Otro capitulo más, es corto pero deseo que sea conciso.
Capítulo 4
"Yerma"
En cuanto estuvieron a salvo en el esquife, Double Trouble habló sin grandes ánimos.
— Cuando dijeron lo de She-ra, no pude continuar con la interpretación. Todavía no logro establecer tu relación con ella, aunque lo estudié. Por eso tuve que irme — Se quedó mirando a Catra, en estado catatónico — Veo que ninguna de mis suposiciones hubiera sido correcta… De verdad, te importa. Pensé que solo eran rumores de los Rebeldes… — A Catra no le importaba nada.
Scorpia la había liberado de las raíces y la había llevado casi en brazos al esquife.
Su cabeza era un toberllino. Scorpia no dejaba de murmurar cosas, palabras de consuelo seguramente, pero no lograba encontrar sentido a ninguna palabra. Solamente las palabras de Glimmer atacando toda su existencia podían significar algo. Todo por lo que había luchado los últimos años. Sabía que parecía que su existencia era acabar con She-ra. Ni siquiera estaba segura que esa fuera su meta. Lo único que quería era capturar a Adora, demostrarle hasta donde había llegado sola.
Pero ahora ya no está más. Adora no está.
Se dejó caer y dejó que los recuerdos la invadieran, sin importar cuánto doliera recordar. Adora y ella jugando con unas rocas, simulando una fortaleza rebelde para destruirla. Cada una consiguiendo los mejores tiempos en distintas etapas del entrenamiento, en diferentes pruebas. Adora siempre intentando que sus torpes pies lograrán igualar la natural agilidad de la felina. En su mundo solo existía Adora. Ya no estaba el dolor y el trauma generado por Shadow Weaber. Dormir a los pies de la cama de la rubia, porque no podía dormir a su lado cuando se hicieron mayores. No por ninguna razón más que la más sencilla y dura de todas. Dormir al lado y la misma altura que Adora cada vez era más difícil para reprimir sus ganas de besarla. Su amor no hacía más que crecer y crecer.
Y ahora… ¡Ahora dices que tú también me amas!
Apenas notó que estaban llegando a territorio hordiano, saltó del esquife y corrió. Corrió como si el mundo fuera infinito. Como si al correr pudiera dejar todos sus pecados atrás. Había cometido el peor de todos. Corrió hasta que sus garras sangraron y los sollozos le lastimaron la garganta al punto que cada respiración era una agonía. Y aún así, siguió corriendo. Destruyó un raquítico y solitario árbol, lastimando más sus garras, las mismas que habían herido una y otra vez el cuerpo de Adora. Las mismas con las que había jurado protegerla.
Cuando no pudo más, simplemente se dejó caer. Se dejaría morir ahí mismo. Miraba al cielo sucio, con sus lunas inmutables. Las mismas que juntas, Adora y ella, habían mirado una y otra vez, preguntándose que habría mucho más allá. Y cuando lo descubrieron, todo cambió.
Había estado tan ciega. Tan furiosa. Tan herida. No había más que vivido y respirado por la herida los últimos años. Sedienta de que el mundo conociera su propio dolor. Ahora el dolor era mayor, y ya no sentía la necesidad de que el mundo ardiera junto con ella. Ya no tenía vida. No había nada más que hacer. Estaba vacía. Al fin lo había logrado. Adora ya no existía. Adora no está.
Estaba rota.
Las lágrimas caían por sus mejillas hasta la tierra yerma, igual que ella, dejando un camino de suciedad al bajar por el polvo que cubría todo su pelaje y cabello.
Se despertó en su habitación de la Zona del Terror. Había una bandeja con una bebida y unas barras al lado. Arrojó todo y volvió a esconderse debajo de las mantas, apenas recordando a Scorpia y Lonnie llegando por ella en un esquife, había luchado con dientes y garras para que la dejarán morir ahí, sola. Sola. Hasta que Scorpia la picó.
Estaba limpia, cambiada y su corona descansaba en una estantería.
Scorpia había venido a verla. Le había gritado que se largara. La dejó sola, con una mirada que no soportaba. Con lástima. ¿Qué iba a ser? Se quedó dormida. De nuevo encontró unas barras, pero no tenía hambre. No quería comida. Pero la sed era demasiado. Incluso en su estado, la sed era terrible. Lo estaba llevando al extremo. En pocos días la pérdida de peso se hizo notoria, pero no preocupante. Pasaba horas llorando, otras más mirando al vacío, para después soñar y soñar. Los sueños eran una tortura y un alivio terrible. Soñaba con todo lo que fue, y todo lo que nunca podría ser.
La peor pesadilla era ver el espectro de luz, sonriéndole, ahora entendía, llena de amor, repitiendo sus palabras, suaves, como una caricia añorada, resueltas, como una certeza.
"Te amo".
Era el peor castigo posible para su alma mutilada.
Gritaba. Y gruñía. Gemía. Parecía que había perdido la capacidad de hablar. Tampoco era capaz de ronronear.
En casi diez días, sus pómulos arañaban la piel, no es que llevara la cuenta, Scorpia lo hacía, quien había sufrido de nuevo sus garras cuando obligó a Catra a meterse a la regadera, pero no importaba, Scorpia era fuerte. Estaba dormitando cuando la puerta se abrió, en uno de sus periodos catatónicos. No le importaría un carajo que el mismo Hordak fuera el que atravesara la puerta. Una parte de ella se preguntaba cuándo vendría con un escuadrón para matarla o destituirla. Era Lonnie, le traía una nueva bandeja. Recogió la anterior, intacta de no ser por un sorbo menos al agua. Al notar su estado, se atrevió a cambiarle los vendajes de las manos y los pies, pues había sufrido un nuevo ataque de paroxismo al despertar de una nueva pesadilla y ver sus garras llenas de sangre; la sangre de las heridas de She-ra. Había intentado arrancarlas con sus propias garras, y de hecho lo había logrado con tres de la mano izquierda y cinco de los pies, hasta que los gritos habían atraído a Scorpia que la tuvo que sedar de nuevo.
—Eres un desastre… — Susurró no esperando respuesta. Deseando generar una. Y lo hizo. Catra se encogió más sobre sí misma. Lonnie no podía con eso. Nunca habían sido muy amigas, y una parte de ella, sentía también la muerte de Adora, aunque los hubiera dejado atrás, y aunque hubiera luchado contra ellos. Pero en la otra realidad, la realidad del portal, donde habían vuelto a ser una equipo, la única familia que conocían, todos estaban bien de nuevo, y Adora la había intentado llevar con ella esta vez. Se arrepentía de no haberla seguido. — Maldición, Catra… Tú no eres así. Adora no quisiera verte de este modo —
Esta vez la respuesta fue mucho más feroz. Catra la empujó para alejarla de ella y le siseó.
—N No digas… No digas su nombre — Cada palabra era una tortura para su garganta rota.
—No puedes matarte aquí. Adora no lo quisiera. Y tú siempre luchas — Lonnie fue dura.
—Ya nada importa — Catra regresó a su posición encogida.
—Tú sabes mejor que yo las cosas que pasaron, por qué ella se fue, y por qué peleaba… Arregla tu desastre… Es lo que ella haría —
El corazón de nuevo se le estrujo. Lonnie se fue. Habló con Scorpia.
Pasaron tres días más en los que las palabras de Lonnie hacían mella en ella. Tenía razón.
Adora arreglaba el desastre de todos a su alrededor, aunque no fuera su responsabilidad. Catra había jalado la palanca, y ahora Adora no estaba. Había peleado con ella, intentado que fallara, aunque eso le costara todo. Porque no quería seguir viviendo en un mundo donde todos la dejaban atrás. Donde jamás era suficiente. Donde no estuvieran juntas. Y felicidades, lo había conseguido.
Scorpia apareció de nuevo, y tenía el ceño fruncido con el mismo gesto de determinación que Catra solo le había visto cuando decidió que romper el disco de los Primeros era lo más importante para que pudieran escaparen las heladas tierras del Norte.
—Catra, no puedes seguir así. Vas a tomar un baño, vas a comer y vamos a hacer un plan. Sé que estás triste. Créeme, lo entiendo — Ahora no había lástima en la mirada de Scorpia, sino genuina tristeza y compresión. Y contra la voluntad de Catra, hizo las tres cosas ante la mirada atenta de su amiga. La única que le quedaba en el mundo. Y no entendía un carajo cómo era posible.
Scorpia y Entrapta eran las únicas que la habían hecho sentir de nuevo un poco completa. Adora tenía a Brillitos y Bow, y ella tenía ahora a Scorpia y… Entrapta.
N.A. El sufrimiento por el que pasa Catra no es poco, y es su culpa, lo sabe bien. Pero de verdad creo en su capacidad para seguir adelante, no para avanzar, simplemente ese instinto de seguir poniendo un pie delante del otro, de sobrevivir aún sin metas, solo de seguir respirando.
El siguiente capítulo estará arriba el lunes.
Namaste
