Anuncios parroquiales de la autora:

Ayer re-subí los primeros capítulos porque tuve algunos errores en sus tiempos, pero nada que afecte a la historia, quizá encuentres alguna escena más desarrollada, pero la historia no sufrió ningún cambio sustancial.

Esta historia será traducida al ruso por la hermosa Bikka para Ficbook, así que cuando tenga más noticias, se las haré saber.

¡Disfrútala!


Hermione guardó sus cosas, se estiró y salió por la puerta sin decir adiós, así que Draco supuso que se había ido a tomar su almuerzo sin él, como últimamente le encantaba, entonces tomó su abrigo y se marchó al restaurante para ver a Rose y Daniel. Ni siquiera se molestó en dejar una nota.

Rose no se presentó a su almuerzo del miércoles, sólo apareció un muy nervioso Daniel, pero Draco aprobó el proyecto y celebraron. Se aseguró de empacar el almuerzo de Rose y enviárselo con Daniel antes de separarse a sus respectivos trabajos.

Estaba muy contento cuando entró por la puerta de la oficina, podría haberse sentido molesto con Hermione, pero todo estaba saliendo bien, incluso mañana llegarían sus nuevos reemplazos y a partir de ahí, estaba seguro, todo iría mejorando.

Quizá, si Hermione no estaba en la oficina, él tendría tiempo para limpiar un poco y poner en orden el «muro de éxitos», antes que llegasen los nuevos.

Pero Hermione estaba ahí, leyendo unas notas como si nunca hubiera tomado un descanso para alimentarse. Potter estaba despatarrado en la silla de al lado, luciendo aburrido.

—¡Oh, ya estás aquí! —saludó ella con su hermosa sonrisa y se levantó para alcanzarlo. Draco se hizo para atrás, ya cansado de que lo alejase en público. Ella lo miró y sonrió tímidamente, bajando su mano—. Estaba pensando en que podríamos ir a comer algo, los tres —sugirió ella mientras alcanzaba su abrigo—. Yo invito.

Oh.

—Hum, ya almorcé —dijo él mientras se quitaba el abrigo—. Tenía esta cosa con Rose y…

—¡Oh claro! —chilló Hermione con una enorme sonrisa maníaca—. Olvidé que tenías esa cosa con Snyde. Tal vez no lo habría olvidado si me lo hubieras mencionado. Qué tonta y yo que te estaba esperando.

La bruja más linda de su vida abrió la puerta de un tirón y salió contoneando las caderas, eso sí, convertida en una furia. Una furia muy sensual.

Draco enarcó una ceja y sonrió. Hermione era una mujer de dar portazos y pisotear, pero al parecer ahora había aprendido a dejar la puerta abierta, eso era tan Slytherin que se excitó un poco, aunque no estaba seguro si porque estaba celosa o porque tenía rasgos de su antigua casa. Quién sabe.

Harry todavía estaba sentado con una mirada atontada en el rostro.

—Quita esa mirada, Potter —dijo con exasperación—, ya tienes un hijo. No puedes lucir así de estúpido todo el tiempo.

—Hermione Jean Granger acaba de hacer una rabieta —masticó Potter despacio—, a sus veintinueve años.

Draco sonrió y apartó los pies de Potter de su escritorio.

—Sí… ella hace mucho eso.

Potter se rascó la cabeza y se puso de pie.

—Debería alcanzarla antes de que ordene sin mí. —Draco le hizo un gesto y siguió revisando su planificador. Potter se giró en la puerta—. ¿En serio eso dijiste? ¿«Tenía esta cosa con Rose»?

—Oh no, envió a Daniel, fue un almuerzo de dos hombres hablando de negocios —admitió distraídamente mientras marcaba algo en su libreta—, pero Hermione no me dejó decirle —agregó cuando Potter ya estaba cerrando la puerta.

Lo último que escuchó decirle fue:

—Qué huevos, Malfoy —Ni siquiera se molestó en levantar la vista.

Apenas se había cerrado la puerta cuando apareció Leila, la secretaria del piso.

—Señor Malfoy —saludó la mujer.

—Por favor Leila, ¿nunca me dirás Draco? ¿ni en mis últimos días? —Leila se rio y entró a la oficina con una taza de café que colocó frente a su escritorio.

—En el tiempo que no estuviste, Draco, arreglaron la máquina de café.

Draco sonrió y dio un sorbo con los ojos cerrados.

—Dioses, es el mejor café que he probado, cómo lo extrañaba.

Leila le sonrió con todos sus dientes.

—¡Genial! ¡Te traeré una taza todos los días!

—Eres un amor, Leila. Gracias.

Leila se fue y Draco suspiró, inhalando el mejor café que el Ministerio podía comprar. Pequeñas misericordias, como él decía.


Era viernes, nuevamente y estaba sentado junto a Potter en ese horrible antro de mala muerte llamado «Paradiso». Qué horrible y tan poco certero nombre, por cierto.

Potter estaba bebiendo su quinta cerveza mientras miraban a las chicas bailar. Sus chicas.

—Si sigues de esa manera —dijo Draco mientras miraba a las chicas bailar alegremente—, te crecerá una barriga horrible y Ginevra te dejará por alguien más joven.

—Lo dudo mucho —contestó Potter dándole un trago a su cerveza—, entre James y mi trabajo, apenas tengo tiempo de algo que engorde, así que cuando tengo tiempo y no estoy dormido, intento ingerir todo el alcohol que mi sistema pueda soportar para ya sabes, irlo quemando en el mes que no bebo. No sabía que tener un hijo era algo así como volverse abstemio porque a veces siento que puedo volverme alcohólico. ¿Sabías que el otro día abrió la ventana del tercer piso y saltó? Realmente necesitaba un trago, pero si cediera cada vez que me pongo tenso, estaría borracho todos los días.

Draco asintió con empatía y tomó de su wishkey mirando a Hermione bailar.

—Granger me dijo que ustedes están considerando tener otro niño.

Harry suspiró y se empinó la cerveza.

—¿Qué hay de malo con nosotros, eh Malfoy? Apenas podemos con un niño, ¿dos? —Dio otro largo sorbo y se quedaron callados, ambos sonriendo ante la idea de otro mini Potter—. Hay apuestas corriendo sobre cuándo veremos el legendario anillo Malfoy sobre su mano —dijo Harry con una sonrisa después de un silencio prolongado—, y estaría muy agradecido si, ya sabes, te dieras prisa.

—¿Hay apuestas sobre Hermione comprometida? —preguntó Draco con horror fingido—. Sus propios amigos conspirando en su contra, seguramente eso le rompería el corazón.

Harry se encogió de hombros.

—Neville juraba que ustedes dos se habían casado en secreto en París.

—Ni de cerca.

—¿Entonces?

Draco frunció el ceño y miró a Potter, que le sonreía medio borracho.

—¿Entonces cuándo se van a casar?

El hombre fingió limpiar su vaso mientras evitaba la mirada muy molesta de «El Elegido».

—Nos estamos tomando nuestro tiempo, haciéndolo oficial y gracias a Skeeter, vamos muy despacio. —dijo entre dientes—. Se ha estado esforzando tanto en demostrar lo contrario, que a veces, dudo que realmente nos vayamos a comprometer.

—Eso suena no muy Hermione… —reflexionó Potter—. ¿A caso ella no…?

—¡Hola! —los interrumpió Diana de Transportes Mágicos. Alguien la empujó y terminó sentada al lado de Draco—. ¡Lo siento! Ese tipo me empujó —se disculpó y tanto Potter como Draco, asintieron—. Lamento abordarte aquí, pero Rose de DEME me dijo que empezaste esta nueva sección sobre apoyo a proyectos emergentes y nosotros hemos estado buscando capital para comenzar a tratar de llevar algún tipo de transporte a las personas ancianas, quizá Rose te comentó algo parecido, bien, nosotros pensábamos en algo como una Corriola —Diana se sonrojó mientras miraba a Draco y decía—. Y estaba pensando, sólo si estabas libre la próxima semana, podríamos acordar un almuerzo juntos —Sus mejillas estaban tan sonrojadas, que Draco pensó que podría tener fiebre, ¿quizá Rose realmente estaba enferma y contagiando a medio mundo?

—Claro —contestó él, mirándola detenidamente, ¿quizá tenía algún tipo de gripe estacional? —, el lunes me queda bien, ¿cuántos seremos? Y Por favor, yo pago. Odié ese lugar donde Daniel me llevó.

—Sólo nosotros. Estaba pensando en este nuevo restaurante llamado Lussuria, tienen unos apartados muy íntimos donde —Diana se sonrojó todavía más y se ajustó la blusa—, podemos hablar.

—¿Lussuria? No he escuchado hablar de él —Draco miró a Harry quien estaba distraído mirando a la pista de baile.

—¡Oh, lo abrieron hace como tres semanas! Tú no estabas, pero salió en El Profeta.

—Ah, no leo El Profeta. Últimamente dice muchas tonterías —Extrañamente, fue como un déja vú, porque Diana sonrió y se inclinó más, la música era demasiado fuerte para su gusto.

—Sí, yo también creo que son puras mentiras las que dicen sobre ti y ya sabes… —Hizo un gesto hacia la pista de baile, con una sonrisa traviesa—… Granger. Incluso Rose dijo que era cierto, pero yo sé que no.

Draco frunció el ceño. Hermione había cancelado la suscripción al Profeta después de la primera plana sobre ellos, pero si era algo malo, él personalmente acabaría con el periódico.

—¿De qué hablas?

Diana se rio y tiró de su blusa, riendo. Sus rodillas chocaron y se sonrojó todavía más. ¿Qué les pasaba a las mujeres?

—Sobre tú y Granger. Claramente es imposible que alguien como tú, salga con alguien como ella.

Y entonces él fue golpeado por un cuerpo que encajó a la perfección en el suyo. Hermione atrapó su rostro entre sus manos y lo besó.

Draco estaba sorprendido mientras ella tomaba su rostro y lo besaba con fuerza. Hermione le había pedido tiempo para comenzar a mostrar su relación en público, dijo que un proceso gradual sería más tranquilo para las primeras planas y el acoso de Skeeter, así que no se tocaban mucho en público, incluso se tocaban menos que en siete años de amistad, al menos, no en círculos tan amplios como las noches en un antro de moda cerca del trabajo, cada uno con una diferencia de diez minutos en su llegada y salida, como si nunca los hubiesen visto irse y llegar juntos por las chimeneas del Ministerio, comer juntos y básicamentevivir juntos durante años.

Iba a objetar algo sobre eso, todavía muy sentido por cómo lo había tratado las últimas semanas, cuando su lengua acarició su labio inferior y Draco lo perdió.

Tomó sus caderas entre sus manos y la arrastró por su pierna hasta que quedó totalmente encajada contra su cuerpo. Hermione había pasado las manos por su cabello y lo besaba con una fuerza increíble.

Para cuando se separaron para tomar aire, sólo Potter estaba sentado a su lado mirándolos con asco.

—¿Tenían que hacer eso en público?

Hermione se encogió de hombros y pasó sus uñas por la parte de atrás del cuello de Draco y éste se estremeció.

—Extrañaba a mi novio y quiero irme a casa —dijo ella mientras se cruzaba de piernas recatadamente, como si no estuviera sentada encima de una erección ni tuviera al pobre chico salivando o su vestido estuviese levantado más de lo normal. Le lanzó una mirada a Draco y éste asintió y la apretó contra su estómago.

—Potter —se despidió antes de desaparecer con Hermione sentada en su regazo.


El lunes, Diana envió la documentación para la patente, pero no mencionó ningún almuerzo. Draco se encogió de hombros mientras bebía su café hecho por Leila.

Le envió un memo a Potter, preguntando si quería ir a ese lugar de todos modos a probar los almuerzos.

Hermione lo vio regresar de buen humor y no le habló en todo el día.

Quizá a Draco se le olvidó mencionar que fue con Potter, no con Diana de Transportes Mágicos.

Quizá Hermione arrastró a Draco hacia las chimeneas del Ministerio y no lo dejó salir del departamento toda la tarde.

Qué bueno que Crooks estaba medio sordo.

Pequeñas misericordias.


5 de abril

Otro maldito viernes desperdiciado en esta horrible cosa de bebidas gratis en el bar de la esquina auspiciado por el Ministerio. Al menos, aquí no había música fuerte o demasiados cuerpos pegajosos y todo apuntaba a terminar muy pronto. Weasley ya estaba dormido en una mesa y él estaba cómodamente en un apartado con Neville y Ginevra.

Hermione se había esfumado con su nuevo equipo de DALM, Harry la había arrastrado a conocer a sus nuevos compañeros, ya que, a partir de la próxima semana, alternaría entre DALM y ODEMJM, mientras Draco ocuparía todo su tiempo con los nuevos reclutas.

Así que aquí estaban, por tercera semana consecutiva en este horrible tugurio de mala muerte, según los estándares de Malfoy.

Al menos, Neville y Ginny bebían en silencio cómodo y Draco podía perderse en sus cavilaciones sobre lo que podría estar haciendo con su tiempo libre en vez de estar destinado al gabinete de «esposos» mientras los brutos de DALM jugaban a los dardos. Por Merlín, era un anciano, pero deseaba con todas sus ganas, estar acurrucado leyendo o en la tranquila casa de los Granger o incluso en el veterinario con Crooks, que aquí, bebiendo gratis cosas de medio knut.

Y no deseaba tranquilidad porque era un huraño que odiaba la diversión, pero últimamente había descubierto un nuevo hobby que se llamaba «Haz llegar a Hermione al orgasmo». Y le encantaba ese juego donde estaba aprendiendo todas las maneras correctas de hacerla llegar incluso antes de que él se quitara la ropa, así que sí, tenía derecho a estar malhumorado mientras la veía divertirse y relajarse con Potter y sus nuevos colegas y no, no estaba celoso.

Agatha, su nuevo reemplazo en la «Oficina de Enlace Mágico para Jóvenes Magos» se sentó a su lado y le sonrió brillantemente. Era recién graduada de Hogwarts y tenía tanta energía positiva que Draco podría jurar que brillaba cuando se le ocurría una nueva manera de acomodar las plumas en la oficina.

Había acordado con el ministro pasar un mes más en la oficina enseñándole cosas a los nuevos. Hermione también estaría ahí, pero ahora sólo la mitad del tiempo, ya que había conseguido el puesto en DALM y ahora alternaba entre aprender un nuevo lugar y dejar el viejo. Agatha Crouch era la parte sangre pura y su compañero, Dennis Creevey, la contraparte Nacido de Muggle.

Esos dos hacían buen equipo y Draco se preocupaba poco por el resultado a futuro, pues había las bases para hacer el trabajo perfectamente, pero no era un vago y cumpliría con su tiempo.

—Señor Malfoy —lo saludó la chica mientras deslizaba un wishkey en su mesa—, por el café de la otra vez.

—Dime Draco, Agatha, me haces sentir como mi padre —Fingió un escalofrío y bebió de su vaso—. Y ese café se lo debes a Leila, es genial.

Ginny y Neville intercambiaron miradas y luego se rieron.

—Si conocieras el café de Leila, no te reirías, Longbottom.

—Me largo —anunció Ginny y tiró de Neville—, habrá sangre y acabo de lavar esta blusa. Adiós, Crouch.

Agatha los miró sin comprender, pero sonriendo como siempre, se despidió.

—¿Por qué estás aquí solo, Draco? —preguntó la chica con una sonrisa brillante—. Me habían dicho que eres extremadamente sociable los viernes.

Él se rio y negó con la cabeza.

—Necesitaba un momento a solas para degustar mi wishkey gratis —dio otro sorbo y miró a Agatha con aprobación—. ¿Glory Leading? ¿Dónde lo conseguiste en este tugurio?

—Glory Leading del 75 —afirmó la chica con una sonrisa—. Mi padre suele beber de ese.

—Tiene un gusto excelente, pero nuevamente, me siento un anciano.

—Eso le han dicho a mi madre —contestó ella con picardía—, de otra forma, yo no podría haber nacido.

Draco volvió a reírse de nuevo mientras negaba con la cabeza.

—No conozco a tu madre, pero excelente elección de genes —contestó él con una sonrisa. Esa chica podría ser como su hermana pequeña.

Agatha agitó su cabello y sonrió angelicalmente.

—Te voy a extrañar, cuando dejes el puesto, ¿sabes? Haces muy interesante todo. Ese chico, Creevey, es demasiado alegre.

Draco abrió la boca, pero no supo qué decir, cuando alguien más los interrumpió.

—Ven a lanzar dardos con nosotros —Hermione apareció frente a sus ojos luciendo como si quisiera matar a alguien. Enredó un dedo en su cinturón y tiró de él—. No necesitas esto, tendrás las manos ocupadas —Le quitó el vaso de wishkey y lo llevó entre la multitud.

Draco se dejó llevar con facilidad, olvidándose del mundo mientras ella lo arrastraba por unos pasillos.

—Pensé que íbamos con tu nuevo equipo —susurró Draco. Hermione se limitó a mirarlo sobre su hombro y lo empujó por una puerta.

—Cambié de opinión —dijo ella mientras bloqueaba la puerta. Estaban en los baños de mujeres. Se lanzó sobre sus labios y Draco la atrapó al vuelo, enredándola en su cintura y presionándola contra la pared, feliz de jugar a algo que a él le gustaba mucho más que tirar dardos.


19 de abril

Hermione se separó de Draco el tiempo suficiente para morderlo en el cuello mientras él la empujaba contra el escritorio.

—Dioses, te amo, Granger —siseó Draco mientras la golpeaba a profundidad. Hermione gimió y buscó su mano, entrelazando sus dedos con fuerza mientras llegaba al clímax—. Te amo, te amo —dijo antes de apretar sus caderas y dejarse llevar.

Cuando abrió los ojos, Hermione se había girado en el escritorio y le cepillaba el cabello con ternura.

—Te amo, Draco —susurró ella, todavía con las mejillas arreboladas, los mechones de cabello pegándose a su cuello y su ropa mal puesta—. Para siempre.

—Para siempre —contestó él. Como un mantra, todos los días lo decían, pero esta vez, había algo más. Draco no presionó mientras la ayudaba a poner su ropa en su sitio y a limpiarse antes de dejarse caer en su silla y suspirar—. Eres fantástica. Gracias.

Ella se estaba recogiendo el cabello de nuevo cuando lo miró interrogante. Él sólo se encogió de hombros y la atrajo a su regazo.

—Ha sido una de mis fantasías recurrentes durante años, cariño —La besó en el cuello; sabía a pecado y deseo—. Esta maldita oficina desordenada, tú presionada en mi escritorio y yo encima de ti.

Hermione lo abrazó con fuerza y lo besó.

—Nunca pensé, durante el tiempo que he estado enamorada de ti, que seríamos de las parejas que buscarían cualquier lugar para hacerlo, pero aquí estamos, sobre el escritorio de la Señorita —A Draco no se le escapó el tono despectivo que usó— Crouch, quien está a punto de volver de su almuerzo.

—¿Ocurre algo con…? —Pero las ideas se derramaron cuando ella lamió un punto sensible en su cuello.

Draco envió un scourgify al escritorio antes de besarla y olvidarse de todo por cinco minutos más.


23 de abril

Harry lo miró con seriedad mientras Malfoy se dejaba caer a su lado, esta noche, en la nueva tienda de Pansy. Afortunadamente era un evento más familiar, con música baja y buen vino. Y decía más o menos familiar, porque no se había prohibido la entrada a niños, sólo se les pedía una rigurosa etiqueta. Así que James fue felizmente mandado a dormir con su abuela.

Harry se alborotó el cabello una vez más antes de dar un sorbo a su vino.

—Sabes que te está usando, ¿no? —preguntó Harry mientras agitaba excesivamente su copa—. Puaj, sabe asqueroso.

—Es un buen vino —aseguró Malfoy mientras bebía de su copa—. Pero no todos tienen la fortuna de encontrar el encanto en una bebida refinada.

—No, me encanta el champán, pero el vino… puaj.

—Si no conociera sus historias, pensaría que Hermione y tú realmente son hermanos con su tendencia a las bebidas azucaradas profanadas, la poca resistencia al vino y su odio al cigarro.

Harry rio fuerte y dejó su copa abandonada, sin dejarse engatusar en esa plática distractora. Se giró hacia Malfoy y levantó las cejas.

—Cada vez se está poniendo peor, ¿no? —Señaló hacia su cuello—. Se está volviendo descuidada.

Malfoy tocó el punto en su cuello y sonrió, relajado. Probablemente tenía manchas de labial o un gran mordisco en el cuello con la palabra «propiedad de Hermione Granger», quién sabe. Tampoco le importaba.

—Sí, descuidada es una palabra que asocio últimamente con Hermione.

—¿Qué está pasando?

—¿En este momento? Nos escapamos a un vestidor y tiene esta alfombra muy esponjosa que no lastima las rodillas, ella hizo esta cosa primero con su vestido para no arrugarlo ni romperlo y luego...

—Puaj —Harry se tapó los oídos—. ¡Basta! ¡Es mi hermana!

Draco se rio mientras se relajaba a su lado.

—En realidad, sí tuvimos sexo, sabes —agregó Malfoy cuando Harry se destapó los oídos—. Pero sí, Potter, sé lo que está haciendo.

—¿En serio?

—Sí.

—Y tú de ninguna manera, lo estás alentando.

Malfoy miró a Harry impactado.

—¿Crees que estoy alentando a mi novia, que quiere mantener esto en secreto por la eternidad, a ser una descarada y celosa mediante tácticas inocentes de mí interactuando con el género femenino? —Tomó otro sorbo de ese excelente vino—. ¿Crees que estoy implementando una táctica de oferta demanda? ¿A caso piensas que actúo inocente y fingido cuando de pronto quiere matar a mi reemplazo porque está muy cerca según sus estándares? ¿Yo sería capaz de alentar este horrible bicho desconocido de celos y posesividad y estar de acuerdo? ¿Yo, Draco Malfoy, usaría tácticas sin mancharme las manos para obtener lo que quiero de la bruja más linda de mi vida?

Harry negó con la cabeza y se cubrió el rostro con las manos.

—Dios, sí lo estás haciendo a propósito.

Draco sólo sonrió mientras Hermione se acercaba a él y lo abrazaba, demasiado relajada, demasiado despeinada, demasiado recién revolcada para importarle nada más.

—¿Bailamos? —Ella asintió. Malfoy dejó su copa y saludó a Harry con una sonrisa.


6 de mayo

—Acabé —gruñó Hermione mientras se dejaba caer al lado de Harry—. Estoy harta de esto.

Harry la observó confundido sólo por un momento hasta que vio que su mirada se dirigía a Malfoy, quien charlaba alegremente con Leila después de la reunión mensual de todos los departamentos.

—¿Acabaste con qué? —preguntó Harry por mera cortesía. Miró su vaso de papel encerado y deseó que fuera vino. ¿Cómo era ese hechizo que inventó Seamus para convertir agua en vino? Ya eran las cinco en algún lugar del mundo.

—Con… con esto. Dioses, Harry, no puedo más y la estoy cagando —Lágrimas rodaron por sus ojos y Harry se alarmó. La arrastró por las salas de reuniones mientras Hermione comenzaba a hiperventilar—. No puedo… respirar.

Salieron a una terraza escondida que usualmente usaban los empleados para fumar «a escondidas». Harry lanzó un rápido hechizo de limpieza y un muffliato antes de arrastrar a Hermione. Ella odiaba el olor a cigarro tanto como que alguien escuchara sus problemas personales.

—¿Qué pasa?

Hermione se puso a llorar mientras hablaba, dando vueltas y tirando de sus manos.

—La estoy cagando, Harry.

Harry estaba escandalizado. Usualmente, Hermione no decía ni una mala palabra, pero hoy, parecía al borde del colapso.

—Le dije a Draco que no quería que nadie se metiera en nuestra relación, que lo tomáramos con calma, pero lo único que estoy haciendo es alejarlo —Oh, Merlín, Harry sujetó a su amiga antes de que considerara lanzarse por la borda—. La primera semana hice que llegáramos por diferentes lados y… de pronto dejó de esperarme —Más lágrimas cayeron por su rostro—, porque no tuve el coraje para tomar su mano e ir a esa chimenea y aparecer con él. Y me dije, está bien, los empleados del mismo departamento no pueden salir juntos, pero es una tontería, Harry. ¿Conoces a Clarence? ¡Lleva quince años casado con Natalie! ¡Se conocieron aquí, se enamoraron aquí e incluso Fudge fue su oficiante!

Hermione siguió dando vueltas mientras las lágrimas caían por su rostro.

—Y ahora Draco se va a almorzar sin mí con… con otras personas, llega antes a la oficina y se va sin dos palabras. ¿Cuándo en la vida se ha ido sin despedirse? —Harry pudo nombrar varias, pero se abstuvo—. ¿De mí? ¡Soy su novia!

—Creo que estabas más preocupada por lo que los otros dirían que por él —susurró Harry.

—Y ahora están todas estas mujeres rondándolo y coqueteando —Hermione escupió las palabras—, y yo no puedo decir nada porque fue mi culpa. Y Draco no se merece nada de eso.

La puerta se abrió y apareció Malfoy luciendo preocupado.

—¿Qué pasó? —le preguntó a Harry mientras ella se lanzaba a sus brazos y lloraba. Harry hizo una mueca.

—Yo mejor los espero por ahí —Quiso abrir la puerta, pero estaba trabada. Algún hechizo para mantener el humo aquí hasta que se disipara. Maldición. Se palpó los bolsillos de la túnica, ojalá fumara o… tuviera alcohol. Entre James y esos dos, estaba seguro que iba a desarrollar una adicción a algo.

—¿Qué pasó? —preguntó suavemente Malfoy mientras frotaba la espalda de Hermione.

—La estoy cagando —A diferencia de Harry, Malfoy sí conocía su tendencia al lenguaje de marinero cuando se estresaba, así que no pareció sorprendido—. Yo no quiero esto.

Entonces Malfoy se puso pálido.

—No quiero ocultar esto y no me importa lo que escriban o digan de mí o de ti —agregó ella como una ocurrencia tardía y Harry quiso golpearlos. Los dos eran insoportables hablando a medias—. Quiero esto más que nada, quiero… quiero…. —Hermione hurgó en su cuello y sacó una cadena con un anillo brillante como dije—. Quiero esto, Draco. Estoy harta de que piensen que estás soltero o que me sigan molestando sobre lo mismo, no deseo que Snyde, Crouch o Leila te sonrían bobamente y te inviten a absurdos almuerzos sin mí o lo que sea que hagan... Quiero que el mundo sepa que nos pertenecemos, que vivimos juntos, que dormimos juntos y que… que nos vamos a casar.

Harry dejó de luchar con la puerta y los miró. Mierda.

Malfoy estaba inmóvil mientras ella lo miraba con sus enormes ojos de cierva asustada.

—¿Estás lista para todo eso? —preguntó Malfoy casi en un susurro. Harry miró hacia la terraza, ¿podría caer sin lastimarse? Maldita sea, esto era tan íntimo y él no debió quedar atrapado. Quizá un encantamiento de desilusión…— ¿Todo? —preguntó Malfoy—. ¿Skeeter? ¿Aulladores? —Malfoy tomó una respiración antes de decir—. ¿Incluso conocer a los Malfoy?

Hermione cuadró los hombros y le dio esa mirada que Harry conocía desde los once años; la mirada obstinada, puntiaguda y sabelotodo de Hermione Granger.

—Paulatinamente —contestó también en un susurro—, pero podemos empezar con esto —Tiró de la cadena y las manos de Malfoy la detuvieron.

—Yo… Déjame hacerlo a mí —Malfoy parecía a punto de desmayarse mientras sus dedos luchaban con el broche de la cadena. Hermione había dejado de llorar y mirarlo.

Ginny lo iba a matar cuando supiera que estaba presente y ella no. Ay, Malfoy lo iba a desollar cuando se diera cuenta que él había sido testigo de su lado más suave y cursi. Se quedó en una esquina, en silencio, apenas respirando.

Malfoy había sacado el anillo de la cadena y lo sostuvo frente a sus ojos, luego miró a Hermione y se arrodilló.

Maldito infierno, que se abriera un hoyo y se llevara a Harry en ese momento.

—¿Quieres casarte conmigo paulatinamente? —preguntó Malfoy y Hermione asintió, deslizando el anillo sobre su mano izquierda, debajo del infame anillo de níquel.

—Claro que quiero.

Malfoy se puso de pie y besó a Hermione profundamente. Ella se rio y entrelazó sus manos en su nuca, luciendo tan radiante.

—Lamento siempre echar a perder tus momentos, Draco.

El hombre se rio y la giró, señalando hacia la calle.

—Creo que fue perfecto —susurró contra su oído mientras la abrazaba por la cintura.

Harry estuvo de acuerdo que había sido perfecto si sumabas a la pequeña terraza el gran árbol que hacía una agradable sombra y cómo el Támesis al atardecer enmarcaba la ciudad desde esa perspectiva.

Muy romántico.

Hubo un sonido de succión y la puerta de cristal se abrió.

Hermione y Malfoy se giraron para ver a Harry mirándolos.

—¿Felicidades?


¡Aaah tenía muchas ganas de compartir esto con ustedes cuanto antes!

Ya era justo que Hermione se pusiera celosa, ¿no? aunque sea un ratito e inocentemente. Porque Draco es lindo, pero sigue siendo una serpiente aprovechada. *guiño, guiño*

Pobre Harry, ¿vivirá en el siguiente capítulo?

Besos,

Paola