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Capítulo 18
"Bestia inmunda"
Catra.
La princesa Catra.
Media Luna.
Catra, la princesa de Media Luna.
Catra, una magicat.
Catra, la princesa magicat de Media Luna. Princesa y Comandante de la Horda, y de la Rebelión.
Estos pensamientos inundaban la mente de la gata. Desde que había salido de hablar con los reyes, no había dejado de pensar en todo lo que sus palabras implicaban para ella. Lo de nombrarla comandante era sorpresivo y podía entenderlo de todos modos. Pero jamás en su vida hubiera alucinado en estar en el mismo saco que el resto de princesas.
Pero aquí estaba. Tratando de decidir si quería que el resto del mundo se enterara. Al final, los reyes le habían reiterado que no estaban seguros de su ascendencia, aunque fuera sin lugar a dudas una magicat, al ser tan pocos, casi cualquier línea de sangre la ligaría en menor o mayor medida a la Casa Real D'riluth.
La corona solamente complicaba las cosas, o las simplificaba. A Catra siempre le había gustado ver el lado difícil. Estaba tan hiperactiva mentalmente que no le quedaba más remedio que moverse. Usualmente no salía de su habitación más que para el desayuno y las reuniones del Consejo de Guerra.
Tampoco dejaba de pensar en Adora y todas las veces que le había pedido que fuera con ella a la rebelión, todo lo que hubieran descubierto juntas, hecho juntas. Adora seguramente la habría mirado burlona y pagada de sí misma cuando descubrieran, juntas, que Catra era una princesa. Estaba segura. Solo la miraría así, y no diría nada más.
Aun con su escolta, pidió que llevaran a donde Rogelio entrenaba y después de competir contra él un rato, pidió a sus propios guardias que la asistieran. Necesitaba golpear y conocía demasiado a Rogelio como para que la distrajera. Tenía la mente dividida. El reconocimiento de los reyes la hacía esponjarse de gusto, y el descubrimiento de ser una princesa más, la confundía demasiado. Sentía un placer retorcido al saborear el momento en el que Glimmer se enterara que Catra sería la nueva comandante.
No le guardaba ningún celo por su papel de reina. Princesa o cosa similar era algo que Catra jamás había buscado. No le interesaban esos títulos. Vagó por el castillo tanto como lo permitió la escolta y se preguntaba cuánto tardarían los reyes en cumplir esa parte de su oferta. Al cruzar por un pasillo, se dio cuenta de las puertas cerradas y el par de guardias apostados a los lados. Las puertas normalmente estaban abiertas en el día.
—¿Qué hay ahí?— Preguntó solo por distraerse.
—La traidora Shadow Weaver reposa tras esas puertas— Fue la lacónica respuesta de uno de sus guardias. La cola de Catra latigueó sin poder evitarlo. En el tono de voz del guardia escuchaba la desaprobación, pero Catra no sabría decir si la hacía extensible a sí misma. Bueno, la opinión del guardia ni la de nadie más importaba, ahora tendrían que vérselas con la Comandante.
Al siguiente día, Catra no tardó en descubrir que ningún guardia vigilaba el final del pasillo y pudo salir libremente con Entrapta y Scorpia hasta el laboratorio, que tenía un aspecto totalmente diferente. Ahora lucía mucho más como el laboratorio de la Horda, por lo menos en lo que a maquinaria se refería. Porque la luz mortecina y los espeluznantes cuerpos dentro de sus cápsulas por aquí no se veían.
—Hoy pareces de mejor humor, Gata montes—
—Por supuesto, están viendo a la nueva Comandante de la Rebelión— Se había despertado de un humor excelente y para variar, estaba dispuesta a mantenerlo.
—¿En serio? ¡No es cierto!—
—Angella lo hará oficial en la coronación de la princesa brillosa—
—Sabía que solo necesitaban un poco de tiempo para ver lo genial que eres— Y Scorpia la atrapó en un gran abrazo.
—Te felicito, Catra. Esto solo demuestra que los cálculos no mienten— Y Entrapta empezó a soltar todo un estudio de cómo los números en la Horda habían sido igual de satisfactorios. A Catra le complació dejarla hablar.
Trabajaron un rato hasta el desayuno, donde Scorpia se distrajo con Perfuma quien hizo notar que ya no traían su escolta. Scorpia le dijo nerviosamente que la reina ya no lo consideraba necesario. Perfuma consideraba tierno y una de las mejores cualidades de Scorpia el que intentara guardar las apariencias cuando Catra le pedía guardarse algo, así que no insistió en el tema.
Bow llamó la atención de Entrapta. Con una a su izquierda y la otra a la derecha, cada cual con alguien más tomando su atención, Catra desayunó en silencio, disfrutando de la comida mientras su mente divagaba. En cierto momento, se dio cuenta de la situación y al mirar más allá, se encontró a Kyle y Rogelio compartiendo juntos. Se sintió muy sola.
Iba a dejar la mesa y en eso Bow volteó y le hizo una pregunta técnica acerca de los bastones de shock de la Horda y pronto se vio sumergida en la plática de Entrapta y Bow. El arquero quería implementar una mejora en sus flechas, pero no estaba seguro de usar el voltaje. Así Catra se enteró de los avances y dificultades que estaban teniendo con la nave. En algún punto, Glimmer se unió al ambiente general y parecía estar platicando del otro lado con Perfuma y Mermista.
Cuando terminaron, Bow tuvo la osadía de darle un apretón en el hombro mientras se iba con Entrapta a seguir trabajando en Darla. Una parte de Catra que no quería acostumbrarse a sentir, le agradeció el gesto al arquero. Catra no se daba cuenta de lo geek que se estaba volviendo.
Con Entrapta ocupada con Bow y Scorpia con Perfuma, Catra normalmente se retiraría a su habitación, ya fuera a dormir, planear o dibujar. Ahora se dirigió con Rogelio y el lagarto se sorprendió de tenerla con él de nuevo, sin embargo, disfrutó del entrenamiento juntos y con las señas y chasquidos que Catra era capaz de entender, le dijo que le alegraba verla mejor. La gata fingió que no lo entendía del todo y se fue. ¿De verdad era tan transparente?
Catra se daba cuenta que ya no estaba en el pozo negro de hace unas semanas y la desolación se retiraba para dar paso a una tristeza más profunda. Un estado que no la impedía, pero se mantenía como un recordatorio oscuro y gris al fondo de su mente. Había intentado con todas sus fuerzas no pensar en Adora y lo había logrado con cierto éxito y ahora su recuerdo la golpeaba en los momentos menos esperados.
Podía recordarla sonriendo junto a Kyle y Rogelio, podía imaginarla peleando y entrenando contra ella en las instalaciones de Luna Brillante. Anhelaba platicarle tanto las últimas noticias. Quisiera decirle que al fin tenía el coraje de ir con Shadow Waever y no rogar por su aprobación. Con el fantasma de Adora en la cabeza, se dirigió hacia donde el día anterior le habían dicho que estaba la bruja.
—Quiero ver a la prisionera— Los guardias se miraron un momento entre sí, y le abrieron la puerta.
—No atravieses la barrera, porque no podremos sacarte de ahí. La Gran Hechicera es la única y no se encuentra hoy en el castillo—
—No pienso hacerlo—
Entró en silencio y con paso firme a la "celda". No era más que otra de las fastuosas habitaciones, sin mobiliario excesivo, sin cojines y con una burbuja mágica rodeando el fondo de la habitación y todo el balcón, de modo que Catra tenía cierta libertad de movimiento.
—Me preguntaba cuándo vendrías— Shadow Weaver había estado leyendo, con una copa cerca, en un sillón de aspecto sencillo.
—No pensaba hacerlo nunca. No tengo ganas de oler tu peste—
—Oh, esos no son los modales que te enseñe, Comandante—
—Tú no me enseñaste nada— Catra tenía que recordarse mantener la mente tranquila.
—Eso es debatible. Tú no aprendiste nada de lo que intenté enseñarte. Que desperdicio. Pensar que gasté tiempo en ti—
—Cállate—
—Veo que ahora te ves y te portas como toda una princesa. ¿Qué diría tu querida Adora de verte tan cómoda en Luna Brillante? Seguramente estaría radiante—
—Que te calles, maldita sea. Y no te atrevas a poner su nombre en tus asquerosos labios— Quizás con Shadow Weaver era la única persona con la que Catra no tenía que fingir o esconder lo mucho que Adora le importaba y menos en este punto, así que no se molestó en crear ninguna barrera.
—Eres solo una bestia inmunda, no importa cómo te veas. Una bestia que jamás aprendió su lugar. Lárgate, no tengo ninguna gana de verte— Las garras de Catra se enterraron levemente en sus propias palmas. Su corazón estaba mutilado y las palabras de Weaver solamente la encendían. Ya no tenía ningún derecho.
—No eres nadie para hablar así. Y más te vale que me escuches. No importa si estamos en la Horda o en la Rebelión. Te he superado en todo. Ahora soy la Comandante de la Rebelión y tu destino pronto estará en mis manos, así que más te vale comprender tu lugar— La voz de Catra era fría, controlada, carente de cualquier emoción que no fuera un mortal resentimiento.
—¿Solo has venido a restregarme tu éxito a la cara? Que criatura tan lamentable—
—Vieja bruja, no eres capaz de aceptar que las cosas han cambiado. Solo he venido a ti porque eres la única que sabe de dónde vengo—
—¿Así que la rebeldes al fin se dieron cuenta de la pobre bestia que eres?—
—Habla— Catra gruñó la palabra.
—Oh, gran comandante. ¿Qué puede saber esta pobre anciana de un ser exaltado como usted?—
—Deja de burlarte y empieza a hablar— Shadow Weaver entrecerró los ojos un poco.
Catra tenía los hombros tensos, pero no encogidos. La cola la mantenía quieta y solo la punta se movía levemente. Las orejas estaban bien erguidas y un poco hacia atrás, demostrando su molestia. Los puños apretados delataban su enojo, pero no había nada que demostrara el miedo que bien había aprendido a tenerle.
—Ya te lo dije, solo eres una pobre bestia. Un animal. Un asqueroso híbrido como tantos otros que vagan por estas tierras. Era una lástima que tuviéramos que servirnos de ustedes—
—Deja tus trucos y laberintos para alguien que no los conozca. ¿Qué sabes de los magicats?— Ante eso la bruja dejó el libro en el brazo del sillón y se inclinó hacia adelante.
—Una raza impura, que no hizo nada mejor que dejarse matar. Tan inútiles que fueron los primeros en caer ante Hordak—
—Tú me diste la corona. ¿De dónde la sacaste?—
—Si eres tan astuta como promulgas, ya debes de saber de dónde— Catra podía ver como sus ojos se fruncían en una sonrisa.
Así que era cierto.
—¿Por qué yo?—
—Porque necesitaba algo para entretener a Adora mientras yo estaba ocupada. No me parecía adecuado un lagarto inmundo. No, solo una mascota para que aprendiera a entrenarla. Adora necesitaba aprender a estar a cargo, incluso sobre pequeñas sabandijas. Y nada mejor que la sabandija más impura, heredera de la raza más sucia e inútil de este planeta— Eso casi la había hecho retroceder. Casi.
Le había traído cierta calma que no entendía. No era un despojo. Había tenido una familia, y la Horda se la había arrebatado. No era basura olvidada o dejada atrás por unos padres que no la querían.
Confirmar lo que Shadow Weaver había hecho, o quizás la Horda, no le trajo más odio del que ya sentía contra ellos. Solo ayudó a reafirmar su convicción. Y a aumentar el odio que se tenía a sí misma. ¿Cómo había estado tan ciega de esperar que esta mujer en algún momento le demostrara tan solo una migaja de su afecto? El auto odio que se tenía, era un sentimiento con el que sabía lidiar, así que sólo se dio la vuelta y salió con el mismo paso firme.
Quizás por eso había explotado como lo hizo con Glimmer. La injusticia de su privacidad asaltada, era un eco muy pequeño para una infancia robada, una vida y una familia, pero era lo que Catra tenía a mano. Así que se descargó en Glimmer. Todo salió mal cuando Glimmer demostró tener armas más poderosas. Catra, que tenía muy presente que todo el tiempo había estado equivocada y había logrado mantener a raya el odio, el desazón y el arrepentimiento, tratando de no revivir el pasado y no imaginar castillos en el aire, no pudo reprimir la oleada de sentimientos ante la carta de Adora.
El amor era el arma más cruel de todas. La quemaba, provocaba que deseara morir.
Todo el alud de emociones la consumió en una avalancha para la que no estaba preparada.
Y la mañana la sorprendió con una mala broma. Ahora no solo alucinaba a Adora, si no que la olía. Ver la escritura de Adora era un extraño y efímero alivio. Y sentía que quería arrancarse otra vez las garras al ver la cara de Bow. Casi no pudo contener las lágrimas cuando el arquero, en medio de toda su sensiblería, le mostró a la pequeña Adora. Ahora ya no tenía que imaginarla ni soñarla. La podía abrazar, aunque fuera un poco.
Catra bajaba y se estabilizaba y sin que se diera cuenta, tenía pequeños picos, como al romper las piñatas. Pequeños placeres como ese se le iban metiendo bajo la piel.
No quería nada que ver con Glimmer y se sorprendió demasiado cuando captó su efluvio viniendo de la puerta, incluso la escuchó titubear tras la puerta. Tuvo que apreciar el gesto. Dudaba que la princesa volviera a meterse con sus cosas. Por lo menos algo tenía que sacar de esa noche.
Cómo había pensado, tuvo a Glimmer lejos de ella y cuando se encontraban, era solícita y hasta tímida, tendría que agregar. El asunto del chocolate caliente era todo un detalle.
La princesita se mantenía al margen y Catra pensaba que era lo mínimo que podía obtener. Bastante tenía con su propia cabeza.
Ahora que sabía que la corona tenía mucho más significado que lo único que había pensado que alguna vez Shadow Weaver le había regalado sin ninguna otra razón más que tener el gesto, podía seguir usándola, con un nuevo propósito.
—Hey, qué sorpresa—
—¿Dónde estás?—
—En las salas de entrenamiento del este—
—Bien. Necesito que me consigas todos los documentos disponibles de la gestión de Shadow Weaver— Lonnie se sorprendió.
—Tú pusiste en orden todos esos papeles cuando la encerraste, ¿recuerdas?—
—Hablo de los reportes clasificados, no de los tontos reportes de suministros—
—No creo que eso sea lo mejor de hacer a dos noches del ataque— Catra suspiró un momento y Lonnie esperaba que Catra le empezara a gritar solo para que la obedeciera.
—Está bien. Pero más te vale tenerlo listo después del ataque—
—Dalo por hecho, Catra—
—Bien. No olvides todo lo impreso—
—Por supuesto que no—
Catra se desconectó antes de que pudiera decir algo más. Siempre había que tener cuidado con el pequeño espía de Hordak. Entrapta había determinado que la pequeña bestia no necesitaba dormir más que unos minutos cada día. Lonnie miró unos segundos la pantalla oscura de su comunicador de muñeca, regalo de Entrapta. Seguía sin creer del todo el cambio que se estaba operando en Catra.
La morena, después de Adora, era quizá la persona más capacitada para decir todo lo que Catra era y había atravesado y crecido y cambiado.
Terminó su rutina y decidió empezar a dar un vistazo a lo que tendría que investigar, el nuevo capricho de Catra. Se dirigió a las viejas habitaciones de la vieja bruja y encontró que no podía acceder con su pase. Así que necesitaría a Double Trouble. Esos eran los pequeños inconvenientes que había que conocer de antemano al iniciar una misión.
Extrañaba a los chicos. Nunca había pasado tanto tiempo sin ellos y aunque podían hablar por los trackers, no era lo mismo. Se concentró en el trabajo y empezó a buscar en la base de datos los registros que quería Catra, al menos lo que hubiera virtual.
Terminar las defensas en las Salinas había sido un buen respiro.
Catra tenía entre sus manos la fina ropa que los sastres de Luna Brillante le habían suministrado bajo sus especificaciones. Descubría un gusto nuevo e inesperado por la suavidad y riqueza del material. Nada de spandex y materiales sintéticos que oprimían su pelaje, si no telas de hilos finos, tan delicados y resistentes que era un placer vestirlos.
Ayudó a las princesas a terminar con los preparativos de la coronación, e incluso terminó de modelar los rostros de las estatuas de hielo de los reyes que estaban en el Salón del Trono. Observó con cierto asombro la coronación, ocupando su lugar entre Scorpia y Entrapta, que había podido dejar atrás su pad y seguía procesando números.
Glimmer sin dudas no esperaba para nada la pequeña adición de Angella a la ceremonia. No importaba la cara de escepticismo de Frosta, el hostigamiento de Mermista ni el aparente apoyo de Perfuma. La única delicia era la cara estupefacta de Glimmer, le concedía que se recuperó lo suficiente para seguir con la ceremonia. Una parte de ella hubiera disfrutado de exhibirla en un arranque en frente de sus súbditos y guardias.
Lo que nadie sacaba a relucir, y solo Scorpia parecía valorar en estos momentos, era la inmensa lealtad de Catra. Bow poco a poco empezaba a verla, pero todavía no lo entendía. Scorpia la conocía de primera mano. En cuanto alguien entraba en el "círculo" de Catra, no hacía falta más para que la gata lo diera todo, sin jamás demostrarlo abiertamente.
Scorpia lo comprobó por sí misma en su propia persona. Catra la defendió una y diez veces contra Shadow Weaver y Hordak. Jamás dejo de tomar las responsabilidades de sus actos, y si lograba safarse, lo hacía sin dirigir la atención a los otros. Había tratado de mantener apartada a Entrapta de Hordak para que no la lastimara, y era claro que se había sentido un poco burlada cuando Entrapta había demostrado tener sus propias habilidades para ganarse el favor de Hordak. Con aquellas dos bandidas casi anónimas en el Desierto Carmesí, al defenderlas de Tung Lashor. Y ahora de nuevo al defender una y otra vez, proteger a costa de su integridad a Bow y a la princesa que tanto odiaba. Sí, la lealtad era de lo mejor que Catra tenía y todavía mantenía. El error con Entrapta y mandarla a Isla Bestia solo hablaba de lo presionada y herida que se había sentido.
Como decía Perfuma, eso no la excusaba, pero todos tenemos la cualidad de compensar y redimirnos. De hacer las cosas de otro modo, esperando que sea mejor.
Y ahora era la Rebelión entera la que tenía la lealtad de Catra. Vale, quizás Scorpia estaba siendo un poco entusiasta con esa idea. Lo único cierto es que la princesa Magicat tomaría su lugar y su papel en serio y cumpliría su juramento.
Las estatuas de Adora era algo que Catra no había visto al no salir del Salón del Trono durante los preparativos y su parecido y arte eran tales que casi prefería que Glimmer la tomara de nuevo y la teletransportara a cualquier otro lugar. Pero hizo de tripas corazón y mantuvo el tipo durante el juramento de la nueva reina. Ella no sabía que su estoicismo, el "si no me muevo, no me rompo", Glimmer lo estaba tomando como una muestra más de su fuerza implacable. Y que la reina se estaba sosteniendo de esa fuerza.
Durante la comida fue cuando había estado a punto de echar a correr y solo la inesperada intervención de una princesa con la que jamás había tratado había salvado todo su día.
Descubrir el amor que se profesaban esas dos princesas había abierto una nueva dimensión a lo que sentía por Adora. Ahora podía poner un mejor nombre a su necesidad de estar cerca de ella. A sus ganas de tocarla en todo momento. De saltarle encima para que la notara. Sabía de besos y abrazos, y todo lo de en medio y más allá, pero en la Horda eran cosas muy diferentes, eran pasiones a sacar y acallar. Aquí eran mucho más.
Miraba con nueva luz las interacciones de Scorpia y Perfuma, si es que Scorpia se daba cuenta, y una parte de la gata suspiraba aliviada de quitársela de encima en ese aspecto.
Catra no pudo seguir en el dilema porque sonó su pad y recibió un mensaje de DT.
Se puso de pie y fue hasta Glimmer. Quería ser reina, pues que empezara.
—Tenemos que movernos, majestad—
—¿Qué te pasa?—
—Double Trouble reporta movimiento de tropas hordianas. Están bajo las órdenes directas de Hordak. Se dirigen a las Salinas—
—¿No debían de salir hasta mañana?—
—Ese era el plan—
Las princesas que estaban lo suficientemente cerca para escucharlas pusieron caras consternadas y Mermista se puso de pie de inmediato. Su mueca prometía tormenta y destrucción a pesar de su magnífico vestido y tocado.
—Vamos al Salón de Guerra—
—No hay tiempo para eso—
El ambiente empezaba a cambiar poco a poco conforme las demás personas empezaban a notar que algo estaba pasando.
—Ya todo esta planeado. Solamente hay que ponerlo en acción—
—Pero...—
—Majestad, no hay nada más que hablar. ¿Te vas a quedar ahí?—
Catra no le dio la oportunidad de responder a Glimmer. Simplemente encaró al resto de princesas, principalmente a Mermista.
—La situación se ha adelantado, pero todo está listo. No nos tomarán por sorpresa como creen hacerlo. Todas, tienen 10 minutos para hacer lo que deban y estar en la bahía—
La cara de Glimmer ardía. Ni siquiera había tenido tiempo de estrenar sus nuevos poderes. El alcance de los mismos y Catra ya estaba como pez en el agua ladrando órdenes. Y le dolió ver como el resto de las princesas no se detenían a cuestionar.
Mermista, Frosta y Spinnirela se fueron a sus habitaciones a quitarse sus galas de la fiesta. Netossa, Perfuma y Scorpia se quedaron a calmar a los demás. Netossa se encargó de informar a los lores.
—General, que los vehículos estén listos para las princesas—
—Claro, Comandante— y Juliet la reverenció para ir a dar las ordenes necesarias.
—Entrapta ¿Tienes todo listo?—
—Afirmativo—
—Bien. Nos vamos a Salinas— Entrapta empezó a recitar datos sobre la Puerta del Mar y Glimmer seguía plantada en su lugar.
—¿Vas a ir a las Salinas?—
—Esto no será igual que Drill, Brillitos. Si quieres ir, muévete— Glimmer solo se teletransportó a su habitación para cambiarse.
N.A.
Bueno, volveré a las actualizaciones semanales (más o menos) de esta criaturita que ya creció bastante.
En el siguiente capítulo tal vez veamos que Hordak no es tan tonto como ha venido pareciendo pero el drama principal entre la comandante y la reina solo se va a acentuar con la llegada de unos amiguitos que Catra ya conoce pero no recuerda(?)
Nos vemos el viernes si todo sale bien uwu
Gracias por seguir por aquí si has venido desde el principio.
Carpe Diem
