Luego de haber estado estancada en este capítulo por más de tres semanas, lo traigo acá fresco y terminadito.


Lily miró su reloj. Era temprano.

Sus pasos resonaban en la quietud de Hogwarts un día de semana por la medianoche. Se dirigió tranquilamente hacia las escaleras y subió un piso, la mano apoyada en el pasamanos barnizado y brillante. Llegó al octavo piso, y se detuvo en el gran ventanal que allí había. Se asomó por la baranda y observó con los ojos entreabiertos la luna llena reflejada en la calma superficie del lago.

En quince minutos tenía Astronomía. Se dirigía hacia la Sala Común de Ravenclaw para pasar a buscar a Michelle e ir con ella hacia la torre.

Habían pasado ya dos semanas desde que ella le había mandado cierto mensaje por la noche, y Lily no le había vuelto a preguntar quién era aquél por el que no valía la pena luchar, pero sí extrañar. Lo que sí, había hecho de Michelle a su más cercana confidente. La ávida Ravenclaw, con su madurez extraordinaria a los quince años, escuchaba los pesados relatos de la pelirroja con paciencia, y hasta los disfrutaba. Lily confiaba en que Michelle era una joven muy sensata e inteligente, pero ignoraba cuántas deducciones había elaborado ella como para permitirse el lujo de adorar los cuentos de amor y desamor. Así que la amistad funcionaba en perfecta armonía: Michelle escuchaba un relato apasionante y Lily recibía consuelo.

Oyó el silencio de la noche. Algunos theastrels, probablemente, estaban disputándose un banquete en el bosque prohibido, pues se escuchaban ruidos de hojas secas al quebrarse y ramas enteras al sacudirse en la penumbra. El leve viento que hacía que los árboles tiriten acompañaba al misterioso murmullo del inmenso ambiente exterior.

Lily cabeceó. Se sacudió como solía hacerlo y recordó que debía estudiar mucho esa semana. "¡Para qué habré tomado Astronomía!", se reprochó, mientras miraba el cielo estrellado. "Ya sé que de noche hay estrellas¡y prefiero no verlas!", se lamentó, pensando en la mullida cama que la esperaba en la torre Gryffindor, con un techo que las tapaba.

Miró por última vez al bosque prohibido, y pensó que podría echarle otro vistazo desde la torre antes de que empezara la clase si se apuraba. Se dirigió hasta la estatua de un brujo viejo que montaba guardia a los Ravenclaws, y descubrió que Michelle ya la esperaba allí.

- Vamos, cuanto antes mejor. Me duermo- comentó Michelle en un susurro, luego de darle un beso en la mejilla a modo de saludo.

Pero no pudieron llegar tan temprano como esperaban.

Comenzaron a oír un murmullo cuando daban la vuelta por el pasillo del quinto piso rumbo al oeste, y el sonido se fue incrementando hasta poder definirse como risas y frases agudas y entrecortadas cuando llegaron al pie de las escaleras. Ambas, Lily y Michelle, fruncieron el ceño extrañadas, pensando lo mismo. Se miraron un instante, pero Lily dijo, negando con la cabeza:

O es Peeves o un grupo de amigas muy divertidas están yendo a Astronomía.

Michelle asintió, intentando ignorar el asunto, pero ni ella ni Lily lograron dejar de prestarle atención. Subieron las escaleras y los murmullos se intensificaron.

- Es un hombre.

- Y una mujer- agregó Michelle.

La que reía era la mujer; el que murmuraba, el hombre. Eso sonaba interesante. Lily y Michelle se miraron de nuevo, arqueando las cejas y con sonrisas maliciosas en los rostros curiosos.

- ¿Quiénes serán?- preguntó en voz baja Lily, mientras caminaba en puntas de pie para no hacer ruido.

Michelle se llevó el índice a los labios, y señaló el pasadizo detrás de ellas que conducía a los baños de varones.

- Eres hermosa…- oyeron susurrar al muchacho.

Lily reprimió una risa tonta, y tiró de la mano de Michelle hacia el pasadizo. Aminoraron la marcha para no ser oídas, y recorrieron el pasadizo hasta llegar a la puerta de los lavabos, descuidadamente entreabierta. Lily se asomó por la rendija de luz, y observó, reflejados en los espejos delatores, una joven y un joven abrazados y besándose contra un cubículo del baño.

- ¿No teníamos clases ahora?- preguntó la joven, cuya voz, extrañamente, recordó travesuras a Lily. Sonaba más provocativa que preocupada.

- Podemos llegar tarde…- respondió el hombre.

Michelle sacó a Lily de su posición privilegiada y asomó ella su ojo castaño por la abertura de la puerta.

- ¡Ah!- exclamó, sorprendida.

Lily le indicó por gestos que bajara la voz.

- Son de quinto. Ravenclaw o Gryffindor- dijo, pronunciando débilmente las palabras y moviendo exageradamente los labios. Los alumnos de quinto año de Gryffindor y Ravenclaw eran los únicos que podían estar esa noche fuera de la cama a causa de la clase de Astronomía.

Michelle asintió enérgicamente y se agachó para que Lily también pudiese espiar por la rendija.

Observaron mejor a la pareja. Aunque sólo se veían dos cabelleras, una negra y revoltosa hasta los hombros y otra rubia y larga, distinguieron que pertenecían definitivamente a Gryffindor, pues sus túnicas estaban adornadas con líneas de rojo sangre. Sus mochilas estaban a un lado, olvidadas. El hombre estaba de espaldas a los espejos, y en sus manos contenía la cara de la chica, quien por su parte se escondía en la de él. Sus brazos rodeaban los hombros del joven, y cada tanto lanzaba agudas risitas como respuesta a los inaudibles comentarios probablemente insinuadores de su "pareja".

- Que se muevan… ¡No puedo ver nada!- susurró impaciente Lily.

- Déjamelo a mí…- respondió maliciosamente Michelle.

Sin quitar los ojos de la ranura por la cual espiaban, sacó su varita del interior de la túnica y apuntó a uno de los espejos.

- Diffindo!

Uno de los cristales estalló en astillas y la mujer soltó un chillido separándose del hombre.

- ¡Érica, no es nada!- la tranquilizó el hombre, aunque alejándose también de los espejos.

Michelle y Lily tardaron unos segundos en reaccionar a lo que acababan de oír.

Dentro de los baños, Érica estaba histérica. El hombre seguía de espaldas a los espejos, tratando de consolarla, manteniendo inconscientemente su anonimato a los ojos de las "espías". Entonces Érica agarró su mochila e hizo un ademán de dirigirse a la puerta, pero el hombre agarró su muñeca y le susurró suavemente algo que ni Lily ni Michelle oyeron ni notaron. Estaban ya a ocho, nueve, diez metros y aumentando, tras haber huido estupefactas y atemorizadas de la escena en cuanto Érica amagó a salir por la puerta en la que estaban apoyadas.

Subieron casi corriendo los últimos pisos que restaban, sin decir una palabra, demasiado excitadas como para hablar. Cuando llegaron, jadeantes, a la entrada del observatorio de la torre de Astronomía, se detuvieron ambas al mismo tiempo y se miraron, serias, como si hubieran coordinado el gesto de antemano.

- ¿Acaso dijo Érica?

Lily asintió, muda, y sin saber qué más decir entraron al aula, vacilantes.

Durante la clase apenas prestaron atención a la profesora. Inmediatamente se arrepintieron de no haber comentado el suceso antes, pues ahora, con las opiniones desbordándose de sus mentes, lo intentaban hacer mediante señas de una punta de la clase a la otra.

Michelle estaba muy divertida con la noticia. Decía que ya se la esperaba (o al menos Lily interpretó eso). Por su parte, la pelirroja Griffindor estaba bastante extrañada. Michelle tenía razón: Érica no se iba a quedar atrás. Además, así como ella estaba enamorada, Érica también podía estarlo y, sin quebrantar ninguna ley suprema, también podía ser correspondida. ¿Pero por qué le chocaba tanto la idea?

- Pregúntale, a ver si te cuenta- gesticuló exageradamente Michelle sin producir sonido.

Lily se encogió de hombros, pensativa, mientras hacía como que situaba mejor su telescopio.

- Si no me contó hasta ahora, no tiene por qué contármelo mañana-, intentó explicarle ayudándose con las manos y echando ojeadas a la profesora-. Además¿qué le digo? "Érica, te vi en los baños con un chico, pero se supone que no debía espiarte, así que¿me cuentas qué pasa?"

Michelle estalló en carcajadas. Tienes razón, decía eso. La profesora se acercó con el ceño fruncido, hecho suave proviniendo de un profesor, pero que les bastó a las mejores alumnas de quinto año para interrumpir la charla.

Lily miró el cielo estrellado. Se suponía que debía ubicar las lunas de Marte y compararlas con la de la Tierra. Buscó en vano por todo el cielo, pero la brillante aura de la Luna terrestre le impedía distinguir siquiera a Marte, que, según la profesora, se encontraba a sólo unos pocos grados a la derecha en el mapa celeste esa noche.

Frustrada, bajó la vista a su libro. Corrió las páginas hasta encontrar el mapa que correspondía a esa semana del año e intentó concentrarse en él. En la esquina superior derecha estaba la luna, redonda, perfecta y blanca, y más a la derecha, dos puntitos minúsculos tenían leyendas debajo.

Lily entornó los ojos, pero luego se los frotó enérgicamente. La falta de luz y el sueño le escocía la mirada.

- Lumos!- susurró con su varita apuntando al mapa.

Debajo del punto de menor tamaño, la leyenda rezaba "Deimos". A su lado, el pequeño cartelito rezaba… "Marte". No, eso no era una luna. Lily suspiró, fastidiada. La otra luna debía de estar por allí. ¿O era posible que se encuentre en la otra punta del universo?

A la izquierda de la Luna había un grupo de puntitos con numerosas aclaraciones debajo que Lily decidió obviar. Más a la derecha había otro puntito… Lily acercó la varita al mapa.

"Fobos" rezaba la leyenda. Y más a la derecha… Los pastos verdes de Hogwarts oscurecidos por la noche. Había olvidado por un rato que estaba asomada a los balcones de la torre, y que su libro no era tan kilométrico como para ocupar toda su visual. Más allá de él y la baranda, una inmensidad de penumbras se mostraba ante ella.

Las pupilas de Lily se dilataron. Acababa de descubrir que quizás le temía a las alturas. Intentó tranquilizarse, controlando su respiración, pero el susurro que había oído antes proveniente del bosque prohibido la inquietó. Sonaba como si alguien estuviera allí abajo zarandeando árboles, golpeándolos y corriendo entre ellos. También se oía una especie de lamento, largo y agudo.

- … las redacciones cuando termine la hora- oyó que dijo la profesora.

Lily salió de su ensimismamiento. "¿Qué con las redacciones al final de la hora?", se preguntó, nerviosa. Miró su pergamino en blanco, y luego su reloj.

00:30 a.m.

Tenía media hora. Pero¿para qué?

Miró desesperadamente a sus lados, esperando ver a Érica para preguntarle qué era lo que había que hacer. Pero no estaba allí, y, pardiez, por un momento había olvidado que la acababa de ver besándose en los baños con alguien. Michelle estaba lejos de todas formas, pero inclinada sobre su pergamino escribiendo a gran velocidad. Intentó buscar caras conocidas a su alrededor, pero sus compañeras de curso habían faltado por los exámenes próximos y ni los merodeadores estaban.

Sin poder creer que se acababa de dar cuenta de cuán vacía estaba el aula, decidió tragarse el orgullo y pedirle a la profesora que repitiera la consigna.

Tres cuartos de hora más tarde, Lily despidió a Michelle en la entrada a la Sala Común de Ravenclaw. Caminó tranquila hacia su torre, pensando en lo sucedido aquella noche.

"¿Le digo algo a Érica?"

Sus pasos de nuevo eran los únicos oíbles en la losa pulida del piso.

"Pero¿cómo lo hago? Si no puedo admitir que la espié¿cuál sería mi pregunta?"

Bajó las escaleras sin saltearse un solo escalón, con la mirada perdida y los ojos entrecerrados.

"Quizás no sea necesario que inquiera¡quizás me lo cuenta ella sin más!"

El silencio interrumpido al compás de sus pies la adormecía.

"Tal vez…"

Llegó al séptimo piso y, con las yemas de los dedos deslizándose por la pared de forma distraída, se dirigió al retrato de la Dama Gorda.

- …me está esperando ahora en la Sala Común…- pensó en voz alta, sin darse cuenta, y sus palabras hicieron eco en el corredor.

- ¿Quién?

Lily saltó del susto. Su corazón latía airoso, pero la sangre parecía no correr por sus venas. Se detuvo, incapaz de moverse un paso más, y se volteó lentamente.

- ¿Qui-quién está ahí?- preguntó, nerviosa. Ni la más tenue vela iluminaba el lugar.

- La persona que esperabas-, contestó entusiasta la voz. Al parecer era un muchacho.

Lily se tranquilizó un poco. Aquella persona parecía amigable. Pero te todas formas¿quién era¿Y por qué decía que ella lo estaba esperando si en realidad no esperaba a nadie¿Qué hacía a esas horas allí?

- Yo no espero a nadie- replicó Lily, buscando silenciosamente la varita entre su túnica.

- ¿Segura, Evans? A mí me parece que sí me esperabas-. Lily no dijo nada. Notaba que el chico se iba acercando, lentamente, y oía muy bien su respiración algo agitada-. Pero todavía no me has contestado a mí. ¿Quién te está esperándote en la Sala Común?

Lily aferró la varita en su mano.

- Nadie- contestó, confusa-¿es que me estabas siguiendo?- comenzaba a disgustarse-. ¿Quién te crees para asustarme en plena noche y ni siquiera mostrarme el rostro?

- Ah, veo que no me has reconocido aún. Es una lástima, Evans, yo te reconocería a millas.

El muchacho se había acercado demasiado. Lily pensó rápido: sacó la varita de su bolsillo derecho y apuntando a la oscuridad gritó:

- Expelliermus!

Pero el joven había sido más veloz, y había gritado Protego! antes que ella, y el maleficio se había desviado. Lily, fastidiada pero aún así asombrada por los reflejos que había presentado el muchacho, le preguntó:

- Vamos¿quién eres?- sin esperar respuesta, le indicó a su varita-: Lumus!

James Potter estaba allí, a medio metro de ella, mirándola con los anteojos torcidos y el pelo exageradamente desordenado, jadeando ligeramente.

- Hola, Evans.

- ¿Qué haces aquí¿Y por qué estás tan agitado?

- Hablo contigo¿y tú?- respondió despreocupadamente el muchacho, obviando la segunda pregunta.

La chica resopló, le dio la espalda y siguió su camino hacia la Dama Gorda, varita en alto. Lo último que necesitaba era que un engreído que le tomase el pelo.

Potter la siguió.

- Ah, veo que ya estamos hablando- dijo él por sobre el hombro de Lily, mientras caminaba a su lado. Luego de unos segundos dijo, golpeando el puño contra la palma de la mano en gesto triunfal-: Ya sé. Eres una buena alumna y vienes de Astronomía¿verdad?

- Algo que tú también deberías haber hecho en vez de…- comenzó a decir entre dientes Lily, irritadísima, parando en seco.

Pero James Potter venía muy cerca de ella. Demasiado como para permitirle un buen frenado antes de chocar a la débil luz de una varita.

- ¡Ouch¡Aléjate!- se quejó Lily, restregándose la frente que había dado con la de él.

- Bueno, si eso es lo que quieres, Evans… No quiero verte en mi puerta esta noche para pedirme perdón¿ok?

- ¿Disculpa?

"Esto es el colmo", pensó Lily. "Lo mato".

Pero para su sorpresa James Potter no se ofendió, sino que comenzó a reír.

- Era broma, lo siento. No quería molestarte, es que no veo nada¿sabes?- se disculpó, con una sonrisa agradable.

La chica vaciló. Eso no había sonado fastidioso. Finalmente cedió, pero aún con voz dura:

- No importa, sólo intenta no hacerlo de nuevo.

Llegaron al retrato de la entrada a la Sala Común de Gryffindor y Potter pronunció la contraseña. Cuando entraron, Lily miró esperanzada a ambos lados, pero Érica no estaba allí.

Notó que James la observaba.

- Mira, no quiero ser entrometido ni nada de eso, pero… De veras¿a quién esperas?

La joven lo miró atentamente. Potter tenía una expresión diferente a la habitual. Nada de sonrisas arrogantes ni guiños presumidos. Su postura no indicaba, como siempre, que se creía superior. Sólo estaba haciendo una pregunta de forma seria, y, extraordinariamente, parecía hasta preocupado ligeramente.

¿Por qué Potter actuaba así¿Por qué Potter tenía aquellos impertinentes cambios de actitud¿Por qué Potter no había ido a Astronomía?

Y si lo pensaba bien…

¿Por qué ningún merodeador había ido a Astronomía¿Ni el engreído Potter, ni el temeroso Pettigrew, ni el correcto Lupin, ni el revoltoso…?

Ni el revoltoso Black.

Sirius Black: un muchacho de cabellera negra y revoltosa hasta los hombros.

Y Érica: una joven de pelo rubio y largo.

Y nadie se sorprendería de ver a ninguno de los dos en la situación que presenció Lily.

¿Acaso había encontrado tan fácilmente a la supuesta pareja de Érica?

Por todo esto, Lily no supo qué responder a la pregunta de James. Finalmente decidió no hacerlo, pero le preguntó, yendo al grano:

- ¿Sabes si Sirius está saliendo con alguien?

James se le quedó mirando. Lily entornó los ojos: algo estaba mal. ¿Es que acaso había tristeza allí? James había bajado un segundo la mirada, con los ojos levemente nublados…

Sí, algo estaba mal. Lily seguramente lo había imaginado. Ahora James había cambiado de nuevo su expresión o, mejor dicho, vuelto a la provocativa.

- ¿Qué, te interesa?- dijo con una sonrisa burlona.

- Ay, ya cállate- dijo Lily empujándolo levemente a un lado para poder pasar; no valía la pena. James Potter era una de esas personas que sólo vivían para burlar a las que consideraban inferiores a sí mismas. Es decir, a todas.

Fue al pié de las escaleras que conducían a los dormitorios de las chicas, pero Potter la llamó cuando pisó el primer escalón.

- ¿Sabes?- le dijo sinceramente-. No creo que se niegue.

Lily no entendía.

- ¿Quién?

- Sirius- respondió Potter, quedo. Luego agregó-: Eres muy bonita. No desaprovechará la oportunidad.

Lily lo miró atentamente. Potter no se había movido, seguía allí junto a la entrada, con los brazos a los lados y los hombros bajos. Daba una inhabitual impresión de estar rendido.

- Nunca te dije que me gustaba Sirius- dijo Lily fríamente-. Ocúpate de tus propios asuntos, Potter- dijo cuando ya estaba seis o siete escalones arriba, sin mirarlo.

James no respondió.


Ah¿pobre James? Vamos¡si es insoportable! Y no lo inventé yo¿eh?

Jiji no se enojen queridas jamesianas...

Espero que les haya gustado el cap. Como siempre, pido que me dejen sus solidarios reviews.

Próximos capítulos: El amor supuesto imposible de Michelle, los ruidos del bosque prohibido, El peor Recuerdo de Snape, travesuras Slytherianas, una noche de lluvia, una noche de luna.