Cap 30

-¿Por qué no me has dejado meterle un puñetazo! – protestó James

-¡Déjalo ya¿vale! – le contestó Lily, molesta, aunque la pregunta no fuera para ella, sino para Sirius – Estamos buscando a Peter...

-¡Volvamos y cosámosle a hostias ¡Se lo merece! – insistió James

Hablaba, lógicamente, de Lucius. El slytherin se entretuvo las dos primeras horas restregándoles por la cara lo que habían hecho con Remus la noche pasada. El autocontrol de Sirius dio de sí lo imposible, reprimiendo los accesos de ira que le invadieron cuando Lucius se refirió a su amigo como "la muñequita de trapo". Pero James era un caso aparte, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa y no entendía la actitud de su compañero.

-¿Es que te importa una mierda lo que le ha pasado a Remus! – preguntó alterado

-¡Pues claro que no...!- contestó Sirius molesto, ya bastante mal se sentía como para que alguien dudara de ello….

-¡Déjalo en paz, James! – le espetó Lily que, aunque le pareciera rara la postura de Sirius, después de las palabras de Remus consideraba este caso como algo demasiado personal entre ellos como para meterse. Además parecía que nadie se hubiera percatado de que Peter había permanecido lo más lejos posible de ellos durante la mañana.

-¡Sólo quiero que me de una buena razón! - explicó su novio - ¡Dime por qué no¡Si tú no vas iré yo solo!

-¡No irás a ningún lado!- le prohibió su amigo con enojo

-¿Hola¿Alguien se acuerda de Peter? – intervino Lily

-¡Pues vamos juntos! – continuó James

-¡He dicho que no!- volvió a negar Sirius

-¿Por qué no! – insistió James

Lily rodó los ojos, pasó entre los dos chicos y se fue. Era a ella a la única que le urgía encontrar a su otro compañero.

-¡Ya está bien, James! Pareces un niño de teta…-dijo Sirius exasperado – Mira lo que has hecho, Lily se va…-

-¡Esto va en serio Sirius¡No entiendo a qué viene este arrebato pacifista! – continuó James - ¡Lo que hizo fue cobarde! Lo menos que podemos hacer es ir y enseñarle una bonita lección.

-¿Por qué no dejas las cosas tal y como están? – propuso Sirius con tono grave.

-¡Porque Remus no se lo merece! – expuso el chico de gafas enérgicamente. Sirius desvió la vista al suelo con el ceño fruncido- ¡Sirius! – le increpó impaciente ante el repentino silencio

-No…-susurró el chico

-¿Por qué? – bramó James casi fuera de sí

- ¡POR QUE NO ES ASUNO TUYO! – respondió el moreno harto de la estúpida conversación- ¡No tiene nada que ver contigo así que no te metas!

Jame le miró dolido

-Aaaaa…ya entiendo…- dijo sombríamente- El héroe solitario cabalga de nuevo…Pensaba que ya te quedó atrás la época de súper-hombre que lo podía todo y que no necesitaba de nadie.

-Si piensas eso es que no me conoces…

James se revolvió el pelo y se colocó las gafas de manera tranquila y dejada.

-Eso de muestra que el que no me conoce eres tú – alegó- ¿Acaso crees que no te he notada raro?...- Sirius no contestó – Eres como mi hermano, Sirius…a mí no puedes engañare tan fácilmente…te noto tan diferente que me da miedo…después de todo lo que ha pasado…

-James…- le interrumpió Sirius incómodo

-Vale…esta bien…Haz lo que te de la gana con tus cosas…- concluyó molesto.

El moreno vio alejarse al chico de gafas y se frotó la frente (era un gesto que hacía cuando sentía que algo se le iba de las manos). Cierto…James era como un hermano, lo único que podía considerar su familia desde que dejó su casa, pero… ¡No podía explicárselo¡Ni a él ni a nadie! No podía contarle la impotencia, el sentimiento de culpabilidad que latía en su pecho. Sabía que Lucius había hecho aquello para herirlo a él, a algo que consideraba precioso…Se sintió entonces totalmente solo y recordó a Remus, su único consuelo.

Seguro se encontraba en su cama, dormido. James le había aconsejado (efusivamente) que no fuera a clase, porque se le veía mal: enfermo y amoratado. Le explicó que su sistema regenerativo de células actuaba ahora a cien por hora, así que al día siguiente no quedaría más que pequeñas manchas en su piel de las heridas de la noche anterior. Remus, con su natural cortesía, no le interrumpió aunque ya se sabía de memoria ese tema sobre sí mismo. Sonrió y asintió, prometiendo que no saldría de la cama. Esta alteración celular solía durarle hasta un día o dos después y en ocasiones le causaba fiebre, pero era mejor un día de reposo con cuarenta de temperatura que soportar las profundas y terribles heridas que podía causarse a sí mismo la noche de plenilunio. Pero Remus hacía años que no sufría esta clase de heridas.

Sirius pensó en ello y sonrió, aunque no era la mueca de siempre. Era un gesto nostálgico. Antes…Últimamente antes todo era mejor. Antes le habría partido la cara a Lucius nada más verlo, hoy se contuvo porque, con el paso del tiempo, había aprendido que ese no era el deseo de Remus. Él estaba en contra de todo dolor y si se dejaba llevar por la venganza Remus se sentiría culpable, entristecería y Sirius no podría soportarlo. Sufria viéndole sufrir, se hundía bajo el peso de la impotencia al no poder arrancarle una sonrisa sincera.

Y de pronto necesitó vivir esa sonrisa, provocarla y guardarla en su corazón para sanar la culpabilidad que había crecido por segundos…Le prometió a Remus que jamás le dejaría solo, nunca. Sino pudo cumplir aquella promesa no era digno del divino regalo. Nada para él, ni una caricia, ni una mirada. Abrazó con el pensamiento a Remus, reviviendo su piel y su calor, temiendo que escapara para siempre al sentirse traicionado.

Expiró con dificultad, se sentía mareado, sacudido por sentimientos demasiado fuertes. Tras un escalofrío la campana del colegio terminó de despertarle.

Las dos siguientes horas solo podrían describirse como monótonas y aburridas. Desde por la mañana les habían estado bombardeando con repasos y ejercicios para los exámenes venideros y era mejor centrarse en ello que en el distanciamiento de unos con otros. Sirius y James iban a lo suyo, sumidos en sus pensamientos y Lily estaba enfadada con los dos y solo se ocupaba de ir detrás de Peter, aunque no logró alcanzarle hasta después de la comida.

En cuanto el chico se levantó de la mesa ella le siguió, túnica al viento, serpenteando por los pasillos a una distancia prudente. Llegaron a un corredor de amplios ventanales. El lugar le era conocido…Hacía años, este fue su reino, donde nunca estuvo sola…

Peter se giró entonces

-¿Qué quieres? – preguntó

La culpabilidad de Lily se acentuó. El chico no la hablaba enfadado o frío y, ciertamente, lo hubiera preferido antes que la tristeza de su voz.

-T-tenemos que hablar – comenzó- Lo de ayer…

-Lily, de veras, no importa – la interrumpió – Siempre es así: yo siempre pierdo…Es la elección de Joe…y tú no tienes la culpa….

Peter se volvió con la intención de irse y sus tres primeros pasos se clavaron en los oídos de Lily haciendo que se diera asco a sí misma

-Si…- dijo débilmente- ¡Si fue culpa mía¡Todo fue culpa mía! – gritó, y comprobó con amargura que clamarlo a los cuatro vientos no era un alivio.

Atropelladamente relató el plan que había preparado y como todo se había torcido sin atreverse a mirarle a la cara.

-Lo…lo siento mucho – se disculpó – Si pudiera volver atrás…

Con una velocidad pasmosa la mano de Peter se cerró alrededor del cuello de Lily, apretando con una fuerza desconocida. La pilló tan de sorpresa que no supo como reaccionar y quedó paralizada por la feroz mirada que se clavaba en sus aterrados ojos verdes.

-¡Si pudieras volver atrás lo harías de nuevo! Tú…eres como ellos – dijo Peter con el rostro contraído de ira- Tu vida es tan patéticamente perfecta que tienes que controlar la de los demás para no aburrirte… ¡Me das asco!

-Sólo quería ayudar…-dijo Lily casi ahogada.

Aquellas palabras dolían, al igual que las uñas que se clavaban en su piel y esos ojos que la aterraban y la atormentaban gritándola con furia como si hubiera hecho lo peor del mundo.

La presión del cuello se relajó y terminó desapareciendo.

-Solo querías divertirte- la corrigió Peter con severidad – y aquí está el bufón…a vuestro servicio – terminó con ironía y una ultima mirada humedecida de pura rabia a la chica.

¡Todos hacían lo mismo! Todo el mundo se reía de sus sentimientos… ¿Por qué? Eran tan validos como los de cualquier otro…Se giró y corrió lejos de allí, deseando con todas sus fuerzas esfumarse en el aire. Lily, la única persona en la que había confiado hasta ahora, le había traicionado.

La culpabilidad y la decepción hicieron presa de la pelirroja. ¿Qué acababa de ocurrir? No podía creer que ella sacara a la luz la parte más baja de Peter. Él no era así, era imposible que Peter, su Peter, tuviera dentro…tal agresividad. Se acercó, temblando como una hoja, a la ventana más próxima, intentando encontrar alguna lógica a aquel absurdo. ¿Tanto daño le había hecho? Apoyó la cabeza en el cristal.

Últimamente el mundo estaba del revés y ella parecía tener parte de culpa. Ese sentimiento resbaló por su rostro y marcó un brillante surco hasta su barbilla. Lily secó su lágrima rápidamente, pero la segunda ya estaba de camino y la tercera, la cuarta…Era un llanto inconsciente que no cesaba, algo que le pedía el cuerpo para desahogar la tensión y no podía pararlo, así que sollozó y dejó de luchar.

Entonces alguien la envolvió por detrás.

Lily se alarmó, pero susurraron a su oreja: "Voy a matar a Potter…" y la chica sonrió cariñosamente. "Seve…" pensó llenando su pecho y su mente de aquel nombre. Él nunca soportó verla llorar, la imagen de una mujer con lágrimas en los ojos era superior a sus fuerzas. Esto la confortó en parte, viendo que había cosas que no cambiaban nunca. Un montón de imágenes inundaron su memoria. Tardes…incontables tardes en aquel pasillo: abrazados, riendo, debatiendo sobre lo que estaba bien o mal en un mundo que una mente impúber no logra comprender del todo…y el primer beso. El inocente primer beso…

La nostalgia no era buena compareña y, deshecha, lloró más fuerte, agarrando los brazos que la rodeaban, recordando por qué amaba ese lugar y por qué lo añoraba tanto. Severus tenía el pasado de Lily, todo lo hermoso de su infancia estaba allí, entre las enormes ventanas, las piedras y sus brazos. Sin ninguna duda podía afirmar que en aquel tiempo fue feliz, muy feliz…


Poco después de que Lily les dejara, Sirius, se levantó de la mesa con James. Su compañero dejó el camino hacia la sala común a medias y dio media vuelta sin decir nada. Sirius supuso que iba a buscar a Lily, así que se fue a la Casa solo.

Dudó unos segundos ante la puerta de su cuarto, se sentía tan culpable que no creía que una disculpa fuera a servirle de algo. Metió la mano en el bolsillo y esbozó una sonrisa al notar los dulces que le había traído a Remus. Inspiró y abrió la puerta con decisión.

Remus estaba incorporado en su cama mirando a la ventana, abierta de par en par. La fría brisa, característica de la primavera, mecía la delicadamente la cortina, el dosel y hasta en pelo del chico de una forma que casi inapreciable. Sirius le observó atentamente, todo bañado en la luz de la tarde y se arrepintió de no haber dado una paliza a Lucius. Se merecía todo lo que le había hecho a su compañero y más.

Aunque los ojos del moreno pasaron de una herida otra, de un moratón a un corte, el rostro que describían era tan bello que la rabia y la tristeza corrieron como veneno por sus venas. Habían manchado a Remus con sus asquerosas manos, esas asquerosas manos…sucias…repugnantes…y el no estuvo allí…no pudo protegerlo como le había prometido y eso le hizo sentirse igual de miserable que sus agresores.

Remus cerró los ojos y bajó el rostro. Entones Sirius surcó la claridad de la habitación para llegar a su lado, soñando con abrazarlo ahora que estaba perdido en sus pensamientos, deseando ser el calor del sol para fundirse en él secretamente, llegar hasta su alma y allí suplicar un perdón tan hondo como su pena.

Pero nada salió de su boca ahora que estaba a su lado, Remus era demasiado deslumbrante y él solo una sombra.

-Pensé…que tendrías hambre – dijo al fin tras recordar lo que llevaba en el bolsillo, ofreciéndoselo – Son todos de chocolate con leche, como te gustan…- su compañero no contestó. Sirius se frotó la frente angustiado, tendría que ir directo al tema- Remus…yo…lo siento…

-¿Por qué te disculpas exactamente? – preguntó su compañero sin mirarle

La voz de Remus animó a Sirius un poquito.

-Por lo de anoche…-explicó

-Lástima…-le interrumpió Remus y por fin se dignó a mirarle – ¿Lo único que sientes por mí es lástima?... Yo no quiero tu compasión…

-¿Compasión? –susurró- no es compasión Remus…Lo sabes… Escucha…

-Volverás a mentirme y yo te creé

Sirius se quedó en blanco y todo su ánimo se quebró, no esperaba tal respuesta.

-¡Yo nunca te he mentido! – protestó

-Vuelves a hacerlo, una y otra vez…- Remus hablaba en un tono tan calmado y distante que exasperaba a su compañero – Creo…que ya ha sido suficiente…Será mejor que te alejes de mi un tiempo…

-¿Se puede saber que me estás contando!- el moreno se estaba poniendo nervioso, la crispación se estaba mezclando con…miedo. Miedo ante lo que representaba "alejarse un tiempo"…alejarse…no… ¡nunca¡nunca! - ¿Por qué me dices eso!

-Porque…ya no creo en ti…ni en nada de lo que dices…

-¡Espera un segundo¡No puedes darme una patada en el culo y sacarme de tu vida así como así, sin más! – dijo irritado por la amarga sensación que le envolvía - ¡No puedes tratar así a las personas¿Qué mierdas te pasa últimamente¡Te enfadas, me rehuyes y ahora decides pasar de mí¡¿A qué estas jugando!

-No he sido yo quién ha estado jugando todo este tiempo…

-¡Déjalo ya¡Así o hay quién te entienda! Y sabes perfectamente que cuando te pones misterioso me quedo cortito, así que dime que ocurre Remus, dime…que puedo hacer para que me perdones…- la mano de Sirius se posó sobre las de Remus.

Se miraron fijamente y el chico deslizó sus manos lejos de las de Sirius, despacio, sin apartar la vista de las hermosas orbes azules. Aquello, fue cruel, muy cruel…Remus cambió su mirada al instante, ya no era solo distante, también fría. Sirius se sintió ante una persona diferente.

- Esta bien, hablaré claro – el moreno se estremeció, su aliento estaba helado- En estos momentos solo me molestas…Solo han sido unos años de compromiso…y ya que terminamos el colegio no tengo obligaciones contigo y tu conmigo tampoco…Ya no seré tu muñequito nunca más…No te necesito.

El mundo de Sirius dejó de girar, no sentía ni su propio corazón. En aquel momento suspendido en el tiempo todo estaba helado, todo dolía demasiado como para siquiera moverse. Aquel no podía ser Remus, no el Remus que él conoció.

Dejando caer los dulces al suelo se alejó del extraño. No aguantaba respirar aquel aire, no soportaba esos ojos, aquel rostro. Era como una réplica oscura, horrenda, de aquello que solía admirar o, tal vez, aquella fragancia dulce estuviera secretamente envenenada y esta fuera su verdadera forma. ¿Realmente habían sido todos estos años una farsa?

Cuando Sirius cerró la puerta tras de sí y se dejó por el pasillo, ausente, Remus comenzó a marearse. Toda la habitación daba vueltas e intentaba detenerla aspirando profundamente. Se había excedido en vísperas de luna llena tanto física como psicológicamente y eso afectaba a su salud. "Un par de canas más…" pensó con sonra. Entonces vio los chocolates que había traído Sirius. Se inclinó para alcanzarlos y resbaló de la cama. "¡Esto también es culpa tuya…!...Sirius…"pensó con amargura mientras se sentaba en el suelo y apoyaba la cabeza en el colchón. Agarró con fuerza la sábana que había arrastrado consigo. Lily tenía razón: no podía odiarle. Gran parte de su ahogo se debía a la desesperación, tan grande que no cabía en su pecho; y al miedo. Estaba aterrado ante la idea de que Sirius sintiera lo mismo por él, porque su amor dolía y era tan fuerte el dolor que dos minutos de teatro estaban a punto de hacerle desfallecer. Se negaba a aceptar que alguien le quisiera y menos con tanto intensidad. Además Sirius le había abandonado, le dejó tirado cuando prometió que jamás lo haría…"Nadie puede amar a un monstruo, Lily…" pensó con resignación "Almas gemelas puras…que tontería…" se dijo antes de caer en un profundo y oscuro sueño.


Severus la apretó más contra sí y besó su pelo intentando consolarla. No podía ser buena la velocidad a la que su corazón latía y tampoco podía estar bien todo lo que se hacía presente en su mente: para él el pasado era como un veneno que lo contaminaba todo. Así que procuró apartar aquellos fantasmas que lo atormentaban y volcarse en lo que sentía en aquel momento. ¿Cómo cabía tanto amor aún en su destrozado corazón? No importaba…una vez más eran la extraña pareja.

Lily se volvió y se abrazó a él como quién acoge en su regazo algo que perdió hace tiempo y ha vuelto a encontrar, y sonrió entre lágrimas mientras los dedos de Severus jugueteaban con las onduladas puntas de su pelo. Al rato, tiempo después de que la última lágrima desapareciera, se separó del chico.

-Gracias…- susurró con una tierna sonrisa.

Severus la miró fijamente y, sin poder contenerse, besó su frente dulcemente. Ella era lo único que amaba realmente, lo único que despertaba en él el patético sueño romántico de morir por alguien, era la causa de sus odios y lo que jamás podría llegar a odiar. Daría lo que fuera para recuperarla, por un minuto más a su lado. "Quédate…" le rogó pero de su boca no salió una sola palabra "Quédate, quédate¡quédate!" suplicó en silencio cogiendo su mano.

-¿Severus…? -susurró Lily

"Solo un segundo..." alcanzó a oír antes de notar los labios del chico sobre los suyos. Fue un beso tierno, tímido, una caricia que no duró más de lo pedido; pero que, aún así, hizo que el corazón de James se paralizara y que el odio de Lilian consumiera la poco cordura que quedaba en ella. En secreto, cada uno en un extremo, tras una esquina, experimentaban lo que era sentirse traicionados. No pudieron seguir mirando…