15 de febrero
El sol se filtraba por entre los ventanales de la habitación, dos personas tan listas y a ninguna se le ocurrió correr las cortinas para dormir hasta tarde.
Hermione gimió y se hundió más entre las suaves almohadas, tirando del edredón hacia arriba en un intento de ocultar la luz.
—¿P'des apaga'lsol? —gimió.
Una suave risa brotó en su espalda y una mano se enroscó en su cintura, atrayéndola en un beso.
—No puedo apagar el sol, pero puedo correr las cortinas.
Hermione gruñó.
La habitación quedó en penumbra mientras volvían a sumergirse en un apacible sueño.
Despertarse así, con la piel ligeramente pegajosa después de una noche de sábanas arruinadas y susurros dichos contra la piel del otro, fue como se suponía que debía de ser, algo en el corazón de Draco finalmente encajó, esa pieza de ansiedad y estrés que lo había ahogado durante años se estaba desvaneciendo con cada charla que tenía con Hermione entre murmullos a la luz de las estrellas.
—¿Entonces tú y Astoria nunca…? —preguntó ella mientras se aferraba a su pecho para no mirarlo a los ojos.
—Nunca, ni de cerca. —dijo Draco con una sonrisa mientras enredaba un rizo en su dedo y tiraba de él—. ¿Tú y Weasley por qué no? ¿No vivía casi contigo?
—Bueno, eso es obvio —replicó ella—, mucho más obvio que tú… —Hermione guardó silencio mientras él tiraba de ella para mirarla a los ojos—. Nunca me sentí lista, con la guerra y las cosas posteriores con las que tuvimos que lidiar, el regreso a Hogwarts, su entrenamiento de Auror, las pérdidas, mis padres… no estaba lista para compartir nada más. Cuando Ron se quedaba en mi departamento, dormía en el sillón.
Draco resopló y la acercó más, todavía maravillándose de lo cerca y cálida que podía estar contra su propia piel.
—Durante muchos años compartí habitación —dijo ella tirando de un hilo imaginario de la sábana—, y en la guerra pasé un año en una tienda de campar con otros dos hombres… necesitaba mi espacio, no estaba lista para compartir más. No cuando había tantas cosas primero que arreglar. Yo… sencillamente no quería a nadie ahí, incluso tuve un ataque de pánico cuando usó el baño por primera vez. No creo que, hasta el día de hoy, conozca mi habitación.
—Tenías una habitación de invitados, siempre me quedé ahí y bueno —hizo un gesto con la mano—, conozco tu cama bastante bien. —terminó él con un gesto sugerente destinado a causar risa, pero sólo hubo un silencio extenso.
Draco enarcó una ceja. Hermione evitó su mirada y se sonrojó.
—Sin mentiras, Granger.
—No estoy mintiendo.
—El silencio es una omisión —presionó él mientras buscaba su mirada, pero ella se hundió más contra las almohadas—. Hermione…
Ella se mantuvo en silencio y Draco la miró fijamente. Hermione se sonrojó hasta las orejas cuando farfulló.
—Noxistíasahabitaciónhastaquempezastequedrte —murmuró Hermione mientras tiraba de las sábanas. Draco levantó la cabeza de golpe, pero ella se aferró a su espacio.
—Hermione Jean Granger.
—¡No existía una habitación de invitados, era parte de mi propia habitación! —gritó ella con la cabeza enterrada en las sábanas—. Empezaste a dejarme en mi casa muchas noches después de haber bebido un poco y pensé, bueno, sería lindo tener un lugar donde él pudiera quedarse sin que tenga que estarme muriendo de preocupación porque se desparticionó en el camino.
—Pudiste conectar la red flu —contestó él mientras ella gemía debajo de las almohadas—. Además, podía llegar a mi casa en perfecto estado, tú lo sabías.
—No quería conectarla con la mansión y luego tú empezaste a quedarte cuando lo sugerí y… de pronto teníamos esos desayunos deliciosos y bueno, de todos modos, mi habitación era ridículamente grande y todo estaba ridículamente desorganizado en ese pequeño piso y… y ¡está bien! ¡Se sentía correcto de una forma que con Ron no pude sentirme mientras tu enorme cabeza dormía al lado de mi cuarto!
—Espera —la interrumpió Draco mientras miraba el sudario en el que se había convertido Hermione. Su interior estaba luchando con las emociones que lo golpeaban, desde ternura, hasta confusión—, cuando empecé a quedarme, todavía eras novia de Weasley… ¿Tenías problema con tu novio, pero no en hacer fiestas?
—¡Por Merlín, Malfoy, dame un respiro! —gritó Hermione debajo de las sábanas. Draco comenzó a formar una lenta y engreída sonrisa mientras ella no podía verlo.
—No. —murmuró ella debajo de las sábanas—. Nunca le dije que tenía una habitación nueva. Y las cenas, no fiestas, comenzaron después de que empezaste a dormir ahí, sencillamente se sintió bien en ese momento.
—Una habitación para mí —corrigió Draco mientras miraba hacia el techo y una lenta sonrisa se dibujaba en su rostro—. No era una habitación nueva, era una habitación para mí.
—Oh por favor, borra esa risa engreída, hasta aquí puedo sentirla, idiota.
Draco empujó a Hermione de debajo de las sábanas y comenzó a reírse.
—Ahora entiendo porqué me odia tanto Weasley. Granger, eres malvada.
Hermione permaneció en silencio mientras su cerebro procesaba la información.
—Entonces, por eso Weasley siempre hablaba de ese horrible sofá que tenías antes, pensaba que había una hermandad o algo así y luego pareció enfermarse cuando le dije que dormía en una cama —Draco saltó de la cama—. Weasley pensó que dormía contigo, no al lado y tú… ¡Tú me usaste como cebo para cortarlo!
Hermione emergió lentamente de las sábanas y lo miró con la cara más culpable que le había conocido.
—Se me olvidó mencionar que hice una nueva habitación.
Draco tiró de su pelo y negó con la cabeza, impresionado.
—Oh, vamos, no hagas esa cara —gruñó ella cruzándose de brazos—, te encantó.
—Es verdad.
Hermione todavía estaba sonrojada mientras lo miraba completamente desnudo frente a ella. Draco sonrió lentamente y se acercó a ella lentamente.
—Es verdad —repitió él—. Me encanta saber que fui tu excusa para terminar las cosas con Weasley aunque te hayas tardado otro año en hacerlo. Es verdad que me gusta saber que la habitación donde duermo, fue mía desde el principio —Trepó a la cama, encima de Hermione y tiró de sus manos, presionándolas contra el colchón—. Y me encanta saber que hubo tantos malentendidos que yo no creé a partir de eso —Acarició con su nariz el cuello de ella y dijo contra su piel—, que sepas que no te guardo rencor, pero me siento un poco usado.
Ella comenzó a reírse y lo empujó lejos. Draco cayó dramáticamente a su lado.
—Oh vamos, sólo omití un poco la verdad y no te corregí cuando decías que dormías en mi cama.
Draco sonrió cuando unos suaves toques como plumas revolotearon por su cuerpo y se detuvieron en su estómago.
—Pero entiendo que tu gran y enorme ego están golpeados —continuó ella mientras su palma se presionaba contra su estómago. Su miembro se crispó cuando ella usó sus uñas para rascar esa parte—, ¿qué puedo hacer para compensarlo?
—Quizá un baño caliente arregle todo —murmuró Draco mientras su mano seguía bajando y comenzó a acariciarlo, ya estaba duro para cuando ella terminó de bromear.
—O puedes enseñarme a hacer esto —dijo ella mientras lo tomaba en su mano. Él asintió efusivamente mientras ella bombeaba con torpeza—. Pero primero quiero saber porqué Astoria y tú no, o tú y Pansy, o cualquier chica de Hogwarts según los rumores.
Las caricias se detuvieron y Draco gimió. Hermione lo estaba mirando con atención.
—Eres horrible, no sé por qué te amo —dijo él con una inminente sonrisa—. Pero no quiero que uses el sexo como moneda de cambio.
Ella estaba sonriendo mientras lo veía sufrir.
—Sólo por esta ocasión, lo prometo —Bombeó un poco más y Draco y perdió el hilo de sus pensamientos.
—Porque el noviazgo de Astoria y yo fue planeado por nuestros padres, ella era demasiado joven, dos años por debajo de nosotros y todavía seguía yendo a Hogwarts cuando nosotros comenzamos a trabajar juntos —explicó él—. Tenía que verla en citas programadas en Hogwarts y durante las vacaciones. En esa fiesta de año nuevo, se suponía que tenía que ir por ella a su casa, pero lo olvidé. Su padre rompió el contrato cuando la vio llegar sola a su casa. Me siento mal por eso, pero nunca nos quisimos y fue lo mejor. Ahora es una excelente persona… en lo que sea que haga.
Hermione ronroneó cuando él la besó.
—Y esa es la historia.
—¿Pero y tu reputación en Hogwarts?
Draco se encogió de hombros.
—Alguien inició el rumor y yo sencillamente no lo corregí —sonrió él, evocando las palabras de Hermione—. Pansy fue mi primera novia, pero éramos muy jóvenes y habría sido un desastre. Tenía otras cosas en la cabeza como ya sabes, El Señor Oscuro viviendo en mi casa, por ejemplo. Y luego te conocí.
Hermione lo atrajo en un beso profundo una vez más.
—Deberíamos revisar tus genes, quizá eres en parte veela, eso explicaría la cursilería sin límites y los ideales para tus compañeras.
—O quizá sólo estuve enamorado de ti mucho tiempo. Ahora, ¿dónde estábamos? ¿algo de mi ego herido?
Ellos se rieron entre besos y susurros de sábanas.
Era otra mañana de sábanas y piernas enredadas y por costumbre, Draco se alejó del cuerpo cálido y femenino que se presionaba contra las partes correctas, pero muy sensibles, de él.
Giró su cadera lejos de las suaves curvas de Hermione hasta que ella lo empujó de nuevo casi encima suyo.
—Oh, vamos —gimió ella medio adormilada mientras se envolvía en sus brazos y presionaba su trasero contra sus durezas—, no es la primera vez que lo siento.
Draco abrió los ojos y de pronto, se sintió despierto.
—¿Qué?
Hermione se rio mientras giraba y se enredaba en su cuello, como muchas otras mañanas habían despertado.
—¿Creías que nunca he sentido esto? —preguntó ella con una sonrisita mientras su erección golpeaba contra su estómago. Draco casi gimió sin decidirse entre la vergüenza o el placer.
—Lo siento, nunca quise hacerte sentir incómoda, pero eres como un koala para dormir.
Ella se rio de nuevo y Draco frunció el ceño. Últimamente ella hacía mucho eso, tan pagada de sí misma la bruja.
—¿Te refieres a despertar así? —preguntó Hermione con inocencia mientras sus piernas se enredaban entre las suyas y todas las partes que Draco amaba, se acomodaron tan cerca de él, cálidas, suaves y ahora lo sabía, muy flexibles—. Nunca fue coincidencia, Draco.
—¿Estás diciendo que mientras yo tenía que salir huyendo todas las mañanas con una tienda de campar en mis pantalones, tú lo hacías a propósito?
—Sí.
—Eres horrible.
—Pensé que un día sumarías dos y dos.
—¡¿Cómo voy a sumar dos y dos mientras intentaba no correrme en mi ropa mientras tú eras plenamente consciente de esto?!
—Porque dormía prácticamente encima de ti, Draco.
—¡Pensé que así dormías!
Hermione soltó una carcajada mientras sus muslos se cerraban sobre su pierna y lo besaba a profundidad.
—Lo sé, soy una tonta para coquetear, pero pensé que, si un día ponías atención, te darías cuenta de lo cerca, enamorada y caliente que me ponía dormir contigo —susurró mientras se hundía entre las almohadas y lo besaba—. Ahora… ¿por qué no aprovechamos que estamos muy despiertos?
—¿Sabes cuánto cuesta una escoba? —preguntó Hermione de pronto mientras bebían vino en una terraza en el Allée des Délices, un restaurante mágico. Estaba mirando pensativa hacia la torre Eiffel mientras decía eso.
Draco levantó la vista de una carta que estaba escribiendo.
—¿Qué clase de escoba?
—Una escoba mágica —dijo Hermione mirando hacia la ciudad—. Común y corriente.
—No hay una escoba mágica común y corriente —gruñó Draco.
—Bien, una escoba como la de Theo, era común y corriente —dijo ella dando otro sorbo a su vino—. Café, recta, muy difícil de manejar; una escoba.
Draco frunció el ceño y se hundió en su asiento.
—Es una Saeta Relámpago —gruñó a pesar de todo—. Unos doscientos galeones.
Hermione asintió pensativamente.
—Es mucho dinero.
—Seguramente a tu novio Nott no le importará —farfulló Draco mirando feo al pergamino que tenía entre sus manos. Consideró tirarlo a la basura e irse de ahí, a otro país más lejano y de difícil acceso para las personas molestas como Nott o Granger.
Pero una risita lo sacó de su ensimismamiento.
—¿Qué?
Hermione tenía las mejillas sonrojadas y lo miraba fijamente.
—Eres un idiota. ¿Novio? ¿En serio Draco? ¿Después de todo lo que…? —Tuvo la decencia de sonrojarse mientras lo decía en un susurro—, ¿hemos hecho?
Draco se encogió de hombros, sintiéndose desdichado de repente.
—Me corriste de mi departamento, me dejaste de hablar y la vez que fui a la casa, Nott apareció ahí... Sin contar que sigues sin decirme cómo me localizaste o mejor aún, qué hacías en París una noche del catorce de febrero con la escoba de Nott, ni más ni menos.
Hermione puso los ojos en blanco y tomó más vino.
—¿Sabes? Tienes esta peculiaridad sobre hacer que las cosas se traten todas de ti y al mismo tiempo, el resultado no dependa de ti.
—¿Y eso qué tiene que ver con Nott? —preguntó Draco de malhumor, todo su viaje arruinado inevitablemente por un pedante rico y guapo que no era él.
—Nott es mi amigo, Malfoy.
—Yo también soy tu amigo —rezongó él—. Y aquí estamos.
Hermione negó con la cabeza y tomó otro sorbo.
—¿Qué necesitas para creer en mí? —suspiró ella sin mirarlo a los ojos—. ¿Un brazalete que diga «Propiedad de Draco Malfoy, No tocar»?
—Un anillo de compromiso —farfulló Draco mirando su pergamino.
—¿Necesitas un anillo de compromiso para que me creas que entre Nott y yo nunca hubo nada?
Draco se encogió de hombros.
—Pruébame. —dijo él.
Hermione y Draco se miraron a los ojos con un brillo de ira corriendo entre ellos. Ella fue la primera en ponerse de pie y ponerse su abrigo.
—Tú pagas.
Draco se paró de un salto y soltó una cantidad indecente de galeones sobre la mesa.
—¡Espero que con eso alcance! —dijo mientras pasaba junto al camarero que tenía los ojos desorbitados mirando las monedas de oro—. Por favor, envíe esta carta —Arrojó otras monedas a las manos del mesero y salió corriendo—. Merci! Au Revoir!
Draco salió corriendo con una gran sonrisa en el rostro mientras alcanzaba a Hermione justo a tiempo para abrirle la puerta de una joyería.
Draco despertó y sonrió como un bobo mientras miraba el techo dorado. Echó un vistazo a la bruja más linda de su vida mientras dormía profundamente. Su cabello era un desastre total que tardaría horas, varias maldiciones y otras tantas pócimas para regresar a un estado más o menos decente. Ella era un desastre, reconoció Draco mientras la miraba dormir boca abajo con la boca medio abierta y el rímel corrido.
Muchas veces se habían ido de fiesta y muchas noches él la había llevado a su dormitorio, otras tantas, se había quedado incluso en la misma cama que ella y jamás la había visto así: con el maquillaje corrido, el cabello en ángulos extraños y un ligero ronquido que, si estaba en lo cierto, también incluiría saliva en la almohada y, aun así, él sólo pudo describirla como un hermoso desastre, su perfecto y hermoso desastre.
Se levantó de la cama y entró al baño con una sonrisa tonta mientras recordaba los días que habían estado pasando en París, bajo las luces doradas, la comida deliciosa y una lengua que por sí sola la seducía. Draco le había mostrado sus lugares mágicos favoritos por la noche y ella a su vez, le había enseñado sus rincones matutinos. Habían terminado en algún antro en las catacumbas en algún punto y más tarde él la había arrastrado entre pasillos prohibidos para besarla indecentemente mientras sus manos la recorrían por debajo del vestido mientras ella tiraba de su camisa fuera del pantalón.
Hermione lo empujó en algún punto y lo miró horrorizada con las manos en la boca. Entonces se miró a si misma y soltó un gritito.
—Casi lo hacemos entre cadáveres, Draco —susurró.
Draco soltó una carcajada e intentó besarla de nuevo, pero ella se negó a dejarse llevar.
—¿Es en serio? —preguntó él después de varios intentos fallidos—. Granger, no son cadáveres, son sólo huesos, no hay nada que temer.
—No tengo miedo —murmuró ella mientras él trabajaba en el cierre de su vestido, pero ella le dio un manotazo—. Sólo es respeto por la cultura y... —Sus palabras se perdieron cuando Draco envolvió su mano en su muslo y ella arrojó su abrigo sobre una pila de… algo.
—Petits bâtards irrespectueux, foi de gentilhomme!
—En realidad sería Malfoi —rezongó Hermione con los ojos cerrados cuando él deslizó su ropa interior por sus piernas, entonces gritó cuando se dio cuenta que el montón donde había arrojado su abrigo, era un cráneo parlanchín.
— Allez, enfoiré, réponds! —gritó el cráneo—. Allez, enfoiré, réponds!
Hermione y Draco se miraron un momento y él enarcó una ceja con una sonrisa mientras le mostraba un pequeño puño de encaje en la mano.
—¿Quizá las catacumbas son demasiado, pero un callejón es aceptable? —preguntó él mientras se guardaba su ropa interior en el abrigo, ignorando completamente al cráneo que lanzaba maldiciones.
— Parle, petit bâtard, ou ça va empirer. Je me lèverai et je les tuerai! —gritó el cráneo fuera de sí mientras se sacudía y varios huesos cayeron al suelo y comenzaron a vibrar.
—Mi fantasía, vámonos. —susurró Hermione mientras se tomaban de la mano y desaparecían.
—¿Me invitas? —preguntó una voz entre el vapor de la regadera y Draco sonrió, tirando de Hermione hacia el chorro del agua.
—Siempre —contestó mientras ella se mojaba el cabello y se frotaba la cara, pareciéndose más a la Hermione de siempre, que al perfecto desastre que se arrojó sobre la cama y quedó dormida.
Se sonrieron y ella lo abrazó.
—¿Crees que podamos seguir haciendo esto en casa? —preguntó Draco mirando la ducha que era lo suficientemente grande para toda una familia.
—¿Ducharnos juntos? —preguntó ella mientras él le enjabonaba la espalda—. En casa tendremos menos tiempo, pero siempre estarán los fines para nosotros.
Casa, juntos, nosotros.
Y Draco sonrió mientras miraba a la bruja más linda de su vida atragantarse con el agua de la regadera.
Sí, la bruja más linda y torpe de su vida.
De su vida juntos.
Ha pasado un tiempo, ¿verdad?
Gracias por seguir la historia, pese a mi horrible calendario de actualizaciones para una historia de San Valentín en pleno octubre, pero ¡hey! el amor es bonito todo el año.
Gracias por seguir aquí después de tantos meses.
Un beso,
Paola
