Capítulo 16

No te metas con Hermione

Hermione estaba furiosa mientras se vestía y Ginny la miraba. Estaban encerradas en la habitación y no sabía si debía irse o quedarse, nunca había visto a su amiga tan enojada, ni siquiera con Ron… y eso era bastante malo.

-Hermione, tal vez debería relajarte un poco…

-¡¿RELAJARME?! - chilló. -¡No me voy a relajar hasta que Snape saque la cabeza de su trasero! ¡Voy a hechizar sus partes! ¡Lo haré gritar, llorar y lamentar el momento en que me cabreó!

Ginny retrocedió unos metros como medida de seguridad, preguntándose si era posible hacer que Snape gritara y llorara. Frunció los labios mientras Hermione merodeaba por la habitación buscando sus calcetines.

-Ok… entonces, ¿qué vas a hacer? ¿En serio? - Preguntó Ginny.

-Voy a avergonzarlo tanto como él a mi. Estoy segura de que todos se sorprenderán que el profesor Snape tiene un pequeño secreto vergonzoso. Algo inesperado para Snape - respondió Hermione con aire de suficiencia.

-¡Dime! - pidió Ginny emocionada.

-Haré algo mejor que eso. Te mostraré. Les mostraré a todos. -respondió y caminó junto a su amiga hacia el gran comedor.

Severus estaba sentado en la mesa principal luciendo algo nervioso. Tenía que admitir que Hermione Granger era una fuerza a tener en cuenta. Tenía tantas ganas de besarla, pero no pudo reunir el valor para hacerlo cuando sus amigos llegaron. No sabía porqué estaba haciendo todo tan difícil, sería más fácil decirle que estaba enamorado de ella y seguir adelante, pero su orgullo lo mantenía bajo control.

Muy bien, ¿dónde está? Esa pequeña insufrible no va a sacar lo mejor de mi.

Severus escaneó el comedor en busca de alguna señal de ella, pero no estaba por ningún lado. Los estudiantes estaban todos en sus mesas comiendo sin ninguna preocupación. Escuchó la puerta detrás de él abrirse y se dio la vuelta para ver a Albus y Minerva entrar, luciendo bastante agotados, la barba de Albus estaba hecha un desastre y el cabello de Minerva no estaba mucho mejor. Y se dio cuenta que mientras Minerva sonreía como idiota, Albus le lanzaba miradas a lo que Severus simplemente levantó una ceja.

-Entonces Severus, ¿dónde está nuestra querida señorita Granger? - preguntó Minerva con demasiada dulzura.

-¿Por qué diablos debería saberlo? - respondió amargamente, a lo que Albus le dio una mirada fulminante.

-Severus, si me permites decirlo…

-Igual lo dirás - contestó, a lo que Albus volvió a mirarlo fijamente.

-Creo que no deberías enfadar a la señorita Granger como lo has hecho últimamente, después de todo, te cuidó bien.

-¿Por qué me estás diciendo esto?

-Porque puedo. Ah, otra cosa, no he podido descansar desde que le diste esa poción a Minerva, así que cuando la señorita Granger decida darte una lección, no haré nada para ayudarte.

-¿Qué lección? - preguntó Severus con frialdad, pero sus ojos delataron su inquietud. De repente, los ojos de Albus casi se salen de sus órbitas, pero siguió sin responder. -¿Qué lección, Albus? ¡Soy profesor y no voy a permitir que ningún estudiante me de una lección! - se congeló al sentir unas manos deslizarse por su levita de repente y el aliento de alguien contra su oído.

-Entonces tal vez deberías haber pensado antes de jugar conmigo - le susurró Hermione al oído. Severus quiso saltar lejos de ella, pero era demasiado tarde. Todos los estudiantes la vieron agarrarlo y se sorprendieron por su audacia. Los dedos de Hermione se clavaron en la suave carne de su costado y comenzó a hacerle cosquillas como nadie lo había hecho antes.

Severus casi chilló y se cayó de su silla, pero Hermione no lo soltó, por el contrario, se arrastró encima de él rápidamente y comenzó a hacerle cosquillas de nuevo, haciendo que su risa de barítono resonara por todo el lugar, provocando que los alumnos se quedaran mirando en estado de shock y que Neville se desmayara.

Todos vieron como el profesor Snape y Hermione rodaban por el suelo. Minerva estaba llorando de risa y Albus se veía bastante satisfecho, mientras observaba divertido la escena. El resto de los profesores se sorprendieron de que Severus tuviera tantas cosquillas, al principio, ahora reían histéricos.

-¡Le dije… que no… jugara conmigo! - Hermione gruñó, mientras le hacía cosquillas con más fuerza, haciéndolo reír histéricamente en todo tipo de tonos diferentes - Salí… de mi camino… para cuidarte… y tratandome… como una colegiala estúpida… es como me pagas?

Ginny vio con asombro como su amiga derribaba al profesor Snape, de entre todas las personas, al suelo y le hacía cosquillas hasta hacerlo jadear. Harry, por supuesto, sabía que algo iba a pasar, así que estaba preparado y tomaba tantas fotos como podía mientras reía con tanta fuerza que lágrimas caían por su rostro. El Gran Comedor era un alboroto, la mayoría no estaba seguro de que pensar, nadie había visto a Snape sonreír, al menos no de adulto, menos aún reír. Al mismo tiempo, verlo inmovilizado en el suelo con Hermione haciéndole cosquillas hasta la muerte, hacía que fuera un espectáculo gracioso.

-¡GRANGER! - medio gritó, medio jadeó.

-¡¿No te lo dije?! - ella chasqueó.

Severus a penas podía respirar y aunque no podía evitar reír por las cosquillas, sus ojos estaban furiosos. No podía creer que ella realmente hubiera hecho esto frente a todos. Enojado, la empujó y se puso de pie. Estaba a punto de gritar cuando ella le lanzó un hechizo y todo el comedor quedó en silencio, mirándolo en asombro. Su boca cayó y sus ojos se abrieron en incredulidad.

Albus, sin embargo, no se guardó nada, riendo histéricamente, derramando su copa, a lo que los demás pronto lo siguieron.

Severus Snape estaba parado frente a ellos con nada menos que un babero rosa y un pañal de gran tamaño. Estaba tan sorprendido que se quedó mirando a Hermione con incredulidad durante lo que parecieron siglos, pero en un momento su rostro enrojeció y sus ojos prometían asesianto.

Hermione no perdió el tiempo. Salió corriendo por la puerta detrás de la mesa principal tan rápido como pudo. Podía escuchar las risas estruendosas del Gran Comedor mientras corría por el pasillo, pero demasiado pronto escuchó otro par de pasos detrás de ella y se giró levemente para ver al profesor Snape, quien se había cambiado de nuevo a su túnica negra, persiguiéndola con una mirada de furia.

¡Oh, mierda!

Hermione soltó un chillido estridente mientras doblaba en una esquina y corría tan rápido como podía. Desafortunadamente, Severus tenía piernas más largas que ella y la estaba alcanzando rápidamente

-Supongo … ¿decir que lo siento no ayuda? - jadeó Hermione miestras corría.

-¡NO!

-¡Mierda! - maldijo y dobló en otra esquina.

¿A dónde voy? ¿Qué voy a hacer?

Hermione volteó hacia atrás y ya no vio al profesor Snape. Ahora sí estaba asustada. ¿Dónde se había metido? Estaba tan absorta buscandolo atrás de ella, que no pensó en ver al frente y chocó contra algo firme. Por el impacto, ella y el objeto misterioso cayeron al suelo con ella encima. Hermione se sentó y miró, horrorizada, los ojos oscuros de Severus Snape.

Hermione gritó y trató de levantarse, pero él la tomó de la pantorrilla mientras trataba de escapar. Podía sentir como su pánico aumentaba y se preguntó por un momento si la iba a lastimar, pero recordó su promesa.

-¡No lo creo, Granger! ¡Vas a pagar por avergonzarme! - le espetó, levantandolos a ambos.

-¡¿Te averguenzas?! ¿Qué hay de mi? ¡Desconsiderado…

-¡No te atrevas! ¡Soy tu profesor!

-¡Lo sé! No dejaste de decirmelo mientras te quedabas conmigo - contestó enojada.

-¡Cuida tu lengua, niña!

-¡No soy una niña y lo sabes muy bien! - chasqueó.

-¡Lo que hiciste esta noche fue inaceptable! - él gritó.

-¿Por qué? ¿Porque nadie más tiene las pelotas para hacerlo? También me has lastimado y avergonzado por si no lo recuerdas. De hecho fue en el Gran Comedor, ¡Donde anunciaste que soñaba contigo! ¡Sueños eróticos! - estaba furiosa.

Severus la miró con frialdad y la arrastró por los pasillos. En cierto modo, tenía razón. La había avergonzado y también había estado jugando para ver hasta dónde podía llegar antes de que ella se rompiera. Por supuesto, no iba a admitir en voz alta que se había equivocado.

-¡Suéltame! - gritó Hermione.

-¡Cállese, señorita! - chasqueó.

-¡No!

-¡No dudaré en cerrar esa boca por ti!

-Dijiste que no me harías daño - respondió ella, con voz queda.

-Y no lo haré, pero eso no significa que no puedo cerrarte la boca - dijo mirándola. Hermione de repente se soltó de su agarre y corrió por el pasillo. Corrió tan rápido como pudo hacia sus habitaciones, pero de nuevo pudo escuchar los pasos del profesor detrás de ella.

-¡Sólo dame detención! - ella gritó.

-Eso no compensa lo que hiciste, ¡pero probablemente lo haga de todos modos! - replicó.

Hermione gritó la contraseña al retrato que cuidaba su puerta y saltó, pero Severus fue igual de rápido y estuvo justo detrás de ella antes de que el retrato pudiera cerrarse, chocando contra la espalda de Hermione, los envió a ambos al sofá. Hermione se retorció intentando zafarse, logrando únicamente colocarlo entre sus piernas.

-¿Debo poner una cara triste y llorar para que me perdones? - preguntó Hermione, ampliando los ojos como un cachorro y haciendo un puchero.

Severus no estaba seguro de si debía reír o hechizarla. Se veía absolutamente adorable y la posición en la que estaban no ayudaba. Sintió que su ira se desvanecía mientras la miraba a los ojos.

-Me tomaste por tonto y me avergonzaste - susurró, deseando desesperadamente besar sus labios húmedos.

-Tú me hiciste lo mismo. Varias veces si puedo agregar - respondió ella, sintiendo que su estómago se revolvía.

-¿Qué debo hacer contigo? - preguntó, agachándose para que sus labios estuvieran justo encima de los de ella.

-Podrías besarme… - susurró, queriendo acercarlo a ella.

Severus la miró a los ojos, preguntándose que debería hacer. Ella, por supuesto era mayor de edad, estaba a punto de graduarse, lo había protegido a pesar de sus probabilidades, y obviamente le tenía un afecto muy fuerte. Él sonrió.

-Podría besarte, ¿no? - preguntó, viendo el pequeño destello de esperanza en sus ojos. - Sin embargo, viendo como te esforzarte por avergonzarme públicamente esta noche, no creo que deba recompensarte por eso - Rápidamente se levantó, antes de que las cosas se salieran de control, y se enderezó la ropa. Hermione se le quedó viendo con la boca abierta mientras se sentaba.

-¿Hablas… hablas en serio? - balbuceó. Él le contestó con una mirada de suficiencia.

-Sí, no creo que te hayas ganado un beso - respondió trnaquilamente.

-¡Increíble bast… Slytherin! - espetó, corrigiendose justo a tiempo. -Me gustabas más cuando eras un niño pequeño.

-¡Hmph! Ya no soy tu muñeca para jugar - se burló.

-¡Nunca te vi de esa manera! ¡Te vi como a mi profesor que por un accidente se había convertido en niño y ocupaba mi ayuda! Intenté tratarte como a un hijo, ¡uno a quien ciertamente extraño! - prácticamente gritó y entró furiosa a su habitación, cerrando la puerta.

Severus se quedó sintiéndose avergonzado y culpable. Realmente necesitaba dejar de jugar con ella. Suspirando con fuerza, se acercó a la puerta y la abrió, sorprendido de que no estuviera cerrada. Hermione estaba en su cama, con los brazos cruzados, mirándolo fijamente. Enarcando una ceja, procedió a entrar y sentarse rígidamente en su cama.

-Señorita Granger, le pido disculpas por mi comportamiento reciente, sin embargo, debe entender que lo que dice querer ahora, puede que no sea lo que desee en un futuro - dijo sin vacilar.

-¿Oh, en serio? ¿Cuándo te volviste experto en lo que quiero? - preguntó sarcásticamente.

-He sido tu profesor durante más de seis años y he estado viviendo contigo varias semanas - respondió.

-Eso no significa una meirda.

-Lenguaje.

-Como sea - murmuró.

-¿Qué?

-Nada…

-Seguramente sabes que no soy un buen hombre - afirmó.

-Lo sé. Tampoco eras un niño muy agradable - replicó ella, a lo que él no pudo evitar sonreír.

-No, no lo era. Estoy seguro de que si alguna vez tuviera un heredero, él o ella no sería mucho mejor - respondió.

-Probablemente no.

-Te diré una cosa, te daré unos días para que pienses en lo que me estás pidiendo, si deseas tener una relación conmigo, no te lo negaré. Sin embargo, debes saber que soy una persona muy posesiva, y que no soy el tipo de hombre que simplemente sale con una mujer por diversión. Si tuviera una relación contigo, me fijaría en todo para asegurarme que somos compatibles, porque si lo somos, mi intención sería casarme contigo y producir un heredero - dijo con seriedad.

Hermione lo miró fijamente en estado de shock. Ciertamente no le importaba, pero no esperaba que él fuera tan lejos y se lo dijera abiertamente. Al menos no la había rechazado. Sin embargo, Hermione ya había pensado sobre esto y sabía que quería estar con él, ¿cómo no hacerlo?

-¿Eres un hombre fiel? - preguntó ella suavemente. La miró a los ojos, y ella notó como las emociones parpadearon en sus oscuras profundidades.

-Completamente fiel, y esperaría lo mismo - respondió.

-Cuando dijiste que no te negarías… ¿es porque yo quiero una relación o porque tu también? - preguntó nerviosamente.

-Hermione… - Ella se sintió estremecer por la forma en que su nombre fue pronunciado por esa voz tan sedosa - me gustaría mucho tener una relación contigo. Desde algún tiempo. Me atrevo a decir que te admiro desde tu sexto año, pero mis sentimientos se han profundizado desde entonces. Has mostrado una innegable compasión hacia mi, y me salvaste. Nadie había hecho eso por mi. - dijo en voz baja.

-Te extraño - admitió sin rodeos, sintiendo como le ardían las mejillas, sin poder mirarlo a los ojos.

-¿Realmente extrañas las rabietas, las peleas de comida y los comentarios sarcásticos? - preguntó divertido. Vio una sonrisa nostálgica deslizarse en sus labios mientras miraba hacia otro lado.

-Sí.

-Realmente no estás cuerda - ella lo miró con los ojos vidriosos.

-Probablemente no lo entenderías. Quiero ser madre. Nunca pensé en eso hasta que te pusieron a mi cuidado, pero a pesar de nuestras peleas y tu constante… mal comportamiento… quiero un hijo - dijo.

-Entiendo. Siempre he querido tener hijos. - respondió - Cierra la boca, pareces un pez.

-¡¿Tú?! ¡¿Quieres hijos?! - exclamó Hermione.

-Por supuesto.

-Pero… ¡odias a los niños!

-No odio a los niños. Simplemente no me agradan la mayoría de ellos. Además, no son míos - respondió y sintió ganas de reír ante su expresión.

-¡No creo haberme sorprendido tanto en toda mi vida!

-Hmp. Debes creer que soy una especie de sádico.

-¡Claro que no!

Severus puso los ojos en blanco y miró alrededor de la habitación. Para su sorpresa, ella todavía tenía su camita, algo de ropa y su castillo de Legos en un rincón de la habitación. Ella también tenía su álbum de recortes abierto en la página con las fotos de cuando era un niño. Realmente lo extrañaba. Tomando un respiro profundo, se puso de pie y la miró.

-Debo irme. Piensa en lo que dije - le comentó con firmeza y salió de la habitación con un remolino de su túnica.

Severus bajó a sus habitaciones y comenzó a pasear por la habitación. De vez en cuando, miraba el pequeño frasco sobre su escritorio. Le tomó unos treinta minutos decidirse a hacer algo por Hermione. Él, por una noche, le devolvería lo que tan desesperadamente extrañaba. Tomando una respiración profunda, se acercó al frasco y lo bebió antes de arrepentirse.