Cap 18
Severus acababa de terminar el entrenamiento de Quidditch y le apetecía pensar, así que se había ido a su pasillo favorito. Era un lugar poco transitado a donde Lily y él solían ir. Pero, desde hace años, lo frecuentaba él solo, acompañado de felices recuerdos que ahora eran tristes por ser lo que son: vanos recuerdos.
Los amplios ventanales, que se extendían por todo el corredor, dejaban pasar la rojiza luz del atardecer. La piedra parecía quemarse bajo el sol y el rostro de Severus se había teñido también de aquel rojo amarillento. Mientras su mirada se perdía en el horizonte, la mente del chico volaba por hermosas historias con olor a melocotón. De tantas veces que las visitó, la melancolía de revivirlas se convirtió en amargura y el pequeño anhelo de felicidad en venganza.
Pero ante todo estaba ella, su amor, su más sublime visión, su más preciado tesoro ahora robado. Una sonrisa, solo una sonrisa, habría bastado en aquel momento, ante el atardecer, en el solitario pasillo; para dar un poco de fuerza a su pobre corazón. A lo poco que quedaba de él.
-Disculpe- le interrumpió una vocecita
Severus se giró bruscamente, haciendo flotar su pelo, ahora limpio (producto de las duchas del vestuario), en el aire. Fijó sus ojos negros, que describían una voraz mirada, en otros verdes humedecidos por el miedo. Sintió haberlos visto en otra ocasión, muy parecida a esta. ¡Ah, ya! Aquella chica, ahora encogida como entonces, casi le tira la suelo un día, antes de entrar en el comedor.
Entonces la muchacha pareció recordar aquélla mirada asesina y, como si de un acto reflejo se tratara, dijeron a la vez:
-¡Tu...!
La chica se calmó un poco y relajó su expresión, lo que no la impidió fruncir el ceño
-¿ Por qué siempre eres así conmigo? ¿O también eres igual de "agradable" con los demás?- preguntó
Severus alzó una ceja y la miró con indiferencia
-Solo con las niñas estúpidas que, a parte de molestar e interrumpir, empujan.
Dicho esto se dio la vuelta con el firme propósito de ignorarla
-¡Solo quería saber si habías visto pasar a un chico!- le gritó la chiquilla indignada- ¡Pero con lo simpático que eres seguro que ha salido corriendo!- como veía que el chico no le hacía ningún caso alzó más la voz- ¡¡Y no me habría acercado a ti sino fuera porque tienes el pelo limpio, Snake!!
Severus se dio la vuelta con una mueca más terrorífica que la anterior, pero esta vez la chica permaneció allí, inalterable, con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre la túnica negra a la altura del pecho; aún viendo que el chico de piel cetrina se acercaba.
-¿Cómo me has llamado?-preguntó Severus
-Snake, conmigo no te hagas el sordo....
Entonces el Slytherin se paró en seco y miró a aquella muchacha de once años, con sus profundos ojos verdes y su pelo rojo. "Conmigo no te hagas el sordo" le repitió su cabeza
Flash Back
-Seve....vente - le rogó Lily colgándose de su cuello por detrás
Había estado pidiéndole que le acompañara a tomar un helado, pero el chico era de pura piedra.
-No te escucho- respondió Severus
Lily frunció el ceño y le mordió el cuello, tan fuerte, que el chico no pudo evitar un grito de dolor
-Conmigo no te hagas el sordo...
Fin Flash Back
-¿ Snake? ¡Snake!
Severus pegó un pequeño bote. Por un momento había entrado en una especia de trance. Aquella niña se parecía tanto a Lily...
-No me llames Snake- dijo el chico fríamente
-¡Pues mírame! – replicó la pelirrojo
-¡Te estaba mirando!-alegó Severus con un tono infantil que nunca antes había adoptado
Lo notó y se llevó la mano a la boca
-No. Estabas mirando a otra persona en mí
Severus permaneció impasible ante este comentario, aunque, en su interior, estaba realmente sorprendido. La chica descruzó los brazos y suavizó su expresión
-Soy Mary Owen, no 'ella'...
-¿Cómo sabes tú que era 'ella' ?-preguntó Severus agachando la cabeza aun lado
-Quién quiera que fuese no era yo...-Mary entonó una tímida sonrisa- Va a resultar que tiene sentimientos "el chico de las mazmorras"
Severus dio la vuelta y avanzó hacia su bolsa de Quidditch
-No me conoces, niñata...-dijo recogiendo sus cosas
Empezó a andar en dirección contraria a Mary, pero a mitad de camino se detuvo y suspiró
-No he visto a ningún chico, solo un grupo de hinchas femeninos de Ravenclaw...-informó
-¡Yo animaré al golpeador de Slytherin!
Severus se alejó desprisa, mientras la frase de la niña bonbeaba en su cabeza.
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El equipo de Quidditch de Ravenclaw se paseaba por el colegio sacando pecho, como si en él estuviera tatuada la palabra "victoria". Todos se apartaban a su paso y les brindaban palabras de ánimo. El equipo de Slytherin no gozaba de esas atenciones y su afición se reducía a los miembros de su casa. Algunos solo animaban a Ravenclaw por el mero hecho de no ponerse de lado de Slytherin.
Sirius hacía su agosto con las apuestas que, a pocos días del partido, no dejaban de aumentar. Michale esta vez no protestó ya que él también había puesto su granito de arena.
Los entrenamientos de Lucius, capitán y buscador de Slytherin, eran ahora mucho más duros que hace unos meses y Severus los soportaba a duras penas, pero tenía una animadora, incondicional y personal, de unos once años y pelo rojo fuego, que no paraba de gritar cosas como: "¡Vamos, Snake!", "¡Así se golpea, valiente!", "¡Dale fuerte, Snake!" El chico prefería ignorarla, pero le recordaba demasiado a Lily (ella antes también solía ir a los entrenamientos). A veces, Severus se paraba y la observaba fríamente desde la escoba, sintiendo unas sacudidas en el corazón. Entonces Mary dejaba de gritar, sonreía y saludaba con la mano ávidamente, dando pequeños botes. Lucius no estaba por la labor de que una criaja entretuviera a sus jugadores y más de una vez la invitó a marcharse sin muy buenos modales. Mary hacía como que no le oía y seguía sonriendo y gritando a Severus, aún con más ímpetu y arrojo, hasta que terminaba el entrenamiento. Después, Severus no volvía a encontrarse con ella en todo el día.
Faltando dos jornadas para el partido, Lucius, estaba muy nervioso y, consecuentemente, de mal humor. Cuando empezaron el entrenamiento las gradas se encontraban vacías por primera vez en la semana, lo que pareció calmar al capitán. Severus llevaba un rato haciendo pases con Elian Stívenson, el otro golpeador. Era un chico no muy alto, tenía el pelo castaño oscuro y unos ojos profundos como el mar, era alegre y tenía un golpe potente, cursaba un año menos que Severus. De pronto oyeron unas palmadas procedentes del césped. Severus supuso que era Mary y, en su interior, sintió la turbación que siempre acompañaba a esa miniatura de Lily. Elian la siguió con la mirada, hasta que se hubo acomodado en su lugar de siempre, y entonces la saludó con la mano. Mary le devolvió el saludo
-¿No saludas, Snape?-preguntó su compañero, aún mirando a la chiquilla que se despojaba de su túnica para quedarse en uniforme- viene especialmente para verte a ti. Me recuerda a...esta chica de nuestro curso…¿Abans…?
-No voy a saludar a una cría que no conozco de nada y, sinceramente, no me recuerda a nadie-mintió Severus tajantemente
-¿Estas seguro, Snape?-preguntó Lucius, que se había acercado por detrás.
Los dos golpeadores se volvieron, al borde de una taquicardia por el susto, aunque Severus lo supo disimular muy bien.
-Dame tu bate, Stívenson...-ordenó Lucius
-S-si, señor- respondió Elian pasándole el objeto con trémulo pulso
Lucius tomó el bate y lo miró con malicia. El objeto brilló junto sus ojos dando efecto de locura repentina, como si el contacto con la madera le hubiera hecho perder la cabeza.
-Lárgate, Stívenson- volvió a ordenar
El chico viró con su escoba y se aproximó a los demás miembros del equipo, que habían detenido su entrenamiento para ver lo que ocurría, aunque no pudieran escuchar la conversación .
-¿No se parece, a caso, a tu queridísima sangre-sucia Evans?- preguntó el rubio
-En absoluto – respondió Severus que se estaba poniendo nervioso, esto le estba recordando demasiado a aquel día
-¿Ah, no? Pues a mí me lo parece. Igual de gritona y pesada, incluso tiene un aire físicamente...Pero, por lo visto, Griffindor , no aprende nunca.
En ese momento, Lucius, alzó los ojos de nuevo y los fijó en los de Severus que, aún más pálido de lo normal, se mantenía con una expresión fría. Su corazón latía muy deprisa. ¿Lo intentaría Lucius otra vez? Por la expresión del chico, Severus, diría que sí, pero no quería mostrar afecto alguno por aquélla miniatura de Lily. No, no debía, Su corazón no lo soportaría.
-¿Snake?- gritó Mary desde las gradas, sentía algo de tensión allí, el en aire, donde Severus hablaba con su capitán.
Al oír la voz de la niña el chico dirigió sus ojos hacia ella y la vio, vio a Lily. Ahora tenía diez años y le miraba igual de extraña que aquella vez, con su gorro de lana azul marino y sus manoplas a juego. Entró en una especie de trance, como cuando estuvieron ante los ventanales. No pudo reaccionar cuando le arrebataron la bludger de las manos, tampoco cuando dieron una patada a su escoba desviándola. Se encontraba atrapado en un recuerdo, era invierno y allí estaba ella con la cara roja del frío, que incluso él sentía, aunque no fuera real.
-¿Te suena, Snape?- dijo Lucius divertido, pero Severus solo lo oyó como un eco muy lejano.
El chico rubio golpeó la pelota tan fuerte que silbó, cortando el aire, en dirección a Mary. La chica quedó paralizada por el miedo, su pulso se disparó y vio a cámara lenta lo que sucedió en pocos segundos. La bludger se acercaba a una velocidad pasmosa, Lucius, sonreía maliciosamente y Severus no ponía reaccionar, perdido entre sus fantasmas del pasado.
La pelota seguía acercándose, directa a la cara de Mary, que no se movió, ni siquiera cuando la dura bludger pasó rozando su oreja y le alborotó el pelo, para después chocar contra las gradas, quebrando y astillando los asientos de madera.
Todos contuvieron la respiración durante esos instantes y más de un corazón se paró, para volver a latir lentamente después del golpe. Lucius rió maquiavélicamente y dijo, calcando las palabras de aquel día:
-Por eso soy buscador, me falla la puntería...
Aquellas fueron las palabras que sacaron a Severus de su trance. Sus pupilas, que se habían dilatado, volvierona su estado normal
-Lily...-susurró primero- ¡¡Lily!!
Descendió en picado hacia la muchacha cuando, de pronto, se percató de que aquella chica, quieta, con la mirada perdida en el cielo y silenciosas lágrimas, muestra del miedo, que recorrían sus mejillas; no era Lily Evans. Se detuvo en seco antes de llegar hasta ella. Mary pestañeó pesadamente, haciendo resbalar otras dos gotas cristalinas y dirigió sus ojos a los negros de Severus. Después, miró, girando costosamente la cabeza, el destrozo provocado por la pelota de cuero. Volvió a clavar los ojos en Severus y se fue acercando a las escaleras de espaldas a ellas. Cuando llegó se volvió y las bajó corriendo en dirección al colegio, dejando la túnica atrás
-Un método infalible ¿verdad, Sanpe?- gritó Lucius desde lo alto.
