Bueeeno ya sé que tardé bastante... Pero este es el cap más largo hasta ahora! También sé que no hay mucha diferencia xD pero¿con qué me exuso sino?

Si pudiera ponerle un nombre a este capítulo, sería "La verdad opresora", pero como no le puse nombres a los demás... Lo dejamos en "Cap. VI".

Aquí está, sin más:


Una cara que no había visto la tomó del codo y le susurró palabras tranquilizadoras al oído, que aunque Lily no las haya escuchado o comprendido, domaron a la fiera salvaje que se había ido apoderando de ella en su interior.

La persona sacó a Lily del lugar y la llevó a las afueras. Y luego, cuando Lily vio quién era, supo que esa persona era una de las únicas dos que en ese momento sí eran capaces de hacerla sentirse bien.

- ¡Michelle, Michelle¡Ay de mí!- sollozó, y se hundió en los brazos de su amiga-. No puedo seguir así, no puedo…

- Lily, tranquila, no pasa nada- le dijo firmemente Michelle separándose de ella y sujetando sus hombros-. Lily, escúchame, Érica no lo vale.

Lily la miró, seria, a los ojos. Michelle tenía el semblante oscuro.

- ¿Qué… qué dices?- inquirió Lily, totalmente confundida-. Érica es… es…

- ¿Tu amiga?- preguntó interrumpiéndola Michelle-. ¿Tú crees que ella es tu amiga?

Lily balbuceó algo, pero Michelle le sacudió los hombros bruscamente, y volvió a hablar, echando chispas por los ojos, pero con voz serena.

- Una amiga no te haría eso. Jamás.

Lily enmudeció, hasta que finalmente le replicó cansinamente, comprendiendo lo que le quería decir:

- Pero Michelle¿quién, sino?

La chica vaciló.

- Me tienes a mí- contestó, aunque demostraba que ni ella misma estaba convencida de lo que decía.

- Claro que te tengo a ti, pero tú tienes tus propias amigas, estás en otra casa, te mueves en otro ámbito… Nunca pudimos ser muy unidas por eso, lo sabes.

- Escucha, sé que es difícil. Tampoco yo soy la amiga ideal, créeme, pero te puedo ayudar a salir adelante.

Lily derramó otra lágrima al escucharle, y la abrazó fuertemente.

- Gracias- fue lo único que puedo decir.

Se sentaron a la sombra de un árbol a las orillas del lago, algo apartado y de espeso follaje. Era increíble que Lily, en sus cinco años de Hogwarts, nunca hubiera reparado en él. Las chicas decidieron perder las clases aquel día, al menos sólo hasta el almuerzo. Poco les importaba ahora. Además, ambas tenían excelentes y suficientes calificaciones como para permitirse el lujo.

- Bien, ahora dime¿cuáles son tus problemas?

Lily bajó la cabeza y acarició la hierba con los dedos. Se tomó su tiempo para responder, hasta que dijo en voz baja:

- ¿Mis problemas? Mi problema es uno sólo, y es que no encajo.

- ¿Qué?- peguntó extrañada, Michelle.

- Si encajara no estaría aquí- contestó Lily-. Si fuera como todas las demás personas, tú no me estarías preguntando qué me pasa, y yo no estaría pensando en Severus. Porque si encajaría, si fuera como todas y todos los demás, jamás me hubiera fijado en él, y jamás me hubiera molestado que Érica hablase con Potter- largó de una, y luego hizo una pausa. Se recostó en el pasto, junto al tronco del árbol, y observó cómo la luz de la mañana se filtraba por las hojas verdes y jugosas de verano. Luego añadió-: Debería fijarme en él¿no?

- ¿Potter?

- Sí- respondió quedo, Lily.

- ¿Por qué¿Por qué lo dices?-preguntó extrañada. Pero luego comprendió-. Lily, puede ser que seas diferente, pero eso no es nada malo. Y si lo eres, es porque todo el resto somos iguales. No te tiene que agradar alguien porque a la mayoría le agrada.

- Michelle, tú no eres igual a Érica- replicó Lily, mirando a su amiga sinceramente.

- Espero- respondió Michelle, divertida.

Lily rió.

- ¿No te llevas bien con ella?

- No, no, me llevo bien, pero… Digamos que lo que tú notaste hoy, yo ya lo tenía en mente desde hace años-. La pelirroja la miró atónita. ¡Así que ella era la tonta! Michelle tenía razón¿cómo no se había dado cuenta aún?- Pero mira, no te pases. Ten cuidado. Érica no es una mala persona, sólo… Sólo es demasiado extrovertida. Todos tenemos defectos, y uno de los suyos es no saber guardar secretos. No logra ni quiere ser discreta. Así que recuerda: tú decides hasta qué punto confiar en ella. Tampoco es conveniente tenerla en tu contra, y no tiene mucho de malo estar de su lado. La clave es moderarse.

- ¿Encontrar un punto medio?

- Exacto- dijo simplemente Michelle, mirando a un punto en el vacío, hacia delante.

Lily no dijo nada más sobre el tema. Se quedó pensando en lo que había dicho su amiga. ¿Hacía años que había notado ese lado de Érica? Pero Lily nunca las había visto pelear… De hecho, Michelle no peleaba por esa clase de cosas.

Recordó las palabras de Michelle.

"Recuerda: tú decides hasta qué punto confiar en ella."

¿Michelle había tratado a Érica con tanta prudencia todo este tiempo?

"La clave es moderarse."

Pues, bien, eso había dicho ella. "Como si fuera tan fácil controlarse…", pensó, complicada, Lily.

Lily miró de nuevo a Michelle, y notó la intensidad de su mirada, vagando por vaya a saber qué recóndito rincón de la mente infinita y, sin embargo, dura, estática en algún punto a la distancia. Entonces comprendió que Michelle no era una chica como cualquiera. Que constantemente se disfrazaba de velos rosas, dulces, divertidos, comunes, que le daban el camuflaje perfecto que con tanta elegancia calzaba para pasar desapercibida. Mientras tanto, observaba. Anotaba todo detalle, todo gesto, toda palabra, desliz, mancha o matiz en cada rostro. Calculaba sus causas y consecuencias. Y más: preveía cómo debía ella responder o comportarse ante dichos aspectos.

Michelle salió de su ensimismamiento pestañeando y se volvió hacia Lily, quien admiró desde aquel instante su amplia inteligencia.

- ¿Qué me dices de Snape?- preguntó la castaña, ignorando las deducciones sobre ella que acababa de realizar su amiga.

Lily, como siempre que se lo mencionaban, relajó los músculos de la cara y sonrió abiertamente, como quien acaba de tomar una placentera poción para dormir luego de un largo día de trabajo.

- Bueno, ese tema es mucho más lindo- aclaró Lily-. Michelle- se dirigió a su amiga-: es tan perfecto…

- Ay, Lily, yo te entiendo, pero… Dime¿qué le ves?

Lily rió francamente. No le molestaba que Michelle le preguntase eso, porque sabía que no la consideraría un fenómeno.

Pero… ¿Cómo responder?

Ella sabía perfectamente qué adoraba de Severus. Y decirlo¿era tan sencillo?

- Eh, pues…- balbuceó un poco, pero luego dijo-: Es difícil explicarlo. Él es puro misterio¿cómo describirlo? Creo que lo fundamental es eso. Me hace preguntarme constantemente qué provocó que sea así. Quizás fueron sus padres, o la ausencia de ellos… Alguien que lo haya maltratado¡o que lo maltrate aún!- exclamó, angustiada ante la repentina idea. Luego siguió-: Su mirada tiene un anzuelo, no me lo niegues, que me deja estática. Mis manos tiemblan, mis labios murmuran, y mis ojos conocen la felicidad. Su rostro duro, sus manos finas, su piel cetrina… Todo, absolutamente todo, me fascina en él. No puedo quitarme la imagen de aquellos ojos negros, hambrientos, posados en mí…

- Ah, bien, veo tu punto- contestó simplemente Michelle, pero Lily se incorporó de un salto.

- ¿Te gusta?- preguntó, clavando las uñas en la tierra.

- ¡No!

- Ah…- exclamó Lily, volviendo a respirar normalmente. Luego agregó, contenta-: De acuerdo.

- Así que estás totalmente enamorada- dijo lentamente Michelle.

- ¿Tú crees?- preguntó indecisa Lily. Ante la mirada escéptica de su amiga, Lily admitió de mala gana-: Bien, supongo que tienes razón…

Michelle sonrió.

- Bienvenida al mundo de los hombres.

Lily arqueó las cejas pronunciadamente, y preguntó, atónita:

- ¿Perdón¿¿Es que tú ya has entrado?

Michelle enrojeció, y apartó la mirada.

- Sé que es un caso perdido, pero no me reservo el observarlo cuanto quiera.

- ¡Ay, ay!- exclamó angustiada Lily-. ¿Quién es?- inquirió en seguida. Luego agregó-¿No te corresponde?

La castaña negó con una sonrisa forzada en los labios y una mirada melancólica en los ojos.

- Es un caso perdido- repitió, y no volvió a hablar del tema.

Esa noche, observando el techo de su cama adoselada, Lily no podía apartar su mente de cómo había actuado Michelle ante la mención de… Bueno, en realidad, no sabía quién. El Chico no le correspondía, había dicho ella¿pero acaso había intentado acercarse a él? Lily pensó en recomendárselo. Pero, después de todo¿Lily misma lo había hecho¿Acaso era eso lo que tendría que hacer para ganarse a Severus?

En la oscuridad, el color de sus mejillas se tornó tan rojo como el de su pelo. "¿Acercarme a Severus?", se preguntó, incrédula. Si francamente era eso lo que le recomendaba a una amiga, debería hacerlo.

Decidió ignorar por un momento la inmensa cantidad de razones por las cuales NO lo haría, y pensó¿cómo?

"Bien, está claro: lo primero que debo hacer es hablar con él. Por sobre todos los obstáculos, intentar caerle bien. Luego, creo que a largo plazo según el caso, deberé convertirme en su amiga. Pasar mucho tiempo con él, ganarme su confianza. Y después, quizás… Decirle lo que siento."

No sonaba tan trillado¿verdad? Sólo que "el caso" era demasiado especial. ¡Ay, como si fuera tarea fácil caerle bien a Severus! Y además, estaba ignorando aquel pequeño problemita que le surgía a Lily cada vez que él estaba a un radio de diez metros de ella o, simplemente, a la vista: abría los como platos, sus labios empalidecían, su cuerpo se estremecía, sus piernas temblaban furiosamente y su espacio y tiempo se derribaban de golpe para visualizar solamente en su campo a la dichosa silueta negra.

Pero aún así, debía analizar las posibilidades.

Un "hola¿qué tal?" sería lo más sencillo en un caso general. Se imaginó en aquel:

"Lo veo en la clase de pociones, me siento cerca de él y ante el primer momento en el que pueda simular estar aburrida me vuelvo hacia él y le digo:

- ¡Hola¿Qué tal? Soy Lily¿y tú?"

No estaba tan mal esa idea… ¿Pero cómo reaccionaría él?

"Me mira como si estuviera loca, luego comienza a reírse a carcajadas y se aleja corriendo de mí."

Sí, eso parecía muy probable. Severus odiaba a los demás alumnos, eso lo sabía bien. Pensaba que ellos eran estúpidos, superficiales, idiotas. Pero entonces… Él no reiría. Quizás lo más propio de él no era reír:

"Cuando me escucha, las duras facciones de Severus se endurecen aún más (si eso es posible) al él fruncir el ceño y mirarme con asco. Nunca más me vuelve a hablar."

No, eso mejor no. Primero que nada: estaban en quinto año, y ambos iban a Hogwarts desde primero. Aún considerando la posibilidad de que alguno de los dos haya entrado en quinto, ya estaban a mitad de año escolar, y era obvio que se conocían. No podía intentar presentársele a alguien que (aunque sea con quien nunca haya cruzado más de cinco frases por año), era su compañero desde hacía tanto tiempo, y (aunque aparentaba odiarlo), pretender que no sabía su nombre todavía. En segundo lugar, Severus no era un chico común, y seguramente no reaccionaría como tal. Lily pensó que las dos reacciones que había imaginado eran una más factible que la otra.

Primera posibilidad imposible. Descartada.

Lily hundió la cabeza entre las almohadas. Sólo el habérselo imaginado le provocaba vergüenza.

Miró el techo otra vez, dispuesta a elucubrar alguna otra forma de establecer contacto con él sin despertar sospechas.

¿Quizás, un error¿Una equivocación sería lo indicado¿Un tropiezo?

"Camino hacia alguna clase. Defensa Contra las Artes Oscuras, tal vez, porque la comparto con los Slytherins y tiene un acceso complicado. Choco con él, tiro mis libros por el piso y, en lo posible, los de él.

- ¡Lo siento!- exclamo, mientras me agacho a recoger los libros. Él también se agacha-. Estaba apurada, tengo DCAO ahora y no llego a tiempo…- murmuro en forma de disculpa, mientras junto mis pertenencias en el piso. Luego levanto la mirada y actúo como si lo reconociera vagamente-. ¿Snape, verdad¿Severus Snape?"

Lily sonrió para sus adentros. Eso no sonaba tan mal. Le estaba demostrando que lo conocía, pero no que estaba ansiosa por hablarle, mas era, a pesar de todo, una manera fácil y discreta de hacerle saber que tenía algo de interés en él.

¿Y cuáles serían las consecuencias?

"Él me mira mal y me ordena en un gruñido:

- Devuélveme mis libros, asquerosa sangre sucia."

Eso no era algo bueno. Pero… ¿y si no era tan agresivo?

"No me contesta, sólo me arranca sus libros de las manos, se va y me deja allí plantada, con la palabra en la boca, mirándolo como una estúpida en medio del corredor."

¿Es que acaso era imposible hablar con Severus Snape? Lily presionó la almohada contra sus ojos de nuevo. Tendría que haber una solución. Debía haber una.

"Bien, supongamos que no pierdo el tiempo con primeras impresiones discretas. Cuando salimos del Club Slug, algún viernes de pocos deberes, lo sigo por las mazmorras silenciosamente hasta que estemos solos en algún corredor. Entonces me acero a él por la espalda y le susurro al oído:

- Severus…

Él se voltea a verme y yo lo beso apasionadamente."

Lily estalló a carcajadas. Érica dio un respingo en sueños, por lo que ahogó su risa con las sábanas.

"Está muy claro que yo NUNCA me animaría a hacer algo así. Mas, ay, tonta, tonta soy… ¡Si debería¡Si podría! Casi siento cómo los finos labios de Severus me miman...

Pero no estoy tomando en cuenta su reacción. Veamos, le susurro al oído y él¿qué hace? Se voltea románticamente con una sonrisa pícara en los labios y me dice:

- Lily, preciosa Lily, ya sabía que eras tú…- se acerca a mí, me toma el cabello con una mano y la cintura con la otra y me besa profundamente."

Pero ay, hermosa posibilidad: ese no es Severus. ¿Cuántas otras posibilidades cientos de veces más factibles y horribles existen?

Lily pensó en la siguiente:

"Se detiene sorprendido al escuchar su nombre, da media vuelta para encararme y frunce el ceño en señal de confusión. Luego me mira con desprecio y se aleja de mí.

Simplemente yo me puedo quedar de brazos cruzados el resto de mi vida o… Puedo correrlo y besarlo como alma que lleva el diablo. Aunque claro, él me rechazaría y jamás me dirigiría la mirada otra vez.

De todas formas, ahora que lo pienso, no lo hizo muchas veces¿no?"

Hasta ahora todas las posibilidades tenían un mal fin. Salvo una, que era más que nada una broma, todas terminaban en lo más parecido a la realidad con el simple agregado de que Severus sí la tendría en cuenta. Sí, la recordaría y sí, la reconocería. Pero no para bien, pues de ella pensaría como la tonta que se le declaró, y Lily jamás podría estar cerca de él con la cabeza erguida.

Todo parecía en vano. ¿No lo había pensado antes? Ahora la realidad era una molesta mosca que le zumbaba al oído constantemente.

Incapaz de cerrar los ojos e ignorar que acababa de descubrir que jamás tendría una oportunidad con Severus, Lily salió de su cama silenciosamente y se estremeció al apoyar los pies en la fría piedra del piso. Aún así no se calzó. Acostumbraba caminar descalza.

Bajó lentamente por la escalera caracol y llegó a la sala común. No había nadie. Las chimeneas, antes echando chispas, eran ahora sólo unas cuantas brasas blancas y negras. Había anochecido hacía una o dos horas. El frío que antecedía al alba se deslizaba por los cimientos de Hogwarts, y Lily se sentó ovillada frente a una de las chimeneas sobre un sillón.

No era su preferido. No tenía uno preferido.

Fijó la vista en las cenizas. Volvió a estremecerse. Necesitaba calor¿cómo conseguirlo? Se abrazó las piernas y colocó la cabeza entre las rodillas. Doloroso acto que sólo pareció confirmarle la horrenda perspectiva de que, cual brisa de mar, el presentimiento incipiente de una vida a la sombra de Severus le acechaba por todo ángulo posible. Le envolvía el cuerpo y se colaba por sus ojos, rodeaba sus dedos huesudos y enfriaba su cabello.

Tragó trabajosamente: tenía un nudo en la garganta. Gimió inaudiblemente, y reprimió el llanto. Cerró los ojos fuertemente, hasta que le dolieron las mejillas. Los abrió de nuevo y miró hacia arriba para contener las lágrimas.

Una mano de hielo le oprimía el pecho. El dolor prometía ser insoportable. Dos lágrimas se desprendieron por fin de sus pestañas y se deslizaron como granizo sobre su rostro. La sala común de Griffindor seguía en silencio, y la mano de hielo, dura y cruel, presionó más sobre su pecho. Lily no hizo más que rodearse con todas sus fuerzas las piernas. Clavó las uñas en la piel y frunció los labios hasta dejarlos blancos.

El silencio era insufrible.

Lily gimió de dolor. La chimenea apagada. Debía buscar otro refugio. Dentro de sí.

Encontró un par de ojos castaños y brillantes, pero enseguida fueron ahuyentados y apaciguados por la mano de hielo. Luchando ahora por no rememorar el recuerdo que sabía le haría caer rendida, logró convocarlo aún con más fuerza.

Eran negros los ojos, y la miraban fijo. Estaban recortados sobre una blancura de hospital, luego, se acercaban a ella para disculparse. Lily se levantaba del piso, y el dueño de los ojos negros se acercaba a ella. Sentía su respiración, seca. El hombre estaba cada vez más cerca, y Lily temblaba. Él levantaba una mano hasta la altura del pecho de Lily, y ella se estremeció por tercera vez en la noche.

Cuando los ojos ya la devoraban y la mano tocaba su cuello, un frío aún mayor que el ya sentido fue acompañado por un fortísimo estruendo seguido de ecos.

Luego los ojos se retiraron, pero la mano seguía oprimiéndole el pecho a Lily. Todo era negro ahora. Dilató las aletas de la nariz para recuperarse del choque, pero sólo sintió un agudo dolor de cabeza a causa del aire helado penetrando en sus vías respiratorias.

Otro ruido. Menos fuerte que el anterior, pero lo suficiente como para sacudir a Lily.

Otro, otro, y otro.

Lily abrió los ojos.

Las cenizas seguían allí, y aspiró una gran bocanada de aire. Tenía la boca seca, y los nudillos blancos.

Otro ruido.

Despegó los brazos de sus piernas y escondió la cara entre las manos. Tenía la piel de la cara fría y húmeda a causa de las lágrimas que, sin cesar, habían resbalado una a una.

Otro ruido.

Lily miró a la derecha. De allí provenían los golpes que retumbaban en la sala común. No veía nada, sólo un cielo negro. Temblorosa, se levantó del sillón y se dirigió a la ventana. La abrió y un viento gélido acarició sus cabellos. Era curioso que teniendo tanto frío agradeciera aquella brisa que le despejaba la mente y ahogaba el ruido de su llanto. Luego sintió calor (¡calor!) en la mano izquierda y, sobresaltada, miró hacia ella. Una lechuza negra la miraba cansada de tanto golpear la ventana.

Lily sacudió la cabeza para reaccionar y la tomó en sus manos. Cerró la ventana y se sentó de nuevo en el sillón.

La mano había desaparecido.

Tomó la carta que le llevaba su lechuza negra, que por camuflarse con la noche resultaba invisible a través del vidrio. Desenrolló el pergamino y leyó:

No dejes que se apodere de tu mente.

Será peor.

Michelle.

Lily recuerda ahora cuántas veces leyó aquellas líneas. Cuántas veces, sumida en la desesperación, sola y sin más que un extraño y un niño llorón a su lado, había recurrido a aquel pergamino escrito con tanto cariño. Cuántas veces, hasta que sólo quedó de él un rastro suave de pelusas grises, ilegibles.

Presiona Lily en su mano la carta ya inexistente, y temblando se fija una meta: escribiría ella también. Dejaría algo más que un cuerpo de sí. Escribiría lo que siempre quiso decir. Moriría con la ilusión de saber que algún día, tal como le sucedió a aquel pergamino de Michelle, su carta, su mensaje, su último y tortuoso deseo, desaparecería.

Moriría.

Pero debe apurarse: Harry llora.


¿Qué les pareció? Si hay alguna parte que no se entiende, les pido mis disculpas :$, pueden consultarme con reviews. Y hablando de rrs, por favor déjenme alguno, aunque sea de una sola palabrita, para guiarme. Vamos, si no les cuesta nada... P

Próximos capítulos: El amor supuesto imposible de Michelle, Érica es encontrada con las manos en la masa, Lily escucha ruidos del bosque prohibido, El peor recuerdo de Snape, travesuras Slytherianas.

Muchas gracias por leerme. Denme su opinión!