La imagen que tiene Lily del callejón Diagon en su primera visita, es una borrosa multitud de objetos que para ella eran rarísimos, como sombreros en punta, murciélagos, calderos y varitas mágicas. Recuerda que la primera varita que sus dedos tocaron fue la indicada: sauce, 10 pulgadas y un cuarto, blanda y flexible. También recuerda cuando se subió por primera vez al expreso de Hogwarts, y cómo sus padres se habían quedado parados en la plataforma con lágrimas y sonrisas en los ojos.

- ¡Adiós! ¡Cuídate, Lily, querida!- le había dicho su madre.

Lily se apresuró a buscar algún compartimento, pero estaban casi todos repletos. Dos veces abrió la puerta de uno que creía vacío para encontrarse con las caras hostiles de unos grandes muchachos que parecían impresionantemente altos y magos. Por primera vez Lily se sintió fuera de lugar, en un mundo totalmente extraño al que había entrado sin pensárselo dos veces. Todos semejaban saber muchas más cosas que ella sobre varitas, escobas, libros, hechizos. Magia.

La tercera vez que iba a abrir un compartimento para ver si estaba ocupado, lo pensó mejor y tocó la puerta con dos suaves golpecitos. No hubo respuesta. Tocó de nuevo y apoyó la oreja contra el vidrio, esperando oír alguna muestra de que debía largarse de allí lo antes posible. Pero todo era silencio, silencio del más profundo. Un silencio acompasado, metódico…

Se sacudió la cabeza y abrió la puerta. Al principio no vio nada, sólo un asiento vacío y del otro lado medio vacío… Y medio lleno. Había un chico delgado y pálido vestido de negro azabache sentado elegantemente en el asiento junto a la puerta. La estaba mirando, con unos ojos tan negros que por un momento Lily pensó que el chico había recortado dos círculos de cartón negro y se los había pegado sobre el iris. No había brillo en su mirada, sólo una extraña sensación de ausencia y misterio.

- L-lo siento, yo…- se calló. El niño estaba ahora acariciando una varita negra como su cabello y como sus ojos, pero no le quitaba la vista de encima.

- Vete- le dijo. Lily no pudo evitar estremecerse. No pronunció ninguna otra palabra, sólo cerró la puerta sintiendo un horrible nudo en el estómago.

Se quedó unos segundos allí parada, con una mano todavía en el picaporte y la mente aún en aquella voz fría y desalmada. Luego regresó a sí y pensó que aquel extraño chico de negro podría verla a través del vidrio temblar. Así que siguió su camino en busca de algún lugar donde viajar.

Cuando ya iba por el último vagón, desesperada, tirando de su pesadísimo carrito por el pasillo y pensando que tendría que pasar el resto del viaje sentada sobre él en el portaequipajes, una niña rubia y algo petiza salió de un compartimento que Lily tenía a su derecha. La niña no pareció reparar en su presencia, ya que había abierto la puerta de un golpe y salido mirando a ambos lados del pasillo, diciendo:

- ¡Tengo hambre! ¿Cuándo va a arrancar este maldito tren?

Otra chica, ésta de pelo castaño y alta, salió del mismo compartimento, pero a diferencia de su amiga, notó que una pelirroja con cara de asustada se había quedado de piedra a unos metros de la puerta.

- Hola- le sonrió francamente-. Soy Michelle. Ella se llama Érica- añadió, ante la mirada de estupefacta de Lily, en tono severo. Luego volvió a Lily-. ¿Y tú?

La pelirroja salió de su trance con una sacudida de la cabeza (de nuevo), y respondió:

- Lily, Lily Evans. Oigan, ¿puedo entrar con ustedes al compartimento? Es que me he quedado afuera…- preguntó, tímidamente y algo incómoda.

- ¡Hola! ¿Quién eres?- al parecer Érica había perdido su empeño en que se mueva el tren por obra y gracia de sus quejas. Ahora miraba a Lily muy suspicazmente. Lily trató de sostenerle la mirada el mayor tiempo posible, pero la fuerza que emanaban los ojos color miel de la rubia Érica fue suficiente para hacerle desviar la mirada.

Por su parte, Érica río.

- Ven, pasa a nuestro compartimento- le dijo muy animada. Lily la siguió y Michelle fue detrás, empujando un poco el equipaje de Lily con el pié.

Justo en ese momento el Expreso de Hogwarts arrancó, y las niñas se balancearon un poco. La lechuza que había adoptado Lily uluó en su jaula. Luego Érica y Michelle se sentaron juntas en un asiento, y Lily en frente de ellas.

- ¿Cómo dijiste que te llamabas?- preguntó la rubia.

- Lily. Mis padres no son magos, así que estoy algo perdida…

- Nosotras te ayudaremos- dijo Érica en seguida-. Michelle es hija única pero sus padres son magos, y fueron a un colegio de magia cuando eran chicos. Su padre es francés, iba a Beauxbeatons.

- Y mi madre inglesa, iba a Hogwarts- siguió Michelle-. Se conocieron en el Torneo de los Tres Magos.

Lily no tenía ni idea de lo que era el Torneo de los Tres Magos ni Beauxbeatons, pero prefirió no interrumpir el discurso de las chicas.

- Yo tengo a mi hermana en cuarto y lo he oído hablar en casa de Hogwarts- dijo Érica-. Ahora sé varias cosas que me van a servir… Ya le he contado a Michelle de varios chicos…

- Y de profesores.

- Y de chicos.

- ¡Del castillo!

- Chicos…

- De las clases- siguió Michelle, tratando de ignorar a Érica.

- Y los chi…

- ¡Ya basta!- estalló Michelle-. Érica está obsesionada con los chicos- le explicó a Lily-. ¿Se nota?

Lily rió.

- Yo me he cruzado con varios mayores en este tren. No son muy agradables…

- ¡No me digas!- Érica parecía haberse puesto de muy mal humor- ¿Eran lindos? Mis padres insistieron en ser puntuales. ¡Llegué antes que nadie! Desde entonces he estado aquí comiendo… ¡Qué tonta! No me di cuenta de que podría haberme quedado afuera para echar un vistazo.

Michelle y Lily rieron.

- Yo pienso que aún estamos chicas para eso.

- Oigan, si se han pasado la mitad de su vida en un colegio sólo de mujeres pensarían lo que yo… ¡Hogwarts es una mina de personas del sexo masculino!

- Yo estoy con Lily, aunque no hay que negar que hay algunos muy interesantes…

Entonces Lily recordó a aquel extraño y solitario chico de negro.

- Había uno… Era muy raro, la verdad. Creo que empezará primero con nosotras, pero de todas formas era muy distinto a los demás. Vestía de negro y me miró muy fijo…

- ¡¡¡Lily tiene novio!- gritó Érica.

Lily ahora recuerda con mucha melancolía aquella tarde, como muchas otras, en la que se la pasó riendo con Michelle Ruteur y Érica Blondip. También recuerda muy bien la primera vez que vio aquellos ojos negros…

Cuando llegaron a Hogwarts, luego del paseo en bote, la profesora McGonnagal hizo desfilar a los de primero a través de un enorme salón ocupado por cientos y cientos de alumnos que los miraban curiosamente. Lily se sintió especialmente pequeña entre todos ellos. Vio a los alumnos de los grados superiores y a los profesores, y se juró que algún día se ganaría el respeto de muchos.

- Cuando los nombre se pondrán el Sombrero Seleccionador- dijo la profesora con voz algo monótona. Desenrolló un pergamino y se ajustó los anteojos. Luego comenzó a leer la lista-: ¡Abstil, Jonathan!

Un niño más petizo aún que Érica se acercó a la profesora McGonnagal, se puso el sombrero sobre la cabeza y luego se escuchó un seco: "¡Hufflepuff!" Una de las cuatro mesas del Gran Salón estalló en vítores. Jonathan casi corrió hasta ella.

- ¡Black, Sirius!- un muchacho muy vivaz de pelo negro hasta los hombros, se colocó el sombrero sobre la cabeza con un gracioso ademán.

Luego de que el Sombrero Seleccionador lo hubiera puesto en Griffindor, llamaron a:

- ¡Blondip, Érica!- la aludida sonrió a Lily y a Michelle y se puso el sombrero sobre la cabeza.

- ¡Griffindor!

Otro cuarto del Gran Salón prorrumpió en aplausos. Érica se quitó el sombrero y luego de susurrarles un "¡suerte!" a sus amigas se sentó en la mesa de Griffindor.

Así siguieron hasta llegar a "¡Evans, Liliana!", y Lily se puso el sombrero sobre su rojo pelo.

"Tú prometes mucho" recuerda ahora que le dijo el Sombrero Seleccionador. Eso fue todo. Luego gritó:

- ¡Griffindor!- y la pelirroja se sentó junto a Érica, que la recibió con un fuerte abrazo., mientras otros dos chicos eran elegidos para Hufflepuff.

- ¡Pettigrew, Peter!

Peter, un temeroso y rollizo niño, fue ubicado en Griffindor.

- ¡Potter, James!- James Potter se acercó al Sombrero. Lily miró por sobre la multitud de alumnos y lo vio mejor: era de mediana estatura, muy delgado, con pelo negro y revoltoso y unos anteojos redondos que le caían hasta el final de la nariz.

- ¡Griffindor!- gritó ronco el Sombrero Seleccionador, y James se sentó junto a Lily. El chico le dirigió una rápida sonrisa y se dispuso a prestar atención al resto de la Selección.

Lily no podía dejar de sonreír. Todo el lugar era maravillosamente mágico. Ahora tenía dos geniales amigas y, según como le dijo Érica, estaba en la mejor casa de Hogwarts. Pero por desgracia esa alegría se le apagó un poco cuando Michelle quedó en Ravenclaw.

- Lo sabía- dijo solemne Érica, mientras Lily saludaba tristemente a Michelle con la mano-. Es muy inteligente como para no ir a Ravenclaw.

Lily no tuvo demasiado tiempo para entristecerse. La profesora McGonnagal había pronunciado el nombre "¡Snape, Severus!" y el chico de negro que se había encontrado en el Expreso había subido la tarima y puéstose el sombrero. En seguida, éste había vociferado "¡SLYTHERIN!".

También recuerda cómo aquel chico, Severus, se había dirigido y sentado en la mesa de su nueva casa sin siquiera inmutarse, como si nada le causara emoción o surja efecto alguno…

Lily comenzó las clases al día siguiente. Aprendió mucho en su primer año de Hogwarts, además de magia. Érica pasó a ser su mejor amiga, aunque Lily sabía muy bien que si Michelle estuviera en su casa, sería ella la que ocuparía el puesto. Érica era muy divertida, compañera y le hacía pasar muy buenos ratos a Lily, pero Michelle era algo más madura y sabía muchas cosas interesantes que fascinaban a Lily. Pasaba varios ratos libres con ella, además de las largas horas en las que reía en la sala común de Griffindor con Érica, pero no era lo mismo que tenerla en todas sus clases ni en su misma habitación.

A pesar de que a veces se volvía aburrido, ser amiga de Érica le permitía saber la vida y obra de casi todos los chicos de primero. Conoció así a un muy irritable cuarteto en Griffindor cuyos integrantes se autodenominaban "los merodeadores". También supo algo más de ese Snape, aunque no lo notó mucho. Como ella misma dijo, estaba chica para tales asuntos.

Pero si hubiera sabido que al crecer…