Ay... Ya pasó como un mes desde mi última actualización! Perdón, perdón.. Espero que no se hayan olvidado de nada. Este es el capítulo nueve, más corto que el resto pero con un final que me ha gustado lo suficiente como para seguirlo y hacerlo más largo.

Ojalá les guste.



Lily se negó a seguir escuchando. Balbuceó algo para defenderse y se fue caminando aparentando calma, manteniendo la compostura. Dentro de sí estallaba una batalla que los poetas seguían estando hartos de describir y, los adolescentes, horrorizados de descubrir.

Severus Snape era una persona diferente, que se la pasaba aprendiendo maleficios y olía a escarabajos pulverizados la mayor parte del día. Era una persona que respiraba odio y exhalaba rencor, gruñía a todos aquellos seres que consideraba inferiores e insultaba a los indefensos sólo por serlos. Era obvio que resistirse a aquella persona era imposible, no importaba cuánto le demostrasen los demás diciendo lo contrario. Para Lily, aquella persona era fascinante.

Pero su error residió en que jamás tuvo en cuenta que esas propias maneras de Severus también se aplicaban a ella. ¿Por qué no habrían de hacerlo? Lily jamás le había dado pruebas para demostrarle que no era inferior a él, ni distinta al resto.

- Pss, Lily…

Era Érica. La había estado siguiendo desde los jardines. Junto a ella venía Fiodta, otra de sus compañeras de habitación en Hogwarts, una muchacha rolliza de cabellos extremadamente rizados y ojos pequeños y opacos, capaz de recolectar una cantidad impresionante de chismes durante el día para luego soltarlos de manera estratégica para provocar el mayor daño posible. Lily adoptó una posición defensiva, consciente de que, si Érica sola y por sí misma era un peligro, Fiodta atentaba contra su vida.

- No te merece para nada, Lily, olvídalo…- dijo Érica suavemente.

Lily la fulminó con la mirada. Fueran cuales fueran sus intenciones, estaba violando el sagrado secretismo que Lily estaba empecinada en guardar respecto a sus sentimientos por Severus. Érica, sin embargo, la miró con cara de desentendida. Lily cabeceó hacia Fiodta para señalarla disimuladamente, pero para cuando Érica mostró signos de entender lo que quería decir, ya era demasiado tarde.

- ¿Acaso sucede lo que creo?- preguntó Fiodta con su voz chillona mirando a Lily como si fuera un extraño mono de circo.

- Por supuesto que no- dijo bruscamente Lily.

- Ah… ¿no? Entonces¿cómo sabes qué es lo que sospecho?

Lily miró desesperadamente a Érica, como pidiéndole que arregle el error que acababa de cometer. Ésta asintió levemente, dándose por aludida y se dispuso a hablar mientras Lily respiraba un tanto aliviada. "Ella está acostumbrada a los rumores. Sabrá cómo aplacar uno que acaba de comenzar."

Pero para su desgracia…

- Lily, ya es hora de que lo admitas…

- ¿Qué¿Estás loca?- gritó. Luego se percató de cómo había reaccionado-. No entiendo de qué hablas. Deja de decir estupideces.

- Vamos, Fiodta no le dirá a nadie.

- Ya sé lo que pasa aquí- dijo Fiodta extasiada-. ¡Lily está enamorada de Snape!- bramó entre carcajadas-. Ya me lo veía venir desde hace rato, aquella vez que hicieron una escena en el Gran Salón. ¡Ja, ja! Y pensar que no me lo había creído. Es otra broma de Érica, pensé. No, no¡qué ilusa¡Pero claro! Si vives mirándolo y te quedas muda cuando pasa a tu lado…

- Ya basta- ordenó Lily con dureza. Aquello era lo único que le faltaba. La gente ya había empezado a olvidar aquella escena, pero ahora Hogwarts sería un hervidero de rumores sobre ella y Snape que quería evitar a toda costa-. Fiodta, escúchame de una vez. Es mentira. Deja de vivir con la vida de los demás. Ocúpate de tus asuntos y déjame en paz- dijo, y giró sobre sus talones para irse.

- Lily, no le dirá a nadie…- susurró Érica detrás suyo, tratando de detenerla.

- ¡Tú también, ALÉJATE DE MÍ!

¡Pardiez! Ya no confiaba más en Érica, pero el haberlo hecho alguna vez seguía importunándola. ¿Tan caro tenía que pagar por un secreto compartido¿Es que acaso tendría que llevarse todo a la tumba? Ahora Fiodta no tardaría en contarle a todos que Lily estaba enamorada de Snape y, tarde o temprano, él se enteraría también. ¡Qué vergüenza! Verlo otra vez…

No fue a su habitación como planeaba, pues ahí seguramente estaban sus otras compañeras y necesitaba estar sola. Buscó un aula en desuso y, tras encontrarla en el primer piso y abrirla mediante un encantamiento, entró y comenzó a dar vueltas alrededor de los pupitres. Estaba perdida en sus pensamientos desesperados cuando escuchó gritos en el corredor. Inmediatamente se ocultó detrás de uno de los armarios de la clase. No era buena idea ser encontrada en un aula que, por alguna razón, había sido cerrada con algún encantamiento, y menos lo era meterse en aquella pelea que sonaba fuerte.

De un portazo entraron dos jóvenes que, a juzgar por lo que Lily podía ver a hurtadillas, eran de Slytherin.

- ¿No te he enseñado, Homiltog, a respetar mis pertenencias?- preguntó ásperamente uno de ellos.

- Ella no te pertenece, Lastrange. Puedo hacerle lo que se me de la gana- respondió brutamente Homiltog.

- Error. Lacarnum Inflamarae!

Homiltog lanzó un aullido de dolor. Lily no se atrevió a asomarse para ver, pues podría ser descubierta, pero le llegó el olor a tela y goma quemada.

- Inmobilus!- gritó Homiltog, pero el otro fue más rápido y gritó el conjuro escudo a tiempo.

- Eres demasiado torpe para mí. Mimblewimble!

- Protego! Relaskio!- vociferó Homiltog, y, según lo que escuchó Lily a continuación, hizo que Lastrange se tropezara con unos cuantos pupitres al ser enviado unos cuantos metros atrás de golpe.

- Levicorpus!- rugió, furioso, Lastrange-. Escúchame bien, Homiltog. Puedo dejarte aquí toda la vida, así que más vale que me ruegues que te baje luego de que entiendas esto: Bellatrix Black es mía. Aléjate de ella si no quieres sufrir las consecuencias.

- ¿Qué, son novios ahora?- se atrevió a preguntar en tono burlón Homiltog, a pesar de que su situación no lo ayudaba. Pero para su sorpresa y la de Lily, Lastrange no se ofendió.

- Sí, de hecho. Así que eso me da todo el derecho de matarte si vuelves a tocarla…- dijo, y luego se fue del aula.

- ¡Eh, Lastrange¡EH¡Sácame de aquí¡No recuerdo el contra-maleficio…!

A Lily se le cayó el alma a los pies. ¿Cómo se suponía que debía salir de allí sin que la vea Homiltog? Y si Homiltog seguía gritando, seguramente algún profesor aparecería y los encontraría donde no debían. ¡Ay, lo que costaba un minuto de paz!

Se pellizcó fuertemente el brazo por lo que estaba a punto de hacer.

Salió de su escondite y encaró al joven Slytherin, que la miraba con ojos desorbitados.

- ¿Cómo…?

- Mira, te bajaré de allí si me prometes que no dirás a nadie que me has visto aquí¿de acuerdo?

- De acuerdo- accedió dócil y rápidamente Homiltog.

- Liberacorpus!- dijo Lily, no sin después sentir una punzada en el estómago. Aquel hechizo le recordaba inevitablemente a Severus, fuera por lo que fuese.

Homiltog aterrizó ágilmente sobre sus fuertes brazos, como si echarse ese maleficio mutuamente fuera algo común entre su círculo y estuviera acostumbrado. Luego se dirigió a Lily, quien estaba ya en el umbral de la puerta.

- ¡Eh, Evans! Te ha afectado mucho lo de Snape hoy¿verdad?

- Púdrete- respondió ella, y dejó a Homiltog destornillándose de risa en el aula, no sin antes cerrar la puerta con magia.

Debía alejarse. Esa noche no concurriría al Club Slug.

En lugar de eso, sacó del baúl su libro muggle preferido, "Poesías completas de Alfonsina Storni", y se quedó hasta tarde leyendo en la Sala Común. No importaba que conociese de cabo a rabo la mayoría de los poemas. Siempre la satisfacía una releída. Cuando ya todo el mundo se había ido a dormir y el silencio la abrasaba, se permitió el lujo de llorar. Sabía que aquella no era le mejor manera de olvidarlo, pero no podía evitarlo. Sabía que ahora Severus estaría recostado en la sala de pociones, con su mirada altiva posada en los demás, como siempre, en el papel de espectador… No podía evitarlo. Lily se merecía su tiempo de asimilación, aquel en el que estaba permitido lamentarse y sufrir abiertamente, para luego afrontar la vida ocultando el verdadero dolor ya liberado.

Aferrando aún el libro entre sus manos, salió de la Sala Común y caminó por el castillo. No seguía un rumbo fijo: sólo esperaba encontrar una salida cuando la viese. Las lágrimas resbalaban por su rostro y se perdían entre las grietas del suelo, mientras, totalmente desolada, vagaba por los corredores de Hogwarts para curarse el insomnio.

Pero no era la única, alguien más lloraba: alguien con prisa. Lily se pegó a la pared, porque aunque las penumbras la protegían, se sentía más segura de esa forma. Un rayo de luna reveló a Michelle cuando pasó corriendo a su lado, sin notarla. Lily se secó las lágrimas e intentó reprimirlas con poco éxito, pues debía guardar las apariencias ahora.

- ¡Michelle!- susurró. Ésta se sobresaltó y gritó, pero siguió corriendo tras reconocer a Lily-. ¡Michelle, soy yo!

Lily encontró su muñeca en la oscuridad, y dio un fuerte tirón de ella. Y sin previo aviso, Michelle la abrazó fuertemente, como un náufrago a la orilla. Lily la contuvo y lloró también sobre su hombro, pero aún no comprendía por qué lloraba la otra.

- ¿Qué pasa, Michelle¿Qué pasó?- Michelle negó con la cabeza y estalló en llantos otra vez. Aunque hubiera querido, no parecía capaz de hablar.

Lily estaba terriblemente asustada. Nunca había visto a Michelle llorar, y menos perder la cabeza de aquella forma. Intentó relajarse bajando los hombros, apoyó todo el peso de su cuerpo en la pared y, exhausta, se deslizó hasta el piso, arrastrando con ella a Michelle. Sentadas y de la mano, todo parecía más frío y claro. Michelle balbuceó.

- D-debo irme…

- ¿Quién te corre?- preguntó totalmente confundida, Lily.

Michelle negó con un sollozo.

- Ro-Rodolphus…

¿Rodolphus¿Quién era Rodolphus? Lily guardó silencio. Parecía que Michelle continuaría.

- Vayámonos de aquí, Lily- suplicó ella, apretando fuertemente su mano y llorando desconsoladamente.

- ¿Qué hizo este Rodolphus¿Qué te hizo?- preguntó Lily abriendo los ojos al máximo por puro instinto, ya que era imposible ver algo.

- ¡Él… es un animal!- obtuvo como una respuesta.

Lily empezó maquinar dentro de su cabeza. La primera idea que se le venía le atemorizaba demasiado como para dejarla entrar en el claro de su mente.

- Espera, Michelle. Tranquilízate. Dime¿quién es Rodolphus?

Lily cayó en cuenta. ¿Es que acaso era posible que…?

- Michelle: dime. ¿Qué ha pasado con él?

Lily no le había contado lo que había presenciado aquella tarde. ¿Era posible que el nombre de pila de Lastrange fuera Rodolphus y que, a la vez, éste sea el chico del que Michelle estaba enamorada? De esa manera, todo encajaría: lo más probable era que se acabase de enterar del nuevo romance en el Club Slug.

La joven Ravenclaw intentó respirar hondo para serenarse, pero su suspiro fue quebrado de nuevo por un sollozo. Lily entendió que no era el momento de acosarla con preguntas sobre un extraño suceso Slytherin.

- Está bien, no llores más. Ven, vamos afuera.

Los días templaban mientras transcurrían los últimos meses de clases. Se dirigieron a un patio pequeño cubierto de árboles, donde la luz de la luna se colaba entre las hojas y rociaba al césped con hilachas plateadas. Un aire cálido las envolvió en la soledad de la noche.

Lily aprovechó la tenue luz para observar los rasgos de Michelle, y su corazón le palpitó en la boca con desesperación. Estaba mucho peor de lo que había percibido a través del sonido pero, sin embargo, respiraba hondo y se secaba las lágrimas.

Esperó a que hablara ella primero. Michelle sabría controlarse y expresar lo que sentía, pero sólo debía concederle su tiempo. Pero, contrario a lo que esperaba, Michelle terminó con éste bruscamente y con rudeza.

- Rodolphus Lastrange es un sucio Slytherin- escupió con asco-. Nada más que eso. Y también Snape- agregó-. Deberías recordarlo y dejar de soñar con él.

Dicho esto se marchó y dejó tras de sí a una Lily totalmente perpleja.

Ella quedó allí, escuchando el leve roce de las hojas que causaba el viento, y viendo cómo las nubes iban acariciando lentamente a la luna llena, rodeándola, hasta cubrirla… No entendía lo que le sucedía a Michelle, y no estaba con ánimos de buscarle una respuesta a aquel acertijo incompleto. Lejos, un aullido de lobo y más árboles agitados por el viento. Se aproximaba una tormenta tan trágica como la que Lily llevaba en su pecho. Las primeras gotas comenzaron a caer y se mezclaron con sus lágrimas.

¿Podría reír alguna vez más? No. Era imposible. Jamás podría. Y entonces¿para qué¿Para qué prolongar el período de asimilación, si éste no tenía ningún propósito¿Si era su vida la que ya no valía? No. No había un por qué. Y las cosas siempre tenían que ser prácticas para Lily. Si no lo eran, buscaba otra solución o, en este caso… Las botaba.

Volvió a entrar al castillo con sigilo, y subió cuantos pisos era capaz de subir. La realidad se volvió demasiado sofocante y notó que no podía soportarla más. Y comprendió que no podía evitar llorar, desolada, mientras corría en busca de una respuesta. Una salvación, una salida. Llegó al último piso y allí abrió una ventana. Se aferró a los marcos con firmeza. No oyó más su respiración quebrada por el dolor cuando se asomó por la abertura y las despiadadas gotas de lluvia terminaron de empapar en segundos su cabello desatado.

Allí debajo estaba su destino. Su salida.

Gimió cuando apoyó un pié desnudo en el marco resbaladizo, y cuando soltó las manos para sentir el equilibrio que hacía su cuerpo en la inmensidad de ese aire tan pesado y molesto.

Sabía lo que estaba a punto de hacer, pero, oh¿por qué debía ser tan trágico¿Por qué no podía ser como toda otra niña despreocupada y feliz¿Por qué tendría que terminar así?

Allí debajo estaba su destino.

Extendió los brazos y esquivó la mirada del cielo que, enojado, golpeteaba su espalda para llamarle.

Cerró los ojos para evitar tener constancia de lo que hacía. El viento la empujaba hacia atrás, pero Lily sintió que aquel era el único que quería impedir su suicidio. Estaba sola, completamente sola…

Pero se equivocaba.

- Lily, no lo hagas…- susurró alguien a sus espaldas.

Era Severus.


¿Qué tal? Como siempre, pido sus opiniones. Vamos, que no cuesta tanto apretar el botoncito azul de ahí abajo... No sean crueles!

Nos vemos en el próximo capítulo. Por ahora no hago adelantos.

Saludos y muchas gracias a aquellas que siempre acuden a mi llamado de auxilio-por-favor-leeme-esta-parte-a-ver-qué-te-parece.

Dulce