Disclaimer: Ni yo (la traductora) ni KawaiiTenshi27 (la autora y mente maestra detrás de esto) somos dueñas de nada… Lamentablemente…
Warnings: Slash!
One-Night Stand
Segunda Parte
Remus Lupin se encontraba sentado al lado de la ventana de su dormitorio, mirando el aguanieve trazar diseños al hacer contacto con el vidrio de la ventana. El cielo de la tarde se había oscurecido hasta ser gris como el acero, y el color causó dolor dentro de su pecho.
"¿Moony?" la duda en la voz que lo llamaba hizo que Remus volteara. Sus ojos se encontraron con otro par del color exacto del cielo afuera. "Te traje un poco de té". Sirius se acercó con cuidado al chico. "Una cucharada de miel y un poco de leche, como te gusta".
"Gracias", murmuró Remus aceptando la taza. Le dio un sorbo y suspiró apreciando el gesto.
Sus ojos dorados volvieron a la ventana preguntándose si su ánimo sería un reflejo del clima, o por alguna razón, al revés. Dudó de las dos posibilidades.
El calor que emergía cerca consiguió que Remus volteara de nuevo para ver a Sirius aún a menos de un metro de distancia. Levantó una ceja con lo que pareció un enorme esfuerzo.
"¿Está bien el té?" Sirius preguntó en respuesta al gesto de Remus. Estaba retorciendo un mechón de su cabello negro con un dedo nerviosamente.
Remus intentó sonreír pero no pudo. "Sí" dijo en lugar de la sonrisa. "Está muy bueno".
Sirius seguía inquieto pero sin moverse del lugar donde estaba. No era lo que normalmente hacía. Se había estado comportando muy extraño desde Esa Noche. Ahora se encontraba siempre ansioso y tenso. Se desvivía por estar atento de Remus, incluso más que cuando era luna llena. Remus calificó el cambio como muy dulce el primer día (más como azúcar amargo, tal vez), cuando Sirius le traía comida y jugo o té de la cocina y libros de la biblioteca, insistiendo que Remus se relajara. Pero ahora, tres días después, solamente dolía. No estaba seguro del por qué. Remus había aprendido a lidiar con ese sentimiento hacia su mejor amigo hacía ya mucho tiempo, pero ahora… Ahora lo estaba matando el estar tan cerca de lo que quería, de lo que necesitaba, cuando sabía muy bien que no podía tenerlo. Ahora sabía de lo que se estaba perdiendo, lo que estaría extrañando, y ese conocimiento era más de lo que podía soportar. Las memorias de Esa Noche habían estado regresando poco a poco, provocándolo con imágenes y sensaciones que quería probar una vez más. Se sentía como el lobo que salía de él todos los meses: atrapado, inquieto y ávido.
Remus se sentía enfermo, como si alguna parte de él mismo estuviera ausente y la constante presencia de Sirius era una evocación persistente del hecho que nunca se sentiría completo otra vez, mientras que al mismo tiempo sentía que encontraba esa parte faltante, sólo para despedazarlo en cuanto Sirius salía de la habitación. Remus no entendía.
"¿… alguna otra cosa?" Sirius le estaba preguntando algo.
"¿Mande?" Remus regresó a la realidad con un dolor abrupto.
"¿Necesitas algo más?" Sirius preguntó. Seguía jugando con su cabello.
A ti, pensó Remus y se preguntó si él se estaría comportando tan anormalmente como Sirius. "No", mintió. "Nada". Volvió su mirada a la ventana, sintiendo vagamente el deseo de aullarle al cielo desolador.
Aún podía sentir a Sirius parado a su lado y no quería más que lanzarse a sus brazos. De alguna manera sentía que el esfuerzo que necesitaría para hacer eso sería mucho menos que el que estaba haciendo para mantenerse respirando.
El aguanieve derretida bajaba ahora con más rapidez por la ventana mientras que la que aún estaba sólida caía apresuradamente del cielo color ojos grises. Parecía que los cielos lloraban lágrimas frías de un corazón congelado y Remus deseó que su corazón se congelara también. Que se congelara el dolor.
Los segundos se convirtieron en minutos. Remus no estaba seguro de cuánto tiempo estuvo sentado viendo por la ventana. A cierto punto Sirius se fue, aunque Remus no supo a dónde. Lamentó la pérdida del poco calor que podría sentir de la distancia de la amistad, y no se dio cuenta de las gotas de agua salada sobre sus mejillas trazando los mismos diseños que el agua trazaba en la ventana.
- - - - - -
Era de noche y hacía frío. Ya no caía aguanieve, pero seguía habiendo neblina y humedad. Remus estaba parado a la orilla del Bosque Prohibido, contemplando el cielo rojizo a través de las ramas desnudas de los árboles.
Estaba esperando.
Una mano en su hombro lo hizo saltar de sorpresa y voltear tan rápido que casi perdía el equilibrio.
Unos dientes blancos brillaron en la casi oscuridad cuando Sirius sonrió.
Remus se preguntó por un momento por qué no había escuchado al otro chico acercarse, pero Sirius estaba señalando algo y Remus volteó buscando entre los árboles en dirección al castillo.
A algunos metros de distancia, dos figuras salieron de entre los árboles y comenzaron a correr. Estaban sobre el suelo, corriendo en cuatro patas, sus colas detrás de ellos. Remus no estaba seguro si eran lobos o perros, pero eran definitivamente caninos.
Se acercaron a donde estaban parados. Uno era un lobo bastante grande, pero había algo peculiar acerca de él, algo demasiado familiar. Su cola estaba esponjada y la forma de su hocico tenía algo raro… Remus lanzó un grito apagado al darse cuenta que no era un lobo, sino un hombre lobo, un licántropo. Pero esa noche no había luna llena. De algún modo no estaba asustado y a su lado Sirius no mostraba emoción alguna.
El otro canino era un perro, grande y negro, casi una sombra en la poca luz que había. Con asombro, Remus se dio cuenta que el perro se veía exactamente como Sirius cuando se transformaba. De hecho, Remus hubiera jurado que era Sirius transformado (conocería a ese perro donde fuera) sino fuera porque Sirius humano estaba a su lado con una mano sobre su hombro.
El perro y el lobo corrieron juntos, lado a lado, tan cerca que sus pieles se entrelazaban. Entonces, a unos metros de donde seguían Remus y Sirius, los caninos se pararon, voltearon y miraron directamente a los humanos.
Remus se congeló. Todo su ser le gritaba contradicciones. Quería, desesperadamente, moverse de ahí y ponerse entre Sirius y el lobo, pero su cabeza le gritaba que se quedara donde estaba, que no se moviera, y que esperara que no los haya visto, o que si los había visto, no los atacara mientras no se movieran.
La nariz del lobo se movió como si oliera el aire. Tomó un paso adelante y después otro.
El cuerpo de Remus luchaba por no temblar, rezando a quien fuera, que el lobo no los lastimara.
La mano abandonó su hombro y Sirius caminó de detrás de él hacia donde se encontraba el lobo.
El corazón de Remus se paró y su respiración se quedó atorada en su garganta. Petrificado, sólo podía ver cómo Sirius y el lobo se acercaban cada vez más.
Sirius se arrodilló enfrente del lobo, ofreciéndole una mano, palma arriba, como si fuera un perro.
Remus sintió cómo sus ojos casi se salían cuando, como una mascota bien domesticada, el lobo olió la mano que se le ofrecía y la lamió gustosamente. El corazón de Remus continuó su trabajo cuando pudo volver a exhalar y llenar sus pulmones de aire como se debía.
El perro negro se colocó a un lado del lobo y lo llamó tocándolo con su nariz. El lobo volteó y lamió el hocico del perro. Los dos se quedaron en esa posición por un momento, nariz con nariz, como en un beso.
Sirius estaba de nuevo al lado de Remus y en un solo ágil movimiento, jaló al otro chico hacia él y cubrió sus labios con los suyos.
En lo que pareció un segundo, los dos se encontraban en su dormitorio, sin camisas, luchando por llegar a la cama de Remus, aún sin romper el violento beso. Sirius se posicionó sobre el chico acomodándose en él. Sus ojos se conectaron con los de Remus.
Algo hizo que Remus volteara, y parado a un lado de la cama, estaban el perro y el lobo. Remus examinó los ojos del lobo. Dorado encontró dorado y en un momento de claridad, Remus se dio cuenta que se estaba mirando a sí mismo.
Olvidando que Sirius se encontraba sobre él, Remus se sentó gritando…
Los dos chicos nunca se enlazaron.
Remus se encontraba solo en su cama, sudando, con el corazón a mil por hora, la respiración rasgada, mirando a su oscuro alrededor. Buscando…. Buscando…
No había nada. Nada de lobo. Nada de perro. Nada de Sirius.
Continuará…
Notas de la traductora: Primero que nada, ¡gracias por los reviews! Tanto la autora como yo los agradecemos de todo corazón. Este capítulo fue más que nada para entrar un poquito en la mente de Remus. ¡A partir del siguiente empieza la acción! Va, este es una de mis historias favoritas, así que espero que la estén disfrutando como yo la disfruté. Y si te gustó, o no te gustó, tienes alguna duda o simplemente quieres hacernos el día más feliz a KawaiiTenshi27 y a mí, ¡Por favor! ¡Review!
Lilia
PS. Creo que hubo un problema con el capitulo anterior, que no salieron los asteriscos de las notas… Si puedo de rato lo cambio, espero que no haya habido confusiones.
