Ok, acá les traigo mi segundo fic. Bueno, tercero, si se cuenta Encuentro P

Honestamente no me convence mucho (, espero que a ustedes les guste.

Puede ser que este primer capítulo sea algo infantil, pero es sólo la introducción, se los prometo jajaja

Por favor, si leen aunque sea sólo una partecita déjenme reviews. Es lo que necesito para seguir adelante: opiniones.

No los molesto más. Saludos y ¡lean!

Era un día algo lluvioso cuando Lily Evans descubrió que era una bruja. Aún ahora, a sus 20 años, a punto de morir con su hijo en brazos, recordaba cómo su hermana mayor había salido corriendo de la pequeña sala de estar de la casa, gritando alarmada y muy agudo:

- ¡Mamá¡Maaaaaaaá¡Una lechuza¡Hay una lechuza en la chimenea!

Entonces Lily había bajado por las escaleras salteándose unos cuantos escalones para enterarse qué provocaba tanto alboroto. En su camino se cruzó con Petunia y su madre, y antes de que ésta última le impidiera actuar, ya se había escabullido por la puerta y entrado a la sala. Miró la chimenea y sintió un escalofrío. Era verdad, había una lechuza allí.

Nunca le habría temido a ese pobre e indefenso animal. En realidad tenía cierta afinidad con los pájaros: un día había logrado que el canario que le habían regalado sus padres en Navidad cambiara su color amarillo pálido tan aburrido por un rojo vistoso y amarillo fuerte. Por supuesto su madre se enojó mucho con ella, pues creía que había perdido al original y comprado otro para reemplazarlo, pero la verdad era que Lily no tenía ni idea de cómo había sucedido. Otra vez habría jurado que su canario había aumentado de tamaño de la noche en la mañana, pero se convenció de que era su imaginación cuando esa tarde llegó de la escuela y lo encontró tan pequeñito y llamativo como antes.

Así que se acercó a esta lechuza negra y grande, y con una mano temblorosa acarició su cabeza. Se dio cuenta de que estaba mojada y fría, seguramente por haber estado a la intemperie con el clima del día. Ya sin timidez hizo que se pose en su mano, cuando notó que tenía algo amarrado a la pata derecha. "¡Qué crueles!", pensó. Seguro que los niños del barrio la habían atrapado y le habían atado un peso en la pata para que no pueda volar bien. Pero eso no era ni una piedra ni nada por el estilo: era una carta.

Lily alzó bien las cejas cuando leyó el membrete, que rezaba en tinta verde esmeralda:

Señorita Lily Evans

Habitación en el fondo del corredor, primer piso

Green Flowers, 25

Big Whinging

Surrey

El sobre de pergamino estaba atado con un hilo dorado a la pata de la lechuza. Cuando se recobró de la sorpresa, le desató la carta al pobre animal y con una mano la sospesó. Emocionada, se dispuso a abrirla. Estaba rompiendo el papel cuando entraron su madre y Petunia, ésta última gritando que era alérgica a los animales y más si éstos tenían dos ojos.

- ¡Lily, suelta a ese bicho!- le gritó su madre escandalizada-. Debe tener rabia o algo así.

Lily no se volvió a ver a su madre, pues adivinaba su cara de horror y sus ojos abiertos de par en par. No le hizo caso y abrió el sobre.

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA

Director: Albus Dumbledore

(Orden de Merlín, Primera Clase,

Gran Hechicero, Jefe de Magos,

Jefe Supremo, Confederación

Internacional de Magos).

Querida señorita Evans:

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por fa­vor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.

Las clases comienzan el 1 de septiembre. Espera­mos su lechuza antes del 31 de julio.

Muy cordialmente, Minerva McGonagall

Directora adjunta

Lily leyó la carta otra vez y se detuvo en las palabras "Magia y Hechicería". Luego notó que había otro papel en el sobre, así que lo leyó también. En él le pedía cosas como un sombrero de punta, un sapo y un caldero. Su madre se acercó a ella algo temerosa todavía por la presencia tan cercana de la lechuza y leyó los pergaminos por sobre su hombro. Cuando terminó lanzó un pequeño gritito y aferró fuertemente el hombro de su hija.

- ¡N-no p-pue-ede ser!- le quitó la carta a Lily y se incorporó para leerla mejor-. Esto es un chiste.

- ¡No, mamá, mira!- Lily habló por primera vez. Le señaló a su madre la Post Data, que acababa de leer- "Un miembro del personal pasará hoy a las doce de la noche para aclararle atentamente las dudas"… ¡Soy una bruja!- soltó.

Petunia, al escuchar esto, intentó sacarle la hoja de las manos a su madre.

- Petunia, ve a tu cuarto. Lily, deshazte de esa lechuza y… Y ven al comedor.

Aferrando todavía la carta entre sus huesudas manos, salió de la sala algo pálida.

- ¡Madre, pero si está lloviendo! No la puedo dejar afuera¡mira cómo tiembla!

Como su madre no contestó, Lily subió a su habitación y dejó entrar a la lechuza a la jaula de su canario. Ésta uluó y comió unas semillitas, ante la mirada aterrorizada de su compañero de casa. Pero a Lily no le importó, simplemente se dejó caer en su cama y clavó sus ojos en el techo con la mirada perdida.

¿Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería¿Su madre tenía razón¿Era todo una broma¿Y qué quería decirle en el comedor¿Estaría soñando? Con un dejo de desesperación, se pellizcó fuertemente la mejilla.

- ¡Auch!

Pues no, no lo era. Se sentó en el borde de la cama y miró a su alrededor. Enseguida su mirada recayó en la hermosa jaula que ocupaba la esquina más luminosa de su habitación, frente a la ventana por la cual ahora resbalaban gruesas gotas de lluvia. Allí junto a la recién llegada estaba Polly, su canario rojo y amarillo. Sabía que aquél nombre no era muy original, pero luego de haber pasado por ponerle el nombre del presidente, de su esposa, de ambos y Lily mismo, decidió que no era muy buena para averiguar el sexo del pajarito ni para ponerle un nombre adecuado. Entonces escogió ponerle Polly, el primero de ave que se le vino a la cabeza cuando se hartó de buscar otros nombres más llamativos. ¿Era Polly una evidencia de que era bruja?

Claro que siempre había soñado con tener poderes para vengarse de su (casi siempre) malvada y cruel hermana Petunia, o para arreglar su dentadura y evitar que le pongan esos horribles frenillos. Pero era imposible, no podía ser…

Se levantó y se miró en el espejo que había sobre el escritorio rosa que ella misma había decorado. Lily Evans era una chica algo alta para su edad, de pelo colorado abundante y largo hasta la cintura. Sonrió y observó sus dientes "de lata", como solían burlarse sus compañeros del colegio. Pero también observó que tenía unos ojos muy bonitos, verdes brillantes y centelleantes, y se alegró un poco.

- ¡Lily!- gritó su madre.

Lily salió de su ensimismamiento y bajó las escaleras muy animada. "¡Soy una bruja!", se repitió. Entró al comedor y allí estaba su padre y su madre, sentados alrededor de la mesa de roble oscuro. Sonrió a su padre y le preguntó jovialmente:

- ¿Qué tal el trabajo, Pá?

Sus padres le devolvieron la sonrisa, algo forzosamente.

- Lily, querida¿sabes lo que esto significa?- la niña no respondió, así que su madre prosiguió-: Tu padre y yo esperaremos hasta las doce de la noche. Si aquella persona que dicen no… No llega, bueno, querida, seguramente esto es una broma…

- Sí, Lily, no te ilusiones. La verdad que dudo que esto sea algo más que eso.

- ¡No, no¡Es verdad! Siempre lo supe. ¡Soy una bruja! Tengo poderes mágicos, y hoy esperaré toda la noche a que venga un mago del colegio, y el primero de Septiembre estaré en la estación de King's Cross para partir hacia… ¿Cómo se llamaba?- se acercó a la mesa, donde estaba la carta y leyó-¡Hogwarts! Iré al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.

Sus padres intercambiaron una mirada insegura, pero luego asintieron, aunque no muy convencidos.

Antes de lo que Lily esperaba, las campanadas del enorme reloj tradicional de la salita de estar resonaron en la oscuridad. Lily estaba sentada en el sillón frente a la chimenea, con la lechuza negra en su regazo, observando la lluvia golpetear contra la ventana…

Toc toc.

La pelirroja dio un respingo y llamó:

- ¡Má, Pá!

Su madre bajó la escalera algo escandalizada con un dedo en los labios. Le susurró:

- ¡Petunia está durmiendo!

Lily lo dudaba. Durante todo el día Petunia había tratado de convencer a su hermanita de que todo era una broma malvada planeada por ella, hasta que su madre la había castigado. Desde entonces no había salido de su habitación, pero Lily estaba segura de que no se perdía sonido.

A continuación bajó su padre y, algo desconfiado, abrió la puerta. Una mujer de unos cincuenta años vestida con un severo traje de encaje oscuro estaba parada en el umbral.

- Hol-hola- saludó Edward. La mujer le extendió la mano y dijo:

- Minerva McGonnagal, espero que hayan recibido mi carta.

- Sí, sí, pase por favor.

Los padres de Lily parecían verdaderamente asombrados. Cuando McGonnagal cruzó el rellano de la puerta y entró a la zona iluminada, Lily pudo observar que era más alta de lo que parecía, y tenía un muy elegante porte. Sobre su nariz se apoyaban unos anteojos cuadrados, y su pelo negro levemente veteado con gris estaba meticulosamente recogido en un rodete. Mientras Lily la observaba, McGonnagal se volvió hacia ella con una sonrisa y dijo:

- ¿Lily Evans, me equivoco?

- No, soy yo.

Le tendió una mano algo arrugada por los años, pero le dio un fuerte apretón. Luego sacó una vara nudosa de color ocre, más o menos del largo del antebrazo de Lily, mientras decía:

- Bueno, antes que nada, supongo que mi presencia aquí aún no es suficiente. Querrán una muestra de que la magia existe¿verdad?- sin esperar respuesta, hizo un raro movimiento con la varita y el sillón de la sala se transformó inmediatamente en un gato. El padre de Lily tuvo que sostener a su esposa, pues ella se había desmayado-. ¡Oh, lo siento! Siempre suelen asombrarse cuando les mostramos la magia, es comprensible, es comprensible… Claro que tal vez me excedí un poco… Sí, sí, debería haber hecho que se eleve unos centímetros y listo, me hubieran creído igual- hablaba más para ella misma que para los Evans. Mientras se disculpaba devolvió al sillón su forma original y con otro movimiento de la varita transportó a la Señora Evans hacia él.

El padre de Lily se sentó junto a su esposa, que comenzaba a recuperar el conocimiento. Lily, en cambio, no cabía en sí de felicidad. ¡Pensar que ella podría hacer eso en algún momento! Se sentó en el otro sillón, junto a McGonnagal.

- Señora…- titubeó-. ¿Señora McGonnagal¿Yo… yo también puedo hacer eso?

- Podrás algún día, sin dudas, si sacas buenas notas en Hogwarts. Yo seré tu profesora de Transformaciones. Allí aprenderás a hacer cosas como la que acabas de ver. También tendrás Pociones, Encantamientos, Defensa contra las Artes Oscuras, Herbología…- al parecer la profesora esperaba que alguien hiciera alguna acotación, pero eso no sucedió pues los señores Evans se habían quedado sin habla y Lily no creía que hablar fuera algo necesario en ese momento. Todo su mundo parecía haberla llevado a ese lugar, ese momento, y escuchaba lo que le decía su futura profesora como lo haría cualquiera en su situación: completa y absolutamente maravillada-. Bien, para pagar la beca y comprar los útiles deberán ir a Gringotts, el banco de los magos, y cambiar su dinero por algo de oro mágico.

En ese momento su mirada se posó en la negra lechuza que ahora estaba posada sobre el alféizar de la ventana.

- Puedes conservar a esa lechuza. Aunque no lo parezca es casi un pichón, y creo que pasará su infancia más divertida siendo tu mascota que sirviendo a los profesores de Hogwarts.

- ¿En serio¡Gracias!- Lily dio un pequeño saltito en su sillón, pero sin animarse a levantarse (pues aún la extraña bruja la cohibía un poco) miró ávidamente a la lechuza, que ahora la observaba majestuosamente.

En aquella pausa la madre de Lily pareció recuperar la habilidad para hablar.

- Señora… McGonnagal. ¿Dónde queda Gringotts¿Cómo iremos?

- No muy lejos de aquí, en Londres mismo. En este pergamino está la dirección y demás- miró a los presentes-. Bueno, si no tienen ninguna otra pregunta…- dijo parándose.

- N-no, no, creo que nos ha aclarado todo- dijo el señor Evans, aunque muy lejos de aparentar afirmar sus palabras. Él también se paró y le estrechó la mano a McGonnagal. Luego, ésta estrechó la mano de la señora Evans y por último, la de Lily.

- La estaremos esperando, señorita Evans. Parece que usted promete mucho- añadió guiñándole un ojo.

Lily ni siquiera contestó, simplemente afirmó con la cabeza sonriendo como nunca. Desde aquel instante, Minerva McGonnagal fue la heroína de su juventud.

Próximos capítulos: Lily no encuentra ningún vagón vacío en el Expreso... ¿Con quién deberá compartirlo¡Selección de las casas¡¡Club Slug!

Dejen rr y gracias por leerme.