Hola!

Entramos en un nuevo arco de esta historia. Con más drama.

Glimmer va a encontrar lo que creía perdido.


Capítulo 25

"Dos Mundos"


Nube Oscura había hablado con Micah cuando estuvo seca y vestida. La riqueza de los tejidos era un regalo celestial para su pelaje tan maltratado. Era una sencilla túnica gris claro y encima una capa de seda lunar blanca, para cubrirla mientras se recuperaba y le crecía el pelaje uniformemente. Después de años, podía ver las rayas entre su pelaje gris oscuro, que estaba reluciente.

Intercambiaron solo algunos saludos breves… Nube lo que de verdad quería era ver a su hija y Micah lo entendía perfectamente. Mejor que nadie. Se llevaron en una silla de ruedas a la magicat a una habitación de la planta baja y Micah mismo fue el que avisó a Catra que la querían ver.

—¿Dónde está?— Casi tiró la silla en donde seguía sentada frente a Angella. Catra se detuvo un segundo y se miró. Aunque había usado la capa, se había pasado toda la madrugada corriendo entre los Bosques Susurrantes y la lluvia.

—Déjame ayudarte con eso— Dijo Micah mientras hacía una runa y la lanzaba a Catra, ella solo pudo ahogar un sonido de sorpresa y tratar de que el pelaje no se le esponjara tanto.

Cuando Catra abrió los ojos pudo ver que se veía exactamente como había salido de la ducha la noche anterior. La ropa estaba limpia, su cabello perfecto y se sentía fresca.

—Catra, si me lo permites, yo misma te llevaré con ella— Fueron las palabras de la mujer alada.

Después de besar a su amante esposo, salieron rumbo a una de las habitaciones para invitados menos lujosas, solo porque todas las demás ya estaban ocupadas por el resto de las princesas. Nube Oscura se había negado a hablar con nadie más después de que se enteró de cuál de sus hermanos había fallecido. Asim, un magicat que ya era mayor cuando fueron atacados y que había sobrevivido a 19 largos años de sombras y perdió la pelea contra el hambre. Mehira se le había acercado para conocerla. Nunca había visto a nadie igual.

Micah se había encargado de que la servidumbre supiera a quienes estaban atendiendo. Y quién era Nube Oscura dentro de ellos. También se estaba encargando de otros detalles que Nube le había pedido.

Tocaron a la puerta y Nube Oscura se recompuso un poco. Podía olerla. Era ella, al fin. Tenía un deje del olor a bosque de Chikane. Y venía con Angella. Nube no estaba segura de querer compartir un momento con la vieja reina justo ahora. Su paciencia tenía un límite.

—Adelante— Angella abrió la puerta y dejó que Catra entrara primero.

Tenía las orejas plegadas y eso no le agradó a Nube Oscura. Su ánimo se había ensombrecido pero se recordó que aunque habían perdido mucho, hoy habían ganado.

Era toda una visión para Catra. Terriblemente delgada, la túnica le quedaba demasiado holgada, pero con el pelaje limpio, el cabello reluciente y cepillado, un olor fresco a flores y aceites, vendajes limpios en sus heridas, ya no parecía que se fuera a morir, si no que se estaban recuperando de hecho. La capa de seda descansaba en el respaldo de una silla de la habitación. Su cabello estaba peinado con unas trencitas apretadas que le caían al frente de sus orejas rotas, y algunas más a lo largo de su cabello, pero el resto del mismo estaba suelto. Sus ojos verde azulados eran impresionantes y su pelaje era del mismo color que el cabello y la cola de Catra. Era increíble lo que podía hacer un buen baño y ropa limpia, no solo en su apariencia si no en su ánimo.

Nube estaba cansada, pero no tenía sueño. Había pasado mucho tiempo dormida los últimos meses.

—Catra… Angella, es bueno verte— Saludó.

—Nube… No puedo terminar de creer que estés realmente aquí. Ninguno de ustedes— La magicat de verdad estaba feliz de ver a una vieja amiga pero ahora lo único que quería era que la dejaran a solas con su hija.

—Angella, me encantará ponernos al día más tarde— Mencionó con todo el decoro que una reina debía tener, como si no se hubieran visto solo un par de días y le tuviera que contar los últimos chismes del reino. Angella enrojeció, murmuró algo y salió.

Catra no estaba lista para quedarse sola con Nube Oscura. Su cola se esponjó. Nube sintió como si su cola también se esponjara, pero eran sólo fantasmas. Ella perdió su cola hace mucho tiempo.

—Catra… Yo… No sé qué decir… — Empezó Nube y estiró un brazo hacia Catra. Hacia su hija —Eres tan hermosa y fuerte… Chikane estaría tan orgullosa y feliz de ver en lo que te has convertido— No. No. Eran las palabras por las que Catra siempre había pedido y ahora las recibía, así, sin más. Sin ninguna prueba, sin dudas, sin requisitos.

Sin tener que luchar cada día por demostrar su valía. Sin tener que soportar murmullos y esperar paciente a que vieran lo que podía lograr. Catra trataba de buscar algo, algo que la uniera a esta extraña que sin embargo era más parecida a ella que nadie. Más allá del color del pelo y el cabello, y las rayas en los tríceps, no había nada más. Pero es que Catra tenía el patrón de pelaje de Chikane.

—Yo lo estoy… Se que soy solo una extraña para ti. Pero eres mi hija, y te he visto crecer— Su voz era un arrullo.

—¿Cómo? ¿Qué pasó? ¿Por qué no huyeron?— Catra pudo desatascar su lengua.

—Ven, por favor, Luna mía— Seguía con la mano alzada, pidiendo. Esperando.

La princesa se acercó centímetro a centímetro. Era una lenta agonía. Sus orejas estaban totalmente aplastadas, la cola enredada en su pierna.

—¿Tú huirías?— Catra tuvo que reconocer que no —Nosotros no huimos. Tampoco peleamos. Nosotros esperamos— Lo dijo como una declaración —Pero nos enfrentamos a un cazador mayor que nosotros. No pudimos defender a nuestros amigos y perecimos con ellos.

—¿Qué pasó, por qué terminó así?— La pregunta en realidad era ¿Por qué yo?

—Fue por mi culpa… Lo siento tanto, Catra. Todo lo que te paso, fue mi culpa. No pude defender a Chikane, ni a ti— Empezó a contar Nube cuando Catra al fin le tendió la mano. La miró con todo cuidado, notando las pequeñas cicatrices de años de entrenamiento en la Horda entre el pelaje de durazno, las garras negras destellantes, ni siquiera tenían eso en común. Las garras de Nube eran de un gris oscuro metalizado —Yo debía de protegerlas… Chikane murió intentando salvarte y yo fui capturada junto a los demás. Shadow Weaver te llevó lejos de mí, de nosotros, porque eras una cachorra muy pequeña y no le servías para nada de lo que tenía planeado para nosotros. Con el tiempo, se dio cuenta que nuestro sufrimiento se dejaba sentir en la tierra y nos apartó definitivamente del mundo, para recoger todo nuestro dolor y usarlo para incrementar su magia. En especial el mío. Me mantenía al tanto de tu crecimiento, de tus castigos, solo para recordarme lo impotente que estaba— Nube estaba llorando y Catra recordó las lágrimas de Bow, quien las llevaba siempre con dignidad, sin esconderlas —Pero eso no me traía solo dolor, también me mantenía con vida, con esperanza. Podía verte crecer, lejos de mí, pero verte y esperar lo mejor, una oportunidad. Y esa oportunidad llegó. Nos encontraste al fin— Catra recordó la platica que había tenido con Perfuma acerca de la esperanza. Y de nuevo pensó que estaba sobrevalorada.

—No… Lonnie los encontró. Yo no podía ni siquiera pensar en ver lo que… pero la maté. Justo anoche. La maté. No volverá a dañar a nadie, jamás— Nube Oscura entendió de inmediato a lo que se refería Catra. Su corazón no pudo más que entristecerse al saber que sus errores habían sido enmendados por su hija.

El destino tenía un sentido del humor, o de la justicia, perverso. Y así se cerraba el círculo. Ella no había podido matar a la bruja, porque sus creencias le impedían matar solo por matar y dudó cuando tuvo la oportunidad. La bruja cometió el error de dejar un cabo suelto, y eso la mató.

Catra no veía de qué modo la culpa de su sufrimiento recaía sobre alguien que había vivido encarcelado las últimas dos décadas. Solo ahora caía en cuenta que tanto Angella como Nube Oscura se habían referido a ella como "cachorra", no como bebé. Estaba tan llena de tantas emociones que al parecer no podía sentir la indignación que debería sentir. ¿Esa era de verdad la denominación usual para los bebés magicat? Cachorro. Bestia. El ceño de Catra se frunció un poco ante la molestia y la confusión, y Nube Oscura sonrió, para mayor consternación de Catra.

—Perdona, Catra. Eres idéntica a Chikane… Tus gestos son iguales— Sonrió Nube —Pero tienes los ojos de tu abuelo, el padre de Chikane, Dandelyon. La heterocromía suele saltarse una generación dentro de la familia real. Estoy segura que Angella debe tener alguna imagen de ellos… Chikane era la princesa heredera. Yo soy… Era la capitana de la guardia, de los Bonami— Nube Oscura se detuvo un momento para beber té —Esto es muy bueno, el té de la princesa plumeriana nos está ayudando mucho— Comentó, para darle un respiro a su luna amada.

Catra había pasado de bestia inmunda, a princesa, a comandante del segundo mayor ejército del planeta en el plazo de un par de meses, y ahora había pasado de princesa, a asesina, a hija, a nieta, en solo unas horas. Necesitaba respirar. Miró su mano en la mano sin falanges y otro torbellino de emociones se presentó.

—Angella dijo que ellos no sabían de mí— Catra no pretendía que sonara como un reclamo, pero eso era.

—Oh… —Nube Oscura quisiera saber bajó qué contexto Catra había terminado como Comandante en Luna Brillante, y con tanta confianza con Angella. Lo último que había sabido de ella, fue que fue nombrada Capitana de la Fuerza y Hordak le tenía preparado un castigo ejemplar por no cumplir sus órdenes. Buscó en su memoria un momento. Tenía muy presente el recuerdo de la pequeña Catra entre sus brazos, pero los detalles sociales de la época no formaban parte de su pensar habitual —Nuestros cachorros nacen muy frágiles, casi ciegos y sin pelaje… —Notó cómo el ceño se le volvía a fruncir a Catra ante la palabra "cachorro" —Esperamos hasta que están más fuertes para mostrarlos al mundo. Creemos también que es muy importante que solo convivan con su familia más cercana hasta entonces. Tú tenías solo dos meses cuando nos atacaron. Ni siquiera nuestro pueblo te había conocido— Los ojos de Nube Oscura estaban empañados por los recuerdos.

Catra no sabía qué decir a todo eso. Angella le había comentado lo mismo. Nube Oscura podía oler su descontento. Lo que más quería en el mundo era poder abrazarla, acurrucarla, rodearla con la cola y hacerle saber que tenía un hogar con ella, con su gente. Sus hermanos tenían que saber cuánto antes que su princesa había sobrevivido y los había salvado. Desearía poder platicar con su hija con toda libertad y por tanto tiempo como fuera posible.

Pero no estaba en posición de elegir. Justo ahora, tenían ya un compromiso pendiente. Y era muy triste que el primer acercamiento de Catra con su cultura, fuera un funeral. Pero tenían que hacerlo. Asim merecía descansar en paz junto a la tierra, aunque no fuera junto a sus hermanos.

Tocaron a la puerta. Catra se encrespó y se volteó para sisearle a la puerta, lo que no la dejo ver como Nube se reía un poco. Catra era como una cachorrilla. Tenía todas las maneras de un pequeño magicat, aunque fuera tan seria y controlada aparentemente. Catra abrió la puerta. Un sirviente en túnica blanca la reverenció en cuanto se abrió la puerta.

—Buenos días, Princesa, Majestad— El hombre se inclinó completamente y permaneció con la mirada baja. Era bastante mayor, y su voz tenía una bonita cadencia, tranquilizante y hablaba lleno de respeto —Lord Micah me envía para informar que ha encontrado un lugar que espera sea de su agrado. Si podemos contar con su aprobación, Majestad, los últimos detalles estarían listos en unos minutos— Una oreja de Nube Oscura se movió. Técnicamente, ella no era reina, pero eran sutilezas que el resto de reinos no podían o no querían comprender.

Catra los miró intercaladamente, porque a ella jamás le decían majestad, era un tratamiento exclusivo para la familia real de Luna Brillante. Era lógico. Ella ya sabía que Nube Oscura era monarca de los magicats. Debía esperar que le dieran el tratamiento correspondiente, en especial si había entre esta gente, aparte de Angella, quien los recordara.

—Es muy amable de parte del…— Nube no había caído en cuenta que no llamaban rey a Micah —...De Lord Micah ser tan pronto. Iré en seguida. ¿Catra, podrías ayudarme?— Nube Oscura tendió la mano hacia la capa blanca.

—Sí…— Catra se acercó hasta la capa para tomarla, y ya se estaba acercando hacia la silla de ruedas para empujarla, cuando Nube se puso de pie.

—Será mi honor guiarlas hasta allá, majestades—

Nube era tan alta como Angella, pero la lady acostumbraba usar botas con tacón. Catra le ofreció la capa a la reina magicat, teniendo mucho cuidado de no tocarla. El sirviente se desplazó a un ritmo tranquilo, que Nube Oscura pudo seguir sin dificultades. Catra iba caminando a su lado, preocupándose sin querer de que no fuera a desplomarse. Ese té debía de hacer maravillas.

Avanzaron por el pasillo y llegaron hasta donde tenían las camillas. Se escuchaban maullidos y ronroneos. Olía apetitosamente. Algunos magicat ya estaban repitiendo comida, está vez algo más sustancioso que una simple papilla. Catra podía oler caldo de pescado. Una magicat con el pelaje gris claro y ligeras manchas más oscuras, con un parche en el ojo izquierdo y sin el antebrazo derecho, se les acercó. Catra no podía determinar su edad en sus rostros hermosos. Nube Oscura podía tener cualquier edad entre los 30 o 40 y sus trescientos años de esperanza de vida. Esta magicat se veía ligeramente más suave… más joven. Pero era un dato del que Catra no se podía fiar. Su pelaje era más largo que el de Catra y Nube, al punto de que éste sí pasaba por pelaje y no por piel. Su larga melena empezaba gris plateado y se iba clareando al blanco más prístino, igual al de Scorpia.

¿Es que no podían hablar? Maulló algo y Nube Oscura sonrió, un poco incomoda. La magicat gris, de ojo gris metalizado, tenía las garras de un color marfil adiamantado. Le habían puesto una túnica igual a la de Nube, pero morada. Era alta también, pero no tanto. De altura de Perfuma más o menos. Con su cola, que tenía tres anillos blancos casi en la punta, rodeó el antebrazo derecho de Nube un momento, para después acomodar su cola de regreso a su cintura. La de ojos bicolores miró con malos ojos ese toque. Nadie se acercaba a su cola. Y su cola no se acercaba a nadie. Solo… Adora. No había pensado en horas en Adora.

—Catra, ella es Kaphiri. Phiri… ella es la princesa Catra— Presentó de manera rápida. Catra ya se había acostumbrado a que la trataran de princesa, lo extraño fue el destello de emoción en el ojo gris acero.

Kaphiri hizo una pequeña venia y su cola se agitó. La desenroscó y buscó la cola de Catra, que se movía tranquilamente detrás de ella. Catra no pudo evitar retroceder, sisear y enseñar los dientes. Otros cuatro o cinco magicat que estaban descansando y comiendo voltearon a verlas, igual que los sanadores que los atendían. Kaphiri bajó la cabeza y las orejas y soltó un pequeño gañido. Su cola volvió a su cintura y ahí se apretó bien firme.

—Catra, es solo un saludo, Kaphiri no quería lastimarte— Bien. Ahora Catra se sentía tonta y exagerada. En la Horda solo había recibido dolor de las personas que llegaban a tocar su cola, tan sensible, solo una sabía cómo acariciarla. Y esa persona ya no existía. Sintió el peso de las miradas del resto de magicats.

Desvío la mirada y su cola se enredó en su pierna. Nube no dijo nada más y le puso una mano en el hombro a la peliblanca.

—Está bien, Phiri… por favor, revisa cuántos de nuestros hermanos pueden ayudarnos con Asim. Luna Brillante ya tiene todo listo— La magicat gris asintió y se alejó lanzando una última mirada apenada a Catra. Nube le hizo una señal al sirviente mayor que las guiaba y volvieron a avanzar.

—Por favor, discúlpala, ella está emocionada de conocerte. Estoy segura que todos te querrán conocer en cuanto sepan quién eres. Es un saludo normal entre nosotros entrechocar colas— Le explicaba tranquilamente a Catra, que se sentía totalmente fuera de lugar.

—Creo que tendré que aprender muchas cosas…— Gruñó por lo bajo.

—Tus instintos son correctos. Las colas son muy sensibles y aunque es un saludo normal entre nosotros, no lo hacemos con los demás. Es decir… se puede, pero se reserva para los amigos más especiales— Catra por un lado estaba molesta consigo misma, por otro lado, no quería parar de escuchar.

Salieron a uno de los muchos jardines que tenía Luna Brillante. Este no lo había visto Catra, que se limitaba a estar en su habitación, el comedor comunal, el Salón de Guerra y los campos de entrenamiento. Casi todo era hierba bien cuidada, parterres llenos de flores, un bonito camino empedrado, algunos arcos decorativos y bancas. Muy al fondo se veía uno de los precipicios y unos árboles pequeños como barrera natural. Ahí es donde estaba Micah. Estaba muy elegante, con el cabello recogido en una coleta baja y la barba recién recortada.

El viejo sirviente les abrió el camino y después se marchó.

—¡Nube Oscura! Creo que esté sería un buen lugar— La caída del agua, el canto de algunas aves, el viento fresco. Todo era vigorizante.

—Es hermoso— Catra no entendía nada. Si dos viejos se iban a poner a hablar del tiempo y viejos recuerdos, podría ir a lavarse y dormir un par de horas antes de tener que ir con Entrapta para ver los avances que había tenido. Estaba segura que si ya tuvieran algo, Lonnie, DT o Entrapta ya le hubieran avisado.

—¿Entonces… quieres proceder?— Preguntó alicaído el viejo rey.

—Sí, por favor.

—Mandaré que traigan todo y pondré una guardia para que nadie los moleste— Micah empezó a alejarse para proseguir.

—Micah, te agradecería que todo aquel que quiera acompañarnos, pueda hacerlo— Lo retuvo Nube Oscura.

—Oh, vaya… Yo pensé que esto era muy privado. Pero sí, no te preocupes entonces. Las puertas permanecerán abiertas— Dijo con una pequeña sonrisa.

—Gracias— Nube le dio otro vistazo al lugar y asintió. Luego se volvió a Catra —Te agradezco mucho que trajeras el cuerpo de Asim. Merece descansar en un lugar adecuado— Entonces Catra comprendió de qué iba todo eso.

Vieron a Micah meterse en el castillo.

Ya tenía algunos nombres, Dandelyon, su abuelo. Chikane, su madre muerta en batalla. Nube Oscura, capitana de los "Bonami", su otra madre. Viva. Kaphiri, otra magicat viva, que no hablaba. Y ahora Asim, un cadáver al que podía ponerle nombre.

—No… No podía dejar a nadie ahí abajo.

—Tu corazón es amable, hija mía— Catra inspiró profundo y no pudo encontrar qué decir. Nadie le había dicho nada así.

El silencio que se extendió entre ellas, no era del todo incomodo.

—Tal vez quieres saber algo más en lo que llegan— Propuso después de un momento. Catra lo consideró un momento. Algo sencillo, solo para romper el silencio.

—¿Cuál es tu edad?

—Oh… ¿En qué año estamos?— Catra ya había aprendido el computo de los años de los etherianos, porque para ella estaban viviendo en el año 26 de la gracia de la Horda hasta que decidió salir de ahí.

—Es el año 5614, según Luna Brillante— Respondió Catra.

—Entonces tengo 152 años— Ante la sorpresa, a Catra le tembló una orejita —Chikane tenía 111 años solamente. Veo que no te sorprende demasiado.

—Angella… Ella dijo que los magicats pueden vivir hasta 300 años.

—Eso no es del todo cierto, pero Angella no tiene por qué saberlo. Los más viejos entre nosotros tenían hasta más de 500 años. Angella pudo deducirlo por su contacto con algunos de nosotros, supongo. Los magicats no somos tan longevos como los ángeles, pero mucho más que el promedio de otras razas— Eso quería decir que entonces… ¿sus madres apenas eran jóvenes en su cómputo de vida? —Por cierto, he notado que no llaman rey ni reina a Micah y Angella ¿Qué pasó aquí?

Catra podía asumir este cambio de tema con gusto. Y ya no sentirse como que estaba en un lodo ambiguo.

—Angella— Entonces Catra se dio cuenta que ella misma ya no trataba con deferencia al ser angelical —Abdicó en favor de su hija… Glimmer— Con ese nombre llegó un montón de recuerdos a la mente de Nube.

—¿Glimmer?

—Sí, la princesita de Luna Brillante… Reina.

—No puedo creer que Glimmer ya sea reina— Dijo claramente sorprendida la magicat oscura.

—¿Cómo? ¿La conoces?

—No… Sí… Ella nació unos pocos meses antes que tú. Aunque la guerra se avecinaba, las costumbres de siglos prevalecen. Luna Brillante nos invitó a conocer a su joven heredera. Solo vimos a la bebé esa vez— Y ahora que hablaban de Glimmer, Catra se preguntó en dónde estaría. Ya sería hora de que le reclamara llevar a su madre a un lugar tan peligroso como la Zona del Terror o algo por el estilo. Por supuesto, Glimmer era "bebé" y no "cachorra".

Dos plantas arriba, Bow tocó a la puerta. No recibió respuesta pero entró. Glimmer estaba dormida en su cama elevada.

—¡Glimmer, arriba! Hay grandiosas noticias. Los rescataron. De verdad, los rescataron. Tienes que verlos… están… Glimmer, tenemos que terminar con esto. ¡Pero Perfuma dice que una de ellos es la mamá de Catra!— la reina apenas estaba despertando y no entendía ninguna de las palabras de Bow.

Bostezó mientras le hacía señas a su amigo para que se calmara.

—Bow, Bow, espera ¿De qué estás hablando?— Tomó a Bow de las manos para contener su emoción.

—Catra. Catra y los demás regresaron hace un par de horas. No los vi cuando llegaron— Empezó a explicar con más calma el arquero, con los ojos brillantes de incontables emociones, aunque se notaba que había dormido poco —Estaba dormido… ayude a Entrapta a correr unos análisis… ¡pero eso no importa ahora! Los magicats, Glimmer. Rescataron a los magicats que estaban encerrados en la Zona del Terror y Perfuma dice que la mamá de Catra está con ellos. ¡Vamos, Glimmer! Cámbiate, tenemos que ir a conocerlos.

Magicats. La mamá de Catra. Glimmer no podía procesar esas ideas. A duras penas entendía que la raza de Catra era llamada magicats. Bow veía su desconcierto.

—Sé que las cosas han sido complicadas entre ustedes… Pero, Glimmer, la mamá de Catra ¿Lo puedes creer? Es casi un milagro que sigan vivos. Perfuma dice que son increíbles, que nunca había conocido a criaturas con un espíritu así— Siguió el arquero, mientras bajaba por los escalones y Glimmer sólo lo seguía con la mirada.

Bow empezó a buscar en los cajones y sacar ropa limpia para Glimmer.

—¿Han vuelto?¿Mi mamá?— Bow sonrió. Glimmer apenas estaba despertando. Nunca había sido buena para madrugar y suponía que había pasado la noche llorando su coraje. Se sentía mal por no haberla visitado antes, pero estaban pasando tantas cosas que solo pudo concentrarse en atender las órdenes que dio Catra. Los análisis iniciales de Entrapta habían arrojado un poco de información y las cosas no eran tan urgentes como había hecho parecer DT. Aunque tampoco tenían demasiado tiempo.

—Sí, Lady Angella llegó con todos. Está bien— Bow acomodó la ropa sobre el sillón al pie de la ventana. Glimmer suspiró y se teletransportó al suelo, al lado de Bow.

—No puedo… ¿La mamá de Catra?

—Todavía no sé los detalles, pero Lord Micah le dijo a todos que era la reina de los magicats ¿Tiene que ser la mamá de Catra, no? Perfuma iba a despertar a Scorpia porque están preparando algo para ellos en uno de los jardines, creo que una fiesta de bienvenida o algo así.

—Eso es… increíble. De verdad, no puedo creerlo— La Reina de los magicats. Era una idea totalmente bizarra. Y que Catra tuviera una madre ¡viva! ¡En Luna Brillante! Glimmer seguro seguía soñando algo. Esto no podía ser cierto.

—Anda, alístate. Voy a ver si Perfuma pudo despertar a Scorpia, porque estaba agotada. No sé cómo Catra sigue de pie, está despierta desde su turno en la prisión— Bow hablaba del turno de la gata anterior, no en el que tenía que sustituir a Netossa a medianoche —Bueno, vuelvo en 10 minutos, Glim.

La Reina estaba tan atónita según las noticias se volvían conceptos entendibles en su mente semi dormida. Ella no tenía ninguna expectativa acerca de esto. ¿Qué había pensado cuándo su padre, quien había pasado años perdido en Isla Bestia, había hablado de un rescate? En lo único que podía pensar en la noche era en los datos de Entrapta para después ser consumida por el horror de ver a Catra terminando con la vida de Shadow Weaver tan tranquila como si estuviera aplastando un insecto desagradable. La sangre y el cadáver torcido de la bruja se vio luego replicado en otros tantos cuerpos en las imágenes que desplegara Entrapta.

Siguiendo las indicaciones de Bow, se apareció en su baño y se desnudó para sentir el agua tibia y terminar de despertar. Ver a Catra de aquel modo, había sido como ver a She-ra afectada por el virus de los Primeros. Implacable, sedienta de sangre, para que solo un momento después estuviera tan tranquila.

¿Qué hubiera hecho Glimmer de estar en el lugar de la magicat? Su mamá podía ser un poco obsesiva, pero sabía que era porque se preocupaba por ella y su reino. Y Catra en cuánto supo que Micah era el papá de Glimmer, lo cubrió como a otro más del equipo. La Reina se había distraído mucho porque Bow le tocó a la puerta.

—Glimmer, Perfuma logró llevarse a Scorpia ya. Te espero aquí fuera— Le gritó Bow. La pelimorada terminó de bañarse lo más rápido que pudo, se vistió y salió a la habitación a cepillarse rápido el corto cabello.

—Listo. ¿Dónde están?— Se terminó de acomodar la capa.

—En aquel jardín que da al precipicio con la cascada, en la parte de atrás— Le dijo Bow, que estaba muy emocionado.

—Oh, es uno de los más grandes y bonitos. Seguro es una fiesta importante— Glimmer tomó de la mano a Bow y sintió su calidez. Había algo siempre tranquilizador en el agarre de su mejor amigo.

Últimamente habían estado algo distantes. Con Bow pasando tanto tiempo con Entrapta y Glimmer ocupada con sus deberes reales y tratando de mantener a raya a Catra. Se daba cuenta que ponía mucho de su tiempo y atención en los movimientos de la gata, tratando de prever el siguiente. Tratando de ganarle. Sentía que al fin lo había logrado. Con lo que había conseguido en la noche, pondría fin a la guerra y el juicio pendiente para Catra podría llevarse a cabo. Esas eran sus ideas antes de irse a dormir, y descansó tan bien, que no recordaba concretamente esos pensamientos.

Mientras reflexionaba en eso, y acompañada de la sonrisa morena, se teletransportaron al jardín indicado.

—Catra, lo que viene a continuación es muy importante para nosotros. Tiene 25 años que no se celebra algo igual. Y voy a necesitar tu ayuda— Las dos magicats veían como unos sirvientes empezaban a sacar unas mesas y viandas, así como a colocar unas telas blancas sobre los árboles del borde para crear una pequeña pared y techado.

—¿Qué… Qué necesitas?

—Va a sonar un poco raro… pero necesito un poco de tu sangre— Catra se río un poco.

—Sería la primera vez que me la piden tan cordialmente— A Nube Oscura no le gustó el sarcasmo de Catra, por lo que implicaba. Pero no era momento para ponerse a pensar en eso —Claro, no hay problema— Terminó la princesa.

—Está bien… te indicaré el momento. Y…— En eso, empezaron a llegar el resto de princesas y los sirvientes ya habían terminado. Como Micah dijo, todo fue muy rápido —Cuando terminemos, tengo que decirte dos cosas muy importantes— Otra vez a esperar.

Kaphiri apareció en la entrada, seguida de otros diez magicat. Sólo dos de ellos iban en sillas de ruedas, empujados por los mismos magicats. Uno cojo, se apoyaba en un bastón, y otro al que que le faltaba toda una pierna, se balanceaba con torpeza en unas muletas. Todos vestidos en esas túnicas estándar de Luna Brillante, en diferentes tonalidades. Limpios, vendados, acicalados, ya no daban una impresión tan deprimente.

Se colocaron al rededor de las telas blancas en silencio. Nube los miraba y al resto de personas que estaban llegando. Sus ojos se abrieron con alegría cuando, detrás de Perfuma una mole de músculos en un body rojo, pinzas y cola se apareció.

—¿Ash? ¿ASH? No puede ser, no puede— Sus orejas se levantaron en un gesto que Catra reconoció como alerta placentera y Nube Oscura casi corrió a encontrarse con la escorpión. Se detuvo a un par de metros de ella y se dio cuenta de su error.

Angella y Micah venían detrás y se preocuparon cuando vieron a Nube llorar frente a Scorpia.

—No puedo creerlo… Eres Scorpia. Eres igual a Ash, pero tienes el cabello de Escarlata— Dijo con mucho sentimiento.

Scorpia miró confundida a la magicat, no quería ser grosera o densa, pero no comprendía. Miró a Perfuma y después a Catra buscando ayuda. Angella sentía otra vez cómo la vergüenza la llenaba. No podía creer que no se había tomado un sólo momento en estos meses para hablar personalmente con Scorpia.

Catra pronto unió los puntos.

—Scorp… Creo que se refiere a tus… madres— Dijo Catra que se había acercado.

En eso escuchó como se aparecía Glimmer cerca de ahí.

—Mis… ¿Madres?

—Por supuesto… ¿No… no sabes quiénes son?— La pregunta era para Scorpia pero la mirada era para Angella.

—Yo… sí, claro que sí. Es decir, tengo su pintura y…— Scorpia se entrecortó y ya no emitió sonido alguno. Entrechocó sus tenazas, apenada.

—No te preocupes, Scorpia. Después de esto, tengo mucho que contarte. Tus madres y yo éramos muy amigas— Nube le puso la mano derecha con cuidado sobre una pinza y Scorpia la miró maravillada —Ahora, vamos, adelante.

Scorpia se fue con Perfuma.

Todos avanzaron hasta el jardín, frente a los otros magicats y Glimmer no podía creer que esa gran felina de apariencia salvaje fuera la madre de Catra. Ni siquiera podía ver del todo al coro de otros magicats. De pelaje rayados, manchados o lisos, con las largas y ralas melenas, sin miembros o con miembros que no eran los suyos, como aquel con pinza y cola como Scorpia. Y eso que ni siquiera los había visto en su estado más deplorable como Spinnirella, quien iba llegando ya con Netossa.

Nube Oscura miró otra vez a Angella y supo que tenían una plática pendiente. Nube avanzó hasta el centro del claro y los magicats la miraban absortos y expectantes. Esto no le parecía una fiesta a ninguna de las princesas.

Un grupo de cuatro guardias transportaban sobre sus hombros una especie de camilla, y sobre la camilla iba un bulto alargado cubierto en telas blancas. Lo dejaron con decoro en el suelo entre el resto de los magicats y su reina. Hicieron una pequeña reverencia y se retiraron en silencio.

—Hermanos, princesas de Etheria y habitantes de Luna Brillante, normalmente nuestros ritos se realizan en privado y el resto de los reinos nos han calificado de reservados y elitistas. Nuestro orgullo tal vez así lo hizo, pero fuimos obligados a ver nuestra vulnerabilidad. Ya no nos esconderemos más, pues hemos vivido en las sombras y el silencio demasiado tiempo. Tanto, que nuestro hermano Asim, el guerrero, no pudo soportar un poco más para recibir la ayuda que llegó a nosotros— Muchos presentes contuvieron el aliento.

Mientras Nube Oscura hablaba parecía que el mundo a su alrededor se iba a callando, y ella observaba. A las princesas y sus movimientos, la moda no había variado demasiado y podía ubicar a las jóvenes regentes por sus ropas. Así estaba estableciendo sus dinámicas. Veía a la nueva monarca de Luna Brillante, con todo el cuerpo opuesto a Catra, que sin embargo no dejaba de lanzarle miradas. Su voz resonaba por todo el jardín.

—Hermanos, empecemos— Cuatro magicats se alejaron del resto y con sus garras o pinzas cortaron las mortajas que envolvían el cuerpo de su otro hermano. Consumido por el hambre más atroz, el cuerpo era increíblemente delgado. Estaba limpio y le habían trenzado el cabello con flores. Su pelaje leonado emitía algunos destellos a la luz del día y se notaba como había empezado a encanecer. Conforme iban quitando las telas, la gente podía ver toda la horrible colección de cicatrices. Le faltaba un brazo, una oreja y la cola. Y aún así, en la serenidad de la muerte, parecía dormido.

—El día que cayó Media Luna, nuestro hogar, el más sabio de nuestros hechiceros, lanzó un hechizo que lo consumió, con el fin de proteger nuestras mentes y nuestros secretos hasta que volvieran a pertenecernos. Hoy, no sólo somos libres de nuevo, si no que nuestra princesa está viva y nos vengó, como es su derecho— Las colas de los magicats se agitaban en el aire en vez de ser sostenidas con decoro en sus cinturas. Mientras Nube seguía hablando, hechizando a todos los presentes, los cuatro magicats pusieron el cuerpo desnudo de Asim directamente sobre la hierba. Nube Oscura llamó entonces a Catra con una mano —Mi hija, Catra, nuestra princesa. Contigo de vuelta a nosotros, sellamos nuestra libertad.

La felina color durazno, con ropas negras y guindas, se acercó al centro con la cola inquieta y las orejas un poco aplanadas. Esto no era con ella, no le gustaba ser el centro de atención de esta forma. Sentía la mirada de todos en cada pelo, y en especial era consciente de la mirada pesada de Glimmer.

Nube uso la garra del índice derecho para cortarse la palma izquierda en un tajo profundo y rápido. Le ofreció la mano a Catra y se miraron un segundo, Nube asintió y Catra supo que ese era el momento. Hizo lo mismo y tomó la mano de la Reina.

Los hechiceros presentes sintieron la perturbación del ambiente, seguidamente del viento que se levantó de la nada. En las manos unidas de madre e hija, surgió una runa que se hizo tan grande que tocaba el suelo mientras giraba sobre sí misma lentamente. Era negra con destellos dorados. Sus glifos filosos y curvos no se parecían a nada que Glimmer conociera de magia.

En las gargantas de los magicats se aparecieron otras runas y se rompieron. Ellos empezaron a llorar y sin saber exactamente por qué, muchos de los presentes también. La runa negra gigante se disolvió en la nada, Nube le sonrió a Catra y se soltaron de las manos.

—Está es la primera vez en siglos que alguien aparte de los nuestros observa— Le susurró la reina a su hija.

Todos los magicats se tomaron de las manos y empezaron a cantar. Como, cantar. Realmente cantar. Con palabras y todo. Los que no habían dicho ni pío. Cantaron a la tierra, a la vida, a las estaciones y al viento. Catra estaba estupefacta al igual que el resto de los presentes. Porque la tierra y el viento les respondían. La tierra se empezó a mover alrededor de Asim, abriéndose, por tanto Asim se iba hundiendo más y más en la tierra abierta. Cuando el cuerpo estuvo hundido poco más de medio metro, Nube se acercó hasta Perfuma, se inclinó y le susurró algo. Perfuma asintió entre lágrimas serenas, sus manos brillaron un momento y después le dio algo pequeño a la magicat oscura.

Nube se acercó hasta donde estaba Asim, se arrodilló y dejó caer la pequeña semilla. Los magicats cambiaron el tono de su canción, ahora era más vigoroso. Le cantaron de nuevo a la tierra, a la madera, a la semilla, a la esperanza y al espíritu. Que donde tomaste, te sea devuelto.

Perfuma empezó a brillar con un fulgor verdoso y el suelo se sacudió. La tierra se cimbró para cerrar el hoyo que se había abierto y unos crujidos llenaron el aire, la tierra se movió unos segundos como si estuviera respirando para explotar en verdor y raíces. Un árbol empezó a crecer ante los ojos de todos los presentes, que no estaban maravillados porque eso era justo lo que Perfuma podía hacer solo con levantar un dedo. Los que estaban asombrados eran los que entendían de magia, porque para dar vida a un árbol sin la ayuda de la magia de una piedra rúnica, y sin utilizar ninguna runa, se requería un poder abismal.

Los magicats seguían cantando, con sus voces llenas de melancolía y su dolor conmovía a los otros. Catra jamás había asistido a una ceremonia como esta. En las Salinas y Drill, había visto a la Rebelión juntar los cadáveres e incinerarlos en pilas, a hordianos y civiles por igual, pero no se había acercado a ver de cerca. ¿Hubo alguien que hablara por los muertos? En la Horda solo se hacía una mención de los caídos y se hablaba de la gloria que se habían ganado al dar su vida por la causa. Ni siquiera quería pensar en la disposición de los cuerpos. Los magicats elevaron sus voces hasta que el sauce que hicieron crecer tenía por lo menos seis metros de alto. Algo que hubiera tomado varios años. Perfuma dejó de brillar.

Entrapta, que había estado dormida, se despertó ante los constantes pitidos de su pad. La Flor de Corazón estaba teniendo un pico de actividad hasta el 71. Perfuma debía de estar usando sus poderes activamente, y la Black Garnet había registrado un pico hasta el 53, después de estar tranquila toda la madrugada y la mañana con su actividad usual de 20 a 30. Entrapta lo había atribuido al apagón general de la Zona del Terror, del cual Lonnie le había informado se acababan de recuperar hace un par de horas.

La princesa de Drill seguía sin comprender los patrones de actividad de la Black Garnet.

Los magicats dejaron morir la canción poco a poco y se acercaron al árbol en grupos o individualmente, para tocar su corteza y darle el último adiós personalmente a su amigo. Nube fue la última en hacerlo, y después se volvió a los espectadores.

—La vida alimenta a la muerte, y la muerte nutre a la vida. Es el ciclo sin fin. Amigos, hermanos y aliados, por favor, comed y bebed en nombre de Asim— Todos los presentes guardaron silencio un momento, mientras terminaban de absorber lo que acaban de ver y escuchar. Angella y Micah se estaban acercando a Nube, cuando Glimmer se apareció en frente de ella.

Sus últimas lágrimas brillaban todavía entre sus pestañas.

—En nombre de Luna Brillante, quiero darles la bienvenida y brindarles todo el apoyo que esté en nuestra manos— Dijo solemne la joven reina —Soy Glimmer, la reina— Los lores rodearon a su hija y Nube pudo contemplar a toda la familia real al fin.

—Glimmer… Reina Glimmer. Tus palabras son bien recibidas y las tomaremos, puesto que estamos cansados y no hay mejor lugar para reposar que entre amigos. La última vez que te ví, eras solo una bebé, pero los años han hecho maravillas contigo. Tus padres deben estar orgullosos y felices de ver en lo que te has convertido— Glimmer no se esperaba una respuesta tan elocuente. Esta magicat era amable y asertiva.

La reina de Luna Brillante no veía nada de Catra en Nube. Aunque las dos transmitieran esa sensación de fiereza, parecía algo natural en su raza. La gente a su alrededor se movió y se separó en grupos que empezaron a charlar y comer. Algunos se acercaron curiosos hasta el árbol. Catra no sabía si debía acercarse, pero mejor encaró a Glimmer, hablando con Nube.

—Lo estamos, Nube. Glimmer es todo lo que pudimos desear— En cuanto Catra se acercó, se sintió el choque de energías. La víspera parecía muy lejana ahora, pero reina y princesa hicieron crujir sus dientes.

—¿Cómo puede ser que me conociera?— Preguntó la pelimorada, intrigada, a nadie en específico.

—Tus padres y yo somos viejos amigos, antes de la guerra. Nos invitaron, a Chikane, mi esposa, a mí y algunos otros magicat a asistir a tu presentación real. Puedo reconocer a otras princesas de esa ocasión— Nube se refería a Scorpia, Mermista, Perfuma, Netossa y Spinnirela, que eran otros tantos bebés o niñas en aquella ocasión —Han crecido mucho— Dijo la soberana magicat como si un largo viaje fuera el motivo de su ausencia.

Antes de la guerra. Glimmer ni siquiera podía imaginar un mundo así. Tampoco Catra, para ser sinceros. Catra tenía ligeramente fruncidos los labios, como si en cualquier momento fuera a gruñir. Bow se acercó con timidez.

—Catra, hola. ¿Ella es…?— Antes de que Bow pudiera decir lo que todos sabían que iba a decir, la gata lo interrumpió.

—Nube Oscura, la reina magicat— Tal presentación le dolió un poco. Escondió un suspiro y decidió que tal vez pudiera enseñar a esta nueva generación algunas sutilezas de la cultura magicat, antes de llevarse aparte a Catra, porque necesitaban hablar de temas muy delicados.

—Eso no es del todo cierto— Catra temió por un segundo que la magicat oscura dijera que era su madre —Chikane era nuestra reina, yo solo era la capitana de nuestra guardia, los Bonami. Para nosotros solo es rey el que desciende directamente por línea de sangre de la familia real. Catra es, de hecho, nuestra legítima reina— Ahora desearía que hubiera dicho enfrente de todos que era su madre.

Bow y Glimmer se miraron entre sí con asombro, para después mirar a Catra, que estaba encrespada y miraba intesamente a Nube Oscura. Soltó un bufido, se dio la vuelta y se fue. La magicat de manchas grises estaba atenta a su princesa.

—Nube, creo que deberías saber que a Catra le ha costado mucho trabajo aceptar su papel como princesa— La magicat tenía las orejas caídas, pero ante las palabras de Angella reaccionó con ferocidad.

—Está claro que hay mucho por ponernos al día, Angella… y espero que tú y Micah puedan darme el tiempo necesario para hacerlo, y conocer a mi hija— Tiempo perdido, tiempo por recuperar.

A Glimmer no le gustó que alguien que no conocía se dirigiera así a sus padres, que lucían apenados, pero miró a Catra, que hablaba con un guardia que la interceptó mientras se abrazaba un brazo, con las orejas apretadas. Glimmer había aprendido que ese era un gesto que Catra no podía evitar hacer cuando se sentía vulnerable. Ella había crecido escuchando de su padre tanto de los subditos como de su madre y de su tía Casta. Era natural que lo quisiera cuando todo lo que escuchaba de él procedía de personas que lo habían amado. El castillo estaba lleno de sus murales y pinturas. No podía no reconocerlo. Catra, igual que Adora, había pensado toda su vida que era huérfana.

Catra despidió al guardia, que le pedía que fuera con Entrapta en cuanto estuviera libre. Recibió la noticia con alivio, podría irse de aquí y ponerse a trabajar en algo productivo. Le lanzó una mirada más al gran sauce que había nacido de la magia y un cadaver y ya se disponía a irse.

—Lo siento. Nube, sé que tenemos mucho de qué hablar, y tú con ella, pero también debes de descansar— La magicat respiró profundo y escuchó a su amiga.

—La tierra y el viento hablan. Se están preparando para la batalla. Nosotros no podemos descansar si hay que pelear. Angella, Micah… Reina Glimmer, mirennos, somos lo que quedamos de nuestro pueblo. Y solo por algo nosotros sobrevivimos. Todos somos Bonami— Eso explicaba algunas cosas —Hemos esperado este momento por años. No nos detendremos.

—No te estoy pidiendo que se detengan. Conozco mejor que nadie su ferocidad, pero si no se recuperan aunque sea un poco, tu hija se quedara sola de nuevo— Angella desplegó un poco las alas, en un movimiento nervioso —Tenemos que hablar, y mejor hacerlo cuánto antes si no quieres esperar.

—Bien… te buscaré en un momento. Hay algo que tengo que decirle a Catra— Nube Oscura se dirigió con su hija, que estaba siendo interrumpida justo en ese momento por Kaphiri. Se apresuró.

—Princesa. Princesa— Llamó Kaphiri a su monarca. Su voz era suave y agradable. Contrastaba con su aspecto fiero y hermoso, en su semblante cubierto de cicatrices. Catra se volteó, extrañada por la voz desconocida.

—¿Ahora ya puedes hablar?— Preguntó sin tacto, y estirando bien la cola, lejos de Kaphiri.

—Lo siento mucho, princesa. No quería ofenderla, si no saludarla… Y agradecerle por liberarnos— Catra estaba acumulando presión peligrosamente.

—Yo no fui. ¿Okey? Fue Lonnie quién los encontró y liberó— Gruñó.

—No me refiero a eso… El hechizo de silencio, se rompió gracias a usted— ¿Por eso no hablaban, y Nube Oscura? —Si podemos ver a Lonnie otra vez, todos le agradeceremos personalmente.

—...Lo harán pronto— En el mejor de los escenarios, en un par de días, cuando la Zona del Terror dejara de existir.

—Eso sería muy bueno. Princesa, también quería decir que…

—Phiri, lleva a Shu con los sanadores, por favor. La herida de la cabeza le está sangrando de nuevo— La magicat manchada hizo una reverencia y se marchó en silencio. Catra agachó las orejas y trató de mantener relajada la cola mientras Nube la encaraba —Puedes acompañarme?— Solicitó con voz baja. Catra asintió con un gruñido.

Nube sabía que todos los castillos tenían oídos en todas partes, así que se alejó hasta un borde del jardín, junto al precipicio.

—Dije que tenía dos cosas muy importantes que decir al final de la ceremonia. Y creo que ninguna de las dos te va a gustar.

—¿No te has dado cuenta? No me tienen que gustar las cosas, y por lo general, no lo hacen.

—Y quiero saber por qué. Quisiera tener el tiempo de ganarme tu confianza y cariño, Catra. Pero ya veo que no nos será concedido. El viento trae cantos de guerra, y puedo darme cuenta que tu papel en eso es muy importante. Por eso es todavía más apremiante que sepas esto— Catra no iba a decir abiertamente que ella no quería a nadie. No le gustaba hablar de sentimientos. Ni de la falta de los mismos o si eran buenos o malos. —Esto puede traer la diferencia para la Alianza. ¿Conoces la leyenda de la Princesa de Fuego?

—Esa que destruyó a su propio reino por la traición de su mejor amiga…— Catra no había pensado en eso en mucho tiempo. Adora. Adora se había puesto celosa de Scorpia cuando se dio cuenta cómo interactuaban.

—No es exactamente así… pero veo que conoces del poder de su piedra rúnica.

—Una piedra rúnica falsa. Creada por los Primeros. Inestable.

—No era falsa. Estaba muerta cuando los Primeros llegaron a Etheria y trataron de revivirla con su tecnología y no lo lograron del todo. Pero les dio mucha información. Hace muchos siglos, los Primeros ofrecieron su tecnología a los pueblos que no tuvieran su propia piedra rúnica. Y un antepasado tuyo la aceptó. Los magicats tenemos una.

—¿Qué?

—Si nos das sólo tres días, podemos redirigir el poder del Rubí de Sangre hacia la Roca Lunar y eso le daría un poder inigualable al resto de princesas. Y en especial a Angella y Glimmer.

—Eso… Eso no será necesario— Catra estaba perdiendo su capacidad de asombrarse. Necesitaba unas horas a solas para despejarse —Tenemos todo bajo control. Ustedes no tienen que hacer nada.

—Catra, nosotros somos guerreros. Éramos la guardia de Media Luna. No podemos quedarnos atrás si vas al combate.

—¿Dijiste que soy la maldita reina, no? ¡Pues se van a quedar en Luna Brillante! ¡No voy a llevarlos al frente para que los maten porque no pueden sostenerse en pie!— Al fin Catra explotó. Nube estaba sorprendida. —No sabes nada de mí y te apareces diciendo un montón de tonterías… Ninguno de ustedes va a poner un pie fuera de Luna Brillante— Nube agachó las orejas y Catra sintió más coraje. Esto no era para ella.

Catra no era ni reina ni princesa. Ni hija, ni nieta. Era un soldado. Era una Capitana de la Fuerza. Para eso la habían criado, aunque quien la había criado era un monstruo sin corazón. La habían educado para liderar un ejército a la victoria y eso era justo lo que iba a hacer. Necesitaba ir con Entrapta, quien detestaba tanto hablar de emociones como ella misma y atender datos y hechos. Varias personas las estaban viendo, y Catra los fulminó a todos con la mirada. Incluso a Glimmer.

Se estaba alejando, pero Nube la sostuvo de la muñeca con su mano mutilada. Catra empezó a producir escarcha de nuevo, para sorpresa de su madre, y la soltó. Catra se sostuvo las manos cerca del pecho.

—Aunque no te guste, tengo que decirte lo demás. Y te dejaré en paz. Los magicats… la realeza magicat tiene matrimonios arreglados, Catra. Kaphiri es tu prometida, y ella lo sabe— Glimmer se estaba acercando desde atrás para ver qué era lo estaba pasando y escuchó desde "matrimonios".

Palideció cuando Catra se volteó y la vio, con los antebrazos cubiertos de hielo, se rompió cuando Catra alzó los brazos y los puso sobre los hombros de Glimmer.

—Sácame de aquí— Pidió.

Nube Oscura intentó sostenerla y lo único que obtuvo fue aire vacío.


N.A.

Por favor, si sienten que me estoy dejando algo comentenlo.

¿Qué piensan de Nube?

Carpe Diem