Capítulo 1. Shizuru Fujino's Point of View.

Mi vida era simple y mi futuro sería fácil. Había nacido en una familia de noble linaje, influyente, aristocrática, con gran estatus y riqueza, cercana a la familia real en parentesco. Me habían instruido como toda una dama, había tenido sirvientes, mozos, niñeras, institutrices e incluso otros nobles a mi disposición, mi camino estaba alfombrado en pétalos de rosas y polvo de oro, gozaba de poder y prestigio, elegancia y belleza por igual, sin embargo, llegada a una edad, llegaba el matrimonio.

Era un evento imposible de eludir, quizá un paso más, un escalón más que subir en el camino de la vida y tuve suerte de obtener al mejor prospecto. Fue una considerable espera, y aunque Nagi Homura era un hombre joven, más joven que yo, estaba en un nivel similar al mío, provenía de la noble casa Homura que tenía grandes dominios en las tierras sureñas, tierras que se decía, eran ricas en joyas, mismas que les habían dado tanta riqueza, además, era el único heredero. Él había caminado entre joyas y seda desde el inicio de sus días, además era educado y cortés, se desvivía en regalos para mi complacencia, buscaba las joyas más grandes y brillantes para regalarme, me mandaba ramos inmensos de flores, telas finas mandadas a traer de lejanos y exóticos países, era un niño despilfarrando oro y plata para obtener mi aceptación, y finalmente la había obtenido, acepté el cortejo, acepté el matrimonio. Mis padres estaban complacidos, la reina estaba complacida, yo estaba complacida, ¿Quién no lo estaría?

Era la cúspide de mi vida, el episodio más importante de mi vida vendría con mi boda. A veces no todas podemos tener esa suerte. Corrían los rumores de desafortunadas mujeres, ya fueran de cuna noble o simples plebeyas, raptadas por hombres deseosos, de retorcidas intenciones y depravadas mañas, llevándolas lejos de sus familias, lejos de sus pueblos, estableciéndolas ahí en tierra de nadie, donde jamás encontrarían a algún conocido, haciendo de ellas prostitutas, amantes, esclavas y en el mejor de los casos, esposas. Mis niñeras me decían que jamás me alejara demasiado, porque nunca se sabía cuándo a algún hombre se le cruzaría la malsana idea de raptar a una mujer hermosa.

Siempre pensé que eran comentarios e historias para asustarme, después de todo ¿Quién se atrevería a raptar a la prima de la reina, hija del señor de las tierras surestes? Mi padre, que mandaba en las tierras surestes como un rey con el permiso de su majestad, cerniría todo su poder sobre el pobre desgraciado que osara intentarlo. Solo un tonto e insensato al que no le importe perder su vida haría tal barbaridad.

-milady –me dijo mi doncella, sacándome de mis pensamientos –lord Nagi ha venido a visitarla, se encuentra en el salón de té.

-gracias Youko, voy para allá.

Me refresque un poco el rostro y baje con calma hasta el salón del té, al entrar, Nagi se levantó como un resorte, con movimientos ceremoniosos acerco a mí, extendió su mano para tomar la mía y depositar un ligero beso en ella al mismo tiempo que hacia una caravana y extendía su sombrero de exóticas plumas verdes con la otra mano, dando más énfasis en sus movimientos aparatosos.

-milady -dijo al terminar el beso y la caravana –hoy han comenzado a correr las amonestaciones –al terminar de decir aquello, tenía una enorme sonrisa de satisfacción.

-milord, me hace feliz que tan diligentemente haya ido a correrlas tan pronto como la fecha lo amerita.

-oh estoy ansioso milady, ansioso por el día de la boda.

Yo también estaba ansiosa, la boda de una dama era el momento más memorable y por supuesto, mi boda tenía que ser aún más memorable, la fiesta duraría siete días con sus siete noches, cada día una fiesta diferente y, para terminar, se harían torneos de combates y justas, todo para conmemorar la feliz unión, ninguna boda tendría igual ni sería más grande que la nuestra, con excepción de la de su majestad, la Reina.

-milady, hoy comienzan a prepararse las festividades del solsticio de verano ¿me haría el honor de acompañarme esta tarde a una caminata para apreciar los preparativos?

Por supuesto que acepté. Me parecía un poco precipitado ir a ver solo los preparativos, pero también entendía la ansiedad de mi joven prometido, después de todo ya tenía mi promesa de acompañarlo en el festival del pueblo, las fiestas en el palacio y las demás reuniones subsecuentes en la alta sociedad, pero sus deseos e ímpetus siempre parecían insaciables y comprendía que era la juventud bullendo por cada poro de su joven espíritu.

Caminamos unas calles, después pidió el carruaje y paseamos lentamente por las calles de la ciudad, caminar demasiado arruinaría nuestros pies, ensuciaría nuestras ropas y nos haría sudar, costumbres reprobables para nuestro estatus. Un par de horas después, regresamos a mi casa, nos acompañó hasta el salón y después se despidió. Youko, que siempre se encargaba de acompañarnos, pudo al fin irse a hacer alguna otra actividad, después de todo, era mi doncella, carabina y dama de compañía.

Al día siguiente, las preparaciones para el festival por el solsticio estaban terminadas. Al ser pariente de la Reina, además de ser noble, tenía garantizado un sitio al lado de su majestad. El castillo se adornó con largas telas de exótico color zafiro, bordeado con hilos de oro, siempre con el escudo de la familia de su majestad. Las alfombras del palacio fueron reemplazadas por alfombras del mismo color, los caballeros de la guardia real cambiaron sus capas y vistieron deslumbrantes armaduras, pero solo uno de ellos ostentaba una armadura de un brillante acero color azul, con ornamentos en oro y una capa con finos adornos de hilo de oro. Me parecía un caballero misterioso, siempre se le veía a lado de su majestad la Reina, pero casualmente, siempre me tocaba verlo con el casco puesto, muchas veces quise preguntar porque nunca se lo quitaba, pero no se vería bien que una joven dama preguntara por un hombre que no es su prometido.

A la hora de la apertura del festival, en lo alto de un balcón del palacio, la Reina emitió cortas y potentes palabras, que, a pesar de su edad y juventud, seguro no faltó nadie en la multitud que ollera su voz, estaba ya arañando la pubertad, pero tenía una resolución digna del dirigente de este reino. Al terminar, el caballero de armadura azul acompaño a su majestad hasta su asiento en medio del salón de audiencias, siempre con una actitud solemne y sin emitir palabras. A veces parecía una sombra de su majestad. Era notorio que tenía el cargo más alto dentro de todos los caballeros, el hombre más importante al lado de su majestad y, aun así, nadie hablaba de él.

Algunas veces, confieso que fui a hablar con mi pariente solo para ver un poco de cerca a aquel caballero, pero la pequeña rendija en su visera permitía ver únicamente oscuridad en su interior y parecía que el caballero no respirara, como si fuera solo una armadura animada. Era un caballero imposible de no notar, imposible de no ver o distinguir, no entendía como nadie hablaba de él, no había cotilleos, ni siquiera una mención de él por error, ni siquiera porque después de cierto tiempo cambiaba de armadura; algunas doradas, otras cobrizas, cromadas, color bronce, brillantes como la plata, incluso armaduras oscuras, pero la más esplendida y nunca antes vista era esta de acero azulado, armaduras que ningún otro caballero o noble portaba, armaduras tan lujosas que es obvio que despertarían envidias y aun así, nadie mencionaba ni juzgaba aquellas armaduras ostentosas y llamativas. Era un misterio.

Lo único que podía pensar, es que había ordenes de la Reina de que no se hablara de él, ordenes no oficiales que se pasaban de boca a boca y que nadie volvía a repetir después de la primera vez ¿Qué sucedería si alguien hablase de él? Tenía ganas de averiguarlo, pero tampoco quería tentar mi suerte por un simple caballero, ¿para qué perder mi tiempo? Era un riesgo elevado incluso para mí, un riesgo que podría afectar mi vida y a mi familia. El caballero podía hacer lo que le placiera. Seguramente el resto de la sociedad pensaba igual que yo, que no valía tanto la pena.

La fiesta en el castillo fue tan esplendida como siempre, no falto la abundancia de comida y bebida, no faltaron los bailes y la música. Mi prometido se mantuvo siempre tan cerca de mí como ese caballero estaba junto a su majestad, parecía una sombra, parecía no querer despegarse de mí, a veces me preguntaba qué pasaría cuando nos casáramos ¿me dejaría en paz? Prefería no pensar en ello, prefería pensar que el amor llegaría y lo comprendería, rezaba porque el amor llegara pronto, para que cuando llegaran los días de matrimonio, fueran días de felicidad y no días de tortura.

Ya entrada la noche, su majestad la reina se despidió de la concurrencia, y siguiendo sus pasos también se retiró el caballero, hacia tanto tiempo que había escuchado su nombre por primera vez, pero desde aquella vez jamás he vuelto a escuchar su nombre y lo he olvidado. No le di importancia e inferí que no lo volvería a ver en el resto de la celebración, sin embargo, un poco más tarde en la noche lo volví a ver, lo hallé de pie al lado de la silla de su majestad, aunque esta estuviera vacía; él parecía mirar la multitud y aunque otro caballero se situó junto a él y no llevaba el casco puesto, él jamás retiró el suyo.

Era la primera vez que lo veía hablar con alguien y moverse fuera de esa rigidez que lo caracterizaba, me parecía tan asombroso que hablara con alguien que tenía curiosidad, incluso me invadía la tentación de ir y hablarle para saber cómo era su voz, me gustaría saber que tenía para decir, sin embargo, aunque la curiosidad era grande, no estaría bien visto. Me limité a beber y platicar solo en el círculo social en el que ya estaba, después de un rato y con el permiso de mis padres, mi prometido y yo salimos a mirar en las afueras del palacio, admirando actividades y comercios de los plebeyos.

-hasta hoy me lo ha recordado mi padre –dijo mi prometido, mientras paseábamos cómodamente por las calles de piedra.

- ¿Qué le ha recordado su padre, milord? –pregunté, cándidamente.

-no hemos ido a pedir el permiso de su majestad la Reina –yo alce las cejas y dibuje una pequeña "o" con mis labios –debía hacerlo antes de hacer correr las amonestaciones –yo me quedé callada, realmente no sabía si debía hacerse antes o después.

-estoy segura que su majestad no se enfadará, podemos ir mañana mismo –le dije con tranquilidad.

-bueno, usted debe conocerla mejor milady –era una parienta cercana, una prima, pero no la conocía realmente, nos tratábamos con respeto, nuestras edades eran muy dispares, además, es su majestad la Reina, muy pocas personas tenían permiso para convivir diariamente con ella, me mordí brevemente los labios y luego sonreí, yo esperaba que realmente no se enfadara su majestad.

-hay que tener fe, milord, solamente eso.

Miramos los comercios un rato más y a una hora prudente nos fuimos en el carruaje que nos depositó en mi humilde morada. Al día siguiente, a una hora temprana, como bien habíamos acordado, fuimos a ver a su majestad la Reina. Debido al estatus de ambas familias, su majestad aceptó vernos antes de cualquier audiencia con la ciudadanía. Esperamos unos momentos en un salón ligeramente más privado, pero aun con un trono adecuado para su majestad. En el salón nos hacían compañía dos guardias en cada puerta. Previamente a la entrada de su majestad, se oyeron metálicos, pesados y continuos pasos, hasta que finalmente su majestad apareció en el marco de entrada y con ella, por supuesto, su inseparable caballero y guardián personal, hoy, con una brillante armadura color cobre y relieves por todas las orillas de cada pieza, nunca dejaba de sorprender aquel sujeto con tanta suntuosidad en sus armaduras.

Pronto, su majestad la Reina fue donde su trono y con ayuda de su caballero se sentó, sus pies quedaron un poco arriba del suelo, colgando ligeramente, pero con el rostro tan sereno y formal, no había lugar alguno para risas.

-su majestad, la Reina Mashiro Kazahana, soberana de Fuuka, hija del alba que gobierna sobre el cielo, la tierra, el mar y más allá de lo que los ojos alcanzan a ver –presentó, una vez más, el secretario que siempre le seguía, casi tanto como el caballero a su lado, entonces, hicimos nuestra respectiva reverencia.

-su majestad –comenzó mi prometido –estoy aquí presente, para rogar su real perdón y suplicar su favor, el motivo de esta audiencia es pedir su consentimiento para desposarme con la dama aquí presente –al instante el caballero que estaba junto a su majestad dio un traspié y se corrigió mucho antes de que la Reina contestara, algo inusual que casi me hace sonreír.

-concedo mi permiso para el matrimonio, ¿y porque ruegas mi perdón?

-cometí el error de comenzar las amonestaciones antes de su permiso, su majestad –entonces Nagi se inclinó, en sincera disculpa, su majestad no dijo nada, se quedó callada unos momentos, a mi lado sentía como mi prometido se impacientaba aun inclinado.

-solo por esta vez lo dejare pasar, único heredero de la casa Homura, ya que tenía conocimiento de la noticia mucho antes.

-apreciamos su grandiosa misericordia, su majestad –contestamos todos, Nagi, mis padres, sus padres y yo, por supuesto.

-pueden retirarse, tengo más audiencias el día de hoy –poco le faltó para decir que eran audiencias más importantes.

Entonces su majestad se bajó de su trono de un pequeño salto y salió del salón, con su caballero pisándole casi los pies en aquella pesada armadura de cuerpo completo, en dirección al salón de audiencias donde ya había ciudadanos esperándola. Abandonamos el palacio después de obtener su permiso y regresamos a la residencia de mis padres, donde se planeó una improvisada comida en celebración por el consentimiento de su majestad.

En cuanto terminaran las amonestaciones y su eminencia nos concediera una fecha, enviaríamos las invitaciones para el enlace matrimonial, resultaba un poco fastidioso que la iglesia fuera la que diera fecha y en base a ella se determinara el orden de los acontecimientos, pero nada podía hacerse, la iglesia era la iglesia y mejor no ponerse demasiado exigentes, después de todo, queríamos que la ceremonia fuera celebrada en el templo más importante del reino. Sin embargo, eso no impidió que se hicieran los preparativos pertinentes, la celebración, la recepciones y el lugar donde se haría el festejo del matrimonio iba a ser en la residencia de lord Homura, padre de mi prometido, así que ya se había comenzado con el mantenimiento de la propiedad, y aunque siempre estaba dándose mantenimiento, para la ocasión no debía haber ni una piedra fuera de lugar, tanto salones y habitaciones, como jardines y fuentes en un perfecto y magnifico estado, sin mencionar que el convite de bodas tendría como mínimo copas de cristal, porcelana, cubertería de plata e hilo de oro en cada servilleta.

No habría ninguna mesura en cuanto al presupuesto, no habría ningún recato en ostentación, se derrocharía oro y plata a manos llenas, después de todo, era el hijo único de lord Homura. Aunque también yo estaba en la misma posición, era la hija única del señor de las tierras surestes, de esta feliz unión se esperaban herederos para ambos señoríos. Antes solía preocuparme cuando inevitablemente asumiera el señorío de mi padre, tenía muchos conocimientos pero también me preocupaba dirigir las tierras, además me preocupaba también que mis pretendientes me asecharan por la expectativa de obtener el poder a través de mí; sin embargo, siendo prometida de Homura, me sentía aliviada, ya que él no me perseguía por las riquezas que poseíamos, tenía total interés en mi persona, no le importaba mi dinero ni el poder porque tendría más que suficiente con lo que heredará, podía respirar tranquila de que dos de mis hijos heredarían dos de los señoríos del reino, claro, a su debido tiempo.

Pasaron un par de días y el clima comenzó a ser más fresco al mismo tiempo que comenzaron las lluvias ocasionales, me preocupaba que el día de la boda lloviera mucho, queríamos que se aprovecharan los jardines de la residencia de Homura y aunque se tenían suficientes carpas, no dejaba de preocuparme, quizás estaba preocupándome demasiado.

-milady, no debe preocuparse, milord hará hasta lo imposible para que la celebración no tenga contratiempos, confíe en él –aquella noche la lluvia había comenzado tenue y luego, súbitamente comenzó una tempestad que llevaba horas sin detenerse.

-tienes razón Youko, él no dejará que nada arruine la fiesta… por favor, prepara más té.

Horas más tarde los vientos se calmaron, pero la lluvia no se detuvo y a cambio comenzó a condensarse una neblina muy espesa acompañada de truenos. Me acosté mientras uno que otro relámpago centelleaba en el cielo e iluminaba la ventana de mi habitación. En un principio me costó mucho trabajo dormir, pero finalmente, en algún punto, mi oído se acostumbró al continuo murmullo de la lluvia y pude sumirme en la densidad de un sueño pesado, descansé plácidamente hasta que sentí algo frio tocarme las manos y algo áspero rodearme las muñecas, desperté en la penumbra de la noche, con la somnolencia empañando mi conciencia hasta que un relámpago ilumino la habitación, mostrándome la figura de un hombre, estaría por gritar cuando me amordazó, me colocó una tela que se aseguró que quedara bastante firme en mi boca y luego me colocó un saco en la cabeza.

Mi corazón latió sonoramente mientras sentía como si mi sangre hubiera sido reemplazada con un líquido frio y me costase respirar, estaba aterrada, sentía el frio recorrerme la piel aun cuando no sentía verdaderamente frio, era simplemente el pánico que me había congelado, impidiéndome actuar aun cuando sentía como ese hombre me cargaba en su hombro y me llevaba consigo, no fue hasta que sentí la lluvia mojar mi cuerpo que pude finalmente reaccionar, ¿me estaba llevando con él? ¿A dónde se dirigía? ¿Qué debía hacer? sin embargo, era quizás, demasiado tarde, sentí como se movía subiendo y bajando, pero no pasó demasiado para que el hombre me pusiera sobre el lomo de un caballo y saliera a todo galope, me revolví ante la idea de que tal vez alguien pudiera escucharme, aunque en lo profundo de mi conciencia sabía que era imposible, la lluvia era tan ruidosa que incluso podría ensordecer el traqueteo de los cascos del caballo contra las calles de piedra, ni que decir de los tenues ruidos que alcanzaba a emitir a través de la mordaza.

Después de unos minutos de retorcerme, él me sujetó y aunque traté de luchar contra él, era notablemente más fuerte. Entonces me detuve, cansada; un rato después me liberó y entonces me levantó en medio de la cabalgata a todo galope, me levantó de forma que quedé sentada sobre el lomo del caballo y no como me llevaba antes, con el estómago sintiendo el golpeteo del caballo. Una vez que estuve situada frente a sus piernas y sentí la dureza de su armadura, me revolví furiosa y sentí como él luchaba para mantenerme sujetada, le escuché gruñir con fastidio, pero en lugar de desistir de mí, volvió a colocarme como un saco sobre el lomo del caballo y me sujetó firmemente con uno de sus brazos enfundados en hierro. Sentí su mano firme en mi estómago, apretándome con las puntas de sus dedos, mancillando mi piel con el duro metal de sus guanteletes. No volvió a cambiarme de posición, no aflojó su agarre durante lo que me pareció una eternidad en el viaje a caballo, me estrujó el cuerpo, así como estaba arruinando mi vida, llore amargamente mientras me retorcía con violencia, negándome a aceptar este cruel destino, aunque de nada sirvió.

Ni los rayos y relámpagos que desgarraban el cielo disuadían a ese hombre del rapto, no se detenía ni titubeaba, aunque a veces los truenos se escuchaban muy cerca, así que mucho menos mis violentas convulsiones le importaban a aquel bandido, aun cuando lo sabía y a pesar de que mis manos y pies estaban firmemente sujetos con unas cuerdas, continuaba intentándolo hasta el cansancio y después, una vez más volvía a revelarme, aunque fuera en vano.

No sé cuánto duro el tortuoso viaje a caballo, no sabía con exactitud cuánto fue lo que recorrimos, la lluvia no había aminorado ni por un segundo, por suerte la noche se sentía sutilmente cálida. Después de un largo rato y de forma inesperada, el caballo se detuvo, oí el movimiento de gruesas cadenas, el sonido del metal rozando algo pesado y después de unos momentos, el caballo volvió a moverse sobre una superficie de madera, segundos después oí sus cascos contra la piedra, golpeando fuerte y velozmente sobre charcos de agua, la cabalgata se reanudó, me parecía percibir una inclinación, ¿habíamos entrado a un castillo? el sonido de las cadenas ¿podía ser el de un rastrillo siendo levantado? Mi corazón latió agitado, momentos después el caballo freno sobre sus patas, quizá eran conjeturas apresuradas, pero estaba segura, habíamos entrado a algún sitio.

-mi… -alguien, un hombre, es decir, otro hombre.

-shhhh… -oí de cerca, seguro era mi captor.

Luego sentí, por el movimiento en el caballo, como mi captor bajó de su montura y yo me revolví, quise gritar, quería revelarme una vez más, sin embargo, me tomó de las piernas y me cargó, me tomó como un costal de papas una vez más, sentí como me puso en su hombro, sentí el duro metal contra mi vientre mientras sujetaba mis piernas a su pecho, resistí el dolor apretando los dientes, mientras poco a poco la lluvia se oía cada vez menos. Los pasos de ambos hombres eran sordos, tal vez caminaban sobre una alfombra. Caminaron una gran distancia, subieron escaleras, caminaron una distancia considerable y finalmente oí el leve chillido de una puerta abrirse, fue entonces cuando mi captor me dejo sobre algo suave, quizá un diván o una cama. Sentí un repentino miedo ¿Qué estaba pensando hacerme ese depravado? ¿por eso me había llevado a una cama?

No sucedió nada por unos momentos, me quedé ahí, quieta y sin saber que esperar, sabiendo que mi secuestrador estaba justo delante de mí, aunque no podía verlo, sin embargo, aunque él estaba ahí quieto y sentía su presencia, oí los pasos del otro hombre pasar de largo hasta desaparecer y luego de unos segundos volver para dejar algo sobre algún mueble, muy posiblemente un candil, ya que percibí a través de la tela que me cubría, una luz amarilla. Segundos después oí sus pasos alejarse, fue entonces cuando mi captor me quitó la tela que cubría mi rostro, inmediatamente me encontré con una armadura de hierro, sin adornos, tosca y barata, desgastada por golpes de espada. Busqué su rostro, busqué sus ojos para tratar de descifrar que me esperaba, pero aún no había suficiente iluminación para ver con claridad, el casco no dejaba ver nada de su rostro. Antes de que yo dijera algo él estiro la mano y me libero las muñecas, luego me quitó la mordaza e inmediatamente dio un par de pasos atrás.

Fruncí las cejas, aun en medio del cumulo de eventos que no dejaban espacio para pensar, quería verlo, quería ver sus ojos, ver su rostro, saber quién me había raptado, pero él me miró de lejos, se llevó una mano a donde debería estar su boca, mirándome al tiempo que retrocedía, entonces vi cómo retrocedía hacia la puerta.

- ¡No! ¡Espera! ¡No! –pero dio la vuelta y salió rápidamente de la habitación, me levanté, pero mis pies aún estaban atados, así que caí al suelo. Con desesperación me liberé, pero fue demasiado tarde, oí como cerraba la puerta y la atrancaba por fuera, golpeé con fuerza, grité, pregunté, rogué, no sirvió de nada, la puerta no se abrió, ni siquiera se movió, aunque golpeé con todas mis fuerzas, inútilmente.

Jamás en la vida imaginé una situación similar, cada vez que me advertían de hombres que raptaban a mujeres asumía que solo querían asustarme y ahora que realmente me había pasado seguía pareciéndome una situación imposible, imposible para una mujer como yo, para una mujer de mi linaje, de mi estatus, sin embargo… los hechos estaban en contra. He sido raptada. Esa era mi condición actual. Yo, que había escuchado antes sobre raptos, historias de mujeres que habían sido raptadas por hombres que gustaban de ellas y debido a que no las podían poseer por ninguna otra forma, las raptaban, ya fuera para ser amantes, esposas, prostitutas o simplemente esclavas… era inevitable preguntarme ¿Cuál sería, exactamente… mi destino?

Pero, sobre todo, quería saber quién era el desgraciado que me había raptado, ¿porque lo había hecho…? ¿con que fines? ¿lo conocía de antes? ¿sus intenciones eran políticas o simplemente… la ambición de un hombre libidinoso? ¿Qué lo había motivado? ¿Por qué a mí y no a otra? ¿Por qué?

Golpee la puerta hasta el cansancio, hasta que agotada resbale hasta el piso y volví a llorar, derramando lagrimas sobre mi ropa interior ya mojada, si tenía suerte enfermaría y moriría, entonces así no le serviría de nada a aquel horrible sujeto. Pero, no podía tener tanta suerte. Continuaba en el frio piso de piedra cuando oí pasos acercarse, oí como destrancaron la puerta, entonces me levanté, dispuesta a atacar a quien estuviera ahí, pero no espere ver a una chica con ropajes en los brazos, me desarmó inmediatamente. Ella ingresó a la habitación y luego alguien desde afuera cerró la puerta, no estaba sola.

-milady, soy Akane, le ayudare a asearse –deje caer los hombros y me levante del suelo; era una doncella de servicio, con suerte solo sería una sirvienta y no una esclava, que, en cualquiera de los casos, solo cumplía órdenes y por lo que se podía ver, por ahora no estaba sola, sin embargo, si utilizaba bien la situación, esta mujer podría ser de utilidad. La mujer tomó el candil que habían dejado anteriormente y con una vela comenzó a iluminar todas las velas del candelabro que colgaba del techo, fue así como la habitación se ilumino mucho mejor –milady –entonces se volvió hacia mí -voy a quitarle los interiores que están mojados -dijo, luego de dejar las ropas en el diván donde había estado. Levante los brazos, aceptando silenciosamente al mismo tiempo en que descubría la habitación; se notaba, a parte del diván, un lavabo, un escritorio y un ropero, además, había dos puertas en la pared izquierda, miraba las velas que había encendido antes cuando la puerta volvió a abrirse, entonces entraron más sirvientas, llevando una tina además de cubetas y cubetas de agua humeante.

Akane continúo quitándome los interiores mientras las demás mujeres trabajaban, una vez que terminaron, así como habían entrado se retiraron. Ni siquiera habían volteado a verme así que no tuve mucho tiempo a sentir vergüenza por mi desnudez ante tantas personas. Luego, acompañada de Akane entré a la bañera, sentí poco a poco como el calor del agua entibió mis extremidades y regresó la sensibilidad a las puntas de mis dedos, que ahora notaba se habían enfriado; la doncella se encargó de tallar mi cuerpo, quitar la suciedad que me había salpicado, lavar mi cabello, masajear ligeramente ahí donde había tenido las cuerdas sujetándome, para después secarme con extremo cuidado cuerpo y cabello, vestirme y cepillarme. Al terminar, me llevó a través de una de las puertas que estaban en la pared, puertas que daban a una habitación que era parte de la misma estancia, en esa habitación había una cama y frente a ella, una chimenea que en la que colocó leña y encendió el fuego, entonces se despidió y salió de la habitación. Desde mi sitio pude ver como las sirvientas anteriores volvieran a aparecer y retiraran todo de la habitación en uno de los más perfectamente sincronizados trabajos que había visto.

Cuando la última de las doncellas recogió la última cubeta con agua, abandonó la habitación y la puerta se cerró, siendo atrancada una vez más. Solo pude suspirar desde mi sitio, a un lado de la cama. Miré la estancia que ahora me tenía cautiva. Era grande, bastante grande, de hecho, tenía dos puertas de entrada que muy seguramente estarían atrancadas. Me senté en la cama y vi los demás muebles en esta parte de la habitación, había un sofá justo frente a la cama, esta última era grande y con dosel, más adelante, había una mesa y dos sillones sobre una alfombra, fuera de aquello, no había muchas cosas, solo varios leños y… un par de ventanas que apenas notaba. Me levanté de la cama como un resorte y miré hacia afuera, llovía mucho y había mucha oscuridad, pero también relámpagos y uno de ellos iluminó lo suficiente el cielo como para poder ver el exterior, logre ver un gran y amplio patio de armas, puertas a lo que parecía un cuartel, reforzadas murallas y torres de gran espesor, y si mi vista no me fallaba, a lo lejos lograba ver un pozo, el lugar era sumamente amplio y no alcanzaba a ver la entrada, así que era un castillo más grande lo que había imaginado, tal vez mi captor estaba usando el castillo de su señor, o tal vez su señor le había ordenado raptarme.

El relámpago se dispersó por el cielo y momentos después la oscuridad volvió a hacerse presente. La lluvia continuaba y la neblina se hacía cada vez más densa, la temperatura aun no era demasiado fría, pero sentía el cuerpo magullado, así que fui a la cama y me metí en ella, las sábanas eran aún más suaves que aquellas que vestían mi cama, además, había una fragancia floral en ellas. En un principio creí que me costaría trabajo poder dormir, pero caí en un sueño profundo demasiado rápido, sorprendentemente no volví a despertarme hasta que la misma doncella entró a despertarme a la mañana siguiente.

-milady, milady… -escuché en la lejanía –milady, soy Akane, le he traído el desayuno –me sentí tan perdida que no supe ni quien era yo en ese momento, me levanté con los ojos cerrados, me pusieron el desayuno en la cama y comí como autómata, debí haber tardado una eternidad comiendo, luego, al terminar volví a acostarme, y por increíble que pareciera, volví a dormirme.

Horas después desperté por mí misma y no recordaba siquiera haber desayunado. Al principio, luego de despertar en un lugar desconocido, me sobrevino la confusión, después recordé todo, me habían raptado. Me levanté en dirección a la ventana y entonces la descubrí cubierta por una tela desde afuera, más aún, a pesar de que había una protección de hierro, las puertas de las ventanas estaban atrancadas por un candado, no querían que viera el exterior. Había sido un poco tarde porque ya lo había visto pero no dejaba de ser molesto.

Regresé a la cama y me quedé ahí sentada, me apoyé en el respaldo con la sedosa colcha hasta la cintura. No me quedaba otra cosa que hacer, no se veían libros, no tenía más ropa que los interiores que llevaba puestos y ni que decir de zapatos, por suerte la alfombra que vestía el suelo era bastante grande. Un rato más tarde, oí como destrancaron la puerta y la misma doncella, Akane, apareció con una bandeja con comida en ella, sería la hora del almuerzo, me dije.

-espero que también le agrade el almuerzo, milady –entonces yo la mire confundida ¿también?

-pero ¿es que…? –y entonces recordé vagamente la comida de horas más antes –he tomado el desayuno también…

-sí milady, estaba muy cansada, pero lo terminó todo –me quede anonadada, nunca me había ocurrido algo así –creo que es momento de decirle que me han asignado su cuidado milady, lo habría dicho antes, pero no quise importunarla.

- ¿comprendes lo que me ha sucedido? –le dije, con las cejas levemente fruncidas –me han raptado ¿Quién es el señor de este castillo?

-lamento informarle milady, que se me ha prohibido darle información, pero si se me ha informado de su condición…

- ¿prohibido? ¿tu lord te lo ha prohibido? –dije en pregunta, ¿sería posible que si fue un lord quien me raptó?

-como decirlo… ¿tal vez Sir…? ehm, milady, de hecho… -se detuvo ella entonces, incomoda, quizás pensando que se le escapo aquella información –no puedo decir nada, milady…

-comprendo –un sucio lord, que también me parece es caballero, me había raptado, aunque también seguía pensando que quizás estaba usando el castillo de un lord a sus espaldas, ya que me había parecido que el castillo era demasiado grande - ¿Qué es lo que puedo saber, entonces?

- ¿Qué es lo que quiere saber, milady?

- ¿el castillo pertenece al… Sir?

-así es milady.

- ¿fue él quien me raptó? –la pregunta la hizo parecer incomoda, pero también asintió - ¿Qué interés tiene en mí?

-eso no puedo saberlo, milady, solo soy una de las doncellas… -me quedé callada, como si el dueño del castillo le fuera a decir sus intenciones a una doncella -lo único que puedo decirle, milady, es que s… no es una mala persona.

Me sentí tentada de reírme al instante, pero la observé mejor, vi en sus ojos devoción, admiración, respeto, fidelidad… una persona así haría hasta las más horribles cosas por el sujeto de aquella devoción. Por eso estaba ahí aquella doncella, atendiéndome de buen humor ¿estaría enamorada de aquel hombre?

- ¿lo respetas? ¿lo amas? –ella me miro un poco asombrada.

-no iría tan lejos como para amarle, pero sin duda tiene mi aprecio por lo que hizo por mí –la mire curiosa.

- ¿lo que hizo? ¿Qué hizo por ti? –pregunte, sin poder resistir la curiosidad.

-me rescato, me llevó dejos de mi casa y un destino peor…

-es decir, también te raptó… -cualquier expectativa se derrumbó, era un hombre despreciable.

-no milady, no es…

-no importa, se ve que es lo único que sabe hacer…

Ella no respondió nada y yo dirigí mi atención a la bandeja con comida, suspiré, entre molesta y ofendida. Un sujeto de la peor calaña, un truhan, un bellaco, un bandido, un sucio rufián pérfido, ruin, infame… canalla… tome los cubiertos enfadada y corté la carne que me habían servido. De ser cierto lo que decía la doncella, seguramente pasaron unas cuantas horas luego de haber llegado al castillo cuando me sirvieron el desayuno, pero ¿Cuántas? ¿podría hacerme una idea de cuánto tiempo me llevó en cabalgata aquel rufián?

-Akane… -le dije al terminar un bocado - ¿Cuántas horas dormí antes del desayuno? –no sabía si me respondería con sinceridad, pero al menos me haría una idea.

-bueno milady, recuerdo que usted llego apenas una hora antes del amanecer, así que debieron ser… -ella se quedó pensando, contando, quizás –unas… unas cuatro milady.

Supuse que sería más difícil que la doncella hablara, pero en realidad la información que necesitaba me la dio antes… una o cuando mucho dos horas antes del amanecer, es decir, las de las cuatro a las cinco de la mañana, de modo que quizás habían sido unas cuatro horas de viaje a caballo… ¿Qué castillo había a cuatro o cinco horas de la capital del reino? Me puse a pensar, estrujándome el cerebro, no conocía de ningún castillo a cuatro horas de la capital, en ninguna dirección, tal vez fueron más horas de viaje, pero aun así… ah, había escuchado de un castillo en el noreste, sus señores habían muerto y se decía que estaba abandonado, pero no eran cinco ni seis horas, eran muchas más, por lo menos diez y con relevos ¿podía un caballo correr tan rápido en tan poco tiempo y sin descanso?

Imposible, me dije, no hay modo, a menos que sea otra clase de criatura, pero estoy muy segura que era un caballo. Corté la carne con lentitud mientras procesaba la información… estaba estrujándome la cabeza, luego miré a la doncella, que sacudía polvo de los sofás cerca de la chimenea. Si le preguntaba directamente ¿Qué me contestaría? Había dicho que no podía hablar sobre su empleador… la miré luego revisar bajo la cama y sacar la bacinica, vacía, por cierto.

-ya que esta… limpiando eso -le dije, deteniendo los cubiertos –no es propio de una dama decir esto, pero apreciaría ir a la letrina –una dama no hablaba de esos temas con un desconocido, pero la situación lo ameritaba.

-milady… no puede ir… -dijo un tanto incomoda.

- ¿Cómo? –le dije al momento, asombrada - ¿acaso pretende tu bárbaro Sir que una dama como yo haga mis necesidades en tan… arcaico instrumento? –le pregunté, escandalizada y asombrada.

-bueno milady… no dejó una instrucción exacta, pero dijo que no podía salir…

- ¿podrías hacer el favor, Akane, de preguntarle? –ella miro a los lados y parpadeo repetidamente.

-es que… s… Sir ha salido del castillo, no sé cuándo vuelva…

- ¿y no hay alguien más a quien preguntarle? …Akane, esto es una necesidad, no un lujo.

-iré a preguntar, milady…


Quiero dejar bien en claro que esta obra no está aproximada a fechas y épocas exactas, en el más estricto sentido de que hay cosas que no son contemporáneas unas con otras, como por ejemplo el uso de cubertería, los diferentes colorantes de cuero en los libros, las diferentes coloraciones textiles, el uso de sombrero, las pantuflas, el consumo de té, las técnicas de templado y algunos otros materiales, el uso de fragancias, tinas, ropajes, tipos de joyas, estilos de peinados con diferentes accesorios, además de diversas herramientas o artefactos, e incluso algunas cosas de arquitectura, así como algunos detalles en las fiestas derivadas de usos y costumbres, y por supuesto, no hay ningún tipo de referencia a alguna doctrina existente y por lo tanto, todo en ese aspecto me lo he inventado por completo, agregando a esto a que el reino es completamente ficticio y mi única pretensión es basarme en la edad medieval europea. He investigado algunas cosas y hay otras que las sé porque son parte de mis conocimientos, sin embargo, he de recalcar que no soy especialista en el tema, por ello he manejado muchos detalles de esta manera porque también así me conviene para describir ciertas situaciones de una forma mucho más cómoda.