Cap 2

Los acosos y abordajes de Lilian se pusieron a la orden del día durante varias semanas. Donde estuvieran siempre aparecía ella y soltaba algún comentario ofensivo, ensañándose, sobre todo, con el pobre Peter (que ya había dejado hasta de comer) para después pegarse a Remus, que solía salir corriendo. Ante la nueva situación, Sirius, se volvió muy frío y la alegría que tuviera antes se convirtió en constantes silencios, indirectas y un ceño fruncido. James y Lily, por su parte se encontraban cada vez más perdidos y hacían una terapia, que parecía no avanzar, para animar a Peter. Y así, poco a poco, llegó la época más decadente del grupo más unido de Hogwarts.

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Un sábado, Sirius y James, estaban fuera del castillo, cerca del lago, tumbados en la hierba.

-¿Qué tal va Peter?-preguntó el chico

-Va...-dijo James apartando la vista del libro que estaba leyendo- Yo ya no sé que hacer...Lily está por utilizar eso de ligar por correo...

Sirius rió un poco, la sola idea de imaginar a Peter escribiendo cartas de amor resultaba graciosa. Peter era un chico profundo, lo había demostrado varia veces, pero eso del romanticismo no era lo suyo, era muy tímido. James pareció leerle el pensamiento ya que lo imitó.

-Bueno. ¿Y tú que tal?-preguntó ahora él

-Jodido...-se incorporó- Solo quiero que esa odiosa nos deje en paz...

El viento arremolinó su negro cabello. James también se incorpor

-Pero... ¿por qué no hablas a Remus?-pregunt

-No quiero...Se ve que le gusta que le persiga...

-Remus nunca ha dicho eso...-James se colocó las gafas- ¿No será que estas celoso?

Sirius se levantó de un salto

-¡Pues claro que no! ¡A mi no me van los tíos! Lo que pasa es que parece que a Remus le gusta que ella haga eso, no piensa en los demás....

-¿Así que eso es lo que crees?

Cuando Sirius se dio la vuelta se encontró a Remus. El chico hurgaba nerviosamente en sus bolsillos esperando una respuesta que ya sabía.

-¿ Eso piensas de mí?- dijo al fin

-Dado como te portas...-respondió Sirius dándole la espalda

-¡Sirius Black, mírame!-le gritó su amigo obligándole a girar.

-Puede que a ti te guste, pero los demás ya estamos cansados...mira a Peter...

-¿Crees que me gusta verlo sufrir? ¿Crees que no me duele? A ti te es fácil deshacerte de las tías que te de la gana, pero yo por lo menos tengo sentimientos...-le empezó a temblar el labio- Si soy tan molesto me voy, no vaya a molestarte con mi egoismo...

Entonces Sisius supo que lo había herido y eso era lo último que quería. Remus se dispuso a irse.

-¡No, espera! Remus, perdona...

-Creí que eras mi amigo, que me ayudarías, como hacías antes... ¿Por qué ahora me odias tanto? ¿A caso ella te gusta? Si es así...

-Remus...-Sirius le cogió del brazo

-¡¡Suéltame!!-se apartó bruscamente-¡No me toques! Llevas dos semanas pasando de mí, dos semanas. Eso duele...

Remus siguió su camino, pero Sirius no estaba dispuesto a dejarle marchar, le debía una disculpa. Le cogió del hombro

-¡¡QUE ME SULETES, COÑO!!-gritó su amigo

En ese instante a James y a él se les heló la sangre: los ojos de Remus se habían tornado rojos. Debía de estar realmente enfadado como para sufrir una leve transformación.

-Tú eres si eres el egoista...-dijo antes de salir corriendo colina a bajo

James y Sirius le llamaron pero no volvió.

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Al rato volvieron a sentarse. James abrió el libro y una hoja salió volando. La recogió. Era una foto, la foto que se hicieron el primer día que fueron a Hogsmade. Podía apreciarse lo que habían cambiado: un jovencísimo Sirius rodeaba con su brazo a un colorado Remus, a su lado estaba Peter con una gran bolsa de chucherías y James poniéndole los cuernos; de fondo la entrada a Las Tres Escobas. Una sonrisa nostálgica se dibujó en los labios de James y sus ojos, inundados de recuerdos, se empañaron de mil palabras que hubiera querido decir en los tiempos difíciles.

-Perdón...-se le escap

-¿Decías?

-Te pido perdón por todo lo malo y, si alguna vez te fallé, no lo volveré a hacer.

-¡Noooo! ¡James se ha vuelto loco!- se asustó Sirius

-¡Yo no me he vuelto loco! Mira esto...-le pasó la foto-Antes era diferente. Teníamos problemas, pero era distinto. Nunca nos enfadábamos tanto y, tal vez, estábamos más unidos que ahora.

A Sirius se le formó un nudo en el estómago al verse a él y a Remus. Se dio cuenta de que lo echaba de menos y de que había sido una tontería comportarse así. No entendía muy bien por qué lo había echo, solo sabía que estuvo mal. No era tiempo de arrepentirse, tenía que pedir perdón a Remus y librarle de la arpía esa. Ella le daba mala espina y no estaba dispuesto a dejarla hacer lo que le viniera en gana con su amigo. El sentimiento renovado de protegerle le invadió y, como el día en el que descubrió su secreto, se hizo la promesa de que nadie le haría sufrir más.