A ver, tengo otra historia por ahí en hiatus. No la he olvidado, pero es mucho más larga y complicada que esta (la cual prácticamente tengo toda lista en mi cabeza) por lo que subiré esta primero mientras resuelvo lo que me detiene con aquella y así puedo retomarla, ¿está bien?
Esta historia me gusta mucho, tiene dolor profundo, comedia barata, sexo salvaje y mujerzuelas, ¿Qué más se le puede pedir al entretenimiento? espero la pasen al menos la mitad de bien que la estoy pasando yo con ella... Empecemos ya.
La caída.
– ¿Por quién rayos vinimos, Caitlyn? –Preguntó por tercera vez, harta.
El grupo corrió hacia ellas, rodeándolas por completo en medio de aquel gran puente, no tenían salida. La joven sheriff preparó su arma apoyándose contra la espalda de su compañera, quien ya tenía los guanteletes listos para la difícil pelea que se les venía.
–Confía en mi… –respondió por tercera vez, ya no tan convencida.
Una gota de sudor se deslizó por la frente de la luchadora, sentía que algo andaba terriblemente mal. No tenía sentido que los piratas estuviesen simplemente mirándolas entre risas en lugar de atacarlas, era extraño. Adoptó una pose aún más amenazadora, golpeando sus puños entre sí mientras observaba con desconfianza a su alrededor, hasta que sintió la repentina rigidez en el cuerpo de Caitlyn y lo entendió todo de inmediato.
–Lo siento –. En un rápido movimiento cargó a la chica sobre su hombro y echó a correr a toda velocidad, evitando a un par de sujetos que se habían quedado momentáneamente atónitos ante el arranque de la pelirrosa. Caitlyn le golpeaba la espalda ordenándole que la bajara de inmediato, un par de lágrimas de frustración brotaron de sus ojos azules al intuir lo que pasaría a continuación. En cuanto llegaron al borde de la estructura le clavó las uñas en la espalda, gritándole aún más fuerte. –¡Te amo cupcake! –, fue la única respuesta que obtuvo antes de ser lanzada al río de un solo movimiento. Vi se giró inmediatamente luego de esto, lista para enfrentarlos de nuevo. El grupo ahora parecía de casi el triple del tamaño que antes, por lo que sonrió de lado con resignación, todo este tiempo habían estado esperando refuerzos.
...
Un nuevo golpe seco retumbó en su cabeza, despertándola al fin. Se sentía mareada, como si el piso se moviera y aquel maldito ruido constante solo lo empeoraba. Cuando logró enfocar la vista notó que tenía las muñecas amarradas, sin sus guantes, y que la habían tirado en el interior de una minúscula celda, iluminada a penas por una ventanilla en la parte superior.
–¡Perra, sácame de aquí o te juro que destruiré todo este maldito barco a patadas! –insistió el hombre con rabia, volviendo a golpear justo en el lugar de la pared donde la chica acababa de apoyar la cara.
–Eso explica las náuseas –pensó en voz alta – como odio los barcos –. Se recostó de espaldas esta vez, cerrando los ojos un momento en un intento por calmar su creciente dolor de cabeza, pero luego de unos cuantos minutos el hombre que, entendió también estaba atrapado en aquel rudimentario calabozo, volvía a hacer su molesto escandalo sin compasión.
–Ya cálmate Malcom –Interrumpió de repente una seductora voz femenina que sonaba lejana, como si estuviera acabando de entrar a la habitación – dime lo que quiero saber y pronto se acabará esta tortura para ambos –acercó su rostro al de él lo máximo que los barrotes se lo permitieron, mirándolo con suficiencia a pesar del odio que este parecía tenerle – no creas que me divierte tener que alimentarte todos los días, ¡de gratis, como si esto fuera un maldito crucero de lujo!
–¡No sé dónde está!
–¡Pues tendrá que venir por ti algún día! –cambió su expresión por una mucho más seria, su asunto con el dúo maravilla empezaba a cansarla.
–Yo no estaría tan seguro de eso –, los ojos del hombre se ensombrecieron ante ese pensamiento, dándole a entender a la mujer que seguir intentando sacarle información ese día sería una gran pérdida de tiempo, así que de momento decidió concentrarse en asuntos más interesantes.
–En cuanto a ti –preguntó volviendo a su habitual tono provocativo y juguetón – ¿Qué hacías metiendo tu hermosa carita en mis negocios, muñeca? – sonrió coqueta mientras la chica alzaba el rostro hacia ella sin hacer siquiera amago de levantarse del suelo.
–Sinceramente… No tengo la menor idea –le sonrió de vuelta la luchadora con expresión contrariada.
–Tranquila, ¡tú si puedes quedarte todo lo que quieras! – bajó un poco su escote en un no muy bien disimulado gesto provocativo – ni siquiera era necesario que intentaras llamar mi atención con un escándalo como ese, ¡bastaba con simplemente tocar a mi puerta!
–Siempre tan hospitalaria…
–¡Solo lo mejor para lo mejor! ¿quieres que decore tu celda con flores bonitas?
–No, gracias, prefiero los pastelillos – aun estando en aquellas circunstancias no pudo evitar reírse un poco de los comentarios de la capitana, le resultaba una mujer cuanto menos ingeniosa y peculiar.
–Oh cierto, ¿Cómo estás con tu aburrida sheriff? –preguntó en tono caprichoso, haciéndole un puchero exagerado.
–Todo bien, al menos mientras le sigan gustando los policías malos –, la chica le dedicó una ligera expresión galante, haciéndole morder el labio inferior con deseo.
–Si, si… Una hermosa conversación entre viejas amigas, claro que si –se burló Graves con ironía desde su celda – ¡si pudiera salir de aquí, te ahorcaría sin dudarlo un solo segundo!
–Pero no puedes, así que ve mandándole alguna señal de vida a tu alma gemela de una vez por todas –le respondió malhumorada yéndose por donde entró – ¡no tengo mucho más tiempo que perder contigo! –salió del lugar azotando la puerta, dejando aún más colérico al hombre que inmediatamente volvió a patear la pared incesantemente.
–Ey, Malcom, ¿eres tú? – le preguntó la chica con algo de duda desde su celda, calmando de inmediato los golpes.
–¿¡Violet!?
Vi sonrió aliviada por la respuesta, sin duda al último que esperaba encontrar en un lugar como ese era a quien fue su viejo vecino de celda durante los años que pagó de condena en "el cajón".
–¡Parece que la historia se repite! –sonrió.
...
–Tranquila, ya he visto mujeres desnudas antes –comentó repentinamente el del sombrero vanidoso, sin dejar de atender las latas de frijoles que calentaba en la hoguera improvisada que armó a la orilla del rio –no tienes que seguir fingiendo.
Caitlyn llevaba ya un rato despierta, analizando con cuidado su entorno en búsqueda de alguna pista que la ayudara a entender lo que pasaba, sin tener que preguntarle al desconocido que estaba sentado a unos metros de donde se encontraba ella acostada. Despertó casi completamente desnuda, cubierta solo por una chaqueta larga de cuero sin mangas que dedujo era del hombre. Su ropa estaba tendida con cuidado cerca de ella, al verla seca y a juzgar por lo anaranjado del cielo, asumió que habían pasado unas cuantas horas desde el incidente en el puente.
–Gracias –fue su franca respuesta, tan carente de emoción que llamó la atención de su interlocutor, quien subió su mirada hacia ella sorprendiéndose de encontrarla caminando desnuda sin ningún pudor hasta donde estaba su ropa. Se vistió en silencio, sin dejar de buscar con la mirada con evidente insistencia.
–También la encontré en la orilla –dijo, adivinando lo que buscaba– parecías más preocupada por conservarla a ella que al aire en tus pulmones.
–¿Dónde está? –preguntó sentándose junto a él frente a la hoguera.
–Ahí, con al resto de mis cosas –le señaló una bandolera de cuero acomodada en unas piedras a su derecha. Notó que tenía un diseño a juego con la chaqueta larga que la cubría inicialmente, pero lo más importante es que de ella sobresalía el cañón de su preciada e inconfundible arma, lo que le hizo suspirar aliviada – ten –le ofreció una de las latas teniendo cuidado de no quemarse – nos espera una larga noche así que deberías comerlo todo.
Luego de caminar en silencio durante un largo rato a través del camino cerca de la orilla del rio, el hombre se aventuró a interrumpir la inquebrantable determinación de la joven que caminaba a paso firme y siempre a un par de metros por delante de él. Luego de que algunas de sus mejores preguntas capciosas quedaran sin ser respondidas, decidió con resignación presionar un poco más fuerte de la manera en la que creyó, sería la única que podría funcionar con alguien como ella. Teniendo que ceder él primero.
–Digamos que ella tiene… –carraspeó para hacer tiempo de cuidar las palabras que diría a continuación – algo… muy importante para mí, que se me ha hecho difícil de recuperar.
–No me importa –respondió al fin, sorprendiéndolo – ella no es el testigo que busco.
–Entonces, ¿qué puede ser tan llamativo como para hacerle desviar la atención de su caso? señorita Kirman, sheriff de Piltover –remarcó sus últimas palabras con un tono juguetón que fue devuelto por su interlocutora, la cual encontraba interesante la atención a los detalles que mostraba el hombre de andar estilizado que la había alcanzado y caminaba ahora junto a ella.
–También tiene a alguien importante para mí –respondió, logrando hacerle reír – Twisted Fate, estafador que desafortunadamente tampoco es el testigo que busco.
Al subir la última colinilla de rocas se pararon a observar cómo los primeros rayos de sol iluminaban con esplendor las enormes velas blancas de la sirena. El gran barco parecía aún dormir plácidamente el muelle, mientras el puñado de hombres y mujeres ponían en marcha las primeras actividades rutinarias de mantenimiento. El grupo lucía animado a pesar de ser tan temprano por la mañana, lanzándose naranjas entre ellos a manera de broma, trabajando y riendo con alegría.
–Que sorpresa, ya estamos aquí.
...
– ¡A la cuenta de tres! –, se preparó una vez más, inclinando un poco su cuerpo hacia delante con la vista fija en el objetivo – Uno… – sopló para apartar el mechón rebelde que le caía sobre el rostro, agitada por el cansancio – ¡Dos!...
– ¡Ahora! –. Se adelantó el hombre, propinando una última patada certera que terminó por romper la pared de madera que separaba ambas celdas. Les llevó horas de esfuerzo así que al pasar con dificultad una de sus piernas a través del agujero recién hecho, tropezando por no tener el suficiente cuidado, dejó escapar un suspiro de agotamiento – ¿con que clase de madera hacen los barcos ahora? Esta cosa es más dura que mi cabeza –bromeó intentando aligerar la tensión una vez había entrado por completo a la otra celda– ¡No me mires así! está bien que guardes energías ya que aún faltan…
– ¡Tres! –gritó Vi interrumpiéndolo. Giró con fuerza el tronco para impulsarse hacia las barras de metal oxidado y golpearlas con tanta precisión que las hizo temblar un poco desde la base.
...
–¿Qué diablos? –. La mujer se incorporó de inmediato, con el característico mal humor de haber sido despertada antes de tiempo – Malcom… –tomó los guanteletes atlas con los que había dormido esa noche simulando que la abrazaban, y los deslizó con delicadeza dentro del cajón donde días atrás había tirado la escopeta de Graves. Lo cerró con una llave en forma de corazón que guardó en su escote y salió de su camarote hecha una furia, dispuesta a perforarle la frente de un balazo a quien sea que se atreviera a hacer semejante escandalo a tan tempranas horas de la mañana.
Al salir echó un vistazo rápido detrás de ella para asegurarse de encontrar a Rafen en su lugar habitual en la popa, la cual quedaba justo encima de su camarote, sorprendiéndose de que el sitio estuviese completamente vacío. Se acercó entonces con cautela hacia las barandas frente al timón para echar un vistazo general, el hombre no estaba por ninguna parte. Corrió escaleras abajo para poder mirar mejor la plataforma principal desde el balcón intermedio, sorprendiéndose nuevamente al encontrar gran parte de su tripulación amarrada a los postes de manos y boca. No sabía si se trataba de alguna trampa, por lo que luego de mirar varias veces rápidas hacia los lados en búsqueda de alguna amenaza potencial, decidió no bajar a liberarlos priorizando correr dentro en búsqueda de su confiable primer oficial al mando.
Bajó a toda velocidad los dos niveles hasta llegar al sitio donde se encontraba el cabrestante principal. En el nivel inmediatamente superior a ese estaba su tripulación y en el inferior, que también era el último: las bodegas, almacenes y celdas para los prisioneros. Se puso en guardia pensando en que quienes sean que estuviesen invadiendo su precioso barco deberían pasar por allí. Preparó las pistolas, atenta al más mínimo sonido extraño a su alrededor, sin ser consciente de la sonrisilla maliciosa que se formó en su rostro por tan solo pensar en la masacre con la que empezaría el día.
–Lástima, creí que te alegrarías de verme –comentó alguien con gracia, sin revelar su posición.
–¡Por supuesto que sí, pero aún no te he visto! –respondió con alegría histérica, intentando localizar el origen de la voz con su mirada a la vez que quitaba el seguro a ambas pistolas que ya tenía alzadas – sabía que no abandonarías de nuevo a tu media naranja –rió sonoramente, dejándose invadir por la adrenalina del momento – sal Tobías, si llegaste hasta aquí es porque ya no eres el mismo cobarde de antes.
La repentina explosión a su derecha estaba lo suficientemente cerca de ella como para cortarle un poco el rostro con las astillas que volaron por todo el lugar. Corrió rápidamente en dirección opuesta entendiendo que aquello había sido obra de una de las cartas del mago, por lo que no se sorprendió de encontrarlo escondido tras una pila de cajas en el pasillo que llevaba a la enfermería.
–Aquí estas –. Apuntó sus armas al frente ensanchando aún más su amplia sonrisa al dispararlas sin contemplación, sin contar con el rápido movimiento que hizo el hombre para escapar de su vista, a tan solo segundos de que la pila de cajas se volvieran trizas tras los impactos –¡siempre dando espectáculos entretenidos! Ese es el tipo de visitas que recibimos en este barco – echó a correr tras él, salteando con agilidad los obstáculos que ella misma iba creando gracias a sus disparos. Al final del pasillo vislumbró la figura del hombre, mirándola con una brillante sonrisa ladeada, no tenía escapatoria y lo sabía –eres mío… – apuró el paso entre risas sonoras que se detuvieron de golpe al pisar algo extrañamente suave y conocido. Bajó con nerviosismo la mirada encontrándose con horror aquello que temía. Un delicado cupcake de fresa – Diablos…
–Tú eres mía.
...
–¡Los encontré! –. Vi le lanzó la escopeta sin cuidado a su nuevo compañero, impactándole de lleno en la cabeza debido a que este estaba absorto en la pequeña esfera brillante que tenía en su mano.
Con el objetivo de buscar sus preciadas armas, destruyeron la gran sala de navegación que también hacía de camarote principal, no sin que antes él tomara aquel curioso artilugio, exhibido de manera especial, en medio de uno de los estantes llenos de trofeos que había conseguido la capitana en su larga lista de viajes a todas partes de runaterra.
–¡De vuelta con mamá! –
La luchadora ajustó sus guanteletes y corrió fuera del sitio. Graves dudó uno segundos antes de seguirla, pensando en si debería llevarse el bonito tesoro que acababa de encontrar, optando al fin por guardarlo en su bolsillo y seguirla lleno de alegría por volver a alzar su escopeta Destino.
…
–¿Y bien? –preguntó estoica, aún después de varios chistes malos e intentos varios de desviar la conversación por parte de su interlocutora.
– Diablos, eres insufrible –respondió con hastío la pelirroja, retorciéndose de nuevo sobre el asiento de la enfermería al cual la habían amarrado luego de que la sheriff la atrapara con su red al caer en la trampa – mira, acepto negociar contigo ¿ok? ¡me atrapaste!
–¿Negociar?
–Tienes algo que yo quiero –señaló con la cabeza hacia la puerta entre abierta, desde donde se veía una sección del pasillo donde Twisted Fate se encontraba haciendo guardia, aunque en realidad estaba recostado con tranquilidad de una de las paredes sin prestar verdadera atención a nada – y al parecer yo tengo… ¡dos cosas que tú quieres, es injusto! – Caitlyn arqueó una ceja sintiendo interés ante la nueva información que recibía – ¿quieres a la muñeca o al tarado? ¡qué decisión tan fácil, soy yo quien sale perdiendo en este intercambio! –sonrió confiada a pesar de lo comprometida de su situación, contenta de ver la chispa de duda en los hasta ahora fríos ojos azules de la piltoviana –¿más trabajo o directamente el tesoro?
– Malcom… –sonrió ligeramente Twisted Fate al sacar por fin la carta que buscaba, una que le revelaba la ubicación de su amigo, por lo que se fue de inmediato teniendo cuidado de que las chicas no lo notaran.
–¿Tobías? – rió un poco al no ser capaz de contener la emoción, el mago los interceptó a tan solo metros de salir de la galería que daba a la plataforma principal desde donde al fin podrían huir sin que, por alguna extraña razón, se toparan con cierta capitana – Missy… ¿tú la atrapaste?
–Tuve algo de ayuda de la policía… –contestó acercándose más a él, intentando hablarle en clave, pero la luchadora se había alertado ante su comentario y ahora los observaba atenta a la conversación – debemos irnos cuanto antes, ya es hora de que el barco zarpe…
Vi analizó con detenimiento el sitio que los rodeaba, la actitud sospechosa del desconocido le daba muy mala espina. Todo parecía normal, dentro de lo que cabía para ser un barco comandado por una mujer como aquella, todo excepto la peculiar trampa para osos que detectó. Camuflajeada estratégicamente entre unos trapos viejos, tenía un peculiar cebo que ella conocía a la perfección. –¡Caitlyn! –, un escalofrío de terror recorrió su espalda con fuerza, por lo que se echó a correr escaleras abajo sin pensar o siquiera preguntarle al hombre por el paradero exacto de la chica.
–¡Vi!
–¡Espera! –, lo detuvo Fate empujándolo con todo el peso de su cuerpo, a sabiendas de que de lo contrario iría tras la chica sin dudarlo. El torpe movimiento, extrañamente físico que había hecho, sorprendió al matón, mirándolo a la espera de que dijera algo o lo dejara ir de una vez –vámonos Malcom, ya Sarah nos hizo perder demasiado tiempo a propósito.
…
–¡Suéltala! –. Ambas figuras femeninas le eran borrosas tras la nube de polvo y astillas que dejó el gran puñetazo cargado con el que entró a la enfermería, por lo que quedó de piedra al reconocer que era Miss Fortune y no Caitlyn quien estaba amarrada.
–¡Mi heroína! –, bromeó la pelirroja dando una gran carcajada – ya que estamos todas reunidas deberíamos empezar ya con la parte buena – las miró con inocencia fingida, escondiendo con dificultad su gran sonrisa – tendrán que empezar conmigo ya que estoy amarrada…
–¿Qué rayos haces? –, recriminó Caitlyn a Vi, acercándose a ella para intentar huir de las burlas de la capitana, quien seguía riéndose de ellas descaradamente.
–¿Era ella?… La persona a quien…
Un gran estruendo seguido de voces y murmullos a lo lejos las interrumpió, volviendo ambas a ver a Miss Fortune entre interrogantes y amenazadoramente. El suelo se movió con fuerza haciéndoles perder el equilibrio, la pelirroja ignoró deliberadamente la urgencia en sus miradas, divirtiéndose unos segundos más con la situación.
–¡Hora de volver a casa!
Secretamente se sentía aliviada. Si el horario de zarpaje se estaba siguiendo según lo pautado significaba que Rafen y su tripulación estaban bien, «pensará que sigo dormida y que todo esto tan solo fue un intento de saqueo» pensó, recordando con media sonrisa lo clara que había sido aquella vez con su primer al mando, respecto a lo mucho que se molestaría si era despertada de nuevo para responder tonterías que él podría arreglar solo.
…
–¡Es una lástima que todo esto vaya a perderse!
El viejo y polvoriento almacén estaba lleno de todo tipo de artefactos, baratijas y alguna de otra reliquia de aparente procedencia piltoviana. Los estantes ordenados en filas hacían gala de objetos mecánicos convencionales, armas y artefactos hextech por separado, todos clasificados con cuidado según su función.
–No vinimos preparados para llevarnos nada – apretó la mandíbula intentando calmar su frustración, terminando de esconder estratégicamente una de sus últimas cartas entre las cajas – aún no puedo creer que estemos aquí… – era más bien un comentario para sí mismo, pero se arrepintió de haberlo hecho en cuanto notó que su amigo lo había escuchado.
– ¿De verdad nos iremos con las manos vacías? –intentó sonar casual Graves, pero era evidente para el mago que este lo miraba de reojo con reproche por lo que acababa de decir.
–Somos prisioneros, ¿lo entiendes Malcom? –Se acercó a él ya sin poder disimular más como se sentía – Sarah nos entregará en cuanto atraquemos, ¡por tan solo un par de serpientes de plata!
–¡Eres un cobarde! –se acercó a él también, tomándolo del cuello de la chaqueta con ambas manos – es demasiado fácil para ti simplemente dejar atrás a un compañero – estaba tan dolido y molesto que no notó la profunda tristeza que inundó el semblante de Fate a raíz de sus palabras.
–Yo no te dej…
Un grito sonó desde el pasillo haciendo que ambos voltearan hacia el hueco de la puerta que habían dejado abierta, justo a tiempo para ver a un hombre volar por los aires seguido de un fuerte sonido seco. Se miraron unos segundos antes de correr afuera del almacén, para ver como al final del pasillo Vi peleaba sola contra otros tres tipos que intentaban acertarla en vano con sus cimitarras.
– ¡Violet!
– ¡Piensa rápido! – le gritó la luchadora, lanzándole con fuerza a uno de los piratas.
Graves corrió con rapidez unos metros hacia el frente, recargando su escopeta y disparándole justo en el pecho cuando estaba tan cerca de él que la sangre le manchó un poco los dientes, estaba sonriendo. Cuando el cuerpo cayó fulminado frente a sus pies lo apartó un poco de una patada, listo para esperar el siguiente. Giró su rostro un momento y no se sorprendió de no encontrar ahí al mago, por lo que volvió a recargar su arma, mirando con confianza a Vi quien le respondió con una sonrisa cómplice.
…
–¿Segura? –, preguntó luego de aparecer repentinamente tras ella. La tiradora, lejos de alarmarse por la interrupción, siguió enfocando con su arma hacia al timón, sin perder de vista ni un segundo a su objetivo. Unas cajas explotaron de improvisto cerca de donde se encontraban la capitana y su segundo al mando, llenando el lugar de tanto humo que taparon su visión.
– No te preocupes –le respondió sin moverse ni un centímetro, y disparó. –Yo nunca fallo un tiro. – volvió a llevarse el arma tras la espalda y bajó de donde se había subido para conseguir aquel ángulo tan perfecto, yéndose de inmediato en búsqueda de Vi sin siquiera preocuparse por comprobar si había logrado lo que quería.
– Umh… – el mago apretó los puños en espera de que el humo se disipara, relajando su agarre en cuanto los enormes ojos grises azulados se clavaron con terror en los suyos, a la distancia «supongo que ahora estamos a mano» sonrió ligeramente, aliviado de que siguiera viva y bajó también, perdiéndose de su vista.
Una única lágrima silenciosa recorrió la mejilla de la capitana, quien ahora observaba totalmente incrédula el rostro que sostenía con cariño entre sus manos. Lo miró hasta que los ojos sin vida, de quien fue su confiable mano derecha y amigo durante tantos años, se quedaran grabados en su mente para siempre. Acercó los labios a la frente de Rafen, atravesada impecablemente por una única pero certera bala que le arrebató la vida en el acto, depositando en ella un corto pero profundo beso que le llenó el rostro de la sangre caliente que aún brotaba. Luego, tras una profunda inhalación, se levantó tomando nuevamente su lugar en el timón mirando al frente. Ni siquiera intentó limpiarse.
–Adiós.
…
– Qué bueno que estos son los últimos, mis balas no son infinitas – el disparo a quemarropa destrozó el cuerpo del chico delgado, esparciendo alguna de sus partes al azar por el piso.
– ¡Entonces usa los puños! – le respondió la chica entre jadeos de cansancio, luego de estampar el cuerpo del hombre regordete, con sombrero de chef, contra una pared de un gran puñetazo que le hizo perder la consciencia. – no puedo más…
– ¡Vengan! – los llamó Caitlyn desde la puerta, escandalizándose por unos segundos ante la grotesca escena. Giró de un lado al otro su rostro para enfocarse y correr de vuelta al pasillo, siendo seguida de inmediato por ambos.
– ¿Qué es este lugar? – preguntó Vi al llegar todos a una habitación oscura.
– La cubierta de botes –respondió Twisted fate que ya estaba allí, mientras activaba un mecanismo que abría lentamente una gran compuerta que poco a poco dejaba entrar luz al lugar.
– ¿Qué hay de Missy Fortune? – le preguntó Graves, alegre de verlo allí.
– No nos dará problemas –. Caitlyn examinaba con cuidado uno de los botes hasta que ubicó el punto más vulnerable en la base de la polea, rompiéndola de un disparo que lo hizo caer y luego deslizar poco a poco a través del riel en dirección a la compuerta, que ya iba a medio camino.
– Ustedes… Ya saben – preguntó Graves con inseguridad, entrecerrando los ojos al notar que Twisted Fate lo miraba sin decir una sola palabra.
– Una capitana comprometida como ella, jamás soltaría el timón de su barco sin tener a quien dejárselo encargado – zanjó la conversación Caitlyn.
Twisted Fate la miró de reojo «supongo que aún le debo entonces» pensó, inmerso en la frialdad que mostraba el rostro aparentemente inocente de la chica, hasta que el grito animado de su, ahora mucho más relajado compañero, lo sacó del ensimismamiento. El idiota se había lanzado al agua una vez el bote cayó al mar a través de la compuerta.
– Rayos… – sacó una de sus cartas azules y la activó, desapareciendo en una nube de humo chispeante, ante los ojos de las dos chicas.
– ¡Súbete abordo, cupcake! –bromeó Vi ofreciéndole su espalda para que se subiera de monito. Una vez lista tomó impulso y se lanzó hacia el mar, aterrizando con fuerza en medio del bote, lo que tiró de nuevo al agua a Graves quien intentaba subirse con ayuda de Twisted Fate luego de no haber calculado bien al lanzarse.
Vi y Twisted Fate remaban, mientras Graves intentaba entrar en calor con la minúscula llama de su encendedor, y Caitlyn, perdía su mirada en el gran barco que poco a poco se difuminaba a la distancia. Una vez se habían alejado lo suficiente, Twisted Fate había activado las cartas explosivas que previamente dejó escondida en lugares estratégicos llenos de pólvora o líquidos inflamables, por lo que la Pelirroja y lo que quedaba de su tripulación tardarían un buen rato en llegar al puerto, si es que lograban salvar algo del desastre que se había vuelto su preciado barco en ese momento.
–Te toca – interrumpió Twisted Fate la animada charla nostálgica entre Vi y Graves, soltando los remos y haciéndose a un lado para que su amigo lo relevara luego de llevar ya un buen rato remando.
Caitlyn miró a Vi haciendo el amago de levantarse, pero esta la detuvo con un gesto de su mano, y luego de guiñarle un ojo sonriente, volvió su mirada a Graves para continuar con su conversación sin dejar de remar.
– …Entonces la imbécil tuvo que empezar a comer a través de un aparato en su oído – remató Graves entre risas, provocando las carcajadas de la pelirrosa.
Caitlyn la miró con ternura, sabía que jamás lograría entenderla del todo por más que cada día se esforzara en conocer al menos un detalle nuevo sobre ella o su pasado. Eran de mundos completamente diferentes y eso estaba bien. Adoraba verla feliz.
– Lástima que no encontrara a su sospechoso, sheriff –interrumpió Fate sus pensamientos.
Ella lo miró con seriedad y él le respondió de igual forma. Luego de unos segundos de tensión en los que ninguno bajó la mirada, la chica relajó el rostro ofreciéndole una sonrisa casi imperceptible que tomó por sorpresa al mago, girando el rostro hacia Vi de nuevo. ¿Eso era una tregua?
– ¿él es tu pareja? – le preguntó la luchadora a Graves, captando por completo la atención del mago, que sentía su cara arder con tanta intensidad que le pareció que saldría humo de ella.
– Yo lo llamo "socio" pero supongo que sí, es mi pareja – respondió sin más, haciendo que Fate intentara huir a través de su sombrero debido a la vergüenza – ¿Qué me dices de tu amiga? Parece ruda…
Caitlyn paró de reír e incluso escuchar lo que decían, a pesar de ver como todos seguían moviendo los labios. Sintiéndose repentinamente molesta se cruzó de brazos. Amiga. Realmente se arrepintió de no haber escuchado la respuesta de Vi a esa pregunta. Una suave caricia en su muslo la devolvió al presente. Estaban por llegar a tierra. ¿Qué demonios era ese espantoso olor?
Los chicos las guiaron hasta el atracadero, luego de dejar amarrado el bote cerca del sitio habitual de Miss Fortune en el muelle del matadero, acompañándolas hasta que el barco mercante con destino a Piltover se preparara para partir. Sería un largo y cansado viaje luego de todo lo que habían pasado ese día, pero al menos ese barco era mucho más rápido que uno turístico y tendrían un camarote totalmente para ellas donde descansar.
– La próxima vez traeré pastelillos para compartir, ¡son una pareja encantadora! – comentó Caitlyn, complacida por haber logrado incomodar a Twisted Fate nuevamente. Subió al barco, tomando con evidente posesión la mano de Vi entre la suya, mientras ella se despedía alegremente.
– ¡Gracias, ustedes también! –, le respondió Graves con la misma alegría, haciendo que el mago se palmeara el rostro con una de sus manos – oye – se acercó a él como si quisiera contarle un secreto, una vez ambas se habían perdido de su vista – es muy seria para mí, pero ¿viste cómo te miraba todo el tiempo? – le sonrió con complicidad a la vez que le codeaba las costillas juguetonamente – tal vez deberías buscarla la próxima vez que vayamos a Pilt…
– Eres un gran, gran idiota – respondió con molestia Twisted Fate, empujándole la frente con toda la mano para alejarlo de él, antes de irse directamente a la guarida que compartían, ignorando deliberadamente sus quejidos y reproches durante el camino.
…
¡Capitana!
– Licor chica – respondió ignorando el tono de preocupación en la voz de la tendera, así como al resto de miradas alarmadas que se posaban sobre ella por parte de los usuarios de la hidra descarada, su bar favorito – el barril más grande de la cerveza más vieja que tengas, ¡no la enfríes! –. Apoyó su rostro, aún sucio de sangre, sin cuidado en la barra de madera. Desplomando su mojado y adolorido cuerpo sobre el asiento.
– ¿Se encuentra bien? – preguntó con cuidado la joven, luego de dejar la jarra con el líquido espumoso frente a su cara, quitando por instinto alguna de las algas que se enredaban en el cabello rojo de la capitana, con la intención de hacer tiempo a que esta le contestara.
– Ya hablaremos más tarde – sonrió con picardía sin cambiar de postura, apenas acariciando con la punta de sus dedos las gotas que se deslizaban de la jarra. Estaba fría – cuando me sienta un poco más dispuesta – tomó el recipiente y se lo bebió de un solo trago, arrojándolo al piso para romperlo una vez terminó – ¡la próxima no la enfríes! por favor…
La chica corrió a la bodega luego de balbucear unas disculpas torpes, dejando a la capitana sola con sus pensamientos. Ya nadie en el bar la miraba.
– Tobías y Malcom… – observó con atención la pequeña esfera dorada entre sus dedos. Una vez presionado el botón que activaba el mecanismo, un holograma azul se proyectó, revelándole la ubicación exacta del aparato gemelo – atraídos a las cosas brillantes, como vulgares moscas – rió – ahora los tengo – a pesar de las carcajadas histéricas que salían de su boca, sus ojos opacos revelaban el profundo vacío que realmente sentía, uno que reconocía perfectamente, aunque esperaba no tener que vivir otra vez – tal vez pueda esperar un par de días… – presionó de nuevo el botón mirando ahora la nueva jarra que se le ofrecía, una completamente seca.
– Un par de días serán suficientes…
Prometo actualizar cada martes y viernes. Y con "prometo" me refiero a que me lo prometo a mí misma, por lo que espero cumplirme.
Nota: En mi mente el capítulo I y II iban juntos y eran un prólogo, así que ya lo edité para volverlos lo que siempre fueron y así poder dormir tranquila por las noches.
