18 de junio
Draco apareció en DALM para recoger a Hermione e irse a casa cuando vio un grupo reunido en el tablón de anuncios.
McLaggen reía mientras todos a su alrededor intercambiaban miradas.
—Les digo que es una pequeña traviesa… Las de su clase son las peores.
Draco se acercó por atrás para escuchar y alguien tosió. McLaggen se puso pálido pero se recuperó rápidamente y compuso una mueca.
—¿No es así, Malfoy? —preguntó el idiota y señaló el anuncio frente a él, un nuevo anuncio de escobas de las cuáles no había escuchado hablar—. Estas pequeñas son unas traviesas que les encantan soportar a un buen mago. Sobre todo, las nuevas.
Draco frunció el ceño mientras sentía que no estaban hablando de escobas.
—Parece un prototipo.
—Y uno que ha tomado años en planificarse para salir al mercado. Tan cotizada por todos los hombres. Dime, Malfoy, ¿es tan buena como se ve?
Los magos alrededor de McLaggen rieron por lo bajo y Draco se incomodó.
—No lo sé, no lo he probado.
McLaggen rio y lo golpeó en la espalda.
—Eso no habla bien de ti, amigo.
Los otros magos rieron.
—Yo estoy esperando a dar mi vuelta en esa escoba y enseñarle dos o tres lecciones que aquí parece que todavía no ha probado. ¿Cómo le irá en un vuelo por la parte trasera?
Todos rieron y se alejaron ante la mirada de Draco.
Él observó el anuncio unos minutos más, y aunque había una magia implícita ahí, no pudo detectar el hechizo.
Entonces Hermione apareció a su lado y lo olvidó por completo.
Si Rita Skeeter le hubiese preguntado al Draco de cuarto año qué esperaría estar haciendo el heredero de los Malfoy un viernes por la noche a la mitad de sus veintes, probablemente habría dado dos respuestas, la real y la que deseaba. Habría dicho algo parecido a «Estaré en casa, trabajando duro por el legado de los Malfoy, haciendo orgulloso a mis padres mientras un nuevo heredero se gesta en el vientre de mi amada esposa sangre pura», aunque en realidad se veía a sí mismo del brazo de una hermosa y exuberantes brujas de la élite yendo de fiesta en fiesta, relacionándose con la sociedad sangre pura y comiéndose el mundo con su apellido y su riqueza.
No pasando un viernes por la noche recostado en su cama con un montón de diagramas de una boda sin fecha mientras su bruja se balanceaba con una copa de vino blanco, catalogando enérgicamente mesas con colores mientras él admiraba sus dobles calcetines que no combinaban y su coleta que a cada exclamación perdía un rizo.
El Draco de catorce jamás se habría imaginado que disfrutaría de estar recostado con un horrible pijama un viernes por la noche escuchando a la persona más mandona del universo, explicar porqué un sistema decodificado con colores podría ser un éxito para su boda y si ayudó a salvar a Harry Potter, también ayudaría a salvar su boda de cualquier calamidad.
Draco asintió y le sirvió más vino mientras ella ponía más y más color a las mesas y carpetas que estaban regadas por toda la habitación. Hizo una o dos preguntas estratégicas que la hicieron sonreír y él no pudo estar más que feliz de la domesticidad de su viernes por la noche.
Quizá el Draco joven no se habría imaginado, ni siquiera sabría a decir verdad, toda la felicidad que encerraba ver a la mujer que más amaba, hablar con pasión mientras lucía como una vagabunda.
Así que sí, prefería cambiar las brujas exuberantes y las insípidas esposas sangre pura, las fiestas de la sociedad y todas esas cosas aburridas que impactaron a un Draco más joven, por ver a Hermione Granger luciendo dos anillos de compromiso, sus calcetas que no coordinaban y esa brillante sonrisa que iluminaba su día, porque en la domesticidad de un viernes en casa, también había todo lo que el Draco joven anheló.
—Suficiente, bruja —dijo Draco mientras levantaba su varita y empujaba una sábana en el pizarrón con los diagramas—. Son las dos de la mañana, deberíamos estar haciendo otras cosas.
El brillo en los ojos de Hermione fue travieso cuando dijo con su voz más inocente:
—¿Dormir, por ejemplo?
—Se me ocurren una o dos cosas que podemos hacer antes de dormir —contestó él mientras se estiraba en la cama—. ¿Por qué no vienes y te digo cuáles son?
Hermione se quedó en el mismo sitio y fingió considerarlo.
—¿Sólo una o dos? En ese caso, es mejor seguir con la planeación de la boda, hay cosas enormes e interesantes que hacer por acá. Más de dos, estoy segura.
Draco tomó a la chica por la cintura y la arrojó a la cama.
—Tú, bruja… Pensaría que aceptaste casarte conmigo sólo para poder planificar algo.
—Me atrapaste.
Draco sonrió y besó su mejilla.
—Entonces no quiero pensar cuando tengamos a nuestra primera hija. Seremos insoportables.
Hermione lo miró con los ojos muy abiertos y un suave rubor en sus mejillas.
—¿Quieres una niña?
Draco se encogió de hombros.
—Creo que sería absolutamente perfecta, pero cualquier hijo que tengamos, lo será, porque es parte tuyo.
Hermione lo miró a los ojos, todavía debajo de él y le sonrió. Era una sonrisa amplia que iluminaba las motas en sus ojos y creaba como un aura dorada a su alrededor. Draco había visto esa sonrisa algunas veces antes; la vio en su fiesta de cumpleaños, cuando lo atrapó admirando el corto de su vestido antes de bailar. La vio la primera vez que hizo reír a su madre contando un terrible chiste sobre dentistas, la vio cuando tomó a un muy pequeño James y se miraron a los ojos. También apareció cuando ayudó al pequeño niño nacido de muggles y a su padre con cataratas.
Ahora sabía, fue la sonrisa que le dio cuando su corazón se hinchaba demasiado y no tenía palabras para decirle cuánto lo amaba. Era una sonrisa brillante que según Hermione, le revolvía mariposas en el estómago y salía en un cálido aliento porque lo amaba demasiado. Fue la sonrisa que le dio porque anhelaba besarlo hasta perder el conocimiento. Hoy, lo sabía mejor y por eso, cuando ella le sonrió así, Draco la besó con ferocidad, porque sabía que su sonrisa era un reflejo de su propio sentimiento y por eso, no perdería un día más pensando en cuántos quizá.
Las manos de Hermione vagaron por su camisa y tiraron de ella con fuerza mientras él desaparecía sus bragas y su pantalón.
—Ahora. —susurró ella mientras volvían a fundirse en un beso abrasador. Él asintió y empujó sus piernas más anchas para hundirse profundamente, cuando el timbre sonó.
Draco se detuvo y Hermione suspiró.
—Ignóralos —dijo él mientras seguía acariciándola y besándola—. Son las dos de la mañana, quien sea, debe estar borracho.
Reanudaron los besos cuando el timbre volvió a sonar.
—¿Y si algo le pasó a James? —susurró Hermione, empujándolo lejos—. Debería ir a ver quién es, puede ser una emergencia.
El timbre volvió a sonar.
Draco se cubrió el rostro con la mano y gimió.
—Probablemente es Potter borracho y quiere usar nuestra flu.
Hermione ya estaba poniéndose de pie cuando Draco la detuvo y la sentó.
—Iré yo. Si es Potter borracho, yo mismo lo arrojaré por el flu y regresaremos a lo que estábamos haciendo.
Otro sonido del timbre.
—Draco… —Él se giró para verla con su camisa extra grande y nada más, sentada en la orilla de la cama con una sonrisa misteriosa—. Usaré el vibrador verde si no lo arrojas de cabeza y regresas en un minuto.
Draco se puso el pantalón y cerró la puerta detrás de él con deseos de asesinar a alguien.
—¡¿QUÉ?! —gritó Draco mientras abría la puerta—. ¿QUÉ QUIERES, MALDITA SEA?
Se quedó callado cuando vio a la figura tambaleante de la entrada.
—¿Y Her…mai…óni?
—¿Quién es? —preguntó Hermione del otro lado de la casa. Draco no respondió.
—Quiedo hablad con 'Mione.
Escuchó la puerta de la habitación abrirse y pasos por el corredor.
—¿Es Harry? En serio Harry, tienes que resolver tu problema con los daiquiris, ¡no pueden emborracharte!
Hubo un chillido cuando Hermione llegó a la puerta.
—¡Ron!
Weasley estaba ahora más rojo que un tomate mientras sus ojos miraban un punto cerca de la rodilla de Draco, específicamente, las piernas desnudas de Hermione.
—¡Ay, pensé que eras Harry! ¡Iré a ponerme ropa!
La comadreja siguió la figura de Hermione y Draco se puso en medio, bastante furioso.
—¿Viniste a ver las piernas de mi prometida, Weasley?
El pelirrojo negó con la cabeza.
—T-tengo que hablarrr con ella. Jarri dijo queno'ra buenaidea, peeero yo zé que ez lomejor.
—¿Estabas con Potter?
Weasle asintió.
—Me'scapé de eza idiota.
Draco silbó e iba a decir algo más, cuando Hermione apareció a su lado vistiendo unos pantalones holgados y su sudadera de correr.
—¿Qué pasa, Ron?
—Ez zobre el anunzio queztá pegado en DALM. Ez zobre uztedez doz.
Hubo un ¡plop! En la entrada y apareció una enloquecida Pansy.
—¡No, Ronald! —gritó Pansy, corriendo hacia Ronald, pero él fue más rápido y se apartó—. ¡Ronald, no!
Ron corrió hacia la cocina y gritó:
—¡'MIONE, ELLOZ TIENEN UN TABLERO DE APUEZTAHZ ZOBRE UZTEDEZ DOHZ!
Pansy tacleó a Ron y encima de él, le tapó la boca, pero fue demasiado tarde, la cara de Weasley comenzó a llenarse de granos con la palabra «SOPLÓN» escritas en su rostro.
Y luego, Weasley comenzó a roncar.
Hubo más ¡plops! en la entrada de la casa y Draco vio con horror, cómo McLaggen, los tipos de la mañana del DALM, Finnigan, Thomas, Zabini, Nott y Potter aparecían.
La red flu cobró vida y apareció una enloquecida Ginny Weasley con James llorando en sus brazos.
Al parecer, no sería la noche del vibrador.
¡Hola! ¡Espero que tengan un hermoso año nuevo lleno de felicidad y muchos éxitos y salud!
¿Qué será esa apuesta?
PD. ¿Ya vieron la hermosa portada con el arte de Ectoheart para Naranjas en Cuarentena? ¡Fue realizado exclusivamente!
Besos, Paola
