Disclaimer: Ya saben lo que va aquí, ¿no?
Warnings: SLASH!
One-Night Stand
Cuarta Parte
Remus estaba despierto en su cama mirando fijamente el dosel. Algunas palabras y frases del libro que se habia pasado leyendo toda la tarde brincaban en su cabeza negándole el sueño.
La primera vez… acto sexual… pareja de por vida… síntomas… apatía… telepatía… lazo… separación… rechazo… muerte…
Remus volteó a ver las cortinas a su lado.
El libro lo había explicado todo. Al momento en que un lobo se apareaba, era de por vida.
Remus era un hombre lobo. Remus y Sirius se habían apareado.
Sonaba vulgar incluso en la cabeza de Remus. Los humanos no se apareaban. Los animales se apareaban.
Desafortunadamente, Remus no era humano aunque sus padres y amigos dijeran lo contrario. Este nuevo… descubrimiento… sólo lograba comprobarlo. Y aún peor, ahora había hecho Sirius partícipe de aquello.
El comportamiento extraño que ambos habían estado mostrando, la flata de energía… era el lazo de apareamiento. El lazo se había creado pero al no aceptarlo se había creado una barrera entre los dos. El lazo estaba tratando de romper esa barrera, tumbar la pared, pero no estaba teniendo mucha suerte. El resultado de eso era el robo de sus energías.
Remus volvió a voltearse al otro lado, golpeando su almohada para que tuviera la forma que quería.
Ambos tenían que aceptar el lazo o… o nada. No habría nada. Si no aceptaban le lazo, Remus moriría. Al menos, eso es lo que había entendido en el libro.
Si Sirius aceptaba el lazo, y algo le pasaba a Remus, era bastante probable que Sirius no sobreviviera. Si Sirius aceptaba, estaría atado a Remus por el resto de su vida en corazón, mente, cuerpo y alma.
Si Sirius rechazaba el lazo, Remus no lo sobreviviría.
¿Y cómo iba Remus a pedir tal cosa? ¿Cómo pedirle a Sirius que le diera su vida?
Sirius había insistido más de una vez que los verdaderos amigos deberían compartir todo. Cuando Sirius le había dicho a Remus que sabía que era un licántropo, él le había dicho que le dijera cuando necesitara algo, y que todo lo que era de Sirius era de Remus también. Pero pedir prestada una camisa o una pluma era totalmente diferente a pedir el futuro de alguien.
Remus se puso boca abajo soltando un gemido enterrando su cara en la almohada. Encontrando restos de un aroma de hace varios días el lobo alertó sus sentidos. Remus absorbió el aroma: Sirius. Remus podía oler el shampoo del otro chico, pero también olía algo más fuerte, más importante, algo que era simplemente Sirius, y el lobo lo reconoció inmediatamente como el olor de su pareja.
Remus gimió de nuevo pero esta vez se escuchó casi como un aullido. Por un momento el lobo luchó con el humano, y Remus enterró aún más su cara en la almohada respirando profundamente.
El humano no quería forzar a Sirius a nada y temía que si él supiera el otro chico aceptaría por lealtad, por su amistad, por responsabilidad, o tal vez por lástima. Remus no podía decidir cuál era peo: Sirius aceptándolo por lástima hacia el pobre lobo moribundo, o Sirius aceptándolo porque sentía que era su responsabilidad—de la misma manera que haría casándose con una chica por haberla embarazado.
Al lobo no le interesaba la responsabilidad ni la lástima ni la amistad. Él sólo quería a su pareja y no le importaba cómo la obtuviese.
Si Remus era totalmente sincero consigo mismo (o si hubiera un momento para la sinceridad) su lado humano quería a Sirius tanto como el lobo y no le echaría la culpa al lazo del… interés. Pero no podía destruir la vida de Sirius, ni siquiera para salvar la suya propia. No sería el embarazo no deseado, el bebé que no esperaban ni el error de nadie. Sirius tenía un futuro, un futuro real, y Remus no sería el que se lo quitaría.
Lenta y determinadamente, Remus se puso boca arriba alejándose del aroma en su almohada. El lobo luchó pero la luna llena no estaba tan cercana como para darle la ventaja. El humano ganó.
Lágrimas amargas comenzaron a fluir de los ojos de Remus y él, furioso, las limpió de inmediato sentándose. No sentiría lástima de sí mismo. Sin importar lo que costase, salvaría a Sirius. Además, no había forma de comprobar que el rechazo del lazo significaría el final para él. ¿Qué certeza había en un libro?
Remus talló fuertemente sus ojos.
Y si era cierto…
Se mordió el labio.
¿Sería rápido? ¿Sería gradual? Ya sentía cómo se estaba gastando física y emocionalmente poco a poco. Se sentía muerto. ¿La muerte real se sentiría igual? ¿Debería dejar una nota de algún tipo por si acaso caía muerto repentinamente? Había tantas cosas que quería hacer, tantas cosas que quería decir… especialmente a…
Todo estaba confuso y daba vueltas en su cabeza tan rápido que no podía ni pensar bien. Nada parecía importar.
Las lágrimas seguían cayendo pero Remus ya no lo notaba.
Siempre había querido volar.
Ese fue el pensamiento más coherente que logró flotar por encima de los demás.
Le tenía pánico a las alturas. Odiaba las lecciones de vuelo que estuvo forzado a tomar en primer año. Sólo subía a la Torre de Astronomía porque sabía que estaba demasiado oscuro para ver más que estrellas y telescopios, y porque estaría viendo hacia arriba, no hacia abajo.
Pero siempre había querido volar.
Sus amigos volaban. Alto. Rápido. Lejos de sus problemas. EL aire desarreglando su cabello y su ropa.
Quería volar.
Si el final estaba ya cerca, no perdía nada tratando de volar.
Remus se paró aún inconciente de las cascadas saladas sobre sus mejillas.
Lógicamente él no tenía una escoba asi que tomó prestada la de Sirius. Sin pensarlo, tomó uno de sus abrigos también poniéndolo sobre sus hombros arriba de su pijama. Por un momento, con la escoba y el abrigo, el aroma de Sirius pareció envolverlo pero salió del cuarto con paso decisivo. El fragante aroma que colgaba del abrigo le daba fuerzas para seguir.
Sus pies lo llevaron por los corredores y hacia la Torre de Astronomía. Cuando estaba ya en la cima se tomó un momento para lentamente abrir la puerta y luchar contra el viento para salir. Estaba oscuro afuera gracias a una nube espesa que cubría la luna y las estrellas, y para colmo de todo, el viento estaba helado. La puerta se azotó detrás de él y el viento lo golpeó con toda su fuerza pasando fácilmente tanto por su delgada vestimenta como por el grueso abrigo. Una parte de él quiso haberse vestido más apropiadamente pero el resto de él ya había rebasado el punto donde eso importaba.
Remus se acomodó en la escoba inexpertamente y de la misma manera arrancó hacia el negro abismo.
Las ráfagas de viento lo abofeteaban tratando de tumbarlo del delgado madero que lo sostenía. Estaba aterrorizado pero ni siquiera eso lo afectaba. Incluso su miedo a volar no significaba nada.
La nieve empezó a caer y rápidamente mojó su ropa. Su cuerpo entero estaba dormido pero si lo notó no le pareció grave. Incluso parecía estar bien.
Tal vez deba dejarme ir, pensó vagamente. Terminarlo rápidamente ahora que no siento dolor. Si me caigo no habrá rechazo que nos dañe ni a mí ni a Sirius. Incluso si el lazo es rechazado podría salir lastimado. Puedo dejarme ir ahora y todo habrá terminado.
¡REMUS!
Remus reaccionó casi perdiendo el balance. Era la voz de Sirius. ¿De dónde venía?
¡REMUS!
Remus miró a la derecha, a la izquierda y a todos lados. No veía nada.
¡REMUS! ¿DÓNDE ESTÁS?
¡Ahí! Sobre el punto donde estaría la Torre de Astronomía, en la punta cerca de la puerta, se encontraba la sombra de una figura que podría ser una persona. Pero no había manera de que Remus escuchara a la persona aunque estuviera usando un hechizo amplificador.
¡Remus! ¡Regresa!
La voz se habia suavizado pero sin perder la persistencia y, en este nuevo tono, había miedo. Remus se dio cuenta de que el sonido estaba saliendo de su propia cabeza.
¿Me estaré volviendo loco?, se preguntó Remus mientras empezaba a sentir el miedo.
...telepatía…
¡El libro! ¡El libro había mencionado telepatía!
Así que era Sirius hablando dentro de la cabeza de Remus, no solamente una voz que sonaba como la de él.
¿Sirius? Preguntó inquiriéndose si el otro chico lo escucharía.
¿Remus? La respuesta fue inmediata y llena de pánico. ¡Remus! ¡Regresa! ¿Dónde estás? Estoy en la cima de la Torre. No te veo. Sé que estás cerca, pero no te veo. ¡Regresa!
Casi como si la escoba escuchara los pensamientos de su dueño, Remus se encontró volando hacia la Torre de Astronomía.
Aterrizó y se tropezó con la escoba casi cayendo pero Sirius lo detuvo.
"Estás empapado", dijo la voz rasposa de Sirius sobre el oído de Remus. "Debes estarte congelando".
Pero a pesar del frío que sentían hasta sus huesos y la falta de sensibilidad en sus piernas, Remus se sentía más vivo que nunca. Los firmes brazos de Sirius rodeándolo le hacían sentir algo y eso era maravilloso.
Sirius, entre guiándolo y cargándolo, logró llevar a Remus hacia adentro, por las escaleras y de regreso a la Sala Común.
Remus se colapsó en uno de los sillones y el cansancio lo golpeó duro.
Sirius reavivó el fuego con un movimiento de su varita y cubrió al licántropo con una sábana extendiendo el empapado abrigo al lado del fuego para que se secara.
"¿Te sientes mejor?" preguntó Sirius.
"¿Cómo?" Remus, cuyos ojos habían estado cerrados, abrió los ojos para ver al chico sentado en frente de él.
"Por eso tomaste mi escoba" dijo Sirius apuntando a la escoba recargada en el sillón. "¿Verdad?"
Remus frunció el ceño tratando de pensar. "¿Cómo…?"
"¿Cómo supe?" Sirius encogió los hombros. "Sólo lo supe. Aquí." Golpeó suavemente su pecho. "Sabía que estabas inquieto. Más que hace rato. Y supe que habías subido a la torre y entonces," su ceño se frunció aún más con confusión "y luego podía escuchar pedazos de pensamientos que sonaban como tu voz aquí en mi cabeza pero se oían mal, como cuando intentas escuchar la radio a través de las barreras que tiene Hogwarts… ¿Estabas tratando de matarte?" su tono de voz indicaba que estaba convencido de haberse equivocado.
Remus no contestó. Simplemente cerró los ojos de nuevo.
"¿Remus?" la voz de Sirius empezaba a llenarse de pánico otra vez. "¿Remus?"
Remus no dijo nada.
¡Remus! La voz de Sirius estaba ahora dentro de su cabeza y no la podía ignorar. ¡Contestame, maldita sea!
"¡Sí!" gritó Remus tanto con su voz como dentro de la cabeza de Sirius. Incluso con sus ojos firmemente cerrados, sabía que Sirius había hecho una mueca de dolor.
"¿Por qué?" la voz que salía de la boca de Sirius era suave. "Dime por qué pensarías en hacer algo así".
"Hubiera sido más fácil para los dos" dijo Remus con una voz aún más suave que la de Sirius.
"No entiendo".
Una mano alejó dulcemente el cabello de la cara de Remus desatando una ola de emociones de Sirius a Remus. Una ola consoladora, tierna, amorosa.
Los ojos de Remus se abrieron súbitamente y con un solo movimiento se levantó del sillón y se encontró subiendo las escaleras hacia los dormitorios. Entró a su cuarto y tomó el libro que había dejado sobre el buró al lado de su cama.
Sirius, que lo había seguido, estaba en la puerta. Su expresión era confusa y para nada propia de él.
"Ahí", Remus casi le aventó el libro. "¡Léelo, todo está ahí!"
"Rem, no…"
"Todo lo que ha pasado, todo lo que sentimos. Tú dentro de mi cabeza y yo dentro de la tuya".
"¿De qué…?"
"Es por eso que piensas que te… que me quieres". El labio inferior de Remus amenazó con temblar así que lo mordió con tanta fuerza que la piel se rompió.
"Pero…"
"Es lo que sentí cuando estábamos abajo. Piensas que me quieres. No se por qué, pero así es. Perdón".
"¿Por qué estás pidiendo perdón?"
"Es mi culpa". Remus mordió de nuevo su labio sintiéndose casi agradecido por el dolor.
"¿Tu culpa?"
"Después de que…" Remus tragó saliva. "Después de que despertamos juntos, y que ninguno podía acordarse de lo que había pasado y me preguntaste que si estaba adolorido… dije que sí. Y la razón de eso es que nunca había hecho esto con nadie más".
"No en…"
"Fuiste mi primera vez, Sirius. Fuiste mi primera vez y soy un licántropo"
Sirius lo miró como si no comprendiera lo que pasaba.
Remus tomó aire. Este era el momento. No quería decirle a Sirius pero ahora debía hacerlo, y este era el momento. "Cuando los licántropos se aparean es de por vida, Sirius".
Continuará…
Notas de la traductora: La autora quiere que quede claro que Remus está confundido y no está pensando claramente. Remus no es un suicida, simplemente está muy confundido. Por mi parte, quiero decirles que me costó mucho trabajo terminar este capitulo a tiempo. El sexto review lo recibí ayer y llevaba apenas la mitad de esto así que hoy me decidí a terminarlo a pesar de que mañana tengo examen, y mucho trabajo apilado para el martes. Es casi la una de la mañana y acabo de llegar a mi casa (estaba fuera de la ciudad) y me estoy muriendo de sueño. Por favor, dejen un review para saber que esto está valiendo la pena. En cuanto reciba el sexto review subo la siguiente parte, a menos que eso suceda antes del miércoles porque en tal caso tendrán que esperar al miércoles que se despeje un poco mi pila de trabajo. Gracias a los que me han dejado review en el capítulo pasado, de verdad los agradezco.
Por favor! Un review, aunque sea para saber que lo leyeron!
Besos.
