Como Todo Un Caballero.

Universo Alterno.

Prefacio.

Había sido raptada. Un hombre me llevaba amordazada, con la cabeza cubierta, sobre un caballo a galope, sin detenerse, aunque se cernía una tormenta sobre nosotros, aunque los rayos y relámpagos desgarraban el cielo, y sin embargo, el hombre no se detenía ni titubeaba, continuaba sujetándome con una de sus manos enfundadas en hierro.

Me revolvía contra su agarre, contra la sujeción de aquel bandido, revelándome contra su voluntad. A pesar de que mis manos y pies estaban firmemente sujetos con unas cuerdas y sabía que no lograría liberarme, sin embargo, continuaba intentándolo hasta el cansancio y después, una vez más volvía a revelarme, aunque fuera en vano.

Después de un largo rato y de forma inesperada, el caballo se detuvo, oí el movimiento de gruesas cadenas, el sonido del metal rozando algo pesado y después de unos momentos, el caballo volvió a moverse sobre una superficie de madera, segundos después oí sus cascos contra la piedra, golpeando fuerte y velozmente sobre charcos de agua, la cabalgata se reanudó, me parecía percibir una inclinación, ¿habíamos entrado a un castillo? el sonido de las cadenas… ¿podía ser el de un rastrillo siendo levantado? Mi corazón latió agitado, tan agitado que me impedía poner suficiente atención a lo que escuchaba, sin embargo, pude notar que después el caballo frenó sobre sus patas, quizá eran conjeturas apresuradas, pero estaba segura, habíamos entrado a algún sitio.

-mi… -alguien, un hombre, es decir, otro hombre.

-shhhh… -oí de cerca, seguro era mi captor.

Luego sentí movimiento en el caballo, mi captor bajó del caballo y yo me revolví, quise gritar, quería revelarme una vez más. Posteriormente, me tomó de las piernas y me cargó, me tomó como un costal, sentí cómo me puso en su hombro, sentí el duro metal contra mi vientre mientras sujetaba mis piernas, resistí el dolor mientras poco a poco la lluvia se oía cada vez menos. Los pasos de ambos hombres se volvieron sordos. Caminaron una gran distancia, subieron escaleras y finalmente oí el leve chillido de una puerta abrirse, finalmente, mi captor me dejo sobre algo suave, quizá un diván o una cama.

Un poco más lejos, a través de la gruesa tela que me cubría la cabeza, vi una luz moverse, luego el sonido de la madera arder, entonces la luz se hizo más fuerte y oí los pasos del otro hombre salir de la habitación, fue entonces cuando mi captor me quitó la tela que cubría mi rostro, inmediatamente me encontré con una armadura de hierro, sin adornos, tosca y barata, muy dañada. Busqué su rostro, busqué sus ojos, pero aún no había suficiente iluminación para ver con claridad, el casco no dejaba ver nada de su rostro, y cuando las llamas comenzaron a iluminar aún más estiró la mano y me liberó las manos, luego me quitó la mordaza e inmediatamente dio un par de pasos atrás.

Fruncí las cejas, confundida, quería verlo, quería ver sus ojos, ver su rostro, saber quién me había raptado, pero él me miro de lejos, se llevó una mano a donde debería estar su boca, mirándome al tiempo que retrocedía, entonces vi cómo iba hacia la puerta.

- ¡No! ¡Espera! ¡No! –pero dio la vuelta y salió rápidamente de la habitación, me levanté, pero mis pies aún estaban atados, con desesperación me libere, pero fue demasiado tarde, oí como cerraba la puerta y la atrancaba por fuera, golpee con fuerza, grite, pero no sirvió de nada, la puerta no se abrió, ni siquiera se movió, aunque golpeé con todas mis fuerzas.

Parecía una situación imposible, imposible para una mujer como yo, para una mujer de mi clase y estatus, pero ciertamente, todo me decía que esa era mi condición actual. Había escuchado antes sobre raptos, historias de mujeres que habían sido raptadas por hombres que gustaban de ellas y debido a que no las podían poseer por ninguna otra forma, las raptaban, ya fuera para ser amantes, esposas o simplemente esclavas… ¿Cuál sería, exactamente… mi destino?