Hey!
Este es un cap sencillo, ya regresara el drama en el siguiente.
Capítulo 11
"Reencuentro"
Cuando regresaron a Luna Brillante era ya de noche, pero no habían ocupado más de un día en ir y regresar aunque casi morían en el intento.
Glimmer estaba feliz, cansada, muy triste, apenada, maravillada y emocionada, perpleja, tantas emociones la embargaban. Todo lo positivo tenía que ver con su padre, imaginar a su madre y a su tía al verlo, todo lo que podrían compartir juntos. Todo lo malo tenía que ver con su desempeño en la misión y con la isla misma. Todo lo de en medio, tenía que ver con Catra.
La gata era la que los había mantenido unidos y centrados. Fue la que no dudó ni un segundo en unir fuerzas cuando los estaban pateando por separado. La que coordinó a todos para exprimir el mejor trabajo en equipo. Y más allá de todo eso, la que los había mantenido vivos y cuerdos, no una, sino dos veces. Por mucho que le doliera, Catra era mejor comandante que ella.
Todas las princesas, la guardia real, la Gran Hechicera y la Reina estaban en la entrada que los llevaba hasta la Roca Lunar, ahí la nave se estacionó. Entrapta ya había empezado a llamarla Darla y era su nueva mejor amiga, aparentemente.
La primera en bajar fue Scorpia junto a Entrapta, que se veía tímida. La princesa escorpión saludaba a todos, principalmente a Perfuma y Frosta. La Reina se veía tranquila, aliviada y orgullosa. Los siguientes en aparecer fueron Bow y Rogelio, quien corrió emocionado al lado de Kyle. Bow saludó con una sonrisa cansada, pero satisfecha. Miró con especial nostalgia a Perfuma para después voltear y ofrecer su mano a Glimmer, quien al ver a su madre, intentó recuperar el porte mientras lágrimas cargadas de emoción se condensaban en su mirada. Angella miró aprensiva a su hija y extendió las alas, insegura un poco de acercarse, no quería hostigar a Glimmer, y mientras lo consideraba, el arquero y la princesa se inclinaron y se alejaron entre ellos para dar paso a una figura extraña, familiar, inesperada, totalmente fuera de lugar. Todos contuvieron el aliento.
Netossa y Spinirella no podían creer a sus ojos. Varios guardias dejaron caer las lanzas, incluso alguien se desmayó. Mano a mano, princesa y rey bajaron, seguidos del maestro arquero. Angella se llevó una mano a la boca, incrédula, a su lado, pudo escuchar y medio ver a su cuñada cayendo de rodillas al piso. La reina buscó la mirada de su hija, quien entre lágrimas, le asintió. Y al fin ojos lilas y negros se encontraron. El mundo entero a su alrededor dejó de existir.
Micah soltó la mano de su hija, alzandola hacia su esposa, no creyendo todavía del todo, pidiendo. Dos pasos más, vacilantes. Grandes alas batiendo.
Bow se acercó a Glimmer y la sostuvo, mientras ella se recargaba en su pecho y miraba cómo sus padres se encontraban, sin separar sus miradas, en una conversación tan íntima, silenciosa y profunda, que el simple hecho de mirarlos, debía ser algún tipo de sacrilegio. Así que cerró los ojos y se dejó envolver en el abrazo. Detrás de ellos, sin que casi nadie la mirara, al fin salió Catra de la nave, justo para ver cómo las grandes alas de la reina la envolvían a ella misma y al rey. Castaspella no tuvo más remedio que esperar en gozoso y expectante silencio, su turno. El resto de los presentes se removió inquieto.
Netossa y Spini se tomaron de las manos y se miraron a los ojos a su vez, imaginando su situación y agradeciendo que jamás se habían tenido que separar así. Perfuma y Scorpia estaban conmovidas hasta las lágrimas y todas las flores alrededor de los presentes florecieron cien veces más hermosas que nunca. Catra bajó en dos grandes saltos, para ponerse al extremo sin llamar la atención, junto a Kyle y Rogelio.
Micah seguía sobre la rampa de Darla, así que su mirada estaba a la misma altura que Angella. Sus ojos decían tanto. Solo existían ellos dos. Las alas los cubrían de todos, y aunque no estuvieran, ellos no podrían prestar atención a nada más. Las lágrimas eran el común denominador. La incertidumbre, la duda, la inexplicable sensación de estar en un sueño dentro de otro sueño.
—Sigues tan hermosa como la última vez que te vi— Fueron las primeras palabras que el rey pudo emitir, llevando su mano al fin al rostro de la reina, quien con una sonrisa tímida, cerró los ojos y disfrutó del áspero y cálido contacto.
—Dime que no es un sueño de nuevo— Micah comprendió exactamente a lo que se refería.
Él había vivido tratando de darle sentido a las visiones, al paso del tiempo, y a la vez tratando de ignorarlo. Así que cuando despertó de pronto al lado de su esposa, en su castillo, fue una visión más que bien recibida. Cuando al final entendió que todo, de algún modo, era real y había regresado a Luna Brillante por unos maravillosos momentos, fue el momento en el que desapareció también. Y cuando reapareció en Isla Bestia como si nada hubiera pasado, se obligó a sí mismo a aceptar que solo había sido un sueño mucho más vivido que los usuales, quizá se había topado con un nuevo bicho venenoso.
—No lo es… De verdad, estoy aquí— Se acercó más a ella. Apesar de sus palabras, también estaba temeroso. Todo era tan extraño, tan repentino. Sentía que en cualquier momento se lo podrían arrebatar de nuevo.
—Micah, lo siento tanto...—
—No importa nada. Estamos juntos de nuevo, Angie—
La reina explotó en suaves risitas. Nadie la había llamado así en mucho tiempo. Ser inmortal tenía sus ventajas y desventajas. De pronto, estaba tan cansada de todo. Ahora lo único que quería, era estar junto al hombre que no había dejado de amar en todos esos largos años.
—Estamos juntos— Lo besó suavemente en los labios —No termino de creer que estés aquí, entero—
—Tú no has cambiado nada— Sus manos descansaban juntas en medio de los dos y sus frentes reposaban juntas. Angella lo volvió a besar y no pudo evitar sonreír aún tímida ante cosas más mundanas.
—Creo que debemos volver al mundo… Y tú necesitas un baño— El rey se rio, un poco inseguro de pronto. Hace mucho que no se preocupaba demasiado de su apariencia o su olor.
—Un baño sería un sueño hecho verdad justo ahora, ¿no?—
—No puedo pensar en nada más perfecto—
—¿Entonces, lista?—
—No realmente, pero no soy la única que quiere verte, seguro—
Con un último beso, se separaron y no dejaron de mirarse mientras Angella abría sus alas y todos se acomodaron y la guardia volvía a cuadrarse.
—¡La Comandante Glimmer no solo ha vuelto con la princesa Entrapta de Isla Bestia… El Rey ha vuelto!—
Una feroz alegría embargó a los presentes y al fin entre vitores, Casta fue al fin capaz de correr y abrazar a su hermano, besarlo y recibirlo. Glimmer esperó unos segundos y se unió también al abrazó, toda la familia reunida.
—Todos deben de estar cansados…—
Sin duda habría mucho que hacer, pero esta noche era de ellos y solo de ellos.
Todos se dispersaron, los guardias estaban escoltando a los hordianos. La reina miró a Catra seguir dócilmente a la guardia, se dio cuenta de sus pasos rígidos y se recordó a sí misma, que esos no eran los únicos hordianos en estar en su castillo. Tarde o temprano tendría que tocar el tema de Shadow Weaber, pero de nuevo, eso era un tema para más tarde.
Después de que los cuatro platicaron un poco más y la reina se aseguraba que su hija estaba completamente sana, ellos también se fueron. Glimmer se fue con Bow y comprendió que sus padres necesitaban tiempo a solas para recuperar tiempo perdido y procesar todo. Como ella misma también lo necesitaba. Tenía que pensar y discernir muchas cosas.
Ahora ya no era su imaginación. Estaba segura que la espada no solo había protegido a Catra contra la garra del insecto, a costa de su portadora, sino que la magia de la espada reaccionaba al toque de la felina. Y como a veces había ocurrido, los poderes de She-ra habían potenciado los de las princesas. ¿Cuál era la verdad tras esto? La espada jamás había demostrado ningún poder sino fuera con Adora. Tampoco era la primera vez que Catra tomaba la espada, estaba la pelea del Norte para demostrarlo, e incluso cuando la misma gata las había dejado escapar de la Zona del Terror. Y estaba segura que Catra también se había dado cuenta de esas cosas. Traía la cabeza llena de estos pensamientos cuando llegó a su habitación con Bow.
Se dejó caer en su cama sin más ceremonias y Bow saltó hasta alcanzarla por las pequeñas plataformas.
—Glimmer, ¿Cómo estás?—
—No estoy segura—
—¿No estás feliz de encontrar a tu papá?—
—Claro que sí, Bow… es solo, son demasiadas cosas—
— Lo sé… Esa isla, no es buena. Ojalá pudiéramos hacer algo para arreglarla—
—Estoy segura que por ahora se puede quedar en dónde está—
—Tienes razón. No es momento para preocuparse por eso. ¿Entonces, qué es lo que te tiene tan desanimada?—
—¿Tanto se me nota?—
—No es eso… Pocas veces te veo tan pensativa—
—No puedo dejar de pensar en todo lo que esa señal susurraba—
—Eran cosas terribles, pero no eran ciertas—
—¿Cómo no, Bow? ¡Dejamos a Adora sola, y ahora rescatamos a mi papá, que ni siquiera sabía que seguía vivo y no puedo dejar de pensar que Adora estaría tan feliz!—
—¡Okey, okey! Necesitas relajarte. Te entiendo, te juro que sí. Pero Adora no quisiera que te perdieras de esto por nada, igual que yo. No es momento de estar triste. Se lo debemos—
Glimmer lo miró con nuevas lágrimas contenidas. Sabía que tenía razón, pero no era lo mismo. Bow era tan maduro. Sabía manejar sus emociones y era todo corazón. La princesa sabía que su amigo sufría… No, que a Bow también le dolía, pero él no sufría como ella. No extrañaba del mismo modo a Adora.
—Catra… Catra dijo lo mismo—
—Lo sé… La escuché, de algún modo— El arquero se miró las manos un momento —Al final, Catra era su mejor amiga, ¿Verdad? ella sabe exactamente lo que Adora hubiera hecho—
No habían tocado mucho ese tópico. Glimmer ni siquiera le había dicho de cómo había encontrado a la gata fuera de la habitación de Adora, durmiendo en el suelo como una desamparada bola de pelos.
—Ella fue la que logró que saliéramos de ahí en una pieza—
—Creo que tú tuviste mucho que ver con eso también— La animó, ofreciéndole la mejor sonrisa que tenía para dar y Glimmer se encontró a sí misma devolviéndola. Bow de verdad era el mejor —Ahora será mejor que descanses, seguro mañana va a ser un día muy ocupado—
—Gracias, Bow—
—Te daré un momento para que te sientas tú de nuevo—
—Eso sería estupendo… Pero no demasiado—
La reina sonrió y dejó al rey solo en el baño. Micah se encontró a sí mismo sintiéndose un extraño en su propio baño, en su propio castillo… en su propio hogar. Incluso en su mismo cuerpo. Tenía mucho tiempo que no se veía realmente en su reflejo. Se desnudó y dejó que el agua caliente le relajara los músculos del cuerpo, se bañó a conciencia, se lavó los dientes, se retocó la barba y el cabello con un hechizo y entonces entró en una de las grandes charcas de agua caliente y se recostó.
Angella estaba tan nerviosa. Esperando. No quería presionarlo. Todo era muy irreal. No tenía idea de lo que estaba esperando. Había tanto que hablar, que contar. Las preguntas saldrían solas. Estaba emocionada y cansada a partes iguales. No solo se tenían que poner al corriente entre ellos, con Glimmer, el propio rey con su hija y con su hermana, sino todos juntos, y además de eso, seguir haciendo frente a una guerra que ya llevaba décadas. Antes de que Hordak apareciera, ni siquiera era una palabra que la gente tuviera presente. La guerra era propia solo de las leyendas de los Primeros.
Después de lo que le pareció un tiempo aceptable, y de haberse cambiado de ropa, entró al gran baño real, que no había compartido ni siquiera con Glimmer. Hacía muchos años que ya no compartía un baño con su hija, siempre presurosa en demostrar que podía hacer las cosas por sí misma. Con el peso de los años y la nostalgia llenando su pecho, se metió en el baño.
Buscó a Micah con la mirada, y encontró la pila de ropa en el suelo y a su esposo más allá metido hasta el cuello en agua caliente. Con cierta reticencia, dejó caer su propia bata de claro color, y con pasos vacilantes se introdujo también en el agua. Micah abrió los ojos y la miró llegando a su lado. Le sonrió, confidente.
—Aún no puedo creer que estés aquí— Murmuró la reina entre lágrimas.
—Yo tampoco. No puedes imaginarte lo que las he extrañado. No quise darme cuenta del tiempo transcurrido—
—Y nosotras a ti. Me he sentido tan insegura sin ti, sin saber si lo estaba haciendo bien con Glimmer, con el reino, con la guerra—
—Glimmer es maravillosa. Es fuerte y entregada y no retrocede en la batalla. Ella fue la que nos salvó— Después de mirarse, se abrazaron y Angella encogió sus alas bajo los brazos de Micah.
—Ella es lo mejor que he hecho—
—Estoy seguro que hay mucho más, pero ella es maravillosa—
—Micah, he tenido tanto miedo— Le dijo entre sollozos entrecortados.
—Ahora estamos juntos de nuevo, amor. Terminaremos por fin con todo esto, y podremos estar en paz, sin temer más por nuestra hija ni nadie más—
—Hay tanto que debo decirte—
—Lo sé, estoy seguro que sí… pero solo hoy, déjame disfrutar de ti— Y Micah la tomó contra sí para besarla.
Angella intentó con todas sus fuerzas concentrarse solo en el momento. ¿Por qué tenía que ser tan aprensiva? Había tanto que hablar con Micah, y ahora estaba más segura de lo que necesitaba, de lo que quería. Lo que no sabía era cómo plantearlo. Pero por Micah, haría un esfuerzo para relajarse, como no lo hacía en años. Así que se dejó llevar por el beso y se mecieron en el agua y se arrullaron con el sonido de las cascadas cayendo. Se unieron escuchando los latidos del otro.
Catra estaba sola en su habitación. Estaba totalmente exhausta. Se preguntaba muchas cosas. Esa tonta espada. ¿Glimmer había estado tan perdida para no darse cuenta? Lo dudaba, pero fingiría no enterarse de nada hasta que no le quedara otra opción. Al próximo día tendría que encarar de nuevo a Entrapta y lograr que trabajará para desmantelar sus propios robots. Probablemente necesitaría engatusarla con algo. No, tenía que dejar de conseguir así las cosas. Necesitaría a Scorpia entonces.
Le dolía todo el cuerpo y por primera vez en muchos días, moría de hambre. Comparó las garras de los pies contra las de su mano izquierda, y francamente las de sus pies lucían bastante mejor, aunque aún le dolían con cada paso. Un poco. Las garras de la mano no existían de nuevo prácticamente y la mano entera le pulsaba desde cada punta de los dedos heridos. Se quitó las ropas sucias y se lavó bajo la lluvia cálida del baño. El agua caliente no estaba tan mal. Y las suaves toallas de Luna Brillante lograban secar por completo todo su pelaje, así que solo tenía que soportar algunos minutos de estar esponjosa.
Salió al pasillo, fiel a su nueva costumbre y después de quedarse un rato mirando el picaporte, decidió que esta noche estaba demasiado cansada, incluso para sentir pena de sí misma.
Por primera vez intentó meterse a la cama de la habitación y acabó hundida hasta las orejas. Después de bufar y lograr salir de esa trampa mortal, amontonó algunos cojines en la alfombra central y ahí se quedó dormida, usando el dolor físico y el hambre para distraerse de sus emociones.
El siguiente capítulo se me está complicando un poco porque no estoy segura de cuánto van a cambiar las cosas ahora de acuerdo a la línea de la serie y dentro de mi propia historia, lo único cierto es que cambios más radicales vienen en camino. Quizá no todo para mal.
Namaste
