Hola!
Bueno, eso fue pronto, pero aquí estamos de nuevo.
Parece que Catra y yo solo necesitabamos matar a SW para ganar resolución.
Capítulo 22
"Proclamación"
Catra no había pensado fríamente que quería matar a Shadow Weaver.
Necesitaba salir, hacer algo, desacelerar su corazón mutilado. Toda la verdad de su existencia había estado en esa carpeta roja. Su historia, el pasado de su pueblo y las atrocidades a las que los habían sometido.
Después de que cayó el reino Escorpión, cayó Media Luna, y con ello la extinción de los escorpioni y los magicat. Lo único que no sabía, y no necesitaba saber para la resolución que se estaba formando en ella, era por qué.
En los registros constaba que Catra era hija de las monarcas de Media Luna, lo que la hacía la heredera de pleno derecho. De un pueblo extinto y un reino fantasma. Podía con todo eso. Ya lo sospechaba por las burlas de Shadow Weaver. Pero los mató. A todos. No murieron heroicamente en batalla. Algunos sí, pero el resto fueron llevados a calabozos sin nombre para realizar torturas y experimentos en ellos.
Ella no sabía de magia, no sabía si todo aquello tenía algún fin o solamente era para alimentar su placer y sadismo. No importaba, porque la haría pagar sangre con sangre. Antes de que se diera cuenta, ya estaba en la habitación de la bruja. Fue como una experiencia extracorporal. Catra estaba totalmente consciente de su cuerpo, de lo que estaba haciendo, pero estaba mucho más allá de la pena y la piedad. El odio era su motor.
Ahora podía recordarlo y disfrutar de las sensaciones, sin embargo, no quería la sangre de la bruja ni nada suyo contaminando su pelaje. Se levantó, buscó el baño y se lavo todas las manchas de sangre, se quedo en su ropa interior.
Se puso a pensar en cómo podría afectar esto su futuro inmediato. Tendría que haber ido a relevar a Netossa para este momento. Quizás ya le hayan avisado. No pasaba nada si la prisión se quedaba sin una princesa una madrugada. Pensó en la mirada triste de Scorpia. En la mueca incrédula de Bow. Tal vez ahora Glimmer dejara de meterse con ella, ahora que había visto de lo que era capaz. De lo que ni siquiera Catra sabía que era capaz.
Se miró las manos y comprobó por enésima vez en su vida que sus dedos no eran tan finos y rectos como lo habían sido los de Adora, pero era otra cosa que no era su culpa. Shadow Weaver se los había roto uno por uno, primero una mano y después la otra, cuando descubrió su gusto por pintar y empezó a hacerlo en vez de prestar atención.
Y ahora esas mismas manos torcidas y salvajes habían podido devolver el golpe. Ella habría preferido tener durante años a la bruja, presa de su dolor, para una justa retribución. Pero no era algo que pudiera garantizar. Los dolores más intensos que pudiera hacerle de manera rápida, con eso tendría que bastar.
Adora no lo aprobaría, pero lo entendería, al final. Que Catra no podría dejar pasar por alto el genocidio y la tortura. Porque al fin entendía. Sí, Catra al fin comprendía cabalmente. Los monstruos vivían entre ellos y había que exterminarlos.
No era el mesías que liberaría a su pueblo, ni la heroína que los salvaría a todos, tampoco sería la mártir que moriría por ellos, pero sería su juez y verdugo. Sería sus colmillos y garras. Que en ella recayeran todas las deudas de sangre, porque tenía lo que se necesitaba para llevarlo a cabo y no enloquecer en el proceso.
Se había terminado el tiempo de esconderse e ir con cuidado. Barrería con la Zona del Terror, la reduciría a escombros y la borraría de la faz del planeta. Así tuviera que hacerlo ella sola. Para bien o para mal, estaba segura que no estaría sola. Tenía a sus amigos, y tenía aliados. Que Glimmer no se pusiera en su camino o pagaría las consecuencias, aunque siendo sinceros, la quisiera de su lado y dirigir sus poderes para asolar a Hordak y todo lo que representaba.
Catra estaba preparando sus argumentos cuando las puertas se abrieron y Juliet se presentó ante ella. Se sorprendió de verla en interiores y le reverenció. Catra ronroneó.
—Princesa Catra, la esperan en el Salón de Guerra— Eso fue rápido. Juliet se dirigió a un guardia —Que le traigan ropa a la comandante, de prisa— Si Catra no estaba entendiendo mal, tenía incluso a la fuerza militar de Luna Brillante de su lado.
—Vamos, General.
—Podemos esperar a que le traigan su cambio de ropa, princesa— Corrigió Juliet.
—Está bien. ¿Quién está a cargo en el campamento?— Preguntó Catra para matar el tiempo.
—El Teniente Rogelio.
—Bien. ¿Estoy en custodia?
Juliet se inquietó un poco. Había espantosos rumores corriendo entre los guardias y la servidumbre sobre la comandante, y aunque había tenido sus dudas al principio, esta hordiana tenía el visto bueno de la reina Angella y sus acciones les habían traído la racha de victorias más importantes en toda su carrera militar.
—Lord Micah me ha pedido que la escolte hasta la reunión, es todo lo que sé.
—Entiendo, General.
—¿Quiénes están vivos, señorita?— Preguntó Micah a Lonnie, que jamás había hablado con él y Scorpia le había contado con mucho barullo que era el papá de Glimmer, que había estado muerto o algo por el estilo.
—No sé quienes son, pero Shadow Weaver los tenía encerrados en unos calabozos ¿Dónde está Catra? Tiene que saber esto.
—¿No tienes ninguna pista? —Preguntó Entrapta.
—No… Se parecen a Catra, creo.
—Los magicats…— Susurró Micah, que todavía se estaba acostumbrado a toda esta tecnología. Ahora toda la gente podía comunicarse por medio de ilusiones tecnológicas —Señorita, necesito que vaya a confirmar la información sobre lo que encontró y nos diga. Justo ahora es muy importante— Algo en el tono de Micah movió a Lonnie, quien asintió y se desconectó para volver a bajar a los calabozos.
Lonnie se encontró con que Emily ya se le había adelantado, había escaneado y mapeado toda el área, ecolocalizando cerca de cien celdas en las que solo 17 detectaba algún tipo de movimiento. La capitana se dirigió a la misma celda de antes y la recibió ahora un grave ronquido, y los ojos verdes la seguían mirando desde el fondo. Lonnie levantó la linterna y apuntó, la criatura escuálida se apretó todo lo que pudo contra su esquina y el ronquido de su garganta creció. Sus ojos salvajes eran enormes en su cara angulosa y famélica.
El pelaje negro de su cuerpo contrastaba con su cabello oscuro y sus orejas grises, pero estaba tan sucia que a Lonnie le costó trabajo definir los colores. Vestía harapos grises. La celda era de verdad un calabozo, construida tosca directamente en el lecho de roca. No había ninguna fuente de luz. Había una coladera abierta al centro de la celda y pequeños hoyos cerca del techo, no más grandes que un puño. Había restos de huesos en el piso, tan mordisqueados que era imposible saber su tamaño y fuente originales.
—¿Hola?¿Puedes hablar?— Lonnie intentó preguntar con toda la suavidad que pudo.
La figura parpadeó pero no dejo de gruñir. No se veía herida. Lonnie no sabía qué demonios hacer.
—No vengo a lastimarte… No sabía que estarían aquí. Hay otros más…— La criatura no reacciono, pero al menos dejo de gruñir. Lonnie pensó que la comida sería buena idea, aunque fueran las barras. Como Capitana de la Fuerza, por lo menos ahora siempre podía tener de las grises y llevaba un par encima para comer —Mira, solo traigo esto de momento, pero volveré con más— Abrió la pequeña puerta corrediza pegada al suelo, usando toda la potencia de sus músculos porque estaba atascada, y empujó dentro las dos barras que traía y su botella de agua.
Lonnie quería ayudar más, de verdad que sí, pero no tenía ganas de enfrentarse con una criatura con garras que probablemente estuviera loca. No se molestó en volver a cerrar la pequeña compuerta.
Se quedó un momento más, esperando y la criatura variaba su mirada entre la morena y los suministros en el piso. No tenía tiempo que perder. Lo dejó ahí y se fue a ver las celdas que le decía Emily. A medio camino tuvo que parar porque le dieron arcadas. No todas las celdas estaban igual de limpias. Ni todos sus ocupantes igual de enteros. Cuando Lonnie terminó de revisar lo que Emily había encontrado, se quedo con la imagen de 13 criaturas que se movían, le gruñían o le gritaban. Las otras cuatro ni siquiera se molestaron en encogerse o esconderse. O no sabía si podían moverse siquiera. No intentó hablar con ninguna otra y lamentó haber usado dos de sus barras con la primera. Dividió lo mejor que pudo el resto de las barras y las repartió en el resto de las celdas.
Regresó a la superficie, agradecida del aire limpio y la luz de las lunas.
Cuando contacto a Entrapta de nuevo, le mando la foto de la criatura de ojos verdes que tomó y le confirmó la existencia de los demás. La criatura se parecía bastante a Catra pero era imposible decir si era un él o una ella.
Micah miró la imagen y confirmó lo que los archivos que Entrapta le había entregado decían.
La Horda había capturado a poco más de setenta magicats después de la batalla de Media Luna, entre ellos a su joven princesa. De ellos solo sobrevivieron 60, y 59 fueron encarcelados para realizar espantosos experimentos con ellos. Micah reconocía algunos ejercicios de sus tiempos de estudiante avanzado en Mystacor. Había libros prohibidos que se podían ver y estudiar teóricamente y que para llevarlos acabo, necesitabas mucho más que agallas.
Había cosas que Shadow Weaver había llevado demasiado lejos como sus vivisecciones, injertando partes de otros híbridos en los magicats, probando sus límites y sus retorcidas teorías acerca de la impureza y viabilidad de los híbridos, de quienes entre todos, los magicats eran los más resistente, se rumoraba. No por algo eran la única raza en tener la magia en su nombre. Los magicats eran la perfecta unión de la carne y la esencia, de la magia y la naturaleza. Todas sus cualidades físicas estaban respaldadas por una magia primal y ancestral.
De todos sus sujetos disponibles, habían logrado sobrevivir 18, por lo menos hasta hace seis meses, y según la señorita de la pantalla, solo quedaban 17, y quedarían menos si no los sacaban de ahí.
Micah sabía apreciar el sentido común de Lonnie. No intentó sacarlos así como así, era demasiado arriesgado hacerlo para una sola persona sin saber que tan dañados o vulnerables estarían, incluso podía haber hechizos trampa, más allá del riesgo de los propios magicats.
Muy a pesar de las atrocidades que estaba viendo, Micah no pudo si no impresionarse de lo espeluznantemente detallado que estaban los trabajos de Shadow Weaver, y una nota en especial le llamó la atención y pronto todo el trabajo que había estado haciendo para poder usar el hechizo de traducción instantánea en todos los animales mágicos cobró sentido, comprendió sus errores y comprobó con horror que el trabajo de su mentora tenía aplicaciones útiles y hasta valiosas.
A Catra le habían llevado uno de sus ropajes de princesa directo de la lavandería, así que cuando llegó al salón de Guerra, estaba vestida en toda su gloria real, limpia, con la melena tan acicalada como acostumbraba últimamente y tan tranquila que el resto de princesas no entendían cuál era la emergencia.
Estaban ahí todas con aspecto de acabar de despertarse, Frosta, Perfuma y Scorpia incluso iban en pijama. Netossa todavía no llegaba y Spinni estaba preocupada por ella porque la reina no aparecía y Catra tendría que haberla relevado. Spinni estaba vestida y bien despierta porque estaba esperando a su esposa para dormir. Perfuma sintió un escalofrío al sentir la energía que emanaba de Catra.
Micah llegó junto con Entrapta por fin al salón y se puso nervioso al ver que todavía no estaban por ahí su hija y su esposa.
—Glimmer, detente un segundo, por favor. No puedes precipitarte— Pero Glimmer acababa de dar la orden a los guardias de reunir a las demás princesas en el Salón de Guerra. Angella suspiró.
—Mamá… Si no confías en mi juicio no se para que me hiciste reina entonces— Dijo Glimmer con la voz entrecortada.
—Hija, confío en tu buen corazón, y quiero evitar que hagas algo de lo que puedas arrepentirte después. Sin duda lo que está pasando requiere acciones contundentes, pero no precipitadas.
—Parece que apoyaran más a Catra que a su propia hija. Ella la mató, mamá. No en la batalla, si no mientras dormía. Seguramente solo estaba esperando a que nos confiáramos para poder hacerlo— Mordió Glimmer, herida de la aparente predilección de sus padres por la magicat.
—Jamás apoyaremos a nadie más que a ti, Glimmer. No puedes creer eso ni por un segundo. Somos tus padres y te amamos. Y no puedo creer que de verdad pienses que Catra ha hecho todo esto para tener la oportunidad de matar a esa mujer— Angella dio pasos hacia su hija, con los brazos abiertos.
—A veces… No sé que creer, mamá. A veces es tan parecida a…— Se le cortó la voz, mientras aceptaba el abrazo de Angella. Ojalá pudiera ser una niña resguardada del mundo en los brazos de su madre y ya.
—Lo sé… Recuerda que crecieron juntas— Dijo Angella acariciando la cabeza de Glimmer.
—¡Y luego hace esto!— Explotó otra vez sin librarse del abrazo.
—Que crecieran juntas no quiere decir que sean la misma persona. Sería como esperar que seas igual a Bow, pero sin duda él es tan determinado como tú— Angella no estaba segura a lo que quería llegar su hija.
—Quisiera saber qué es lo que haría Adora— Al fin le daba algo claro con lo que trabajar.
—Ella hablaría con sus amigos y las princesas antes de decidir… Me temo que estaría igual de confundida que todos nosotros por las acciones de Catra— Además de terriblemente herida, pensó Angella.
—Creo que tienes razón. Catra había dejado en paz a Shadow Weaver y yo vi lo mal que se puso cuando fuimos a la Zona del Terror para evitar que el portal…— Angella la volvió a estrechar. Su instinto maternal deseó también poder abrazar a Catra, porque en sus mil años, apenas podía imaginar la cantidad de dolor que había tenido que soportar.
Con la cabeza más templada y el corazón dispuesto, madre e hija se dirigieron al Salón de Guerra, donde ya todos las esperaban, pues su charla se había extendido más de lo pensado.
En eso entró Netossa, un poco húmeda porque había empezado a lloviznar.
—¿Alguien puede explicarme porque hay una reunión a media noche?— Demandó con su intensidad usual.
—Cariño, no lo sabemos. Te estábamos esperando para empezar. Me alegra tanto verte— Spinnirela no dudó en demostrar su amor frente a todos al sentir el alivio de ver a Netossa a salvo.
Así como cada vez que Catra las veía, sentía una nueva nostalgia, de contacto, de cariño. De cuidar. Quisiera tanto haber tenido la oportunidad de ponerle un nombre tan exacto a su dinámica con Adora, que era más que su mejor amiga, mucho más que cualquier persona en su vida. Ella sabía que amaba a Adora, el amor no le era ajeno. El concepto de mejor amigo tampoco. Kyle, Rogelio y Lonnie eran mejores amigos entre ellos. Lo que no tenía era el concepto de pareja, de familia, así como lo vivían Spinnirella y Netossa, Micah y Angella. Porque Catra tenía impulsos que iban mucho más allá de lo que quisieras hacer con un amigo con Adora, y por fin tenía nombre.
Juliet estaba detrás de Catra, y dos guardias más la respaldaban. Las princesas miraron a la familia real, Micah y Angella en ropa de dormir, Glimmer un poco desaliñada. Bow la miraba, nervioso, y también miraba a Entrapta, trabajando en el dispositivo de Catra, pero no de la forma alegre compulsiva que solía tener, si no con una seriedad rara en la princesa de Drill.
Glimmer sabía que ella era la que tenía que abrir, solo que ahora ya no estaba muy segura de que decir. Veía a Catra tan tranquila, que no creía que apenas hace un rato la había visto sonreír al romperle el cuello a la mujer que alguna vez había llamado madre.
—Siento mucho haberlos despertado, pero hay algo muy serio que discutir, y no podía esperar, ni siquiera a la mañana— Frosta se puso seria después de volver a tallarse los ojos y Scorpia escondió un bostezo —Catra fue hallada hace un rato… sobre…— Glimmer ni siquiera podía decirlo.
—Maté a Shadow Weaver— Explicó Catra como si le hubieran preguntado que cenó.
Las emociones al rededor de la mesa fueron creciendo. Varias princesas tenían la expresión de que no habían entendido bien lo que escucharon. A todos se les fue borrando el sueño de la faz conforme la verdad los iba calando.
—¿Qué tú que?— Preguntó Netossa.
—Maté a Shadow Weaver— Repitió Catra con la misma calma.
Su actitud relajada enardeció a Glimmer, que había estado dispuesta a escuchar.
—La mataste, y ahora estamos aquí para decidir cuál será tu castigo. Acaba de confesar— Dijo Glimmer con potencia en la voz. Angella suspiró y Micah la tomó de la mano. Como monarcas previos, sus votos todavía valían en el concilio pero no sabían que hacer.
—¿Por qué?— Spinnirela se hizo eco de la pregunta de Angella, y ahora que Catra tenía las ideas más claras, contestó. Aunque la pregunta era más producto de la estupefacción que de la verdadera necesidad de saber.
—Porque soy Catra, hija de Chikane y Nube Oscura, reinas de Media Luna. Shadow Weaver recibió lo que merecía después de exterminar a mi raza… y por la mañana caerá la Zona del Terror— Sus ojos refulgieron y plantó las palmas sobre la mesa, y más escarcha rodeó sus manos.
N. A.
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