Capítulo 2.

La doncella llegó a la puerta, tocó varias veces y luego salió. Me relajé un poco estando a solas y continúe con el almuerzo, tardó bastante rato la doncella hasta que finalmente regresó, para esto, yo ya había terminado mis alimentos dejando la bandeja a un lado y tenía cierta urgencia. Cuando ingresó en la habitación llevaba algunas cosas en los brazos, pude distinguir prendas.

-milady –dijo, presentándose de nuevo –he hablado con la gobernanta y s… Sir ha dejado algunas instrucciones que aún no sabía, mis disculpas milady, s… Sir dejo dicho que puede moverse solo desde las letrinas del extremo del pasillo, hasta las escaleras en el extremo opuesto, sin descenderlas y… no puede asomarse por las ventanas, tampoco puede ir a la biblioteca, ni el comedor, la capilla, el patio, los jardines o los establos… lo siento milady… -yo asentí en silencio, era más de lo que había imaginado.

-no importa Akane, solo necesito ir a las letrinas… -entonces me levanté, quité la colcha y mis pies quedaron al aire, sin zapatos que los cubrieran. Me quede pensando unos momentos ¿debería ir sin zapatos? Dos segundos después la urgencia de mi cuerpo me dijo que no importaba.

-milady, le he traído medias, zapatillas, vestidos y ropa interior, todo nuevo y en perfecto estado –alcé las cejas, vaya, llegué a creer que me dejarían vivir como una salvaje.

-gracias Akane, las zapatillas primero, por favor, la situación es urgente.

-pero milady, fuera está un guardia y no sería apropiado para una dama…

-no lo sería, no, pero tu Sir me trajo en ropa interior a toda velocidad anoche ¿Qué más recato me queda después de eso?

Dije eso, pero Akane tenía razón, al abrir y salir de la habitación, había un guardia fuera de mi puerta, me dio vergüenza en ese momento, pero sirvió mucho que el hombre ni siquiera me volteó a ver; sin embargo, detallé que el guardia llevaba sobre la ropa una cota de malla sujeta por un cinturón de cuero, del cual colgaba una espada y en la mano derecha sostenía una lanza. Para ser un guardia de interior, llevaba demasiado… pensé que sería una simple coincidencia, pero al llegar a las letrinas, las que se encontraban justo en la esquina que daba vuelta al pasillo, encontré otro guardia de igual indumentaria… y por si no fuera suficiente, al final del pasillo, a lo lejos y justo frente a unas puertas, se notaban otros dos guardias más, tal parecía que este Sir no subestimaba a nadie.

Aunque incomoda y aún bajo la supervisión de Akane, entré a la letrina a hacer mis necesidades, una vez que había terminado, miré alrededor, cada ventana estaba cerrada y tapada. Exhalé, no se había dejado un solo detalle… obviamente al ver las ventanas de la letrina y las ventanas de los pasillos tapadas por fuera, no hubo otra cosa más que resignación para mí, pero por otro lado sentía curiosidad ¿Por qué no deseaba este Sir, que mirara el exterior? ¿acaso no quería que reconociera el lugar? Aunque era una tontería, ya había visto una parte, todo eso solo hacía que el castillo se mirase más lúgubre, más oscuro, más húmedo, como si perpetuamente fuera de noche, con todas aquellas antorchas, aunque sabía que no era de noche por el pequeño filo de luz que entraba por algunos extremos.

Solo pude suspirar mientras regresaba a mi habitación acompañada por la doncella, lo único bueno del pasillo es que era muy largo, al menos unos cuarenta metros entre los que había un par de puertas hasta llegar a la puerta de la habitación donde me mantenían, incluyendo al custodio. Al llegar ahí, me detuve unos momentos para mirar el resto del pasillo. Por lo que podía ver, mi habitación estaba justo en medio de aquel corredor en el que habría unas tres habitaciones como la mía y al final, en el extremo del pasillo había un guardia más al pie de, lo que podía discernir, era el inicio de escaleras que llevaban a un piso superior. Emití un corto suspiro, un guardia más… sin duda el hombre que me mando a raptar no quería que tuviera la más mínima oportunidad… entrecerré los ojos, mirando las antorchas de los lados… ¿Cuáles eran sus intenciones?

Finalmente, entré a mi habitación y me senté en la cama, me quité las zapatillas y subí los pies mientras oía a la doncella recoger la bandeja y salir de la habitación. Tenía miedo de preguntar, no sabía si sería bueno lo que me respondería la doncella o si podría responderme, ella tenía razón, era solo una doncella… a la que le habían prohibido hablar de su señor… solo no comprendía porque ¿Por qué no podía hablar de él? ¿ni siquiera su nombre? Debía haber algún interés político… Entonces, la puerta volvió a abrirse y apareció Akane, una vez más y ahora con unos libros en la mano que dejó en la mesilla junto a la cama.

-milady, le he traído unos libros por si le apetece leer algo, aunque no puedo garantizar nada porque no se leer –entonces alcé las cejas.

- ¿no sabes leer? –le pregunté, francamente sorprendida, sorprendida ante la perspectiva de que fuera necesario que una doncella de servicio tuviera que saber leer - ¿ni lo más básico? -pregunté con un sarcasmo que no permití que se notara.

-no, milady, pero su señoría siempre dice que todas debemos aprender a leer y escribir…

-bueno… es lo único bueno que oigo de tal personaje… -entonces estiré un brazo y sostuve un libro, todos ellos eran de leyendas y el ultimo, si mis ojos no me engañaban, era uno de esos escandalosos libros de romance.

-s… Sir no es tan malo, milady, sé que todo tomara su forma a su debido tiempo, todas estamos de acuerdo.

- ¿todas? –pregunté, dejando en paz el título del libro que sostenía - ¿te refieres a las demás doncellas?

-sí, milady, todas hemos sido salvadas por s-Sir.

-entonces supongo que piensan que me ha salvado… -ella se quedó callada –pues no es verdad, hasta ayer estaba feliz porque en unas semanas seria mi boda, con un buen y educado hombre, de buena casa y familia, no necesitaba ninguna ayuda…

-no lo sé, milady, pero yo no juzgare a s-Sir tan rápido… si algo he aprendido aquí, es a escuchar antes de juzgar, s-Sir tiene un buen corazón y jamás…

-Akane, no quiero ser aguafiestas… pero por ahora no quiero saberlo… me gustaría saber dónde estoy, porque estoy aquí, quién me trajo, ¿comprendes?

-comprendo milady… -ella se quedó callada, mi táctica de hacer una pregunta para obtener información de modo subliminal, no había funcionado, de ser así, ella habría respondido mis preguntas inconscientemente - ¿quiere que la vista? ¿Qué le arregle el cabello? –negué, lentamente con la cabeza.

-estoy bien así, leeré en la cama… solo… ¿podrías traerme un poco de té?

-sí milady, se lo traeré lo más pronto posible –yo asentí en silencio mientras volvía a taparme con la colcha.

Lo cierto es que tenía mucho tiempo que no pasaba tanto rato en la cama. Claro que, eso no duró demasiado, me quedé en la cama los primeros días en una apatía total, leyendo, durmiendo, comiendo, yendo a la letrina… hasta que al tercer día ya estaba harta. Entonces dejé que Akane me vistiera, me pusiera las medias y las zapatillas, y bajo la mirada atenta de todos mis guardias me puse a caminar por los largos pasillos sin sobrepasar mis límites. Si tengo siete guardias custodiándome, casi doy por sentado que hay muchos más. ¿Quería acaso que no mirara el exterior para no ver cuántos guardias había ahí afuera? ¿tendrá un ejército acaso? Pensé que aquella sería una posibilidad, y, aunque fuera inútil, en una de las pocas veces que estaba sola, pegue el oído a la ventana, tratando de escuchar voces, para así hacerme una idea de cuantos hombres había, claro, fue inútil, no escuché absolutamente nada.

No estoy confinada en una torre, eso me queda claro, por ello las ventanas estaban aseguradas y tal vez este piso no fuera el más alto, o quizás si… de todas formas, no podría saltar por una ventana… ¿Quería escapar? Sí, sí quería escapar, aunque fuera una locura, aunque todos mis instintos me decían que era mala idea y que seguramente no hay posibilidades, después de todo, seguramente hay dos guardias en cada esquina, sin contar a aquellos que estarán en las murallas, las torretas y almenas. Pero, aun así, quería escapar… lo terrible del caso es que solo era una dama bien educada, no sabría cómo enfrentarme a un hombre armado.

Suspire una vez más y me deje caer en la cama, mi mejor opción es la resignación y tratar de estar tranquila… hasta que vuelva ese sujeto. Si él se había ido, no quería esto decir que él simplemente me dejaría aquí; va a volver y cuando vuelva ¿Qué decidirá hacer conmigo? Vamos, no es difícil de saber… querrá que haya intimidad, todos los hombres quieren eso, y en el peor de los casos, me tomaría como a una… como a una pelandusca… solo me quedaba rogar porque esa situación no se hiciera realidad y de ser así… ruego a cualquiera de los dioses que mi padre busque por mí, que busque hasta debajo de las rocas y encuentre a la bestia que me secuestró para que lo despelleje vivo…

Quizá fue ese pensamiento el que me dio un poco de tranquilidad y en los días siguientes es como volví a retomar la lectura. Termine el primer libro en dos días y luego tomé el de escandaloso romance, por increíble que me parezca, lo termine en un día. Este último hablaba del romance prohibido entre una joven señora y el vasallo de su esposo, de cómo su enamorado el susurraba palabras de amor a través de una puerta, para no verse ni tocarse y así no caer en la tentación de la carne, amándose a través de las miradas y las palabras… terminé de leerlo sumamente azorada, justo cuando hacía a un lado el libro para despejarme leyendo otro, entró Akane, traía la cena.

Me sentía un poco apenada por haber leído semejante obra pecaminosa, pero el rubor en mi cuerpo no se notaría por la tenue luz de las velas. Akane ya se apresuraba a poner la bandeja sobre la cama, pero me levanté y pedí dejarla en la mesa que estaba frente al hogar, donde estaban los dos sillones; me puse las zapatillas y me sujeté bien la bata a la que ya me estaba habituando, para terminar así, sentándome frente a la pequeña mesita. La doncella se quedó de pie, a un lado del sillón mientras yo corté la carne. No conocía bien a la doncella así que siempre me sentía incomoda cuando se quedaba de pie mirándome.

-Akane… -le dije una vez terminé un bocado - ¿podrías sentarte en el sillón frente a mí? –la vi alzar las cejas –no me habitúo a tener a alguien de pie, mirándome fijamente…

-entiendo milady –entonces se sentó - ¿así está mejor? –yo asentí.

-soy una dama noble, no lo niego, pero…

- ¿nunca ha tenido doncella? –volví a negar – ¿su doncella tenía otro trato con usted?

-sí, ella no se quedaba a verme comer… y obviamente sabía todo de ella, siempre ha vivido conmigo… -me entristecí al recordar a Youko, ella me había advertido sobre esta situación y jamás la tomé en serio…

-puedo contarle sobre mí, milady –la regrese a ver, alzando las cejas.

- ¿sobre ti? ¿en serio? –ella asintió -entonces cuéntame… -si es que hay algo interesante para escuchar, pensé.

-soy de un pueblo en el extremo sur –me di cuenta entonces, que ella muy seguramente vendría de las tierras de Homura, pero no se lo dije a ella -llegando casi a la costa, uno de los pueblos más remotos del reino, aunque no el más lejano –alcé las cejas con interés –tenia a mis dos padres, once hermanos… la mayoría de mi niñez la pase descalza, éramos muy pobres, pero de alguna manera mi padre se las arreglaba… solo que un día, un hombre viejo me notó, comenzó a seguirme, me seguía todos los días y después de un tiempo hizo un trato con mi padre y me desposó…

- ¿eres casada? –le pregunté con asombro, no podía ser mayor que yo…

-lo era… mi esposo me golpeaba, al principio no, pero… unos meses después comenzaron los maltratos, en un principio empujones, luego bofetadas, luego tomaba el garrote… lo soporté algún tiempo, hasta que un día tuve la bendición de que, mientras me golpeaba y yo gritaba por ayuda… -ella se quedó sin palabras, imagino que recordaba la escena justo en ese momento, como si hubiera regresado al pasado –apareció su-Sir, con su armadura bruñida como la plata, su espada cayó sobre el hombro de mi esposo y lo corto hasta el estómago… como si hubiera sido mantequilla, un poder asombroso…

-entonces eres viuda… -ella asintió –y este… caballero es el responsable… -ella volvió a asentir - ¿es que acaso no le dijeron nada los residentes?

-claro que no, nadie se atrevería a ir en contra de s… Sir y su palabra, pero aun así me llevó para que no tuviera problemas futuros, me dio ropa, zapatos, una habitación, un salario e incluso me ha dicho que debo aprender a leer, nadie en el reino lo había hecho antes, nadie se había preocupado tanto por mí.

Me quede callada, ciertamente la aparición de este caballero en la vida de esta pobre plebeya era una bendición y estaba, entendiblemente, agradecida con él, pero de todas formas no me fiaba, ¿Qué tal si lo había hecho para expiar un pecado? Un acto de bondad por algunos horrores cometidos… quizá era en verdad afortunada esta doncella y ella le servía de ejemplo para que los demás plebeyos lo creyeran un auténtico caballero, algo así como una emisaria de él, quizá simplemente lo hizo premeditadamente… me niego a creerlo una buena persona.

-bueno, has tenido una suerte increíble, Akane, te libró de una vida llena de maltratos…

-no solo a mí, milady –me interrumpió –casi todas las doncellas, incluida la gobernanta, han sido rescatadas por s-Sir, siempre que encuentra injusticia sobre las mujeres, actúa, es aliado de nosotras, todas en estas tierras tenemos fe y confianza, por eso milady, sé que usted no está en peligro y hay una razón para su estancia –yo exhalé pesadamente.

-fe y confianza… he… un aliado ¿de quién? ¿de los plebeyos? ¿de las damiselas? ¿de su lujuria?

-no milady, su señoría jamás se ha involucrado con nadie, absolutamente nadie… ni hombres, ni mujeres –la información me dejó sin palabras ¿nadie? ¿es posible que un caballero así existiera? Entonces recordé el libro escandaloso de la biblioteca ¿sería de él? ¿creería en ese concepto del romance? ¿aguardaría esperando a una dama imposible? Pero eso no tenía sentido, me negaba a creerlo.

-eso no puedes saberlo, Akane, no le acompañas a cada momento como para asegurarlo.

-puede que no lo haga, milady, pero no tengo dudas sobre s-Sir.

La perseverancia y firmeza de Akane me hacían dudar, más aún cuando recordaba el libro recién leído, ¿sería posible? Un caballero así solo era posible en el fantasioso mundo de los libros, Youko siempre lo decía, claro que Youko a veces era un poco amargada porque la habían dejado plantada en el altar, pero lo decía por una razón, no era algo sin fundamento. Entonces una vocecilla susurro en el fondo de mis pensamientos: "¿le hiciste caso a Youko en su opinión de los hombres, pero desestimaste sus prevenciones sobre los raptos?" …entonces, eso quería decir que Youko siempre había tenido razón en todo, por lo que no era posible que existiera un hombre así, tal vez, ni siquiera mi padre…

-Akane… no pretendo tener un conflicto contigo, no comparto tu opinión, así que cambiemos de tema a uno que sí sea de mi interés.

-comprendo milady… pero… debo decirle antes que me han dicho que mañana vuelve s-Sir, y estoy segura de que querrá hablar con usted, es una buena persona, pero tampoco haga que se enoje.

La amenaza implícita me irritó ¿no hacer que se enoje? ¿Qué podría ser peor para mí en esta situación? ¿Que el canalla se enoje y me asesine? ¡Quizá sería la mejor solución! Así ya no tendría que vivir la vergüenza que viene con esta deshonra. Después de haber sido raptada, nadie me querrá en matrimonio, aun si en verdad no llega a suceder nada, será una marca de por vida, de modo que mi vida esta arruinada por completo… ¿y esta mujer se atreve a defender a ese truhan? Claro, ella ya estuvo casada y su situación es otra, no tiene ya de que preocuparse, incluso su situación es mejor que la mía.

-gracias –le respondí, molesta –ya no quiero seguir hablando, llévate los libros de la mesa y luego regresas por la charola.

-entiendo milady –se levantó del sofá y fue por los libros –con su permiso.

Estaba tan molesta que hasta que terminé de comer recordé la información de gran importancia que me había dicho la doncella: "Mañana vuelve" …y esta vez creo que la doncella tenía razón, muy posiblemente querrá hablar conmigo ¿o será posible que no? Me levante del sofá y caminé por la estancia ¿hay alguna posibilidad de que me deje aquí para siempre? ¿Qué me deje aquí como una presa? ¿o podré verle y al fin obtener respuestas? Suspiré, piensa positivamente, piensa que, si te entrevistas con él, entonces sabrás a que te enfrentas, piensa eso, piensa eso… caminé en círculos mientras mordisqueaba uno de mis dedos, si al menos hubiera visto algo de él aquella vez que me trajo… pero todo estaba tan oscuro y llevaba armadura de manos a pies, obviamente llevaba el casco, jamás pude mirar sus ojos… lo curioso es que se llevó una mano a la boca, como si hubiera pensado algo al verme y luego desapareció. Era una reacción que me causaba intriga.

Si al menos hubiera visto sus ojos y su expresión, sabría a que me enfrentaba… ya que estaba en ropa interior, él pudo haberme visto con lujuria, o tal vez su reacción sería una de horror y gusta de los caballeros… o sintió asco… o se dijo a sí mismo en ese momento que necesitaba un baño caliente… pudo haber sido cualquier cosa esa expresión si no sé cómo lucia su rostro dentro de ese casco…

Volví a suspirar y me senté en la cama. Akane tenía razón en una cosa, debía ser prudente con él, si en verdad es el dueño de este castillo significa que tiene poder y como alguien similar, sé que debe odiar que vayan en su contra o que lo enfrenten, además, está en una posición de poder, me tiene en su mano, puede hacer lo que quiera conmigo, lo mejor será tener una actitud dócil, aunque sea solo en apariencia.

Poco después volvió Akane y recogió la bandeja, se despidió deseándome buenas noches y se marchó. Lo cierto es que ella era una persona leal a su señor, a pesar de todo casi nunca me dio información demás, ni la ubicación, ni el nombre, ni porque tapaban las ventanas, no dijo absolutamente nada, habló de muchas cosas como para convencerme a cambiar mi opinión, pero no más, casi parecía que quería volverme una creyente de su amo, una lástima y pérdida de tiempo porque eso no ocurriría. Al final, me quité la bata y me deslicé al interior de las colchas, ¿ya cuantos días habían pasado? Si contaba bien, mañana cumpliría una semana atrapada aquí…

Leí el último libro que quedaba hasta que las llamas en la chimenea comenzaron a menguar, entonces me levante y puse más leña, al regresar dejé el libro en la mesita de al lado y me tape hasta los hombros. Estaba cansada de pensar y por suerte dormí profundamente hasta la mañana siguiente, en la que debo agregar, que Akane entró un poco más temprano de lo usual.

-milady… -oí el susurro –buenos días, milady –entonces apreté los ojos y los abrí –debe levantarse.

-buenos días –contesté mientras me sentaba en la cama.

-milady, prefiere el baño antes del desayuno ¿o después? –la mire con las cejas fruncidas y luego me mire la ropa interior ¿olería mal? Acerque mi nariz a mis costados, pero no detecte un mal olor.

-bueno, supongo que me he estado dejando al abandono…

-no milady, su señoría ha pedido que se asee antes de verle –entonces fruncí las cejas, ¿insinuaba que apestaba? Que descaro, que ofensa, pero quizás sería lo mejor… me aclaré la garganta y contesté.

-antes del desayuno, Akane, por favor.

Vi entonces como fue a abrir la puerta de la otra estancia y oí como entraron varias doncellas cargando todo el instrumental requerido, cubetas, la bañera, toallas, frascos… así que ya estaba en el castillo y pronto lo vería. Exhalé, un tanto nerviosa. El baño estuvo listo minutos después, humeante y con olor a lavanda. Akane me ayudó a desvestirme y entonces me deslicé en el agua caliente y perfumada, me tallé los brazos con suavidad y calma mientras Akane lavaba mi cabello y otra doncella tallaba mis piernas. El proceso demoró muy poco con tanta ayuda, pero sin duda sirvió para calmarme y sentirme menos nerviosa.

Mientras me secaban y peinaban, las demás doncellas sacaron los utensilios del baño en perfecto orden al mismo tiempo que otras servían el desayuno. No cabía duda alguna de que el mandamás estaba en casa, mientras no estuvo, solo Akane traía el desayuno, pero ahora hasta había una flor en medio de la mesa. Además, una vez que terminó mi arreglo personal y mi vestimenta, con zapatillas y medias incluidas, a los segundos de haberme sentado, repentinamente entro más luz en la habitación, me giré sorprendida y encontré que habían retirado la tela que ocultaba el exterior del castillo. Quise levantarme a mirar por la ventada, pero me conformé con ver las nubles blancas paseando por el cielo en la lejanía.

Con la luz del día iluminando el desayuno sentí que comí diferente, incluso me acerqué a oler la flor silvestre que habían dejado en un pequeño y estilizado jarrón de vidrio, no conocía de flores, pero su color purpura intenso me parecía especialmente bello. Al oler la flor de cerca descubrí que carecía de una fragancia, pero no dejaba de ser hermosa, me pregunté si habría algún jardín en el castillo.

-Sir la ha traído para usted, milady –casi al instante torcí la boca y quise no contestarle a Akane, pero mis modales fueron más fuertes.

-entiendo, gracias Akane… -entonces tomé los cubiertos y comencé a desayunar. Terminé la comida relativamente rápido ya que el lapso para el aseo había incentivado mi apetito, sin embargo, una vez que levantaron los platos del desayuno y se quedó solo la flor, me quedé esperando en el sofá, tenía ganas de preguntar: "bueno, ¿y ahora qué?". Me pegué al respaldo del sillón y moví los dedos nerviosamente, esperando. Esperé un largo rato hasta que harta, ya me disponía a cuestionar a Akane cuando tocaron la puerta.

-vamos milady, su señoría desea verla –inspire lentamente y sentí como el estómago se me revolvía, luego exhalé y me puse de pie.

Siguiendo a Akane, salimos de la habitación en dirección a las letrinas, sin embargo, esta vez no paramos en aquella esquina y continuamos hasta llegar a las puertas que custodiaban un par de guardias, los mismos que había visto ya en varias ocasiones. Contiguamente a las puertas había unas escaleras y por unos segundos sentí curiosidad por saber a dónde llevarían, solo que la curiosidad por ese camino se esfumo cuando los guardias abrieron las puertas que daban paso a un largo corredor a mi derecha, de al menos cincuenta metros, en el que al final había unas grandes puertas que se encontraban cerradas, la curiosidad volvió a aguijonearme. Akane se dirigió al otro extremo del corredor en el que había puertas iguales, dio unos breves toques y abrieron desde el otro lado de las puertas otros dos guardias más y por lo que se notaba más adelante, había otro guardia… ¿Cuántos había? Me parecía exagerado.

Cruzamos las puertas y continuamos por otro pasillo muy similar al anterior, un homologo inverso del pasillo que había frecuentado en mis ya más de siete días de estancia; con muchas ventanas a mi derecha y puertas a mi izquierda, el pasillo daba vuelta, pero no llegamos a la esquina, si bien todas las puertas que había visto estaban cerradas, al llegar a la última puerta fue inevitable detenerme frente a ella. Aquella última puerta estaba abierta y la luminosidad que se percibí llamó poderosamente mi atención, dejé que la doncella continuara mientras yo alcé las cejas con asombro, a pasos lentos ingrese al salón que estaba abierto, luego Akane se dio cuenta de mi ausencia y me llamo en voz baja, pidiéndome regresar, pero la ignoré deliberadamente.

En aquel salón encontré una multitud de armas, desde espadas, lanzas, garrotes, estiletes, espadas más cortas, escudos y por supuesto, cotas de maya de cuerpo entero, cinturones y armaduras más algunas capas… ¿todo esto pertenecía a mi captor? ¿Cómo podía tener semejante colección? El salón se veía muy amplio y estaba repleto… llegó un punto donde dejé de escuchar a Akane o quizás se dio por vencida, no lo sé, no me importó, seguí adentrándome en el salón hasta llegar a la primera armadura, la reconocí al instante, estaba desgastada y tenía marcas de golpes de espada… luego, un poco más adelante, comenzaban armaduras en mucho mejor estado, nuevas, prácticamente; algunas armaduras eran extranjeras, otras eran simples y lisas, y había otras muy ornamentadas, hasta que finalmente, en el centro del salón estaban las armaduras visiblemente más costosas e inusuales, me tope de frente con una armadura en un tono cobre intenso, podría llegar a decirse que era rojiza, nunca había visto una igual, sin embargo, no era la joya del lugar, un brillo insólito atrajo mis ojos, dejé de lado la cobriza y llegué a una de un tono verde, era un asombroso verde metálico, un color indescriptible que jamás había admirado y junto a esta había otra armadura de un purpura azulado que me dejo sin palabras ¿Cómo podía ser esto posible? ¿de qué manera? ¿Cómo?

Me quede asombrada por los colores, tentada a poner mis manos sobre ellas, debían ser armaduras únicas en su tipo, ¿qué más había aquí? ¿serian estas las joyas de su dueño? Giré en derredor y entonces me topé con una armadura que me robó el aliento… no puede ser, pensé al instante, no es cierto, me dije, mientras di unos pasos en su dirección, una sensación extraña en el estómago se hizo presente una vez más y sentí como si un líquido frío escurriera desde mi nuca hasta mis pies, caminé con las piernas temblorosas, a pasos lentos y cuando llegué, admire mi reflejo en el metal azulado y brillante con detalles en oro…

-el caballero de su majestad, la Reina…

¿Era posible que fuera él? ¿el hombre de mayor confianza de su majestad? O… ¿podría ser que alguien le hubiera robado la armadura? ¿o tal vez qué hubieran hecho una muy similar? Las envidias pueden ser fatales, quizá y era eso, era alguien que buscaba superar al caballero de su majestad… pero, por otra parte… ¿Quién podía tener tanto dinero como para obtener estas lujosas e inigualables armaduras? Nadie en el reino tenía cosa igual… tenía lógica que fueran del él ya que tenía mucho dinero, mucho poder, lo tenía todo… pero no puede ser cierto. Me tardé minutos o tal vez horas asombrada, no sé cuánto tiempo paso pues no daba crédito a las conclusiones a las que había llegado, me negaba a aceptarlo…

-es que es… el caballero… -dije sin pensar, aun impactada… -el caballero del reino…

-si eso no te complace, pediré algún título honorifico… -dijo alguien a mis espaldas y giré con la adrenalina estrujándome el corazón. Abrí los ojos como platos, casi a punto de salírseme tras ver la silueta de mi repentino acompañante, que me miraba con seriedad y muy fijamente, las sorpresas no acababan pues, tenía ahí enfrente a una mujer de ojos inusuales, con la espalda muy recta y los brazos cruzados en su espalda, con el rostro altivo, pero de expresión atenta y ¿preocupada?

- ¿Quién…? ¿Quién eres?

-la dueña de las armaduras, del castillo, de las tierras… como tú lo has dicho: "el caballero de su majestad, la reina" –apunto estuve de caerme de bruces contra el suelo.

-no puede ser cierto… -le dije, llevándome una mano a la boca - ¿tú me secuestraste? –se quedó en silencio unos segundos.

-sí… -entonces se aclaró la garganta –vine a buscarte porque tardabas demasiado y me he encontrado con…

- ¿Por qué? –le dije, repentinamente enojada – ¿porque me secuestraste? –vi como tensó la mandíbula y miro al suelo.

-me enteré de que ibas a desposarte con el joven lord Homura… -yo fruncí las cejas –no iba a permitirlo.

- ¿no ibas…? ¿Como…? es que… ¿acaso… tú y él? –entonces subió a verme con el ceño tan fruncido como le permitían sus cejas.

-jamás en mi vida –contestó con firmeza y en cierto grado ¿ofendida?

-entonces ¿Por qué? No estoy comprendiendo nada… -ella entonces relajó las cejas y buscó algo en sus ropas hasta que sacó una carta con un sello y si no veía mal, era el sello de su majestad.

-esta es una carta que te manda su majestad la reina… -luego sacó un pergamino enrollado y también llevaba el mismo sello –y este… es el permiso de su majestad… para… -vi como repentinamente miro a una esquina y tomo aire –para que contraigamos nupcias.

- ¿Qué? - ¿Qué me estaba diciendo? ¿Qué es lo que estaba pasando? ¿nupcias? ¿entre ella y no? ¿es que acaso no se daba cuenta? - ¿Qué me estas queriendo decir? ¿Qué me desposaras? ¿es eso? –ella se aclaró la garganta.

-sí, básicamente, sí –la mire con la boca abierta, parpadee un par de veces y luego mire el pergamino.

-no, todo esto está mal… ¿ya te miraste al espejo? –ella alzó una ceja –no podemos, la iglesia y las leyes…

-eso no importa, tengo el permiso de su majestad, nadie puede oponerse…

- ¿Cómo que nadie? ¿y las amonestaciones? Además, su majestad ya había dado su permiso para que Homura y nos desposemos.

-las amonestaciones se han retirado, ahora corren nuevas a nuestros nombres y el permiso de su majestad…

-no puede contradecirse, su majestad ya otorgó su permiso y Homura lo tiene así que…

- ¿te refieres a éste permiso? –saco de entre sus ropas otro pergamino enrollado, le quito el sello y lo extendió ante mí, vi mi nombre, el nombre de Homura y la firma de su majestad –bueno, éste permiso… -lo volvió a enrollar y lo sostuvo con dos dedos –ya no existe –de la nada apareció fuego en su mano, fuego azul con algunas llamas verdes que consumió en pocos segundos el pergamino, así como mis esperanzas.

- ¿es que acaso no lo entiendes? –le dije después de unos minutos con mis ojos clavados en las cenizas, luego de recuperarme de lo que había presenciado –no podemos desposarnos…

- ¿Por qué? –dijo, esta vez con una voz ligeramente molesta.

-yo necesito un heredero para el señorío que heredaré…

- ¿te preocupa la descendencia? ¿o te preocupa que el resto se entere de que soy mujer? –subí a mirar su perfecto y fino rostro, mucho más bello que el de Homura… nadie en el reino sabía que el caballero de su majestad, el caballero más importante del reino, era una mujer, así que no, eso no importaba, fácilmente podría ser omitido, supongo.

-la descendencia, por supuesto, mi padre…

-no tienes de que preocuparte –fruncí las cejas.

- ¿Cómo? ¿a qué te refieres?

-eso no importa, solo te digo que no hay nada de qué preocuparse –la mire confusa.

-pero… -se me acababan las excusas y sobre todo, esto era demasiado repentino, no sabía ni que decir, me hacía casada con Homura, no con el caballero de su majestad, aunque esperaba que mi trágico destino fuera horrible, solo pensaba en negarme y era lo único que estaba en mi mente.

- ¿amas a Homura? –me dijo, en una voz más grave que antes - ¿es por eso que no quieres casarte conmigo? - ¿amar a Homura? No, no lo amaba, pero… nunca me imaginé al lado de una mujer, era eso lo que aún me dejaba sin palabras –si es así, te propongo un trato –regresé a verla inmediatamente.

- ¿un trato? –le dije, ya sin saber si sería de verdad un trato o alguna cosa injusta.

-cásate conmigo por unos meses… -la idea me horrorizó al instante ¿me estaba tomando por algún tipo de mujer fácil o qué? –se aproxima una guerra –entonces fruncí las cejas –el reino al Oeste, al otro lado del mar, está planeando atacarnos, no sé cuándo con exactitud pero queda poco tiempo… cuando sea el momento tendré que partir y luchar esa guerra, las dimensiones del ejercito enemigo son titánicas, tal vez no sobreviva, de ser así, tú quedaras viuda, te quedaras con mis tierras y podrás volver a casarte –yo me quedé en silencio.

- ¿y si eso no sucede? No puedo desear tu muerte, eres el caballero más importante del reino…

-bueno, el trato es… si no estás feliz conmigo de aquí a que estalla la guerra, moriré o al menos, fingiré mi muerte, desapareceré del reino.

Yo tragué saliva, asombrada de sus palabras, ¿feliz? ¿feliz con quien me case? ¿Por qué decía esas cosas absurdas? Sin embargo… si ella tenía razón… de todas maneras no quería que el caballero más importante del reino muriera o desapareciera fingiendo estar muerto, pero lo cierto es que me daba una alternativa respetable, pero ante los dioses…

- ¿Por qué harías eso? –le dije - ¿Por qué fingirías tu muerte si no estoy feliz contigo para entonces? –ella respiro profundo.

-bueno… al menos lo habré intentado y de no haber funcionado, no me quedaré para hacer de ti una infeliz… piensa el trato, tienes dos días -me entregó la carta de su majestad y el pergamino, me miró momentáneamente a los ojos y luego se fue en la dirección por la que había entrado al salón y se detuvo en la entrada –Akane, sigue encargándote de ella e informa a la señora Sanada que la dama tiene total libertad en el castillo –entonces volvió a verme, justo directo a los ojos.

-claro que sí, su señoría… -después desapareció del salón y la doncella caminó hasta llegar donde estaba yo –milady, creo que ya escuchó a…

-su señoría… –le contesté - ¿Por qué no me dijiste nada sobre llamarle Sir? –le pregunte, hasta cierto punto molesta.

-bueno, se me salió decir que tiene ese título y después ya no sabía cómo corregirlo, pero no creo que a su señoría le incomode, después de todo le enorgullece su título de caballero tanto como ser la señora de estas tierras.

- ¿pero siempre se le llama así? –pregunte, aún curiosa.

-sí, siempre se le ha llamado su señoría, prefiere esa neutralidad debido al título de caballero de su majestad -yo suspiré. En cierto modo, creo que comprendía las razones…

-sí, supongo… ¿escuchaste la conversación? –ella pareció pensarse la respuesta –entonces sabes que me ha propuesto matrimonio… -finalmente, acepto avergonzada –dime, ¿soy solo yo quien piensa que esto es una locura? -ella se quedó pensando unos segundos.

-bueno milady, si me lo pidiera a mí no me lo pensaba dos veces –fruncí las cejas.

- ¿Por qué? ¿Por qué te rescato y te trajo aquí? –ella se encogió de hombros.

-y porque es señora de todas las tierras del norte, además de ser el caballero de su majestad la reina y es sumamente rica… -yo exhalé en forma de bufido.

-el dinero no es importante, mi familia también tiene un señorío… a lo que me refiero es a que… es una mujer… -dije en un susurro -la iglesia y las costumbres, mis padres, nadie lo permitirá.

-pero tiene el permiso de su majestad, ¿no? No hay nadie por encima de su majestad –no me gustaba aceptarlo, pero ella tenía un muy buen punto –dígame, el hombre con el que se iba a casar… ¿lo ama? –la miré como si tuviera dos cabezas y cuatro ojos.

-no, por supuesto, eso se da después, pero él heredará un señorío en las tierras del sur.

-mientras que su señoría ya posee todas las tierras del norte, desde mi punto de vista, su señoría no se queda atrás, y si no lo ama, entonces ¿Qué importa con quien se despose?

Exhalé y decidí salir del salón. Entonces me topé de frente con las ventanas y me asomé, las ventanas daban a un patio interior, con muchas plantas, flores, arboles pequeños, bancas y una fuente, más allá se notaba que el largo corredor antes visto conectaba este edificio con la torre del homenaje, una torre muy alta, cuyo pináculo estaba adornado por una bandera que ondeaba en azul. No distinguí el escudo, pero ese interés quedo rezagado. Regresé sobre nuestros pasos, a las puertas custodiadas, encontrado igual que en las anteriores puertas, escaleras de lado derecho. Con la curiosidad tentándome bajé por ellas, encontrando al final dos puertas, elegí la más cercana y fue así como llegué al salón principal. Mire con detenimiento el lugar, era muy amplio, tanto de ancho como de largo, con extensos tapetes en dos tonos de azul y adornos en hilo de oro, había más armaduras y banderas con un escudo desconocido, seguramente es el escudo de su familia. Las paredes tenían elaborados adornos tallados en la roca y del techo colgaban varios candelabros. En el extremo más cercano a mí había una silla, grande y de madera oscura, seguro la usaría ella para atender alguna audiencia con sus vasallos o siervos. En el extremo más lejano, estaban las puertas; dos enormes y amplias puertas de madera remachadas con hierro negro, decidí entonces que quería salir.

Mientras caminaba hacia la entrada, escuché los pasos de Akane, aun amortiguados por la alfombra, entonces con una mano le señale que deseaba estar sola, fue así que dejó de seguirme. Quería estar sola y también quería salir de ahí, aunque no supiera a donde ir. Continúe por sobre el camino de la alfombra hasta llegar a las puertas que estaban abiertas de par en par. Antes de salir gire a ver el salón, no podía negarse que el castillo era amplio y ostentoso, con muchos destalles en su arquitectura que gritaban por los aires el dinero de su dueña.

¿Por qué nunca había escuchado de este castillo? Con lo ostentoso que era y la riqueza de su señora, los nobles estarían hablando de el al menos una vez y queriendo visitarlo durante cualquier temporada, pero nunca había escuchado de él… al igual que su dueña y sus riquezas… teniendo en cuenta que nadie hablaba del caballero de su majestad, tampoco puede ser una sorpresa, pero lo era, aun así. Di media vuelta y salí del castillo, inmediatamente me encontré con dos guardias a cada lado de las puertas, uno de ellos me miró fijamente y después volvió su vista al frente… "estará ya avisado" me supuse.

Lleve la mirada al frente, había una explanada que terminaba con el rastrillo, mismo que era parte de otro edificio, conformado por largas y altas murallas además de torres. En un extremo estaban los establos y un pozo, en el otro extremo estaba lo que parecía una capilla, con otro pozo frente a ella. Camine por aquel patio, mientras más caminaba podía notar que a los lados del castillo había jardines, con césped, árboles y arbustos, pero continué derecho; el cielo estaba parcialmente despejado y había buen sol bañando las piedras del castillo, sin rastros de la tormentosa lluvia con la que llegué. Ahora, con la claridad del día, me di cuenta que las dimensiones de las murallas y torres que había visto la primera noche, eran más amplias y que había mucho más terreno que ver… bueno, no puede ser tan grande como el palacio de su majestad, pero si era mucho más grande que un castillo normal. A lo lejos, en las partes altas de las torretas y murallas, había muchos guardias, algunos quietos, otros moviéndose, todos con lanzas, espadas y arcos, los que tenían protección más sencilla, llevaban cota de maya y casco, pero muchos llevaban una armadura bastante completa. ¿Planear escapar? Bueno, ahora parecía una idea ridícula.

Ella había dicho que tenía total libertad en el castillo, pero, ¿podía ir y salir por la puerta, simplemente? Continúe caminando derecho hasta el rastrillo, desde donde estaba, solo podía ver el cielo a través del rastrillo y quería ver que había más allá. Atravesé el gran patio bajo la mirada de docenas de guardias, hasta llegar a la entrada, cruzar el edificio y llegar al otro lado, al llegar ahí es como pude darme cuenta que el castillo estaba en lo alto de una colina, con muchas más murallas protegiendo concéntricamente el castillo y más allá de las murallas, había amplios terrenos llanos donde alcanzaba a ver manchas blancas que se movían lentamente… algún tipo de… ¿animal de pastoreo? Estuve a punto de caer sobre mis asentaderas… era mucho más grande de lo que había imaginado… por eso las puertas del castillo estaban abiertas, había más murallas ahí afuera, más guardias, más torres, más puertas… ¿Qué era esto? ¿una fortaleza?

Me quedé sin aliento por un considerable tiempo, apreciando los edificios, el paisaje y las montañas allá en la lejanía. Aun cuando ya estaba en las puertas del castillo y a unos pasos de sus afueras, quedaban aun las largas calles con todos esos edificios repletos de gente, y más allá, el camino de piedra que llevaba a las puertas del recinto, aun cuando pasara todo eso, aquel camino de piedra se perdía en la lejanía, ¿A dónde se iría al llegar al horizonte? ¿Qué tan lejos estaba la ciudad capital y en qué dirección? No tenía idea…

Exhalé un suspiro y di media vuelta. Sería un objetivo poco realista suponer que saldría de esta fortaleza y llegaría perfectamente sana con mi familia. Aunque aún no me atrevía a externarlo, el trato era bueno, pero, ¿y si no aceptaba? ¿Qué pasaría si no aceptaba el trato? Mientras regresaba al edificio principal atravesando la explanada, comencé a repasar mi entrevista con ella. No parecía ser una personal especialmente intransigente, parecía bien educada, con un carácter fuerte e impasible, y por lo que se sabía, bastante estoica y con temple, después de todo era: "El caballero del reino", alguien débil no podría ostentar ese título. Es una persona con determinación, ¿puede aceptar un no por respuesta? Respiré hondo y exhalé mientras subía los escalones hasta la puerta principal, encontrándome con los guardias una vez más…

Quería estar sola y estar aquí a la vista de todos los guardias no me daba la privacidad que deseaba, pero tampoco quería regresar a mi habitación… giré y miré en derredor… había recorrido muy poco del castillo y no había visto todo el lugar, pero ciertamente no tenía ánimos para ir muy lejos, de manera que regrese al interior del edificio, en el vestíbulo estaba Akane dando vueltas hasta que me vio y se acercó.

-milady ¿ha terminado de estar sola? –cerré los ojos con calma y contesté.

-no, quiero privacidad, así que regresare a la habitación, llévame, por favor.

Ya no sabía cómo regresar así que dejé que Akane me guiara, que, por cierto, no fue el mismo camino, salimos del salón principal por otras puertas que llevaban a escaleras, entonces me di cuenta que eran las primeras escaleras que habían despertado mi curiosidad. Al regresar a la habitación me encontré con que aún había un guardia fuera de mi habitación, lo que me hizo preguntarme si normalmente estaría ahí o su tarea aún era seguirme vigilando. Al llegar Akane se despidió y yo pude cerrar la puerta. Es curioso como en un principio deseaba salir de la habitación y recorrer todo el castillo, pero ahora, lo que requiero es estar encerrada. Lo primero que hice al entrar fue dejarme caer en la cama, noté entonces que habían cambiado las sábanas y al sentarme se reavivó el aroma floral en las colchas.

Quizá la doncella tiene razón, es un buen prospecto, nadie se enterará nunca que es una mujer… ¿pero y si lo hacen? ¿Cuánto tiempo lleva siendo el caballero de su majestad? ¿dos? ¿cuatro años? ¿hace cuánto? No estoy segura y tampoco se con exactitud como sucedió ni por qué… después de todo, había llegado a la capital hace casi tres años para encontrar esposo, antes de aquello viví siempre en el castillo de mi padre, no sabía nada de la capital y menos de su glorioso caballero… aunque, en todo caso, tendríamos el favor de su majestad ¿no? Eso debería ser suficiente…

Quizás el motivo por el que me sentía reacia a aceptar tan fácilmente a pesar de la situación en desventaja en la que estaba, era que no quería doblegarme a la voluntad de alguien más, no soy una mujer corriente que acepta lo que le dicen así como así, también tengo poder y estatus, mi voz es escuchada y así he sido criada, iba a desposarme con Homura pero porque yo había aceptado su propuesta, pero esta situación era diferente, se me rapto y ahora se me imponía un matrimonio con alguien desconocido, sé algunas cosas, pero ahora que veo a la persona dentro de la armadura, es una completamente desconocida para mí que me impone su voluntad, sin contar que no nos conocemos en absoluto, al menos con Homura había un esboce de lo que me esperaba en el matrimonio, pero ahora ¿Qué puedo esperar? Había escuchado cosas buenas, pero ¿Qué tan buena seria la convivencia en el matrimonio?

Suspiré profundamente y me levanté de la cama, encontrándome con las cosas que ella me había dado, la carta de su majestad y el pergamino. Este último tenía el exclusivo sello de su majestad, colocado cuidadosamente sobre cera dorada. Este tipo de permisos eran redactados por su secretario, al final, su majestad leía el pergamino, lo firmaba y sellaba con cera roja sobre un listón, para después volver a ser sellado con cera dorada. Con delicadeza lo abrí y miré cuidadosamente, solo lo miraba para asegurarme y realmente no fue una sorpresa encontrar el otro sello rojo con su listoncito al final de la misiva junto a la firma. Di un corto suspiro y luego tomé la carta en mis manos.

Caminé hasta la ventana para poder mirarla con la claridad del medio día. Desprendí el sello con cuidado y leí con calma:

"Apreciable ciudadana y familiar mía:

Debido a la celeridad con la que se han dado los últimos eventos, me he apresurado a escribir esta carta con el fin de que comprendas la situación en la que estamos.

Para este momento ya sabrás que he dado mi permiso, apoyo y protección sobre su matrimonio, debo dejar claro que no apruebo los métodos, pero Sir siempre ha tomado los riesgos y en ello se basa su leal labor. Es un placer para mí, garantizarle a mi más fiel y leal súbdito, general de todas mis fuerzas militares y principal estratega de todas y cada una de las batallas futuras, cualquier petición que contribuya parcial o totalmente a su felicidad, ya que la felicidad de mis súbditos, es mi felicidad, sobre todo si es para que Sir, Caballero del reino, audaz estratega en la guerra futura y que cuida tanto de mí como de cada uno de mis súbditos en el reino en el día a día, se una en sagrado y virtuoso matrimonio.

El día de la feliz unión ya está fechado por su eminencia y todo está ya arreglado con sus honorables padres, de modo que será una de mis más grandes satisfacciones presenciar el enlace.

Sin más por el momento me despido, deseándoles paz y prosperidad en su futuro matrimonio.

Atentamente.

Su majestad, la Reina Mashiro Kazahana del reino de Fuuka."

Me lleve una mano a la frente, asombrada. Fui al sofá y me dejé caer, desinflándome en una larga exhalación. El mensaje había sido devastadoramente claro, primero dejaba muy en claro que era más importante el hecho de ser una ciudadana que una familiar, en segundo lugar, sabia todas las particularidades de lo que había sucedido en mi rapto, pero aun así estaba del lado de ella, en tercer lugar, priorizaba la petición de su caballero favorito y por último y más importante… esto era por el bien del país; por eso remarcaba mi posición de ciudadana, la reina también estaba al tanto de una guerra próxima y quería tener complacida a su mano derecha, además, ¿Cómo tienes un reino sin poder militar? ¿y quién tenía el control militar? Obviamente no una niña de doce años, si no su caballero, a cargo de la guardia del palacio, de la capital, de todos los caballeros en el reino, de todos los hombres que custodiaban y merodeaban en el país, es decir, que ella era más poderosa de lo que se planteaba, no solo poder económico, poder militar, con esta carta podías darte cuenta de que la reina solo era reina gracias a la complacencia de su caballero, ya que el ejército mismo era su propio caballero.

Es como si la reina solo fuera reina de nombre, pero quien tenía el poder no era ella, no es como si la reina pudiera oponerse sabiendo que su caballero tiene tanto poder y control sobre la milicia, después de todo, ella puede dar una orden, pero quién vigila que se cumpla, es la fuerza militar, es decir, ella… el caballero de su majestad… si yo no accedía al matrimonio, ella quedaría inconforme y la seguridad del reino estaría en peligro incluso antes de la guerra. Ese era el verdadero mensaje en la carta, de manera que no había opción a objeción alguna. Me tenía que casar, me gustase o no, quisiera o no, prácticamente era una orden y la opción de pensarme el trato era una mera fantasía.