Hola!

Este capítulo era un asco, en serio, y no pasaba de las 3k palabras... lo cual, se corrigió y aumentó.

Un poco de disclaimer de mi propia historia, este cap no es como los otros, se centra más en la acción y la narrativa que en la introspección.

En fin, enjoy!


Capítulo 19

"Prisioneros de las Salinas"


El ataque a las Salinas era todo lo que Catra había prometido.

Caos.

No era como el ataque de Drill, aquí simplemente se estaban defendiendo verdaderamente contra un ataque masivo. Catra estaba bastante intensa, instalada junto a Entrapta en una habitación con todo su equipo dentro del palacio de Mermista.

Seguía tanto la línea de acción de la Horda y de la Rebelión, Double Trouble estaba siguiendo sus órdenes y retransmitiendo las de Hordak. Esto no era precisamente el campo de acción del cambiaformas pero estaba haciendo un trabajo bastante fiable. Con cada nueva orden de Hordak, Catra los dejaba ganar cierta ventaja, mientras pensaba en una nueva formación rebelde para detenerlos. Aún estaban mar adentro, en una batalla ciento por ciento naval. Las únicas princesas que se podían desplazar fácilmente en este escenario, aparte de la misma Mermista, eran Frosta y Spinnerela, mientras Netossa y Perfuma tenían que quedarse atrás en los parapetos. Glimmer era un caso particular, porque todavía necesitaba de alguna superficie en donde aterrizar, y Frosta podría crear su propia base donde caer de pie siempre.

La flota de la Horda era más avanzada, por supuesto, con grueso blindaje y fuerte poder de fuego, su única desventaja era la maniobrabilidad que le limitaba su tamaño y que ahora se veía compensada por la fuerza de sus números. Catra tenía planeado un ataque mayoritario y ahora decir que era masivo no era ningún eufemismo.

—Creí haberte dicho que no se mandarían más de tres flotas a atacar— Le estaba reclamando a su doble en la pantalla.

—Y ese era el plan, Gatita. Todo de acuerdo a tus órdenes, pero Hordak finalizó su arma secreta y ordenó usar todas las fuerzas disponibles. De inmediato. Te avise en cuanto fue seguro.

Catra gruñó y observaba las formaciones en su pantalla de nuevo, como ya había pasado en Drill. Glimmer estaba resultando en un arma poderosa. Catra no había tenido en cuenta el factor de la Roca Lunar, ahora que la princesa brillosa tenía su conexión completa, el número de viajes ya no era una limitante y Catra ya la había visto teletransportar un navío entero para esquivar un rayo Hordiano.

Seahawk estaba demostrando que todas sus historias no eran solo historias. Él solo ya había derribado un par de barcos hordianos y capitaneaba con maestría los tres barcos que Mermista había puesto bajo su mando, con ayuda de su timonel, Bow.

Todos los esfuerzos de los rebeldes estaban siendo abrumados a pesar de todo. La flota de Mermista no superaba la treintena de fragatas y solo contaba con dos "acorazados". La armada de la Horda superaba el centenar de naves de crucero, además de destructores y contaba con seis acorazados y dos portaesquifes, que esperaban pacientemente detrás de los acorazados a llegar a la Puerta del Mar para desplegar toda su flotilla de esquifes y soldados de a pie.

Después de hundir cerca de cuarenta cruceros con las fragatas y dos acorazados con el poder combinado de Mermista y Spinnerela, que de verdad entre las dos crearon un huracán, los Hordianos seguían avanzando inexorablemente y ya no quedaban más que una docena de las fragatas.

Catra dirigía las misiones de rescate de ambos bandos y enviaba a Glimmer principalmente a posiciones defensivas para su disgusto. Los soldados hordianos que lograban rescatar de las traicioneras aguas eran llevados a los acorazados y a los porta esquifes. En cuanto la flota principal de la horda estuvo a tiro, empezaron a atacar la Puerta del Mar directamente y las gráficas de Entrapta empezaron a trabajar midiendo los impactos.

—La Puerta no va a durar mucho tiempo con este ritmo de ataque.

Catra gruñó, había contado con hundir más naves enemigas antes de que llegaran tan lejos.

Al menos sus cálculos de la balística de la Horda no habían fallado.

Se dirigió a los micrófonos.

—Es hora: Frosta, Mermista, libérenlos. Glimmer, Spinnirela, que nadie se quede atrás. Seahawk, ¿puedes ver el buque insignia?— Un destructor con tres puentes y cinco torretas donde debía de estar Hordak.

—Entendido.

—Copiado.

Respondieron Mermista y Frosta que fueron con premura hasta sus posiciones un centenar de metros frente a la Puerta.

Spinnirela impulsó las fragatas rebeldes más allá de la marca y Glimmer se encargó de verificar que todos estaban a salvo. Ante una bomba de destellos, Mermista y Frosta usaron toda su fuerza para liberar su última defensa.

Unos metros por debajo del nivel del mar, se escondían muros de hielo y icebergs que Frosta había creado con anticipación y los había sostenido al lecho marino con delgadas columnas que ahora estaba rompiendo.

—No, solo veo el señuelo.

—Double Trouble, ¿dónde está Hordak?

—Justo detrás de los acorazados.

—Bien, maniobra y toma la ola a sotavento.

Mermista conjuró una ola gigante que pasó impune por la Puerta y desplazó con una fuerza aplastante todo el hielo, que hizo estragos contra la armada hordiana, pero no la acabó.

Ante el naufragio de la mitad del resto de sus fuerzas, Hordak explotó. Ordenó que su destructor al fin saliera del resguardo de los acorazados, de los que solo quedaban tres, y un solo porta esquifes. Los soldados trataban de resguardarse en las pequeñas goletas de rescate y ahora las fragatas rebeldes, junto al resto de princesas estaban pescando hordianos para apresarlos bajo las ordenes de Catra.

—¡Princesas! No las dejaré salirse con la suya. Ahora conocerán mi poder— y ante esas palabras, Hordak levantó el cañón de su brazo con un intenso rayo rojo y disparó contra la Puerta del Mar, en conjunto con todos los cañones del destructor y la Puerta cedió.

Mermista no lo podía creer. Su preciosa Puerta. La Puerta que Adora había reparado, era derribada ahora. Su ira no conoció límites.

Un Tsunami se levantó desde las profundidades del mar abierto y barrió con otra parte importante de la armada hordiana. El terror cundió entre los hordianos al ver por una vez el poder avasallador de una princesa, justo como todas sus historias decían. Peligrosas instigadoras de las que había que liberar a Etheria. Las fragatas rebeldes se salvaron sólo gracias a la pronta respuesta de Glimmer y Spinnirela. Era hora de que el segundo ejército atacara.

Gracias al tsunami que Mermista había generado, ahora los números que Catra había calculado estaban más cerca de la realidad después del arranque de entusiasmo de Hordak. Estaban mucho más cerca del pronóstico inicial. Aunque ese nuevo cañón, estaba fuera de las previsiones de Catra.

—Glimmer, lleva a Frosta a la ciudad, rápido.

—Te estoy enviando su ubicación— Dijo Entrapta.

—Entendido. ¡Empieza la segunda fase!—

Glimmer hizo lo que le dijeron y Frosta empezó a liberar las defensas de hielo que habían construido los días previos a la coronación, reforzando la bahía de la ciudad, desde donde ya se podía ver llegar el primer contingente de soldados de tierra. El rugido de las legiones rebeldes también se dejó escuchar. La Guardia del Mar estaba siendo respaldada por la Rebelión y la gran cantidad de civiles que habían decidido quedarse a defender su hogar.

La Horda cerró la pinza desde el mar también. Una docena de cruceros lograron sobrevivir, seguidos de los dos últimos destructores, así como el buque insignia de Hordak, el crucero acorazado donde operaba DT y el único porta esquifes, los cuales normalmente cargaban con dos soldados, ahora iban con cuatro o hasta cinco elementos por la sobrepoblación que se dio de los rescates de los cruceros hundidos. Netossa y Perfuma por fin podían ayudar en la batalla y se adentraron al combate con el corazón alegre.

Glimmer había usado sus poderes sin tregua toda la mañana y todavía se sentía pletórica. Sentía el poder de su piedra rúnica recorriéndola por debajo de la piel sin extinguirse ni consumirse. ¿Era así como siempre se sentían el resto de las princesas? Ardía por comprobar sus límites, si es que los tenía. Usando ataques de luz cada vez más concentrados y potentes, estaba creando importantes daños y distracciones que atraían la atención de las principales artillerías de los Hordianos.

La lucha por la toma de la ciudad era salvaje. Después de la primer oleada de hordianos, los rebeldes estaban logrando mantener el territorio. Todo el resto de la población que no estaba en la batalla estaba resguardada en refugios subacuáticos que Frosta había construido bajo la atenta supervisión de Entrapta.

Catra tenía a su disposición varios edificios en la ciudad de los que podía "prescindir", como unos viejos almacenes y astilleros en el puerto, a donde mandó a DT a que desembarcara el porta esquifes, derribando en el proceso parte importante de las estructuras. Mermista sabía que esto era parte de la defensa planeada por Catra, pero por primera vez se empezaba a cuestionar las razones de que la gata no anunciara abiertamente su renuncia a la Horda. La ira y la tristeza empezaban a crecer en el corazón de la sirena, viendo su ciudad siendo atacada y a su pueblo masacrado.

Los Hordianos atacaban con poder fatal y los shocks de los bastones dejaban quemaduras ahí donde impactaban sobre los cuerpos sin armaduras de la gran mayoría de civiles, muchos eran personas del mar y sufrían en demasía con tales heridas, pero peleaban como si no los afectaran.

Los hordianos avanzaban y mantenían posiciones con ayuda de sus robots y Entrapta de nuevo estaba haciendo su magia, esta vez con mucho más cuidado porque no tenía el repetidor de Emily, sino que estaba entrando directamente a la red de los barcos que controlaban a su vez a los bots.

—¿Cómo es que logran reorganizarse tan rápido?

—Los blasones no son solo para intimidar, Brillitos, también hay un sistema de señales.

—¿Y por qué no lo dijiste antes?

—Porque no quiero que ningún rebelde se adelante a las cosas.

La comunicación entre las princesas era fluida y comandaban sus fuerzas con la presteza que lo requerían, la que sin duda destacaba era Netossa, que resultó ser la más aguerrida de todas. Cuando escucharon en el canal general la respuesta de Catra, sabían que se refería a que en el ataque de Drill, Frosta y Mermista se habían adelantado a las órdenes.

Poco a poco y a lo largo de toda la tarde, la batalla se desarrolló sin dejar ver un claro ganador. Los Hordianos ganaban terreno según DT los apoyaba en la batalla directamente, las armas naturales de Catra resultaban ser aplastantes en combate. Igual que Hordak, que con su cañón del brazo barría con las defensas y los mismos rebeldes. Catra al ver la situación, y viendo el resto de sus opciones, estaba pensando que Glimmer al fin lo enfrentara.

—¡Catra, no podemos seguir así!— Llamó Perfuma, que veía como sus vainas eran consumidas por los disparos del líder hordiano sin problema, mientras intentaba resguardar a un grupo rebelde que buscaba una nueva posición qué defender. Catra gruñó.

—Perfuma tiene razón. Si no se implementa un cambio en el curso de acción actual, tenemos un 60% de posibilidad de que la ciudad caiga— Remarcó Entrapta con cierta preocupación.

Sabía que estaba con los rebeldes, y recordar el destino de Adora a manos de su experimento junto con Hordak la ayudaba a centrar sus prioridades, pero tener que luchar contra la primer persona que la había comprendido y compartido su pasión con ella, era algo muy difícil y confuso. Es decir, ahora tenía a Bow por un nuevo compañero igual de entusiasta y que compartía con ella la idea de que la imperfección era hermosa y eso era lo que hacía a todos especiales, sus propias y particulares imperfecciones, solo que Bow prefería llamarlas cualidades solamente. Se dio unas palmadas en las mejillas y se concentró en seguir saboteando las defensas robóticas de los hordianos.

—Bien. ¿Quieren un cambio de curso? ¡Brillitos! ¿Escuchaste?

—Todo— Glimmer lanzó una mirada furiosa a la nada, ya que no podía mirar a la gata.

—¿Cómo te sientes de energía?

—Nunca he estado mejor.

—Okey. Quiero que vayas con Hordak y lo distraigas, destruye ese cañón si puedes.

—Se va a arrepentir de salir de su sucia cueva— Una sonrisa peligrosa se pintó en la faz de la reina.

—Hazlo entonces— Catra reflejó su sonrisa sin saberlo.

Glimmer terminó de destruir unos bots y ayudar a unos cuantos rebeldes a someter a un escuadrón hordiano que terminó presa de las vainas de Perfuma, que le sonrió y levantó un pulgar para animarla. La reina se teletransportó un par de veces más, lanzando bombas de destellos hasta llegar de manera casi natural frente a Hordak, quien al verla con la corona de lágrima, enseñó una sonrisa desdeñosa.

—Así que tenemos una nueva reina.

—La que te llevará a tu fin, Hordak.

Hordak resultó ser un peleador mejor preparado de lo que Glimmer había pensado y se enfrascaron en una pelea vertiginosa. Glimmer y Hordak se atacaban con saña premeditada. La reina no podía competir contra su fuerza física, por lo que trataba de no quedar a su alcance, pero los ataques de rayos de los dos eran poderosos y tanto rebeldes como hordianos ya se habían alejado lo más posible de su área de combate para protegerse. Glimmer se teletransportaba solamente un segundo antes de que los rayos rojos la alcanzaran, en el afán de medir a Hordak y sus reacciones. Parecía que su nuevo poder por fin estaba llegando a sus límites, mientras que el de piel blanca se veía agitado pero entero. Sus ojos rojos destellaban con la promesa de la victoria.

Catra le habló al oído.

—Ya duró demasiado. Es volátil. Hazlo enojar, aprovecha que eres una molestia natural— Glimmer dio un bufido divertido.

—Mira quien lo dice— Susurró de vuelta para que Catra lo escuchara.

—¡Ni siquiera con todo tu ejército eres capaz de detenernos! ¡Shadow Weaver por lo menos supo cuando dejarte!— Gritó la reina ante el consejo de la gata, viendo la reacción de Hordak a la mención de la vieja hechicera. ¿Es que todos reaccionaban igual a la bruja? —¿No lo sabías? Tu Segunda está ahora con nosotros—

—¡No! Catra la eliminó—

—Eso es lo que cree. Pero está con nosotros, ayudando a Entrapta a terminar con la Horda.

Hordak no dijo nada más, solo rugió molesto, perdida sin retorno la calma, atacó con furia rampante.

Entrapta se encogió un poco ante las palabras de Glimmer y Catra se dio cuenta. Sabía que era una mentira, pero le dolió ver la confusión en la cara de la princesa geek. Glimmer sabía demasiado cómo retorcer las cosas y sin querer una fría admiración llegó a Catra. Le puso una mano en el hombro a Entrapta y ella se encogió más en sorpresa, para ofrecerle una pequeña sonrisa después.

Entrapta sentía sentimientos confusos al ver la pelea y darse cuenta que Hordak todavía usaba sus diseños y el cristal de los Primeros que le había dado. Entendía las razones que Catra le había dado, sus números y lógica eran innegables y ahora podía comprender un poco mejor los límites que su ciencia debía de tener. Para que sus amigos y la propia Etheria no sufrieran las consecuencias. Pero ver a su amigo, seguía siendo doloroso.

Ahora, con un Hordak fuera de control, desesperado, herido, solo queriendo alcanzar a Glimmer, la reina logró al fin romper el cañón de Hordak con un rayo de luz concentrado, lo cual casi deja sin el propio brazo al jefe de la Horda. Double Trouble no estaba lejos, combatiendo eficientemente al lado de Lonnie, quien traía puesta su armadura de combate.

DT llegó pateando a Glimmer y tomó a Hordak para escapar con él. La reina estaba tan concentrada en la pelea que por un segundo creyó que se estaba enfrentando de nuevo en batalla a la gata y solo un disparo mínimo de parte de Lonnie evitó que frieran a DT y Hordak. Escaparon en medio de esquifes que les cubrían y DT ordenaba la retirada total a lo que quedaba de sus fuerzas. Las Salinas había sufrido muchos más daños que Drill, pero era un reino mucho más extenso y poblado también.

—Fascinante.

—¿Qué?

—El poder de Glimmer se incrementó más de un 300% comparado a las demostraciones anteriores a su conexión con su piedra rúnica— Pese a todo, los datos eran los datos para Entrapta.

—Asegúrate de incorporarlo a las siguientes simulaciones.

—Después de esta batalla, creo que es el momento óptimo para atacar la Zona del Terror.

—Esperaremos el momento perfecto.

—Entendido, jefa— Entrapta no dejaba de trabajar mientras dialogaba con Catra, quien estaba bastante satisfecha con el resultado de la batalla.

Hordak, por primera vez en todos su años en Etheria, se sentía derrotado. Se sentía igual que cuando Hordiano Primero lo desterró a morir en el frente. Con más de la mitad de sus fuerzas totales destruidas, no veía claro cómo iba a reponerse de este ataque. Double Trouble hasta sintió pena de él. Hasta que le gritó que se largara de su vista. Lonnie y el cambiaformas se miraron un segundo antes de encogerse de hombros, dar una reverencia renuente y dejarlo solo en su cámara privada del buque insignia.

El resto de sus fuerzas seguían al buque, solo cuidándose de no cruzarse en su estela para no zozobrar. Muchos soldados hordianos habían sido capturados, en un movimiento que las princesas jamás habían manejado antes. Los soldados miraban aterrados a las princesas y como sus camaradas se batían en retirada, tratando de llegar a un transporte, siendo pocos los que se preocupaban de tenderle la mano a algún otro hordiano. Muchos conocieron la decepción y el abandono en ese momento.

Netossa, Perfuma y Frosta estaban excediendo sus fuerzas para contener a los soldados, mientras los rebeldes y el resto de princesas ayudaban a decomisar armas y empezaban a esposarlos y dirigirlos a las prisiones de hielo que Catra había previsto.

—¿Se puede saber para qué es todo esto?— Se apareció de pronto Glimmer para importunar a la gata, que estaba terminando de repasar nuevos números con Entrapta. Lonnie estaba viendo todo desde uno de los monitores. La verdad es que la morena también tenía curiosidad.

—Puede ser más específica, majestad. Esto es para verificar los resultados de la batalla contra las previsiones— Le contestó la gata sin despegar la vista de su tableta.

—Apenas podemos con tantos prisioneros. Las celdas están hacinadas. La Rebelión jamás había tomado prisioneros antes. Es un riesgo para la ciudad tener a tantos hordianos juntos— Explicó con furia Glimmer, mirando a la gata con sus ropas de princesa.

—Son riesgos calculados, Glimmer. El número de capturas excedió las previsiones pero eso solo indica que se minimizaron las pérdidas de vidas. Este es solo el primer paso. La segunda fase comenzará mañana, y te necesitamos. Además, creó que será una gran oportunidad para calibrar debidamente el nuevo alcance de tus poderes— Entrapta le respondió.

Glimmer se sorprendió tanto por su respuesta que se olvidó de estar enojada un momento.

—¿Quieres medir mis poderes?— Catra dejó que las dos discutieran mientras ella se centraba en discutir las nuevas órdenes que tenía para Lonnie.

—Sí, por supuesto. Tus nuevas habilidades fueron fundamentales para combatir las naves y fuerzas extra que Hordak envió al frente ¿No es así, Catra?

—Odio admitirlo, pero los números no mienten. No habría sido lo mismo sin tu conexión con la Roca Lunar.

Glimmer estaba mucho más tranquila, pero al ver a Lonnie en la pantalla, recordó su punto principal.

—Sigo sin entender para qué necesitamos a los prisioneros.

—Por eso ahora yo soy la Comandante, Chispitas. Y está bien, te explicaré. No soy solo la comandante de la Rebelión, sigo siendo la Comandante de la Horda, y necesito ver por todas mis tropas. Y no puedo hacerlo si están bajo las narices de Hordak.

Glimmer no lo podía creer. Catra seguía en el juego, teniendo en cuenta a todos los soldados hordianos.

—Pero son un peligro.

—No tengo tiempo de explicarte todo al detalle.

—Es probable que explicarlo ahora ayude a optimizar el tiempo en las fases siguientes, Catra.

Catra rodó los ojos ante la respuesta de Entrapta. No podía creer que estuviera siendo diplomática.

—Está bien. Reúne a las princesas en el Salón de la Perla, solo quiero hablar de esto una vez.

Debía recordarse que aunque era la Comandante, no era igual a la Horda, donde podía solo dictar órdenes sin que nadie la cuestionara. Acá además debía ocuparse de los rangos y el orgullo de las otras princesas, si quería que cooperaran adecuadamente.

Glimmer se fue y empezó a llevar a todas las que no seguían lidiando con soldados.

—No me mires así.

—Sigo sin poder creer que seas una tonta princesa también.

—Pues formate, no eres la única.

—Lo siento, alteza ¿la insulté?

—Cállate, Lonnie. Espero la información que te pedí para mañana.

—Ya tengo bastante, envía a Emily a medio día para poder transportarla.

—Bien— Y Catra cortó la comunicación.

Las princesas estaban ayudando a los civiles y los voluntarios a apagar fuegos, auxiliar a los heridos y hacer todo lo necesario después de tan larga batalla, a las cuales no estaban acostumbradas.

Todos los prisioneros que lograron capturar ya estaban siendo llevados a la prisión de hielo que Catra había mandado construir, ya que Mermista, igual que Luna Brillante, tampoco tenía nada parecido. Catra tenía planes para todos ellos que la llevarían más cerca del momento perfecto.

—Supongo que le debo un banquete a la gata.

—Tenemos que celebrar que le ganamos a la Horda.

—No celebraré nada hasta que reparen la Puerta del Mar.

—Pero sin la espada… —Perfuma no estaba segura que se pudiera reparar la puerta así como así.

—La gata tiene que encontrar una forma.

—Y hablando de la gata, quiere una reunión— Se apareció Glimmer con ellas.

—¿Sí? ¿Y quién se va a hacer cargo de todos estos soldados?— Preguntó Mermista.

Estaban a las puertas de los refugios subacuáticos que habían construido, que ahora que se estaban desalojando de civiles, servirían como extensión de la prisión.

—Eh, Hola, nosotros estamos a cargo de la prisión— Scorpia saludó, flanqueada por Kyle y Rogelio. Ellos estaban vestidos con pantalones negros con las líneas exteriores moradas y playeras iguales a las de la Horda, solo que en vez de ser blancas con rojo, eran con lila, sus botas ya tampoco eran rojas, sino moradas. Scorpia, por otro lado, vestía un body igual al rojo oscuro de la Horda, solo que negro con morado y filos blancos. Las princesas, que no los habían visto antes con esas ropas, se quedaron en silencio.

—¿Quién los puso a cargo?

—Fui yo, Netossa. Las estoy esperando— Dijo Catra a través de los audífonos.

—¡Hola, chicas!— Llegó Bow corriendo. Él había estado peleando junto con Seahawk cerca a los muelles después de que las fragatas habían dejado de servir para la batalla en tierra.

—¡Hola, Scorpia! Siento llegar apenas—

—Hola, amiguito. Vamos a empezar, no te preocupes—

—¿Qué van a empezar?—

—Glimmer, sigo esperando a las princesas.

¿De qué servía ser reina si tenía que atender a esa basura hordiana?

En rápidos parpadeos, Glimmer se llevó a las princesas y algunos hordianos se asustaron de la cara molesta de la reina. Algunos nunca habían tenido siquiera a una princesa cerca y ahora habían sufrido el poder de todas ellas.

—Vamos, chicos, la misión no se va a cumplir sola.

—¿De verdad crees que esto funcione?— Preguntó Bow a Scorpia.

—Catra lo planeó, así que tiene que funcionar.

—Si lo pones así…

Rogelio gruñó y se encaminó hasta las primeras celdas. Los demás lo siguieron. Las celdas habían estado planeadas para que cupieran hasta seis personas, con sus catres empotrados y una pequeña mesa con bancos al centro. Pero ahora había el doble de personas en los diminutos cuadrados. Miraban en silencio pasar a Kyle, Rogelio, Scorpia y Bow. Algunos los reconocían, en especial a Scorpia, y sabían que habían sido capturados por el enemigo. Pero ahora los veían aquí, libres, vistiendo los colores contrarios. Scorpia sentía sus miradas, algunas frías, otras escépticas, decepcionadas, extrañadas. Esto quizá fuera más difícil de lo que Catra había previsto.

—Bien, empecemos por designar a los cabos de vara.

—¿Qué es eso?— preguntó Bow.

—Oh, son… —

—Son los prisioneros que están a cargo— Respondió Kyle y Rogelio asentía.

—Nosotros no vamos a hacer nada por ustedes, traidores— Dijo un soldado y Rogelio le gruñó más fuerte con saña. El soldado reculó.

—Ya veremos eso, soldado. Ahora estás bajo el mando de la Capitán de Infantería Scorpia, el teniente primero Rogelio y el sargento de ingenieros Kyle.

Catra no los iba a dejar de lado, en cuanto tuvo poder como Comandante, los asignó a sus nuevos puestos. Bow miró impresionado la escena y después de eso siguieron revisando las celdas, haciendo un conteo y requisando toda arma que se les hubiera pasado en la primer inspección. Soldados rebeldes les estaban ayudando.

Glimmer se apareció con el resto de princesas en el borde del salón de la Perla, donde Catra estaba de pie en el centro, esperando. Entrapta estaba a su lado, con su tableta trabajando. Había algunos miembros de la Guardia del Mar en el Salón y reverenciaron cuando vieron a las demás princesas llegar.

—Al fin, Brillitos.

—Catra…

—Comandante Catra para ti. Seguimos en territorio de batalla. No quiero perder el tiempo cuando hay tantas cosas por hacer— La gata calló en seco a la reina, para conmoción del resto de princesas.

—Primero, princesas: esto no es una democracia. Estoy a cargo. Lady Angella ha confiado su juicio a mí— Dijo mostrando el ala que llevaba prendida de la capa —Segundo, ustedes sabrán lo que es necesario para sus misiones en el momento. Un exceso de información solo resulta ser perjudicial. Tercero, Entrapta es mi segunda al mando, así que no quiero ninguna duda si ella da una orden.

—Catra, esto es pasarse de los límites. Ninguna de nosotras te está retando— Empezó Perfuma.

—Lo sé, esto es un recordatorio general. Mientras estemos en batalla espero su entera cooperación.

—Pero ya no estamos en batalla.

—Todo lo que derive de la batalla, sigue siendo batalla. No estoy haciendo nada más que atender el resultado de la misma.

—¿Quieres decir que no nos dirás para qué necesitas a todos esos hordianos?— Preguntó Netossa con los brazos cruzados.

—No. Se los diré.

En realidad Catra hubiera preferido callarse, pero necesitaba atender el protocolo. Las princesas no eran Capitanes de la Fuerza, ni siquiera eran parte del ejército, pero cada una era dueña de sus propias tierras y tropas. Era mucho más complicado que en la Horda, y Catra tenía que ir siempre sobre terreno firme. Las princesas la miraron con diferentes niveles de curiosidad y escepticismo.

—La mitad de los hordianos cree de buena fe que están liberando a Etheria de las princesas opresoras. Por eso luchan. Algunos más solo son leales a la Horda porque no conocen otra cosa, y algunos otros, están ahí solo por la sangre y la gloria. Otros incluso eligieron unirse al verse desplazados por la guerra—

—¿Gloria?— Estalló Glimmer —¿Cuál gloria puede existir en todo esto?—

—La misma gloria que Adora buscaba— Decir el nombre la quemaba, pero ver la expresión de Glimmer valió la pena. Al igual que el resto de princesas.

—Adora de verdad creía que iba a liberarnos de las terribles princesas, y también esperaba la gloria que la batalla le traería. Ustedes también lo sienten. Les gusta pelear—

—No confundas las cosas, nosotras peleamos porque es necesario. Nos estamos defendiendo— Intervino Perfuma.

—¿En serio? ¿Quién ganó la apuesta?— Le regresó Catra.

La expresión molesta de Netossa, Frosta, Spinnirela y Mermista se volvió una mueca apenada. Glimmer las miró sin comprender.

—Ganó Spinnirela, pero solo por dos soldados al final, durante la retirada. Mermista era la de la cuenta más alta— Respondió Entrapta sin despegar la mirada de su pantalla.

—Ustedes hacen deporte de la batalla mientras los civiles ven sus casas derrumbarse— Les reclamó Catra.

Glimmer no lo podía creer. Ella no estaba enterada de tal cosa.

—¿De qué está hablando, Mermista, Frosta?

—Oh, una simple apuesta sobre quién sería capaz de abatir más soldados enemigos— Dijo Catra. A ella en realidad le daba igual, si con eso se motivaban a trabajar más, pero no le iban a venir a reclamar nada con su doble moral. Si la querían intimidar o exhibir, ella les enseñaría. Llevaba jugando este juego desde siempre.

—¿Es en serio? Estamos tratando de traer paz a Etheria y ustedes juegan con los soldados— Exclamó la reina.

—Ese es el punto. Ustedes piensan que todos los hordianos son malvados, monstruos o basura— Catra retomó el ritmo y las palabras que iban dirigidas a todas, golpearon en especial a Glimmer. Recordando sus impresiones de Adora, y todo lo bueno que había visto ahora en Scorpia, Rogelio y Kyle. Ahora todas las princesas parecían apenadas en cierto nivel, las menos afectadas eran Spinni y Perfuma. —Necesito a todos esos prisioneros para enseñarles que existe más fuera de la Horda y que las princesas no son un montón de monstruos que los quieren matar—

—¿Eso… Eso es lo que ellos creen de nosotras?— Pregunto Netossa.

—De cada una de ustedes. Y no es su culpa, es lo que nos dicen a todos en la Horda.

—Yo no tenía idea...—Respondió la misma princesa.

—No tenías por qué. Pero ahora lo saben. Mientras más prisioneros tengamos, son menos efectivos para Hordak y menos enemigos contra los que pelear.

—Pero no podemos dejarlos a todos aquí encerrados. Y menos en calabozos de hielo— Dijo Mermista.

—Ese no es el plan. Trapta— Pidió.

—Los hermanos y hermanas de Emily están construyendo un campamento entre el territorio de Plumeria y Luna Brillante. Los prisioneros serán reinstalados ahí durante los siguientes días— Les mostró las imágenes en su tableta, de los robots excavando, construyendo un gran muro y demás instalaciones —Por eso necesitaremos tus nuevos poderes, Glimmer, es la forma más segura de moverlos hasta allá y evitar cualquier fuga. Una vez ahí, se les desadoctrinara y ellos podrán elegir lo que quieran hacer después, dentro de ciertas opciones—

Perfuma ahora estaba segura que su presentimiento sobre Catra era correcto.

—¡Pero son soldados hordianos, tienen que pagar!— Dijo Glimmer y Netossa y Mermista la apoyaron.

—¡La paz no se va a lograr encarcelando a todos los hordianos!—

—Yo estoy de acuerdo con Catra— Todas voltearon a ver a Frosta. Incluso Catra. No esperaba eso.

De hecho, su último as bajo la manga ya estaba llegando.

—¿Qué dices, Frosta?— Glimmer se sentía atacada a un nivel personal.

—Yo no me uní a la Rebelión solo para pelear. Me uní para defender y proteger a la gente. A toda… Y los hordianos también son personas— Dijo volteando a ver hacia el pasillo, donde el Capitán de Mermista se acercaba, cubierto con vendajes, escoltando a Scorpia y los demás junto con más rebeldes, que custodiaban a casi una treintena de soldados hordianos todavía con los cascos y armaduras puestas. Seahawk también venía con ellos, sin su chaqueta y con una herida abierta en el brazo, pero estaba radiante y Mermista casi olvida parecer hastiada.

Los rebeldes lucían recelosos y se calmaron bastante al ver a las princesas. El contingente de prisioneros se miraba inquieto. Las armaduras negras y grises estaban rotas, arañadas y desgastadas. Los cascos agrietados. Los rebeldes no lucían mejor, pero al menos ninguno tenía heridas visibles.

—El Reino de las Nieves ofrece todo su apoyo a la Comandante de la Rebelión para el programa de desadoctrinamiento hordiano— Dijo Frosta en un pomposo tono formal.

—Plumeria estará más que feliz de ayudar en todo lo que pueda también.

—Mi reino también apoyará en todo lo que podamos— Añadió Spinni.

Mermista y las demás no pudieron decir más, ni siquiera Catra, que no se esperaba esto.

—¡De rodillas!— Ordenó el Capitán de Mermista.

Los hordianos fueron obligados a obedecer. Las princesas se sorprendieron de los nuevos uniformes que vestía el equipo de Catra.

—Evan. ¿Qué es esto?— preguntó la sirena a su Capitán.

—Órdenes de la Comandante Catra, princesa. Hemos traído los prisioneros que solicitó—

—Gracias, Capitán, descanse— Respondió la gata —Esto es para que vean la realidad de la situación… Aunque tal vez no hiciera falta— Murmuró al final.

Cuando se acercó hasta los hordianos, un sonido general de sorpresa se dejó escuchar, porque todos reconocieron a la Segunda de la Horda, dentro del territorio de los rebeldes. Los soldados capturados veían hacia todos lados, seguramente asombrados o sobrecogidos de la magnificencia del Salón de la Perla.

La gata caminó hasta un soldado y le hizo una seña a Rogelio, que fue y le quitó el casco. El resto de princesas se acercó más para ver. Todas retrocedieron, o casi todas, cuando vieron que lo que había debajo del casco, no era un monstruo, ni un montón de basura, ni siquiera alguien con cara de asesino, si no un niño. Un adolescente que apenas debería tener 15 o 16 años a lo sumo. Hasta Catra se sorprendió y un gruñido creció en su garganta. Hordak se había pasado esta vez. Este era un cadete que todavía no terminaba su entrenamiento y ya había salido al campo de batalla y había sido dejado atrás para morir, si es que esas fueran las intenciones de la Rebelión.

—Escoge uno, majestad— Le demandó a Glimmer, quien dio un paso atrás.

—Yo… yo no…

—¡Escoge!— Y los soldados hincados temblaron visiblemente, temerosos y conocedores de lo que Catra era capaz de hacer.

Con la mirada empañada por las lágrimas que quería contener, Glimmer señaló al azar un soldado en la segunda fila por la mitad. Esta vez un rebelde fue hasta el soldado y le sacó el casco. Era otro niño, que temblaba y miraba a Catra y a Glimmer alternadamente con ojos enormes. El rebelde también estaba asombrado. Todos lo estaban. Las princesas. Los guardias del castillo. Los soldados rebeldes. Los únicos fríos eran Catra y Rogelio. Kyle y Scorpia solo estaban tristes. El niño que eligiera Glimmer tenía sangre seca de una herida abierta en el lateral de la cabeza.

—Ahora tú— Le dijo Catra a Mermista. Se miraron un segundo y la sirena señaló al quinto a la izquierda del que escogiera Catra. Rogelio también le quitó el casco. Una niña que estaba llorando asustada, con el cabello revuelto, la cara sucia y manchas de sangre salpicada en sus mejillas claras.

—Escoge— Le ordenó Catra a Netossa, quien con una mueca fría y ecuánime escogió a alguien de atrás.

Otro soldado rebelde fue y le quitó el casco. Ya sabían que era otro lagarto como Rogelio por la cola y las crestas que salían de la armadura. A pesar de su corpulencia, pues pasada la etapa de cachorro crecían más y más rápido que los humanos, ni siquiera le había terminado de crecer el hocico, que era la mitad del de Rogelio. Ninguna de ellas sabían calcular su edad, pero Catra sí, y sabía que ese lagarto no tenía ni 12 años. Sangre le escurría desde los orificios que eran sus oídos y le faltaban los pinchos de un lado de la cabeza.

Obligó a cada princesa a desenmascarar cada una a alguien, y el soldado más grande que vieron, tenía la edad de Catra. Algunos prisioneros no temblaban ni lloraban, manteniendose estoicos a pesar de su corta edad.

—Quitenselos a todos— Ordenó al final. Los treinta soldados eran adolescentes y todos temblaban asustados, incluso cuando Perfuma se acercó a una de las niñas, que no dejaba de llorar para intentar confortarla y solo recibió un llanto más intenso, pero igual de silencioso.

Temblaban en silencio sobre sus rodillas, temerosos de lo que pasaría si se mostraban más vulnerables, todavía confundidos, asustados, le lanzaban miradas inciertas a Scorpia y Catra para volver a bajar la mirada. El corazón de Perfuma y Spinnirela se rompió un poco.

Glimmer recibió un trago amargo de realidad. Ellos eran los buenos. ¿Por qué estaban tan asustados esos niños? Realmente no mucho más jóvenes que varias de las princesas.

—No les pasara nada— Dijo Catra al final —De pie—

Todos los cadetes, porque eso eran, obedecieron a una voz y las princesas se sorprendieron.

—Ahora son prisioneros de la Rebelión, pero yo estaré con ustedes. No se les castigará de ninguna manera— Prometió Catra.

—Comandante— Se atrevió a hablar uno de los cadetes. Parecía de unos 17 años y tenía el cabello verde.

—¿Sí?.

—Cabo Renzo.

—Habla.

—Yo… la vi junto a Lord Hordak. ¿Es un truco de las princesas?

—No. Lo que viste fue una copia mía. La Horda nos ha traicionado. A ustedes los han dejado atrás, para dejarlos morir o a manos de las princesas. Ya no pelearán por la Horda— El discurso de Catra fue recibido con un silencio total.

Catra recibió el pad de parte de Rogelio y comprobó los archivos de cada uno de manera rápida. Las princesas se daban cuenta que estaban frente a un verdadero ejercicio militar y algunas como Glimmer y Frosta se empezaban a dar cuenta de la necesidad de modernizar sus procesos y sus reinos. Cuando la comandante estuvo satisfecha, le regresó el pad a su teniente primero.

—Ahora cada uno de ustedes es cabo de vara. Se les asignará un número de celdas y prisioneros. Obedezcan y no tienen porqué temer nada. Responderán directamente a la Capitán de Infantería Scorpia y al Teniente Rogelio, así como a cualquier miembro en activo de la Rebelión, así sea un simple cabo. ¿Entendido?—

—¡Entendido, Comandante Catra!— Todos los nuevos de cabo de vara, cuyo término comprendían perfectamente, se cuadraron ahora que sabían un poco mejor qué esperar. Catra era terrible para ellos, así se había pintado a sí misma, pero era una cara conocida entre el terror de las princesas, y las princesas se mantenían detrás de ella, lo que solo reforzaba la idea de sombrío poder que ya tenían de ella los cadetes. Además, cada uno de ellos era lo mejor de cada una de sus unidades; obedientes, inteligentes, activos, excelentes soldados, que no estaban acostumbrados a poner en duda las órdenes de su oficial al mando.

Catra los había mandado escoger bajo esas directrices porque sabía que le ayudarían a mantener bajo control a todos los prisioneros. La gata los despidió con un movimiento de la mano y regresó a ver a las Princesas.

—¿Le acabas de dar títulos a Scorpia y Rogelio?

—Scorpia es la única princesa que de hecho entiende de asuntos militares, y los cadetes la conocen. Rogelio es el mejor oficial que podría estar a cargo del campamento.

—Creo que te estás extralimitando— Saltó Glimmer.

—Preséntalo en la siguiente reunión del Consejo— Fue toda la respuesta de Catra. Ella no era la única que se tenía que ajustar a los protocolos. Sinceramente, no tenía tiempo de atender los berrinches de Glimmer. El resto de princesas parecían haber entendido el punto de Catra.

Catra despidió a Rogelio, que se fue con los prisioneros, Scorpia se puso a su izquierda, mientras Entrapta se quedaba a su derecha. Ninguna de las demás princesas sabía que más decir.

—Procuren descansar, porque mañana todavía hay mucho trabajo por hacer. La Horda va a empezar a atacar desesperadamente.

—¿Eso es una amenaza?— Cuestionó Netossa.

—Cariño, no creo que…

—Déjala, Spinnirela. No es una amenaza, es un hecho. Hordak ya ha ordenado reunir recursos.

Siguieron discutiendo unos momentos hasta que todas se cansaron. Catra fue capaz de responder aunque fuera escuetamente a sus preguntas. Cuando al fin la dejaron en paz, regresó al centro de mando que había implementado con Entrapta, acompañada de sus amigas.

Todavía tenía que revisar que los suministros que había inventariado se repartieran entre el campamento prisión, Plumeria, y los pequeños poblados que estaban bajo la protección de Luna Brillante sin realmente formar parte del reino. Otro millar de tareas por el estilo se estaban juntando. No podía creer que la Rebelión estuviera tan desorganizada como la Horda, por lo menos ahora podía contar con la princesa de Drill para ayudarla a poner orden.

Al siguiente día, Catra se paseó por la ciudad de Salinas, comprobando de primera mano los niveles de daño, ayudando un poco en lo que se podía, su fuerza le permitía encargarse de cosas de varias veces su tamaño con cierta facilidad. Recordaba cómo al pasearse por los pasillos de la Zona del Terror después de la Batalla de Luna Brillante y algunas misiones exitosas más, los soldados le abrían paso, la saludaban y se cuadraban sin necesidad de que ella dijera una palabra. Quería de vuelta esa sensación, y no los murmullos que todavía podía detectar en Luna Brillante. A las afueras de la ciudad se estaban encendiendo piras y hogueras para disponer de los cuerpos de los soldados hordianos caídos en batalla.

Después de cumplir con esas responsabilidades, pudo ver cómo Glimmer, Mermista y Spinnirela también andaban por ahí ayudando. Catra no sabía en que momento la habían imitado o si fue por su entera iniciativa de cada una de ellas. Mermista no solo ayudó a su pueblo, sino que se encargó de preparar el banquete que había prometido a Catra, sin que Catra lo supiera siquiera.

Pasado mediodía, se dejaron sentir los resultados de la ayuda de las princesas y de los bots de Entrapta. Ahora Mermista se sentía de mejor humor para celebrar el banquete. Catra se dejo llevar por Bow, Scorpia y Perfuma hasta el Salón de la Perla, ahora engalanado para el banquete. El olor la hizo cambiar de opinión. El pescado y los mariscos le hicieron agua la boca y cuando probó el salmón y los camarones, una mueca de gusto fue la recompensa para Mermista.
Glimmer presidió un brindis para los nobles de Salinas, así como el servicio, la Guardia y los civiles voluntarios que habían destacado en batalla. Habló de la gran prueba que acaban de superar, del poder combinado de las princesas y de la compasión y bravura de las personas del mar. La sirena encontró también unas palabras para enaltecer a su pueblo y logró agradecer a la comandante por su gran previsión y desempeño. Después de eso, Catra hizo su movimiento.

—La Reina Glimmer y la Princesa Mermista son muy gentiles con sus palabras. Es verdad, sin embargo, que ni la mejor previsión podría cumplirse sin el apoyo de todos los involucrados. El pueblo de Salinas, su guarnición y la flota fueron imprescindibles. Por eso ahora, es mi gran honor pedirle al Capitán Seahawk que dé un paso al frente—

Toda la gente guardó un silencio expectante, y el capitán mencionado, de nuevo acicalado, con el bigote recortado y brillante, el brazo herido en un cabestrillo, se levantó inseguro y fue hasta el encuentro de la comandante.

—El Capitán Seahawk demostró bravura, habilidad y temple durante la batalla naval, así que ahora lo nombro, como Comandante de la Rebelión, Comodoro Seahawk— El público ovacionó al capitán, quién miraba pasmado a la gata, y recibía de parte de un pequeño bot, una insignia dorada con la forma de un timón con tres estrellas en la parte de arriba, simbolizando las naves que ahora comandaba.

Mermista estaba muy orgullosa.

—Además, sé que la Puerta del Mar, es la joya y el orgullo del reino de Salinas, por lo que la Princesa Entrapta, ya está logrando repararla— Entrapta no quería que la miraran todos, así que solo saludó y regresó a su lugar sentada al lado de Scorpia y Perfuma.

Después de esos anuncios, el banquete desembocó en una verdadera fiesta, para el desagrado de Glimmer. Catra no era amiga de nadie y aún así había logrado poner de su lado ya a casi toda la alianza. Los celos y el coraje bullían en la reina.

Catra estaba sinceramente agotada. Estaba harta de tener que contener su lengua y su mal genio, por eso se desquitaba con Glimmer siempre que podía.

De regreso en Luna Brillante al día siguiente, Catra estaba con Entrapta y Bow en los terrenos del castillo con Darla, por fin podían tener un respiro de la constante amenaza de la Horda y concentrarse en otras tareas. Catra tenía la cola tiesa mientras los nerds tenían la espada de poder con ellos, que el rey al fin les había devuelto después de analizarla sin ningún resultado palpable. La espada les había dejado acceder a otras funciones una vez la habían insertado en su ranura, entre ellas repetir la grabación de Mara y a la gata se le estrujo el corazón un poco más al comprender mejor la intensidad con la que Adora le había pedido, ordenado y suplicado que no jugara con el portal, y que le ayudara a parar a Entrapta y a Hordak. Más que nunca estaba comprometida con la idea de no permitir que Hordak volviera a activar su máquina.

Emily había logrado pasar las fronteras de la Zona del Terror y los documentos que le pidiera a Lonnie, ya estaban a su disposición, pero entre la reubicación de los prisioneros, las investigaciones de Entrapta y la organización de la Horda, no había encontrado un momento. Posiblemente también estaba poniendo las excusas necesarias. Lonnie le había dicho que de verdad tenía que mirar lo que había encontrado, pero no quiso decir nada más. Y no habían podido comunicarse en tres días, porque ahora Hordak la había nombrado Capitana de la Fuerza y estaba ocupada organizando batidas en la frontera para recuperar un poco de territorio y conseguir suministros.

Y ahora, parecía que la gente, dígase las princesas, estaban olvidando que ella era la Comandante de la Horda, la que abrió el portal, la que había asesinado a Adora. Perfuma intentaba platicar con ella de cosas triviales, o peor, de cosas personales. Bow la incluía en sus pláticas con Entrapta. Scorpia siempre se ocupaba de que hubiera siempre a la mesa sus comidas favoritas. Rogelio procuraba estar en la sala de entrenamiento a la hora que iba Catra a entrenar y tener una ronda con ella.

Glimmer era la única que no olvidaba. Su corazón no le permitía olvidar, y menos ahora que Catra de vez en cuando se le podía mirar sonriendo rodeada de Entrapta y Bow, o comiendo tranquilamente mientras discutía con Netossa y Spinnirela acerca del mundo y el ejército. Menos ahora que Catra podía reír ante un comentario sarcástico por parte de Juliet. No ahora que Catra estaba llenando poco a poco el lugar que Adora dejara disponible en la Rebelión, en el Salón de Guerra, en las misiones, en la vida de sus amigos. No cuando ahora la habitación de Adora, era la habitación de Catra, y junto a la pequeña figura de guerra de mesa de Adora, descansaba una muñeca de She-ra que algún plumeriano le había dado a la gata.

Así pasó rápidamente una semana más, durante la cual, casi la única diversión de Glimmer, fue comprobar el alcance de sus poderes. Podía teletransportar fácilmente a una docena de personas y le divertía la cantidad de prisioneros que caían de rodillas después de aparecer en su nueva celda en el campamento. No podían llevarlos a todos de una vez en el mismo día, porque el número realmente los había sobrepasado, y cuando Catra esperaba dos o tres millares de prisioneros, consiguieron siete mil novecientos. Casi un tercio de la fuerza total de la Horda. Por tanto, los robots estaban construyendo más pisos de los edificios que Entrapta ya había diseñado con ayuda de Kyle.

Gracias a Micah, estaba mejorando su magia también y ahora podía con facilidad generar runas de ilusión, de fuego y hasta una de invisibilidad.

La Reina, en una rara tarde que no tenía que estar teletransportando prisioneros, peleándose con una gata, atendiendo reuniones, firmando documentos y demás, estaba disfrutando de sus poderes por que sí, escalando, pateando, apareciendo y desapareciendo por todo el perímetro del castillo, sin sentirse cansada ni limitada. Con la respiración agitada y el pecho ligero, se detuvo un momento en la parte exterior de una de las más altas torres del castillo, cuando a lo lejos, vio unas figuras extrañas llegar por el río que alimentaba el manantial de Luna Brillante.

Se apareció en una torre de vigía y no podía creer lo que estaba viendo. Una alarma sonó y se sobresaltó. Un conjunto de soldados salió de la entrada principal para atender la alarma y también se acercaron las princesas. Era muy inusual. Ahí estaban todas las princesas, menos Frosta y Scorpia, que estaban en el campamento.

Las diferentes figuras cobraron claridad y todos pudieron ver que eran animales. Unos grandes y otros pequeños. Para el punto, incluso Angella ya estaba sobrevolando para aterrizar. Parecían llegar sobre una pequeña balsa y conforme se acercaban, se dieron cuenta que venían sobre el lomo de una gran criatura.

Catra estaba detrás de todos, sin saber nada de lo que estaba pasando. Por un momento había temido que hubiera olvidado algún ataque sorpresa o algo así.

—Glimmer ¿Qué está pasando?— Preguntó Lady Angella.

—Son unos amigos, mamá— Respondió con una sonrisa.

Los animales llegaron hasta la comitiva que los esperaba después de nadar y saltar de la criatura que los estaba llevando, hasta que no pudo avanzar más por la poca profundidad.

Un hermoso ciervo, con grandes astas como de bronce, casi tan alto como un caballo. Un puma dorado con un anillo negro en la cola. Un pequeño zorro blanco. Un zorrillo. Un gran puercoespín. Y un perezoso que estaba… flotando, llegaron hasta ellos. Genial, más cosas mágicas. Catra ya se estaba dando la vuelta para regresar a su habitación, cuando escuchó una voz grave y melódica saludar.

Todas las princesas, y Bow, se acercaron a los animales, que estaban mojados, para acariciarlos y recibirlos con mimos y sorpresa.

—¡Pero Lily, ¿qué haces aquí?!— Se escuchó decirle Perfuma al zorrillo.

Glimmer, de entre todos, Glimmer estaba saludando y acariciando debajo de la barbilla al puma, que le llegaba un poco debajo de la cadera. Bow estaba saludando al puercoespín. Mermista tenía al perezoso entre sus brazos después de secarlo con un movimiento de la mano. Netossa y Spinnirela alababan al magnífico zorrito blanco de ojos como esmeraldas que parecía estar buscando a alguien. Angella se había acercado interesada hasta el ciervo, que tenía un aire digno y altivo.

Ya habían despedido a los guardias que acudieron y solo se quedaron ellos. Catra seguía esperando encontrar de quién había sido la voz que escuchó. No de ninguno de los guardias, reconocía por el olor a todos los que se habían presentado. El puma ronroneaba gracias a las caricias de Glimmer. El ciervo permitió que Angella lo acariciara, pero su mirada estaba clavada en Catra, con una profundidad llena de anhelo.

—Lo siento mucho, Mehira… Ahora no los podemos entender porque Swift Wind está desaparecido— Escuchó Catra como le decía Glimmer al puma, que al parecer tenía nombre, y de algún modo la reina lo conocía. El puma suspiró y apoyó su cabeza una vez más a la mano de Glimmer, para buscar su caricia. Mehira emitió un maullido bajo, pero Catra escuchó "lo sabemos". La cola se le congeló.

Mermista hizo el favor de secar al resto de los animales y después de sacudirse un poco para acomodarse las pelambreras, se quedaron mirando entre ellos y a las princesas.

—Mamá, ellos son los animales mágicos que encontramos en la isla aquella vez… Después de la Batalla de Luna Brillante— Glimmer miró un poco recelosa a Catra, que de verdad no entendía nada y solo se había quedado ahí parada, sin su capa, cada vez más nerviosa bajo la mirada penetrante del ciervo y con la cola esponjada.

Catra no entendía cómo es que estaba entendiendo hablar al puma. Maullar. Estaba entendiendo el maullido del maldito puma. Tendría que haberse quedado con la Horda.

—Él es Mehira— Presentó Glimmer, Mehira gruñó un poco y Catra escuchó "Hola". La reina siguió señalando a los animales.

Lily era el zorrillo que estaba con Perfuma, Winda el puercoespín con Bow, Felix el perezoso con Mermista, Tajana el zorro blanco, y Treeleaf era el ciervo, que había crecido desde que ellas se habían presentado en la isla de los animales mágicos.

Después de que Angella los saludara, Mehira se acercó a Catra y empezó a olisquearla, y antes de que ella pudiera hacer otra cosa, le siseó.

—No tienes qué ponerte así, solo intentaba saludar— Le siseó de vuelta Mehira a Catra.

—¿Sí? Pues nadie te pidió que vinieras acá...— Todos se quedaron en shock cuando se dieron cuenta que Catra le había respondido al felino.


N.A.

Los animalitos son parte del libro oficial de She-ra: La Isla de las Criaturas Mágicas.

De verdad, espero que les siga gustando :3

Nos vemos en unos 10 días.

P.D. Ustedes no lo saben, pero la historia tiene más de 3,200 vistas aquí en FFN! ni siquiera en wattpad donde suelen tener más :3 Gracias por al apoyo y los reviews uwu

Carpe Diem