Hola!

Cómo es usual, este capítulo no fue nada cómo lo había previsto. Toque varios puntos que quería mencionar pero no avanzó lo suficiente en otros, así que ya se quedaran para el siguiente.

Les agradezco la espera y el apoyo que sigue teniendo la historia, aunque no he podido avanzar como he querido. El trabajo ha sido tedioso con estos cambios legislativos y la inspiración tampoco llegaba.

En fin, disfruten, y más porque es probable que esto se extienda un poco más allá de los 35 capítulos que ya había "vislumbrado".


Capítulo 27

"¿Amistad?"


42 horas para el ataque.

Antes de terminar de organizar los avances, Catra recordó mandarle el mensaje a Kyle y Rogelio pudo recuperar todas sus horas de sueño.

Scorpia se ocuparía de comandar toda la movilización a Plumeria y alrededores. Era una pena que Catra no pudiera disponer libremente de Glimmer. La tendría teletransportando tropas y materiales todo el día. Eso les daría mucha movilidad.

Terminando de ver los planes, debía de admitir que todo iba un poco mejor de lo que creía. Su plan inicial era dejar que la Horda se cayera por su propio peso. Sin recursos, con la Rebelión apretando el bloqueo por tierra y por mar, capturando a las patrullas, ganarían la guerra porque la Horda llegaría a un punto insostenible. Y justo en ese momento, Catra tomaría el control de todas las operaciones, exponiendo a Hordak como un inepto. Un falso líder. Un vende humo. Hordak todavía tenía su propia imagen por perder, era un ególatra fútil. Catra ya estaba mucho más allá de eso.

Lo sumiría en la miseria más absoluta por ser la causa primera de todo lo que estaba pasando.

Y ahora entraba un nuevo jugador en el tablero.

Catra estaba muy molesta por esto. No lo había visto venir de ningún modo.

La estaban obligando a reevaluar sus planes. No perdería de ninguna manera, pero ya no eran al ciento por ciento sus términos.

—Muy bien, entonces está todo listo— Concluyó Catra. Pedía por unas horas de sueño ya —Pasado mañana, al amanecer estaremos a las puertas de la Zona del Terror.

—¿Pasado mañana?— Preguntó Entrapta.

—Sí, dijiste que en tres días…—Le empezó a explicar Catra, bastante extrañada.

—Me refería a empezar a contar desde mañana— Contradijo la princesa.

—Eh… No importa, ya todo está organizado y cuanto antes, mejor— Dijo Catra con calma a pesar de todo. No había tomado en cuenta que Entrapta estaba tomando hoy como el día Cero y no el uno.

Glimmer pensó que Catra iba a reclamarle a Entrapta por su falta de claridad. La princesa de Drill bebió otra bebida gaseosa y siguió tecleando. Catra la miró y después a su alrededor.

—¿Cuántas botellas llevas, Entrapta?—

—¡Veintisiete!— Exclamó después de dar otro trago.

—¿Qué? ¡Eso es demasiado, Trapta!— Le dijo Bow.

—La azúcar es esencial para la correcta actividad cerebral cuando las dopaminas están bajas. Pensar requiere de mucha energía y la comida dulce es eficiente para proporcionarla de la manera más rápida— Explicó sin dejar de trabajar.

Catra la miró con una expresión de incredulidad.

—¿Estás bromeando, verdad?— Entrapta negó con la cabeza.

—No, claro que no. El cerebro consume aproximadamente el 20% de la energía del cuerpo. Para tener suficiente energía para pensar correctamente, es necesario consumir alimentos con un alto índice glucémico. Esto aumenta la producción de glucosa, que es la principal fuente de energía del cerebro.

—Hmmm... ya veo— dijo Catra, todavía sin creerlo y los demás las veían entre curiosos y divertidos. Estaba tan concentrada que Entrapta no se daba cuenta que Catra solo le estaba siguiendo la corriente a ver cuándo comprendía.

—De todos modos, es mejor tener demasiada azúcar que no tener suficiente. No es como si nos fuéramos a beber todas estas botellas—, dijo Entrapta, mirando la pila de botellas.

—Supongo que tienes razón— dijo Catra, aún no convencida. Bow se miró con Glimmer y se rieron un poco. Catra estaba muy cansada, tanto como para sentirse un poco relajada. Si lo pensara un poco, aquí estaban casi todos sus amigos.

Entrapta, Scorpia, Bow, Perfuma. Glimmer era un añadido necesario.

—Además, no es que vayamos a estar trabajando todo el tiempo. Podemos tomar un descanso para comer algo… más— dijo Entrapta, mirando la hora en su monitor. Por un momento pareció que ya había captado.

—Ya son las doce—, dijo Catra, haciendo su propia cuenta de las horas que ella misma llevaba despierta y las que Entrapta debía llevar.

—Hemos estado trabajando durante dos horas. Podemos trabajar otras dos horas y luego tomar un descanso para almorzar—, dijo Entrapta como si solo estuviera contando el tiempo que llevaban trabajando en Darla.

—No estoy segura de poder trabajar por otras dos horas—, dijo Catra, sintiéndose cansada y remarcando el sarcasmo ésta vez.

—Creo que todos necesitamos un descanso— dijo Glimmer, con una pequeña sonrisa, con su mirada le pidió apoyo a Bow.

—Cierto. Entrapta ¿Por qué no vamos a descansar un rato? No has dormido nada ¿verdad?— Dijo el arquero.

—Oh, es cierto… Es que hay tanto por descubrir— Y los ojos le volvieron a brillar al mirar las gráficas de las piedras rúnicas. El rubí de Sangre ya estaba en 38 puntos.

—Vamos, nena, debes descansar un rato y después podrás seguir trabajando— Scorpia se adelantó y trató de tomar a Entrapta, que se escapó con sus coletas.

—Solo necesito diez minutos más para dejar corriendo un nuevo algoritmo con Darla y Samantha— Pidió. Scorpia la vió un poco preocupada.

—Está bien, chicas, yo veré que descanse lo suficiente.

—Gracias, Bow. Vamos, Scorp, tú también tienes que descansar un poco más para poder irnos a Plumeria y te mostraré la Flor de Corazón cuando estemos ahí— Dijo Perfuma con ánimo.

Catra estaba a punto de decirles que no era una visita social y al ver la suave emoción en el rostro de Scorpia, se quedó callada. La escorpioni se sonrojó con gusto ante la propuesta de Perfuma, quien se acercó a ella para empezar a dirigir la procesión fuera de la nave. Bow se había acercado más a Entrapta y ahora hablaban entre los dos. Bow le hacía algunos comentarios a la princesa y su rostro emitía tal dulzura, que Catra tuvo que voltear la mirada.

Glimmer los miraba enternecida. Tendría que preguntarle a Bow en qué momento había pasado esto. Había estado tan preocupada y ocupada con otras cosas, que no se había dado cuenta hasta ahora, que ya era más que obvio.

Catra no dijo nada más y salió unos pasos por detrás de Scorpia y Perfuma. La princesa flor iba de la pinza de Scorpia. Igual que cuando vio la maqueta de Plumeria en el laboratorio, Catra sintió cierto alivio de que Scorpia estuviera encajando tan bien. Solo esperaba no tener que ser ella la que le dijera a su amiga que le gustaba a Perfuma.

Glimmer se teletransportó al salón de guerra para empezar a dictar las nuevas órdenes.

Micah estaba trabajando un momento en el hechizo de traducción. Lo que había aprendido en los terribles archivos de su una vez mentora, era lo que le hacía falta ahora para completar esa runa. Además, seguían esos magicats dormidos. Su pulso y su respiración eran muy leves, incluso su temperatura corporal era baja, siendo que los magicats solían estar casi dos grados por encima de la media en temperatura. Todos tenían algún apendice ajeno a sus cuerpos originales, y no dudaba que tendría que usar esos conocimientos generados de forma tan atroz. Una vez tuvo la runa lista, simplemente la activó. Ahora tenía que buscar a alguno de los animales mágicos para comprobar si había funcionado.

Mientras Scorpia y Perfuma se adelantaban, Catra seguía detrás de ellas, caminando ya casi por pura inercia. Scorpia la miró de reojo cuando ya habían pasado la guardia, se detuvo para esperarla y acompañarla hasta su habitación, y una sombra pasó sobre de ella. Catra se pusó en alerta por instinto y un gruñido creció en su pecho. Los guardias se cuadraron tras ella, pues Nube Oscura estaba muy cerca de la salida. Scorpia y Perfuma se miraron un momento entre sí, inseguras de qué hacer.

—Catra… — Llamó con una súplica Nube Oscura.

—Te dije que me dejaras en paz. No quiero hablar contigo y no tengo tiempo— Scorpia hizo ademán de acercarse y la gata la interrumpió —No, vete con Perfuma— La princesa flor tomó de la pinza a Scorpia y se la llevó. Catra jamás la llamaba por su nombre y entendía que este era un tema privado.

Nube esperó a que se le alejaran y sin dejar de mirar a Catra.

—Por favor, solo un momento… tenemos que hablar— Volvió a pedir la felina oscura.

—No "tenemos" nada. Solo quiero que me dejes en paz— Catra empezó a caminar alejándose de su madre.

—Catra, por favor— Pero no le hizo caso. Nube avanzó tras ella. La cola de Catra latigueó molesta cuando la escuchó seguirla.

—Deja de seguirme. No tengo tiempo de tratar contigo— Se volvió para encararla, ya a una pequeña distancia de los guardias.

—Hi-

—No. No se te ocurra— Se le acabó la paciencia a Catra —No somos nada— Nube volvió a agachar las orejas, y Catra no podía ver sus propios gestos reflejados de esta manera —Mira… Se que no es tu culpa todo lo que pasó, pero llegué aquí yo sola. Y eso no va a cambiar. Yo ya cumplí, maté a la única madre que conocí para vengarlos y no quiero saber nada más de eso— Escupió Catra, rompiendo el corazón de Nube.

Satisfecha hasta cierto punto, la princesa magicat empezó a darse la vuelta para poder ir a su habitación y dormir un poco, pero Nube Oscura volvió a tomarla de la muñeca. Catra jamás había tenido que vérselas con alguien que tuviera sus mismos reflejos y velocidad.

—Yo soy tu madre— Dijo con el brillo de las lágrimas en sus impresionantes ojos verdes —No importa lo que pase, no importa lo que digas, eso jamás va a cambiar. Siempre te esperaré— Catra se quedó congelada —Quiero conocerte, no molestarte. Siempre estaré para ti— Su puño se convirtió en una caricia suave. Su hija se recompuso y quitó la mano.

—Pues ya puedes esperar sentada— Antes de que otra cosa pasara, Catra saltó y salió por una de las altas ventanas.

Subió hasta el siguiente pasillo y ahí siguió su camino hasta su habitación. Se encerró y también cerró las cortinas. Se hizo un ovillo en la cama.

Glimmer estaba hablando con Juliet, explicando el nuevo panorama. No se sorprendió cuando descubrió que Catra ya había hablado antes con ella para empezar los preparativos. Varias unidades ya estaban listas para salir rumbo a Plumeria, solo aguardando la confirmación. Catra no había dejado nada al azar y solo iba a esperar a la hora habitual que veía a Lonnie y DT para darles sus siguientes indicaciones.

Nube tendría que ir y hablar con los magicats, explicarles la situación lo mejor posible. Eran sus guerreros y sabía que toda una vida de disciplina, era difícil de romper. Varios de los magicats eran mayores que ella, pero seguían en la flor de la vida, así que las últimas dos décadas pudieron parecer eternas, pero en sus mentes longevas, 19 años no era tanto tiempo en realidad. El problema venía con aquellos que todavía no tenían ni el siglo de existencia. Siempre mientras más jóvenes pareciera que los años pesan más. Y Kaphiri era el mayor problema de todos. Solo tenía 12 años cuando los capturaron.

El Hechizo de Silencio había apagado la piedra rúnica que estaba conectado a todos ellos por sus lazos de sangre, y con ello, sus mentes. Nebulus, su mago más sabio y poderoso, lo había hecho así para proteger los ancestrales secretos de su raza, también para que la Horda no pudiera acceder al poder del Rubí de Sangre y para proteger la mente de los capturados. Quitándoles su ser más consciente, su "tercer máscara", los había convertido casi en puro sentir, sin pensamientos articulados ni deseos complejos.

La ira de Shadow Weaver fue enorme cuando se dio cuenta que los magicats eran poco más que animales, frustrando así su plan y ansia de apropiarse de sus conocimientos en la magia elemental, se dedicó a extraer todo el conocimiento que pudiera de sus cuerpos y mentes apagadas. Nube Oscura fue excluida del hechizo, gracias a las ataduras mágicas que había entre ella y Chikane, y a través de la sangre de Chikane, Catra también había quedado protegida de tal hechizo. Solo la voluntad y entrenamiento de Nube le impidieron a Shadow Weaver conocer todos sus secretos.

Se preguntaba internamente cuáles serían los efectos de tal hechizo en una mente tan joven como la de Kaphiri, que todavía no terminaba de formarse. Sus esperanzas radicaban ahora en que, aunque en un cuerpo adulto, su mente pudiera seguir creciendo, saliendo de entre las sombras del dolor y el hambre en el que habían vivido, pero sin preocuparse en realidad del por qué.

Le dolía mucho el rechazo de Catra y comprendía a medias que se había extralimitado en la forma de decirle las cosas. Catra parecía estar renuente, y al mismo tiempo abierta a algún tipo de interacción, ahora ya no tenía ni siquiera eso. Ya debía de haberse imaginado por las palabras de Angella que Shadow Weaver era la única madre que Catra había conocido. Angella había sido muy suave al decir que era la única familia que Catra había tenido. Pero si Angella le hubiera dicho eso, Nube no sabía cómo habría reaccionado. Jamás en la vida le había gruñido a alguien más, como un cachorro malcriado, y así le había respondido a la amiga que había ido por ella.

Era claro que estaba alterada. Quizás debiera considerar más seriamente un buen descanso. Lo aplazaría hasta después de hablar con los magicats. Se dirigió con paso lento hasta donde habían enterrado a Asim, para encontrarse con la mayoría de sus hermanos. Estaban recostados sobre la hierba, mientras dormitaban y algunos otros hablaban con los sanadores y otros curiosos que se les habían acercado.

Chezira estaba sentado con la espalda recargada contra el sauce, viendo hacia el precipicio. Él era de los más viejos entre los que quedaron. Poco más de tres siglos.

—Chezira ¿Pasó algo con Elan y Orión… y Musa?— Agregó al contar bien los que faltaban.

—Oh… A Musa la llevaron adentro de nuevo con Shu y Kaphiri, porque se sintió mal. Y los otros… me parece que pidieron ser llevados a una habitación, Capitana— Dijo con intención.

Nube captó la intención y se sorprendió. Ella no había considerado en ningún momento las urgencias de la carne. Aunque era parte de las privaciones que habían sufrido. Entendía que había otros magicats más sexuales que ella. Por lo menos se sentían lo suficientemente bien para realizar esas actividades. ¿Sería muy pronto empezar a pensar en una nueva generación de magicats?

—Vaya— Fue todo lo que atinó a decir.

—Ya que no tenemos ninguna orden, se sintieron con la libertad de usar su tiempo libre— Explicó Chezira.

—Por supuesto, está bien— Nube recuperó su hilo de pensamientos —La única orden es no salir del castillo. Es una orden de la princesa.

—¿Somos prisioneros de Luna Brillante?

—No. Ellos nos están ayudando. La princesa cree que intentaremos seguirla a la batalla— Se explayo Nube.

—Temo que no estamos lo suficientemente bien para ser una diferencia en cualquier batalla, pero eso es lo que haremos si nuestra princesa va al frente.

—Por eso ha ordenado a los guardias no dejar salir a ninguno de nosotros— Nube suspiro un poco mientras se sentaba al lado de Chezira, que hizo ademán de rodearla con la cola —Necesito que le digas eso a los otros.

—Luna Brillante nunca ha sido rival para nosotros.

—Luna Brillante es quien nos ha salvado y nos están dando asilo. No mancharemos nuestro honor atacando a nuestros amigos.

—No son tiempos normales.

—No… y hay mucho qué hacer y aprender. Por eso necesitamos recuperarnos lo antes posible. La guerra podría extenderse.

—¿Cuándo podremos conocer a la princesa? A todos nos gustaría presentarle nuestros respetos y… dadas las circunstancias, se podría coronar oficialmente.

—No habrá tal coronación pronto. No estamos listos para algo así. El Rubí apenas despertó y su poder todavía no está en un buen nivel. Nuestra propia magia es todo lo que tenemos, y debemos de actuar con cuidado. No sabemos cómo… esto— Señaló el brazo con media pinza de Chezira —Nos puede afectar en niveles más íntimos.

—¿Esto? Tengo el privilegio de mantener viva una pequeña parte de nuestros amigos— Comentó el viejo magicat —Puede ser que nos afecte… pero eso no cambiará en nada la lealtad hacia nuestra princesa y quizás no podamos llevar a cabo la ceremonia debidamente, pero todos sabemos que es nuestra soberana. Veo que se mueve con presencia entre el resto de princesas, pero no parece que Luna Brillante haya hecho un buen trabajo enseñándole nuestras costumbres.

Y aquí estaba lo que Nube había temido. ¿Cómo habría podido enseñarle Luna Brillante nada a Catra cuando llevaba escasos dos meses con ellos?

—Chezira… Necesito que escuches esto con el corazón abierto— El resto de los magicats seguían un tanto lejos de ellos, disfrutando de la brisa y la calidez en sus pelajes. Nube no los culpaba de rechazar la comodidad de una cama por la suavidad de la hierba que no habían sentido en décadas —Igual que las circunstancias nos empujaron a esto, igual que te hacen a ti nuestro sabio…

—Capitana, un Bonami nunca ha sido el sabio mayor. Eso crearía… — Pero el magicat no continuo ante el ceño de Nube.

—Si lo crees necesario, puedo desterrarte de la guardia.

—No. Yo no me refería a eso.

—Bien, Chezira, porque somos esclavos de las circunstancias, hasta que no aprendamos todo lo que ha cambiado. Y si nos negamos a los cambios, perderemos mucho más todavía— Se lo decía a sí misma también —Se que el hechicero mayor jamás debía ser un Bonami, pero ahora no hay más opción. Nebulus no está y como el mayor de todos nosotros, te corresponde el título. Ahora… necesito que escuches y atiendas, porque necesito tu consejo también, viejo amigo— El magicat solo asintió está vez —La princesa no creció en Luna Brillante… creció con la Horda. Y llegó muy dentro de la misma— Entonces le contó la historia, y Chezira tenía que creerla porque Nube jamás mentiría.

40 horas para el ataque.

Glimmer al fin había terminado de transmitir las órdenes necesarias para marchar hacia la Zona del Terror. Mermista estaba exultante de que al fin iba a poder devolver el golpe en batalla. Las Salinas y su gente esperaban ansiosos desde el mar. El bloqueo para que los hordianos no pudieran comerciar ni traficar ya se estaba volviendo aburrido. En especial con Catra filtrando toda la información de las rutas que intentaban los Capitanes de la Fuerza. Y con Octavia para contrarrestar a sus viejos aliados era alga comida.

Catra le había dicho a Scorpia que la quería al atardecer en Plumeria. Glimmer sabía que podía abordarla antes. Desde que le había cortado el cabello y se la pasaba junto a Perfuma, a Glimmer le había gustado sinceramente Scorpia, y ahora tenía una razón más para buscarla.

Glimmer se apareció en el pasillo, fuera de la habitación de Scorpia, tocó a la puerta y le abrió Perfuma.

—Hola, Glimmer ¿Qué tal?— La saludó la princesa de Plumeria.

—Oh, hola, Perfuma. Estaba buscando a Scorpia… quería preguntarle algunas cosas.

—Me temo que todavía está descansando. No ha podido descansar mucho y no creo que a Catra le importe si nos retrasamos un rato.

—Entiendo— Glimmer no quería perder del todo la oportunidad —Yo podría llevarlas allá y así podría descansar un rato más.

—¿En serio harías eso por Scorpia?— Era bien sabido que Glimmer podía ser un poco quisquillosa con sus poderes.

—Sí, claro— La reina tenía muchas ganas de hablar con Scorpia, en Plumeria ya vería cómo robarsela un momento a Perfuma, posiblemente con la Flor de Corazón para impresionarla, sería más sencillo hablar con ella.

—¡Muchas gracias! ¿Podrías volver en un par de horas?— Perfuma no pudo evitar quedar impresionada. Fue muy amable por parte de Glimmer ofrecerse a llevarlas allí.

—Vendré por ustedes justo para la cena ¿Qué te parece?— Ofreció Glimmer.

Ya que la reina no podría hablar con la escorpioni justo ahora y seguramente Bow seguiría con Entrapta, decidió que podría darse una vuelta y conocer mejor a sus invitados. Se apareció directamente en el jardín donde ahora reposaba uno de los congéneres de Catra.

Glimmer estaba segura de que si Catra no estuviera tan encerrada en su dolor por Adora, sería capaz de entender los argumentos que daba la reina. No había forma de que la Horda pudiera ser una amenaza con el poder combinado de las princesas, además de todo potenciado por el poder del Corazón de Etheria.

Y ahora qué también Catra tenía su propia piedra rúnica, debería de pensarlo mejor.

Los magicats estaban dormidos, Glimmer se acercó con cuidado, observando sus cuerpos delgados, cubiertos de cicatrices, su falta de miembros o cambios extraños, como aquel con cola y tenazas como las de Scorpia. Estas quimeras eran antinaturales. Los magicats dormían casi encimados, muy juntos unos de otros. Eran a la vez muy parecidos y diferentes de Catra.

En la mañana no los había visto demasiado, maravillada por la ceremonia y por la propia idea de ellos como para mirarlos como individuos, si no más bien como una sorpresiva maravilla de la que no conocía casi nada. Catra era apenas un poco más alta que ella misma, así que también la sorprendía la altura media de ellos. Aunque corto, el pelaje en ellos se notaba mucho más por los patrones rayados o manchados que lucían, además de tonos muy variados, desde uno blanco rayado a excepción de las oscuras orejas, a suaves naranjas.

Conforme Glimmer se acercaba se dio cuenta que dos ellos estaban hablando a la sombra del sauce. Reconoció a una de ellos, a la mamá de Catra, y se cuadró un poco, se suponía que estaba ante alguien que tenía el mismo rango, aunque no estaba segura. Esta magicat debería de tener por lo menos la edad de su papá, podría ser un poco mayor o menor, pero en ella no se veían signos de edad, como sí en el magicat al lado de ella, que estaba entrecano en algunas partes de su pelaje naranja.

Parecían muy serios y Glimmer dudó un poco antes de levantar una mano y acercarse un poco más.

—Majestad— Saludó Nube Oscura.

—H-hola— Glimmer ya no estaba muy segura de querer hablar con esta magicat. Estar cerca de ella era abrumante en cierto sentido, no solo por su altura aunque estaba sentada —Solo… quería asegurarme de que se encuentran bien— Y se fijó también en el otro magicat.

—Estamos lo mejor que se puede, majestad— Respondió Nube poniéndose de pie y haciendo una ligera mueca al sentir su piel estirarse bajo los vendajes de su torso —Es muy gentil de tu parte cerciorarte— Sentía que el otro magicat la miraba con ojo crítico.

—Me alegra saberlo ¿Ya- ya les han mostrado sus habitaciones?

—Ah, sí… todo el corredor de la segunda planta este— Indicó Nube Oscura, el pasillo más cercano con alcobas disponibles de paso a este jardín.

—Aunque es muy agradable estar al aire libre, ¿no es así, capitana?— Intercedió el viejo magicat.

—Ah, majestad, éste es Chezira, nuestro Hechicero Mayor— La ligera mirada de reproche pasó desapercibida para Glimmer.

—Es un honor conocerlo— La reina hizo una reverencia y después estiró la mano y el magicat naranja con cara blanca rodeó la mano de la reina con su media cola, para la mirada extrañada de la pelirosa. Catra era muy celosa de su cola.

—Este es un viejo saludo magicat que solo se da entre nosotros o como muestra de respeto, majestad— Explicó Nube Oscura.

—Ya veo— No pudo evitar buscar con la mirada la otra cola, y cuando se dio cuenta que Nube la miraba, se apenó —Lo siento, no quise ser inoportuna— Murmuró.

—No lo eres, Glimmer. A veces yo también la busco sin querer— Nube Oscura tenía un modo de mirar que hacía a la reina desear estar en otro lugar. Sus ojos verdes eran penetrantes, pero no pesados.

Nadie dijo nada más. Chezira y Nube se miraron un momento, teniendo una silenciosa discusión. Glimmer estaba empezando a abrir la boca para iniciar la retirada cuando por la puerta apareció Kaphiri, venía sola.

Los tres esperaron hasta que la magicat manchada se les unió. Saludó a Chezira enroscando las colas, a Nube en el antebrazo y dudó cuando se detuvo con Glimmer, quien le sonrió y le ofreció la mano derecha.

—Hola, soy Glimmer— que estiró un poco más la mano, demostrando una seguridad que no sentía. Solo no quería que los magicats tuvieran que saludarla como hacían entre ellos solo porque era la reina. Kaphiri le apretó entonces la mano con la única que le quedaba, y su único ojo brilló con gusto.

—Hola, me llamo Kaphiri— Y el escrutinio de la reina se intensificó. Esta era la prometida de Catra.

—Phiri, ella es la joven monarca de Luna Brillante, nuestra anfitriona— Aclaró Nube.

—No hace falta, solo Glimmer está bien.

—Gracias por toda su ayuda, majestad— Y Phiri se inclinó un poco.

A Glimmer le gustaría que no pusieran siempre esta distancia con ella. Mientras la cola de Chezira se enredaba con cuidado en lo que podía sostener de su cintura, la punta con anillos blancos de la cola de Kaphiri se movía un poco, aunque también anudada a su cintura. Esto era raro para Glimmer, que estaba acostumbrada a los suaves movimientos de la cola de Catra.

—¿Cómo está Shu, Phiri?— Preguntó Nube.

—Ya está mejor, señora, pero los sanadores quieren que descanse dentro para poder observarlo. El golpe parece ser más fuerte de lo que pensaron— Explicó la magicat gris claro.

—Gracias ¿Tú estás mejor?

—Sí, gracias— Nube le asintió a Kaphiri con un gesto que a Glimmer le recordó a su mamá. Quizás todas las reinas tuvieran algo en común. ¿Ella podría lucir tan segura? ¿Ser considerada y consciente de todo lo que tenía que cuidar y atender? Eso es lo que estaba intentando al menos.

—¿Hay alguno de ustedes lastimado?— Inquirió Glimmer, preocupada.

—No realmente, majestad. Fue un pequeño incidente cuando salíamos de la Zona del Terror— Todo lo decía Nube como si hubiera sido un paseo. Ya veía que era muy diferente de Catra.

Nube miró con interés a Glimmer. Si la joven reina estaba dispuesta a hablar, podría aprender de Catra de otra forma. Y con todo lo que Angella le había dicho, la opinión de Glimmer quizás fuera dura, pero sincera.

—¿Me acompañarías, Glimmer?— Nube se despidió de los magicats con la mano y avanzó sin realmente darle opción a la reina, quien hizo una reverencia nerviosa y siguió a la magicat.

Chezira y Kaphiri se miraron un momento y fueron junto a los demás. Su capitana realmente no tenía que darles explicaciones. Si ahora Chezira sería considerado el Hechicero Mayor, tendría que empezar a pensar como un igual a Nube Oscura, ella ya le había demostrado su confianza diciendole la verdad acerca de Catra y ofreciendo un panorama de la situación actual.

—Me dice tu madre que no te llevas muy bien con mi hija— La reina se sonrojó sin razón aparente. Era cierto que no se llevaba bien con Catra.

—Nunca nos hemos caído bien— Respondió con sencillez.

—Entiendo que no es fácil confiar en un viejo enemigo— Glimmer no sabía qué tanto podría conocer ya esta magicat.

—¿Sabe todo lo que ha pasado?

—Todo lo que pueda ser aprendido en tan poco tiempo. Temo que son los matices los que se pierden— Explicó Nube con cuidado.

—Catra era una hordiana— Dijo Glimmer como si eso lo explicara todo. Caminaban tranquilamente ya por el interior del castillo, dirigiéndose hacia donde estaba la habitación de Nube.

—Estoy al tanto. También de los últimos acontecimientos: las batallas, el portal, She-ra, el rescate de Micah y la princesa de Drill— Resumió rápidamente Nube, para la ligera consternación de la reina —Angella me dijo que tú serías capaz de explicarme mejor qué es lo que pasó durante el portal. Son conceptos difíciles de digerir— Glimmer escuchó y explicó lo mejor que pudo.

35 horas para el ataque.

Catra se despertó y se alistó para ir al Salón de Guerra. Se sentía un poco mejor y no le molestaría hacerle algunas preguntas más a Nube Oscura, por ejemplo, por qué le salía hielo de las manos. Dando vuelta en el último pasillo para llegar a las puertas dobles, dos guardias la interceptaron con las lanzas en ristre. Catra se puso en guardia de inmediato ¿era esto un juego de Glimmer?

—¿Qué les pasa?— Demandó.

—Princesa.

—Comandante— Soltaron sorprendidos los guardias —Tiene que correr, váyase, ¡rápido!— Gritó uno de ellos sin dejar de empujarla de regreso al pasillo.

Catra entonces vio la pared manchada de sangre y las ropas rotas de los guardias, no podía leer sus expresiones por los tontos cascos, pero la nariz se le inundó con el olor de su miedo. Entonces el cuerpo de otro guardia cayó al suelo al final del pasillo y cuerpos mutilados y famélicos emergieron entre gruñidos y palabras incomprensibles. Garras y colmillos manchados de sangre, con pedazos de piel y tela arrancados ondeando entre sus garras y huesos expuestos.

Los guardias se voltearon entonces para encarar la amenaza y proteger a Catra, que estaba pasmada.

Los magicats salvajes, solo piel y huesos, pelaje manchado, hirsuto, sin mandíbulas, con filosos muñones en vez de manos o pies, avanzaron con torpeza pero determinados hacia ellos. Catra saltó al frente para proteger a los guardias y se quedó congelada cuando reconoció a las magicats que habían caído sobre el otro guardia. Una, gris oscuro con rayas negras, la otra, gris claro con manchas colgándole el ojo izquierdo sobre la mejilla.

Con la cara y las zarpas manchados de sangre, sus miradas se clavaron en ella y dio un paso incierto para atrás. Ellas avanzaron con lentitud a cuatro patas y gruñeron.

—¿Te gusta lo que ves o esto tampoco es de tu agrado?— Gruñó Nube Oscura, entre gorgoteos, porque todas sus cicatrices eran ahora horrendas heridas abiertas y le escurría la sangre entre los labios —Tú nos hiciste esto. No fuiste antes por nosotros— Catra dio otro paso para atrás.

Más magicats seguían apareciendo. Corroídos.

La cola de Kaphiri se agitó en el aire, Catra sintió una mano en el hombro. Los guardias la jalaban hacia ellos, pero no se podía mover. La cola de Kaphiri se estiró todos los metros que la separaban y aprisionó su propia cola. Por fin Catra se pudo mover.

—Ven aquí, princesa, solo quiero saludarte— Le decía con perversión. La cola gris seguía subiendo por su cola hasta empezar a rodearla por la cintura.

—¡Catra, vámonos!— Escuchó a Glimmer gritarle desde atrás, se giró y le tomó la mano a la reina, que se las llevó en un parpadeo.

Catra cayó de rodillas sobre suave hierba. Todavía sujetaba fuertemente la otra mano.

—¿Estás bien?— Preguntó suavemente la voz que más añoraba.

—¿Adora?— Levantó la mirada y su mano sostuvo la otra con más fuerza.

—¿Esperabas a alguien más?— Le decía la rubia con esa estúpida sonrisa mientras la ayudaba a levantarse.

—Es que Glimmer… y… —Las imágenes de los magicats mutilados y locos le parpadearon en la mente.

—¿Glimmer? Pero si tú y ella no se llevan bien ¿Ahora quieres ir con ella?— Adora la provocó juguetona. Catra no le soltó la mano y la acarició con su pulgar.

—No, no. Olvídalo ¿Dónde estamos?— Pero en cuanto lo preguntó, el mundo a su alrededor cobró forma. Era el jardín con el sauce.

—Aquí no lo recuerdo— Mencionó Adora como si solo estuvieran paseando.

—Apenas hoy conocí este lugar.

—Es agradable.

Las dos se quedaron de pie sostenidas de la mano, y Adora le regresaba las caricias con el pulgar a Catra. La escena era pacífica. Adora avanzó hacia el árbol y aunque Catra no estaba segura, se dejó guiar. Se sentaron a la sombra en medio de la hierba y aunque la felina se sentó un poco retirada de la rubia, ésta se acercó. Adora al fin soltó la mano de la gatita, para su instantáneo desconsuelo, para abrazarla y juntar hombro con hombro.

Una tristeza innombrable llenaba a Catra siempre que tenía estos sueños. Sin embargo, los agradecía enormemente, y mucho más si como ahora, se daba cuenta que estaba soñando, porque de otro modo, despertar era demasiado horrible.

Catra dejó que su cabeza descansara en el hombro enfundado en rojo y su cola rodeó la cintura de Adora. Al pensar en su cola, recordó vagamente la sensación perturbada de la cola de la Kaphiri vuelta loca de hambre en su pelaje. Su estremecimiento no pasó desapercibido para Adora.

—¿Pasa algo malo?— Preguntó y le acarició el cabello de la frente a Catra, que no se había dado cuenta que no usaba su corona.

—No. Todo es perfecto ahora— Dijo con un hilo de voz.

Antes de que pudiera darse cuenta, estaba recostada con la cabeza descansando en el regazo de Adora, mirando hacia arriba la sonrisa tranquila de la rubia. En vida, pocas veces la veía tan relajada. Toda la visión de Catra era consumida por el rostro rozagante de Adora, y el halo de verde resplandor que le daban las hojas del sauce sobre ellas. Catra levantó la mano para ver los juegos de luces y sombras entre sus dedos.

—¿Sabes? Algo pasó…—¿Podía decirle? ¿Podía confesar en sus sueños?

Le había dicho a Glimmer que le importaba más que ella se cayera al vacío que lo que le había hecho a Shadow Weaver. Y en general, estaba bien con el acontecer de las cosas. Si alguien algún día debía de ejecutar a la bruja, tenía que ser ella misma, porque a pesar de todo, Catra odiaría corrosivamente a la persona que matara a la bruja en su lugar. Su amor siempre era así, lleno de contradicciones. ¿Es que no podía amar sin odiar? Incluso antes de todo, una pequeña parte de ella odiaba a Adora cuando no se daba cuenta de los castigos que Catra sufría, de los celos por quedar la segunda mejor. Estaba tan jodida desde el principio.

—Te escucho. Sabes que cuentas conmigo siempre— Dijo Adora después de un momento. La Adora de sus sueños siempre era perfecta. Y eso la hacía odiarla un poquito también… porque no era la real.

—Tuve que…— Se detuvo porque no era del todo cierto —Maté a Shadow Weaver— El dolor en la mirada de Adora sí parecía tan real.

—¿Por qué?— Pero ni por un segundo se detuvo de acariciarle el cabello.

—Porque hizo cosas mucho más terribles de lo que yo podía soportar— Catra cerró los ojos y cuando los abrió, la mueca triste de Adora la recibió.

—Entonces ella misma se lo buscó— No, Catra no quería comprensión, quería castigo, alguna reacción. SU Adora, la Adora real, habría llorado, la habría golpeado, le habría gritado y solo quizás después, habría intentado entender. Se puso de pie de un salto.

—Esto no está bien— Gruñó —Se supone que no debo sentirme así, se supone que no debo necesitarte.

—No me necesitas— dijo Adora en voz baja.

—Se supone que no debo estar aquí, contigo.

—Catra— dijo Adora en voz baja, poniéndose de pie también.

—No lo hagas— advirtió Catra, levantando la mano —No me llames así.

—¿Cómo debería llamarte entonces?

—Eres demasiado amable conmigo— acusó Catra sin responder directamente —Maté a Shadow Weaver, torturé a la gente y sigues siendo amable conmigo.

—Por supuesto que lo soy— Dijo Adora, poniéndose de pie y caminando hacia Catra —Tú eres mi amiga y eso nada lo cambiará— Catra quería creerle, pero no podía. Ya no. Adora la miró con el ceño fruncido por la confusión. —¿Qué no está bien?

—Tú— Siseó Catra —Se supone que no puedo tocarte, sentirte. Todo esto está mal.

El rostro de Adora se suavizó y extendió la mano para tocar la mejilla de Catra.

—Lo siento— Susurró —Lo siento mucho.

Catra se apartó y la miró.

—No, yo lo siento, no es lo suficientemente bueno— escupió antes de darse la vuelta y alejarse.

—¿Qué lo es? Dime— preguntó Adora alzando un poco la voz.

—No deberías estar tratando de entenderme, deberías estar tratando de castigarme— Catra sintió que se le cerraba la garganta y las lágrimas empezaron a nublar su visión. —Maté a… alguien, merezco ser castigada.

—Pero yo no puedo hacerlo, Catra… Mírate, tú sola lo estás haciendo— Y Catra miró su propio cuerpo.

Se había abrazado y vuelto hacia Adora y ahora sentía el grito de su carne. Las heridas en los brazos, las heridas en su pecho, sus garras arrancadas en pies y manos, todas las heridas que se había hecho, estaban de nuevo abiertas y sangrantes. Pero la automutilación era muy poco para lo que tenía que pagar.

Se dejó caer de rodillas en el piso y Adora la abrazó.

—Yo siempre voy a estar contigo, Catra— Ella le devolvió el abrazo, incapaz de decir nada más y entonces se despertó.

Catra abrió los ojos y contempló el dosel morado sobre ella. Le quedaban vagos recuerdos del sueño, que poco a poco se desvanecían. El abrazo de Adora permanecía, como un fantasma más. Las caras destrozadas de Nube Oscura y Kaphiri también la perseguirían a partir de ahora. Eran los únicos detalles que podía recordar con claridad.

Se tentó los brazos y comprobó que las heridas estaban cerradas, las cicatrices ni siquiera se notaban entre el pelaje gracias al ungüento de Perfuma. Sus garras estaban perfectas. Su pecho estaba cerrado.

Se levantó después de un momento y se alistó. Todavía tenía un rato antes de los reportes habituales de Double Trouble y Lonnie. Se acercó a su escritorio y notó que el resto de los archivos seguían ahí. Lo único que se habían llevado fue la carpeta roja. No tenía ganas de pensar, pero tampoco de trabajar. Tomó el libro de Adora y se lo llevó a la cama.

Releyó las partes dónde Adora explicaba cómo se sentía, y volvió a pensar lo que de verdad le diría si alguna vez hubieran hablado calmadamente. Catra sabía que la Horda era mala, por supuesto que lo sabía, pero tampoco conocía nada mejor. Y no era tan valiente como Adora para dejar todo lo que conocía atrás. Incluso a su mejor amiga. La carta estaba a buen recaudo en un cajón. Y al final para matar el tiempo, siguió su estudio de la escritura de los Primeros. Adora había sido muy diligente con las indicaciones y lo complicado era conectar los extraños símbolos.

Unos pocos minutos después de la hora acordada, DT y Lonnie la contactaron. Era raro que lo hicieran al mismo tiempo. Catra les informó de los nuevos planes escuetamente y ella escuchó atentamente el reporte.

La Zona del Terror todavía no se recuperaba del todo del apagón. DT había desplazado a casi todos los cadetes y niños a la parte más lejana. Aparentemente Hordak mismo era el que estaba limitando la energía, redirigiendo toda la posible a su laboratorio para seguir trabajando. Al fin que la población de la Zona del Terror había decrecido tanto por las capturas de patrullas por parte de la Rebelión y las propias deserciones, que podían prescindir áreas enteras de energía.

—Así que, Gatita, Lonnie ya me ha contado un poco de tus nuevos amigos— Dijo casi al final DT.

—Sí, Catra ¿Cómo están? Se veían terrible.

No podía no responderle a Lonnie, cuando por ella es que estaban vivos, salvos en Luna Brillante.

—Están mejor. Los han atendido y se ven mucho mejor— Le dijo escuetamente.

—¡Oh, vamos, Catra! Hasta tú tienes que emocionarte por esto. ¿Es tu gente, no?— Catra se sentía mejor después de dormir un rato, y se sentía mucho más relajada con estos dos que con cualquiera, quizá excepto Scorpia, para hablar.

Scorpia ya pasaba tanto tiempo con Perfuma, que Catra tenía ahora la oportunidad de extrañarla, sentimiento que la seguía sorprendiendo a veces y era muy satisfactorio que solo con cruzar el pasillo, o una llamada, pudiera comentarle o preguntarle algo.

—No sé si llamarlos así. Pero son magicats.

—Eso los vuelve tu gente— Dijo Lonnie.

Catra les contó un poco de lo que había pasado con ellos en la mañana y el funeral. Y cuando Lonnie preguntó sobre si podían hablar, también explicó lo que sabía del Hechizo. Hablaron del tema unos minutos más, pero Catra no encontró razón ni valor para mencionar el pequeño detalle de que una de ellos era su madre.

Lo que sí les contó, para que DT comprendiera a cabalidad la seriedad de la situación, era sobre la tercera parte implicada que estaba ayudando a Hordak a resolver los problemas que tuviera para ejecutar otro portal, y todo lo que eso podía traer consigo. Además de quejarse de la insistencia de Glimmer en ocupar el Corazón de Etheria. Como si Catra no supiera los problemas que podía traer juguetear con las piedras rúnicas. Double Trouble se quejó entonces de la cantidad de charlatanería que estaba teniendo el jefe hordiano, y cómo no dejaba hablar de Hordiano Primero y su poder, y cómo barrería con las princesas como si fueran papel.

No harían nada para modificar las patrullas habituales ni reforzar las defensas. Su principal tarea era monitorear a Hordak y evitar que los soldados sufrieran demasiado por la incompetencia del mismo. Catra quería reportes cada seis horas, en lugar de solo dos veces al día.

33 horas para el ataque.

Ahora que había dormido un poco, Catra tenía hambre. Después de colgar con Lonnie y Double Trouble, decidió ir a cenar al comedor. Se puso la capa para que le colgara sin estorbar al frente y volvió a ponerse su corona. Era demasiado familiar para no usarla. Ya había tenido bastante de sus propios pensamientos por un rato. Justo cuando ella iba saliendo, Glimmer se apareció frente a la puerta de Scorpia.

La reina sabía que Catra no estaba en buenos términos con Nube Oscura, y se sintió inquieta sin comprender la razón del todo al ver a Catra acercándose.

—Hola, Catra.

—¿Qué hay, Chispitas?

Glimmer tocó a la puerta.

—¿Qué haces? Se supone que Scorpia y Perfuma ya deberían estar en…— Y Scorpia abrió su puerta con su uniforme rebelde puesto.

—Las voy a teletransportar allá después de la cena, así Scorpia pudo descansar bien, ¿verdad?— Y así le sonrió con apremió a Scorpia.

—Oh, sí, muchas gracias, Glimmer. Perfuma me contó hace un rato. Justo ahora la voy a ver en el comedor… ¿Ustedes también van para allá?— Preguntó la escorpioni con cuidado.

Catra solo achicó los ojos. Glimmer metiéndose como siempre en sus planes. Pero no podía negar que si hubiera sabido que se iba a prestar a llevar a las princesas hasta Plumeria, incluso le hubiera dado más margen a Scorpia.

—Sí— Dijeron las dos al mismo tiempo y se voltearon a ver.

Scorpia soltó una pequeña risita.

—¿No tienes que irte a jugar con tu gato o algo por el estilo?— Le siseó Catra a Glimmer.

—Es cierto, no he visto a Mehira en todo el día— Dijo la reina sin responder a la provocación de Catra.

—Él está abajo con los demás gatitos— Escucharon una voz clara y aguda que se acercaba por el pasillo, y las tres voltearon a ver. Se encontraron con Perfuma, que ya venía por Scorpia para bajar a cenar, con Lily en brazos. Y los magicats no eran "gatitos".

—¿No es maravilloso, chicas? Lord Micah ha logrado terminar su hechizo y ahora podemos entender mejor a nuestros amigos— Anunció Perfuma.

Lo que le faltaba a Catra. Ahora Glimmer escucharía directamente al gato lambiscón.

Las cinco se fueron al comedor mientras platicaban, bueno, menos Catra. Avanzaban en cierta cohesión y estaban muy emocionadas por escuchar al resto de los animales. Glimmer se preguntaba si Bow ya sabía que podría hablar con Winda.

En el comedor se sentaron en una de las grandes mesas dispuestas y los empezaron a atender, ahí estaba Bow, juntando una bandeja con comida pequeña, ya era visto que Entrapta no había querido dejar el trabajo entonces. Pero se emocionó tanto como Perfuma y Glimmer cuando escuchó a Lily saludarlo. Prometió buscar al puercoespín en los jardines en cuanto comiera con Entrapta. Glimmer bromeó con él, y el arquero solo le regresó una sonrisa satisfecha.

Se sentaron de modo que Catra quedó junto a una silla vacía que normalmente ocupaba Mermista y del otro lado Scorpia, Perfuma y Glimmer.

Cuando ya estaban entretenidas comiendo, el comedor se quedó en silencio un momento para hacer revuelo después. Varios magicats entraron, aparentemente escoltando a Nube Oscura, que solo había dormido un rato después de interrogar a Glimmer, entre ellos venía Kaphiri. A Catra se le encogió el estómago al recordar las caras de su pesadilla.

Los seis magicats se sentaron en otro extremo de la mesa, pero Kaphiri antes de sentarse, terminó caminando hasta donde estaba Catra. Varias personas las miraban con curiosidad, entre ellas las otras princesas y en especial la joven reina. Catra sentía las orejas calientes.

Kaphiri no le había hecho nada malo. Ella ni siquiera había mencionado el compromiso, todo lo había complicado Nube Oscura, de quien también podía sentir la mirada.

Los ojos de Nube se abrieron con sorpresa cuando se dio cuenta de lo que Kaphiri estaba haciendo, pero no encontró voz para llamarla. Catra solo le había dicho de manera personal que la dejara en paz, pero no había dicho nada acerca de los demás magicats. A lo mejor ellos tenían más suerte de acercarse a ella.

A la respetuosa distancia de dos pasos, Kaphiri esperaba de pie, Catra la volteó a ver al ojo sano, el izquierdo estaba cubierto por el parche de cuero negro que también le cubría parcialmente esa oreja. No le colgaba desde el nervio por la cara. Kaphiri ofreció primero su cola, con cuidado, como correspondía a alguien de rango inferior, pues quedaba expuesta.

Glimmer vió cómo la cola de Catra se movía en eses lejos de la de Kaphiri para después extenderla y enroscar un poco las dos puntas, con lo cual recordó el leve toque de la cola parda. Kaphiri resplandecía.

Nube no pudo evitar soltar un pequeño suspiro. Después de solo un segundo, Catra retiró su cola y volvió a comer. Kaphiri se fue con el resto de los magicats, quienes para gusto de Catra, se quedaron sentados y se dejaron atender por el servicio del castillo.

Catra terminó de comer en silencio, ya sin participar para nada en la plática de Scorpia y Perfuma sobre su visita a Plumeria. Se levantó y Scorpia le habló.

—¿Te veré mañana, Gata Montes?— Glimmer escuchó atenta.

—Sí, después de mi turno de guardia, iré para allá— Hablaron un poco más. Catra quería irse de ahí, a entrenar o supervisar cualquier cosa, incluso iría con Entrapta aunque siguiera dentro de la nave.

En ese momento llegó Rogelio y Catra lo agradeció internamente. Por fin podría atender sus asuntos con él, aunque seguramente estaba ahí para comer algo.

—Hola, Rog. Ven a verme con Entrapta a la nave después de que termines— El lagarto gruñó un asentimiento y Catra por fin pudo salir, bastante consciente de que Nube la miraba, caminando con todo el garbo del que era capaz.

Llegó hasta el pasillo y volteó al escuchar la puerta abrirse de nuevo. Era Kaphiri. La magicat gris se le acercó con cuidado. Algo en su expresión llegó hasta la memoria de Catra. Ya había visto antes ese rostro. Más joven. Manchado de sangre. Kaphiri era la magicat que Catra tenía en mente mientras le sacaba el ojo a Shadow Weaver.

—Sujeto 41— Susurró.

La cola de Phiri dejó su cintura para moverse nerviosa a su espalda y sus hombros y orejas se encogieron, mientras su única mano se alzaba hasta el parche. Catra de inmediato se sintió mal de haberlo dicho en voz alta.

—No quise decir eso…— Intentó disculparse y se mordió la lengua.

—¿Cómo sabe eso?— Inquirió con un susurro estrangulado la otra magicat.

—Porque…— La puerta se volvió a abrir y salió Glimmer, que venía seguida de Perfuma y Scorpia —Ven— Ordenó y Catra empezó a caminar por el pasillo. Phiri la siguió después de un momento y las princesas y la reina no alcanzaron a decir nada y solo se encogieron de hombros.

Salieron a unas de las terrazas, Catra se detuvo en seco para encarar a Kaphiri.

—Lo sé porque la persona que les hizo esto, lo documentó todo— Dijo con voz plana. La magicat manchada se acomodó un mechón de cabello plateado en un gesto nervioso. Movía los dos brazos en un gesto extraño para Catra. Ni siquiera en la Horda estaba acostumbrada a ver gente con tales lesiones, y el medio brazo de Kaphiri la estaba poniendo nerviosa. De pronto se le ocurrió que tenía un nuevo proyecto para Entrapta, en cuanto terminara el ataque.

—No entiendo muy bien nada de eso, princesa, disculpe, por favor— Habló quedamente.

—No tienes que disculparte por eso— Dijo Catra.

—Tengo que hacerlo porque en verdad no entiendo muy bien— A pesar de la diferencia de altura, Kaphiri parecía mirar hacia arriba a Catra.

—¿Qué es lo que no entiendes?— La gata trató de que no sonara como una acusación, si no como una pregunta legítima.

—Lo que está pasando, lo que nos pasó, el hechizo. Los demás parecen sentirse bien, incluso como si estuviéramos en casa— La agradable voz de la magicat gris titubeaba un poco y hacía unas entonaciones extrañas.

—Sí, creo que ya todos habían estado en Luna Brillante antes— Phiri movió nerviosa la cola tras ella. Catra se preguntaba ahora cómo salir de esta conversación.

—No… Yo nunca había salido de casa— Catra la miró con duda —Lo siento, princesa, de Media Luna— Catra suspiró y se sentó sobre la hierba ahí mismo donde estaba parada. Con una indicación de su mano, Phiri hizo lo mismo. Podían ver el atardecer.

—¿Por qué crees que no entiendes? ¿Qué tiene que ver el hechizo?

—No recuerdo muy bien, solo hay sombras… lo más claro que recuerdo es querer conocerla— Ya está, ya iban a eso —Algo… algo le pasó a mi mente, perdone, princesa. No creo entender muchas cosas pronto. Y mis garras, lo siento mucho también, sé que no son lo mejor para una Bonami pero prometo qué…— Catra la cortó.

—Espera, espera. ¿De qué estás hablando? No tienes que disculparte de nada conmigo ¿Qué hay con tus garras?— Kaphiri la miró confundida. Ninguna de las dos terminaba de entender a la otra.

—Sus garras son tan negras… No querrá a alguien como yo para protegerla— Dijo tímidamente.

Catra se miró sus garras. Nunca se había cuestionado su color, y recordaba que no siempre habían sido tan oscuras pero era un detalle al que nunca le había dado importancia. Las de Kaphiri eran todavía más claras que su pelaje. Catra la miró enteramente. A su cuerpo alto y delgado, las cicatrices que se asomaban entre la túnica morada que no le iba. Las partes sin pelo y la piel clara cubierta de costras por la sarna. Catra no tenía una forma exuberante pero era marcadamente femenina. El cuerpo de Kaphiri era completamente anodino, muy diferente de la figura que le mostrara Micah hace escasas semanas.

—Nadie tiene que protegerme y tus garras no tienen nada de malo— Sentenció.

—¿Qué quiere decir? No entiendo— Kaphiri parecía genuinamente perpleja. Catra tampoco entendía. ¿Qué le pasaba a esta magicat? Con Nube Oscura no había tenido ningún problema técnico de comunicación.

—Ahora, cuéntame sobre tus garras— Pidió para simplificar.

—¿Qué quiere saber?

—¿Siempre han sido así?

—Sí… No tuve tiempo de entrenar lo suficiente para que se oscurecieran— Eso sí llamó la atención de Catra, pero la otra magicat se lo decía con las orejas agachadas y gran vergüenza en la voz.

—Está bien, Kaphiri. No es tu culpa. Solo tengo curiosidad, eso es todo— Explicó Catra. Creyó que al fin entendía un poco lo que pasaba con Kaphiri, ella no entendía que Catra no sabía nada de los magicats, ni su cultura, ni siquiera su físico. —¿Entonces necesitas entrenar para oscurecerlas?— Preguntó no sin cierta reserva por su propia admisión de que no sabía algo así.

—Sí… Debemos entrenar y pelear para endurecerlas— Ahí ya tenía una respuesta concreta. Catra se miró las garras, pues creciendo en la Zona del Terror, donde toda su vida era entrenamiento, peleas y escalar entre el metal, no le sorprendía entonces que fueran tan oscuras.

—Princesa, ¿puedo preguntarle su edad?— Preguntó Kaphiri con gran respeto y sacando de sus pensamientos a Catra.

—Cumpliré 20— Y Catra la vio contar internamente —¿Qué pasa?

—Yo… no estaba segura de cuánto tiempo duró el silencio… el hechizo— Ahora la que encogió las orejas fue Catra. —Creo que yo tengo… tal vez 32 años— Esto estaba escalando demasiado para Catra. No necesitaba saber estos detalles de Kaphiri. Se levantó dispuesta a irse. —Princesa, espere, por favor.

—¿Qué?— Catra se detuvo pero sentía su paciencia adelgazarse.

—Por favor, solo quiero entender. Sé que es mucha información para asimilar, y lamento haberla bombardeado con tantas preguntas, pero no puedo evitarlo. Necesito entender— suplicó Kaphiri.

—Yo no te puedo ayudar. Deberías hablar con los sanadores, los hechiceros, incluso con Nube Oscura. Ella sabía lo que pasaba con el hechizo. Yo no tengo las respuestas que necesitas— Esto era muy extraño para ella. Nadie la buscaba pidiendo consejo. Esto era muy diferente de que la General la buscara para las siguientes indicaciones, por ejemplo.

—He intentado hablar con los otros, pero tampoco entienden. Ellos están bien. Soy yo la que se siente… vacía, no lo comprendo. Solo hay sombras, algunos recuerdos y mucho ruido. Y la Capitana no me dice mucho, sé que ella tiene muchas cosas que resolver… Princesa, por favor, no quiero molestarla, sé que usted debe estar muy ocupada… Solo tengo ésta urgencia de conocerla. Es… casi lo último que recuerdo bien— Sus palabras sinceras y desesperadas tocaron una fibra sensible en Catra.

—Lo siento, Kaphiri— Dijo Catra con cierta rudeza —Desearía poder ayudar, pero no sé de qué estás hablando. Tampoco entiendo el hechizo.

Kaphiri parecía cabizbaja y Catra se sintió culpable por no poder ayudarla. Deseaba poder hacer más, pero simplemente no sabía qué hacer. En su mente se sobreponían las imágenes del "Sujeto 41", de su pesadilla y de la magicat de carne y hueso que tenía en frente.

—No sé qué me pasa. No me siento yo misma. Tengo miedo y no sé qué hacer— Dijo Kaphiri ante el silencio que se extendía y Catra simplemente no podía manejar que alguien le estuviera hablando de este modo tan sincero y vulnerable. Kaphiri tendría que hablar con Nube Oscura, con Perfuma, incluso con Angella, no con Catra.

—Ya veo. Pero no puedo decirte qué te pasa— dijo Catra, cómo si supiera de lo que estaba hablando.

—Por favor, cualquier cosa— Pidió Kaphiri, su mirada suplicante era la de un niño. No tenía nada que ver con la mujer que Catra podía ver.

—Primero, deberías hablar con los curanderos. Ellos podrían ayudarte a descubrir qué anda mal. Segundo, deberías tratar de relajarte y no preocuparte tanto. Cuanto más te preocupes, peor se pondrá. Por último, creo que sería una buena idea que hablaras con la capitana. Ella podría ayudarte a entender lo que está pasando— Soltó tratando de que sonara lo más coherente posible. Tal vez si le daba algo más tangible, al fin Kaphiri la dejaría en paz.

—Gracias, princesa. Haré lo que dice. Lamento haberla molestado.

—Ahora ve y habla con los curanderos. Ellos podrían decirte qué está mal.

Por fin, Kaphiri la reverenció y se fue.

Catra sentía los nervios tensos.

30 horas para el ataque.

Glimmer acompañó a Perfuma y Scorpia por sus cosas después de cenar y las había llevado hasta Plumeria, dónde disfrutaron de un bello atardecer y los plumerianos las recibieron con algarabía y canciones. Scorpia estaba muy impresionada. Fuera de los viajes en esquife para la prisión y algunas misiones dentro de la Horda todavía, y la incursión de la madrugada, en realidad no había estado tal cuál dentro de los bosque susurrantes.

Y todos eran tan amables, menos formales que en Luna Brillante. Los plumerianos confiaban más que ciegamente en su princesa y al verla ser amiga de la escorpioni no habían dudado ni un segundo en integrarla. Además, hasta la misma reina de Luna Brillante la había traído en persona.

Perfuma le mostró con alegría la Flor de Corazón, y Scorpia se dio cuenta de lo muy diferente que era ver a la piedra rúnica, rodeada de naturaleza e insertada en un árbol tan grande y bonito, a la Black Garnet, rodeada de cables y metal, apagada. Glimmer alabó la Flor de Corazón y todo el bien que la piedra rúnica traía a los plumerianos, muy aparte de los poderes de Perfuma. Era también un gran incentivo para la Rebelión tener sus bendiciones, pues les proveía de alimentos.

Scorpia atendía a todas sus palabras con asombro, pues era cierto. Nunca había considerado a las piedras más que la fuente de poder del resto de las princesas. No como una fuente de bienestar para otros seres.

La gran tienda de coloridas lonas donde solía vivir en Plumeria esta perfuma las recibió con los ricos aromas de los panes que los plumerianos solían hornear. Además había toda una selección de nueces y frutas. Scorpia sentía algo diferente en el ambiente, y no solo porque ya no estuvieran en el castillo, hasta el modo de Perfuma de sutilmente echar a Glimmer tenía algo de extraño.

En Darla, Entrapta seguía maravillada de los datos que la tercer entidad estaba introduciendo en las fórmulas de Hordak, que en principio estaban correctas, pero sus valores no eran los adecuados. Al mismo tiempo que se maravillaba de estos descubrimientos, comprobaba que la actividad de las piedras rúnicas. El Rubí de Sangre ya estaba en un decente 51 y el ritmo de crecimiento de su poder se había ralentizado, y la Black Garnet seguía entre sus saltos, sin ningún patrón que Entrapta pudiera prever.

Tan pronto la Black Garnet tenía algún cambio, Entrapta trataba de adivinar el siguiente pico, y siempre fracasaba. Justo ahora se mantenía en un constante 40 a 50. Estaba tan concentrada que no se dio cuenta que Bow llegaba con la bandeja de comida.

—Hola, Trapta— Saludó con suavidad el arquero.

—Oh, Bow… Me sorprendiste— Se despegó un momento de las pantallas.

—Ya es hora de cenar, te traje algunas cosas— Bow se acercó con cuidado y puso la bandeja sobre unas cajas.

—Gracias… por estar al pendiente— Dijo Entrapta un poco apenada. Sabía que a veces se olvidaba de sus propias necesidades.

—Trabajas mucho, y no quiero que te vayas a enfermar— Le sonrió.

—Tendré más cuidado, y haré un programa.

—Está bien— Empezaron a comer —¿Has descubierto algo más?— Preguntó el arquero.

—Sí… La investigación de Hordak está avanzando bien, pero todavía no puede implementar los nuevos cálculos a la máquina porque le falta reparar varias piezas importantes.

—Lo detendremos a tiempo. Antes de que pueda poner a funcionar la máquina. Gracias a ti tenemos la oportunidad de detenerlo— Bow quizás no era tan inteligente como Hordak, pero en cambio Entrapta jamás había recibido una mala palabra de él, jamás le alzaba la voz y siempre era atento, amable y dispuesto a escuchar y aprender y tenía chispas de ideas emocionantes.

Así que cuando Bow tendió la mano para sostener la suya, Entrapta no se sorprendió demasiado del revuelo en su estómago.


Notas de la Autora

Pues solo me queda decirles que pronto estarán algunos bocetos de los magicats, agradecerles de nuevo por seguir apoyando la historia.

y que en el siguiente cap llegamos oficialmente al final de la S4.

Carpe Diem