Hola!
Espero que les guste!
Y de nuevo, gracias por la respuesta que está teniendo esta historia.
Capítulo 24
"Hija"
Los magicats estaban en los huesos. Lonnie no se explicaba cómo seguían vivos. Ojos Verdes se quedaba en las celdas al lado de Emily, ronroneando y maullando para calmar a los otros magicats mientras el robot trabajaba. Las puertas eran el doble de gruesas que el blindaje de un tanque y era una operación lenta cortar una sección lo bastante amplia para que Lonnie pudiera entrar y salir con el magicat.
Los ayudaba a andar si es que podían sostenerse sobre sus piernas, o los cargaba hasta el destruido Salón del Horror en brazos. Eran altos, pero estaban tan delgados… Piel y huesos. Los mechones de pelo se les caía al sostenerlos. Ninguno estaba entero. Les faltaban cualquier parte imaginable del cuerpo, o tenían adiciones extrañas, como uno que tenía la cola y la pinza de un escorpioni en vez de su propio brazo y cola. Lonnie llevaba seis, que yacían recostados o sentados, ante los murales de la familia real Scorpio.
Lo que quedaba del palacio estaba en las bases de las altas torres de la Zona del Terror, y era una zona que estaba tanto en el corazón del territorio como a las afueras, ya que la Zona del Terror se había extendido sin ton ni son a lo largo de los años, y esta parte estaba prácticamente en el olvido.
Catra no había dejado de correr, habían recorrido la distancia en un tiempo récord y solo cuando las ominosas montañas que se cernían sobre la Zona del Terror se dejaron ver, se detuvieron para avanzar con cuidado. Catra se sabía las rutas y horarios de todas las guardias, por lo que no fue tan difícil.
Lonnie estaba ayudando a subir a un magicat que le faltaba la mitad de la cola y un brazo, Emily estaba terminando de abrir la siguiente celda y el magicat de dentro se estaba desesperando. Sus ojos azules estaban desenfocados y Ojos Verdes detectó un olor raro viniendo de su hermano. Antes de que Emily terminara, el magicat se lanzó de cabeza a la puerta rota y logró terminar de romper el metal, abriéndose la cabeza en el proceso. Rodó por el pasillo y salió corriendo hacia la libertad, hacia el aire puro.
—¡Shu, detente!— Gritó con la voz desgarrada por no usarla en tanto tiempo Ojos Verdes.
Pero Shu no le hizo caso, siguió corriendo, Emily salió tras él, pero ese piso de piedra no era el más adecuado para la tracción de sus patas. Lonnie sintió un escalofrió y volteó para la abertura que bajaba a las mazmorras, y pudo esquivar de un salto al magicat, que le gruñía, con la mirada enloquecida y febril. Ojos Verdes obtuvo fuerza de la adrenalina para subir lo más rápido que pudo, que no estaba siendo suficiente.
—¡Para, para! ¡No quiero hacerte daño!— Pedía Lonnie, mientras saltaba y esquivaba. Los otros magicat que ya había liberado gruñían también, intentando detener a su hermano desquiciado.
Lonnie sacó su bastón y lo blandió para defenderse pero el magicat era increíblemente rápido, y Lonnie lo perdió en el forcejeo. El magicat mostró los colmillos, hambriento y desesperado, justo cuando se abalanzaba sobre Lonnie, el látigo lo tomó del cuello y lo mandó a volar al otro lado del Salón. Angella detuvo el vuelo, asombrada de las ruinas de lo que en otro tiempo había sido un castillo tan magnifico como el que más. Catra gruñía profundamente mientras el otro magicat apenas podía moverse después de tal impacto. La gata se agazapó frente a Lonnie con todos los colmillos descubiertos y Ojos Verdes al fin salió de la escalera, con la respiración agitada.
Lo primero que vio fue a Angella, con sus alas levemente destellantes, a sus hermanos en el piso, agitados pero incapaces de ayudar y como un lagarto y alguien más llegaban. No lo podía creer. Angella seguía exactamente igual. Y ahí estaba su salvadora, la joven morena que los había estado ayudando, en el piso, siendo protegida por…
—Catra…— la oreja de Catra se movió ante la voz no reconocida.
Su respiración se calmó, ya que el sujeto que pretendía atacar a Lonnie no se movió de donde había caído. A lo mejor uso demasiada fuerza. No pudo evitar fruncir la nariz. El olor estaba más allá de desechos corporales, suciedad de capa tras capa, incluso de sangre seca y heridas infectadas; eran un coctel demasiado potente para su nariz. Por fin volteó a ver a los cuerpos arruinados que la miraban a ella estupefactos.
Scorpia llegó resoplando y detrás de ella estaba Rogelio, igual de cansado. Ojos Verdes los miró un segundo pero tuvo que regresar su mirada a la joven magicat que ahora estaba ayudando a su amiga a ponerse de pie. Un maullido bajo se le salió de la garganta y todos voltearon a verle.
Angella veía el presente y no comprendía el pasado. El pasado no podía coincidir con lo que estaba mirando. Ojos Verdes tenía la misma altura que Angella. Su pelaje estaba tan sucio y destruido que a la débil luz de las lunas no podía reconocerlo, pero esos ojos verdes cual esmeraldas eran inolvidables. Con sus vetas azuladas, jamás había visto ojos iguales.
—Nube…
Pero Ojos Verdes no tenía ojos para nadie más. Con dificultad, por lo débil que estaba, avanzó hacia Catra, que tenía la cola esponjada y las orejas muy alerta. Ojos Verdes volvió a maullar, llamándola y la reacción de Catra fue luchar contra el instinto que le pedía maullar de vuelta. Catra había pasado toda su vida consciente peleando contra sus instintos, callando sus maullidos y ronroneos, solo compartiendo estos últimos con Adora.
—Catra— Llamó entonces con voz rota y ronca y Lonnie se sorprendió porque pensó que no podían hablar.
La felina no sabía qué hacer. Era demasiado. Creyendo que estaban todos muertos. Después enterándose que Shadow Weaver los retuvo cautivos para sus perversos propósitos, y para que después le dijeran que hay algunos de ellos vivos. Y llega y se encuentra a una criatura a punto de atacar a Lonnie, para darse cuenta que es un magicat maltrecho con media cola. Solo en ese momento Angella se percató de la esencia misma de Catra.
—No creí… Jamás… de verdad, volver a verte— Susurró la magicat, ahora Catra podía reconocerla como una hembra, a pesar de la delgadez extrema, de la falta de curvas donde debían ir —Pero lo pedí cada día— Nadie decía nada.
Todos sabían instintivamente que este momento no debía ser interrumpido. Que la eternidad los había alcanzado.
Ojos Verdes se acercó tanto a Catra que ella le pudo ver cuando alzaba la mano, las falanges que le faltaban en dos dedos, con garras grises. Catra estaba hechizada, no podía moverse.
—Mi vida, mi luna, mi hija… ¿No sabes quién soy, verdad?—
No.
No.
No. No.
No le podían hacer esto al maltrecho corazón de Catra.
Angella tenía el corazón en la garganta. Se tapó la boca para esconder un sollozo.
—Soy Nube Oscura. Tu madre— Decía mientras sus ojos se clavaban en los de Catra y veía todo su dolor a través de ellos. Al fin su mano alcanzó la mejilla de Catra y su pecho quería explotar.
Durante diecinueve años anheló este momento.
Gracias a las lunas, podía ver una vez más a su hija antes de morir. Podía sentirla. Verla convertida en toda una mujer. En todo lo que su raza podía desear. Se veía hermosa, fuerte. Era leal, defendiendo a su amiga de un ataque. Era compasiva y paciente, no atacando a un enemigo caído.
Catra estaba alzando su propia mano para tocar la mano de la magicat frente a ella, cuando se desvaneció.
—¡Nube!— Fue todo lo que pudo decir Angella antes de salir volando para ayudar a Catra a sostener el cuerpo deshecho de su madre.
Light Hope ciertamente había calculado la posibilidad de perder a Adora. Al fin estaban en guerra. Y la gente se muere todo el tiempo en las guerras. Pero era una probabilidad muy pequeña.
Al final fue la propia Adora la que se sacrificó. Igual que Mara. Una especie de bug dentro de la configuración de las dos. Light Hope no podía prever los errores de los bugs.
Por lo menos había logrado que Adora arreglara la antena. Ahora tenía un mayor rango de acción. No estaba en el mismo lugar que la última vez. Necesitaba encontrar a otra persona capaz de conectarse con la espada y traerla a través de Despondos. Su mejor apuesta era la que ya le había traído resultados.
Ahora podía no sólo manipular el portal, si no ayudar a construirlo. No directamente porque su capacidad de creación estaba limitada al Faro y su interior. Poco a poco, podía corregir cálculos y agregar notas, lo que estaba acelerando en gran medida el trabajo de Hordak, que se sentía tan extasiado de su exito después de tan terrible derrota que no se ocupaba de otra cosa más que de seguir trabajando.
Ya no necesitaría ningún ejercito mediocre cuando llegara Horde Prime con el resto de sus hermanos a poner orden a este planeta infestado de tan pobres y caóticas formas de vida. Mientras tanto, "Catra" podía seguir ocupándose de los pequeños problemas que creaba tan ejercito.
Por otro lado, Light Hope también tenía que ocuparse de cómo iba a recuperar la espada. Era una de las piezas claves. La últimas vez solo había tenido que mandar a una de sus arañas a recuperarla, pero ahora la espada estaba custodiada día y noche. Tendría que ingeniárselas más esta vez, y observar con mucha atención.
—Tranquila, Catra. Está bien, solo está desmayada— Intentaba calmar Angella a la princesa magicat.
—Tenemos que sacarlos a todos de aquí— Fue la única respuesta de Catra al ver como débilmente el pecho de aquella magicat seguía subiendo y bajando.
Lonnie extendió otra de las mantas y Catra puso ahí el cuerpo, al lado de los otros magicats maltrechos. La miraban maravillados. En especial la corona que portaba y ahora Catra se preguntaba si no fue un error haberla traído. Después de un momento, los magicats se acomodaron en torno al cuerpo de Nube Oscura, los que podían, la tocaban con sus colas y un coro de ronroneos se extendió. Todos los presentes se sintieron más tranquilos en poco tiempo.
—Rogelio, átalo y ponlo con los otros. Ten cuidado— Ordenó Catra refiriéndose al magicat loco que había intentado atacar a Lonnie. Rogelio gruñó afirmando —Lonnie, llévanos con los demás. Dame los detalles— Catra, Angella y Scorpia empezaron a seguir a Lonnie hasta la entrada de las mazmorras.
Emily ya estaba a punto de terminar de subir, cuando vio a Lonnie y con un pitido molesto, simplemente se dejo rodar al fondo de nuevo.
Catra tendría que esperar más, lo sabía. Siempre tenía que esperar, pero ahora no sería demasiado. Tenía que concentrarse y resolver la situación.
—Hay 18 cuerpos, 17 están vivos, pero cuatro de ellos no responden y no se mueven. Pero las lecturas de calor indican que siguen vivos… Hay ocho ya afuera. Ninguno había hablado… dos parecen agresivos y los estaba dejando para el final.
—Tenemos que seguir con los demás y apresurarnos antes de que algo pase— Dijo Catra.
—Me da gusto que llegaras justo a tiempo— Comentó Lonnie.
Catra no dijo nada mientras seguían bajando y Angella creaba una bola de luz que las seguía mientras avanzaban.
—No tenía idea de que estaba esto aquí— Comentó Scorpia, que sentía escalofríos parecidos a los que se podían sentir en Isla Bestia.
—Creo que ese era el punto de tenerlo aquí abajo, Scorpia— Le respondió la gata con sarcasmo.
Llegaron al fin a una de las celdas que seguía cerrada y todas arrugaron la nariz por el olor. No todos los magicats habían podido mantener el decoro en sus celdas, a algunos ya no les importaba. Los magicats no habían estado en celdas contiguas si no que estaban repartidos en los tres grandes pasillos, para que no pudieran escucharse ni olerse entre sí. Con cada nueva atrocidad, Catra disfrutaba con renovado vigor cada herida infligida a Shadow Weaver.
—Vamos a necesitar un esquife para sacarlos a todos de aquí— Murmuró Catra.
—Afuera está escondido en el que vine con los suministros— Ofreció Lonnie.
Con Emily y Angella trabajando con sus rayos concentrados en unas celdas, así como Scorpia rompiendo la puerta con sus pinzas y Catra cortando, terminaron el trabajo mucho más rápido, mientras Lonnie y Rogelio ayudaban a los magicats. No sin que antes se saludaran y abrazaran. Lonnie de verdad los extrañaba, pero ahora se alegraba de haber permanecido en la Zona del Terror.
Los cuatro magicats que no respondían se veían igual que los demás, de delgados y débiles, simplemente parecían dormidos, sus respiraciones eran superficiales pero constantes. Angella estaba segura que no les quedaba mucho tiempo. Y no sabía si habían llegado a tiempo para ellos. Dejaron para el final a los magicats que no se calmaban. Catra intentó hablar con ellos, pero no dejaron de gruñirles. Mientras Emily cortaba el metal de las puertas, Scorpia esperaba atenta para picarlos antes de que pudieran atacarlos. Entre todos tuvieron a los magicats libres en poco más de una hora y la mañana ya despuntaba.
Entre Scorpia y Rogelio estaban terminando de acomodar lo mejor posible a los magicats en el esquife. Ocupaban poco espacio, pero aún así el esquife no estaba diseñado para tanta gente. Angella los seguiría volando y Scorpia y Catra aguantaban el viaje de regreso con sus propios medios, y ya no irían tan rápido, tenían que evitar movimientos bruscos.
Angella miraba a Catra como si fuera una bomba que pudiera estallar en cualquier momento. Había visto a muchas personas así, que parecían estar bien, y aguantaban y aguantaban hasta que algo que parecía mínimo los rompía en millones de esquirlas. En cierto sentido, sí era el caso de Catra.
La princesa magicat miró a Lonnie cuando ya tenían que irse. Recordó con todo detalle las últimas 12 horas, más o menos, desde que recibiera su llamada. Los archivos habían estado dos semanas al pie de su escritorio. Dos semanas que a lo mejor le habían costado la vida al decimo octavo magicat. Se había rehusado a dejar el cuerpo atrás, que ni siquiera se había descompuesto, lo llevaban envuelto en un sudario hecho de algunas mantas.
—Lonnie… Gracias— Las palabras eran tan pequeñas.
La sonrisa de Lonnie, en cambio, era enorme y sincera. Estaba satisfecha. Se había dejado de sentir traicionada y dolida después de la realidad del portal, cuando había comprendido mejor las cosas. Después de ver sufrir a Catra al punto de no soportar su propio reflejo en el espejo. Sí, porque se dio cuenta del espejo despedazado en su habitación de Capitana de la Fuerza. Ahora sabía lo estaban haciendo mejor.
—Ni que lo digas— Le sonrió.
Rogelio saltó al suelo y rodeó con la cola a Lonnie por la cintura, en un gesto casi casual y Catra se dio cuenta apenas de su relación. No pudo más que alejarse y dejar que se despidieran.
—Le he enviado un mensaje a Micah para que estén listos para recibirnos— Dijo Angella a la gata.
—Todavía estamos en territorio de la Zona del Terror, podrían…
—Tenemos nuestros propios medios, Catra— Acentúo Angella. Y Catra pensó en magia.
Lonnie abrazó a Rogelio y se despidió, pero Rogelio no había aprendido solo a luchar con lanzas en Luna Brillante. Tomó a Lonnie de las caderas, sin ser excesivamente cuidadoso con sus garras y juntó sus frentes. Esto tomó por sorpresa a la morena.
—Rog, ¿Qué…?— Y el lagarto junto sus bocas. Soltó a Lonnie antes de que pudiera decir otra cosa y saltó de regreso al esquife para pilotarlo.
—¡Aww!— Scorpia era toda corazones.
Lonnie no pudo recuperarse ni para decirle a Scorpia que cerrara el pico.
El castillo estaba totalmente revolucionado, no solo por todo lo que había pasado con Catra y la bruja, si no por todos los rumores que se estaban destapando. Todos hablaban de guerra, muerte, extrañas apariciones y que la Horda caería sobre ellos en cualquier momento.
Juliet estaba movilizando a los guardias para reforzar la seguridad y todos tenían ordenes de estar listos para salir en cualquier momento. Micah además estaba ocupado organizando todo lo necesario para los magicats.
Así como había usado un hechizo para curar las garras de Catra que solo funcionaba en magicats, tenía que alistar a los otros sanadores y hechiceros, porque los magicats tenían una constitución muy especial con la magia, además tenía décadas que algunos de ellos no trataban con algún magicat, si no que en su vida hubieran visto a alguno. Los magicats siempre habían sido un reino reservado.
Y la enfermería del castillo estaba lista para tener hasta cinco convalecientes. Estaban alistando todo el pasillo anexo con camillas y otras amenidades. Angella solo le había dicho que estaban en condiciones terribles y que estuviera preparado para todo, incluso para alguna operación de emergencia.
Light Hope se sorprendió cuando descubrió a la intrusa dentro de sus instalaciones, y como no atendió a su advertencia, procedió a activar el protocolo de seguridad. Glimmer no podía decir que no se estuviera divirtiendo. Tendría que venir más seguido a entrenar al Faro. La marabunta de arañas era desafiante pero no abrumante. Después de horas de destruir arañas y lanzar casi frases al azar pidiendo por la atención de Light Hope, ya se estaba cansando.
—¡Solo quiero terminar la guerra! Equilibrar al planeta y regresar la paz a Etheria. Seguir la lucha de Adora y quiero usar el Corazón de Etheria para lograrlo— Explicó, ya desesperada.
Las luces rojas que indicaban el protocolo de seguridad, cambiaron a un amable tono azulado y las arañas dejaron de aparecer.
—Permiso de administrador otorgado a la Reina Glimmer de Luna Brillante— La reina sonrió satisfecha y avanzó por la puerta que se abrió.
Todos los magicats estaban dormidos cuando llegaron a Luna Brillante. Tres de ellos en realidad anestesiados por Scorpia. Los guardias ayudaron a cargar a los felinos hasta la zona que habían acondicionado para ellos, donde ya los esperaban sanadores y hechiceros para evaluarlos. Perfuma y Spinnirela estaban ahí también.
Ni siquiera en los años que llevaban peleando la guerra habían visto cuerpos en tales condiciones. Ningún magicat estaba intacto, y los que podían decirse que tenían completos los miembros, eran porque tenían partes que no eran de ellos. Tenían colas de lagarto, de escorpioni, tenazas, tentáculos y otras adiciones. Estaban tuertos o ciegos, sin ojos. Les faltaban dedos, las orejas completas, colas por la mitad o extirpadas por entero. Cicatrices abultadas y mal cuidadas los cubrían de pies a cabeza, sus pelajes estaban asquerosos y les faltaban mechones de pelo por todas partes, cubiertos de sarna y otras afecciones.
Catra y Angella los siguieron hasta la gran sala llena de tinas con agua tibia. Angella no podía despegarse de Nube Oscura. No podía creer lo que había sobrevivido. Físicamente, era de las que estaban más enteras. De la mano derecha le faltaban las dos falanges del dedo anular y del meñique. De la mano izquierda le faltaba el índice. Tenía rotas las orejas y mal cicatrizadas. Angella la recordaba como una hermosa gata de pelaje gris humo con algunas rayas pardas en los brazos, piernas y rostro, y ahora estaba tan sucia que parecía que era completamente negra.
Angella recordaba que los magicats eran un pueblo reservado y de pocas palabras en general, y ahora se preguntaba si también les habían cortado la lengua, que algunos sí. Otros simplemente se habían olvidado de hablar con los años. Nube Oscura no se había despertado ni una vez, ni siquiera cuando la metieron al agua.
—Angella— Era la primera vez que Catra la llamaba así —¿Podemos… podemos hablar en otro lado?— Pero se dio la vuelta antes de que pudiera responderle y salió al pasillo.
El ser angelical suspiró y pidió a un sirviente que les llevara el desayuno a la habitación de Catra, que supuso era su destino. Cuando Catra vio que la seguía, siguió avanzando y sí, llegaron hasta su habitación en silencio. La magicat sabía que habrían recolectado todo cuando Entrapta mostró las imágenes, de otro modo no lo hubieran sabido. Se sentó en la silla del escritorio y Angella esperó en silencio.
—Dijeron que no sabían si yo era descendiente directa— Acusó Catra —Me sometieron a un hechizo de la verdad— Siguió.
Eran verdades de las que ahora Angella se sentía apenada.
—Catra… Nosotros no sabíamos, te dijimos todo lo que conocíamos. Los magicats siempre fueron muy reservados. Sus cachorros nacen muy pequeños, ellos no acostumbran mostrarlos en público hasta después de que cumplen el año de nacidos. No teníamos idea de que Chikane y Nube Oscura habían tenido una hija— Explicó con prontitud —De haberlo sabido, te lo habríamos dicho junto a lo demás— Catra solo podía escuchar pena y verdad en las palabras de la antigua reina.
—¿Chi… Chikane es alguna de ellos?— Preguntó Catra con un hilo de voz.
—No… Apenas los reconozco, pero no es ninguno de ellos. Catra, por favor… La memoria de mi raza es muy antigua, pero a veces es poco fiable. Vivimos demasiado tiempo y nuestras mentes olvidan detalles, épocas enteras a veces… Fueron años confusos— Angella se estaba tropezando con sus propias palabras —Lo que quiero decir es que… Es mejor que le preguntes a ella directamente— La miró con toda la fuerza de sus mil años.
Pero Catra no se amilanaba tan fácilmente.
—Quiero que me digas todo lo que recuerdas. Desde el principio—
Tocaron a la puerta y era el desayuno, Angella lo recibió y esperó a que lo sirvieran en la mesita de Catra, que había sido de Adora.
"Cuando Hordak apareció, lo hizo cerca del Reino Escorpión, y ellos lo ayudaron. Los rumores corrieron al resto de reinos, pero era otra época, las cosas se movían más lentas. Hordak hablaba de orden, de tecnología, de estrellas y maravillas que solo las viejas leyendas recordaban. Consiguió algunos adeptos."
"Los magicats eran verdaderos amigos de los escorpioni. Solo después de doscientos años de relaciones comerciales, fue que Luna Brillante y Media Luna empezaron a tratarse más cordialmente. Yo fui amiga de Chikane desde que era la princesa y fui la única otra princesa o reina, además de la familia Escorpión, en ser invitada a su coronación, hace casi un siglo."
La cara de sorpresa de Catra fue tan obvia que Angella tuvo que agregar un comentario.
—Los magicats pueden vivir hasta 300 años— Dijo mientras sorbía su té. Catra disimuló mientras se comía su jamón —Micah estaba recopilando una serie de libros sobre tu raza para que los conocieras mejor… están en nuestra habitación y todavía los puedes tener si los quieres— Siguió después de otro trago.
"Según Hordak se iba haciendo más conocido, el Reino Escorpión empezó a invitar a más gente a escucharlo. Los magicats no habían querido tratar con él, pero acudieron a la invitación de sus amigos y a Chikane y a sus padres no les gustó nada de lo que Hordak decía. Chikane me contó como sus padres intentaron advertir al abuelo de Scorpia, al rey Langris, que tenía un corazón como el de Scorpia. No quiso escuchar nada contra Hordak. Chikane habló conmigo y otros más, y ninguno reaccionamos a tiempo."
"La guerra no existía en Etheria, era parte de las leyendas de los Primeros y She-ra. Siempre ha habido criminales y los que se salen del camino, pero la gente era libre de andar por toda Etheria sin temor a verse atrapada en una batalla. No debían preguntarse si su villa sería la siguiente. No debían buscar la protección de las princesas, que se dedicaban a planear el siguiente Baile. No supimos cómo manejar a Hordak, y aunque los magicats nos advirtieron…"
"Lo demás es confuso. Hordak levantó a sus adeptos contra el propio reino que le había dado asilo. El mensaje de ayuda a Media Luna, Plumeria y Luna Brillante llegó demasiado tarde. Nadie tenía protocolos para esta situación. Plumeria ni siquiera tenía guardia. Con el poder de la Flor de Corazón, sus tierras son las más ricas de toda Etheria y solo necesitaban intercambiar su excedente de comida por cualquier cosa que pudieran necesitar, que no es mucho al vivir en paz con los Bosques Susurrantes."
"Cuando llegamos al Reino Escorpión, Hordak ya se había hecho con él y gracias a las montañas que lo protegen, no pudimos acceder a sus caminos. Los magicats son capaces de desplazarse muy rápido por los medios más inhóspitos y mandaron a su guardia a socorrer a los escorpioni, pero la tecnología de Hordak los superó y eso dejó desprotegido a Media Luna, que cayó cuando un tiempo después Hordak los atacó, pero ahora no solo con la fuerza de sus números y sus robots, si no con la ayuda de hechicería."
"Ahora sabemos que Light Spinner se convirtió en Shadow Weaver, y que fue gracias a ella que la Horda ganó tanto poder en tan poco tiempo. En su momento, nadie sabía lo que había sido de Light Spinner y las historias de su paradero eran cada cual más disparatada, los hechiceros esperaban que estuviera muerta. Sin su ayuda, Hordak no habría podido contra toda la Alianza… El tiempo que Hordak tuvo para afianzar su victoria sobre el Reino Escorpión es el tiempo que le tomó a la primera Alianza formarse. En gran medida se lo debemos a Chikane, que habló conmigo y muchos otros monarcas. Muchos no quisieron escuchar, pero otros nos unimos para contraatacar, aunque algunos todavía tenían la idea de poder resolverlo diplomáticamente. Una guerra más que inimaginable, era inconcebible."
"Una de los motivos que nos movió a todos, fue que los magicats no trataban con nadie y ahora estaban mandando a heraldos pidiendo ayuda, incluso su propia reina había salido de su castillo. Uno no simplemente ignora a un magicat. Son de las razas más antiguas de Etheria."
"Para cuando Media Luna cayó, la Alianza apenas estaba en posición de presentar batalla. No es fácil levantar un ejército en tiempos de paz. No cuando nadie cree que sea necesario. Micah se enfrentó directamente a Shadow Weaver, y algunos otros hechiceros de Mystacor ayudaron también en la Gran Batalla de Luna Brillante. Fue cuando lo perdí… Gracias a su sacrificio, la Alianza pudo frenar a la Horda y despertar a los reinos de que la amenaza era real. Muchos perecieron, y por eso la Alianza se rompió, pero al menos quedaron los cimientos."
"Cada reino se hizo consciente del peligro, se fortalecieron y defendieron, así Hordak ya no pudo marchar sobre villas y pueblos desprotegidos, si no que tuvo que luchar contra cada reino independientemente y con lo que quedó de la Rebelión y la Alianza… Hasta que la espada y Adora aparecieron."
Angella ya no se guardó nada, habló y Catra escuchó. La mañana transcurría sin más incidentes. Glimmer estaba dormida en su habitación, agotada, pero satisfecha.
Los magicats estaban siendo atendidos con todo el cuidado que requerían, varios ya habían comido un poco de una papilla de carne y ahora bebían té. Por todo el pasillo en el que estaban se escuchaban sus maullidos y ronroneos. Mehira estaba encantado pudiendo hablar con cada uno de esos felinos.
Nube Oscura despertó cuando la estaban terminando de bañar y su primer impulso fue gruñir y tratar de escapar, porque tenía muy malos recuerdos con el agua. El submarino era una de las torturas favoritas de Shadow Weaver, por su eficiencia. No causaba daño físico pero los efectos emocionales eran inmediatos y terribles. Entre los dos sanadores que la atendieron, la sostuvieron con presteza.
—¡Tranquila, tranquila! Si no te calmas, tendremos que ponerte a dormir de nuevo— Le dijo uno de los sanadores.
Nube Oscura se serenó cuando comprendió las palabras y recordó todo lo que había pasado. Se dio cuenta que esas paredes, esos techos tan altos y esa combinación de colores lilas, azules y grises neutros y fríos, solo era correspondiente a Luna Brillante. De verdad, el viento la había escuchado. Estaban fuera. Miró a su alrededor y pudo ver a sus hermanos siendo atendidos. La llamaron con maullidos bajos y ella contestó igual.
—Catra… ¿Dónde está Catra?— Pidió. Sus sanadores la miraron sorprendidos, no habían escuchado hablar a ninguno de estos seres. La voz de Nube Oscura era melódica y grave.
—La comandante está con Lady Angella. La llamaremos en cuánto estés un poco más fuerte— Le dijo con voz suave un hombre con túnica blanca.
—Está bien— Podía esperar un poco más.
Solo un poco más.
N.A.
Creo que pocas personas se lo veían venir. Entre ellas yo, por supuesto. Ojos Verdes pintaba para ser una magicat que contrastara con todo lo que Catra no le gusta de sí misma. Pero era mucho más.
Ahora solo le daré una pausa pequeña a esto porque estoy haciendo un one-shot para el cumpleaños de Adora. Chill and Fluff.
Gracias a los comentarios y a los votos uwu
Ustedes son los mejores!
Carpe Diem
