Capítulo 3.
- BANKAI…Tensa Zangetsu – gritó el Hollow. De repente empezó a surgir un gran reiatsu de su cuerpo, de tal magnitud que hasta Toushirou se tambaleó. Su cara transmitía la sorpresa que le causaba. El bankai de la replica de Ichigo, no era la katana negra que este blandió en su momento. Esta vez las diferencias entre ambas liberaciones eran enormes. De la negra hoja, surgían innumerables protuberancias de aspecto filoso, de las que rezumaban un negro reiatsu, como si de un líquido viscoso se tratase.
"¿Cómo es posible que tenga tanta fuerza, ¿y que significa esa zanpakutou?" – se preguntó el capitán.
- ¿Sorprendido? – le preguntó con sorna -. Pues espera a ver lo que sigue.
De repente desapareció y, sin que Toushirou se apercibiese, reapareció justo detrás de él lanzándole un tajo con la intención de cortarlo por la mitad. Toushirou se revolvió y pudo parar la embestida con su espada, pero fue lanzado unos metros hacia atrás. Nada más aterrizar el capitán de la décima división también se preparó para hacer su liberación prohibida. Al mirar su espada vio como algunas gotas de ese reaitsu negro que salía de las protuberancias, manchaban la hoja y parecían intentar disolverla, pero sin conseguirlo.
"Supongo que necesitará más cantidad para hacerlo" pensó.
Mas no perdió más tiempo en reflexionar sobre ello, al ver que desaparecía al contacto con la helada superficie de Hyourinmaru.
- ¡Bankai…Daiguren Hyourinmaru! – dijo mientras su reiatsu se arremolinaba en torno suyo, mezclándose con el polvo que levantaba. Cuando este polvo desapareció, Renji y Rukia, apostados unos metros más lejos, pudieron maravillarse con las flores de loto de hielo que se habían formado detrás de Hitsugaya. Ahora sus manos estaban cubiertas de hielo y en la que empuñaba la zanpakutou, el hielo tomaba la forma del pico de un dragón, cuyo cuerpo y alas estaban adosados a la espalda del joven capitán, protegiéndolo.
- Ahora si estoy preparado para enfrentarme a tu liberación prohibida – le dijo Toushirou.
- De acuerdo. Adelante – dijo el otro.
- Creo que están bastante igualados, ¿no? – preguntó Renji a Rukia.
- Sí. Es difícil prever que pasará en este combate, pero me gustaría que Nii-sama llegase pronto, por si acaso se complica más de la cuenta – le respondió ella.
- Tienes razón – convino él. Después de este dialogo siguieron viendo el combate que se desarrollaba ante sus ojos.
Mientras ellos hablaban, el joven capitán había empezado a lanzar, ferozmente y uno detrás de otro, estacas de hielo y agua, de gran tamaño, contra el Hollow, que este bloqueaba con Getsuga negro como el abismo que moraba en sus ojos. En un momento en que el número de las columnas de agua y hielo era muy numeroso, Hitsugaya a se abalanzó contra él, camuflándose entre sus ataques, y esquivando los del hollow , hasta que llegó a su altura - era una visión extraordinaria, con el pájaro de hielo adosado a su espalda y moviéndolas alas y la cola con la fuerza del reiatsu de su creador, impulsándolo, como si de un dragón de carne y hueso se tratara. Entonces, y sorprendiéndolo, le atacó y pudo alcanzarle en el pecho, produciéndole un gran tajo, por el que entró el frió aliento de Hyourinmaru, congelando toda la zona adyacente, por fuera y por dentro. Una vez le alcanzó, se trasladó, sin darle tiempo a devolverle el ataque, fuera de su radio de alcance. Justo entonces el Hollow en un arranque de ira, lanzó un Getsuga enorme, que acabó con el resto de las columnas de hielo y agua que se dirigían hacia él.
- Has podido alcanzarme – le dijo a Toushirou -. Eres muy poderoso.
- Y más que te alcanzaré – le replicó el joven capitán.
- No – dijo una voz proveniente de más allá de donde se encontraban Rukia y Renji -. No lo harás…porque él es mío.
- Nii-sama – dijo Rukia que se había vuelta nada más escucharle -. ¡Qué bien que hayas llegado!
- Kuchiki Taicho – le saludó Renji.
- Renji – le correspondió Byakuya.
- Hitsugaya Taicho, vuelva – dijo Byakuya-. Ya no tiene que ocuparse de esto. Para eso he venido
- De acuerdo – accedió el aludido-. De todas formas me estaba aburriendo-. Y bajando la zanpakutou volvió a sellar su espada, y se trasladó donde se encontraba su Fukutaicho.
- Gracias, Taicho – le dijo Matsumoto, cuando reapareció-. Siempre tan amable. Se que hubiera querido vencerle.
- ¿De qué hablas? – dijo Toushirou fingiendo indiferencia.
