Hey!
¿Cómo les pinta la semana? nwn Yo no puedo estar más que feliz con la respuesta que está teniendo el fic, esperen más cambios en el siguiente cap y algunas escenas "de relleno" que he querido manejar pero que no he metido por darle prioridad al drama.
Bueno, sin más, disfruten del cap
Capítulo 13
"Interrogatorio"
—Los vigías deberían ser capaces de ver las primeras tropas—
Catra estaba sentada en uno de esos elegantes sillones de Luna Brillante junto Entrapta, que traía un pad mucho más elaborado, y Scorpia, que estaba exultante, no cabía en sí de gozo. Cuatro guardias las custodiaban pero eran tan estoicos como los soldados hordianos, algo que Catra tenía que conceder. Entrapta había logrado desplegar unos viejos holos donde veían con cierta estática lo que grababan los pulsobots.
—Muy bien, todas en sus posiciones—
Glimmer y Catra estaban trabajando entre las dos para dirigir la defensa. DT estaba en el campo, dirigiendo sus propias tropas. No era ninguna simulación, Octavia comandaba la segunda fuerza en tierra, la primer oleada de los hermanos de Emily avanzó y empezaron a atacar por sobre el cañón que rodeaba el criptocastillo, y que era a su vez su principal defensa. La siguiente fuerza de ataque eran los pulsobots, lo que hizo que las defensas rebeldes se replegaran y ahí fue cuando entraron los soldados hordianos.
En un segundo holo, había un mapa topologico de Drill desplegado, con la ubicación de cada comunicador, que venía a ser cada princesa y Bow, con un diagrama en 2D como los acostumbraba Entrapta. Muy didáctico. En cuanto entraron en rango, los robots y pulsobots también se mostraron en el mapa. Catra podía jugar con las posiciones como en un juego de guerra de mesa. La sonrisa de disfrute que siempre tenía en batalla, salió a relucir.
Frosta y Mermista se habían adelantado un poco, pero eso no echo a perder la misión. Lonnie incluso le gritó a Perfuma por sus compañeros capturados en Plumeria. Y Catra se sorprendió cuando Perfuma le respondió que estaban bien cuidados en Luna Brillante con una sonrisa salvaje. Glimmer de nuevo blandía la espada de protección, cortando robots como mantequilla. Aún sin la magia de She-ra, era un arma formidable.
DT actuaba con frustración, porque cada vez que parecía que estaban acorralando a alguna princesa, algún robot fallaba y les permitía recuperarse. Entrapta desconectaba robots, les ordenaba perder miembros o incluso autodestruirse en medio de los demás robots si estaban lejos de las defensas y las tropas hordianas. Algunos pulsobots hacían su trabajo, a modo de hacer lo más creíble la batalla.
Poco a poco Catra dejó de utilizar a Glimmer como intermediaria, dando avisos y rotundas órdenes a las princesas directamente, incluso a Bow y Glimmer les resultaba más sencillo trabajar bajo su supervisión. Todos trabajaban bastante armoniosamente, pero con Catra como sus ojos y oídos, duplicó su trabajo en equipo. Enviaba a Perfuma a asistir a Mermista cuando se quedó sin agua, y a Bow a ayudar a Frosta cuando un pulsobot no reaccionó a las órdenes de Entrapta. Mandaba a Glimmer a apoyar a los soldados de la defensa y ayudar a escapar a los últimos civiles que no habían querido o podido evacuar.
Hordak estaba furioso, fuera de sí mismo. El ataque había sido planeado meticulosamente, y sus fuerzas superaban por mucho a la alianza, pero los robots habían fallado, y las fuerzas combinadas de las princesas soprepasaban a sus soldados. Catra (DT) estaba furiosa también, soltando zarpazos, y gritando a las tropas retirada total. Octavia replicaba sus órdenes, temerosa de perder el otro ojo.
Las princesas persiguieron a lo que quedaba de la armada hasta salir del mapa en el holo, Catra dejó que una sonrisa de suficiencia llenara su cara, ver a Hordak fuera de control le mejoraba el ánimo como nada. Aunque los recursos fueran de la Rebelión, le encantaba poder ver a su antiguo amo sufriendo tanto por sus propias decisiones. Ganar se sentía bastante bien. La verdad es que la Horda o la Rebelión, era lo mismo para ella llegados a este punto. Una victoria era una victoria, y se demostraba una vez más que Catra podía hacer maravillas con cualquier tipo de recursos.
Sabía que ahora la Horda tendría muchos problemas para reagruparse y tendrían que replegar fuerzas para saquear pueblos en busca de recursos. Al menos, si ella fuera la comandante de la Horda, es lo que haría ahora.
—Angie… Eso es… Acabo de regresar, y siento que le debo tanto a todos ¿Cómo podría…?—
—Lo sé, lo sé. Pero no los vamos a dejar solos. Siento que es tiempo. Piensalo, por favor—
—Lo haré, sabes que sí—
—Micah, se que te estoy pidiendo demasiado, pero por primera vez, estoy segura que esto es lo mejor, no solo para nosotros, sino para toda Etheria—
—¿Entonces por qué, un ser angelical como tú, le pregunta a un simple mortal como yo? Si estás segura, y aunque no fuera así, te seguiré—
Los reyes estaban en su cama platicando después de lo que fue un día intenso. Angella había supervisado todo. La batalla presentó muy pocas pérdidas mortales, las cuales eran inevitables en la guerra, pero habían eliminado toda presencia hordiana en Drill y recuperado el castillo. El ejército rebelde estaba recuperando todo lo que podía de las fuerzas robóticas del enemigo bajo las órdenes de Catra, Entrapta necesitaba equipo para trabajar, pero pronto le pediría más materiales y quería estar preparada.
La reina había interrogado a lo largo del día a Rogelio, Scorpia, a la General y a los guardias que habitualmente cuidaban a los hordianos, después de hablar también con Entrapta, y cuando regresaron de su misión, a Glimmer y Bow, con muchas preguntas de vuelta por parte de Glimmer.
Glimmer no se había podido sacar de la cabeza, la información que Entrapta les había dado en Isla Bestia, acerca de equilibrar el planeta y reconectar a Scorpia con la Black Garnet. Estaba segura que sí podían lograr eso, su poder sería lo suficientemente grande como para llegar a la Zona del Terror directamente y arrasarla. Pero su madre no quería saber de nada de eso. Ya verían qué hacer con la Black Garnet una vez la guerra terminara, pero ahora no había ninguna razón aparente para justificar un viaje a la Zona del Terror. Y Glimmer todavía tenía bastante presente el resultado de su última misión sin autorización.
No quería pensar que no fue lo correcto intentar detener a la Horda de abrir su portal, pero el costo del éxito de la misión había sido la muerte de Adora. No quería que nadie más se quedara atrás. Además de que Micah se había opuesto terminantemente a que Shadow Weaber se volviera a acercar a su hija.
Paradójicamente, creía que la vieja hechicera estaba mejor en Luna Brillante que en Mystacor, ya que ahí, tendría acceso a demasiada magia. Por lo menos en Luna Brillante eran pocos, pero leales y poderosos los hechiceros que ahí vivían y como tal, el castillo de Luna Brillante no tenía secretos mágicos que la hechicera pudiera explotar, como sí abundaban en Mystacor. Una ciudad que probablemente guardaba muchos más misterios de los que la misma Shadow Weaber había logrado desentrañar.
Catra había tenido su propia sesión de nuevo con los reyes, y esperaba que el pelaje no se le encrespara de satisfacción… tanto. Recibir los halagos de los reyes resultó ser un plus que no había vislumbrado. Sus antiguos enemigos eran extrañamente justos. Cada vez le costaba más trabajo verlos como viejos cursis. Angella era formidable y atemorizante, y Micah era un hechicero del que no tenía que cuidarse las espaldas. Además de que Catra siempre había tenido cierta debilidad por las figuras de autoridad, y lo que siempre había deseado, era recibir el reconocimiento que sabía se merecía.
Así como los reyes la habían felicitado y preguntado sobre los siguientes movimientos de la Horda, Catra había pedido todo lo que Entrapta había solicitado y le dieron el permiso para que la princesa geek se entretuviera con la nave, bajo la supervisión y ayuda de Bow, quien no podía estar más feliz de poder trabajar con ella.
Pasó rápidamente una semana en la que Catra se encontró extrañamente estable. Sus días se llenaban con las comidas en el comedor cuasi comunal, sesiones de entrenamiento con Scorpia, Rogelio, Bow e incluso con las princesas que tenían que turnarse todavía para custodiarla. Su rival más complicado, era siempre Mermista, quien no dudaba en provocarla, pero Catra a estas alturas era de piedra. Además de sus ahora secretas sesiones de dibujo, se podía perder en medio de los trazos que creaban directamente sus dedos sobre el lienzo, o en la forma en la que estaba aprendiendo a recoger tinta con una garra y usarla como pluma fuente o ya directamente recurrir a los colores y pinceles.
Pintaba y dibujaba todo lo que tenía dentro. Podrías pensar que Adora era el centro de su trabajo, y es cierto que ocupaba una gran parte. Adora de niña, Adora creciendo, Adora de adolescente, Adora siendo la más joven Capitán de la Fuerza, Adora en armadura de combate, Adora sonriendo bajo un rayo de luz, Adora mirándola implacable y molesta, Adora combatiendo, masacrando robots, Adora riendo después de una broma a Kyle, Adora llorando escondida en algún lugar mohoso de la Zona del Terror después de un ataque de pánico, Adora tomando su mano mientras corrían en la fragua, Adora mirando el vacío desde el lugar más alto de la refinería, Adora pidiendo que se quedara con ella en Thaymor, Adora suplicando por su ayuda en el Castillo de Cristal, en el abismo, la espalda de She-ra sangrando después de la batalla de Luna Brillante, She-ra infectada casi matándola, y el espectro de Luz, lo último que había visto de ella, con sus últimas palabras resonando en todo su ser. Sabiendo que eran ciertas. Que Adora una vez más fue más valiente y confesó lo que el corazón de Catra anhelaba. Y a pesar de todo este despliegue de Adora, había unas cuantas pinturas de Scorpia, del Desierto Carmesí, de Entrapta, de Bow. La siguiente gran parte de su trabajo, eran sus pesadillas, no solo Adora muerta de mil maneras diferentes, sino sus castigos de soledad y oscuridad siendo niña, la electricidad roja de la Black Garnet, y Shadow Weaber.
Las sesiones de planeación se habían reducido y eran más eficientes, otros dos ataques por parte de la Horda, de los cuales uno Catra había ordenado dejar ganar a medias, para darle realismo al plan. Todavía estaba terminando de evaluar toda la situación Rebelde, Drill era un caso muy concreto, todavía quedaba toda Etheria por ver. El siguiente gran ataque eran las Salinas, Hordak seguía en su plan y no existía, según DT y Lonnie, tenía un humor mucho peor, pero estaba desarrollando todo un nuevo sistema de robots. DT mientras tanto estaba agudizando su actuación haciéndose pasar por los diferentes Capitanes de la Fuerza, confundiendo sus órdenes, creando rumores y poniendo a todos tensos, recreando el mal humor de Catra, cayendo en espiral junto al de Hordak.
Sus días eran rebosantes, pero sus noches no habían mejorado mucho. Cada noche seguía regresando a la puerta colindante. A veces pasaba eternos minutos mirando el picaporte, quizás se atrevería a poner la mano encima, o simplemente suspiraría para echarse junto a la rendija, aferrándose a las últimas trazas de olor, que cada noche se hacían más tenues, sin sospechar que durante la mayoría de la noche, tendría compañía, unos intensos ojos violetas que la miraban, con un millón de preguntas mudas, y una idea cimentándose y tomando forma lentamente, apenas detenida por una duda fría.
Glimmer y Catra no eran las únicas en tener problemas que no las dejaban dormir bien. Micah se había enfrentado a Shadow Weaber al siguiente día después de la defensa de Drill.
—¡Micah! ¿De verdad eres tú?—
—No puedo creer que de todas las personas, tú estés aquí—
—A mí también me alegra verte—
—No estoy aquí para jugar tus juegos— Micah se acercó otro paso a la barrera mágica —Solo estoy aquí para comprobar tu decadencia y advertirte que no te atrevas a acercarte a mi hija de nuevo—
—Ella tiene más poder crudo incluso que tú, además ¿Qué puede hacer una vieja hechicera si la princesa heredera del más grande de los reinos pide por aprender?—
—Glimmer jamás vendría a ti—
—Ya lo hizo, y sino le das lo que necesita, vendrá de nuevo—
—Sé que fuiste tú la que logró llevarla a la Zona del Terror, era una medida desesperada y Glimmer creyó que no tenía otra opción—
—No había otra opción. Sino hubiéramos ido, ahora no hubieras podido ir a reunirte con tu familia de nuevo. Ni siquiera podría verte yo de nuevo—
—Lo que tú creas no es importante. Ahora Glimmer tiene a sus dos padres para ayudarla—
—Pero no la conoces. Ella quiere crecer, su alma está llena de fuego, y tú sabes lo que pasa cuando un fuego así no es bien cuidado—
—Cállate, no hables de Glimmer como si la conocieras—
—Micah, mi niño, la conozco. He luchado contra ella desde hace dos años, y la he visto crecer. Nunca deje de hacerlo, sabía que sería la siguiente a quien tendría que enfrentarme—
Sus palabras horrorizaron a Micah, apretando los puños volvió a hablar.
—Te repito que no importa lo que creas saber. No volverás a acercarte a mi hija. Y tienes suerte que no te enviemos a las catacumbas de Mystacor— Se dio la vuelta y no retrocedió, incluso ante la risa de la mujer.
—Se muy bien que nunca me enviarían de vuelta a casa— Se terminó de reír la bruja.
Micah necesitó de toda su fuerza para componerse. Pero las palabras de Shadow Weaber eran como una plaga, una vez que las escuchas, se meten entre la piel, entre los pensamientos y se clavan y se reproducen. Micah ahora estaba más que seguro de la idea de Angella. Tendría que acelerarla, porque era cierto que el alma de Glimmer ardía, y él mismo lo había visto, con fuego de justicia, sí, pero también con el fuego del odio y el resentimiento. Era normal, él mismo lo sentía a veces, y temía que esa fuera la razón por la que Glimmer fuera presta a esos sentimientos. Angella era la cauta, la de la cabeza fría. Por eso Glimmer era capaz de detenerse una vez se daba cuenta de sus errores, aunque fuera impulsiva. Micah había tardado décadas en aprender a retractarse.
Así unos días después, habló con Angella de nuevo, seguro ahora de que su decisión no estaba basada en el miedo ni en la premura por culpa de Shadow Weaber.
—¿Entonces estás seguro?—
—Es hora de que la nueva generación ocupe su lugar—
—Entonces iniciare los preparativos. Lo ideal sería que pudiéramos hacerlo antes del ataque a las Salinas en una semana—
—Primero, y solo para estar seguros, quiero hablar de nuevo con la comandante—
—Está bien, haré que la manden traer—
Los guardias reales se presentaron en la habitación de Catra y le pidieron que los acompañara con los reyes, Bow y Glimmer también iban seguidos de unos guardias que los habían llamado, lo que completaba la custodia de Catra que siempre la acompañaba fuera de ese pasillo.
—¿Y ahora para que nos querrán?— Cuestionó Glimmer.
Catra tenía las manos manchadas de pintura, esta vez no había tenido oportunidad de lavarse bien y todavía tenía los ojos brillosos, porque estaba pintado una escena con Adora, un abrazo de niñas, cuando habían hecho su promesa.
—No tengo idea, pero espero que sea pronto porque Entrapta esta con Darla y no quiero perderme de nada—
—¿Ahora tú también?—
—No podíamos llamarla la nave de Mara o de los Primeros para siempre— Se rió Bow.
—No, pero puede ser solo "la nave"—
—Oh, vamos, Darla es un gran nombre—
—Como sea—
Catra los escuchaba molestarse entre sí, y se le retorcía el estómago. No era exactamente lo mismo, porque Adora y ella eran muy diferentes a Bow y Glimmer, pero también se molestaban entre sí y discutían, se reían. Extrañaba tanto a Adora.
Los reyes los recibieron en sus habitaciones privadas, pues no era todavía asunto para el Salón del Trono.
—Hola, jóvenes—
Glimmer corrió a los brazos de sus padres, y Bow sonreía tras de ella, saludando muñeca a muñeca al rey y con una cálida reverencia a la reina. Catra se quedó atrás, con la cola moviéndose nerviosa y las orejas pegadas a la cabeza. Sus brazos estaban desnudos, ya que se había quitado los guantes y la chaqueta para pintar y se sentía un poco extraña, y trataba de no abrazarse a sí misma. Puso su cara más estoica mientras la familia real se saludaba e intercambiaban comentarios banales pero cariñosos. Los guardias reverenciaron y salieron, cuando las puertas se cerraron, la actitud de la pareja real cambió y se fijaron en ella.
—Comandante Catra— Le dijo la reina a modo de saludo —Te mandamos llamar porque necesitamos confirmar algunas cosas, ante importantes decisiones y cambios que se avecinan. Hasta ahora, has cumplido con todo lo que prometiste, y me atrevo a decir que con resultados mucho más allá de lo esperado— Dijo señalando a su esposo, que le sonrió.
—Todo lo que quiero es terminar con la guerra, majestad— Respondió Catra, que se veía más tranquila ahora que los abrazos se habían terminado.
La calidez de las princesas era algo a lo que todavía no se había acostumbrado, aunque Scorpia lo había tomado excelentemente. Perfuma incluso había tratado ya varias veces de platicar con ella e invitarla a su círculo de percusiones. La princesa de las flores pasaba largas horas con Scorpia, platicando y cada vez más Perfuma lloraba o hacía un drama espiritual cuando se enteraba de las condiciones en las que habían crecido los hordianos, no creyendo los horrores de vivir sin abrazos, sin juegos, ¡sin verduras!, sin la refrescante sombra de los árboles. Solo trabajo, entrenamiento, represión y castigos si te salías de la línea marcada.
—Y nosotros también, como dije: has cumplido con todo lo prometido. Y estoy segura que si las cosas siguieran su rumbo, nuestra confianza sería total— Catra volvió a tensarse, no esperaba esto. Debía de conceder que la reina se movía por muchos más caminos de los que pensaba Catra, en serio tenía que dejar de pensar en ellos como viejos cursis. Ahora que convivía entre ellos, había descubierto que las princesas eran mucho más que brillos, magia y colores pasteles. El honor, la confianza, la justicia y la integridad, además de la bondad y la piedad, eran valores que defendían y honraban, así como en la Horda se valoraban el respeto a la autoridad, la lealtad y el orden. —Estoy segura que aceptarías, de estar en mi lugar, que apesar de todo, tengamos ciertas reservas—
—Por supuesto, majestad— Dijo con precaución. No era mentira, por supuesto que tendría sus reservas. Pero ella no era la reina, y jamás tendría que estar en su posición.
—Bow, Glimmer, los hemos llamado para que estén al tanto de esto, porque creemos que tienen la experiencia necesaria. Sin embargo, tienen que guardar silencio— La cola de Catra dio dos bandazos.
—¿Mamá?— Bow y Glimmer estaban bastante confundidos, no comprendían a dónde quería llegar la reina.
—Comandante, para acelerar esa confianza, queremos interrogarte con un hechizo de la verdad— ¿De verdad le estaban preguntando si les permitía interrogarla? —El hechizo es indoloro si dices la verdad—
—¿Y si no contesto?—
—Si no respondes, al no mentir, no te causará ningún dolor, pero si te resistes o mientes, el hechizo empezará a causar daño—
—Bien— Catra de todos modos no tenía nada que ocultar y si esto los dejaba tranquilos, quizá le quitarían la estúpida escolta. Bow y Glimmer se miraron sorprendidos entre sí.
—Entonces ahora procederé— Micah se levantó del sillón donde estaba sentado, al lado de Angella, que no era más que una versión reducida de sus tronos, en un biplaza. Bow y Glimmer permanecían de pie al lado de Angella. El rey dibujó la runa y la lanzó a Catra, que seguía sin poder evitar encogerse ante la magia, por mucho que detestara que vieran su reacción, el pelaje encrespado, la cola rígida, las orejas encogidas, sus hombros caídos. Se daba cuenta que ellos lo veían, por mucho que no tardara en recuperar una postura relajada. Se daba cuenta de su lástima, y los odiaba por eso. Odiaba a Shadow Weaber por hacerle eso.
—Empezaré ahora— Catra no notaba nada diferente en ella, como tampoco había sentido nada con la runa que se suponía que la incapacitaría en Isla Bestia. Sería que jamás quiso dañar a Glimmer —¿Quién eres?—
—Catra, Comandante de la Horda— Y fue aquí que Catra sintió el hechizo, las palabras empujaban por su garganta, tuvo que explayarse —Desertora de la Horda, mejor amiga de Adora y la princesa Scorpia— Muchas más cosas pujaban por salir, pero no las dejaría. El ligero malestar que sentía por no seguir escupiendo las palabras, no era nada para ella.
Glimmer entrecerró la mirada ante la respuesta y Bow asintió con una ligera sonrisa triste.
—¿Por qué has venido a Luna Brillante?—
—Para terminar con la guerra, derrotar a Hordak, rescatar a Entrapta y recuperar el reino de Scorpia— Catra se sorprendió de eso último, sabía que estaba muy al final de sus intenciones, y nunca se lo había dicho a Scorpia. Pero era cierto. De nuevo, muchas más palabras se le atoraban para salir.
—¿Por qué?—
—Estoy cansada de pelear. Porque se lo debía, porque Scorpia es una princesa y se merece lo que por derecho le corresponde— Las preguntas de Angella no ayudaban a lo que de su garganta quería salir.
—¿Cuáles son tus motivos para desertar de la Horda?— Catra permaneció estoicamente en silencio, pero la cola rígida la delataba. —Está bien, lo cambiaré ¿Estás aquí por órdenes de Hordak?—
—No— Los reyes y Bow sonreían. Glimmer prefería quedarse con sus reservas.
—Excelente. ¿Algunos de tus soldados, los amigos que trajiste hasta acá, es nuestro enemigo?—
—No. Ellos están bajo mis órdenes—
—¿Entrapta está trabajando aún para Hordak?—
—No. Ha comprendido que ya no estamos más con la Horda—
—¿Alguna vez has querido dañar a alguien perteneciente a la Rebelión?—
—Sí—
—¿Sigues queriendo lastimar a los miembros de la Rebelión?—
—No—
—¿Crees que la princesa Scorpia y Entrapta aceptarían someterse también a un interrogatorio?—
—Si se los pido yo, sí—
—¿Si algún miembro de la Rebelión lo exigiera?—
—No… No creo. Entrapta tal vez, Scorpia es leal a mí—
—Entiendo— La reina tomó aliento un momento, las ligeras sospechas que quedaban con ella, lentamente disolviéndose. —¿Pondrás todos tus recursos, tus deseos y trabajo en lograr que la Rebelión al fin detenga a la Horda?— Esa era fácil.
—Sí— Angella se sentó, indicando que había terminado. Catra tenía una postura relajada, no estaba guardandose nada. Micah dio un paso al frente.
—¿Tienes alguna relación o alianza con Shadow Weaber?—
—No— Fue la rotunda respuesta de Catra.
—¿Es cierto que ella las crío a ti y a She-ra dentro de la Horda?—
—Ella nos torturó y era nuestra oficial al mando— Catra aprendía demasiado rápido. Ya había visto que si respondía lo que para ella era la verdad, el hechizo no podía dañarla.
—¿No tienes ningún tipo de sentimientos para Shadow Weaber?—
—Odio—
—¿En algún momento, bajo cualquier circunstancia, volverías a trabajar con o para ella?—
—Prefiero morir antes que tener que verla de nuevo. Terminé con ella. Está muerta para mí. Se que la mantienen encerrada por aquí, lo único que pido es no tener que verla ni hablar con ella, si no puedo matarla yo misma— Sus palabras eran frías, pero no desapasionadas.
—La mantendremos encerrada—
—Si llega a estar a mi alcance, la mataré. Ella no pertenece a la Rebelión—
La mirada de todos era ecuánime.
—Gracias por aclarar tu… posición, Catra— La reina se puso de pie, teniendo que confirmar algo de pronto —¿Si Glimmer te da una orden, dentro o fuera de una misión, la obedecerás?—
—Obedeceré a la princesa dentro de las misiones, pero fuera de ellas, tendré que valorar si su orden es adecuada. Pero no haré nada en su contra— La respuesta era demasiado elaborada para su gusto, pero supuso que era razonable.
—Entiendo. Todas tus respuestas han...—
—¿Amabas a Adora?— Glimmer escupió.
—¡Glimmer!— El regañó de la reina los taladró a todos, pero Catra se apretaba el pecho con las dos manos, sus ojos se habían llenado de lágrimas que se reusaba a dejar salir y miraba con auténtico odio a Glimmer. Cayó de rodillas y pequeños quejidos de dolor salían de su garganta.
La verdad la quemaba. Si había pensado que podía manipular el hechizo, no estaba del todo equivocada, pero no cuando era una verdad tan inmensa, tan implacable, tan escondida, que quería salir tan desesperadamente.
—¡Micah!—
—¡Contesta!—
Pero el rey rompió el hechizo y Catra por fin pudo descansar y respirar con calma. La garganta le quemaba, como ese día después de correr hasta que no le quedó nada dentro en los yermos cerca de la Zona del Terror. Bow corrió a ayudar a Catra y a Glimmer le ardió el corazón.
—¿Estás bien?—
—Ahórratelo, Flechitas—
—Es en serio—
—Sí, como sea—
—Catra, nos importa cómo estés—
—Habla solo por ti, Flechitas— Y Catra miró con rencor a Glimmer.
Catra aceptó la ayuda de Bow para ponerse de pie, pero lo rechazó una vez se levantó.
—¿Eso es todo, majestades?— Preguntó lacónica.
—Del interrogatorio, sí— Contestó Micah —Tus respuestas nos han asegurado que no estés trabajando con Hordak para atacar a la Rebelión—
—Bien— Dijo la gata mientras se sobaba la garganta.
—Glimmer… Siempre que pienso que has avanzado y ya no eres tan impulsiva, sales con algo como esto. Pero entiendo tus razones. Así que espero que al saber nuestra decisión, pienses mejor las cosas— Angella miró a su esposo, buscando apoyo.
—Mi niña, sé que es duro… perder a alguien importante. Pero como princesa y futura reina, debes de ver mucho más allá de tus propios sentimientos, aunque debes seguir tu instinto—
Brillitos se cruzó de brazos, no se iba a disculpar de nada.
—Y lo de futura reina, será más pronto de lo que crees—
Glimmer miró sorprendida a su madre, ¿a qué se refería? Miró dudosa a Bow, que seguía cerca de Catra, pero él tampoco sabía nada.
—Lo que tu padre y yo queremos decir, es que hemos decidido que abdicaremos a tu nombre y serás coronada antes del ataque a las Salinas—
Nos vemos el próximo viernes!
Namaste
