Hola!

Estas serán unas notas un poco largas.

Es el primer capítulo del año.

Tenía muchas reflexiones de fin de año, renaceres y demás. Pero justo ahora me siento morir, así que los dejare para otro cap.

Lo que sí quiero expresarles es el cariño, el apoyo y el seguimiento a esta y a cualquier otra de mis historias, que para mi es invaluable, y cada comentario, kudo o voto, se siente genial.

Siempre es maravilloso ver crecer los números, pero nada como un simple comentario apoyando u opinando.

Algo que también quiero compartir, es que realmente empecé a escribir a finales de 2020, y el crecimiento que he tenido en esto creo que se deja ver. Me fue fácil dejarme llevar por la emoción y publicar tantos proyectos. Este año trabajaré en mi constancia y disciplina, porque todavía hay mucho que quiero contar. Le digo a una amiga que ahora mi hobbie es armar historias que no se si verán la luz. Ya dirá el tiempo.

La idea que dio vida a este fanfic, fue precisamente una What if en una publicación del grupo She-ra y los memes del poder, junto a mis sentimientos de la pérdida, la vida, la muerte y el duelo.

El cinco de enero del año pasado, fue la última vez que hable con una amiga, la amiga que mencione en "esto no es un cap", falleció el 8 de enero. Así que un año entero ha ido y venido desde ese día.

Mi mente vagaba por lugares muy oscuros, incluso para este fic, y por eso no subía el capítulo. Encontré un poco de calma y al fin me siento satisfecha con este capítulo.

Aún así, por favor, tener presente que la muerte se presenta de nuevo en este capítulo, de manera directa y gráfica.

Y como dato cultural, las viviseccciones son como autopsias, pero mientras el organismo sigue vivo.


Capítulo 21

"Magicat"


Lonnie estaba bastante molesta con la situación en general. Catra no le ofrecía una respuesta concreta de cuándo podrían dejar toda esta farsa y al fin darle el tiro de gracia a Hordak, que a este punto era ciertamente patético. De no ser por las órdenes que Double Trouble daba a las fuerzas, y el propio seguimiento que hacía Lonnie los habrían matado a todos ante la insensatez de su Lord. Mandaba partidas de caza sin planear el camino, ni los efectivos necesarios. Los grupos rebeldes eran capaces de defenderse de sus tropas sin problemas gracias al entrenamiento anti hordiano que Catra les había suministrado y a las nuevas armas y bots de Entrapta.

Hordak era patético, sí, y eso no quería decir que la mitad de la Horda no lo siguiera temiendo más que a la muerte misma, lo que limitaba la actuación de Lonnie para los planes generales de Catra. Hoy por hoy, era la Capitana de la Fuerza más eficiente y sabía que solo lo era porque tenía el panorama completo. Double Trouble no le molestaba como a los demás y no confundía sus órdenes. Además de que su aparente estoicismo frente a los arranques de Hordak y "Catra", le habían dado una reputación temible dentro de las tropas, sus soldados la temían y respetaban a partes iguales.

Ya habían pasado dos semanas desde que Catra le había pedido que buscara esos archivos escondidos y clasificados de Shadow Weaver. Y Lonnie había buscado hasta por debajo de las piedras, más específicamente, hasta por debajo de la cama de la bruja. Y encontró muchas cosas. Cantidad ingente de información clasificada, casi borrada, estaba segura que Hordak no tenía conocimiento de la mitad de todo lo hallado. Y no podía seguir sin hacer nada. No podía seguir esperando. Así que haría dos cosas: le diría a Catra que tenía que revisar esos papeles, sí o sí, que estaba segura los estaba evitando por que la felina sospechaba por donde iba el rumbo de lo que iba a encontrar, que era mucho peor en realidad, e iría a investigar por su cuenta.

Catra estaba cansada, Glimmer ocupaba cualquier excusa para molestarla. De verdad parecía que buscaba nuevas formas de molestarla en su tiempo libre. El propio odio de Catra a los errores y que le dijeran que no podía hacer las cosas bien, la blindaba contra cualquier error calculable y previsible, y el incisivo ataque de Glimmer era un double check para su calidad, pero era estresante.

Sus entrenamientos físicos se habían vuelto más demandantes en su intento por liberar la ansiedad y la rabia que parecía crecer en ella. Estaba ganando. En todo sentido estaba ganando y aún así no era suficiente. Se sentía vacía de una forma nueva, y el vacío la quemaba. Ya no se ahogaba, y ahora quisiera respirar mejor. Por un día, por una hora. Pero no habría paz para su alma, lo sabía.

Y menos con esos ojos profundos y pacientes que la perseguían allá a donde fuera.

Treeleaf era un animal hermoso y que se sabía comportar, igual que el resto de animalitos mágicos que habían llegado a Luna Brillante, lo único que Catra quisiera gritarle es que se alejara de ella. El ciervo parecía tener cierta afinidad con Lady Angella y se pasaba las tardes con ella, con Micah o en los grandes jardines a su disposición y casualmente en los terrenos abiertos donde se daban ahora los entrenamientos.

La tarde que habían llegado los animalitos y todos habían descubierto que Catra podía entender al puma, ella tradujo, solo a petición de Angella. Los animales habían salido de su isla ya que la barrera que Adora había reconfigurado junto a Bow, se había desvanecido y Treeleaf se sentía ansioso y los animales tuvieron un concilio y determinaron viajar y buscar a las princesas ya que algo terrible debía de haber pasado.

Catra se había negado a hablar con el ciervo, con Mehira de intermediario, y en general después de eso ya no les traducía. Los animales tenían afinidad con las princesas y Bow desde que llegaron, después apareció Frosta y el zorro, Tajana, se había enroscado con ella. Si a cada princesa tocaba un animal, Treeleaf debía de ser el que correspondía a Adora, y Catra no se sentía bien con eso. No con la mirada anhelante, paciente y profunda del ciervo. Pese a todo, no podría evitar por siempre hablar con él. Micah estaba trabajando con un hechizo para hacer que todos comprendieran a los animales, pero gracias a sus cualidades mágicas, que no se parecían a nada de lo que había aprendido en Mystacor, le estaba costando mucho más trabajo poner a funcionar el encantamiento.

Ya habían pasado las 24 horas que Catra dijo, por lo que unos guardias le entregaron los reportes que había solicitado sobre comportamientos disidentes o subversivos en la prisión. Estaba revisandolos para evaluar el mejor curso de acción, cuando sonó su pad, lo cual era extraño porque por la mañana ya se había tratado la reunión semanal de las princesas, y después de su encontronazo con Glimmer por nombrar capitana a Octavia, todo había sido muy rutinario. Perfuma compartió su encanto sobre el plan de que los prisioneros cultivaran su propia comida, señalando que reencontrarse con la tierra los ayudaría a reflexionar y unirse a la armonía del universo. Mermista presentó los avances que se estaban teniendo en las Salinas y cómo Seahawk había capturado su segunda nave hordiana en lo que iba de la semana en su papel de Comodoro. Scorpia informó a todos sobre los incidentes y progresos con los prisioneros y cómo los más jóvenes estaban teniendo una mejor respuesta a los programas de reeducación. Frosta reportó que los insumos de su reino habían llegado sin inconvenientes después de enfrentarse contra un escuadrón de avanzada de la Horda.

En general, Angella estaba bastante satisfecha con los resultados de su decisión. Glimmer era dura, pero era el contrapunto perfecto para Catra, a su vez que Catra lo era para Glimmer. La suma practicidad de Catra contrarrestaba el duro moralismo de Glimmer, que a veces venía a recaer en una doble moral que las princesas no habían considerado anteriormente. Ahora era mucho más fácil llegar a consensos que fueran pragmáticos a la vez que dignos.

Aunque era temprano, Catra no esperaba más llamadas por esa tarde, en especial porque le tocaba el cuarto turno en la prisión, después de Netossa. Levantó el pad y se encontró con que la llamada era Lonnie. La Capitana de la Fuerza había aprovechado una partida de patrullaje para salir con su escuadrón y escaparse del alcance de Imp.

—Lonnie ¿Pasa algo?— Catra estaba sorprendida.

—No… No justo ahora— Lonnie prefirió ser directa —¿No has revisado nada de los documentos que me pediste que buscara, verdad?— Catra se sintió atacada.

—No es de tu incumbencia. ¿Solo por eso estás comprometiendo nuestro éxito?

—Si los leyeras, no estarías tan tranquila en tu bonita silla de princesa.

—No estoy solo…

—Catra, sé lo que pasa. Lo entiendo mejor que nadie. Sé que no lo quieres ver, pero tienes que hacerlo. Es jodidamente importante que lo veas. No tengo mucho tiempo. ¿Puedes tragarte tu orgullo y todo lo demás y solo verlo?— Lonnie la cortó porque no tenían tiempo de ponerse a discutir. Era una capitana de la fuerza, pero con todo el caos que Double Trouble estaba creando, el peligro estaba en todas partes.

La mirada dura y apremiante de Lonnie, dejaron a Catra sin una respuesta. Parpadeó tratando de recuperar la compostura y retener las ganas, la costumbre, de solo gritar y esperar ser obedecida. Lonnie era su amiga ¿Verdad? Era de los suyos. Se concentró. Ya no era esa niña loca, enojada y volátil que ni siquiera podía controlarse a sí misma. Ya no era débil. Y más importante, ahora podía ver cuando alguien intentaba ayudarla. La expresión de Lonnie era muy parecida a la expresión de Adora mientras la llevaba atada a una cámara de Darla y la rubia intentaba explicarle que no abrieran el portal.

—Yo…

—Por favor, Catra.

—Lo haré… Lo revisaré hoy mismo— Al final prometió.

Un grito, Lonnie bajó el pad y Catra pudo escuchar como gritaba órdenes a su soldado.

—Hazlo. Todo va según lo planeado— Dijo como despedida y se desconectó.

Catra miró el pad unos momentos y después a la caja con documentos que descansaba a un lado de su escritorio, con la pequeña She-ra de trapo encima. Todavía le quedaban unas horas antes de que tuviera que presentarse al cambio de turno. Suspiró, quitó a la muñeca y agarró un montón de papeles, los que le cabían en la mano, y los puso sobre el escritorio, sobre los reportes de la prisión. En ese momento tocaron a su puerta. El montón de papeles eran tres archivos de distintos gruesos. Se levantó a abrir la puerta y la sorprendieron Bow y Entrapta.

Traían un servicio del té y Entrapta estaba tranquila. Catra sentía que había gato encerrado. Con la ceja levantada, los dejo pasar.

—Hola, Catra ¿Cómo estás?— Soltó Bow y la felina se sentía de nuevo en el túnel debajo del castillo por los nervios en la voz de Bow.

—¿Qué tienes, Flechitas?— Catra tenía otras cosas qué atender justo ahora.

—No, no, n-nada… solo te trajimos chocolate caliente… Tsí… Glimmer me dijo el otro día que te gustó mucho y pensé que— Catra ya no le hizo mucho caso al balbuceó de Bow, un chocolate caliente ni siquiera Glimmer podía arruinarlo.

Quizás era justo lo que necesitaba para calmarse después de ver a Lonnie y centrarse para enfrentarse a los documentos clasificados.

—Lo mejor de todo es que viene en tazas pequeñas— Ofreció Entrapta.

Catra les siguió el juego y se sentaron a la mesita de centro. Bow sirvió y acomodó todo mientras Entrapta comentaba que estaba por concluir el periodo de 24 horas para reunir información con los nuevos parámetros para comparar toda la data que tendría. Era uno de los temas que a Catra no le llamaban la atención en realidad, Entrapta siempre tenía dos o tres proyectos alternos fuera de lo que Catra, y en su momento Hordak, le pidieran. Según la tecnopata eso le permitía refrescarse y a veces mientras atendía un proyecto, un pensamiento o idea acerca de otro la asaltaba y podía cambiar sin problemas, o grabarlo y atenderlo después. Lo que sea mientras le ofreciera resultados a Catra.

Después de la segunda tacita de chocolate para Catra, Bow ofreció información acerca de Darla. Catra tenía sentimientos contradictorios y en su mayoría amargos para con la nave, se trataba de donde había capturado a Adora, lo que había desembocado en su muerte, y era en donde habían rescatado a Entrapta y el único lugar en donde Glimmer alguna vez le había dado una sonrisa limpia y agradecida. No que le importaran las sonrisas de Glimmer.

Bow empezó a decir algo acerca de los pocos avances que habían logrado pese a tener ya la espada de vuelta, la cual estaba en el laboratorio, y lo mucho que les ayudaría el apoyo de Catra en ese aspecto.

—¿Qué?— Hoy era el día de desbalancear a la gata, seguro.

—Sí… según los datos que tenemos, después de Adora, tú eres la única con quien la espada ha tenido alguna afinidad y presentado actividad mágica. Así que es posible que en conjunto con la espada de poder, seas la llave para poder acceder al resto de comandos de Darla. Y creemos que sería una gran adición para el avance de los planes contra la Horda— Enumeró Entrapta.

—Lo que intentamos decir es que de verdad nos ayudarías mucho si pudieras usar la espada en la nave…

—No pienso acercarme a esa tonta espada otra vez. La nave no es necesaria para los planes, y todavía pueden hacer que vuele ¿verdad?— Bow ya se temía esta reacción.

—Catra, por favor, considéralo un poco… los avances serían magníficos… — Siguió Bow.

—Dije que no, Bow. Más les vale no acercar esa cosa a mí— El pelaje de la gata estaba ligeramente erizado y Bow prefirió no seguir en el tema.

Este era solo un fracaso. La ciencia se hacía de continuos fracasos, intentos, cambios de perspectiva y nuevos intentos. Lo conseguirían de alguna forma, Entrapta estaba segura. Solo había que ajustar los valores, volver al punto de partida y volver a avanzar con la información adquirida. Tarde o temprano darían con la adecuada combinación de variables que les daría el éxito.

—Vendré dentro de un par de horas a darte el avance de las nuevas lecturas. Todavía no sé que esperar de estos cambios que Etheria está experimentando pero estoy segura que será algo sorprendente— Entrapta no conocía el desanimo.

—Bien, Trapta. Te… Los veo en un rato— Corrigió la gata ahora que se daba cuenta que últimamente ya no veía a Entrapta del todo sola, casi siempre andaba con Bow, o Bow con ella, dependía del momento del día.

Al fin se marcharon y a pesar de que el chocolate la había relajado, el tópico terminó por acelerarla de una forma estresante. Tomaría un baño. El agua caliente le ayudaría a centrarse de nuevo.

Tardó más de lo esperado. Sabía que era solo su renuencia a enfrentarse con la verdad. Sería por poco, doloroso. La intrigaba la insistencia de Lonnie. ¿Por qué no sólo le decía lo que quería que viera y ya? Se vistió con una blusa negra con motivos dorados y unos leggins gris oscuro que estaba segura en algún punto se le habían quedado ajustados a Adora.

Cuando ya no tuvo ninguna excusa más para seguir retrasando, se sentó en el escritorio y por fin miró el primer archivo. Era el propio. Con una etiqueta con su nombre en el frente, lo abrió y empezó a leer.

Un reporte entero de sus castigos, detalles, supresión de comidas, los escasos logros que escapan al control de Shadow Weaver y sus instructores eran capaces de registrar, como las pruebas de velocidad en las que siempre derrotaba a todo su equipo. Hojas y hojas de sus castigos. Fotografías de sus años creciendo. Era difícil ver como su mirada se iba endureciendo con los años. Su última fotografía fue justo después de ser nombrada Capitán de la Fuerza.

En la parte más atrás, había un sobre con un sujetapapeles, lo abrió y ahí se encontró con fotografías que debían de ser de Media Luna. Luna Brillante era enorme y majestuoso. Media Luna también lo era, además era salvaje y primal. Se veían pocas escalinatas y había puertas y entradas en los lugares más insospechados. Catra no era experta, pero estaba segura que esos saltos podía darlos sin esfuerzos. Con el castillo enclavado en medio de un precipicio, rodeado de los grandiosos árboles de los Bosques Susurrantes. Catra ni siquiera se había molestado en ubicarlo en un mapa. Tendría que estar en algún lugar entre Plumeria, la Zona del Terror y Luna Brillante.

Podía ver torres, estatuas grandiosas y otras estructuras apiladas entre los acantilados y precipicios. Viendo mejor, podía encontrar las pequeñas figuras que tenían que ser los magicats. Un patrón se repetía, tal vez eran los guardias uniformados. Era cierto que no eran muchos.

La última era una fotografía de humo y sombras. Las ruinas después de la batalla. Cuerpos caídos. Se recreó todo lo que pudo con los detalles. Sacó su pad y lo puso a descargar toda la información digital que había conseguido Lonnie. El siguiente archivo era el de Scorpia. Era igual de grueso que el suyo, pero en él constaban los registros del avance en solitario de la princesa despojada de su poder. Había un informe completo de la Black Garnet también. Había pocas menciones importantes, ni castigos ni premios. Scorpia ocupó su puesto como Capitana de la Fuerza al cumplir los 21 años, como si hubiera sido su coronación y desde entonces se había encargado de dirigir misiones menores de reconocimiento, y Shadow Weaver la usaba más como una especie de mensajera interna, sin dejarla mucho tiempo en ningún lugar. Poco a poco comenzó a destacar por las proezas de su fuerza física y trabajó activamente desde entonces en la recolección de minerales y otros materiales para la guerra.

Imágenes de las ruinas del reino Escorpión quedaban para la posteridad. Catra jamás había pensado conscientemente que la Zona del Terror estaba sobre las ruinas de un reino. Del hogar de su amiga, del cual ella le había hablado varias veces. Incluso había una copia de la foto de las madres de Scorpia y también de su abuelo, "el que le dio la Black Garnet a Hordak". Mentiras. Todo eran mentiras. Le daría a Scorpia todos sus documentos y que ella guardara lo que quisiera. La ira empezaba a bullir en su interior.

El siguiente archivo era de Adora. El doble de grueso casi. Lleno de todos sus logros, por nimios que fueran. Casi todos de puño y letra de Shadow Weaver o con comentarios de ella. Otros capitanes también la elogiaban. Había también las fotos de su crecimiento.

Catra comparó la primer foto de Adora, un bebé que ni siquiera podría caminar, contra la primera de ella. Había un cierto desfase. Según las fechas, Catra había sido ingresada a la Zona del Terror, casi dos años después de la foto de Adora. El reino de Media Luna cayó entonces poco más de un año después de que Adora fuera arrastrada por Hordak a la Zona del Terror.

No quiso entretenerse mucho con las fotos ni con las matemáticas de las fechas.

En gran medida ya había confirmado todo lo que los viejos reyes le habían dicho, y lo que el sarcasmo sucio y bajo de Shadow Weaver le había reiterado. Solo faltaría algo que la nombrase como la verdadera princesa de Media Luna, no solo por omisión o por ser la última de ellos.

Vació la caja: había archivos de las princesas, de todo su equipo. De Micah y más gente y nombres que Catra no reconocía. Debían ser viejos enemigos de la bruja u otros soldados viejos de la Horda. Después tendría tiempo de revisar más a profundidad todo el material. El último archivo estaba dentro de una gruesa carpeta rojiza. El pad sonó indicando que ya había terminado de descargar toda la información.

Catra empezó a navegarla un poco distraídamente porque muchas imágenes y registros se repetían contra lo que ya había visto impreso. Había entradas adicionales como comentarios en algunos registros. Capitanes o instructores que habían dado un punto de vista y cosas por el estilo.

La carpeta roja la esperaba y la abrió sin prestar atención, un poco olvidada la ira, la injusticia, las heridas, por los números aburridos, las tablas de datos sin sentido ante sus ojos. Le extrañó que no tuviera un nombre o algo en la carátula como todos los demás. Lo primero era un registro de alimentación básico de prisioneros. Igual al que Catra había tenido que rellenar cuando Shadow Weaver estaba cautiva en las mismas celdas que había ayudado a diseñar.

Lo raro es que no tenía el nombre de nadie, solo figuraba como "Sujeto Uno". El registro era muy escueto, seguramente lo habían puesto a un régimen de castigo. Se rio un poco, sin humor. Glimmer se horrorizaría con estos números. Tendría que ser un lagarto o algún otro híbrido, ningún humano como Lonnie o Kyle aguantaría tantos meses con una dieta tan pobre. El año; el año era el mismo de la caída de Media Luna.

Catra empezó a pasar más rápido los registros. Ninguno tenía nombre, solo estaban numerados del 1 al 59. Y el número decrecía con los meses. Con los años. Los números de celdas no coincidían con ningún reporte que Catra recordara de la prisión de la Zona del Terror. El último registro de alimentación estaba fechado hacía seis meses, cuando Shadow Weaver fue destituida. De 59 sujetos, quedaban registros de 18.

Entrapta estaba tan excitada. La emoción le bullía por el cuerpo. Bow se había ido a dormir, porque después de pasar la tarde en la prisión y después ayudando a Entrapta, se había cansado. Las lecturas bajo espectros de medición más específicos, habían arrojado datos muy interesantes.

Justo ahora Entrapta tenía antenas que le mandaban información desde Isla Bestia, el Lejano Norte, el Desierto Carmesí, la Zona del Terror, las Salinas y la propia Luna Brillante, así como de su propio reino. Había detectado algunos pequeños picos pero no eran anomalías infrecuentes, por lo que no les había tomado mucho importancia. Y más con Catra presionandola para otros asuntos. Cuando los picos empezaron a ser más constantes, les prestó más atención. Ahora sus mediciones las estaba comparando usando una versión menos potente del software de Darla, que estaba intentando copiar y adaptar a su tecnología.

Los flujos mágicos de Etheria atravesaban todo el planeta, creando importantes fosos cerca de las piedras rúnicas. Eran como corrientes marinas, y así como estas las había frías y calientes, los flujos mágicos tenían sus propias leyes, que todavía no acababa de descifrar, lo cierto es que había flujos de entrada y salida. Se unían al interior para formar el Corazón de Etheria, como había aprendido en Isla Bestia.

La magia circulaba lenta y pesada en el área de la Zona del Terror, seguramente gracias a que la Black Garnet no estaba "equilibrada", palabra que usaba como en clave el sistema de los Primeros para definir el fenómeno. El resto de las piedras rúnicas parecían controlar los flujos y reflujos en sus áreas, había grandes picos de actividad que coincidían con las fechas de las batallas más representativas, como en Drill y las Salinas. Pero estos pequeños saltos apuntaban a una acumulación de energía que crecía en mayor medida, aunque seguía siendo mínima, en la Zona del Terror.

Había tenido la escala de medición del uno al diez, y los flujos normales se movían entre el tres y el cinco. La Black Garnet solía oscilar entre el uno y el dos. Durante las batallas, la gráfica se salía a veces hasta el trece, como en las Salinas cuando Mermista provocó el tsunami que subió hasta catorce. Para hacer una comparación, Entrapta cambió los parámetros a una escala de uno a cien.

Sería difícil lograr una buena tesis de esto. Entrapta empezó a manipular los datos. Los restringió a la Black Garnet y empezó a jugar con las marcas de tiempo. Se fue muy atrás, pero no había casi nada. Después, hace tres años, había algunos picos esporádicos pero mucho más notorios en comparación a los tres años previos, además de ser más consistentes. No podía medirlos con tanta precisión. Y los picos crecían en constancia, pero no en fuerza, desde hace poco más de tres meses a la fecha.

Desde seis semanas a la fecha, la Black Garnet había subido su escala de 1-2, a 2-4, seguía siendo bajo en comparación a las otras piedras pero era un cambió bastante interesante. Las piedras respondían a las emociones de las princesas, lo había comprobado varias veces. Y eso podría afectar el flujo. Fascinante.

Shadow Weaver había esclavizado a la Black Garnet con un hechizo perverso, y según Catra nunca había logrado una conexión natural, además de que la hechicera parecía estar bastante estable en su prisión. No explicaría los cambios tan recientes. Otra opción era Scorpia, la princesa original para la Black Garnet, que una conexión débil y manchada por magia ajena había terminado por corromper. Si Scorpia de verdad no tenía ningún lazo con su piedra rúnica, la única otra opción que Entrapta podía vislumbrar era que el Corazón de Etheria se estuviera desestabilizando y pulsando más energía hacía la única salida que tenía.

Cada opción era más fascinante y emocionante que la anterior. Tenía que volver a confirmar su teoría sobre las princesas y sus emociones. Las observaría y registraría los cambios. También le gustaría poder hablar con Shadow Weaver. Ahora tenía todo listo para presentar su reporte a Catra.

Esa habitación solamente había conocido un desastre tal cuando Adora se estaba preparando para el baile de las princesas. Después sufrió al ver a Catra colapsando. Y ahora se estaba cocinando algo mucho más siniestro. Catra había derramado lágrimas de puro estupor. El odio más puro y frío, ese que solo podemos tener por alguien a quien hemos amado con la misma fuerza, la recorría desde su centro hasta la punta de cada pelo. La rabia la empujaba, amenazando con romperla, y la había domado.

El piso estaba tapizado de papeles y fotografías.

Las fotografías detallaban horrores que no dejarían dormir a un hombre durante días.

Cuerpos rotos y llenos de sangre. Vivisecciones. Hechizos. La más brutal y cruda de las hambrunas. Cuerpos famélicos, mutilados. Pequeños y grandes.

Tan solo un momento antes y Entrapta la pudo haber detenido, sin sospechar las consecuencias para sí misma. Pero se encontró con Glimmer de camino a la habitación de Catra y empezó a contar lo que había descubierto para gran asombro e interés de Glimmer. Pues se enganchó al escuchar "Corazón de Etheria".

Catra salió sin rumbo de su habitación pero un deseo oscuro crecía en su corazón. Treeleaf estaba dormido en los establos y un escalofrío lo despertó. Mehira descansaba en una sala junto al fuego y un olor bajo, agrio, amargo le inundó la nariz. Los pasos de Catra pusieron destino a la habitación de la torre norte. Lily se estaba paseando de regresó a la habitación de Perfuma e iba regando aroma de manzanilla y lavanda. Mehira perdió el rastro.

Los guardias se extrañaron un poco por la hora, pero era la Comandante. Ella simplemente entró a la habitación después de que le abrieron las puertas.

Catra veía a Shadow Weaver dormida bajo sabanas suaves de color claro incierto a la luz de las lunas. Sus ojos eran los ojos de la Bestia. Del monstruo que toda la vida aquella que creía una madre le había dicho que era. El odio y la rabia la roían las entrañas y los huesos.

Le había robado, quitado absolutamente todo. Destruyó su pasado, hizo un verdadero infierno su presente y había usurpado su lugar en la Historia y el futuro.

Le había arrancado las raíces para trasplantarla pobremente en cualquier lugar y no dejarla morir, pero apenas viva. Y también la había despojado del único sol que había conocido.

Con una garra, firme, atravesó la barrera mágica. Esperaba sentir algo. No pasó nada. La traspasó por completo.

Sin titubear, levantó una garra y atacó directo en el rostro. La máscara roja salió volando y se escuchó el retumbo del metal. El gemido sorprendido y herido de la bruja.

—¿Así es como te gusta, maldita loca?— Gruñó Catra.

—¡Catra! ¿Qué crees que haces?— Se llevó las manos al rostro, tanto por detener la sangre que le bajaba por la cara, como por la vergüenza que la recorría siempre que estaban expuestas sus cicatrices.

Las garras de Catra se sentían tan bien. La carne era un material tan blando. Ella, que estaba acostumbrada a cortar metal, armaduras, escalar en piedra. Catra abrió bruscamente las sabanas y vio a la bruja solo en una bata negra. Shadow Weaver al fin se dio cuenta de la mirada salvaje y casi psicótica de Catra. El frío fuego de su odio la mantenía lúcida. En su mente se repetían las pesadillas de las fotografías.

—Justo así, ¿verdad?— Repitió con un gruñido.

Catra la tomó de un tobillo antes de que Shadow Weaver tuviera tiempo de escapar, la sacó de la cama con su fuerza prodigiosa y la lanzó contra la pared de la barrera mágica, curiosa. La bruja se retorció entre convulsiones mientras la barrera mágica la atacaba con su magia y Catra se regocijó. Shadow Weaver fue soltada por la magia y cayó al piso miserablemente. Un gemido bajo y lastimero salió de su garganta.

Catra la tomó de la solapa y la levantó. Shadow Weaver no tenía las fuerzas ni para empujarla. Con la otra mano, Catra le acarició la mejilla, sintiendo las cicatrices. Un miedo creciente se dibujaba en sus facciones.

—Recuerdas la lección. No grites, nos pueden escuchar— Dijo Catra con voz dulce y terrible.

Los ojos de Shadow Weaver se abrieron con horror. Esas eran algunas de las palabras que le decía a Catra mientras la castigaba. La caricia de Catra se volvió dolorosa cuando expandió las garras y las dejó marcar la piel gris. A Catra ya no le interesaban las preguntas y las respuestas. Había visto toda la verdad y ahora solo quería compensación. Su justa retribución.

—Catra, espera…— No. No tenía derecho a rogarle. No habría piedad.

En un relámpago, el ojo de Shadow Weaver salió de su cuenca. La bruja se mordió la lengua para no gritar. Ella no suplicaría. No le daría la satisfacción a Catra. Pero eso era justo lo que quería. Más tiempo para jugar con ella.

—Silencio. No quieres que nos escuchen— Repitió con un gruñido bajo.

—¿Por qué…?

—Tuviste que habernos matado a todos…

No. No era posible. Nadie sabía de ellos.

Solo los soldados más inútiles, sin voluntad, doblegados a su magia y mente. Ellos eran los encargados. Nadie podía entrar en su cámara. Se necesitaba el nivel de autorización más alto y Catra estaba aquí. No era posible que consiguiera la información.

—Sujeto 41— Susurró Catra, mientras en su mente veía la foto de una joven magicat gris manchada con un ojo todavía colgando del nervio a la altura de la mandíbula. Lamentaba no medir su fuerza y extirpar el ojo completamente de la bruja.

Shadow Weaver no necesitaba más confirmación. Catra la arrojó contra otro muro, con un sonido seco. Las pesadas puertas de fina madera no dejaban salir estos sonidos tan apagados, y los guardias con sus tontos cascos no tenían el oído tan fino.

Catra fue hasta la bruja que intentaba arrastrarse fuera de su alcance. Le hundió las garras en la pantorrilla mientras la sujetaba sin contemplaciones. La sangre tibia le manchó el pelaje.

Quedaba solo una hora para el cambio de turno y Entrapta quería hablar con Catra antes de que se fuera. Seguía hablando con Glimmer mientras caminaban hasta la habitación. En la mente de Glimmer, una idea que había estado mucho tiempo indefinida, y casi olvidada, ahora tomaba forma, templándose.

Shadow Weaver estaba cubierta de tajos, por todo el cuerpo. La ropa eran solo jirones. Catra la estaba destazando poco a poco, recordando las vivisecciones en el Sujeto 27, un magicat de no más de siete años.

Cuando Catra le empezó a hacer un tajo cruzado sobre otros muchos, Shadow Weaver empezó a quejarse más ruidosamente. Catra le tapó la boca con la mano izquierda mientras dejaba que sus garras crecieran varios centímetros y se le incrustaban en la piel.

—Cállate— Parecía que habían pasado horas pero no llevaban así más de 15 minutos.

La bruja balbuceó algo. El dolor se pintaba en su faz. Se estaba desangrando, sentía el frío morder sus huesos. ¿De verdad Catra la quería matar? Con toda la energía que logró juntar, lanzó un hechizo de los más peligrosos, sin dirección, sin runas, sin palabras, solo la voluntad de hacer magia, que se podía salir de control. Sabía que Catra tenía una asombrosa resistencia a la magia a causa de todos los castigos y hechizos que había usado contra ella, por lo que nada que hiciera ahora la podría salvar. Lo único que le quedaba, era esperar que Micah llegara a tiempo.

Los pelos de las orejas de Catra se estremecieron en un sentimiento que conocía muy bien.

—¿Qué acabas de hacer, maldita? Te dije que quería divertirme contigo mucho más tiempo— Shadow Weaver negó como pudo, pero no iba a engañar a Catra. Conocía demasiado bien la firma de su magia.

Sea lo que fuera, Catra sabía que no le quedaba mucho tiempo. Sin soltarla de la cabeza, amordazada con su palma, y las garras bien clavadas, usó la otra mano para empezar a romperle los dedos. Cada chasquido era una delicia. Shadow Weaver se retorcía, pero la fuerza de Catra era poderosa. Con el puño cerrado, la golpeó en el hombro y vio salir la sangre de entre sus heridas y escuchó romperse los huesos.

Micah se despertó sobresaltado, abrazado a Angella, ella también se despertó.

—¿Qué pasa, amor?— Preguntó ella soñolienta.

—hum…— Una sensación fría, viscosa, le recorrió la espina dorsal y tembló.

—¿Micah?

—Shadow Weaver está intentando escapar.

Los dos saltaron de la cama.

Entrapta tocó a la puerta y esperaron. Glimmer no haría de nuevo una cosa tal como meterse a la recámara de la gata sin autorización. Pero Entrapta no entendía de tales sutilezas. Volvió a tocar y esperar. Otra vez no recibieron respuesta. Entrapta abrió la puerta sin más y entró llamando por su amiga. Glimmer estaba a punto de detenerla, cuando vieron el desorden de papeles. Oh, no, si a Catra le había dado un atasco artístico y había dejado así sus pinturas, no quería ver nada. Entrapta entró a la habitación y recogió el primer montoncito de papeles que encontró, que eran uno de los registros de alimentación de prisioneros, en el nombre ponía Sujeto 27. Su coleta alcanzó una de las fotografías y la miró. Era alguien recostado sobre una mesa de operaciones, cubierto de vendajes sucios y heridas abiertas, parecía una especie de felidae, pero tenía injertada una cola de lagarto y un tentáculo, al parecer.

Después de dudarlo otro segundo, Glimmer entró y miró lo que Entrapta miraba tan fijamente. Se horrorizó.

—¿Qué es esto?— Preguntó consternada.

—Al parecer una operación de vivisección— Sabía que no podía esperar otro tipo de respuesta de Entrapta. ¿Y qué demonios era una vivisección?

Antes de que pudieran ver el resto de papeles y fotografías, Mehira se apareció en la puerta y maulló para que Glimmer lo viera. Ella se le acercó y se dio cuenta de su cara preocupada. Mehira no tenía tiempo. Detestaba a veces que no pudieran comunicarse más directamente. La mordió suavemente para jalarla.

—¿Quieres que vaya contigo?— Mehira asintió sin soltarla, tratando de imponer en su mirada toda la prisa que sentía.

El olor amargo de hace un rato, llenaba este pasillo y ésta habitación.

—Entrapta, vamos— Glimmer jaló de la mano a la princesa de Drill y siguieron al puma, sin soltar la foto ni los registros.

Un pie de Shadow Weaver estaba doblado en ángulo recto a la pierna. No era natural. Catra la seguía sosteniendo de la boca, disfrutando de cada sollozo y grito estrangulado. Pudo escuchar pisadas apresuradas a lo lejos, y si no estaba equivocada, eran las de Micah.

—Así que llamaste a tu pupilo… A él también lo hubieras matado si hubieras podido, como a Adora— Las palabras negras de Catra era un rugido bajo.

Con la otra mano la tomó del cuello y empezó a apretar. Shadow Weaver se retorció e intentó luchar, pero ya no tenía fuerzas, y tenía todos los dedos rotos, era una agonía. El fuego gélido de la rabia y el odio surgieron en Catra como un poder avasallador concentrado en sus manos. El frío dejó de ser una metáfora para empezar a quemar la piel de pergamino de la bruja.

Catra le quitó la mano de la boca para apretar con las dos su garganta y entre gritos ahogados de dolor y desesperación por conseguir aire, la chispa en sus ojos se iba perdiendo.

Los guardias abrieron la puerta y Micah y Angella entraron precipitadamente a la habitación, en la que solo miraban sombras. Se escuchaban sin embargo un siniestro ronroneo y los estertores. Uno de los guardias encendió las luces y miraron con horror la habitación llena de sangre y los dos cuerpos. Catra estaba hincada al lado de Shadow Weaver, con las manos todavía enredadas en su cuello, con la escarcha que se había formado en toda la garganta de la mujer, que extendió la mano destrozada hacia Micah, que no pudo moverse del estupor.

Catra apretó más y se escuchó el crujido del cuello roto.

Mehira llegó corriendo con Glimmer y Entrapta detrás. Las dos se quedaron estupefactas también.

Los guardias no estaban seguros de que hacer. Nadie lo estaba.

Catra no estaba loca. Estaba tranquila. Aliviada de hecho. Un poco sorprendida del hielo. Sus manos ya estaban normales de nuevo, solo manchadas de escarcha roja. Se puso de pie y todos los demás se movieron en respuesta. La seriedad en la cara de Catra contrastaba con lo que acababa de hacer. La cola se movía lentamente.

—¿Por qué?— Preguntó Angella.

—Se lo merecía… —Fue toda la respuesta que dio la gata.

—Guardias… Guardias, arresten a— Empezó a decir Glimmer.

—No te molestes, Brillitos. Haré lo que quieran— Caminó hasta el límite de la barrera, y extendió las manos, envainando las uñas. Tenía un poco manchada la ropa y el pelaje.

Micah conjuró una runa y deshizo el hechizo de Castaspella. Catra dio un paso adelante y los guardias la rodearon con cuidado.

—Llévenla a nuestras habitaciones, y que no salga— Ordenó Angella.

Cuando salieron, Micah se acercó hasta el cuerpo destrozado de la que alguna vez fue su mentora y observó pasmado el daño que Catra había hecho con toda la saña de la que era capaz. Miró la garganta congelada de la mujer. Había una leyenda, de que la familia real magicat tenía poderes corriendo por sus venas y solo podían ser despertados por poderosas emociones o mucho intenso estudio y meditación.

—Qué… ¿Por qué Catra…?— Glimmer ni siquiera podía pensar. No creía capaz a Catra de algo así, no en realidad.

—Creo… Creo que esto lo podría explicar— Dijo Entrapta mostrando la foto que todavía sostenía en su coleta.

Angella la tomó y se llevó una mano a la boca.

—¡Micah, Micah!

Lord Micah también miró la foto y antiguos grabados llegaron a su memoria. Esto era magia terrible. Prácticas tan atroces que llevaban siglos prohibidas.

—¿De dónde sacaron esto?— Glimmer los tomó a todos y los apareció en medio de la habitación de Catra.

Docenas y docenas de fotos y papeles en el piso los recibieron. No parecía haber un orden, pero el ojo experto de Entrapta y su conocimiento de Catra, detectaron el patrón rápidamente.

59 montones esparcidos es lo que había. Uno para cada sujeto.

—Tenemos que convocar a una reunión de emergencia. Esto no es cualquier cosa— Dijo Glimmer.

—Todos estamos alterados. Por la mañana pensaremos mejor— Contestó Angella.

—No voy a esperar a la mañana. Todas las princesas están en el castillo— Y Glimmer se desapareció antes de que los Lores pudieran decir algo más.

—Entrapta ¿Puedes reunir y organizar todo esto?— Preguntó Micah.

—Por supuesto.

—Mandaremos por ti en un rato—

Angella ya no podía gritar y hacerse obedecer por Glimmer, y no podía intentarlo justo ahora si quería evitar una fractura de poder peor de la que Catra había creado. Si la gata se empeñaba en complicar las cosas, podría hacer mucho daño. La antigua reina salió volando por la ventana, segura del destino de su hija.

Lonnie llevaba horas buscando, casi vagando, por las ruinas del Palacio del Horror, metiéndose en cada habitación que podía, rastreando con la ayuda de Emily. Hasta que dieron con unas escaleras que bajaban desde una cámara escondida detrás de los tronos. Bajaron y bajaron hasta que Lonnie sintió frío. Llegaron a una cámara subterránea de la que salían tres pasillos. Lonnie escogió uno mientras encendía una linterna y se adentraba con cuidado. Había gruesas puertas de metal, abolladas, arañadas, manchadas. A lo lejos se escuchaban algunos ruidos inciertos y tenebrosos.

Lonnie se acercó a una puerta, abrió la mirilla corrediza, levantó la linterna para mirar hacia adentro y un par de ojos verdes la recibieron, cuya pupila extendida se achicó al recibir la luz de la linterna. Lonnie se cayó hacia atrás del susto y soltó una maldición. Volvió a asomarse sin molestarse en recoger la linterna y una figura encogida al final de la pequeña celda, y el par de ojos verdes fulgurantes, la veían desde el suelo. Recordaba unos ojos y una figura similar de niña. Los ojos de Catra brillaban así en las noches, mientras la miraba acurrucada a los pies de la cama de Adora, las veces que Lonnie despertaba para ir al baño. No podía ser.

Sacó su pad y maldijo. No había señal. Esperaba encontrar algo. Pero no vida. Corrió hasta el Salón del Horror y llamó a Catra.

Micah y Entrapta saltaron de la sorpresa al escuchar el dispositivo de Catra sonar.

Entrapta contestó y se sorprendió de ver a esa hora a Lonnie.

—¡Catra! ¡Están vivos! ¿Viste…?— Pidió emocionada, desesperada, apurada.

—¿Quiénes están vivos?— Preguntó Entrapta. Lonnie se recompuso un poco.

—¿Qué sucede?— Preguntó Micah.

En las habitaciones privadas de los lores.

—Debe permanecer aquí, comandante— Dijo uno de los guardias.

—Sí, como sea— Y Catra se sentó en uno de los sillones, mirándose las uñas.


N.A.

Bueno, eso es todo por ahora.

Prometo que esto va a algún lado. Pero no spoilers.

Según la wiki de He-man, la Catra del 85 tenía un poder que se llama Freezefire. Y también se puede teletransportar, pero eso se lo dejaremos a Glimmer.

¿Qué será lo que hace que la Black Garnet tenga picos de actividad?

Carpe Diem