Me ha costado muchísimo este cap, espero que les guste. Muchísmas gracias a Manu y a Erika (Nocrala en esta web, les recomiendo sus fics!). ¡Las quiero mucho!

Sin más preámbulos:


Potter estuvo molestándola todo el tiempo desde aquel episodio. ¿Para qué lo había insultado? Lily se preguntaba si lo que en realidad había hecho era inaugurar el ritual de cortejo donde el macho cree tener las batallas ya ganadas y a la hembra en el platillo, y piensa que ésta sólo se niega para seguir el protocolo, hasta que una noche, de luna llena y aroma a rosas, la hembra indefensa se rinde abiertamente a los atributos del macho. ¡Engreídos!

"Eres especial, Lily. No hay ninguna como tú."

No sirve, tonto Potter, no sirve si se lo repites a cualquiera sin miramientos.

"Y menos te va a servir, si lo que haces no está autorizado por mi mirada". Porque no estaba permitido que ese domingo por la mañana, cuando Lily hablaba con Érica, Potter hiciera lo que hizo.

- Érica¿podemos hablar?- había preguntado Lily, cansada de seguir intrigada.

- Por supuesto.

Se sentaron juntas en la cama de Érica, y Lily, sin preámbulos, inquirió:

- ¿Estás saliendo con alguien?

Érica le sostuvo la mirada, con cara de traviesa.

- Mmm… ¿Por?

- Ehh… Te vi el otro día con Sirius- arriesgó en una exhalación.

Érica no respondió a tiempo. La puerta de la habitación se había abierto y entraron…

Potter y Black.

- ¡Buenos días, preciosas damas!

- Hola Sirius…- saludó Érica, encantada.

Lily estaba boquiabierta.

- ¡Salgan de aquí!- chilló, estupefacta, pensando con vergüenza en los montones de ropa que tenía esparcidos por allí.

- ¿Cómo estás, Evans?- preguntó Potter como si nada hubiera ella dicho.

Ambos se acercaron a ellas y Black abrazó a Érica. Lily se olvidó un momento de Potter y preguntó:

- ¿Es verdad entonces?

Érica emitió una risita aguda antes de besar a Black enfrente de ella. Una risita muy familiar para Lily. Ella pensó en todas las chicas que despellejarían a Érica por estar en su lugar.

- ¿Quieres salir conmigo?- le preguntó Potter, viendo que su amigo y Érica ya no participaban en la conversación.

Lily casi estalla en carcajadas de la indignación.

- ¿Perdón?

- Sabía que aceptarías- dijo él, y Lily resopló-. Vamos, está lindo afuera-, agregó, y tomó su mano.

Lily respiró hondo: "tranquila", se dijo. "Tengo que darle una oportunidad."

- Escucha, Potter, no saldré contigo- anunció intentando tratarlo con delicadeza mientras soltaba su mano de la de él.

- Evans, esto no significa nada. Es sólo un paseo por los lagos- se disculpó Potter, levantando las manos con aire inocente.

Lily lo pensó bien. Michelle le había aconsejado que debía ser más tolerante…

Miró a Érica y a Black, abrazados y susurrándose cosas al oído, totalmente ajenos a ella. Se encogió de hombros y salió de la habitación con Potter, murmurando:

- No significa nada.

El día estaba de verdad precioso. Muchos alumnos estaban afuera en pequeños grupos, o cabizbajos, apoyados contra algún árbol, estudiando.

- Así que por eso me habías preguntado por Sirius- dijo Potter de repente.

Ella cruzó los brazos, indiferente, y respondió:

- No quisiste admitir otra explicación a la que te figurabas.

Potter rió, algo avergonzado.

- Tienes razón, lo siento- dijo-. No pude evitar reaccionar así-, agregó, pausado.

Como Lily no dijo nada, él detuvo la marcha y la miró fijamente.

- No puedo evitar sentir lo que siento por ti…- dijo gravemente, acercando su mano a la mejilla de ella.

- Potter…- protestó Lily en voz baja, alejándose un paso. Intentó hacerse entender llamándolo con su nombre-: James, ya te dije que no…- Pero él no se rindió. Avanzó un paso y tomó su mano con firmeza.

- ¿No ves lo que te pierdes?- murmuró acercándose más a ella.

Lily abandonó su postura piadosa de hacía dos segundos atrás. No cabía en sí de indignación.

- ¿Quién te crees que…?

No pudo terminar la frase. Él ya había tirado de su mano y tomado su cuello de forma dominante.

Súbitamente Lily se vio besando al chico más popular de todo Hogwarts en medio de una multitud de estudiantes que no tenían otra cosa más que hacer que observarlos a ellos. Él, creyendo tener la victoria, hacía el beso más profundo y prolongado a cada momento.

Finalmente Lily recordó que tenía dos manos, y ya que no pudo safar una de ellas de la de Potter, utilizó la otra para apoyarla en el pecho terso del muchacho.

Mientras Potter creía que este gesto era una confirmación a su actitud, Lily lo sorprendió empujándolo para separarse de él.

Potter rió.

- ¿Te gustó?- le preguntó, mientras se acercaba de nuevo con intención de pegar otra vez su cuerpo al de ella.

- ¡ERES UN IDIOTA, POTTER!- vociferó Lily. No temía que todos se dieran vuelta a verla: ya lo estaban haciendo. Le pegó fuertemente una cachetada y agregó, antes de entrar al castillo casi corriendo:- ¡No vales ni un céntimo de lo que crees!

Lily no miró atrás. Caminó lo más velozmente que pudo mientras conservaba la sensación del beso en su mente.

¿Por qué todo tenía que ser tan injusto y cruel¿Por qué no había sido Severus en lugar de Potter? "¡No!", se reprendió a sí misma. No tenía que preguntarse eso. No debía preguntarse más por Severus. La pregunta tendría que haber sido¿por qué no sentía nada por Potter?

¡Simple! Era un engreído, atrevido, arrogante, egoísta, autoritario, idiota, ignorante, estúpido, patán, bastardo, imbécil…

- ¡MICHELLE¡Michelle!

Sus pies la habían dirigido hasta la entrada de la Sala Común de Ravenclaw.

- ¡HEY¡Michelle, sal!- gritó de nuevo, pero no era necesario: Michelle había salido ya para encontrarse con ella-. ¡Es un imbécil, Michelle¡Un bastardo¿Por qué no, simplemente, se muere?

La joven ravenclaw la miró fijamente durante unos segundos, como si estuviera calculando si debía patear la piedra o pasar de largo. Luego le preguntó:

- ¿Snape?

- ¡No! Bueno, él también. Pero no, es Potter. Un imbécil. ¿Sabes lo que hizo¿Sabes a lo que se ha atrevido?

Michelle, nuevamente, tardó en responder.

- Claramente no. ¿Te sigue molestando?

- Ah, no, creo que ya no lo hará más. O le echaré un petrificus totalus y que se las arregle con los tritones del lago- barbotó, rabiosa-. ¡Me ha… me ha besado!

- ¿Qué!- gritó Michelle, levantando las cejas.

- ¡Lo que oyes!- Lily no podía estar quieta: el enojo era mayor. Comenzó a caminar de aquí para allá en el corredor, y le contó a su amiga lo que le había pasado.

"Es un cerdo", había dicho Michelle. Lily había estado muy de acuerdo con ella en aquel momento, "¿cómo es que cambié tanto de opinión?", se pregunta. Es que acaso¿la había cambiado¿O sólo la había cubierto, ocultado e ignorado, con esperanzas de un futuro feliz y conformándose con lo que creía su única alternativa?

Lily tantea, en la oscuridad, la existencia de algún pergamino que porte su voz.

Severus Snape despertó semanas después con un profundo dolor de cabeza. La noche anterior se había quedado hasta tarde en un aula vacía repasando la interesantísima Historia de la Magia.

Sin vacilar ni interrumpirse, caminó por la piedra de las mazmorras hacia su baúl, de donde sacó con un silencio involuntario una muda del uniforme limpia y su capa negra. Fue al baño y cerró su puerta con sigilo natural, cubrió su pálido cuerpo con las tibias ropas de Hogwarts y se lavó la cara.

Salió del cuarto de baño y con su varita convocó los libros que sabía usaría ese día. Era miércoles y tendría el examen de las MHB de Historia de la Magia a media mañana. Pero aún así tenía clases de Pociones antes y Runas Antiguas luego. Tomó con especial cuidado a su valioso libro ataño y remendado de Pociones entre los demás y los puso en su valija. Antes de salir de la habitación miró a su alrededor para comprobar que no olvidaba nada. Sus compañeros dormitaban aún en sus camas esmeraldas, salvo uno. Ignorando el extrañado por el hecho, Severus se colgó la valija al hombro y subió a la sala común.

Allí, algunos incipientes fuegos intentaban en vano calentar las mazmorras. El somnoliento equipo de Quidditch de Slytherin se estaba yendo a las prácticas, y un par de alumnas de tercer curso cuchicheaban entusiasmadas tapándose la boca con las manos, y echando fugaces miradas hacia una esquina de la sala. Cuando Severus pasó con su andar pausado y la cabeza erguida delante de ellas, enmudecieron inmediatamente. Él sabía que era considerado una burla, pero aún así los niños de los cursos inferiores no se animaban a reír en su presencia.

Era temprano, y pocas personas estaban en el Gran Salón a esas horas, a pesar de que el día prometía ser duro. Desayunó rápido y volvió a bajar a las mazmorras. Entró al aula de Slughorn y escogió acomodarse en uno de los primeros pupitres, pues era temprano y nadie había llegado aún. Dejó su valija en el suelo y comenzó a "desplegar" sus herramientas: ingredientes allí, instrumentos allá, caldero en el centro, pluma a la derecha, libro a la izquierda. Conservó 'Elaboración de Pociones Avanzadas' de Libatius Borage en su valija, pues no lo necesitaría en las clases hasta el próximo curso. Pero de todas formas lo usaba mucho por su cuenta, mientras llevaba a clase el simple 'Filtros y pociones mágicas' con el resto de sus compañeros.

Al rato se comenzó a llenar el aula de alumnos de Slytherin y Gryffindor. El fastidioso Slughorn luego les pidió que hagan una poción que Severus conocía de cabo a rabo. Cuando terminó de hacerla, se recostó sobre el asiento para estirar la espalda y echó un vistazo a su alrededor. Detrás suyo estaban Lupin y Homiltog, sentados juntos a fuerza del profesor; detrás de ellos, entre risas y comentarios susurrados a la oreja, los irritantes Black y Potter habían encantado a sus calderos para que lucharan entre sí en el aire (con las pociones dentro). Al fondo del aula, le pareció ver a Lastrange y a una morocha que parecía ser Black. A la derecha de Severus, Evans, sentada junto a Pettigrew, repasaba sus notas de Historia de la Magia con las piernas sobre el pupitre y con su poción humeante a un costado, terminada y perfecta.

Severus se detuvo en ella. Se acomodó mejor en su silla, cruzado de brazos y observó su pelo rojo y lacio que le caía sobre los hombros, y algunas pecas tenues que salpicaban sus rosadas mejillas. Pero en cuanto se movió, las manos y el cuello de Lily mostraron los huesos forrados en piel al ella ponerse tensa, y abrir los ojos más de lo normal por un instante. No levantó la vista del pergamino que tenía delante, pero Severus notó con detenimiento que sus labios se tornaban blanquecinos y sus dedos temblaban casi imperceptiblemente. Ignorando él el motivo de su repentino estado de tensión, lo atribuyó despreocupadamente a los nervios por el examen próximo y concluyó, indiferente: bonita sangre sucia.

Después se decidió por imitarla y pasó el resto de la clase repasando Historia de la Magia.

Cuando se hizo la hora, se colgó de nuevo la valija al hombro y, tras entregar su poción a Slughorn, fue al Gran Salón como el resto de los alumnos de quinto año. Contestó todas las preguntas sin titubear y repasándolas más veces de las necesarias. Cuando acabó el tiempo se retiró hacia las afueras con el pergamino en donde estaban las preguntas dadas y repasando mentalmente una y otra vez las respuestas que había escrito. Inconscientemente sus pies lo dirigían hacia el lugar que acostumbraba ocupar cuando estaba en los terrenos.

Lily Evans comentaba entusiasmada el examen con un grupo de amigas, cuando advirtió que aquel particular muchacho caminaba hacia el árbol donde semanas atrás había hablado con Michelle sobre él. Se ubicó estratégicamente de cara al árbol de follaje espeso con Érica y Michelle delante suyo, para obtener una buena vista panorámica y disimulada de Severus, mientras intentaba seguir el hilo de la conversación.

Pero por desgracia, luego las chicas quisieron sentarse a las orillas del lago, y Lily accedió a causa de falta de pretexto para negarse. Se sentaron a unos metros de los merodeadores, quienes les echaban rápidos (o, bien, largos a veces) vistazos cada tanto. Lily, aún así, encontró la forma de seguir observando a Severus Snape en su marcha.

Así lo admiró. Admiró su figura alta y esbelta, ligeramente encorvada, temerosa, resentida. Admiró su inocencia, sus pesados párpados, su tedioso caminar. Por que él era inocente. Él era sólo una víctima furiosa y triste, condenada a vivir días demasiado largos y noches demasiado cortas. Su esencia era pura, solemne, emanaba apatía, hastío, soledad y odio. No así torpeza. Sus miradas eran superiores y confiadas; su andar, pausado y elegante. Su presencia resultaba escalofriante para la mayoría de las personas: le temían. Lily lo sabía perfectamente.

- ¿Todo bien, Quejicus?- le había gritado Potter, haciéndolo detenerse por un segundo. Al instante siguiente Severus sacó su varita con una velocidad increíble, pero Potter llevaba la delantera-. ¡Expelliermus!- gritó, y la varita de Severus salió volando hacia atrás-. ¡Impedimenta!

La víctima, con una frialdad infinita, intentaba en vano librarse del maleficio. Miró a su alrededor antes de calvar de lleno nuevamente sus ojos furiosos en Black y Potter, que ahora se le acercaban. Todos se reían de él, todos. O eso creía, pues no vio a Lily en su rápida ojeada, observándolo horrorizada y faltante de aliento.

"¿Qué hacer?", se preguntaba ella. No podía echarle un maleficio a Potter¿o sí¡Pero de esa forma todos sabrían lo que sentía por Severus¡Oh, no, incluso…¡Incluso él lo sabría!

- ¿Cómo te fue en el examen, Quejicus?- preguntó despectivamente Potter.

- Yo lo vi, tenía la nariz pegada al pergamino. Su hoja debe estar llena de manchas de grasa, no podrán leer nada- otorgó como contestación vivazmente Black, recibiendo por ella una nueva oleada de risas.

Severus sentía un dolor profundo en su pecho. Jadeaba y forcejaba, pero el desgarro que sentía no era consecuencia de sus esfuerzos por librarse del maleficio. Mostrando los colmillos, frunciendo el ceño hasta hacerse daño, una ira que le provocaba la necesidad imperiosa de gritar hasta acabar la última gota de aire de sus pulmones le quemaba el cuerpo. Sólo una persona notó cómo sus ojos se cristalizaban levemente en una represión a las lágrimas de furia y desconsuelo.

- Esperen… Y verán- logró pronunciar grave y entrecortadamente Severus Snape, mirando con profundo odio a Black y Potter. Merecían arder, arder y desangrarse de la manera más poderosa e hiriente que exista. Y entonces serían afortunados, murmuró el joven Slytherin entre dientes, pues habrían sufrido un milésimo de lo que él sufría y sufrió-. Esperen y verán- repitió, y se juró la venganza.

- ¿Qué veremos¿Qué vas a hacer, Quejicus, limpiarte los mocos con nuestra ropa?

Severus gritó, insultó, maldijo. Lo hizo aunque sabía que sería en vano, que sería hasta peor. Porque él sabía que cada reacción suya lo condenaría, cada paso lo castigaría, pero¿era justo no reaccionar¿Era justo no caminar¿Era justo que él, Severus Snape, ría y vuele como todos los demás¿Era justo que tenga que ser un ser insolente, ignorante, idiota y superficial como cualquier otro, sólo para no sentir las brazas día a día, quemándolo de forma infinitamente lenta y tortuosa?

No, no era justo, y tampoco lo era que por darse el gusto de por una vez descargarse y gritar lo que sentía, ahora una de las personas que le causaban ser como era le estaba echando un maleficio bromista que le daban ganas de vomitar.

Lily se sentía desfallecer. Como reproducidas en una pantalla vieja en alguna otra habitación, sus amigas la miraban atónitas. Ella estaba pendiente de Severus, su único y primer amor verdadero, sufriendo a costa de todos. Del resto, de todos los alumnos que estaban allí parados sin hacer nada y, claro, de Potter y Black. Sufriendo como siempre, por la sola razón de que nadie se molestaba en ayudarlo, en tenderle la mano, y todos disfrutaban en su delirio.

Tener ganas de correr y abrazarlo y besarlo y decirle que todo iba a estar bien, que ella lo iba a cuidar, que nadie nunca más lo iba a humillar; pero no poder hacerlo¿era justo?

- ¡DÉJENLO EN PAZ!- vociferó Lily fuera de sí, al borde de las lágrimas. No sabía lo que hacía, lo único que sabía era que todo su cuerpo sufría como si fuera ella y no Severus la castigada por Potter y Black.

- ¿Qué tal, Evans?

Lily miró a Potter a los ojos. Allí estaba el chico que todas querían, a sus pies. El hombre apuesto, simpático, habilidoso, divertido y amable.

- Déjenlo en paz-, y allí estaba ella, luchando por el hombre resentido y humillado, tosco, malvado, cruel, antipático-. ¿Qué les hizo?- preguntó persistente.

- Bueno, es simplemente que existe, no sé si me explico…

"Ah¿sí? Ya verás, sufrirás, sufrirás por cada aliento", dijo Lily entre dientes.

- Te crees muy gracioso. Pero no eres más que un sinvergüenza y un ignorante bravucón. Déjalo en paz- repitió, apretando los puños y respirando trabajosamente.

- Lo dejaré en paz si sales conmigo, Evans…

Severus ya no observaba la escena. Lo único que le faltaba era aquello. Que sientan lástima por él. Que alguien cobre su venganza por él.

Pero Severus no había estado cruzado de brazos todo ese tiempo. Todo ese tiempo, desde que había entrado a Hogwarts y descubierto cuán estúpida era la gente. Cada noche, en su cama, a oscuras, se había golpeado a sí mismo, furioso, dolorido, enojado con su made por haberlo parido. Canalizando todo su dolor en reprimir los gritos, lamentándose por su patética vida, asimilando hasta qué punto había llegado.

Pero con el tiempo el poder que tenía se hizo evidente en él, y comprobó que poseía gran facilidad para conjurar maleficios. Y, en tanto los iba aprendiendo a hurtadillas en la sección prohibida, cuanto más negra era la magia más satisfacción obtenía provocando el daño. Y más delicioso era aquel daño, cuando era la elegancia y el estilo y no la fuerza bruta quien lo causaba.

Era hostil una de esas noches, en las que Severus sobre la cama se miraba el brazo izquierdo y, pronunciaba, en un susurro, uno de los maleficios que él mismo había creado y apreciado con más fervor, una, y otra, y otra vez. Y su sangre se derramaba, una y otra vez, de los profusos cortes en su piel.

Esa sólo había sido sólo una noche, una de las tantas en las que intentaba mejorar su predilecto "Sectusempra", costase lo que costase. Aunque cada mañana se veía más pálido, y cada tarde más exhausto, "no hay nada que perder", se repetía.

Varita en mano¿qué indicarle? Blanco a la vista¿qué esperar? Allí tenía una nueva y fresca piel que merecía ser experimentada.

Y la palabra salió de su boca como si la hubiese siseado un basilisco.

- Sectusempra!

Potter se llevó una mano a la mejilla que sangraba abundantemente, pero Severus sabía que todavía el maleficio no estaba terminado. Su meta implicaba la muerte de la víctima tras el desangramiento del cuerpo; pero aún no podía pedir tanto. Necesitaba tiempo para mejorar, y lo tendría.

- ¡Bájalo!

- Como quieras-, dijo Potter, y Severus cayó estrepitosamente al suelo-. Has tenido suerte de que Evans estuviera aquí, Quejicus…

"¡No!" gritó una voz dentro de Severus.

- ¡No necesito la ayuda de una asquerosa sangre impura como ella!- escupió sin pensarlo. ¿Cómo se atrevía ese Potter?

Lily parpadeó. Había escuchado bien: Severus Snape, aquel hombre de suma inteligencia, la consideraba a ella, Lily Evans, una asquerosa sangre impura. Severus Snape, puro y elegante, la aborrecía. La despreciaba y repudiaba. Aquel hombre, que los miraba ceñudo y boquiabierto, exhalando rencor, aquel hombre que ocupaba la mente de la joven más a menudo de lo deseado, había herido sus sentimientos de la forma más cruel posible.
Entonces Lily entendió que la frialdad de Severus era tan irresistible como perjudicial para ella.


Próximos capítulos: travesuras Slytherianas, tentaciones en una noche de lluvia yuna noche de luna: el engaño.

Dejen reviews! Los espero en el próximo cap.

Tengan dulces alansueños.