para terminarlo en ese momento.
Inhaló hondo y buscó sus labios, enzarzándose de nuevo en una pelea de lenguas mientras ella abría los muslos y se sentaba a horcajadas sobre él. Draco tiró de su cuerpo hacia arriba sentándose contra la fría cabecera de madera y abrazó el cuerpo de Hermione, el cual encajaba maravillosamente sobre el suyo.
Gritó cuando la madera tocó su afiebrada espalda, recordándole que odiaba el contacto de cualquier cosa fría contra su cuerpo Hermione soltó una risita mientras negaba con la cabeza antes su reacción, él se unió a ella y se besaron con fuerza, como si nunca fuese suficiente beber del otro, su erección restregando contra su calor, el encaje superior estorbando a sus duros pezones y su atrevido trasero meciéndose contra él.
Ella mordió su cuello una vez más mientras apretaba su trasero con fuerza, una deliciosa anticipación presionando en su abdomen bajo mientras exploraba su redondez, acariciando, separando y midiendo en sus palmas, sabiendo cuánto podía tomar de él en sus grandes manos y cuánto se desbordaba, deseando saber cómo sería verla rebotar de espaldas contra su abdomen mientras se hundía hasta la empuñadora en ella. ¡Qué sonidos deliciosos haría mientras la llenaba completamente, cómo su revuelto cabello se vería en una coleta enredada en su puño!
Lanzó un gemido mientras tiraba la tela superior hacia arriba y sus pechos rebotaban frente a sí, libres y pecaminosos.
Lamió y succionó primero con suavidad, deleitándose con su textura tersa ante su lengua, en cómo su piel parecía arder en puro fuego ante cada toque de sus dedos sobre ella.
Era muy parecido a tener fiebre y sentirse implosionar, pero de una manera deliciosa mientras ella se presionaba y balanceaba contra él en los lugares adecuados y sabía que la única cura a esta clase de calor era la culminación total de ellos dos sudorosos, felices y uno encima del otro.
Pasó las manos por su cintura y gimió cuando su piel se erizó, desde los brazos hasta los pezones. Descubrió que se volvía loca cuando pasaba sus dientes suavemente por la punta de sus montículos o cuando sus uñas rascaban ligeramente la redondez de su trasero. Descubrió que amaba tenerla sentada sobre él, empujando superficialmente sobre el lugar correcto mientras su humedad se filtraba sobre sus propios bóxers haciéndolo desearla más. Tiró de la delgada tira que cubría poco de su trasero y la separó, ganándose un jadeo de Hermione. Ella buscó su boca y lamió sus labios mientras él acariciaba la curva de su trasero con un dedo y se hundía más y más abajo, hasta encontrar el lugar húmedo y cálido.
No se dio cuenta que ambos contenían el aliento hasta que ella se empujó contra su mano y la punta de su dedo resbaló dentro; el lugar más cálido y tentador que había conocido lo recibió con expectación. Empujó más adentro y Hermione gimió en su oído, el sonido más sensual y profundo que reverberó en su interior y viajó hasta la punta de su miembro.
Le dio la vuelta y Hermione cayó en un rebote contra el colchón entre risas ahogadas.
Su gemido podía incitar su parte más animal, pero su risa avivaba su corazón.
Esta noche, se iba a morir con tanta seguridad como que se llamaba Draco Lucius Malfoy.
La cubrió de besos y ella abrió sus muslos, recibiéndolo, dándole acceso a la parte más prohibida y deseada desde hacía tiempo. Ella tenía los ojos abiertos siguiendo sus movimientos mientras él se deslizaba por su cuerpo besándolo, adorándolo e intentando memorizar cada peca dorada de sus hombros que iban disminuyendo hasta el monte de sus pechos hasta dos pequeños lunares más oscuros casi simétricos en sus pechos y que él había visto en varias ocasiones entre telas transparentes y escotes profundos, pero ahora, expuestos crudamente, sencillamente eran perfectos y quiso cubrirlos de besos.
Besó su pequeño ombligo y esa cintura que ahora podía atraer hacia él, restregarla y medirla entre sus manos... A sus caderas redondeadas y las pequeñas estrías a sus lados, Draco las adoró, las besó y pasó sus manos por cada una, asombrado que ella pudiera darle todo mientras deslizaba la pequeña y última prenda por sus muslos y se sorprendía en el lunar en la parte interna de su rodilla derecha, demasiado arriba para ser visto cuando usaba faldas, en el lugar preciso para que sólo él pudiera conocerlo.
Besó sus rodillas mientras se sentaba sobre sus talones y la observaba totalmente y esplendorosamente desnuda. Tomó su pierna y la acarició, desde la punta de los pequeños dedos de su pie con uñas color rosado hasta el tobillo y rio mientras descubría un lunar en la planta de su arco, tan escondido y perfecto como toda ella.
Pasó sus dedos sobre la planta del pie y ella gimió con los ojos abiertos por la sorpresa de su propia reacción. Qué maravilloso era descubrir lugares que la volvían loco. Soltó su pie y pasó las manos por ambas piernas, siguiendo sus curvas y deteniéndose en sus muslos.
Se lamió los labios y la observó unos momentos con el corazón paralizado y los nervios en la garganta. Porque ella, definitivamente, era la bruja más linda de su vida.
Pasó los pulgares por la cara interna de sus muslos, abriéndola. Y ella se sonrojó y desvió la mirada al techo, repentinamente avergonzada.
Draco sonrió. Lo único que podía hacer esa noche era reír desde lo más profundo de su propio corazón, era pura alegría, deseo y fuego.
—Mírame, Hermione.
Ella obedeció, tan nerviosa como él cuando le abrió los muslos y bebió su imagen. Con dedos temblorosos, acercó sus dedos al inicio de sus muslos y la acarició. Hermione gimió y cerró los ojos cuando él rozó la pequeña protuberancia rosada una vez y otra más. Acercó su rostro a su ombligo y la colmó de besos todo el camino hasta su sexo, pasó por su pubis y siguió abajo mientras su lengua se deslizaba temblorosa y expectante.
Levantó la vista mientras la probaba por primera vez y era perfecta.
Cada paso era más perfecto que el otro mientras la saboreaba buscando el ritmo perfecto en su clítoris.
—Sé gentil —gimió ella cubriendo su rostro mientras él encontraba un movimiento circular que la hizo temblar—. Oh, Draco, así... Más rápido... Más duro.
Draco acarició sus muslos y sus pechos antes de deslizar su mano hacia abajo y buscar su entrada. Deslizó un dedo con facilidad y empujó experimentalmente.
Ella gimió y se removió.
—Arriba —jadeó mientras usaba sus manos para empujar las suyas—. Arriba —repitió y sus manos se movieron en el aire, curvando y extendiendo su índice y luego empujando. Draco rio y la vibración la hizo gemir: sólo Hermione Granger podía usar su tono mandón en esas condiciones—. Así... como... si me dijeras... ven.
Draco gruñó e imitó el movimiento de su muy mandona bruja, hasta que encontró una nuez rugosa y ligeramente sobresaliente. Ella gimió y a él se le olvidó respirar mientras la veía retorcerse y apretar las paredes internas.
—Dos —jadeó ella con el rostro oculto entre sus manos y las rodillas flexionadas contra sus hombros. Draco titubeó el ritmo y ella ordenó—. Dos dedos, Malfoy.
Draco deslizó otro dedo en su interior y ella se retorció y lo llamó por su nombre mientras el orgasmo se construía en su interior. Acarició el clítoris con su lengua y sus dedos se curvaron hacia adelante presionando y acariciando su interior hasta que ella gritó, empujando sus caderas y tirando de su cabello hacia adelante, acercándolo más, enloqueciendo...
Pero lo mejor fue sentir sus dedos ahogarse en su interior con fuerza y acompañar las vibraciones mientras deliciosos espasmos lo atenazaban y se prolongaban en cada movimiento. Cuando el movimiento pasó, retiró la mano y pasó su lengua desde abajo hasta arriba, bebiéndola, paladeándola...
Hermione jadeó perdida en su éxtasis y su rodilla golpeó el pómulo de Draco mientras se deshacía entre sus manos.
Hermione abrió los ojos y tiró de él hacia arriba con urgencia. Se recargó en sus hombros para no aplastarla mientras besaba sus hombros, pero ella tiró de él con fuerza y chocó contra la cabecera con un sonido hueco.
Draco se rio, Hermione también se deshacía de risa mientras le palmoteaba la nuca y sus risas se convirtieron en jadeos cuando su lengua ya estaba en su boca, saboreándose a sí misma en él y fue lo más erótico que había vivido hasta el momento.
Definitivamente se iba a morir esa noche.
Ella deslizó sus manos por su espalda y se detuvieron en sus bóxers.
—Estoy lista —susurró con voz ronca mientras lo miraba, expectante—. Estoy lista, Draco.
Él asintió y se separó para quitarse la molesta prenda. Ella lo recibió entre sus piernas, los ojos brillantes, los labios enrojecidos y una fina capa de sudor que pegaba los rizos a su cuello.
Y era perfecta.
Se acarició un poco mientras se acomodaba entre sus piernas y se sintió como volar frente a un público exigente: una mezcla de adrenalina y pánico escénico con vértigo a la caída.
—Sé... sé amable —susurró ella entre besos y respiraciones entrecortadas—. Yo... yo no... no todavía...
Draco abrió los ojos y el pánico se instaló en su garganta y salió en forma de risa estúpida, Hermione también se rio nerviosamente, pero luego frunció el ceño y lo miró confundida.
—Yo... pensé que tú ya, al menos... Hermione... estaba confiando en ti para decirme qué hacer —rio con la cabeza en su hombro—. Yo... soy...
Hermione se relajó y comenzó a reír, pasó los dedos entre su cabello y le susurró:
—Entonces hagamos esto juntos —Y se recostó con una sonrisa pícara, atrayéndolo en un beso, agregó—. No debe ser difícil si todo el mundo lo hace.
Draco la besó profundamente mientras se acercaba. Cuando la punta rozó sus labios exteriores, ambos gimieron ante la sensación de calor y dureza. Él empujó con suavidad y ella se aferró a sus hombros mientras sus bocas seguían unidas, ahogándose en el aliento del otro.
Empujó todavía más hasta que Hermione lo recibió completamente. Ella siseó y ocultó el rostro en su hombro. Draco se mantuvo quieto sin atreverse a respirar mientras ella jadeaba y recobraba la compostura luchando contra el deseo de moverse y empujar tan profundo y duro como pudiese. Sus brazos temblaron mientras mantenía una postura superficial intentando no aplastarla.
Ella jadeó y sus manos empujaron su pecho y luego lo atrajeron. Draco la miró sin moverse, sabiendo que si ella quería que se alejara, lo haría... Pero Hermione buscó sus labios y él la besó, profesando todo el amor que le tenía, deseando que pronto pasara.
—Sigue, muévete —susurró ella mientras él la besaba. Ella tiró de sus hombros y pronto se desplomó encima de su cuerpo, comenzando a moverse. Gimió mientras empezaba a arrastrarse dentro de ella, primero con cuidado y mesura hasta que Hermione deslizó las manos por su espalda y lo atrajo por el trasero, sus piernas se arquearon sobre su cintura y todo encajó y fue perfecto.
Ella gimió mientras él encontraba un ritmo apropiado, no muy duro pero tampoco suave que le arrancó los sonidos más deliciosos y las presiones internas más excitantes. Sus uñas se clavaron en su espalda mientras le pedía un poco más rápido, más adentro.
Y es que se sentía tan bien que él no podía pensar, sólo sentirla, en todas partes, contra su pecho, entre sus muslos, contra su cintura, las manos en su espalda, sus labios entre los suyos... Y algo perfecto pasó cuando encontró el lugar indicado y ella se apretó contra él y gritó.
Draco se alejó un poco para ver su rostro convertirse en poesía pura: éxtasis asombrado y felicidad plena cuando vino alrededor de él. Gimió y empujó más fuerte, olvidándose de precauciones mientras lo tomaba en su orgasmo, manos entrelazadas y besos erráticos cuando él vino.
Ella lo besó con fuerza mientras sus orgasmos se fusionaban en uno sólo.
Absolutamente podía morirse después de esta noche.
Jadeando, dejó caer la cabeza sobre su hombro y la colmó de besos, sintiéndose pleno, satisfecho y por primera vez en muchos años, seguro de dónde estaba parado en lo que respecta a la bruja más linda de su vida.
Ella exhaló contra su oído y buscó sus labios; había humedad en sus mejillas... Estaba llorando.
Draco la miró horrorizado, sus temores más profundos se instalaron y surgieron como un torrente de inseguridades. ¿Había sido tan horrible? ¿Era demasiado pequeño? ¿Duró muy poco? ¿La había lastimado? ¿Y si estaba arrepentida?
Sí, también se podía morir de mortificación.
Hermione negó con la cabeza, adivinando sus pensamientos y rio secándose las lágrimas y acariciando su rostro.
—Fue perfecto y estoy tan feliz —explicó con voz temblorosa cuando él se deslizó fuera—. No pudo ser más perfecto —Volvió a reír—. Pero siempre que pensé en mi primera vez, pensé que sería horrible, doloroso e insatisfactorio en alguna cama que rechina y estoy aquí, contigo, con velas y todo... ¡fue tan bonito! —Draco parpadeó, confundido todavía con su risa histérica—. ¡Y te amo, pero fue demasiado cursi!
—Oh...
—¡Fue un cliché!
—Discúlpame por hacer esto hermoso para ambos, Granger.
Hermione estaba riendo, retorciéndose entre los brazos de Draco.
—¡No puedo creer que la primera vez de Draco Malfoy fue entre velas y rosas el día de San Valentín! ¡Por Merlín, Malfoy!
Draco bufó bastante divertido mientras tiraba de Hermione hacia sus brazos.
—Di lo que quieras, Granger, pero el cliché aquí eres tú. Yo siempre puedo apelar a: ella lo quiso así. Grandes gestos, hacer el amor a la luz de la luna, perder la virginidad entre velas, esperar al indicado...
Hermione bufó mientras lo abrazaba.
—¿Quién dice que eres el «indicado»?
—Bueno, al menos, tú eres mi «indicada» —dijo Draco con una sonrisa y mucho humor. El labio de Hermione tembló y luego rio—. Sí, soy un gran cliché, mi amor, pero te amo —susurró llenándole el rosto de besos, dejándola tener esos arranques emocionales que tan bien conocía—. Te amo, Hermione y podría tener cientos más de clichés bajo la manga para un futuro próximo...
—Te amo, Draco; a ti y tus cientos de futuros «grandes gestos» —susurró ella mientras se acurrucaba contra su pecho entre risas y suspiros satisfechos.
A la luz de las pocas velas que quedaban encendidas, Draco y Hermione se durmieron entrelazados, sus anillos de alambre dental titilando ligeramente, reconociéndose como uno sólo, colmados de magia y amor.
¡Hola! Sí... lo sé, fue puro lemon, pero ¿qué historia de amor de San Valentín no lleva un poco aunque sea? Tenía que hacerlo.
Besos,
Paola
