Hola.

Otro capítulo lacrimógeno para mi.

Por cierto, aunque el romance no es lo principal en esta historia, tiene que haber un poco. Así que le he dado mis opciones a mi beta reader, y pudiendo escoger entre la paz y la sanidad mental, escogió Chernóbil, para ponernos más en ambiente, aka Isla Bestia.

Cualquier queja futura, remitirse con ella.


Capítulo 14

"Choque de Lunas"


Los reyes habían mandado fuera a Bow y Glimmer y habían pedido a Catra que se quedara con ellos un momento más.

—Por favor, Catra, disculpa a nuestra hija, es impulsiva y de temperamento fuerte, pero no es mala—

—Tiene un modo muy curioso de mostrarlo—

La reina suspiró, sabía que ellas dos tendrían que avanzar, superar cualquier mal entendido que hubiera entre ellas. Aunque no fuera fácil, había cosas más importantes que hacer, más importantes que los sentimientos de dos jovenes. Ella lo entendía perfectamente, pero eran dos de las personas que más podrían influir en todo el porvenir, su posición demandaba responsabilidad y sacrificio, y lo que estaba a punto de ofrecer o pedir, según se viera, era igual de importante que la coronación de Glimmer, quien desde que nació tarde o temprano tendría que afrontar su realidad, pero Catra todavía tenía la opción, y no serían los reyes quienes se la quitarían.

—Te pedimos que te quedaras un momento más porque tenemos algo más que decirte—

—De hecho, son dos cosas. Un ofrecimiento y una pregunta— Corrigió el rey.

Catra no dijo nada, movió la cola solamente.

—Son cosas muy importantes, y aunque no están relacionadas entre sí… puede ser que al conocer una, la otra no te agrade—

—Vayan al grano— Los esposos se miraron entre sí.

—Está bien. Para que sepas que nuestro ofrecimiento es sincero, lo haremos primero, sin importar qué: ahora que Glimmer será coronada, no podrá seguir siendo la comandante… si lo quieres, el puesto es tuyo, Catra—

La gata no pudo evitar retroceder de la sorpresa. No había ningún precedente para ella.

—¿Es… es una broma, verdad?—

—No, Catra. Esto es muy en serio. Hemos entrevistado a tus acompañantes, a las princesas, a todas ellas, incluso a Bow y tus guardias. Glimmer misma fue quien nos confesó que sin tu ayuda, jamás habrían regresado de Isla Bestia— Le respondió la reina.

—Y gracias a ello determinaron que… ¿Soy buena o alguna cursilería por el estilo?—

—Si lo quieres llamar así… sí— Prefirió no profundizar en la respuesta.

—¿Qué pasa si lo rechazo?—

—Seguirás trabajando como hasta ahora… como Consejera de Guerra—

—Sin embargo, sin importar lo que escojas, tú y los tuyos podrán moverse libremente por el castillo. Dentro de una misión, me temo que tendrán que seguir bajo la supervisión de una princesa hasta que todos acepten someterse a un interrogatorio—

—Lo acepto. Pero tendrán que anunciarlo públicamente—

—Por supuesto, no podría ser de otra forma. Será mi última orden como reina—

—Ahora, Catra, nuestra pregunta es: ¿Sabes de dónde vienes?—

Vaya que hoy los reyes estaban bastante sorpresivos.

—Shadow Weaber me encontró en una caja en la Zona del Terror, Adora me vio antes de que me llevara a otra área y fin de la historia— Respondió tratando de que la mención de sus inicios no la alterara.

—Ya veo… ¿Hay más personas como tú dentro de la Horda?—

—Tiene que ser más específico. Hay un montón de huérfanos—

—Me refiero a tus características físicas— Dijo señalando las orejas.

—Hay algunos otros felidae, pero nadie se parece del todo a mí—

—¿El nombre de magicat te dice algo?—

—No— Catra ya se estaba alterando.

—Está bien… Hace muchos años, existía nuestro reino vecino de Media Luna. Su población eran los magicats— Mientras Angella hablaba, el rey Micah presentaba una runa que se extendió y dejo ver un reino con un gran castillo de aspecto más robusto que el de Luna Brillante, tal cual los hologramas en el Salón de Guerra. También mostró dos figuras sin rostro, masculino y femenino —Los Magicats siempre fueron pocos, y con el paso del tiempo, se fueron perdieron y el reino entró en decadencia. Solo quedaban algunas docenas de ellos cuando yo era joven y con el tiempo solo la casa real y algunos guardias y siervos permanecieron. Eran de los pocos reinos neutrales con todos los demás, en parte porque no podrían permitirse una guerra, a pesar de ser poderosos. Uno de sus pocos aliados reales era el Reino Escorpión, junto a Luna Brillante—

—Ellos fueron más rápidos en ver las verdaderas intenciones de Hordak, siempre fueron muy intuitivos, pero la casa real Escorpión no hizo caso de sus consejos y cuando Hordak se reveló al fin, ellos fueron los primeros en atacar, en defender a los demás. Su coraje y valentía casi se ha olvidado, les costó todo lo que tenían—

Catra observaba con ojos hambrientos las figuras que el Rey había invocado. Vestían con túnicas, y era notable el buen tono muscular, masculino y femenino iguales en altura, solo diferenciados por las curvas de sus cuerpos. Andaban descalzos y cuatro gruesas garras salían de cada pata plantígrada*, igual a las de Catra. La forma era casi totalmente humana, a no ser de las orejas y la cola, no como otros felidae que Catra había visto en la Zona del Terror y más profusamente en el Desierto Carmesí, donde los felinos tenían patas con talón elevado, mucho más pelaje y hocicos.

—Hoy de su legado solo quedan las ruinas de su reino, que está construido solo para alguien de sus capacidades físicas y por eso no ha sido reclamado, y algunos híbridos de los que prefirieron juntarse con otras razas para que los magicats no desaparecieran del todo. Pero eso no era una opción para la familia real, así que eligieron ver la decadencia de su Clan a mezclar su sangre—

—¿Por qué me están diciendo todo esto?—

—Porque no eres solo una huérfana más, Catra… Tú llegaste aquí portando un adorno rojo— Apuntó la reina.

—Shadow Weaber me lo dió… pero ya no quiero nada de ella—

—Esa mujer… Quisiera creer que no supiera nada, pero no podemos darnos ese lujo. Me temo que no era más que un oscuro chiste privado— Le dijo Micah.

—Ese adorno, no es más que la corona de los Magicats— Soltó la bomba Angella —No sabemos si eres la descendiente directa de la familia real, pero al ser tan pocos, los guardias eran nobles también y algunas veces los siervos se casaban con los nobles… sea como sea, si eres la última de ellos, te convierte en la heredera de toda una civilización; en la princesa de Media Luna—

Catra no estaba en su habitación, que ya podía dejar de llamar su celda, pero eso era algo que Glimmer no sabía. Era el segundo día después de que supo que iba a ser la nueva reina y quería enfrentar a Catra por una vez y para siempre. No podía dejar que todo esto llegara más lejos. Se teletransportó a la habitación de la felina, y se encontró con que había hecho su cubil en una de las esquinas, colgando largas telas para cerrar el espacio y dejando dentro solo los cojines más planos y solo los necesarios. Era igual que Adora. No soportaba los lugares demasiado abiertos.

Y de nuevo su corazón ardió al ver lo parecidas que eran. Y sus ojos quemaron con nuevas lágrimas al recordar la charla que había tenido con Bow. Le había reclamado, Catra los había ayudado, estaba claro que había renunciado completamente a la Horda, culpa o no, estaba ahí para ayudarlos y Glimmer no lo estaba haciendo más fácil para nadie. Ya era suficiente dolor tener que ver un espacio vacío en cada comida y en cada reunión. Tenía que dejarlo ir.

En parte por eso estaba aquí. Tal vez si de una sola vez sacaba y escupía todo lo que tenía dentro, quisiera Catra escuchar o no, podría calmarse un poco e intentar seguir adelante a partir de ahí. Nunca serían amigas, pero tenían que ser aliadas. A pesar de toda la información que todavía no tenía Glimmer. Ya que no la encontró dormida en su cubil, como esperaba, se acercó al siguiente rincón oscuro que Catra había armado, también con grandes cortinas oscuras rodeando otra esquina de la habitación.

Cual fue su sorpresa y horror al ver las paredes y las cortinas forradas de imágenes de todo tipo, realistas y surrealistas, de Adora. Adora la rodeaba por entero. Su sonrisa, su luz, sus ojos de hielo y cielo, su sonrisa boba, de niña, de adolescente, luchando, riendo, peleando con Lonnie, batiendo a Kyle, saltando sobre Rogelio, sufriendo un castigo. Todo, todo lo que Adora podía ser, estaba ahí. También estaba muerta de mil maneras diferentes, rodeada de destellos rojos, como rayos, de sombras, ahogada, desmembrada, llena de rasguños. Todos despertaban en ella el horror de ver a Adora en tales situaciones, pero las escenas, a pesar de su crudeza, la tristeza era lo que las identificaba. Después de perderse unos momentos en una pintura de una gatita encogida en la lluvia, apegada a unos barrotes que la separaban de la pequeña rubia, que intentaba abrazarla a través de las rejas. Su mirada se perdió en el cuadro más luminoso de todos.

Era Adora, un poco más joven de la primera vez que la habían conocido, sonriendo con tal alegría, y mirando directamente a quien apreciara la pintura, que le caló hasta el alma. Jamás había visto tan feliz a Adora, y si los horrores de sus diferentes muertes no habían hecho llorar a Glimmer, contemplar tanto esplendor, perdido para siempre hacía mucho más tiempo, le arrancó las lágrimas y un sollozo, al comprender que esa sonrisa, esa luz, solo fue para una persona siempre.

Jamás tuvo oportunidad.

Ella no era esa persona.

Escuchó ruidos y desapareció antes de pensar en otra cosa.

Scorpia entró llamando por Catra, pero al encontrar todo vacío, se fue encogiéndose de hombros. Estaba segura de haber escuchado algo. Regresó a su habitación para ponerse a la tarea de terminar de preparar lo que Perfuma llamaba un picnic. Estaba tan feliz. Catra estaba comiendo de nuevo, tenía a sus amigas de vuelta y ahora tenía a muchas más personas a quienes abrazar, como a Perfuma.

Entrapta estaba junto con Bow en Darla. Entre los dos habían encontrado más funciones de la nave, pero para la gran mayoría de los comandos, les negaba el acceso.

—Dices que Darla era de la antigua She-ra—

—Sí, Adora la encendió la primera vez con la ayuda de la espada—

—Entonces necesitamos la espada para poder seguir indagando en Darla—

—Pero ahora la tiene el Rey Micah, se la pidió a Glimmer para estudiarla—

—Está bien, puedo esperar. Aunque Catra quiere que avance lo antes posible en desarrollar nuevas armas para la Rebelión—

—¿Te gusta trabajar para Catra?—

—Ella me ayuda con mis investigaciones. Siempre que necesito algo, ella lo consigue—

—¿Entonces no te importa que te haya mandado a Isla Bestia?—

—No realmente… Catra no es buena con las personas tampoco—

—Me he dado cuenta de eso, pero no me parece tan mala—

—No me refiero a eso. Ni ella ni yo sabemos cómo entender a las demás personas, apenas nos entendemos entre nosotras—

—Oh, vaya… Bueno, lo principal es hablar honestamente, y preguntar cuando no estamos seguros de algo— y Bow tomó de la mano a Entrapta, para tranquilizarla.

—Muchas gracias, Bow, lo tendré en cuenta— El cálido tacto de Bow era una sensación a la que la princesa geek no estaba acostumbrada. Era agradable —¿Cuándo crees que pueda tener la espada para seguir inspeccionando a Darla?—

—Le preguntaré al rey Micah, lo prometo—

—Gracias, Bow—

Siguieron platicando y trabajando, no solo en Darla, sino en los diseños de los robots y en la nueva tecnología de agrandamiento de Bow.

Catra estaba en la sala de entrenamiento de los guardias. No podía dejar de pensar en todo lo que los reyes le habían dicho. No solo en su nuevo título, aún no anunciado, de Comandante de la Alianza de Princesas. Un oscuro placer la llenaba ante este giro de eventos, porque estaba segura que Glimmer todavía no lo sabía, no habría forma que lo dejara pasar. Eso demostraba en parte, que los reyes sabían exactamente la hija que tenían. Según sabía, gracias a la cháchara sin fin de Scorpia y Entrapta, la última orden de un rey o reina, se consideraba ley y el nuevo soberano no tenía la autoridad para descartarlo.

Catra estaba peleando contra los mismos guardias que usualmente la tenían que escoltar, cosa que ya no era necesaria. Tres de ellos apenas la hacían sudar, sin importar de qué forma la atacaran, no podían pararla. Pelear era la naturaleza misma de Catra, así que podía estar en su combate, con la mente vagando libremente por diferentes pensamientos que la llenaban.

¿Ella, una princesa? Seguía sin creerlo. Los reyes no tenían ningún motivo para mentirle. El único modo de comprobarlo, una vez más, era tener que encarar a la reina de las mentiras. Cuando por fin estaba dispuesta a dejar a la bruja atrás, tenía que regresar a ella por respuestas.

La gata siguió su entrenamiento, cuando todos iban a cenar, Scorpia y Entrapta la secuestraron a su propia habitación. Un aroma le llamó la atención, el aroma brilloso de Glimmer. El castillo estaba lleno de ese olor, por supuesto, los pasillos apestaban y casi todas las áreas comunes, pero en su propia habitación era algo extraño. En especial porque desde el desayuno, Catra no había visto a Glimmer, así que no podían ser sus ropas. Antes de que pudiera profundizar en esa idea, se vio abrumada por las princesas. Sus dos mejores amigas.

El super trío de camaradas estaba felizmente reunido y en pro de mejorar el vínculo, Scorpia había preparado un picnic, que hasta donde había entendido, era una bonita reunión entre amigos, donde se sentaban en el piso sobre una tela, compartían anécdotas de buenos momentos, disfrutaban y era acompañada de una variedad de comida y bebida para amenizar más. Básicamente, estaba en lo correcto, y Entrapta estaba más que emocionada de probar un nuevo experimento social, sin embargo, dado que estaban en una habitación cerrada de noche, era una pijamada. Incluso ya se habían cambiado de ropa.

Scorpia había preparado toda la variedad de comida pequeña que había podido, y Entrapta estaba extasiada. También había incluido el huevo revuelto que tanto le había gustado a Catra en el desayuno. Sin duda, era lo que mejor estaba en el menú.

Hace rato que Entrapta y Scorpia se habían quedado dormidas en medio de las mantas y almohadas que habían juntado para el picnic interior de Scorpia, Catra se sentía tentada de no levantarse, pero algo mucho más poderosa que ella la llevó de nuevo a la puerta de Adora. Estaba cuestionandose si debía abrir la puerta o no. En medio de la duda, un montón de chispas la asaltaron. A lo que siseó retrocediendo.

—¿Qué demonios...? ¡Brillitos!—

Glimmer tenía la mirada baja, parecía apenada.

—Catra— Le devolvió el saludo a la gata.

—¿Qué demonios haces apareciendo de la nada?—

—Te estaba esperando—

—¡¿Qué?!—

Pero Glimmer no se molestó en volver a contestar, solamente se hizo a un lado, y abrió la entrada a la habitación de Adora. Catra miró en estupor hacia adentro, dio un paso y dudó.

—Adelante… ¿Quieres verla, verdad? No sé cómo lo supiste… pero esta es la habitación de Adora—

Catra fue atraída al interior como un ratón por una serpiente, el olor de Adora golpeandola como si la tuviera en frente. Las lágrimas peleando por correr por sus mejillas.

—Su olor… Su aroma está aquí— Le respondió la gata en voz baja.

—No creí… No sabía que tuvieras tan buen olfato— Dijo Glimmer por hablar.

Poco a poco, la gata entró a la habitación, mirando todo al principio. Después de unos momentos en los que ninguna dijo nada, pero Glimmer estaba totalmente al pendiente de las reacciones de la gata, se acercó hasta la cama de Adora, ese catre escondido entre cojines y cortinas oscuras.

—Adora no podía dormir en una cama de Luna Brillante, y se sentía expuesta con los ventanales— Explicó.

Catra caminó hacia la cueva de Adora y tocó con reverente suavidad el firme colchón púrpura del catre. Estaba perfectamente tendido y la almohada era plana y no tan suave como las demás. Pensó que a ella también le gustaría uno así. La asaltó una duda repentina, levantó con cuidado la almohada, y ahí estaba una adornada daga, que a pesar de su belleza, se veía aceitada y afilada. Las lágrimas ya no las pudo contener. Adora era Adora, no importaba en donde estuviera. Había estado tan ciega, tan herida.

—¿Por qué? ¿Por qué tú… me has dejado entrar aquí?—

Glimmer desapareció y regresó en un momento, con un papel en las manos. Por sus mejillas también rodaban las lágrimas.

—Porque al fin entendí… que tú eras su amiga también— No sabía si estaba siendo lo suficientemente clara. Le mostró a Catra el dibujo de la más feliz Adora.

La reacción de Catra la tomó por sorpresa.

—¿Qué demonios haces tú con esto, Glimmer?— La voz de Catra era una fría furia. Sus lágrimas se habían detenido.

—Yo… yo… Lo siento, te estaba buscando en tu habitación—

—¿No te enseñaron modales tus padres, así te vas a volver reina, Brillitos?— Catra le había ordenado a Scorpia y los demás que no se acercaran a esa parte de su habitación, y sus palabras eran ley. Y venía Glimmer y osaba profanar con sus manos de princesa la pintura en la que había volcado todos sus sentimientos. Adora sonriendo sólo ante la mera posibilidad de salir electa como Capitán de la Fuerza, solo unas semanas antes del ataque a Thaymor.

—Catra… yo no… de verdad, lo siento—

—Jamás sabrás lo que no es tener privacidad, ni tu propio espacio, ni lo que Adora representaba para nosotros. ¿Crees que ahora solo por qué crees haber entendido, te debo algo?—

—No, claro que no. Catra, lo siento—

—¡No soy Adora! ¡No basta solo una disculpa! ¡No quiero que vuelvas a meterte con mis cosas! ¡No me importa si vas a ser la próxima reina! Quiero que entiendas bien que solo estoy aquí para terminar con la guerra, acabar con Hordak, y matar a Shadow Weaber si tengo la oportunidad. Solo eso, Brillitos—

Glimmer se sentía inesperadamente desesperada. Las palabras de Catra la estaban calando. Nunca había sido su intención invadir sus privacidad, pero entendía que eso es lo que había hecho.

—No tengo idea de lo que crees haber entendido, o de lo que creas saber. No vuelvas a hablar de mi relación con Adora porque jamás la comprendiste. ¿Recuerdas? ¿"No sé cómo Adora podía soportarte"?— Dijo en clara remembranza de la vez que Bow y Glimmer intentaron secuestrarla. Como la criatura de instintos que era, Catra no se detuvo —Tal vez has crecido toda tu vida con Bow, y pienses que eso te puede dar pistas sobre mi relación con Adora. Pero jamás podrás comprender lo que implica crecer en la Zona del Terror, bajo la mirada de Shadow Weaber y qué a pesar de todo eso no pierdas… esto— Dijo mirando su pintura de nuevo.

¿Cómo podía explicarle Glimmer a Catra que apenas empezaba a ver, a través del dolor compartido, todo lo que Adora significaba para la gata y mucho más allá de las acciones negativas de Catra? Que solo con pasar unos días conviviendo con ella, forzadas por la situación, veía tantas cosas de Adora, su sonrisa engreída, su seriedad al pelear, su temple al tomar decisiones, seguía sin poder decidir si Adora se parecía a Catra o viceversa.

—¡No, no lo comprendía, tal vez nunca lo haga! Jamás entenderé porque Adora insistía en protegerte, en disculparte, todo el tiempo hablando de lo maravillosa que Catra es, de todo lo que Catra podía hacer, de Catra siendo la más rápida, la más inteligente, la mejor estratega… ¡Jamás entenderé porque nunca dejo de extrañarte!— Fue el turno de Catra de retroceder.

Las lágrimas de Glimmer eran de estupor, tristeza y coraje. Le dio la espalda a Catra y se dirigió al caótico orden del escritorio de Adora y tomó un volumen encuadernado, sostuvo un sollozo mientras avanzaba las páginas, llegaba casi al final y se lo enseñó a la gata. Una hoja aparte estaba pegada con celo en la página del libro.

—Ella nunca dejó de esperar por ti, a pesar de lo que ahí dice… Ahora lo sé—

"Querida Catra,"

"Eres mi enemiga ahora y siempre lo serás. Ahora entiendo eso. Todo este tiempo, he tenido esperanza. Esperanza de que tú vieras la luz. Esperanza de que te dieras cuenta que Etheria es un hermoso lugar que necesita ser protegido y no destruido."

"No tengo más esperanza ahora, y eso me pone triste. Muy triste. Porque te extraño, Catra, y siempre te voy a extrañar."

"Extraño tu sonrisa. Extraño el brillo en tu mirada cuando me vencías en una carrera durante el entrenamiento. Extraño reír contigo cuando hacíamos bromas a los demás cadetes en las barracas. Incluso extraño tus ronquidos sobre mí."

"Esas son las cosas que recuerdo cuando pienso en ti. Voy a seguir intentando recordar las cosas buenas sobre tí, en vez de las malas. Porque eso me rompe el corazón."

"Siento mucho que las cosas terminaran de esta manera. De verdad lo siento. Pero incluso si pudiéramos volver en el tiempo, no haría las cosas de ningún otro modo."

"Con amor, Adora."

Todavía no terminaba de leer y Catra ya estaba en el piso de rodillas, intentando contener los sollozos y tratando de ver a través de las lágrimas. Junto con el último recuerdo del espectro de luz, que era su memoria más preciosa a la vez que su peor pesadilla, esta carta ahora era su condena. Por supuesto que Adora jamás lo haría de otro modo, porque era lo correcto, a pesar de lo que ella quisiera personalmente. Catra no pudo admitirlo a tiempo. Y ahora aquí estaba sufriendo las consecuencias.

Dejó que el libro cayera al suelo y no pudo reprimir más los gritos que le subían por la garganta. ¿Dónde estaba la ansiada oscuridad? Ahora estaba plena, más fuerte que en muchos días, consciente, lista para que todas las emociones que el shock inicial no le había permitido expresar la atacaran con toda su fuerza. La pérdida, el arrepentimiento, el odio a sí misma, la tristeza, la rabia, la injusticia. Todo quemando al punto de creer que su cuerpo no lo iba a soportar. Llorar no bastaba.

Glimmer estaba pasmada.

Catra se abrazaba a sí misma, tratando de mantener todo junto, amenazando con romperse en otros mil pedazos que tal vez ahora no podría rearmar a nada parecido a una persona. Sus garras se enterraron en sus brazos y la sangre manó, el dolor físico era siempre una buena distracción. Se encogió sobre sí misma.

Glimmer miraba horrorizada las heridas abiertas, la sangre brillante manchando el suave pelaje. Estaba congelada.

Catra empezó a golpear el suelo, se sostuvo el pecho mientras se mecía, presa de todos sus sentimientos. El amor la quemaba. El amor que nunca fue dicho, ahora la consumía en medio de la tristeza y la rabia. Sus garras rasgaron la tela sobre su pecho y empezó a arañarse.

—¡Glimmer! ¿Qué hiciste?—

Bow la había ido a buscar para decirle sobre las ideas de Entrapta sobre la nave y la espada, escuchó por el pasillo los gritos de puro dolor de Catra. La sangre seguía fluyendo de sus heridas, manchando el suelo y algunas gotas descansaban sobre la carta.

—¡Bow, yo no…!—

—¡Te dije que la dejaras en paz!— Glimmer nunca había visto a Bow tan enojado. —¡Catra, tranquila…! Tranquila, ya paso, ya paso— El arquero parecía sinceramente desesperado por la gata. Nunca había visto a nadie así de mal.

Los gritos resonaban ahora más por el pasillo gracias a las dos puertas abiertas de par en par.

Scorpia se despertó de pronto, presa de la ansiedad de escuchar los gritos de Catra y no poder ubicarse gracias a que no terminaba de despertar. Se levantó y trastabilló, solo segura de que tenía que encontrar a Catra. Las pesadillas parecían haber terminado.

Bow la tomó por las muñecas y tuvo que usar toda su fuerza para impedir que Catra se siguiera haciendo daño. Con la túnica burdeos ya desecha podía ver el top interior de Catra, manchado de rojo gracias a los profundos rasguños que se había autoinfligido.

En medio de su forcejeo, Catra alcanzó a arañarle la cara a Bow, quien gruñó por el dolor, pero no la soltó. Las ligeras líneas sobre la nariz y la mejilla del chico moreno que la miraba lleno de compasión, despertaron más dolorosos y lejanos recuerdos en ella. Por fin Glimmer salía de su estupor para ayudar a Bow a retener a Catra, su fuerza era asombrosa, entre los dos no podían retenerla. Las cosas pasaban muy rápido.

—¡No, no! ¡Suéltenme! ¡Déjenme! ¡Qué no ven… No se dan cuenta! ¡No quiero sentir!— Los sorprendió y ella aprovechó para hacerse una nueva herida en el pecho. Se quería sacar el corazón que le ardía.

Scorpia al fin llegó corriendo.

—¡Catra, Catra, tranquila, por favor!— Con lágrimas en la mirada oscura de Scorpia, hundió su aguijón.

Catra no luchó mientras el veneno la aturdía, recibiendo agradecida la oscuridad tan ansiada. Reposó laxa en los brazos de Bow, que estaba mortalmente serio.

—Gracias, Scorpia— Bow llevó a la desmayada gata hasta el catre de Adora y se puso a buscar el botiquín que Adora siempre tenía a mano. Prevención.

—¿Qué pasó?¿Qué le hicieron a Catra?— La voz de Scorpia era fría, estaba molesta y preocupada.

—Lo siento, de verdad lo siento, fue mi culpa, Catra quería ver el cuarto de Adora...—

—¡No es cierto! Ella todavía no estaba lista para hacer eso, lo sé—

A lo mejor Scorpia no era la más inteligente como Entrapta, pero podía sumar dos más dos. Cuando vio a Catra una noche fuera de la habitación, pudo hacerse una idea de lo que pasaba, y no dijo nada. Sabía que Catra lo haría cuando estuviera lista. Glimmer miró al suelo, apenada. Todo había salido lo contrario de lo que quería. Esta no era su idea de confrontar a la gata.

Bow trabajaba serio sobre el cuerpo de Catra. Le quitó con cuidado los harapos que eran ahora la túnica, y empezó a limpiar las heridas de los brazos, que eran las peores. Catra había hundido profundamente las garras, tratando de sostenerse, que el dolor la salvara, pero su cuerpo era muy resistente, o su alma gritaba tanto que no importaba lo que le pasara a su carne. Con las garras hundidas, tiró cada mano y cada garra abrió un canal, de más de un centímetro de profundidad. Al ver la gravedad de las heridas, Bow empezó a buscar aguja e hilo para coserlas. Las heridas del pecho eran más aparatosas pero más superficiales, solo la piel estaba lacerada en el propio pecho y la parte superior de los senos, rompiendo casi el top también.

No le quedó más opción que cortar la ropa y vendar todo el asunto, mientras Scorpia y Glimmer parecían discutir. Dejo a Catra ahí acostada una vez terminó. Se veía tan tranquila.

Fue con Glimmer.

—Te dije que la dejaras en paz, no podemos seguir así. ¿¡Hasta dónde la quieres presionar?! ¿Hasta que se rompa?—

—¡No! ¡Bow, yo no quería que esto pasara! ¡Quería aclarar las cosas! Te lo juro—

—La escuchaste en Isla Bestia, para ella no hay nada peor que enfrentar todo lo que le hizo a Adora—

—¡Bow, por favor! Tú sabes que yo no quería lastimarla así—

—No lo sé, Glimmer. Casi no te reconozco— La mirada de Bow era dura.

Más lágrimas corrieron y Glimmer se fue a su propia habitación.

—Siento mucho que esto haya pasado, Scorpia—

—Yo también… Lo estaba haciendo tan bien. Gracias por ayudarla— Dijo refiriéndose a las vendas que rodeaban su torso y sus brazos.

—No fue nada...— La compasión de nuevo llenaba el semblante de Bow —No puedo imaginar por lo que está pasando. Yo también pensaba como Glimmer, que ella de verdad creía que Adora la había abandonado y ya no le importaba—

—Ojalá fuera cierto… Cuando pensé que podríamos dejar todo atrás y controlar el Desierto Carmesí juntas, ustedes aparecieron, Adora le dijo que Shadow Weaber estaba aquí y todo se salió de control—

—Creo que a todos nos faltó manejar mejor esa situación. Estábamos todos asustados de lo que Shadow Weaber había dicho sobre los planes de Hordak y solo queríamos detenerlo—

—Esa mujer solo genera dolor. Todo lo que toca, lo emponzoña y lo rompe—

—Catra no está rota, Scorpia, solo está triste… Muy triste. Te prometo que estará bien—

—Espero que tengas razón—

—Eres muy buena amiga— Y Scorpia le sonrió radiante.

—Eso es lo que soy. Catra solo necesita a alguien que esté ahí para ella sin importar nada, lo sé—

—Entonces es una suerte que te tenga. Hablaré con Glimmer, esto no se puede repetir— Bow suspiró —¿Por qué no regresas a dormir?—

—Me quedaré aquí con ella—

—Está bien, hay mantas y más almohadas en aquel armario. Todas las que Adora no quiso— Sonrió.

—Gracias de nuevo, por ayudarla—

Scorpia se quedó sola con su comandante. Recogió el libro en el suelo, salpicado ligeramente de sangre y encontró la pintura arrugada. Después de examinarla unos momentos, la dejó al lado de Catra y se entretuvo el resto de la noche entre mirar a la gata dormir y leer el libro. Cuando encontró la carta, entendió porque Catra había explotado de nuevo.


N.A.

Y parece que los capítulos largos siguen... solo espero que no empiecen a alargarse más.

*Plantígrado: es el tipo de "pata" que tenemos los humanos donde el talón toca el piso, y también los osos son ejemplos de animales plantígrados.

Ahora, he visto de nuevo (como siempre) algunos capítulos sueltos de She-ra, si llega a haber acercamiento a los pies de Catra, me he fijado, y hay escenas donde se le pueden contar cuatro o cinco dedos, según yo, así que decidí dejarla con cuatro como otro rasgo felino más.

El texto de la carta de Adora, es canon, es solo mi traducción de la carta que aparece en el libro oficial "Rebel Princess Guide".

Solo quiero decir que no disfruto haciendo sufrir a Catra, pero sanar jamás es un proceso líneal, y malamente, cuando crees que ya todo es cuesta arriba, te encuentras con situaciones o días que simplemente barren con todo lo que habías construido, y tal vez te rompes de nuevo, quizás un poco menos, quizás un poco más. A lo mejor logras mantener el procesos y solo te desangras un rato en lo que pasa. El punto es saber que tarde o temprano, todo pasa.

Aviso. Quiero actualizar mis otros fics, por lo que el siguiente capítulo lo estaré subiendo hasta el 10 de septiembre.

Namaste.