Capítulo 2
Obligaciones
Hermione se quedó mirando al profesor Snape que estaba de pie sobre un montón de túnicas negras, mirando a Neville con rabia. Neville, que igualmente se encontraba desnudo, cuando vio la mueca del niño Snape se echó a correr. Hermione no podía creer que su amor secreto era ahora un niño pequeño. Después de un momento, cuando el shock había disminuido, la clase entera comenzó a reírse. El temible profesor de pociones no era más que un niño, un niño pequeño y desnudo. Hermione fue la primera en actuar, rápidamente recogió la capa de su profesor y la envolvió alrededor de él, ganándose una profunda mirada de desprecio, pero en la cara de un niño de tres años, era mucho menos amenazante.
¡Cuando vuelva a la normalidad voy a matar a Longbottom! ¡Por Merlín, no puedo creer que estoy desnudo!
Severus estaba mortificado, y se congeló cuando la señorita Granger envolvió su capa a su alrededor y lo recogió. Él la miró con incredulidad, pero incluso cuando logró formar un pensamiento coherente, su boca no podía pronunciar las palabras.
– ¡En realidad él es lindo ahora! – gritó Lavender tratando de pellizcar sus mejillas. El niño golpeó su mano con rabia.
¡Será mejor que no me toque joven!, ¡Será mejor que me baje Granger!
– Ron será mejor que recojas al pequeño Seamus, yo voy por Neville – dijo Harry recogiendo la capa de su ahora diminuto compañero y yendo tras él.
– ¿Cómo sabes qué sólo es temporal? – preguntó Ron mientras tomaba a un inquieto Seamus y envolvía una capa a su alrededor.
– Debido a que la poción de envejecimiento está diseñada para durar de unos pocos días a unas pocas semanas, depende de la potencia y de la forma en la que se elabora, pero, Neville obviamente añadió mal sus ingredientes, así que esta vez puede durar de unos pocos minutos a una semana, incluso más – dijo Hermione con preocupación.
Sabelotodo…¡Muy bien! ¡Pángame abajo, maldita sea!
Hermione comenzó a sentir cómo su profesor quería salir de su alcance a través de patadas, pero ella no iba a dejar que eso pasara. Rápidamente agitó su varita limpiando el aula antes de salir a ver al profesor Dumbledore mientras la clase reía. Harry y Ron la siguieron cargando a los niños, así como un muy descontento Draco Malfoy llevando consigo a una pequeña Pansy.
Estos niños impertinentes, van a lamentar haberse reído de mi cuando vuelva a la normalidad.
Severus miraba a la señorita Granger con los ojos entrecerrados mientras caminaban hacia la oficina del director. Él estaba secretamente agradecido de que ella había cubierto su desnudez rápidamente antes de que los estudiantes tuvieran la oportunidad de obtener una buena mirada de él. Tan pronto como entraron en la oficina, Severus se volvió a mirar al director.
– Señorita Granger, que agradable sorpresa. Oh, veo que no ha venido sola. ¿A quién ha traído con usted? – preguntó con una brillante sonrisa.
Viejo tonto, sabe perfectamente quién soy.
– Um… señor, este es…el profesor Snape. El caldero de Neville explotó y lo cubrió con la poción. Debió haber añadido el ingrediente equivocado, ya que la poción que estábamos haciendo se supone que te hace más viejo, no más joven. Además, Harry tiene a Neville, Ron a Seamus y Malfoy a Parkinson. – ella le dijo mientras le acercaba a Snape.
– Vaya Severus, eres un niño tan lindo aún con ese familiar ceño fruncido en tu rostro – Albus canturreó, pellizcando suavemente su mejilla.
Vas a morir…
Cuando Severus escuchó risas se volvió hacia Potter y Weasly mientras fruncía más el ceño, a lo que ellos sólo rieron más fuerte. Por desgracia para Severus, parecía más bien un lindo niño con el ceño fruncido.
– Señor, ¿qué vamos a hacer? No sé lo que Neville utilizó en su poción, por lo que no tengo idea de cómo hacer un antídoto – dijo Hermione mientras cambiaba de lado a Severus, haciendo caso omiso de la mirada que le estaban dando todos en la sala.
– Me temo que vamos a tener que esperar a que los efectos de la poción desaparezcan. Por el momento, vamos a tener que encontrar un lugar adecuado para él. Yo voy a tomar el control de sus clases – dijo Albus pensativo, pero la diversión en sus ojos se había desvanecido.
– ¿Qué va a hacer con ellos? – preguntó Hermione, mirando a su joven profesor que tenía el ceño fruncido mientras los veía a ambos. Tuvo que hacer un esfuerzo para no reír al ver que en realidad su rostro era absolutamente adorable.
- Creo que el señor Longbottom y el señor Finnegan deben permanecer bajo el cuidado del señor Potter y el resto de la casa Gryffindor. Estoy seguro de que la señorita Weasley estará encantada de ayudar. En cuanto a la señorita Parkinson, creo que le voy a pedir a la señorita Bulstrode que cuide de ella – dijo feliz.
– Señor, ¿qué pasa con el profesor Snape?¿Quién va a cuidar de él? – preguntó Hermione, preguntándose su Dumbledore lo iba a colocar bajo el cuidado de Malfoy, él lo odiaba. Era obvio que el rubio estaba pensando lo mismo pues había una sonrisa cruel en su rostro.
¡No me pongas con Malfoy! ¡No me pongas con Malfoy!
– ¿Por qué no toma el cuidado de él, señorita Granger? – preguntó Albus.
¡¿QUÉ?!
– ¡Pero profesor, no sé nada sobre el cuidado de bebés! – ella gritó, pero obtuvo una dura patada de parte de Snape. Ella lo miró. – Yo cómo disciplinarlos sin embargo – el niño la miró con rabia.
Quiero ver que lo intente
– Señorita Granger, estoy seguro de que usted será capaz de cuidar del joven Severus mejor que nadie en Hogwarts. Temo que si lo pongo bajo el cuidado de otro estudiante … bueno … como usted sabe, el profesor Snape no es el más querido de Hogwarts – respondió él, haciendo que Hermione viera su punto.
– Señor, yo podría cuidar de él – se ofreció Malfoy.
– No lo creo señor Malfoy. La señorita Granger parece ser la opción adecuada en este asunto – dijo Albus seriamente.
– Está bien, lo haré, pero él no se ve muy feliz con esto – dijo con resignación mientras miraba al chico de cabello negro.
Por supuesto que no.
Ahora era oficial, Hermione estaba a cargo del profesor Snape, quien se encontraba atrapado en un cuerpo de niño pequeño. Caminó lentamente con él en brazos hacia su habitación, que, por suerte eran sólo de ella desde que era Premio Anual. Pociones había sido la última clase del día, así que por lo menos ella no tenía que llevarlo a todas las clases. Al menos, no hoy.
Una vez llegaron a sus cuartos, Hermione estableció al niño en la cama y lo miró. Era inquietante que le regresara la mirada con ese familiar ceño fruncido, pero en la cara de un niño de tres años.
– No puedo creer esta mierda – se quejó ella, sacudiendo la cabeza.
¿Tú? ¿Cómo carajo crees que me siento, muchacha? ¡Estoy en el cuerpo de un niño de mierda!
Hermione suspiró mientras se quitaba la capa y la arrojaba sin ceremonias en una silla antes de quitarse los zapatos. Comenzó a hurgar en sus cajones por un cambia de ropa, porque ahora lo único que deseaba era tomar una ducha.
Severus estaba agradecido de que mantenía su mente adulta, pero también se dio cuenta de que reaccionaba bastante similar a un niño pequeño. Fue embarazoso.
– Tú te quedarás en donde estás – le dijo con severidad, señalándolo con el dedo, sacando a Severus de sus pensamientos. Sus ojos se estrecharon cuando ella se marchó al cuarto de baño. Una vez que escuchó el agua corriendo, se arrastró fuera de la cama y comenzó a explorar la habitación.
Bueno, al menos no es jodidamente rosa.
Se acercó a la cómoda y se sorprendió de ver la varita de la señorita Granger encima de ésta. Por desgracias, también se dio cuenta que era demasiado alto para él. Con un gesto de determinación sacó los cajones de la cómoda y comenzó a subir. Una vez que fue capaz de llegar a la varita, la agarró, pero sus regordetas piernas se deslizaron y cayó al suelo, enredándose con su propia capa.
¡Maldita sea!
Hermione salió rápido de su ducha y salió mientras envolvía una toalla a su alrededor. No se molestó en secar su cabello, regresó a la habitación para asegurarse que su profesor no se había metido en nada. Grande fue su sorpresa al encontrarlo agitando su varita con frustración.
– ¡Profesor! – chilló, aunque llamar profesor a un niño parecía un poco extraño. El niño la miró con sus grandes ojos negros, antes de que estos se estrecharan. Él empezó a agitar la varita de nuevo y aunque la mente del profesor estaba gritando obscenidades, el niño sólo balbuceaba. – ¡Deme mi varita!
Fue en realidad un accidente cuando Severus movió la varita de cierta manera y el hechizo golpeó a la señorita Granger. Él se sorprendió al descubrir que había desvanecido la toalla y ahora la joven estaba de pie completamente desnuda delante de él, sus ojos se abrieron como platos, en shock. Severus no podía dejar de mirar. Por primera vez estaba agradecido de que se encontraba en el cuerpo de un niño y no en el propio. Su cuerpo, sin duda habría reaccionado a la vista. Sus ojos se posaron en sus pechos de tamaño medio y rosados pezones duros.
¡Dulce Merlín! Este ha sido el único punto culminante de mi día. Nunca habría pensado que la señorita Granger ocultaba un cuerpo tan delicioso… ¿qué? ¡No! ¡No! ¡No! ¡Ella es una estudiante! Oh, mierda, viene hacia mi…
Severus vio con horror como la señorita Granger se acercaba a él a pesar de su desnudez y agarró su varita. La colocó en la parte superior de la cómoda antes de realmente agacharse y levantarlo, el enorme manto negro arrastrando en el suelo.
– Estas siendo imposible. ¿No te dije que te quedaras en la cama?
¡Yo soy su profesor!
– Si usted entendiera ahora, estoy segura que se quejaría de que sólo soy una estudiante, sin embargo, ahora no es más que un niño pequeño, por lo que cuando esté conmigo yo soy el jefe – le espetó al niño y sabía que el profesor Snape estaba echando humo.
¡¿Cómo te atreves?! ¡Todos ustedes pagarán por esto!
Hermione se cansó de sostener a Snape, por lo que lo atrajo hacia ella, sin importarle que estaba desnuda y lo acercó a la cama. Se dio cuenta de que Snape cerró inmediatamente los ojos y se recargó contra sus pechos.
Ella me está sosteniendo mientras está desnuda. Miren esos…
Severus se quedó mirando sus pechos con reconocimiento aunque el niño simplemente se quedó en la fascinación. Estiró un poco la mano y estrujó un poco uno de sus pechos, haciendo que ella se sobresaltara. Él en verdad retrocedió al ver su expresión.
- Si usted fuera un adulto ahora mismo no estaría tan molesta por eso, pero ya no es así, por lo que va a ser muy difícil que puedas hacer eso – le dijo mientras fruncía el ceño.
¿Qué? ¿Acaba de decir lo que creo que dijo? ¿Está hablando en serio?
Hermione lo sentó en la cama e inmediatamente se sintió acomplejada por su estado de desnudez. Se deslizó rápidamente en su ropa, plenamente consciente de que Severus Snape estaba observando. Ella tuvo que preguntarse qué estaba pensando.
¡Es por esto que se sonroja cuando estoy cerca de ella! ¡Tiene algún tipo de afecto por mi! ¿Qué es lo que ve en mi? Tal vez no es la bruja más brillante de su edad después de todo…
Hermione se secó el pelo con un movimiento de su varita y lo ató en una cola de caballo antes de ir a su armario y buscar un poco de ropa vieja. Al final, encontró unas piezas que ya no iba a utilizar y los llevó a la cama, aplanándolos para conseguir una buena mirada de ellas.
¿Qué diablos está haciendo ahora?
Con unos cuantos movimientos de varita bien ejecutados, transfiguró la ropa en una adecuada para un niño pequeño. Por desgracia, Severus no estaba de acuerdo mientras posaba su mirada en ella. Los únicos que no le molestaban eran los verdes y azules profundos, pero odiaba el resto.
– No me mires así – advirtió.
¡Voy a mirarla de la forma que me parezca idiota impertinente! ¡No voy a usar la mitad de esa basura!
– ¿Quieres ropa negra, verdad? – Se burló de una manera muy similar a él.
Sí.
– Usted no va a conseguir ropa negra. Se va a vestir como un niño normal y no como alguien a punto de asistir a un funeral – le dijo en un tono que no admitía discusiones. Ella se limitó a mirarlo con una ceja alzada cuando el pequeño Severus dejó escapar un grito muy infantil de protesta. – Le voy a quitar los pines y le daré ropa de colores sólidos, pero usted usará esto, incluido el blanco. Da gracias que no te estoy poniendo amarillo o naranja.
Oh sí, estaré siempre en deuda. Estoy eufórico de que ha encontrado necesario vestirme como algún tipo de muñeca.
Hermione se acercó y le tocó el pelo, sorprendiéndolo. Ella frunció el ceño mientras pasaba sus dedos a través de él. Sacudiendo la cabeza mientras caminaba de vuelta hacia el cuarto de baño y dejaba correr el agua otra vez.
¡Oh, no! ¡Ella no lo va a hacer! ¡Esa chica está loca si cree que voy a dejar que me bañe!
Cuando regresó a la estancia, se horrorizó cuando ella lo levantó y entró al baño. Se quedó mirando con incredulidad la bañera llena a la mitad.
¡Ella está completamente loca!
Severus comenzó a patalear y gritar cuando vio la bañera, causando que Hermione casi se cayera. Ella lo sostuvo con los brazos extendidos mientras pateaba, pero no era capaz de agarrarlo bien.
– ¡Compórtese! – gritó con frustración, lo que lo sorprendió por un momento.
Vaya ironía. Realmente una estudiante me está diciendo que me comporte ¡Ja!
Hermione le quitó la capa que lo cubría haciéndolo jadear. Ella lo sentó en el agua y se volvió al gabinete para buscar un poco de shampoo, cuando oyó el sonido de los pies pequeños. Se dio la vuelta para ver a un pequeño Snape corriendo fuera del cuarto de baño totalmente desnudo.
– ¡Profesor Snape! – rugió mientras lo perseguía fuera de la habitación. Lo encontró en la sala, mientras corría tan rápido con sus pequeñas y regordetas piernas se lo permitían; completamente inconsciente de que Potter, el señor y la señorita Weasley habían entrado en la habitación hasta que vio un destello de luz y los vio con una cámara.
¡Pequeños bastardos!
– Hombre, espero que él es mejor cómo adulto de lo que es en este momento – dijo Ron, mirando hacia abajo del pequeño cuerpo desnudo. Vio la cara sonrojada del niño, plenamente consciente de lo que significaba.
¡Puedo asegurarle, señor Weasley, que estoy mejor dotado de lo que cualquiera de ustedes podría esperar estar!
Sintió a la señorita Granger tomarlo en brazos y la vio mirándolo. Estaba casi tímido cuando apartó la mirada. Él estaba claramente incómodo.
Ella está en contacto con mi trasero desnudo… bueno, supongo que no es tan malo, ya que soy un niño pequeño en este momento, pero de alguna forma retorcida todavía es mi trasero desnudo y ella está en contacto con el. Y ahora estoy atascado con el resto del maldito trio de oro para añadir a mis males. ¡Estupendo! ¡Simplemente genial! Espero ahogarme en esa bañera.
– ¿Qué están haciendo aquí? – preguntó Hermione.
– Queríamos ver cómo te iba, ya que estás cuidando al profesor Snape y queríamos venir y preguntarte si necesitabas algo. ¿Vas a cenar en el Gran Salón? – preguntó Harry, mirando al chico que evidentemente era su profesor.
– No, creo que me gustaría evitar a los otros estudiantes en este momento. Probablemente voy a pedir la cena y luego llevarlo a la cama – respondió ella. En ese momento, Snape la miró fijamente.
– No creo que le guste como suena eso – dijo Ginny.
– No me importa. He tenido suficiente de él por una noche. Tengo que bañarlo sin embargo, así qu…
– ¿Baño? ¡¿Lo vas a bañar?! – Gritó Ron.
– Bueno, sí. Tengo que hacerlo – respondió a la defensiva.
– ¿Estás loca? ¡Es Snape! ¡El idiota grasiento de las mazmorras! – respondió Ron con rabia.
Oh, sólo espere señor Weasley. Va a pagar por eso.
– ¡Ronald Weasley! ¡El profesor Snape está atrapado en el cuerpo de un niño y no puede hacer las cosas por sí mismo, como normalmente lo haría! ¡El profesor Dumbledore me dijo que cuidara de él y lo haré! Si tienes un problema con eso, puedes irte a la torre de Gryffindor y ponerte de mal humor tú solo, porque me importa un bledo. Además van a tener que hacer lo mismo con Seamus y Neville, ¿verdad? – Gritó Hermione, perdiendo finalmente los estribos. En ese momento los chicos se quejaron en voz alta.
– Está bien Hermione. No le hagas caso a Ron – interrumpió Ginny, dándole un codazo a su hermano en las costillas justo cuando abrió la boca para replicar.
– Sí, te dejamos sola, pero si necesitas algo, háznoslo saber – dijo Harry mientras empujaba a Ron hacia la puerta.
Sí. Lárguense y no vuelvan, para no tener que lidiar con ustedes con todo lo que el infierno me está ofreciendo.
Hermione lo llevó de nuevo al baño y lo sentó en el agua. Se sentó y se cubrió, mirando hacia ella con una mirada de incertidumbre. Ella tomó su varita para producir un baño de burbujas.
– Espero que te hace sentir un poco más cómodo – dijo en voz baja mientras tomaba un pequeño trapo y lo empapaba.
De ninguna manera.
– Estoy segura de que esto es muy incómodo para ti.
No tienes idea
– No estoy muy cómoda con esto tampoco, pero lo tenemos que hacer.
En efecto
– Yo, probablemente no seré capaz de míralo a los ojos cuando vuelva a la normalidad.
Tampoco yo
– Esperemos que regrese pronto a la normalidad
Sí. De esa manera puedo enviar al infierno a todos y cada uno de los mocosos insolentes…
