Buenas tardes a todos, aqui les traigo la continuacion de esta historia! espero les guste.

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Let Me Know You.

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Parte 2.

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Salir de fiesta era algo muy extraño para nosotros, primero porque muy pocas veces nos daban permiso de abandonar la academia, y segundo porque no era muy común que en el pueblo más cercano hubiera fiestas, pero era un hecho y cuando ocurría, nadie faltaba.

Creo que jamás había admitido, pero, de vez en cuando colocaban música muggle, y era bastante agradable, al menos ver a Granger bailarla, era placentero, totalmente distinto a la rigidez de los bailes sangre pura.

El "incidente" de la biblioteca había quedado nuevamente en el olvido.

Nuevamente volvíamos a aquel juego donde, yo te ignoro olímpicamente, mientras yo hago de cuenta que no existes...

Realmente creo que su calentura de Granger hacia mi persona, simplemente había cesado, esta vez ella no volvió, y aquello me estaba matando lentamente, porque realmente deseaba arrancarle la ropa y comerla hasta que no pudiera articular una sola palabra...

Blaise era caso aparte, el juraba que mantenía una relación secreta con la bruja, donde follábamos como conejos todos los días...

Cada que entraba en mi habitación, juraba que se encontraría con una Granger desnuda bajo mi cama, se negaba a aceptar la verdad que yo le ofrecía, que Granger y yo, no teníamos absolutamente nada, y lo único que había ocurrido, fueron un par de peleas, peleas fogosas con nuestras partes íntimas como armas.

Sentí como Blaise clavaba su huesudo codo en mis costillas, apuntando con la cabeza, una mesa algo alejada de la nuestra...

Granger y su triunfal entrada...

Contorneando caderas, más de dos se levantaron de sus asientos para darle a la bruja, un lugar donde sentarse, ella se sentó en un toco alto, cruzando las piernas, ocasionando que el vestido se le subiera un poco, mostrando la piel suave de sus muslos, llamando la atención de varios magos, mientras apoyaba el codo en la mesa y automáticamente aparecían vasos llenos, para la grandiosa Hermione Granger.

Había muchos magos y brujas en aquel lugar, tanto que las sillas no llegaban a abastecer, la mayoría de nosotros nos encontrábamos de pie, conversando, bebiendo y bailando.

No solo había magos de la academia, las hermanas Greengrass eran unas de ellas...

Astoria, la menor de las hermanas, parecía más que dispuesta a divertirse un poco conmigo hoy, pero mientras más alcohol entraba en mi sistema, menos interés mostraba por la menor de las Greengrass y más hacia cierta castaña, quien parecía pasarla de maravilla.

— ¿Podríamos ir a un lugar más privado, no crees? - preguntó Astoria, con una de sus manos sobre mi pecho

Astoria era hermosa, de aquellas brujas de revista, de aquellas a las que no puedes decirle que no, su belleza era simplemente desorbitante...

Y juro por Merlín, estuve a un solo segundo de llevármela y follarla como ella deseaba...

Pero ver al idiota de Weasley entrar a aquel local de la mano con una hermosa rubia, hizo que mi atención se volcara hacia ella, a Granger.

Por primera vez en toda la noche, la vi incomoda, como si quiera irse de aquel lugar, demasiada gente, demasiados idiotas...

Granger y su eterno enamoramiento por Weasley...

Aquello me provocó náuseas y un leve mareo, y dudaba mucho que fuera culpa del alcohol solamente.

Me disculpé con todos en la mesa, indicando que iría al baño por unos momentos...

Estaban demasiados ocupados o ebrios, que nadie se percató de que mentía.

Astoria me sostuvo por el brazo, indicando que me esperaría ahí mismo, que su propuesta para ir a un lugar más privado seguía de pie. Yo simplemente asentí y sin poder evitarlo, tomé uno de sus mechones de cabello, acariciando con suavidad, sintiendo como mis dedos resbalaban con la suavidad de su cabello lacio y dorado. Sus ojos brillaron con ansiedad...

Volví mi atención al mechón entre mis dedos...

Tan soso...

Salí de aquel local, sintiendo el viento de la noche golpear mi rostro, una extraña noche fría para esos días de calor.

Caminé con cierta velocidad, con algo de temor que alguien me atrapara en la fuga, con las manos en el bolsillo, buscando algo de calor y dispuesto a alejarme lo máximo posible, para llegar al punto de aparición y volver al campus, a la comodidad de mi cama...

Entonces la vi...

Sentada, cerca del punto de aparición...

Miraba fijamente sus zapatos de taco alto, tenía una expresión realmente triste, y parecía confusa, como si discutiera con ella misma, ceño fruncido con algo de furia. En un arrebato, sin darse cuenta que yo la observaba, se levantó de golpe, y parecía como si se limpiara algunas lágrimas rebeldes que caían por sus mejillas...

Jadeó con sorpresa, al verme de pie, alejado a pocos metros de ella...

Con mi típica pose arrogante, y las manos metidas en los bolsillos, buscando algo de calidez...

— No crees que hace demasiado frio para estar afuera? - pregunté, intentando no sonar molesto, fallando estrepitosamente, algo burbujeaba en mi interior y aun no lograba definir lo que era.

Sus ojos rojos, parecía como si estuviera aguantándose el llanto...

— Soy calurosa - susurró, y no pude evitar ponerme duro con su confesión

Oh si lo sabía...

Faltaba saber si era una insinuación o simplemente un hecho...

— Te creo – dije con una media sonrisa, ella simplemente se sonrojó - lo que no entiendo, es por muy calurosa que seas, porque estás aquí afuera... sola. - pregunté con una ceja en alto

— Por lo que veo, lo mismo que tú – dijo burlesca, mirándome fijamente de pies a cabeza

Simplemente asentí.

— mala noche? - pregunté

La escuché reír, pero no había alegría en aquella risa.

— Pésima – admitió

— Hay algo que pueda hacer para modificar eso? - pregunté sin vueltas, mirándola fijamente, esperando que ella entendiera la indirecta

Ella me observó por largos segundos, ladeando un poco la cabeza, como si estuviera estudiando las opciones.

Con pasos lentos, como si aun estuviera pensándolo, se acercó quedando a escasos centímetros de distancia, y levantó la vista, observándome fijamente.

— Lo hay - susurró - hazme el amor... - dijo con suavidad descolocándome por unos momentos

Tragué seco solamente de pensarlo, estaríamos cruzando una muy delgada línea.

Pero realmente moría por lanzarme de cabeza...

Di un paso hacia ella, acortando la distancia...

— Estás segura de lo que pides? - pregunté con una ceja en alto, ella simplemente levantó los hombros restándole importancia

— Te crees capaz? - preguntó con un brillo malicioso en los ojos

Estaba provocándome, lo sabía, pero aun así no me importaba en lo más mínimo, porque lo que ella no sabía, es que yo ya había aceptado, sin siquiera detenerme a pensar en las consecuencias, obviamente para mí. Porque ya no podía negarlo, la maldita Granger me tenía loco...

Por ella...

Estiré mi mano en su dirección, y algo en ella comenzó a brillar, con una suavidad similar a un tormento, acarició la palma de mi mano con la suya.

— Atente a las consecuencias - susurré sosteniéndola en mis brazos, susurrando sobre su oreja, pero aquello, parecía más una advertencia para mí mismo.

Ella sonrió de manera genuina, como si acabara de prometerle el cielo y las estrellas...

En cuestión de segundos, nos encontrábamos en mi habitación, y aunque me sentía como un animal hambriento y al acecho, me lo tomé con calma.

Ella quería que le hagan el amor, y se lo haría...

Subí mis manos por su cuello, rozando su piel con suavidad y lentitud, y una vez mis manos acunaron su rostro la besé con suavidad, mis dedos tocaron su nuca y caí en cuenta de un pequeño detalle...

Ella había alaciado su cabello...

Fruncí el ceño algo molesto.

— me permites? - pregunté sacando mi varita con cierta lentitud, intentando no asustarla

Ella, lejos de asustarse, me mordió los labios, en una mezcla de curiosidad y ansiedad, asintió con la cabeza alejándose unos centímetros, esperando lo que fuera, yo estuviera a punto de hacerle.

Levanté la varita y con un hechizo no verbal, vi como su cabello retomaba sus originales rizos, dejando atrás aquel soso cabello lacio...

Ella se tocó el cabello con incredulidad y me observó fijamente, esperando respuestas...

— Me excita tu cabello indomable - respondí con sinceridad y ella se sonrojó levemente

Avancé unos pasos hacia ella, ella rozó mi pecho con la palma de sus manos, hasta llegar a mi nuca y detener sus carias en mi cabello, poniéndose de puntillas, logró rozar sus labios con los míos.

Rodeé su cintura con ambos brazos, y le devolví el beso, como si la vida se me fuera en el proceso, la abracé con fuerza levantándola del suelo, mientras ella envolvía sus piernas en mi cintura, y yo con pasos tentativos lograba llegar al borde de la cama, dejándonos caer en ella con suavidad.

Besé sus labios, besé su cuello...

Con manos ágiles, pero lentas, bajé los tiros de su vestido negro, liberando sus pechos, sin esperar que ella me diera la autorización, succioné sus pezones, sintiéndola arquear su espalda en busca de más...

La desnudé, sin prisa, terminando de conocer su cuerpo, terminando de aprender de memoria los lunares de su cuerpo, aquellos que aún no conocía, por la voracidad en que había comido aquel cuerpo anteriormente, por la velocidad en que se daban las cosas anteriormente.

— Esta noche eres mía - susurré contra su abdomen desnudo, mientras lamía y trazaba un camino de besos

Acaricié su centro, sintiendo la humedad y el calor que emanaba, el simple acto me llenó el ego y me llevó a las alturas... esta noche Granger ardería, solamente por mi causa.

Llegué a sus hermosas bragas de encaje color negro, acaricié sus muslos, metiendo mis dedos a los costados...

Ella me miraba con los ojos entrecerrados, sonrojada y la boca levemente abierta...

— y ahora Granger - susurré con la voz más ronca de los normal – me comeré ese coño, como nunca nadie lo ha hecho, entiendes?

Ella jadeó excitada...

Bajé sus bragas, dejándola totalmente expuesta, acaricié el interior de sus muslos, obligándola a abrir las piernas para mí. Me relamí los labios, verla recostada en mi cama, con el cabello esparcido por mi cama, sonrojada, con aquella mirada de lujuria, deseando que yo cumpliera con mis promesas. De piernas abiertas.

Me acerqué a su centro y con lentitud, di una lamida, sintiéndola vibrar y retorcerse...

Tan dulce...

Con la ayuda de mis dedos, abrí sus pliegues, y sin poder evitarlo, comencé a succionar y devorar aquel coño, escuchándola gemir con fuerza, mientras se sostenía de mi cuero cabelludo con fuerza, manteniéndome entre sus piernas, rogándome que no me detuviera...

Draco... — jadeó casi inaudible

Pero aquello fue suficiente para seguir...

Escucharla jadear mi nombre de pila... se sentía exquisito.

Draco... — repitió nuevamente, esta vez con más fuerza y con un gemido entrecortado — oh Merlín...

Llevé ambos dedos a su coño y la penetré sin mucho esfuerzo.

— Vente para mí, Granger – dije con voz ronca, ella pareció arder de lujuria

Y ahí me di cuenta, que Granger amaba que le hablaran mientras se lo hacían...

Y ella explotó, con su vista puesta en mí, le di una media sonrisa y bebí de ella, saboreando sus jugos, dándole unas ultimas succionadas a aquel coño rojo e hinchado.

Me enderecé y comencé a desvestirme, quitándome la camisa, y luego los pantalones... todo bajo su intensa mirada. Ella pareció tragar seco, al ver mi verga salir de mis boxers.

Y me reuní con ella en la cama, besándola con calma, mientras ella se abrazaba de mi espalda, como si fuéramos dos amantes, a punto de hacer el amor.

Entonces me alejé unos centímetros, solo para observarla, y la garganta se me secó.

Era la primera vez que la veía mirarme de aquella forma, tan intensa, como si tuviera tanto que decirme, como si yo tuviera tanto que confesarle, y mientras nos mirábamos, como si realmente fuéramos dos amantes, me deslicé hacia su interior, sin poder evitar gruñir de placer.

Y la penetré con dulzura, con cariño, exactamente como su cuerpo clamaba.

El vaivén de caderas era lento, mientras rozaba sus labios y su mandíbula con ternura...

Ella enredó sus piernas en mi cintura y se agarró con fuerza de mi cuello.

Me dejé caer a un costado, dándole la vuelta, apoyando mi espalda en el respaldar de la cama y ella sentada sobre mi verga.

Sus ojos brillaban y sin dejar de mirarme, continuó con el vaivén de caderas, mis manos se detuvieron en su hermoso trasero, agarrándolo con fuerza, ayudándola a subir y bajar con estocadas más profundas, haciéndola jadear de placer y morder mis labios de vez en cuando.

— Me tienes loco... - susurré sobre sus labios

Ella se abrazó de mí, sintiéndola contraerse alrededor de mi verga, y gemía contra mis labios...

Sin querer quedarme atrás, la sostuve de las caderas con fuerza, perforando su piel con mis dedos largos y gruesos, y comencé a bajarla con violencia contra mi miembro que se introducía en su pequeño y delicioso coño sin parar, mientras yo jadeaba sobre sus labios, viendo sus pechos golpear con ímpetu contra ella misma.

Saqué la lengua, logrando atrapar un travieso pezón que danzaba frente a mis ojos, escuchándola gemir nuevamente...

— Grita - exigí y ella obedeció, liberándose

Y exploté en su interior, al sentir nuevamente que como se contraía contra mí.

Deteniendo mis movimientos...

Y aunque me encontraba jadeando y cansado, no pude evitar repartir besos por su hombro perlado de sudor...

Ella se acomodó contra mi pecho, recuperando energías, mientras yo seguía besándola sin cesar, sin salir de su interior.

Hasta que ambas respiraciones se tranquilizaron, ella se mantuvo contra mi pecho, y casi podría jurar, que se había quedado dormida, pero justo cuando pensaba salir de ella, la escuché hablar nuevamente, con la voz algo ronca.

— Puedo quedarme así unos minutos más? — Preguntó, sin levantar su rostro de mi pecho

Toda la vida, si quieres...

— El tiempo que quieras - susurré, volviendo a recostar mi espalda contra el respaldar, y seguía acurrucándola, como a una pequeña niña.

Cerré los ojos, y aspiré su aroma, vainilla y un toque de miel.

Después de varios minutos, de mantenerme quieto, esperando por ella, la sentí enderezarse y me observó, apartando unos mechones de mi rostro, mientras yo me mantenía con los ojos cerrados, fingiendo dormir.

Se apartó de mí, y me obligué a no gemir, al sentir como ella se desvinculaba, y se levantaba de la cama con lentitud, recogiendo sus cosas con rapidez y metiéndose al baño.

Ahí estaba, el momento de la huida...

Como siempre.

Y ahora me tocaba verla de lejos, por días, semanas o tal vez un mes, como esta última vez, hasta que le apeteciera tenerme con ella nuevamente.

Me levanté de la cama, colocándome mis boxers de color negro, y dirigiéndome al cajón del velador, de donde saqué una cajetilla de cigarrillos, coloqué uno en los labios y lo encendí con la ayuda de mi varita.

Me apoyé contra el marco de la ventana, viendo parte del campus, por la hora, desértico.

La puerta del baño se abrió con muchísimo cuidado, intentando de todas las maneras no hacer ruido.

La escuché jadear, al verme de pie al lado de la ventada, observando el exterior como si realmente fuera interesante.

Me di la vuelta, observándola, ya totalmente vestida y no me pasó desapercibido, la forma en que miraba el cigarrillo entre mis dedos, con el ceño fruncido, como si estuviera en una disputa interior, entre salir huyendo o regañarme.

Quédate y regáñame...

Para nada santa Granger.

— Debo... - susurró con suavidad mirando hacia la puerta, su ruta de escape

Yo simplemente asentí y volví a mirar por la ventana...

Escuché sus pasos apresurados, hacia la entrada y quise callarme, o tal vez no...

— Granger - llamé

Deteniendo su escape, ella me miró algo asustada por unos segundos y luego se relajó, mientras yo le daba otra calada a mi cigarrillo con calma, intentado frenar su marcha, tratando de mantenerla un poco más de tiempo a mi lado.

Ella me miraba expectante, entonces la volví a mirar...

— Nadie merece tus lagrimas – dije son severidad, volviendo a darle otra calada al cigarrillo, esta vez no tan tranquilo y me pareció ver un sonrojo en sus mejillas — Por más que ese idiota sea, el cabeza hueca de Weasley - susurré entre dientes

Por un momento, me pareció ver confusión en sus ojos, y frunció el ceño, pensativa, y casi, casi me obligué a usar legeremancia con ella.

Ella simplemente asintió, como si estuviera de acuerdo con mi consejo, y salió de la habitación como si el mismísimo diablo la persiguiera.

Aquella fue la primera vez, que le hice el amor a Hermione Granger.

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Aquella noche no había podido pegar el ojo, aceptar lo que Granger me ofrecía, había sido un arma de doble filo, me pasé toda la noche, fumando y mirando hacia el exterior del campus. Podría decirse, algo perturbado.

Y en la mañana siguiente, sin siquiera poder despedirme de alguno de mis amigos, me habían reclutado para una misión, junto con Potter.

Era común que nos mandaran juntos a misiones, pero no con aquella urgencia...

Me habían solicitado en 15 minutos, vestido y listo para ser enviado a una misión, de la cual no teníamos conocimiento alguno.

Potter se veía tan o más asombrado que yo, incluso podría decir que traía una terrible resaca encima y unas ojeras, que lo hacían asemejarse a un mapache. Y ni que decir sus benditos nervios con aquellas endemoniadas gafas.

— Sabes algo? - susurró, acomodándose las gafas sobre el puente de su nariz por decima vez

— Lo mismo que tu - susurré, ambos estábamos de pie, esperando ordenes – puedes por favor dejar tus gafas en su sitio? - pregunté perdiendo algo de paciencia

Hoy no era un buen día para mí...

— Lo lamento, estoy nervioso, no tuve tiempo de avisar a Hermione, no la he visto desde anoche y eso me tiene preocupado, anoche se fue sin avisar... - él suspiró, y la simple mención del nombre de la castaña provocó que me relajara un poco, recordando la noche anterior.

— Estoy seguro que se encuentra bien - susurré - Ya tendremos tiempo de avisar a los nuestros, relájate y enfócate en esto – aconsejé, viendo un superior entrar por la puerta.

Y tomé aquel consejo para mí mismo.

Cuando le había dado aquel consejo a Potter, no tenía ni idea, que sería un mes y medio sin tener cualquier tipo de contacto con ella.

45 días...

45 días sin verla...

Y ahora aquí estaba, 45 días después de haberle hecho el amor a Hermione Granger.

Habíamos sido mandados a una misión, junto con verdaderos Aurores, la misión era un honor para nosotros simples estudiantes, estudiantes que aún les faltaba 6 meses para su graduación y obtener el real título de Auror.

Y debo decir, que la misión fue un éxito.

Nunca en mi vida había recibido tantos elogios, ni había sido tan adulado, por haber hecho algo bien, por primera vez se sentía verdadero, y todo por ser Draco y no por ser Malfoy.

El campamento era pequeño y todos estábamos esperando al amanecer para poder partir.

— Sabes, mañana es mi cumpleaños - dijo Harry recostado boca arriba, mirando el techo de nuestra carpa

Miré su perfil unos segundos, y luego cerré los ojos, intentado descansar un poco. Las carpas no eran realmente cómodas.

— Te esperaran con una gran fiesta entonces, primero el niño que vivió, luego el héroe dorado, y ahora eres el Auror ejemplar, el más joven en lograr acabar con todos los seguidores de Voldemort - susurré esto último con un trago amargo, solo de recordar los días oscuros con el mago oscuro, me causaba nauseas

— Estuve pensando, fui el niño que vivió, gracias a mi madre, fui el héroe dorado, gracias a Hermione y a Ron, ahora dicen que soy el mejor Auror de los últimos tiempos, pero sabes una cosa... me salvaste el pellejo incontables veces - susurró - Gracias. Porque todos los títulos que me dan, en realidad no es por mérito propio, la realidad es que siempre obtengo ayuda.

— Me harás llorar Potter – dije burlesco – que tiene todo esto que ver con tu cumpleaños? - pregunté para observarlo nuevamente

— Me gusta festejarlo con mis amistades, los de mayor confianza y más queridos, en realidad siempre lo festejamos en la madriguera, son mi familia... - susurró, aun con la mirada puesta en el techo de la carpa

— Entiendo - murmuré sin entender nada en realidad

— Me gustaría que estes presente – dijo de la nada para observarme

Parpadeé un par de veces y dejé de observar el techo de la carpa, para observar a Harry, quien esperaba pacientemente por una respuesta.

— Ahí estaré - susurré y como el cobarde que era, volví mi atención al techo de la carpa, intentando no mantener un contacto visual en los próximos segundos – y Granger? - susurré, sabiendo que mi pregunta era por demás de estúpida, era su mejor amiga por Merlín, era obvio que iría.

Aunque no me atrevía a volver la vista hacia Potter, sabía que es estaba mirándome fijamente, como si estuviera pensando en sus próximas palabras.

— Que sucede con Hermione? - preguntó pausado, entonces lo observé, se veía tranquilo, como si el supiera un secreto que yo no estaba seguro de querer compartir.

Suspiré antes de volver a hablar...

— Me gusta – dije con la voz algo ronca

Potter simplemente asintió, como si aquello no fuera una novedad para él.

— No pareces sorprendido - aseguré extrañado

— Cualquiera que tenga ojos y dos dedos de frente, se daría cuenta, debo decirte que no eres para nada discreto y tus miradas son muy intensas – dijo con una media sonrisa – me di cuenta en la cena de fin de año hace un par de meses, cuando insististe en preguntar por una hija de muggles, por encima de las muchas brujas sangre pura que querían contigo esa noche. Pero si, hay algo que me molesta...

Tragué seco al escucharlo y lo observé nuevamente, esperando que él volviera a hablar, tenía el ceño levemente fruncido, como si se encontrara confundido.

— Porque Hermione piensa lo contrario? - preguntó observándome fijamente, yo simplemente fruncí el ceño sin entender – estoy al tanto de sus encuentros... - se calló buscando la palabra adecuada – extracurriculares? - tanteó con cierta burla, sorprendiéndome totalmente

— Lo sabes? - pregunté sorprendido, enderezándome frente a Potter

Él también se enderezo, tomando asiento en mi delante. Ambos apoyando nuestros codos en las rodillas.

— Hermione me lo contó al siguiente día de la fiesta de fin de año, no lo hallé un total absurdo, como ella quiso escuchar y esperaba que le dijera, pero antes de venir a esta misión, me aseguró que tu no la veías con esos ojos... ya sabes – dijo apuntándome – esos de cordero degollado que tienes en estos momentos...

— No lo sé - admití - nunca pensé que tendría que confirmar algo tan evidente, frente a la bruja más inteligente de nuestra generación, simplemente lo di por hecho... - me sacudí el cabello algo nervioso – además... supuse que ella estaba demasiado ocupada, ya sabes... olvidando a la comadreja...

Potter rio con ganas...

— Y dicen que tú eres inteligente y perspicaz? - preguntó con burla, mientras volvía a recostarse - hora de descansar amigo, mañana tendrás tiempo de sobra para hablarlo con ella en persona...

Maldito Potter.

Al día siguiente, fue toda una fiesta, nos recibieron en la academia como si fuéramos héroes, nos felicitaban, abrazaban y saludaban como si fuéramos la última sensación del momento, bueno... en realidad, lo éramos.

30 minutos después, supimos que "El profeta", se había encargado de ponernos en primera plana, como los encargados de librar al mundo mágico de los últimos mortifagos vivos, y que, gracias a nosotros, nos encontrábamos en una sociedad más segura.

Entonces la vi, 45 días después, volví a ver sus rizos, corriendo en dirección a Potter, dándole un gran abrazo de bienvenida.

Ella me observó unos segundos, al vernos atrapados, vinculamos nuestras miradas, ella asintió y sonrió levemente, mirándome fijamente.

Yo también asentí en su dirección...

Y segundos después me vi arrastrado por mis propias amistades, mientras me abrazaban y felicitaban. Cuando volví a mirar hacia Granger, ella ya no se encontraba allí, tampoco Potter.

Pero él había sido claro, nos encontraríamos en el punto de aparición a las 18:30, directo a la madriguera para su cena de cumpleaños.

En realidad, no me era permitido salir de la academia sin autorización del ministerio, pero Harry aseguró que el resolvería ese pequeño problema, después de todo, él tenía un título a parte de como saltarse las reglas sin ser notado o castigado.

Entonces allí me vi, 10 minutos antes de lo acordado, tratando de vestir lo más casual posible, y no parecer pomposo, tenía en la mano una botella de Whisky de fuego de primera calidad, esperando que el cumpleañero hiciera su aparición para poder entregársela.

Pero grande fue mi sorpresa al escuchar unos pasos distantes y ver a Granger caminar en mi dirección con una seguridad envidiable.

Recordé las palabras de Blaise hoy por la tarde.

— Granger se me acercó la primera semana que te marchaste – dijo siguiéndome de cerca, mientras caminábamos en dirección a mi habitación - me preguntó si sabía algo de la misión a la que habían enviado a Potter y a ti.

— Si, Harry supuso que ella podría preocuparse por él - respondí quitándole importancia al asunto

— También pensé lo mismo, pero entonces ella me dijo que le había escrito a Potter una carta y que, en esa carta, Potter no le había dicho absolutamente nada sobre ti, ni siquiera si habían sido mandados juntos a la misma misión - dijo algo burlesco

— y tú que le dijiste? - pregunté extrañado, por su repentino interés de Granger en mí.

— Pues que querías que le diga? Me enfadé - dijo con obviedad - siempre estos Gryffindors con sus regalías, las cartas están totalmente prohibidas en las misiones, pero claro, llega Hermione Granger y quiere saber del gran Potter y le dan luz verde para todo, pues debería tener un poco de ese coraje del que se jactan los leones, y debió escribirte directamente o preguntarle a su amigo, no crees? - dijo mientras se detenía en la puerta de mi habitación

— Gracias... Blaise - agradecí no muy convencido – cuando la vea, le preguntaré que deseaba...

— De nada amigo, nos vemos luego – dijo con una pequeña palmada sobre mi espalda

Y allí estaba ella, en un abrigo no muy grueso, lo suficiente para guardarla de aquel viento nocturno.

— Granger – Saludé con un asentimiento

— Draco – dijo levemente sonrojada, sorprendiéndome por el nombre de pila

— Como estuvo tu mes? - pregunté sin dejar de observarla, ella sonrió levemente mirando sus zapatos, como si la pregunta le hubiera causado gracia

— Aburrido y solitario – respondió después de pensarla un momento

— Cierto, lamento haberte privado de tu mejor amigo – dije con una media sonrisa, ella frunció el ceño algo confundida y luego sonrió levemente

— Harry – susurró – claro... - respondió divertida

— Ahí están! - gritó Potter algo alejado quien venia seguido de cerca por Longbottom

— Feliz cumpleaños - dije con suavidad, extendiendo mi mano hacia Potter, entregándole mi última de botella de whisky de fuego.

Esperaba que Potter supiera de cosas buenas...

— Gracias amigo – respondió tomando la botella entre sus manos, la palabra "amigo" no había pasado desapercibido para ni uno de los presentes.

— Directo a la madriguera? - preguntó Granger, se la veía algo tensa, no debía ser fácil para ella, el tener que encontrarse con el ex aun no superado.

Pensé algo amargado, sintiendo una pequeña pizca de celos.

Las ironías de la vida...

Jamás, ni en mis más locos sueños, creí que algún día envidiaría algo del pobretón de Weasley.

Sentí un tirón en el estómago, apareciéndonos en la entrada de la famosa "madriguera".

Parecía una pocilga de piedra, a la cual le fueron añadiendo habitaciones, creciendo de forma vertical y levemente torcida.

Obviamente me mantuve callado, y expectante.

Los otros entraron con rapidez a la extraña obra arquitectónica que se levantaba sobre mí, tenía la sensación que si miraba hacia arriba, esta se caería sobre mi cabeza en cualquier momento.

El interior de la casa era espacioso, y tenía una calidez distinta a las casas de los magos sangre pura.

Me sentí levemente incomodo, adentro todo era muy cálido, comenzando por las risas, abrazos y bromas.

— Recuerdan a Draco? - preguntó Harry dándome una palmada en la espalda, esperando que diera algunos pasos al centro de la casa, donde todos estaban reunidos.

Maldito Potter...

— Buenas noches – dije con la voz ronca, asintiendo hacia los demás Weasleys que se encontraban allí, y uno que otro rostro que reconocía de Hogwarts, como era el caso de Luna Lovegood.

— Draco cariño! ¡Muchas felicidades por la reciente misión! Nos alegra muchísimo que tanto Harry como tú, hayan vuelto sin ningún rasguño - dijo la que parecía ser la matriarca de la casa

Involuntariamente miré a Potter, algo divertido, si supieran las lindas cicatrices que nos quedarían de esta última misión...

Potter me devolvió la mirada y comenzó a reír, como si fuera una broma personal.

— Por favor pasen! - gritó Arthur Weasley, dándome una palmada en la espalda, incitándome a seguir a los demás, hacia lo que parecía ser una sala de estar.

La noche fue tranquila, entre risas, bromas y anécdotas vergonzosas.

Aunque intentara mantener la vista firme en los demás invitados o en último caso, en mi vaso casi vacío de whisky de fuego, siempre terminaba cayendo sobre la castaña, que había optado por sentarse en frente mío, como si fuera una pequeña broma de mal gusto.

Tampoco me había pasado desapercibido, la cantidad de veces que la comadreja la había mirado, con aquellos ojos suplicantes y fingiendo una inocencia que yo sabía que no tenía.

Se había sentado a su lado derecho, intentando tocarla o rozar sus manos, disfrazando sus verdaderas intenciones, alcanzándole casi todas las fuentes sobre la mesa, sirviendo su copa de vino como si fuera un maldito elfo doméstico.

Granger era caso aparte, parecía no darse cuenta de todos los intentos fallidos de la comadreja, pero yo bien sabia, que cuando ella quería, podría ignorar incluso al mismísimo Voldemort encarnado.

Y podía dar fe de ello...

Reía con los demás en la mesa y en ningún momento le dirigió una sola mirada a la comadreja, para mi delite, aunque tampoco me las dirigió a mi...

Casi había preferido que el idiota hubiera ido acompañado...

— Bueno, saldré a fumar un cigarrillo, ¿a alguien más se le apetece? - preguntó uno de los hermanos, levantándose de su asiento

— George Weasley! - gritó la matriarca indignada – ya sabes cómo odio ese vicio tan feo y repugnante.

— Si no te molesta – dije poniéndome de pie y escuchando a la señora bufar aún más molesta

Por primera vez en la noche, pude sentir la mirada de Granger, con el ceño levemente fruncido.

Vamos, regáñame...

Le di una media sonrisa y le guiñé el ojo con picardía, sabiendo que ella recodaría nuestra última noche juntos.

Misión cumplida, pensé al verla sonrojarse y apartar la mirada, algo incomoda.

Salimos a la parte posterior de la casa, donde la única claridad era la pequeña ventana que daba a la cocina.

Después de un par de caladas, junto a George Weasley, me di cuenta que era un hombre de gran sentido de humor, recordándome un poco a Blaise.

— Vamos Hermione... - se escuchó la voz lamentable de la comadreja – te vengo escribiendo hace meses...

George Weasley, lejos de molestarse, me pidió que hiciera silencio y que no escondiéramos bajo la ventana, tenía una gran sonrisa en la boca, como si estuviera a punto de hacer alguna maldad.

— Ronald, lo nuestro se acabó hace más de dos años, no insistas - escuché su voz, mientras sonaban los platos, como si acaba de dejar todos esos en el lavaplatos

— Solo una oportunidad, no pido más, Neville me dijo que no estás viendo a nadie... - rogó

— Pues se equivoca, y si he visto a alguien estos últimos meses...

La escuché decirle, fuerte y alto, causándome algo de nauseas, ¿Sería verdad o simplemente quería deshacerse de la comadreja?

— Nada serio me imagino, o sería el primero en enterarme - refunfuñó

— No es el lugar, ni el momento para poder hablarlo, así que deja de insistir.

Terminó por decir alejándose de la cocina, siendo hostigada de cerca por la comadreja.

Escuché a George Weasley reír entre dientes.

— Pobre Hermione, Ron nunca se va cansar de rogarle y acosarla – dijo negando con la cabeza, yo simplemente asentí, terminando mi cigarrillo.

— Gracias por el cigarrillo – me despedí entrando a la casa

Seguían todos sentados en la sala de estar, en una conversación amena.

Granger estaba sentada en el sillón, seguida del pobretón, quien insistía en rozar su rodilla con la de ella.

Y realmente la imagen me golpeó con fuerza, por mucho que se pelearan, todos esperaban que, en algún momento, los héroes de guerra volvieran a estar juntos, era cuestión de tiempo para que eso suceda.

Tomé mi abrigo, agradecí por la cena y por la hospitalidad de los anfitriones, indiqué que tenía muchas cosas pendientes para mañana a primera hora, con mucho pesar, me despedía de todos y que esperaba en algún momento pudiera repetirse.

Los anfitriones se veían encantados con mis buenos modales y la estúpida comadreja, simplemente bufó...

Con una última mirada hacia Granger, salí de aquella casa, no esperando por nada ni nadie, me aparecí en los terrenos de la academia, con grandes zancadas, subí hasta mi habitación, quitándome toda la ropa en el proceso, quedándome solamente en mis pantalones, pero totalmente descalzo y sin camisa.

Rebusqué bajo el velador, las opciones de whisky de fuego, todas pésimas, en comparación a la que le había regalado a Potter horas antes.

Sin seguir mirando etiquetas, estiré la mano y saqué una, que importaba ya...

Serví un buen vaso, colmado a decir verdad y tomé...

Esa noche había llegado a la conclusión, de que Hermione Granger, realmente me gustaba y aunque no sabía y no entendía los motivos, así era, y era un hecho que se había propagado en mi pecho, como una infección.

Escuché unos leves golpes en la puerta, y simplemente rogué que no fuera Blaise, tenía muchas ganas de embriagarme, como para aguantarlo esta noche.

Sin mucha parsimonia, me dirigí a la puerta y la abrí de golpe, esperando encontrarme con el moreno, pero a su vez, me encontré con unos ojos avellana, y unos rizos indomables.

Ella automáticamente dirigió su mirada hacia el vaso medio vacío que se encontraba en mi mano, para después observar mi abdomen y mi más reciente cicatriz bajo mi costilla derecha.

— Es un mal momento? - preguntó dando una fugaz mirada hacia el interior de la habitación

— Estoy solo, si a eso te refieres – respondí y ella se mordió el labio inferior algo inquieta

— Puedo pasar? - preguntó algo sonrojada

Me hice a un lado y esperé a que ella entrara a la habitación, cerré la puerta detrás de mí, y obviamente sin perder mis buenos modales, le pregunté si quería un trago, a lo cual ella simplemente negó con la cabeza, sin apartar su vista.

— Que puedo hacer por ti? - pregunté apoyándome contra el mueble, con las manos en ambos costados, sujetándome con fuerza

— Yo solo... - titubeó

Se veía nerviosa, y constantemente se frotaba las manos, era la primera vez, que la sentía incomoda en mi presencia, algo muy extraño para ella.

— Están todos bien? - pregunté alzando una ceja, ella simplemente asintió - tu comadreja al final dejó de rogarte o simplemente cediste? - pregunté sin pensar, sintiéndome momentáneamente rabioso

Ella enrojeció visiblemente...

— Ron es bastante insistente - susurró incomoda, pero sin desviar la mirada en ningún momento

— Sabes que aprendí, de mis años como Mortífago? - pregunté como quien habla del mal clima, ella pareció sorprenderse, me observó con firmeza, esperando que yo continuara hablando – que debes seguir tu corazón, cueste lo que cueste, duela a quien le duela... la vida es corta Granger, no entiendo porque pierdes tu tiempo aquí conmigo, si vi claramente que el pobretón te corresponde, es más, está más que ansioso de saltar a tu cama nuevamente.

Ella se encontraba pensativa, con el ceño levemente fruncido, como si aún no entendiera mis palabras...

— Por qué piensas que deseo volver con él? - preguntó aun con el ceño fruncido, realmente confundida

— Creo haberte visto llorando por la comadreja hace mes y medio atrás - aseguré con una ceja en alto, como si fuera más que obvio, ella abrió la boca en una hermosa O, parpadeando repetidas veces

— tú lo supusiste y bueno... no quise corregirte – dijo ella con suavidad – Me sentía confundida - susurró

Ella abrió la boca, como si quiera decirme algo más, pero la volvió a cerrar, respirando algo agitada.

— Granger...

— Me gustas – dijo alto y claro, agarrándome por sorpresa – y ese día, lloraba porque... me di cuenta, me di cuenta que realmente me gustas, no solamente palabras vacías y sin sentido, me gustas y no sé porque, ni siquiera te conozco bien, no te conozco para nada – dijo parpadeando nuevamente como si hablara con ella misma – y tú, esa noche estabas con Astoria Greengrass y lo supe... y en qué mundo loco, nosotros dos podríamos... - se detuvo asustada, pensando que tal vez había hablado de más.

— No estaba con Astoria - logré gesticular, ella simplemente asintió - Entonces, no hay planes de volver con la comadreja? - pregunté dudoso, alejándome del mueble del cual me agarraba

— Porque sigues trayendo a Ron a esta conversación? - preguntó confundida

— Por el mismo motivo que tu trajiste a Astoria – dije con sencillez, levantando los hombros, restándole importancia, pero ella parecía aún más confundida – ¿Celos? ¿Tal vez?

— Celos - repitió incrédula

— Tu también me gustas Granger, demasiado en realidad – dije a pocos centímetros de ella – Y si tu único impedimento, es lo poco que nos conocemos, hay maneras para resolverlo – ella asintió con lentitud, como si se pudiera romper el encantamiento que nos unía ese momento

— Te pensé demasiado en estos 45 días - susurré sobre sus labios, ella tragó seco y abrió los labios, como si esperara ser besada – necesito que sepas, antes de lanzarte de cabeza, que si me besas ahora y me dejas entrar en tu vida, que soy un hombre muy posesivo y territorial, ¿entiendes eso? - Pregunté viéndola jadear levemente, como si mis simples palabras la excitaran

— Entonces ¿puedo pedir exclusividad? Ya que estamos hablando en esos términos - susurró rozando las yemas de sus dedos sobre mis clavículas desnudas

— Solo he estado contigo desde la fiesta de fin de año - susurré, llevé uno de mis dedos a su rostro, obligándola a observarme – Alguien más te ha tocado mientras no estuve Granger? - pregunté con voz ronca, ella negó con la cabeza

— Solo tú, desde la fiesta de fin de año - dijo y yo sonreí con arrogancia

— Me parece bien – dije – Ahora, si no te molesta, voy a comerte entera, Hermione... - enfaticé su nombre en mis labios

Sintiendo como su piel se erizaba bajo mi tacto...

Ataqué sus labios, sintiendo ambas bocas chocar con fiereza, sentí su lengua entrelazarse en la mía, mientras ella se agarraba de mi cuello, jalando levemente mi cuero cabelludo.

Con ambas manos, tomé aquel hermoso trasero, escuchándola jadear al mismo tiempo que me agarraba de ella con fuerza, con impaciencia la hice sentir mi verga dura, estrujándola contra su centro, haciéndola gemir en medio de aquel beso exquisito.

— Te necesito, ahora – dijo entre besos, llevando sus ansiosas manos al borde mi pantalón, tirando del cinturón.

Tomé los bordes de la camisa de franela que llevaba, arrancándole los botones, dejando sus deliciosos pechos, cubiertos por un pequeño brasier de color negro, sin lograr contenerme, mordí su erecto pezón sobre la tela de encaje, escuchándola gemir nuevamente...

Nos desnudamos con cierta rapidez y facilidad, sin pensar realmente en nada, con las mentes explotando, buscando una sola cosa, los malditos fuegos artificiales.

La tumbé sobre el mullido colchón y sin esperar, ni hacerme de rogar, la penetré, sintiéndome momentáneamente en la gloria.

— Oh querido Merlín... - jadeó ella arqueando su espalda, buscando más fricción

— Ningún Merlín, preciosa – dije con la voz ronca – Mírame - ordené

Ella me dedicó aquella mirada febril, cargada de lujuria, pasiones y deseos incontrolables.

— Draco - jadeó y yo sonreí con altanería

— El mismo - susurré sobre sus labios, saliendo y entrando de aquel pequeño y húmedo coño.

Escucharla gemir me llevaba a la gloria y por el camino que iban las cosas, este primer orgasmo, nos golpearía con rapidez...

— Como te extrañe! - susurró jalándome del cuello para besarme

Y yo me dejé ser, sintiendo como ella se contraía alrededor de mi verga, lista para venirse...

Apresuré mis movimientos, viéndola cerrar los ojos, disfrutando de aquella explosión que su cuerpo experimentaba.

Con ayuda de mis manos, la obligué a rodear mi cadera con las piernas, haciendo que las estocadas fueran más profundas y precisas, me agarré con fuerza del respaldar de la cama, mientras seguía introduciéndome en ella sin descanso...

Ella se sujetaba con afán de mi cuerpo, incrustando sus uñas en mi espalda, buscando mis labios, jadeando, gimiendo y lamiendo el lóbulo de mi oreja.

Y entonces lo sentí, y quería venirme observando su rostro, sonrojado y excitado, ella abrió sus hermosos ojos avellana, con aquel brillo en la mirada, entonces dio una media sonrisa...

— Te gusta follarme, Malfoy? - Preguntó con cierta burla

Jadeé ronco, y apreté los dientes al venirme en su interior...

— Eres una pervertida de primera, déjame decirte – dije desplomándome sobre ella, escuchándola quejarse

— Pesas demasiado – gritó, empujándome mientras yo me hacia el desmayado – Y no es gracioso - Refunfuñó, al sentir como mi cuerpo se agitaba por la risa

Ella intentó levantarse de la cama y la tomé de la muñeca, impidiéndoselo...

— No huyas - le dije con seriedad

— No lo haré - susurró, acariciando mi rostro con la yema de los dedos

Me senté en el borde de la cama, con ella de pie entre mis piernas, con su ombligo a la altura de mis ojos...

Acaricié su cintura, y la atraje a mis labios, repartiendo besos mojados por todo su vientre.

— Te quedas conmigo? - pregunté deseoso con la voz ronca

— El tiempo que me permitas – respondió con una pequeña sonrisa

Y yo también le sonreí, sin llegar a decirle, ni explicarle, que, si dependía de mí, ese tiempo sería indefinido y que realmente yo estaba dispuesto a aceptar, lo que ella quisiera darme, sin peros ni por qué.


Espero les guste! se aceptan comentarios! besos y abrazos de mamá oso.