¡Perdón por el retraso!
Durante toda la semana siguiente Lily estuvo pendiente de algo más que no eran los deberes. Un nuevo objeto de estudio había aparecido en su panorama. Nunca antes había tenido una fijación con algo que consideraba tan estúpido, pero…
La verdad era que Lily estaba fascinada con Severus. Le seguía repitiendo a Érica que sólo le parecía lindo. Hermoso, pero hasta ahí y nada más. Pero ahora hasta ella dudaba de esa afirmación, aunque por supuesto, en secreto. El caso era que no dejaba de mirarlo, y aspiraba a conocerlo mejor.
Las clases que compartía con Severus dejaron de ser unas más, y pasaron a tener unos diez minutos previos que Lily gastaba en mirarse el reflejo proyectado en alguna armadura pulida o soñando algún posible encuentro casual. Aunque no lo notaba por sí misma, sus amigas la veían más reservada de lo normal, y se quejaban de que no les prestase atención o de que ya no riese como antes.
El jueves de esa misma semana a las 10:00 los estudiantes de Griffindor y Slytherin de quinto año tenían Defensa Contra las Artes Oscuras. Ya eran las 9:55 y Lily estaba arreglándose el pelo a las apuradas, corriendo hacia la nueva aula del profesor Mortimer Ets, en el cuarto piso.
- ¡Vamos, Lily!- chilló Érica. Aún faltaban tres pisos por subir.
Salteándose algunos escalones, llegaron al piso indicado a las 9:58.
- ¿Justo hoy tenían que cambiar el aula?- preguntó, escandalizada, Lily, mirando a un lado y otro del pasillo.
- ¡Mira, debe ser allí!- señaló Érica. Un joven de su curso que solía alborotarse el cabello estaba entrando a las corridas al aula que estaba entre la escalera que subía al quinto piso y la que bajaba al tercero.
Lily y Érica no lo pensaron dos veces. Patinándose un poco en el resbaloso y viejo suelo, salieron disparando hacia la puerta. 9:59…
Érica se deslizó por la pequeña rendija que quedaba abierta de la puerta un segundo antes de que ésta se cerrase. Lily, que iba detrás de ella…
¡PUM!
Chocó de cara contra la fría madera y cayó de espaldas. Enseguida volvieron a abrir la puerta y de ella salió un alumno algo alarmado.
- Lo siento, el profesor me dijo que la cierre y no estaba mirand…- le dijo la voz. ¡La voz!
Lily dejó escapar un gritito agudo.
- Ah, ehm, no importa, no es nada…
- Te está sangrando la nariz.
- ¿Qué?- preguntó Lily. Se incorporó y se llevó una mano a la boca. Sí, estaba sangrando y le dolía mucho.
- ¿Qué pasa aquí?- preguntó una voz irritada. Era el profesor Ets-. Señorita Evans, señor Snape¿qué ha pasado?
Lily miró a Severus y luego al profesor Ets. Abrió la boca para pedir disculpas, pero Severus la calló, diciendo:
- L-le cerré la puerta en la cara, profesor- contestó, encogiéndose de hombros pero con cara preocupada.
Ets balbuceó algo, incrédulo. Luego gruñó:
- Evans, por llegar tarde, diez puntos menos para Griffindor. Snape, por ciego, diez puntos menos para Slitheryn- y entró de nuevo al aula, con el ceño fruncido.
Lily se quedó boquiabierta en el rellano de la puerta, igual que Severus.
- ¡No lo puedo creer!- estalló, olvidándose por un momento de que Severus estaba allí.
Él, por su parte, se volvió a encoger de hombros y murmuró "Fregotego!" apuntando con la varita a Lily. Ésta sintió un cosquilleo en el rostro y la humedad producida por la sangre desapareció.
- Lo siento- volvió a decir en vos baja, sin siquiera mirarla, mientras giraba sobre sus talones y se sentaba en un escritorio al fondo de la clase.
La pelirroja se obligó a no tener que recurrir a su más típico gesto para reaccionar: sacudir la cabeza. En su lugar cerró los ojos fuertemente, los abrió al instante y se sentó junto a Érica, que la miraba con los ojos entrecerrados.
- ¿Qué fue eso?
- Shh, nada, qué va a ser, me caí- contestó de mala gana mientras tiraba su mochila al piso y miraba (aparentemente atenta) al profesor mientras añadía en un susurro enojado-¡Qué disimulada que eres, de todos modos¿Puedes gritar un poco más?
- ¡No grité! Además no dije nada comprometedor.
- Ahora sí que estás levantando la voz.
Érica enmudeció un momento, irradiando furia, frunciendo el ceño y apretando los labios.
- Siempre me dices lo mismo, pero ¿sabes?- estalló-: eres tan tímida que Snape NUNCA se te va a acercar.
Había hablado demasiado y demasiado alto.
Lily la fulminó con la mirada y no le respondió. Frunció ahora ella los labios e hizo un esfuerzo por ignorar a Érica, a Snape y el resto de los alumnos que se habían dado vuelta al escuchar el comentario de la rubia, y escuchó al profesor.
- … la clase pasada hicieron algunos avances, pero aún no logran formar un Patronus como la gente- decía, bastante indignado. "No deberíamos ver esto hasta sexto. Yo no tengo la culpa de que no me salga¡más bien la tienes tú por no saber enseñar!", pensó Lily, muy malhumorada, apretando los dientes-. Recuerden que tienen que hacer exactamente esto que hago yo- siguió Ets y luego conjuró un Patronus-conejo. Lily, con el rabillo del ojo, observó que un chico todavía no había retirado su mirada de encima suyo. "¿Qué miras!" quería gritarle-. ¿Ven? Es fácil. Ahora háganlo ustedes…- Lily ya no pudo resistir la ira, y se volteó furiosa a ver quién era el que la miraba aún "¡James Potter! Ya me…"- Los examinaré al final de la clase.
- ¿Qué!- dijo Lily en voz alta, sin darse cuenta. Pero por suerte nadie la escuchó, o al menos eso quiso semejar, ceñuda, Érica.
Lily se recogió el pelo, exaltada. Ahora sí, estaba de muy, muy mal humor.
"Primero, me estampo contra la puerta del aula cinco segundos antes de que empiece la hora", pensó para sus adentros. Se arremangó los puños, ignoró a Potter, se secó las manos sudorosas en la túnica y tomó la varita.
- Expecto Patronum- dijo claramente, pero nada sucedió.
"Segundo, hago el ridículo con Severus."
Agitó de nuevo la varita, diciendo:
- ¡Expecto Patronum!
Nada.
"Tercero, Érica grita una alusión a mi interés por Severus."
- ¡Expecto Patronum!- gritó más fuerte.
"¡Cuarto, me peleo con Érica!"
- ¡Expecto Patronum!
"Quinto, me van a evaluar algo que ¡NO SÉ HACER!"
- ¡EXPECTO PATRONUM!
¡BUM!
Un estallido acompañado por una enorme cantidad de humo y polvo negro salió de la varita de Lily.
- ¡Hey!- gritó un chico cerca de ella.
Lily, temblando, se volvió a verlo. Un joven algo más alto que ella, con unos anteojos redondos completamente sucios y el pelo negro alborotado (más de lo normal), la miraba boquiabierto con la varita a medio levantar y cubierto de pies a cabeza con un fino polvillo negro.
- ¡Ay! Eh, lo siento, no estaba pensando en…- el chico la interrumpió con una sonora tos sofocada-. ¿Estás bien? De verdad, no fue mi…- el perjudicado se quitó los anteojos, los limpió y se sacudió el cabello mientras Lily hablaba-… intención, no estaba pensand… ¡Potter!- saltó Lily, al reconocer al joven-. ¡Eras tú!- dijo sin darse cuenta. Era él, él, quien la había estado mirando en la clase y le había hecho perder el último céntimo de calma que tenía.
- Sí, Evans, y te pido que la próxima vez sea sólo un "hola, mi amor", en lugar de este…- se sacudió la túnica- hermoso… saludo.
Lily lo miró indignada.
- ¿"Hola, mi amor"?- repitió imitando la voz de James. Luego miró a su alrededor y vio que toda la clase (incluido el profesor) era partícipe de su conversación. Así que murmuró un-: Estamos todos locos…- Y se volvió a sentar en su pupitre.
Érica la miró, divertida.
- ¿"Hola, mi amor"?- repitió con voz incrédula y una sonrisa maliciosa en la boca-. James es mujeriego, pero a mí nunca me ha dicho algo así.
Lily la miró, incapaz de creer lo que estaba escuchando. ¿Quién le había pedido su opinión?
- ¿No es que yo soy la mala¿Por qué me hablas entonces?- le preguntó furiosa.
Érica se encogió de hombros, y siguió, como si no hubiera habido ninguna interrupción:
- Ya lo he visto observándote desde hace rato. Por si no lo notaste, hoy estuvo toda la clase pendiente de ti- dijo, en tono confidencial. La pelirroja miró dudosa a James por el rabillo del ojo.
- Lo sé, lo sé, pero… Vamos, tú lo dijiste, es sólo un mujeriego.
- Los mujeriegos se enamoran a veces¿sabes?- le replicó Érica.
- Claro, pero ¿cómo sabes cuándo lo hace y cuando está solamente buscando algo de diversión?
La rubia frunció el ceño y se volvió a encoger de hombros.
- Habrá que esperar.
Lily se quedó pensando un rato en aquella posibilidad. James era uno de los solteros más codiciados de Hogwarts, ahora que estaba en los cursos superiores. Pero era engreído y arrogante. Además, era bastante parecido a lo que ella llamaba ahora "belleza típica": un muchacho de buen físico, atleta, simpático, con rasgos comunes y armónicos, corte de cabello poco personal, mirada vacía… Sin punto de comparación con Severus. Claro que ambos tenían los ojos y el pelo negros, pero la forma en que Severus los tenía era… (N/A: suspiro) especial. Por cierto, Severus encabezaba el privilegiado grupo de hombres ("porque esos sí son hombres", pensaba Lily) a los que ella llamaba "de belleza rara".
Entonces el profesor dijo que dejaba cinco minutos de práctica más y que luego les evaluaría el encantamiento, así que Lily apartó por un momento de su cabeza a James para pensar en algo feliz.
Su familia. Sí, esos eran buenos recuerdos, pero… "Expecto Patronum!" No, no lo suficiente. Lily recordaba cómo su hermanita Petunia la molestaba cada verano, y cómo sus padres se morían de culpa al ver a una de sus hijas completamente deprimida, malhumorada y celosa hacia la otra, y cómo ésta otra, Lily, no recibía mucha atención ante la preocupación por Petunia.
Tendría que encontrar un mejor recuerdo, pensamiento, sentimiento. Buscó, buscó, buscó y no lo encontró. "¡Qué triste¿Es que acaso no hay alegría en mi vida?" se preguntó con una mueca de angustia en los labios. Miró a su alrededor, como hacía siempre que necesitaba recordar algo. Allí estaba el profesor, James, unos compañeros con los que nunca había hablado (Lily no era de las personas que se podrían clasificar "sociables") y, junto a ella, Érica…
"Érica es mi mejor amiga" pensó Lily. "Expecto Patronum!" Pero una voluta de humo fue todo lo que atisbó a salir de la varita de la pelirroja.
Sí, Érica era su mejor amiga, pero ¿era ella algo que la alegraba?
Aunque Lily odiase la sola idea, Érica la manejaba. ¿O qué, entonces, había pasado hacía tan sólo unos minutos? Dócil como una lechuza, se había dejado llevar por las palabras duras de la rubia, y había aceptado de nuevo su amistad después de que la haya insultado y traicionado, sin quejas.
"Tampoco tengo a nadie más", dijo una vocecilla lastimera en el interior de Lily. "Es que tú tampoco QUIERES a alguien más", dijo otra, más fría, en algún rincón de su mente.
Muchas veces había pensado que las amistades no existían. Que sólo eran un invento de los hombres para hacer sonreír a los niños y prometerles felicidad. Que la amistad era imposible, que los hombres traicionaban, engañaban y codiciaban por naturaleza, y, por lo tanto, una amistad jamás sería verdadera. Sabía que nunca encontraría a alguna totalmente fiel y honesta, por lo que perdía el interés en buscarla y, de paso, evitaba desilusiones.
"Si mi familia no me hace feliz y tampoco mis amigos¿quién queda?"
Y entonces una risita tonta se le escapó del corazón al imaginarse tocando los finos labios de un tal Severus Snape, y Ets la calificó con un victorioso S (N/A: Supera las Expectativas). Victorioso no sólo porque había estudiado el hechizo, ni porque había sido lo suficientemente astuta como para elegir el incentivo correcto, sino porque había aprendido que no todo lo que ella creía perfecto lo era, excepto… Excepto Severus.
Esa noche Lily soñó con Severus. Que mientras lo hacía se le adivinaba una sonrisa y que al despertar se sentía feliz por eso eran dos cosas que no le hubieran sorprendido de haberlas sabido.
En su sueño Severus era el de siempre, pero Lily lo miraba y lo miraba, lo tocaba y le hablaba sin que él lo notase. Lo triste de esas imágenes sólo lo entendió días más tarde, pero esa vez sólo captó la alegría que le producían. No lo besó y ni le confesó su amor, (eso era algo que ni hasta en su sueño podría haber hecho), pero hizo bastante de lo que quería sin que él se enterara y, por lo tanto, no tuvo que afrontar (aunque haya sido una ficción) su tan temida reacción.
La mañana del viernes Érica la tuvo que despertar con algo de agua en la cara pues, según dijo luego entre risas, Lily estaba en un sueño demasiado profundo y no pudo encontrar otra forma de quitárselo. A Lily poca gracia la causó, pero sin demorarse mucho en insignificancias como aquello, apuró su sonrisa y bajó corriendo al Gran Salón para hablar con Michelle. Sentía que, luego de la reflexión del día anterior, necesitaba de veras hablar con alguien.
- Buen día- dijo alegremente, sentándose junto a la castaña en la mesa de los Ravenclaws.
- ¡Hola!
- Michelle… ¿Podemos conversar un rato hoy?- le preguntó Lily a su amiga, quien por su parte, estaba algo sorprendida.
- Sí, claro- respondió Michelle enseguida. Luego añadió, frunciendo el ceño-¿Pasa algo?
- No, no, es sólo que… Bueno, tú sabes…- se acercó a ella, bajando la voz- es Severus.
- Ahhhhh…- Michelle levantó las cejas, comprendiendo.
- Y…
- ¿Y?
- Y Érica.
- ¿Qué hay con Érica?- ahora sí que lucía perpleja.
- Ayer me di cuenta de que…- empezó Lily, pero luego miró hacia la mesa de Gryffindor: Érica estaba en allí, de espaldas a ella, hablando con…- ¡Potter!
- ¿Potter¿Quién?- preguntó Michelle, totalmente perdida.
- Ah, eh, nada, lo siento. Hablemos en el almuerzo¿te parece?
Michelle se encogió de hombros, asintiendo (pero no por eso precisamente comprendiendo).
- Si lo que quieres es algo de privacidad…- dijo, observando cómo a Lily se le desviaba al mirada hacia Érica- podemos encontrarnos en el lago.
- ¡De acuerdo!- exclamó Lily, de nuevo sonriente-. Nos vemos, entonces-, se despidió y se apresuró hacia Érica y Potter.
Cuando estaba a unos pasos de ellos aminoró la marcha y normalizó su respiración para no parecer agitada.
- ¡Hola, Érica!- saludó mirándola significativamente, con una enorme sonrisa luciendo su ahora perfecta dentadura, y se sentó junto a ella.
- Hola, Lily…- respondió Érica encantada, con una mirada traviesa-. ¡Justo estábamos hablando de ti!
- No me digas…- contestó Lily, apretando los dientes, sin abandonar la sonrisa y procurando no mirar a Potter-. Y dime¿qué decían?- preguntó bajando la voz, aún sonriendo abiertamente pero dirigiéndose exclusivamente a la rubia.
- Cosas…- respondió elocuentemente, haciéndose la misteriosa-. ¿Es que te interesa?
- Eh… Pues, verás…- dijo Lily fingiéndose seria de repente-. Tengo una pequeña situación- aclaró, intentando hacer poner curioso a Potter para que deje de hablar con Érica.
- ¿Situación?- repitió la rubia, sorprendida.
- Sí, tú sabes…- dijo Lily, esta vez alzando la voz y mirando de reojo a James Potter, quien no se perdía palabra-. Con "eso".
- ¿"Eso"?- repitió Potter, incapaz de contenerse-. ¿"Eso" o "ese"¿Te refieres al mugroso Snape?
Lily enseguida abrió la boca para contestar, pero la volvió a cerrar inmediatamente.
- ¿Qué hay con él?- preguntó enfadada-. ¡Érica?
Incrédula, demasiado como para mantenerse calma, la tomó del brazo y la levantó de la mesa. La llevó a rastras hasta la puerta de entrada y le preguntó, gritando ligeramente:
- ¡Érica¿qué le has dicho!
- Ya¡suéltame!- chilló la otra, y se soltó bruscamente del brazo de Lily-. ¿Cuál es el problema? Le dije que te gusta Snape.
Lily se quedó boquiabierta, con los ojos abiertos cual platos y el corazón detenido un instante. Luego rió nerviosamente.
- Estás bromeando¿verdad? Porque no es gracioso.
- ¿Para qué habría de hacerlo?- replicó, como si verdaderamente no entendiera el por qué. "Es que verdaderamente no lo entiende" le dijo una voz aguda, débil y quebradiza en la mente a Lily.
La pelirroja escondió la cara entre las manos y luego gritó, encarando a Érica con el rostro crispado de odio:
- ¿Cómo pudiste¡Además, Snape NO ME GUSTA!
Caras, caras, muchas caras. Y entre ellas una, una algo más debajo de lo normal y adornada de dorado, que la miraba con una mezcla de desprecio y confusión. Pero era igual a todas. Era como cada una de las demás. A Lily no le inspiraba confianza ni alegría, sino que le hacía sentir traicionada y decepcionada. Igual, igual, igual que todas las demás.
Una cara que no había visto la tomó del codo y le susurró palabras tranquilizadoras al oído, que aunque Lily no las haya escuchado o comprendido, domaron a una fiera salvaje que se había ido apoderando de ella en su interior. La sacó del lugar y la llevó a las afueras. Y luego, cuando Lily vio quién era, supo que esa persona era una de las únicas dos que en ese momento sí eran capaces de hacerla sentirse segura.
