Hola!

Bueno, aquí el cap, mis debrayes al final.

Enjoy!


Capítulo 16

"La Coronación"


Glimmer se había desvanecido de la habitación de Adora para caer directamente sobre su cama, sin dejar de llorar desconsolada. No, ella no quería que las cosas salieran así. Nunca había pretendido dañar a Catra, no por lo menos con esa última plática. Quería cerrar las cosas y tratar alguna enmienda. No entendía en qué momento se la había tomado contra ella. ¿Pero qué esperaba Bow que hiciera? Las acciones de Catra eran lo que habían llevado al portal y por tanto, a la desaparición de Adora.

Ella, que era toda luz, resplandecía más que la propia Glimmer. Aún después de pasar toda su vida siendo criada por Shadow Weaber y viviendo en las mentiras de la Zona del Terror; la bondad, la equidad, la justicia y la empatía habían perseverado en la rubia.

¿Y cómo correspondía su recuerdo? Humillando y dañando a los amigos de Adora, esos que también la extrañan, aquellos que habían dejado todo atrás y ahora los ayudaban a reparar los daños. Hundiendo a aquella que era la única que entendía su dolor.

No importaba lo mucho que le doliera lo que había pasado, tenía que superarlo. Bow ya se lo había dicho. Glimmer misma había sentido el dolor y el odio de Catra, todo dirigido a la gata misma. En Isla Bestia sus peores miedos habían surgido, pero sus últimas culpas eran lo que la había matado. No podía primero con el hecho de haber dejado atrás a Entrapta. Ni siquiera intentaron recuperar el cuerpo, si lo hubieran hecho, habrían descubierto la verdad de su suerte. La habrían rescatado y la Horda nunca hubiera tenido las herramientas para abrir el portal. Lo cual daría como resultado que Adora siguiera con ellos, pero entonces seguirían peleando contra Catra y su equipo de élite, que ahora trabaja para Luna Brillante, y sin duda, habrían perdido el ataque de Drill, y Double Trouble estaría al servicio de la gata y seguramente lo que estaba haciendo en la Horda, lo estaría haciendo en la Rebelión. ¡Y nunca habrían rescatado a su padre!

Todo era tan confuso, y no podía simplemente decidir si una cosa era buena o mala, conforme la guerra se extendía ante Glimmer era cada vez más difícil ver las cosas en blanco y negro; había tantos matices, no podía creer que hace apenas unas semanas creyera que los hordianos no eran capaz de reir, de abrazar, de llorar, de ilusionarse, de necesitar. Era como si Adora jamás hubiera sido hordiana. Para Glimmer eran cosas muy separadas. Además era She-ra. Y ahora dudaba de tantas cosas, recordando la entrega de Scorpia, la lealtad de todo el equipo de Catra, la pura e inocente admiración de Kyle por todo lo que lo rodeaba, el cariño y cuidado de Rogelio al tratar a su amigo, y la chispa con la que cada uno entrenaba y peleaban entre sí. Rogelio incluso había empezado a entrenar a algunos guardias y a medir fuerzas con algunos otros híbridos, como los faunos.

Atacar a Catra era una solución rápida y sencilla contra sus propias culpas y miedos. Un medio cobarde para sentirse mejor. Como si culpando a la gata pudiera borrar sus propios pecados. Lloró hasta que se quedó dormida.

Se despertó temprano en la mañana cuando el rey llamó a su habitación para invitarla a desayunar los cuatro juntos. Glimmer al escucharlo recordó todos sus pensamientos de la noche previa y no pudo más que pedirle en medio de más lágrimas que la dejara sola. El rey estaba francamente apenado, intentó hablar con Glimmer pero ella no lo dejó y lo empujó casi sin fuerzas hasta que salió de la habitación. Micah sabía que era complicado ser joven y que a lo mejor la coronación había sido un tema fuerte del cuál no habían hablado más en profundidad y llegó consternado donde Angella, que al ver su expresión sombría, sintió su corazón encogerse.

—Cariño ¿Qué pasa, todo está bien?—

—Sí… Es decir, no sé. Quería que Glimmer desayunara con nosotros pero… me echó de su habitación— Dijo en medio de un puchero.

—¡¿Qué?! Esa niña no aprende modales… Después de lo último que pasó— Angella se paró al lado de su esposo y le puso una mano sobre el hombro para confortarlo —No te preocupes, Micah, Glimmer es muy temperamental...— Le dijo en medio de una sonrisa que hizo a Micah latir su corazón.
—¿Lo estás diciendo por mí, verdad? ¿Qué es igual que su padre?—Respondió también con una sonrisa.

—Más hija tuya no podría ser, mi amor—

—Entonces has tenido unos años complicados—

—Y maravillosos. Cada día, ver el ímpetu y el corazón de Glimmer me recordaba a ti—

—No hubo día que no pensara en ustedes. Hablaba contigo todo el tiempo, cada noche me despedía de Glimmer—

—Y yo cada mañana acudía a nuestro balcón, deseando que pudieras escuchar, ver a Glimmer crecer estuvieras donde estuvieras—

Las voces de los reyes estaban llenas de sentimiento. La nostalgia poderosa que ahora impregnaba cada una de sus interacciones, sabían que tardarían un tiempo en dejar las remembranzas. Un muy merecido tiempo de ajuste.

—Déjame hablar con ella. No puede seguir con estos berrinches— Angella fue hasta la habitación y tocó la puerta.

—¡Largo!— Pero más que una orden o un grito, era un lamento. La reina perdió todo su enojo y se preocupó. ¿Qué podía haber pasado? ¿Simplemente un mal día para despertar?

—Glimmer, soy yo… tu madre—

—¡No quiero ver a nadie, mamá!—

—Pero… —

Y Bow se asomó por la puerta para la sorpresa de la Reina de Luna Brillante.

—¡¿Bow?!—

—Eh, hola… Buenos días, majestad—

Ella dio un paso atrás para que el chico moreno pudiera salir de la habitación. Su ceño se frunció y Bow levantó las manos en señal de paz.

—Explícate—

—Lo siento, majestad, Glimmer no se siente bien para ver a nadie— El tono de disculpa de Bow era muy sumiso y conciliador. Era obvio que lo hacía porque él acababa de salir de la habitación de Glimmer —Yo solo iba.. A traer algo para que desayune—

—Entiendo, Bow. Gracias por cuidar de mi hija—

—Es mi amiga, majestad— Y con un asentimiento, la reina se retiró.

Desayunó a solas con su esposo y su cuñada en los aposentos privados y sufrió el escuchar todos los preparativos faltantes para la coronación. Quedaban solo tres días y al día siguiente sería el asalto a las Salinas.

Mermista había estado trabajando en unas defensas junto a Frosta bajo indicaciones y sugerencias de Catra.

Esa chica tenía demasiada astucia u Hordak era demasiado tonto. Catra estaba jugando un doble papel, y los dos los llevaba con maestría.

Bow regresó a la habitación de Glimmer con una bandeja con panqueques y chocolate caliente.

—¡Te traje tu desayuno favorito, Glimmer!— Ella se asomó desde su cama, envuelta en varias mantas. Además de todo, el clima se había refrescado y el cielo estaba cubierto de nubes en esa fría mañana. Bow se sentó en el lugar de la ventana, y estaba acomodando todo. La todavía princesa entendió que no le consentiría el desayuno en la cama, por mucho que Bow tuviera experiencia saltando las pequeñas plataformas para llegar a su cama con la bandeja de comida. En medio de un suspiro, Glimmer apareció frente a Bow todavía envuelta en las mantas lilas.

—Tenemos que desayunar ya, hay mucho por hacer estos días— Le dijo con voz tranquila. Estaba tan acostumbrado a sus teletransportaciones que en un ambiente tranquilo como este, no lo podría sorprender.

Glimmer lo miraba en medio de lágrimas sin derramar. Recordaba la mirada dura e implacable de Bow de la noche previa, sus palabras muertas. Y ahora aquí estaba tan cálido y solicito como siempre.

—¿Bow? ¿Por qué?—

—¿Por qué qué?— Inquirió de vuelta mientras acomodaba las cosas en la bandeja para que los dos pudieran desayunar y servía el chocolate de la encantadora jarra.

—¿Por qué estás aquí?—

—Porque tienes que desayunar—

—Pero lo que pasó ayer, lo que dijiste— Bow suspiró. Glimmer era tan ansiosa. La miró directamente, siendo a un tiempo dulce y firme, consolador.

—Anoche pasaron cosas muy intensas, Glimmer. Pero de verdad lo pienso… no te reconozco, no te reconocí en ese momento. Yo conozco a la chica amable, que pelea con la reina porque no te deja defender nuestras villas y aldeas porque sabes lo que es sufrir por la guerra, a alguien que es capaz de recibir un golpe por sus amigos, a la niña que le entregó la espada a una soldado de la Horda por que era lo correcto— El arquero habló con la voz suave, pero sus palabras eran contundentes. Él no quería acusar a Glimmer, él mejor que nadie conocía su corazón de oro, a veces envuelto en capas de inseguridad o de una cabeza demasiado caliente y pronta al conflicto, que con un segundo pensamiento era capaz de rectificar.

La princesa no pudo seguir llorando. Dejó caer sus manos y con ello las mantas también cayeron. Viendo a los cálidos ojos negros de Bow, estaba todo lo correcto del mundo. Su mejor amigo, la persona que la conocía mejor que nadie, aquel que le recordaba lo que ella era en verdad. No ésta persona horrible, dejada por la rabia, el rencor y el dolor. Recordó cada palabra fría y mordaz, sarcástica, lanzada contra la gata y el estómago se le retorció.

Catra casi no había respondido a sus ataques, seguía adelante con la quijada apretada y las orejas agachadas en molestia, los hombros rectos y tensos. Pero ahora ya la había roto dos veces, visiblemente al menos.

Jamás había visto a nadie experimentar tanto dolor como la noche previa con Catra. Su grito fue un grito desde el alma, que desgarraba el corazón. Uno pensó que no tenía la gata. Era innegable que Catra amaba a Adora, más allá de cualquier supuesto que hubiera podido inventarse. Dentro de lo poco que sabía de magia, era que resistirse a un hechizo de la verdad era tan doloroso como quemaduras, que iba aumentando. Y Catra había preferido sufrir eso a hablar.

Era como si a Glimmer se le hubiera quitado un paño de los ojos, del corazón. Había torturado a Catra, no sólo en el interrogatorio, sino desde que le echó en cara la muerte de Adora.

Los rasguños en la cara de su amigo solo ayudaron a aumentar la sensación de vacío y náusea en su estómago. Era su culpa que Bow estuviera herido también. Había tanto por hacer, no sólo la coronación, sino terminar con una guerra misma y Glimmer peleando y usando sus energías en luchar contra sus aliados, esos por los que Adora habría dado la vida felizmente por tenerlos del lado "bueno", ese que Glimmer creía representar a cabalidad. Y eso es exactamente lo que Adora había hecho. El espectro de She-ra no lucía arrepentido ni con miedo, era una luz llena de esperanza y paz la que emitía. Y su última mirada, estaba dirigida al lado opuesto de sus amigos, hacia su enemiga, su amiga, su hermana, su añoranza. Todo. Aquella a la que amaba solamente.

Glimmer tendría que aprender a vivir con eso. Tenía que avanzar. En solo unos días más sería nombrada Reina de Luna Brillante, el reino más poderoso de este lado de Etheria. Sabía que no estaría sola, pero las cosas tendrían que cambiar. Ya no era una niña, no podía dejarse llevar por sus impulsos. Tenía que madurar, ser observadora y objetiva, paciente. Ser más como Angella. Y tan solo le había vuelto a gritar a su madre. ¿Cuándo iba a dejar de equivocarse? ¿De ser tan egoísta?

—Gracias, Bow… —Le dijo con una sonrisa triste y contrita mientras aceptaba la taza de chocolate caliente y dejaba que la bebida le calentara el cuerpo y el corazón —…Por todo—

Después de un apacible desayuno juntos, Bow la tuvo que dejar sola para atender otros asuntos. Bow era tan dedicado, a todos sus amigos, sus obligaciones y sus pasiones. Sabía que él quería ir a checar a Catra.

Glimmer se dedicó a bañarse y consentirse un rato. Se puso los calcetines que le había tejido su tía. En estos momentos necesitaba todo lo que pudiera conseguir para sentirse amada, arropada y segura. Sabía que tenía que salir y ocuparse de sus deberes reales, pero no quería dejar su habitación y enfrentarse al mundo. En especial porque en el mundo estaban Catra, y Scorpia.

La princesa había visto a Scorpia durante las batallas, firme, fuerte, gigante en su fuerza, divertida, emocionada, incluso triste en la batalla en el Lejano Norte, determinada y hasta enternecida cuando se trataba de la gata, pero jamás tan enojada como la víspera. Scorpia estaba tan molesta como Bow, había dañado a su mejor amiga, lo sabía. Si alguien lastimara a Bow, Glimmer lo despedazaría con sus propias manos. Y Scorpia tenía tenazas.

Después de un par de horas y en medio de su indecisión, Bow regresó emocionado.

—¡Glimmer, ya se que podemos hacer para que los hordianos se sientan mejor!—

—¿Acaso no estaban bien?— Eso le bajó un poco los ánimos a Bow.

—Sabes a qué me refiero. Necesitamos algo para que se integren y se sientan cómodos y bienvenidos a Luna Brillante y la Rebelión—

—¿Y qué es?— Glimmer ya no quiso decir otra cosa para no molestar más Bow.

—¿Recuerdas qué es lo que hizo que Adora desertara?—

—¿La comida?—

—¡Sí… No! Quiero decir, el festival en Thaymor. Hasta tú te diste cuenta de lo feliz que Adora estaba ahí ¡y la piñata! ¡Glimmer, Catra no sabe lo que es una piñata y ha tenido más tiempo de estar fuera de la Zona del Terror que Adora! Tenemos que arreglar esto— Bow dispuesto a reparar todas las injusticias del mundo.

Glimmer miraba estupefacta a su amigo. ¿Una fiesta, quería hacer una fiesta? Por supuesto que sí, era Bow.

—Vamos, Glim. Necesito que me ayudes, Perfuma ya se está encargando de los adornos y ya mandó traer algunos artistas de Plumeria, y Mermista se está encargando de la comida y Frosta está viendo las piñatas… creo que está muy emocionada por eso— Le dijo en un tono conspiratorio juguetón. Glimmer no pudo evitar reírse.

—Muy bien, Bow, hagamos que esos hordianos sepan lo que es una verdadera fiesta—

Así fue como Glimmer se encargó de colgar las luces para el festival nocturno y atar las cuerdas de las piñatas lo más enrevesado posible para Bow, además de traer las mesas, preparar el balcón y ayudar a culminar detalles a cada una de las otras princesas. Se vio contagiada del ánimo general y estaba disfrutando junto con todos los demás para tener todo listo.

Cuando vio la mirada de asombro y gozo de los hordianos, se dio cuenta de nuevo que Bow estaba en lo correcto. Las piñatas eran todo un éxito e incluso ella podía ver la emoción en los ojos bicolores.

Glimmer no podía evitar sentir una punzada visceral de culpa cada vez que miraba a Catra, quien usaba sus guantes y su chaqueta sobre una túnica corta gris y los pantalones negros, por lo cual no se veían sus vendajes. La gata la evitaba todo lo posible, se encogían sus orejas si la veía. No sabía si iba a aceptar quedarse con la habitación de Adora. Ahora entendía que era lo adecuado y lo correcto.

Esa noche, Catra no acudió al pasillo, aunque la esperó hasta poco antes del amanecer. Glimmer tomó una ducha, fue a las cocinas y apareció con una bandeja de desayuno frente a la puerta de Catra. ¿Cómo hacía Bow para abrir la puerta y que no se le cayera todo? La tentación de aparecerse dentro la quemó, pero lo resistió. Mientras se debatía, la gata misma le abrió la puerta. No se veía sorprendida, solo molesta y expectante. Entonces la princesa recordó que Catra tenía mucho mejor olfato que sí misma.

—¿Qué quiere… majestad?— Cualquier palabra en labios de Catra podría ser un insulto. La princesa sólo se sonrojó y observó los vendajes de Catra, ya que ahora sólo traía su túnica roja con la ventana del pecho, donde ya cerraban los arañazos sobre su piel, dejando solo el pelaje hirsuto.

—Yo… te traje el desayuno— Sobre la bandeja estaban fuentes de huevo, tocino, jamón, pan, salsa agridulce, té y chocolate caliente.

Catra solamente levantó una ceja y bufó haciéndose a un lado para darle el paso. Scorpia estaba sentada sobre un diván al fondo, y miró con cierto recelo a la princesa.

—Lo siento, no sabía que estabas acompañada—

—No pasa nada, Scorpia ya se iba a ver a Entrapta—

—Claro… ¡Entrapta! Le prometí a Bow que los ayudaría a mover unas cosas— Salió de la habitación por el pasillo interior y le dirigió una última mirada a Glimmer.

La cola de Catra se movía lenta y estudiadamente.

Glimmer aguantó su mirada y se movió con cierta torpeza hasta la mesita con pequeños puffs para sentarse.

—¿Qué pretendes, Brillitos?—

—¿Tienes que cuestionar todo?—

—Cuando algo no es claro, tengo que preguntar— Se sentó en el puff que daba a la puerta, para tener la espalda cubierta, con las piernas cruzadas. Se veía tan altiva como Angella —Solo así puedes ganar—

Glimmer no replicó nada. Se puso a acomodar los platos, tazas y cubiertos bajo el escrutinio de su gatuna acompañante. ¿La mirada de todos los gatos pesaba así?

—Quiero… discul...— Ante la mirada cínica y escéptica de Catra cambió sus palabras —Quiero empezar a disculparme, se que esto no cambia nada. Quiero que sepas que lo que pasó antenoche no era mi intención en ningún sentido— Los ojos bicolor eran duros todavía.

—No importa— Dijo al final Catra —Lo qué tú creas, lo que haya sido, ya no importa. Te lo dije, yo solo estoy aquí para terminar con esta guerra y tomaré cual quier camino para que eso pase, princesa— De nuevo el tono de insulto.

Si Glimmer se sentía en deuda con Catra, podría ser algo de lo que disfrutar mientras durara, probablemente hasta la coronación y el anuncio oficial de ser la Comandante.

Catra había puesto a investigar a Entrapta al respecto: era todo un título, no tan flagrante como en la Horda, pero igual de poderoso. El puesto no solo tenía connotaciones militares, sino civiles y políticas, muy a diferencia de la General, que solo tenía poder militar y le respondía directamente a la Reina y las princesas según el caso, el comandante por otro lado, también rendía directa pleitesía y lealtad a la familia real, pero tenía autonomía en sus decisiones, dato que estaba dispuesta a explotar, y aunque no lo quisiera admitir, le gustaba que la pusiera a la misma altura que el resto de princesas en la cadena de mando. Eso sino recurría a la nueva carta de "yo también soy una princesa". Aunque era un título vacío, como la mayoría de los que había ostentado.

Una Capitán de la Fuerza ya que la original, Adora, no estaba, Comandante solo a través de mentiras y engaños, a pesar de todo su esfuerzo y duro trabajo para conocer todos los mecanismos de la Horda y descubrir que bajo las narices de Shadow Weaber se hacían las cosas solo como era requerido en el momento, si había suministros y demás, era solo por las constantes quejas de los jefes de cada área, pero no porque hubiera procedimientos bien estructurados, que existían, pero Shadow Waeber nunca se había dignado a que se siguieran. Catra descubrió que le gustaba ordenar cosas. Empezó por el correcto flujo de los materiales necesarios para las armas y los ingredientes para las barras, para terminar arreglando toda la logística de la Horda. Y pretendía hacer lo mismo con la Rebelión entera.

El olor pudo con Catra al final. Tenía una debilidad por el huevo y la carne en general, eso era solo porque Mermista les había dicho a todos que si Catra de verdad lograba detener un ataque masivo a la costa, ella misma prepararía el mejor banquete que un gato pudiera soñar.

—Catra… ¿Quieres probar un poco de esto? A Adora casi no le gustaba, prefería el té—

—¿Que se supone que es esto?—

—Se llama chocolate caliente—

Catra lo probó. Quería más. Lo probó con cuidado, pues ya se había quemado la lengua varias veces. No sólo los materiales de la comida la habían fascinado, sino las texturas y las temperaturas. En la Horda las barras siempre estaban a temperatura ambiente. Aquí había comidas calientes y frías, otras que se preparaban con calor pero se comían al ambiente y el sabor cambiaba con cada uno. Quería más chocolate. Casi podía sentir como se derretía una parte de ella, que tenía mucho parecido con la pequeña gatita con más melena que cuerpo. Se recompuso ante la mirada ligeramente divertida de Glimmer.

—Está bien—

—Ya, seguro— La princesa se rio un poco —Es mi favorito—

Después de eso, pudieron desayunar en un silencio menos tenso.

—Catra, en serio, quiero que no podamos trabajar mejor—

—Yo no soy quien ha intentado acusar a nadie todo el tiempo— Glimmer se mordió la lengua y aguantó.

—No es que no sea cierto, gata… Pero creo que ya ha sido suficiente— La princesa se desinfló —Lo siento mucho—

—Yo no pienso disculparme por nada, majestad—

—No esperaba que lo hicieras de todas maneras—

—Bien. Que bueno que nos entendemos. No tengo porque meterme contigo si tu no te metes conmigo ¿Estamos?—

—Como quieras—

Y con eso Glimmer se teletransportó a las cocinas para dejar la bandeja con los restos del desayuno. Catra suspiró. La había sorprendido en gran manera que Glimmer fuera a su habitación, le gustaría estar más tranquila. Ya tenía bastante con su consciencia gritando al fondo de su mente para además tener que aguantar a Brillitos todo el tiempo también, sin embargo, seguiría teniendo cuidado los siguientes días, porque no creía en los cambios mágicos, y tampoco creía que Glimmer fuera a tomarse a bien los anuncios durante la coronación.

Los reyes vieron con cierto agrado que los dos siguientes días, Glimmer por fin se estaba tomando en serio la coronación, estando presente y activa en todos los preparativos, mientras Catra seguía supervisando el ataque a las Salinas en ambos bandos.

Después de que las patrullas hordianas pasaban por cierta zona, los rebeldes procedían a evacuarla y bajo las órdenes de DT, los reconocimientos no volvían a pasar por el mismo lugar, solo con ciertos puntos defensivos, donde se había cambiado la población civil por voluntarios y soldados rebeldes.

Un día antes de la coronación, estaban Catra, Entrapta, Lonnie, Frosta y Mermista en las Salinas, terminando de preparar las defensas. Después de que Adora reparara la Gran Puerta de las Salinas, mucha gente regresó a sus hogares dentro del reino de Mermista, y más se había ido agregando con los meses, según la guerra se iba expandiendo, pues la Puerta ofrecía mucho mejor protección, por lo que movilizar a todo el reino era una tarea que requeriría mucho más tiempo que más de una semana. Catra en vez de perder tiempo y esfuerzo en esa empresa, decidió usar sus números a favor.

Había pedido a Mermista organizar una leva voluntaria, pues Catra sabía bien que los voluntarios engrosarían sus filas y defenderían su hogar fervientemente. Casi la mitad de la población había respondido al llamado de la princesa sirena. Lonnie estaba impresionada por el reino en sí, a ella le gustó mucho más el estilo de las Salinas que el fastuoso aspecto de Luna Brillante, y Mermista disfrutaba de ver a Lonnie trabajando para tener a punto las defensas. Lonnie le devolvió con picardía la mirada, que estaba en una supuesta misión de reconocimiento de avanzada en solitario. Entrapta ya le tenía preparado todo un informe para que DT pudiera presentarlo a Hordak.

Ya casi con la noche encima todos se retiraron, hasta que Catra estuvo satisfecha, solo quedaban pequeños detalles que serían terminados por la Guardia Real de las Salinas y el Capitán de Mermista, el único que se había quedado a su lado cuando la Puerta del Mar estaba deteriorándose.

Al fin la mañana de la coronación. Después de un desayuno frugal en espera del banquete de la tarde, todos se apresuraron a ultimar detalles, incluso Catra ayudó, ya que sus garras eran el complemento perfecto para terminar las facciones de las grandes estatuas de hielo de los reyes y la princesa.

A mediodía, todos corrieron a sus aposentos a enfestarse para el gran evento, que con suerte pasaba solo una vez cada generación o más. Scorpia uso su conocido vestido negro que le hacía una magnifica espalda. Entrapta, solo bajo la atenta mirada de Scorpia, se cambió su usual mono de trabajo por una túnica muy al estilo de Luna Brillante, magenta con detalles de un gris muy claro y en tonos fríos.

Catra pidió a los sastres hacer un traje formal de acuerdo a la moda de los Magicats, en color negro y guinda. Termino con un pantalón ajustado color granate, sus protectores de los pies negros, con un adorno rojo en el dorso con la forma de su corona, la blusa guinda caía por sus caderas, ajustada por un cinturón ancho negro, donde podía colgar su látigo si quería, ajustada a sus brazos, que después de tanta proteína y ejercicio las últimas dos semanas habían recuperado rápidamente su volumen, las mangas eran gris oscuro y envolvían sus manos sin cubrir los dedos, el cuello era ajustado como lo solía ocupar Adora, pero solicitó su abertura favorita en el pecho, donde ya casi no se notaban los rasguños, gracias a su curación natural y al ungüento de Perfuma, todo en ricas telas propias de la casa real.

El punto en la i de su atuendo era la capa, hecha de seda lunar, la misma tela de la capa de Glimmer, resplandecía tenuemente en el exterior, que era el negro más intenso con suaves destellos grises cuando se ondulaba, y el interior de un rojo intenso y oscuro, iridiscente con otros mil tonos de rojo. Le cubría hasta las rodillas y se ajustaba a su cuerpo gracias a tres broches negros en el pecho y tenía una capucha con aberturas para sus orejas y por la parte de atrás, a la altura de su cola, la capa se partía en dos hasta el dinal de la caída para permitir a su cola toda libertad. Gracias a los broches, la podía usar abierta al frente, colocarla de lado, a modo que se ajustara sobre su hombro izquierdo, o que solo reposara sobre sus hombros y espalda como la de Glimmer.

Ya había decidido que ocuparía su lugar entre las princesas, como le correspondía y cuando se puso la corona de nuevo, lo hizo consciente que esto representaba mucho más. Después se encargaría de atar los últimos cabos.

Glimmer fue a buscarla a su habitación una última vez para ofrecer disculpas de nuevo, como había estado haciendo, ante la fría mirada de Catra, que no le decía nada, pero solo encontró a Scorpia terminando de arreglarse, quien usaba sus pinzas para asegurarse que su rapado fuera uniforme y sonreía al espejo coqueta.

—No te quiero interrumpir, perdón—

—Oh, claro, pero ya terminé— Sonrió nerviosa sin esperar tener compañía estos minutos.

—¿Crees… podrías ayudarme con eso?— Scorpia la miró sin comprender —Yo… estaba pensando hace algùn tiempo en cambiar mi peinado y tú pareces muy buena—

—¿En serio… quieres que te corte el cabello, para hoy?—

—Sí, me gustaría mucho— La princesa escorpión resplandecía. Nadie nunca le había pedido hacer algo tan personal, así que procedió con todo el entusiasmo y el cuidado del mundo para no dejar al reino accidentalmente sin reina.

Castaspella se veía tan feliz y satisfecha, todo era perfecto. El Salón del Trono se veía mucho más festivo y magnánimo que nunca, con largas telas adornando los techos, guirnaldas de las más bellas y fragantes flores colgando en las paredes y las columnas, regalo de Perfuma y su reino, grandes caídas de agua conformadas y guiadas por estructuras resplandecientes de hielo.

Los reyes no podían estar más orgullosos, Glimmer vestía la túnica ceremonial de las reinas que había pasado de reina en reina durante milenios. Micah usaba una larga capa azul oscuro de seda lunar ajustada a sus hombros, y Angella un vestido que ocultaba sus piernas pero delineaba su figura. Dos trenzas recogían su cabello en los laterales de la cabeza para terminar en un moño alto que dejaba caer su cabello estelar en ondas suaves.

—Hoy estamos todos reunidos aquí, siendo parte de la historia, para que una nueva líder se alce entre nosotros. Con dicha en el corazón y orgullo en el alma, los reyes de Luna Brillante ceden su turno a la nueva generación— Anunció Castaspella con gran clamor, dando inicio a la ceremonia. Glimmer se colocó al centro y su tía, con reverencia, le bajó la capucha y hubo un suspiro de sorpresa general al ver su nuevo porte. Casta hizo una venia y se retiró a un lado. Una suave música de vientos y cuerdas sonó muy al fondo.

Micah dio un paso y le ofreció una mano a Angella. Los dos caminaron lentamente por el espacio que los separaba de Glimmer, hasta ponerse los dos frente a ella. La miraron y ella les devolvió la mirada y la sonrisa, para volver a bajar la mirada, como correspondía al ritual. Los reyes voltearon para encarar a la multitud.

—El Rey Micah, El Valiente, y la Reina Angella, la Benigna— Anunció un heraldo.

—Hoy, nace una nueva era para todos nosotros. Pero para que algo nazca, es necesario que otra cosa muera. Es el ocaso de nuestro tiempo, de nuestro reinado, y es el amanecer de uno nuevo— Exclamó Micah con gran orgullo.

—Hoy, nosotros abdicamos en favor de la Princesa Glimmer, La Amable, ya que estamos seguros que bajo su liderazgo, no solo su reino, Luna Brillante, si no todos aquellos bajo la protección de la Alianza y la Rebelión alcanzarán su esplendor y obtendremos la paz— Declaró Angella con fervor y convicción.

Todo el salón estaba sumido en un silencio reverente y expectante, al cual la música sólo intensificaba. Catra era presa del hechizo de sus majestades, comprendiendo que la realeza era mucho más que ostentar poder. No eran los únicos. Todas las princesas relucían en sus trajes y vestidos de gala, recordando a Catra que eran más de lo que aparentaban. Que cada una de ellas era gobernante de su propio reino o principado.

Micah dio un paso al frente e invocó su cetro, lo alzó con ambas manos y lo mostró al público. Dio media vuelta y con una rodilla en el suelo, se lo ofreció a Glimmer, que sin levantar del todo la mirada, lo aceptó solemne con ambas manos y lo apoyó con decisión.

—Princesa Glimmer, te ofrezco mi cetro como señal de fuerza y convicción para afrontar cualquier situación sin ceder a la duda—

—Rey Micah, lo acepto con alegría y humildad—

Con las palabras dichas, Micah, ahora sin título, regresó a su lugar anterior y se abrió otro paso al extremo opuesto. Angella entonces procedió a quitarse la corona con una sola lágrima, que la leyenda decía, venía de la misma piedra Lunar, la mostró a la multitud también y ahí todos supieron que lo que estaba pasando era de verdad, ahora ella se volteó a Glimmer.

—Princesa Glimmer, te ofrezco la corona de Luna Brillante como muestra de benevolencia y sabiduría, para que todas tus decisiones sean desde la conciencia y el corazón— Con cuidado y lentitud, Glimmer se arrodilló a los pies de Angella —Levanta la mirada, princesa— Y su madre se inclinó para colocarle la pequeña corona y Glimmer sintió el peso del mundo sobre ella. Angella le sonrió, apoyándola, sin que nadie más lo viera.

Dio un paso atrás y después se giró de nuevo a la multitud, mientras su hija permanecía hincada. Angella también se abrió un paso al extremo contrario a Micah.

—Lord Micah y Lady Angella han ofrecido sus tributos a la princesa Glimmer, quien se alza ahora como nuestra nueva reina— El heraldo anunció, y solo ante sus palabras, al fin la Reina Glimmer se incorporó.

—Acepto la corona de Luna Brillante con la promesa de terminar la guerra, traer paz a Etheria y prosperidad a todos los reinos de la Alianza— Todos los presentes irrumpieron en vítores.

Los nuevos Lores dejaron que el pueblo expresara su gozo unos momentos y solo cuando el clamor empezó a apagarse, Angella avanzó de nuevo al centro y al frente. Sabía que esto era solo el inicio de la ceremonia, para que el poder investido en Glimmer fuera cabalmente suyo, necesitaba completar el rito de la Búsqueda de Reinas, para el cual necesitaba dos testigos, lo que no se daba a entender en su totalidad en el viejo pergamino, es que sus testigos también serían sus compañeros en la búsqueda.

—Ahora, no solo una nueva reina nos es presentada; con el ascenso de la Reina Glimmer, necesitamos a otro comandante. Haciendo uso de mi última facultad como la Reina Angella,— Catra tenía tiesa la cola, era su momento —mi última voluntad y orden, nombró como nuestra nueva Comandante a la Princesa de Media Luna, Catra— La gata avanzó en silencio desde su lugar al lado de Scorpia y Entrapta.

Catra se arrodilló frente a Lady Angella y ella le quitó la capucha. Ahora el silencio era total, hasta los músicos habían callado. Angella no permitió que el silencio se extendiera ni la oprimiera, no era la primera vez que una de sus decisiones no fuera bien recibida por su pueblo, pero su convicción era lo que la hacía fuerte, y seguir sus instintos es lo que la hacía la esposa de Micah. Glimmer ni siquiera era capaz de procesarlo claramente.

—Levántate, Princesa Catra, Comandante de la Alianza y la Rebelión— Ante una indicación suya, un siervo se acercó con un cojín de seda púrpura, sobre el que descansaba un pin de oro con forma de ala —Te ofrezco este símbolo de la Casa Real de Luna Brillante como muestra de amistad y compromiso, así como de tu nuevo puesto—

—Gracias, Majestad. Yo, Catra de Media Luna, como representante de los Magicats, quienes perecieron a manos de la Horda, juró que esta guerra terminará y que Hordak caerá—

Los que eran tan viejos o sabios como para recordar a los Magicats, así como los soldados que habían peleado en Drill, los pobladores de las Salinas y la costa que habían visto trabajar a Catra para su defensa, Perfuma, Entrapta, Scorpia, Kyle y Rogelio gritaron y rugieron para apoyar el juramento de la Princesa perdida. Y Catra se prendió el pin en la camisa sobre el corazón, después de un pomposo movimiento de su brazo para alejar la capa de su pecho.


N.A.

Well... Se que llego con una semana (nada más y nada menos) de retraso. Tal vez no quieran saber, pero yo se los quiero contar jaja

Después del temblor y las inundaciones el siguiente desastre natural que me golpeó fue mi depresión, el lunes tenía poco más de mil palabras para este cap, el lunes de la semana pasada, claro, así que no me sentía tan mal con la presión, después de eso simplemente me desvenací, trabaje como robot y al mínimo y el miercoles y jueves hice cosplay de Harry, estando en mi habitación fingiendo que no existo.

El viernes me reanimó un día nublado y una inesperada comida en el trabajo, pero la vida dijo que no sería. Me empape saliendo del trabajo y eso noqueó a mi computadora y escribo mucho más lento en el celular T_T y el capítulo se extendió mucho más de lo previsto!

En fin, aquí lo tienen, esperó que les haya gustado, mi parte favorita fue sin duda la coronación.

Ahora estoy posteando esto desde una computadora del trabajo y esperó poder subir en unas horas el tercer cap de La Chica del Apartamento 512.

Mi hermano dice que haga un twitter para avisar de estas cosas, no lo sé XD

De verdad, espero que mi laptop quede lista hoy o mañana porque también la ocupo para trabajar y todo se está juntando _