¡Perdón por la tardanza! Perdón, perdón... Honestamente este capítulo me costó mucho, admito que todavía no me convence, pero ya los he hechop esperar demasiado y no puedo seguir dando vueltas.

Perdón de nuevo, esta vez lo digo por si este fic no es lo que esperaban o verdaderamente no les gusta, es que a mí tampoco me entusiasma mucho y no le tengo mucha fe (. Aún así muchísimas gracias a los que me dejaron reviews. Sigo pidiéndolos, ya que como ven estoy necesitada de consejos y opiniones.

Los dejo leer. ¡Saludos!

Ya era el quinto año de Lily en Hogwarts.

De nuevo era viernes, y la joven ya adolescente estaba bajando las escaleras que conducían a las mazmorras.

- Buenos días, Profesor Slughorn- dijo en voz baja.

Estaba realmente muy deprimida. Érica había sido elegida cazadora del equipo de Gryffindor ese año, y en el último partido contra Slytherin que se había celebrado el sábado pasado, Mathiew Homiltog, el bateador contrario, la había derribado de la escoba al enviarle una enorme bludger a la cabeza. Ahora Érica estaba en la enfermería y Madame Pomfrey le había dicho que no iba a poder salir hasta dentro de dos semanas. Entre Lily y Michelle se turnaban para hacerle compañía siempre que podían. Esta vez, Érica había insistido en que dejaran de perderse clases por ella, y que asistieran al Club Slug.

- ¡Lily!- la saludó Slughorn amistosamente. Luego cambió la expresión rápidamente (demasiado rápidamente, pensó Lily), para decir en tono penoso-: Temo mucho lo de tu amiga.

- Lo dudo- murmuró en voz baja Lily, lo suficientemente como para que no la oiga nadie. Tiró su mochila al suelo y se sentó en el almohadón que ocupaba el rincón oscuro cerca de Michelle (quien la saludó con una mirada significativa) y observó la sala.

Homiltog estaba sentado a un metro de ella. Cuando ésta lo observó le sonrió burlonamente. Lily le dirigió su peor mirada de odio, pero no pudo decirle nada porque Slughorn ya había empezado a hablar.

Sin prestarle atención, siguió mirando a los presentes. Ahora sólo eran nueve miembros. Los dos Hufflepuff habían abandonado "misteriosamente" el Club, pero Lily y muchos otros sabían que los Slytherin los habían amenazado para que se vayan. Snape estaba sentado cerca de Homiltog, mirando atentamente a Slughorn. Recostado casi en su almohadón, apoyado en un codo sobre el piso y teniendo la nuca contra la pared, vestía la túnica negra de Hogwarts con el pequeño logo de su casa en el pecho. Éste se movía acompasado con la respiración. Slughorn le preguntó algo que Lily no llegó a oír, y Snape le contestó algo secamente:

- No he visto el partido.

Seguía con su expresión solemne, que le inspiraba un profundo respeto a Lily. Snape se rascó la barbilla distraído donde ya había una incipiente barba prolijamente afeitada. Lily sonrió para sí: sus dedos no eran nada torpes. Las manos blancas eran largas y finas, pero la piel de ellas estaba algo curtida, como si hubiera vivido años en alguna fría costa, a orillas del saldo mar.

Ahora estaba hablando Homiltog.

- Creo que ya tenemos asegurado el triunfo de Slytherin- decía con aire de superioridad, mirando de reojo a Lily-. Aunque sólo se han jugado tres partidos de toda la temporada, en dos de ellos ganamos y si Gryffindor continúa sin una Cazadora…- agregó en un fingido tono trágico.

- Ay, ay, no hablemos de ello. ¿Es muy amiga suya, verdad, Michelle¿Lily?- preguntó, al parecer olvidándose de lo que acababa de decir.

- Sí. Madame Pomfrey dice que se va a recuperar… Pero estamos muy preocupadas- contestó la castaña, apenada.

- Es una lástima, una lástima… Obviamente se va a recuperar, pero está perdiendo muchas clases… ¡Y más ahora, que se preparan para las MHB! Lo lamento mucho por ella…

Homiltog sonrió y se volvió a la Gryffindor. Luego le dijo sin producir ningún sonido pero exagerando el movimiento de los labios:

- Yo también lo lamento.

Lily se levantó de un salto.

- ¡Eres un imbécil!- vociferó-. ¡Gracias a ti Érica no saldrá de la enfermería en semanas¡Casi la envían a San Mungo!

- ¡Lily, Lily, por favor¡Contrólate, niña!- gritó Slughorn alarmado.

- ¡No soy una niña!- le replicó Lily, completamente fuera de sí. Al contrario de lo que todos esperaban de ella, la pelirroja súbitamente se inclinó hacia delante y le pegó una fuerte cachetada a Homiltog en la mejilla-. ¡Lo hiciste a propósito, animal!

Homiltog, rápido como una gacela, gritó:

- ¡Expelliermus!

Un gemido escapó de la boca aterrorizada de la joven, mientras que por el impulso del conjuro los pies se le despegaban del suelo y su cabeza golpeaba fuertemente contra el bajo techo de la mazmorra.

- ¡Levicorpus!- gritó una voz grave, baja, y Lily giró ciento ochenta grados hasta quedar colgada por el tobillo de una mano invisible unos instantes antes de chocar contra el piso.

Con los ojos nublados vio que una figura negra se colocaba debajo de ella.

- ¡Liberacorpus!- llegó a escuchar, antes de perder el conocimiento.

Lily abrió los ojos lentamente.

Estaba sentada en una de las camas de la enfermería.

La cabeza le dolía muy fuertemente.

Giró la cabeza a un lado con una mueca de dolor, y observó que Severus Snape estaba sentado junto a ella. La miraba fijo.

Lily intentó sostenerle la mirada, como cierto día en una clase de pociones algún año atrás. Pero todo le resultaba verdaderamente confuso. Un frío escalofriante le recorrió la columna hasta llegarle a la nuca. Se estremeció.

El par de ojos oscuros la seguía mirando. Fría, inexpresivamente.

La presión de la joven comenzó a descender. La blancura de la enfermería comenzaba ahora a homogeneizarse hasta que Lily no distinguió nada más, sólo un cuerpo vestido de negro y piel pálida, erguido sobre una nube blanca. Y este cuerpo varonil estaba pendiente de ella. No se perdía un solo suspiro de la pelirroja. La miraba.

Hasta que su negrura le ganó a la ajena blancura, y Lily cayó rendida a sus ojos.

- ¡Cállate, Érica! La vas a despertar.

- ¡Shh! Eres tú la que lo hará si me sigues gritando. ¡AAAY!

Un sonoro golpe sacó a Lily de su ensimismamiento inconsciente. Abrió los ojos como platos y respiró una amplia bocanada de aire.

- ¿Qué…?- inquirió, apoyándose en los codos. Un terrible dolor de cabeza la obligó a acostarse de nuevo. Otra vez estaba en la enfermería, tendida en una cama blanca.

- ¡Lily¿Estás bien?- chilló Michelle, cuando la vio.

- Sí…

- ¡Ayuda¡Soy yo la que se cayó de la cama!

- Lo siento, ya…

- ¡Ay!- gritó Érica de nuevo.

- ¡POR AMOR DE MERLÍN, ESTO ES UNA ENFERMERÍA!- Madame Pomfrey corría hacia ellas, encolerizada- ¡Reteur, le agradezco la consideración a sus amigas, pero esto no es a lo que yo llamo una visita civilizada! Vaya a su sala común, puede volver mañana- le ladró a Michelle, quien tas dirigirles una veloz sonrisa a sus amigas abandonó la enfermería- ¡Blondip, qué has hecho!

Madame Pomfrey se había acercado a Érica. Lily se volvió, y no pudo contener la risa al ver lo que había ocasionado tanto bochinche. Al parecer, Érica, en su afán por acercarse lo más posible a la cama de Lily sin salirse de la suya, se había caído de la cama.

Con un brazo inmovilizado por el accidente del partido, y una venda más pesada que ella misma en la cabeza, presentaba un muy gracioso panorama despatarrada en el suelo.

La enfermera la ayudó a levantarse y, tras regañarla, se dirigió a Lily.

- Sabes, Evans, sancionarán a ese tan Homiltog. Se ha portado muy mal con ustedes dos- decía, muy indignada mientras sacaba un frasquito verde de uno de los bolsillos de su túnica-. Personalmente he hablado con el señor director- ahora vertía la poción verdosa en una gasa blanca-. El profesor Slughorn me apoya. Dice que primero tú le pegaste al alumno- la miró con severidad, mientras le colocaba la gasa húmeda en la frente amorotonada de Lily-, pero de todas formas… Él salió sin un solo rasguño, y usted es una señorita. ¡Cómo se le va a ocurrir hacer volar así a una mujer!

- ¡Auch!- gimió Lily, pues Madame Pomfrey se había emocionado demasiado y le estaba haciendo daño con la gasa al apretarla mucho.

- Ah, lo siento, querida. Tente esto, y quédense en silencio¿eh? No quiero más líos. Podrás irte esta noche, no es nada serio- añadió, mirando a Lily.

- De acuerdo, gracias- le respondió Lily. La señora Pomfrey era muy buena persona, pero en aquellos momentos lo que más quería la joven era que se fuese para poder hablar tranquilamente con Érica.

Cuando Lily se cercioró de que la enfermera había entrado a su despacho y cerrado la puerta, le dijo a su amiga:

- Érica, dime¿has estado despierta desde que llegué a la enfermería?

- Has llegado anoche… Hoy es sábado por la mañana- le respondió Érica señalando la ventana donde se podía observar el sol naciente en el este, algo extrañada por la pregunta que le hacía su amiga-. ¡Cuéntame cómo fue lo de aquel asqueroso Homiltog!- le pidió, radiante.

Pero Lily no la escuchaba.

- Entonces…- dijo, sin darse cuenta de que estaba hablando en voz alta-. ¿No sabes si vino alguien a visitarme?- insistió, decidida a no cambiar el tema hasta no haberse aclarado la duda.

- No… Al menos no mientras dormía. Oye¿por qué preguntas?

Lily se apartó un segundo de sus pensamientos y miró seriamente a Érica. Ella no era estúpida, tarde o temprano se daría cuenta. Y sería peor, conociendo cuán escandalosa podría llegar a ser la rubia con aquellos temas que tanto solía saturar.

- Bueno… Cuando Homiltog me lanzó el conjuro volé por los aires y choqué contra el techo- dijo, masajeándose la cabeza también vendada-. Pero…

- ¿Pero?- la intriga mataba a su amiga.

- Nunca caí- dijo confusa Lily-. Fue un encantamiento. Nunca lo había oído. Creo que era algo así como Liviecorpus o Livcorpos. Pero lo más raro fue quien lo conjuró…- cerró los ojos fuertemente, tratando de hacer memoria. Luego relajó el seño y se entregó al recuerdo, mientras evocaba en un murmullo los dulces versos que había aprendido tras leerlos incontables veces-: Voz escuchada a mis espaldas, en algún viaje a las afueras, mientras caía de mis faldas el diario abierto¿de quién eras? Sonabas cálida y segura como de alguno que domina del hombre oscuro el alma oscura, la clara carne femenina. No me di vuelta a ver el hombre en el deseo que me fuera su rostro anónimo, y pudiera su voz, ser música sin nombre. ¡Oh simpatía de la vida¡Oh comunión que me ha valido, por el encanto de un sonido ser, sin quererlo, poseída! (N/A: "Una voz", Alfonsina Storni)

Una lágrima resbaló por la mejilla de Lily. Érica se había quedado atónita, mirándola.

- Lil… ¿Estás bien¿Qué acaba de suceder…?

- L-lo siento- se apresuró a decir Lily. Se pasó una mano por los ojos y apartó la vista de la de su amiga-. No sé quién fue el que pronunció el conjuro, Érica. Pero… ¿Michelle no te contó nada?

- Cuando te trajeron yo ya estaba dormida. Supongo que Michelle vino contigo, pero no lo sé. Vino hace un rato, pero enseguida te despertaste y bueno, yo me caí y…

- No dejo de pensar en él- se dijo bruscamente Lily.

Érica la observó atentamente.

- Pero¿quién podría ser¿Cómo no puedes dejar de pensar en alguien si no sabes siquiera si existe?

Y antes de poder pensarlo, sin estar segura siquiera de que era esa la respuesta, Lily Evans dijo:

- Snape.

Silencio. Incómodo e interminable silencio, en el cual hasta se podía oír el lento "tic-tac" del reloj del Gran Salón.

Y luego…

- ¿QUEEEEEEEEÉ?

- E-es Snape- repitió Lily.

Repentinamente, lo que pensase Érica del asunto ya no importaba. Tampoco importaba lo que pensarían todos si se enteraran de lo que acababa de confesar. Pero¿qué acababa de confesar¿Era eso cierto¿Era Snape su primer amor? "Sí", se dijo, sin pensarlo dos veces. "Es él. Snape. Severus, Severus Snape." Cerró los ojos lentamente y lo visualizó. Sin poder evitarlo se sonrojó al conmemorar su piel pálida y la forma en que el negro de su cabello contrastaba con ella. Pensó en su prominente y peculiar nariz, algo que tanto le llamaba la atención como maravillaba. "Narices chicas son las de las mujeres" le había dicho su madre una vez. "Y tenía razón", pensó Lily. Evocó la forma de sus labios finos, de su cuello fuerte, de sus hombros anchos. De sus manos blancas, huesudas y firmes. Y mientras recordaba a los ojos negros y oscuros que tanto la habían aterrorizado aquel primer día de colegio, se sorprendió sonriendo.

- ¡No lo puedo creer!- dijo con un hilo de voz. Miró extasiada a Érica-. ¡Es tan hermoso¡Vamos, dime que no estoy loca!

- ¡Lily! Lo estás. ¿Es que acaso estamos hablando del mismo Snape¡No es hermoso, ni mucho menos!

- ¡Belleza rara!

- Nariz kilométrica- aportó Érica.

- ¡Tan varonil!- contraatacó Lily.

- Rata de biblioteca.

- ¡Intelectual!

- Antipático.

- ¡Misterioso!

Érica desistió pues era obvio que Lily le ganaría el debate, pero cambió de argumento:

- ¿Estás segura de lo que dices¿Te gusta Snape?- le preguntó a su amiga seriamente, haciendo énfasis en el nombre "Snape".

- ¿Me gusta?- se repitió Lily. Era hermoso: eso ya lo había decidido. Pero, al fin y al cabo¿le gustaba? Toda la vida había repetido que decir eso ya era un gran paso. Que primero había que conocer a la persona. Que no bastaba con una cara linda. "Pero Severus no es una cara linda. Yo adoro la forma en que no lo es", se dijo. Pero aún así… Meditó la respuesta y escogió el camino que parecía el más fácil-: No- Érica suspiró aliviada-. No, no me gusta. Me parece lindo, simplemente. ¡Y cuánto!- rió- Si existiera la perfección… Él la sería.

"¡Cuán tonta fui!", piensa Lily, entre lágrimas desesperadas, mientras escucha los gritos de un extraño llamado James que le ordena que corra. ¿Por qué había dicho que era hermoso¿Por qué Érica le había preguntado si le gustaba? Desde entonces la idea no escapó jamás de su mente. Pero Érica no tenía la culpa, no… ¿Cómo había caído tan dulcemente en aquel espinoso espiral infinito?

Bueno, no, infinito no. Terminaría. Y pronto.