Respondiendo Reviews.

Edward50090: ¡Hola!, Gracias por tu constante apoyo a esta historia, realmente te lo agradezco mucho. Me sacó una gran sonrisa tu review jeje.

Aquí tienes un nuevo capítulo de esta historia.

PD: Por cierto, soy mujer :)

¡SALUDOS!

Lily: ¡Hola!, esta es una historia UA, el mismo resumen lo dice.

¡SALUDOS!

N-A: Espero que disfruten de este nuevo cap. Muchos saludos y bendiciones a todos. Espero que se mantengan sanos y salvos en estos duros tiempos.

Fin de N-A.

Título: El Pecado de la Traición.

Emparejamientos: Meliodas x Merlin.

Género: Drama / Amistad / Romance / Humor.

Historia UA.

Resumen.

UA: ¿Qué pasaría si en el enfrentamiento de Meliodas contra Los Diez Mandamientos después de los sucesos ocurridos en el laberinto de trampas mortales, lo dicho por Estarossa hace dudar a los Pecados exceptuando a uno de ellos, y al resto de los que observaban el enfrentamiento la lealtad del Dragón de la Ira haciendo que todos lo abandonaran incluyendo a su amada Elizabeth?

Disclaimer: Nanatsu no Taizai no me pertenece, todo es propiedad de su increíble creador Nakaba Suzuki.

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Capítulo II.

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Con la partida de Merlin, la sala del trono se sumió en completo silencio. Ninguno de los pecados podía creer que la maga los dejara a su suerte lidiando con el clan demonio. No era justo que ahora tuviesen que arreglar todo el desastre que se originó desde hace tres mil años atrás, sin embargo, no les quedaba de otra más que luchar si querían alcanzar la posibilidad de traer la paz nuevamente a Britannia.

Mientras los restantes pecados continuaban perdidos en sus pensamientos, Elizabeth tenía una fuerte discusión consigo misma. La chica se debatía una y otra vez entre si había hecho lo correcto, o no, al traicionar la memoria de Meliodas y sentir cierto repudio hacia él tras enterarse que éste había sido el siguiente candidato al puesto de rey demonio, y por ende, el causante de que diese inicio esta guerra milenaria. Se estremecía con tan solo imaginar lo sanguinario y despiadado que este llegó a ser, después de todo, si era tan admirado por ese cruel demonio de cabello plateado, y tan temido por todos, hasta por los de su propio clan, no tenía dudas que muy bien ganado tenía el título de futuro rey de un clan tan terrible como aquel.

No podía evitar sentirse algo aliviada tras la muerte del rubio, no obstante, esa pequeña parte suya, la cual lloraba por la muerte de Meliodas y que no le dejaba de recriminar el haber sido tan malagradecida con Meliodas justo como Merlin le había dicho, iba haciendo crecer dentro de ella el remordimiento, haciéndole desear que aquel horrible sentimiento desapareciera de una buena vez.

La joven princesa no dejaba de recordar una y otra vez todos los buenos momentos que pasó al lado del ojiverde y lo gentil y protector que éste siempre fue con ella, acrecentando aún más el remordimiento y la culpa en su corazón .

La chica escuchó de forma distraída que las discusiones se reanudaban en voz más baja entre los pecados y el resto de personas ahí reunidas, pero eso no le importó. En silencio y sin ser vista por nadie, salió de la sala del trono y caminó hacia su habitación aún preguntándose si había hecho lo correcto...

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Hawk estaba maravillado por todo lo que estaba viendo. Alrededor de su madre, volaban felizmente un grupo de caballos alados, y demás criaturas que nunca había visto en su vida.

Más allá de los amplios bosques que habían en el lugar, podía alcanzar a divisar unos altos templos hechos de lo que parecía mármol, al igual que unas bellas estatuas hechas del mismo material.

Merlin observaba con una pequeña sonrisa divertida las expresiones del cerdito las cuales eran de esperarse. Prácticamente se encontraban en una dimensión muy diferente de la que provenían, en la que habitaban especies únicas que habían sido creadas en su totalidad por Lord Ianus, Lord Eón y otros dioses. Un lugar completamente seguro en el que no serían encontrados por sus ahora muchos enemigos.

La ambarina tarareó pensativa. Con la ayuda de estos dioses pronto el capitán se recuperaría y sería traído de vuelta a la vida, suceso que alarmaría al rey demonio ante el pronto despertar de su primogénito. Eso sería algo muy entretenido de ver, dado que por más que éste tratara y tratara, no podría dar con el paradero de su hijo por más que lo intentara. Con tan solo entrar a esta dimensión, habían cortado toda posibilidad de ser localizados por medios externos a este lugar, así mismo, sería prácticamente imposible que algo fuera de lo normal ocurriese sin que las deidades gobernantes de este mundo se diesen cuenta, dado que si tal cosa sucediese,, éstos procederían a eliminar u o arreglar dicha anomalía en menos de un parpadeo.

Por un segundo, un ceño fruncido estropeó su hermoso rostro al recordar su fuerte discusión con sus ex-compañeros. Ella deliberadamente les había mentido cuando dijo que no intervendría en la guerra santa dando a entender así que estaban por su cuenta, pero ella bien sabía que se le debía dar fin a ese milenario conflicto y evitar de esa manera que el número de enemigos que iban tras su sangre se incrementaran y se volviesen más poderosos.

Además estaba Arthur, a quien quería como si este fuese su propio hijo. La sola idea de abandonarlo a su suerte así como se encontraba la situación en Britannia le daba un muy mal sabor de boca.

Ya era hora de darle fin a esa maldita guerra. Ella aún guardaba muchas cartas bajo la manga y parecía que había llegado el momento de hacer uso de muchas de éstas, no en vano había pasado todos esos 3000 años realizando investigaciones, viajando por toda Britannia y más allá haciendo nuevos descubrimientos, conociendo gracias a sus diversos viajes una gran cantidad de personajes únicos e interesantes con los que había formado una excelente amistad y ahí no terminaba la larga lista de las cartas que tenía a su total disposición.

Por ese lado tenía todo cubierto y su astuta mente ya estaba maquinando plan tras plan, los pros y los contras de cada uno de ellos y el como volverlos más efectivos. Entre aquellos planes ella estaba contemplando la mejor forma de conseguir que Meliodas obtuviese total control de su poder demoníaco y que aumentase ese poder consiguiendo en el proceso mantener dicho control. Aquello, si se lograba con éxito sería bastante beneficioso para ellos.

"Nunca pensé que en nuestro mundo hubiesen más dioses aparte de los que se conocen en Britannia". Dijo de pronto Hawk sacando a la maga de sus pensamientos.

"Y esto no es nada". Le respondió ésta con una enigmática sonrisa. "Este basto mundo todavía guarda muchos misterios que ni yo con mis muchos años de vida e podido develar.

"Wow, ¿en verdad, Merlin?" Le preguntó Hawk.

La maga asintió como toda respuesta. "Ah, parece que hemos llegado al castillo de Lord Ianus y Lord Eón". Dijo ésta con la mirada fija al frente donde se hallaba un majestuoso castillo de estilo romano eclipsando con su tamaño el resto de estructuras a su alrededor.

"Merlin". La llamó el dios del tiempo en cuanto aterrizaron en un amplio espacio del enorme jardín del castillo y la madre de Hawk se quedó bajo tierra.

"¿Sí, Lord Neón?"

"Si no te molesta, me llevaré a tu amigo rubio. Queremos comenzar lo antes posible con el ritual que lo traerá de vuelta". Le informó éste.

"En lo absoluto. Adelante". Le dijo la bella maga llevándolo a la habitación de Meliodas con Hawk siguiéndolos. Al entrar a la habitación del Dragón de la Ira, el ojiplata posó su mano en la frente del rubio y en meros segundos ambos desaparecieron.

"Hawk, iremos al castillo. Ahí esperaremos noticias sobre el capitán". Le dijo la azabache al preocupado cerdito.

"S-sí". Le respondió Hawk.

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Mientras Merlin y Hawk eran atendidos por las nimfas que servían en el castillo, en una gran sala con gruesos muros de piedra justo en el centro del lugar, Ianus y Eón trabajaban con un tercer dios que llevaba una capucha negra. Estos no dejaban de recitar unas extrañas palabras, a la vez que los tres tenían cada uno posada una de sus manos en uno de los puntos vitales del cuerpo de Meliodas.

Tras una hora de ininterrumpido trabajo, estos terminaron y ambos hermanos despidieron a Letus el dios de la muerte que los ayudó en el ritual. Ianuss se encargó de trasladar a el príncipe demonio a una de las habitaciones del castillo, y Eón fue a informarle a Merlin el éxito del ritual, así mismo, el dios del tiempo le indicó en que habitación se hallaba el ojiverde.

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"Hola capitán-dono, Es bueno verlo de vuelta entre nosotros". Le dijo Merlin al desorientado rubio con una pequeña sonrisa plasmada en sus rojizos labios al verlo despertar lentamente luego de esperar pacientemente casi media hora sentada en un mullido sillón delante de la cama donde se encontraba el Pecado de la Ira.

"M... Merlin..." Dijo éste enfocando su mirada en la bella mujer. "En dónde estamos? Preguntó el rubio mirando confundido sus alrededores, aumentando su confusión al no ver al resto de sus amigos y a Elizabeth. "¿Y en dónde están los demás?"

Esas dos simples preguntas hechas por el ojiverde fueron suficientes para borrar la pequeña sonrisa de Merlin, siendo remplazada por una seria mirada que le dio un mal presentimiento a Meliodas.

"¿Qué sucede Merlin, le ocurrió algo malo a Elizabeth y a los chicos?" Cuestionó éste temiendo la respuesta de la ambarina.

"No capitán, ellos están bien, sin embargo, tenemos que hablar". Le dijo la maga con mucha seriedad.

Meliodas asintió todavía teniendo ese mal presentimiento, fuese lo que fuese lo que le diría Merlin, debía ser muy malo para que ésta tuviese tal expresión poco común en ella. Enderezándose en la elegante cama, el le dijo con voz seria: "Bien Merlin, dime que pasa".

Y así lo hizo ésta muy atenta a la reacción de su capitán a medida de que avanzaba con su relato. Cuando terminó de contar todo lo ocurrido en Liones y la traición de Elizabeth y el resto de los Pecados, esperó con incertidumbre a que Meliodas dijese algo, pero éste se mantuvo callado con la mirada gacha y su flequillo sombreando su rostro.

Las únicas reacciones que podía notar a simple vista era un leve temblor en su cuerpo y el como apretaba sus puños con tal fuerza que sus uñas ya empezaban a extraer sangre.

"Merlin, ¿podrías dejarme solo por favor?" Le dijo el rubio con una voz carente de toda emoción.

"Sí capitán-dono". Le respondió la mujer cumpliendo a regañadientes el pedido del mayor . Ella no dio ni dos pasos lejos de la habitación después de cerrar la gruesa puerta de madera tras ella cuando de pronto escuchó un desgarrador grito de sufrimiento proviniente de esta que la hizo estremecer hasta lo más profundo de su alma sintiendo mucha impotencia al no poder hacer nada en aquellos momentos por su capitán. Cerrando los ojos, se apoyó en la pared al lado de la puerta acompañando en silencio en su dolor a su amado rubio.

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Minutos antes en el purgatorio, el Rey Demonio profirió un atronador grito de total furia que hizo temblar todo el lugar e hizo huir del miedo a todos sus habitantes. ¡Tres seres de gran poder divino se habían llevado a su hijo mayor de sus dominios! ¡Tampoco podía hacer contacto con el pequeño cerdo que lo acompañaba, habían cortado la conexión que le permitía mantener vigilado a su primogénito!

¡Lo lamentarían..., cuando descubriera la identidad de dichos seres esos malditos lamentarían el interferir en sus planes!

En las diferentes partes de Britannia, a los Diez Mandamientos los recorrió un fuerte escalofrío de miedo al sentir a través de la conexión que compartían con su rey la enorme furia que lo embargaba en esos momentos.

Aunque Zeldris quería preguntarle a su padre lo que había ocurrido que lo tenía tan iracundo, su sentido común le decía que no era buena idea dirigir dicha furia hacia él, y que lo más sensato sería esperar a que su padre se calmara un poco.

Respirando profundamente, le ordenó a los demás alarmados Mandamientos que continuaran con sus tareas asignadas, tratando de calmar luego de hacer esto un creciente dolor de cabeza provocado por el terrible estado de humor de su padre, deseando que pronto éste se tranquilizara..

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Fin del Capítulo.