Capítulo 7.
Sin embargo, a la media noche sonaron las trompetas y todo mundo detuvo lo que estaba haciendo para girar sus cabezas en nuestra dirección. Yo sentí un repentino palpitar. Su majestad se puso de pie y habló a la concurrencia.
-y ahora, los recién casados deben partir, les deseo paz y prosperidad en su eterna vida juntos –la palabra "eterna" resonó en mi interior con mucho peso.
- ¡Paz y prosperidad! –secundó la multitud.
Ella se puso de pie, extendió su mano para que la tomará y me levantará. Mis padres se acercaron a despedirse de mí, deseándome buena suerte, diciéndome que si necesitaba ayuda o si ocurría cualquier cosa, hiciera llamar por ellos e irían hasta el fin del mundo por mí, agradecí sus palabras, les besé en la mejilla para despedirme y volví a tomar su mano para bajar los breves escalones hasta posicionarnos frente a la Reina, hacerle una reverencia de despedida y salir caminando sobre la alfombra azul, cruzando por el medio de toda la concurrencia hasta las puertas del castillo, donde ya nos esperaba el carruaje que no habíamos usado al terminar la ceremonia de boda. Me di cuenta entonces, que aun fuera del palacio, la celebración continuaba por lo alto para todo aquel que quisiera sumarse a los platillos y el pastel, habiendo siervos y plebeyos, al parecer, gran parte de la ciudad estaba aquí celebrando una de las bodas más esplendidas. Quizá por ello no debía durar tantos días.
Cruzamos el gentío que se había acercado para festejar en nuestros nombres y esta vez sí subimos dentro del coche, donde me encontré con asientos amplios y bien acojinados. Me asomé por las ventanas y me despedí de toda la gente con la mano, incluyendo a Haruka por supuesto, que ya había salido a despedirse y tenía lágrimas en los ojos, limpiándoselas y sonándose la nariz con un pañuelo, despidiéndose frenéticamente con la mano. El cochero incitó a los caballos y estos comenzaron a trotar. La gente quedo atrás al poco tiempo, entonces volví al interior, encontrándola sentada frente a mí, quitándose ya el casco.
El bullicio de la fiesta fue quedándose muy atrás, volviendo el silencio que habíamos experimentado momentos antes de la fiesta en el palacio. Respiré profundo y pensé en cómo aprovechar tanto tiempo a solas, bueno, íbamos a pasar aún más tiempo a solas de ahora en adelante, así que debíamos romper el hielo y tener una relación más amable, más cordial, quizá podíamos comenzar delimitando como queríamos que fuera nuestro trato, sí, definitivamente debíamos comenzar de ese modo, había dicho que podía llamarla Natsuki, así que ese era un buen inicio, pero ahora lo siguiente…
-parece que ya llegamos –dijo ella de pronto y mi ola de pensamientos fueron detenidos súbitamente.
- ¿Qué? ¿Cómo? –entonces me asomé por la ventana, no habíamos llegado en absoluto, solo estábamos a las afueras de la ciudad, aun podía ver las torres del palacio.
-vamos –dijo ella, poniéndose el casco nuevamente, saliendo del carruaje y extendiéndome la mano para poder bajar, la tomé con miles de dudas carcomiéndome. Al salir encontré al muchachito que trajo la espada, con las riendas de su caballo que tenía la armadura a juego.
- ¿vamos a ir en tu caballo… hasta el castillo? –dije, en parte asombrada y en parte aterrorizada, ya que me hizo recordar a cuando me secuestró.
-sí, así es –entonces, una vez más me cargó y me puso sobre el caballo, subiéndose tras de mí. El chico le dio las riendas y regresó al carruaje para abordarlo, en cuanto terminó de subirse, el carruaje dio media vuelta, regresando al interior de la ciudad. Me sentí súbitamente confundida e incrédula de la situación y como si no fuera suficiente, la escuché decir palabras raras tras de mí, me giré a verla, pero no por ello dejo de hablar ese extraño idioma, debí parecer demasiado escandalizada –no te preocupes, todo saldrá perfecto, no suelo usar muchos, pero quiero llegar pronto en esta ocasión.
- ¿muchos? ¿muchos qué? –le pregunté sin entender.
-debo confesarte algo –alcé las cejas –puedo hacer uso de la hechicería –entonces abrí la boca, lo sabía ¡Lo sabía! –y ahora he usado hechizos sobre mí, sobre ti y el caballo, llegaremos cuando mucho en media hora, pero sujétate bien, solo por si acaso –no me dio demasiado tiempo a sorprenderme cuando instó al caballo a moverse, entonces le pase los brazos por el cuerpo, abrazándome a ella.
Tuvo razón, no me quedo duda de que había usado hechizos poderosos que ni en sueños habría imaginado que existieran. La velocidad del caballo era tanta que el paisaje a nuestro alrededor era solo un borrón de colores oscuros mezclados. De alguna forma que no entendía, tanto el caballo como ella, sorteaban los obstáculos en la oscuridad con total eficacia que no sería sorprendente que llegáramos en menos tiempo del que había dicho.
-pero ¿Qué será del carruaje? ¿y mis cosas?
-he arreglado todo, tu doncella ha empacado todo lo que necesitaras en un baúl, ahora mismo el carruaje va a recoger los baúles y a las doncellas, también he pedido que ella venga, aunque llegará unos días después, junto con la señora Sanada y varias de mis doncellas, por lo mientras, ya hay varias cosas en el casillo que podrás usar y te quedaran a la perfección, y si no es así, pediré a la modista de la ciudadela que te las ajuste.
Parecía haber pensado en todo, ese pensamiento quedó muy claro en el momento en el que llegamos al castillo, pero antes de llegar, incluso antes de llegar a las puertas de las murallas, se notaba que la ciudadela tenía un festejo por todo lo alto. Cruzamos las praderas que rodeaban las murallas de la ciudadela hasta llegar al rastrillo y al llegar sonaron trompetas, el rastrillo fue levantado mientras jóvenes arrojaron pétalos desde lo alto, por encima de nosotras. Ella se quitó el casco y por fin, después de tantas horas pude volver a ver su rostro, en el que había una sonrisa tenue, y quizás por eso me pareció muy autentica. Sentí un repentino calor y la miré saludar a la gente. El rastrillo quedó totalmente arriba e instó al caballo a continuar la entrada. Una vez que se cruzaba el rastrillo, había un largo camino que era la calle principal de la ciudadela, lo cruzamos mientras la gente nos decía: "paz y prosperidad" y nos arrojaba pétalos. Ella les saludó y luego me susurró que yo también saludara. Lo cierto es que estaba asombrada ¿todos en la ciudadela lo sabían? ¿sabían que su señora se había desposado con otra mujer? Saludé un poco tiesa al principio, sin comprender como era posible esta realidad, era obvio que en algún momento la gente de su señorío se enteraría, pero esto era muy superior a lo esperado, más bien, era una reacción imposible de predecir.
Después de unos minutos comencé a saludar con más soltura e incluso llegué a sonreír al ver a la gente. Fue un largo desfile ante los habitantes, con muchos pétalos y por lo que vi, mucha cerveza y comida, pero todo el bullicio acabó al llegar al final de la calle, donde el camino daba una vuelta y se serpenteaba para subir poco a poco hasta lo más alto, donde estaba el castillo de ella. Ella dio un último saludo y jalo las riendas, subimos a mayor velocidad hasta llegar a la puerta del castillo donde hubo más pétalos de flores y buenos deseos de la guardia que estaba ahí. Solo hasta que llegamos a la puerta principal ella desmontó del caballo y me ayudó a bajar.
-Paz y prosperidad, su señoría –dijo el hombre que había estado esperando en las puertas principales desde que habíamos entrado, tenía un uniforme muy distintivo, seguro era el mayordomo.
-gracias señor Ishigami, ¿has sido tú el de la celebración de ahí abajo? –el hombre sonrió.
-su enlace no podía pasar desapercibido su señoría –ella asintió levemente con una pequeña sonrisa.
-está bien ¿está todo listo? –entonces ella me extendió la mano para que la tomara.
-claro que si su señoría, yo mismo supervisé todo, sus habitaciones las están esperando, además, he estado manteniendo el agua a la temperatura perfecta, anticipando su llegada.
-excelente señor Ishigami, gracias, además, necesito comer algo.
El mayordomo se giró, dio unas instrucciones y nos acompañó al interior. Dentro, todo estaba iluminado con antorchas y candiles, estaba tan iluminado como lo podría estar un castillo de la época y quizá un poco más. Cruzamos el largo corredor del salón principal hasta la puerta lateral que daba a las escaleras, las subimos y llegamos a ese amplio y largo corredor central que viera por primera vez cuando me llamó a verla. El corredor terminaba en unas grandes puertas custodiadas por dos guardias así que antes de este día, jamás habría podido ver el interior, pero ahora al llegar a ellas, esos mismos que custodiaban las abrieron de par en par, mostrando el interior. Al abrirse las puertas me encontré un par de sillones en una pequeña estancia y de fondo otras puertas que el mayordomo abrió, entrando así a otra estancia en la que pude ver de forma inmediata unas esplendidas escaleras que se dividían en dos direcciones hacia el piso superior. Tomamos el camino que quiso el mayordomo, hacia la derecha. Subimos poco a poco las escaleras, llegando al corredor derecho, este corredor permitía mirar al piso inferior y también llevaba a varias puertas. Pronto llegamos a una puerta lateral a nuestra izquierda, puerta que ella abrió y se despidió brevemente.
Las dudas comenzaron a fluir en mi cabeza, pero el mayordomo me guio a una puerta que estaba a una distancia exactamente igual, pero en dirección opuesta. Fue él quien abrió la puerta y me motivó a entrar, dentro había varias doncellas en lo que parecía un gran armario. Di unos pasos y la puerta fue cerrada por el mayordomo al tiempo que se despedía. En el interior, las doncellas me hicieron una breve reverencia y me encontré a Akane ahí entre ellas, de hecho, fue ella quien se aproximó y me saludo con un poco de más confianza.
-milady, este es su probador de ropa, además de su armario, la puerta a su izquierda lleva a su dormitorio personal y la puerta derecha lleva al lavabo, si esta lista, vamos a asearla.
- ¿aseo? ¿a esta hora?
-claro que sí, después de todo es una noche muy especial –mi corazón dio un brinco.
Tuve ganas de huir en ese momento, pero me limité a una tenue sonrisa mientras daba unos pasos al centro de la habitación. Todas las doncellas se pusieron manos a la obra, procediendo a retirarme con sumo cuidado cada pieza de la indumentaria que llevaba puesta, además de cada joya que fue guardada con esmero. Al final me quedé en interiores y Akane me abrió la puerta al lavabo, donde estaba una tina con agua aromática y humeante. Me deslicé y comencé a sentir como masajeaban suavemente mi cuerpo.
-en estos momentos su señoría debe estar también preparándose, no imagino la emoción –decía la mujer con ánimo. Sus comentarios en lugar de relajarme me angustiaban, pero traté de relajarme, de no pensar demasiado, de pensar en otra cosa, entonces volteé a verla.
- ¿no estabas en la capital? –ella asintió.
-sí, pero después de que la dejamos en el domicilio de sus padres, su señoría me mandó de vuelta.
-ya veo –corto, pero pensar en Akane regresando al castillo me distrajo brevemente.
Al terminar el baño me secaron varias doncellas, me vistieron con ropas interiores y sobre ellas un sedoso albornoz; salimos entonces, atravesamos el vestidor y entramos en la puerta que daba a mi dormitorio, en la habitación había una gran cama, un tocador, un escritorio, sillones y una chimenea. Me senté frente al tocador donde las doncellas me cepillaron el cabello, al terminar me pusieron una fragancia corporal y se acercó Akane.
-milady, aquella puerta –me señaló una puerta que estaba en el extremo izquierdo de la habitación –lleva al dormitorio que compartirá con su señoría, vaya, ya debe estar esperándola.
-ya veo… -dije, mientras miraba detenidamente la puerta que había señalado –gracias Akane –le respondí, mirándola brevemente.
-de mi parte y en nombre de todas las doncellas, le deseamos paz y prosperidad, que pase una excelente noche, milady –de manera que, tanto ella como las demás doncellas hicieron una breve reverencia y salieron por la puerta principal de la habitación, dejándome sola por fin.
Suspiré… no sabía si realmente iba a ser una "excelente noche" …di media vuelta y volví a mirar la puerta. Sabía que debía ir, que tal como Akane me había dicho, seguramente ya me estaba esperando, pero mis pies no se movían, sabía que nada impedía mis piernas, incluso sentía perfectamente mis brazos y el resto de mi cuerpo, pero simplemente estaba ahí, congelada… ¿Qué me espera al cruzar la puerta? Sabía que era imposible que sucediera lo que me había explicado mi madre, así que no sabía que esperar… exhalé, cerré los ojos, luego volví a abrirlos y miré la que, de ahora en más, sería mi cama privada… estaba bastante guapa debo decir, muy amplia, con dosel de telas blancas y múltiples almohadas… quizás debería sentarme, sí, claro que sí. Entonces moví los pies en dirección a la cama, como si nunca hubiera estado petrificada en ese sitio.
Fueron unos cuantos pasos para llegar a la cama y finalmente me senté en la orilla. Bueno, se sentía suave y a la vez firme, sin duda un buen colchón… solo estas prolongando algo que sabes que debes hacer… me dije, mientras me llevé una mano a la frente y llevé mis ojos a la puerta. Quizás, si no vaya hoy no pase nada, ni mañana, ni después, pero tarde o temprano deberé ir ahí y enfrentar el destino… y si no voy ¿Qué le diré cuando la vea mañana? respiré profundo y me puse de pie, volví a sentirme petrificada, pero me forcé a dar un paso, un paso que descubrí que no me había costado tanto dar, al igual que los siguientes. Parsimoniosamente crucé la habitación y tomé el pomo de la puerta, de pronto sentí palpitaciones en mis oídos y justo en ese momento giré el pomo, entrando a la habitación en una especie de acto osado, en el que ya no quieres pensar mucho y solo actúas; de esta manera entré a la habitación encontrándome con que la estancia estaba tenuemente oscurecida.
Esto me traía recuerdos y no exactamente gratos… me recordaba mucho a la noche en la que me había traído por primera vez al castillo, a la habitación en penumbras en la que me quitaron la tela que me cubría la cabeza… exhalé aire por la nariz y traté de dispersar aquel recuerdo. Di unos cuantos pasos y cerré la puerta tras de mí. Había poca luz, pero podía notar enseguida que la habitación era bastante amplia, había pocas cosas en realidad, una cama bastante más amplia que la de mi dormitorio, con unos sillones frente a ella, una mesa de centro y en el extremo de la habitación, justo en medio de dos ventanas y frente a los sillones, estaba una chimenea encendida, era la que iluminaba la habitación, le daba un poco de calor y vida a la habitación. Caminé en dirección a la chimenea y justo en el asiento del sillón más próximo, en una parte que no podía verle hasta que llegué, estaba ella sentada, con los pies extendidos por la alfombra.
-has llegado… -dijo un poco sorprendida, como si no esperara mi presencia.
-si… he llegado… -dije, como quien nota lo estúpido de la situación, pero aun así no sabe que más decir. Me pregunté que debía suceder ahora, ¿iríamos a la cama ahora? ¿me tendría que quitar algo? ¿ella me quitaría algo? ¿se quitaría también alguna prenda? Comenzaba a ponerme nerviosa, más aún si sumaba el silencio y que ella no hacia movimiento alguno, quizás ya tiene un plan y quiere contármelo, por eso está sentada. Caminé apenas unos pasos y me senté en el otro sillón disponible. Ella, igual que yo, llevaba una bata sobre un camisón que apenas y sobre salía un poco de la tela de la bata, pero yo calzaba unas pantuflas felpudas que puse una junto a la otra al sentarme, luego volví a ver sus pies, extendidos y descalzos… ¿Por qué? ¿se sentía suave la alfombra? Estaba adentrándome en aquellos pensamientos cuando ella habló…
-necesito explicarte algo… -subí la mirada a verla, no me había equivocado, seguro me dirá como pasaran las cosas o algo así –sé… lo que se supone que debe pasar en la noche de bodas… sé el propósito de que ocurra tal… acontecimiento, por eso, necesito decirte que no es necesario, además de que no es físicamente posible que ocurra –de cierto modo, mi alma obtuvo paz con esta revelación. Pero…
-dijiste antes, que no tenía que preocuparme por…
-sí, a eso voy, exactamente –entonces guardé la calma y esperé en mi sitio –como te dije hace poco, puedo usar magia –involuntariamente abrí la boca –no es que vaya a usar un hechizo, pero necesito explicarte que en mi familia se han transmitido estos conocimientos de hechicería y ciertos objetos con características muy especiales, el anillo que te he dado es uno de esos objetos –dijo, mientras señalaba sutilmente con su dedo hacia mi mano, por lo tanto regresé a mirar el anillo que habían colocado las doncellas justo después de vestirme –el anillo es especial, tiene magia por sí solo –eso explicaba la curiosa coloración de la piedra y el metal.
- ¿tiene esto que ver con lo que lleva escrito? –ella asintió.
-sí, es un lenguaje antiguo, el anillo lleva mucho tiempo en mi familia, garantiza la supervivencia de nuestro linaje… además, se decía que tenía el suficiente poder como para realizar un deseo, pero nadie lo ha hecho, pedir un deseo haría que el anillo se consumiese, dejándolo inutilizable.
-algo como ¿un único deseo? –ella se encogió de hombros.
-eso se dice… como sea, nadie lo ha hecho, no es necesario, siempre ha sido más importante la supervivencia de nuestra familia y ese anillo lo ha hecho posible, pero tiene unas ciertas condiciones que cumplir, no se necesita contacto físico, pero si se necesita una conexión… afectiva, si no hay dicha conexión entre nosotras, no habrá descendientes, pero es algo conveniente ¿no lo crees? –fruncí las cejas.
- ¿Por qué? No estaríamos cumpliendo con el propósito del matrimonio.
-es conveniente porque, si no quieres quedarte conmigo, no tendrás que llevar una criatura de alguien que no quieres…
-pero no sería conveniente para tu familia… si te vas a la guerra y desapareces ¿Quién heredara tus tierras?
-no me importa dejártelas –se encogió de hombros –si no eres feliz conmigo iré a algún otro sitio, si es que sobrevivo y… bueno, ya habrá más oportunidades para tener descendencia –terminé exhalando el aire que retenía, en cierta forma, molesta.
-sí, eso es en el caso de que sobrevivas –ella entonces sonrió.
- ¿te estas preocupando por mí? –pensé su pregunta unos momentos.
-me parece que si -fui sincera, no había porque negarlo, el asunto de generar herederos siempre es una preocupación para las personas en nuestra posición.
-eres más amable de lo que imaginé… -alcé una ceja ¿Qué significaba eso? –solía… solía mirarte cuando ibas al castillo –se llevó una mano a la frente, aparentemente, recordando –no podía hablar contigo e imaginaba… -ella miraba a otro sitio menos a mí, dándome la oportunidad de ver sus reacciones…
-yo también te miraba… -entonces por fin volteó a verme –siempre tuve curiosidad por "el caballero de su majestad", pero mi padre decía que no debía acercarme y hablar con un caballero, además, nadie habla nunca de ti, parece algo prohibido… así que, solo quedaba la especulación y el misterio…
- ¿estas decepcionada? –me dijo esta vez mirándome, con una mano cubriendo sus labios.
-no exactamente… sorprendida sí, aun, pero creo que tu belleza está a la altura del misterioso atractivo que tiene el caballero del reino… es, digamos… creo que… -ciertamente era muy guapa, podría haberse relacionado con cualquiera, así que no terminaba de entender, quizá este era el momento, parece apacible y dispuesta a hablar, si no es ahora, ¿Cuándo? -dime… -esta vez me miró directamente al haberla llamado - ¿Por qué quisiste contraer matrimonio conmigo? Aun no me lo has dicho, simplemente me has secuestrado y luego me extendiste el papel donde tenías el permiso de su majestad, pero…
- ¿no estás de acuerdo? –dijo extrañada -pero si has aceptado el trato… y nos hemos…
-ya sé que acepté –porque no tenía otra opción –pero… quiero saber porque yo –ella se quedó sorprendida, las cejas alzadas y los ojos ligeramente más abiertos, mirándome directamente a los ojos, luego se llevó una mano al mentón, murmuro algo y suspiró.
-llevas razón… -se recargó por completo en el respaldo del sillón y descansó su mirada en algún otro sitio que no fueran mis ojos -creo que he estado evitando decirlo por miedo… -se pasó los dedos por la boca, pensando, luego regreso a verme, yo fruncí las cejas ¿miedo? ¿el caballero de su majestad? –o vergüenza, tal vez ambos… no es algo característico de mi estatus, ciertamente… -después miró algún sitio, para regresar a mirarme, en una especie de conversación más interna que externaba, intercalando miradas entre mis ojos y alguna otra cosa de la habitación -pero ¿Qué más podría pasar? Tenemos ya un trato y hemos contraído nupcias… -ella respiró profundamente, dejó de recargarse en el respaldo y se acercó un poco más hacia mí, los sillones estaban muy cerca uno del otro, apenas uno o dos pasos. Movió lentamente su cuerpo hasta quedar en la orilla de su asiento y con una calma ceremonial puso su mano derecha en mi mano izquierda, mano que yo mantenía en el descansabrazos, ella emitió un corto suspiro, luego tomó mis dedos en los suyos, yo comenzaba a sentirme un tanto nerviosa e impaciente –Shizuru, me enamoré de ti –a pesar de que quizá era evidente que diría algo así por tanta ceremonia, sentí que algo golpeó mi pecho, mi corazón dio un brinco -y he estado… mirándote con devoción los últimos años… creí que podría vivir así… pero no pude soportar que te comprometieras con… ese muchacho… por eso hice todas esas cosas, no hay mucho más que mis sentimientos de fondo… por eso, si tú no eres feliz conmigo, te dejare libre.
Maldita sea, Haruka tenía razón… tenía razón esa mujer de sucios pensamientos… ¿y ahora qué hago? Sentía su mano en la mía y me parecía que debía responder algo, pero ¿qué? Bueno, no puedo decir que era inesperado, aunque en realidad si lo era, lo es para mí, aunque no para Haruka, ella siempre me dijo que estaba enamorada de mí, pero yo me resistía, Youko siempre decía que no hay que confiar en los hombres… pero ella no es un hombre…
-yo… -dije después de algunos momentos de perder el tiempo en pensamientos innecesarios… –no sé qué decir… no esperaba esto –termine diciendo casi lo que estaba pensando.
-bueno, parece que no odias la idea, eso ya es suficiente para mí.
-es que, no es algo que pasara por mi cabeza, hay muchos otros motivos para un matrimonio que el amor…
-lo sé… pero ese es mi motivo ¿estas satisfecha? –me dijo, mientras suavemente acariciaba uno de mis dedos entre dos de los suyos.
-sí… -entonces ella suspiró.
-bien… creo que es suficiente por hoy, deberíamos dormir…
-ah, sí, claro… -se levantó entonces y soltó mi mano.
-en cuanto al anillo, debes usarlo siempre si te interesa tener un heredero –dijo con una sonrisa al final –además de que te luce muy bien… -regresé a ver una vez más la pieza –mi madre dijo que yo lo usaría algún día, pero por alguna razón siempre pensé que no me vendría bien…
-quizá ¿porque terminarías usando otra joya? –entonces se miró el anillo que yo le había dado –sabiendo lo especial que es lo que me has dado, mi anillo no es nada.
-no, gracias por darme un anillo, fue un detalle inesperado que me ha… enamorado aún más…
Entonces se dio la vuelta y caminó hacia la cama. Para ser "el caballero del reino" tenía las reacciones dignas de una damisela… era algo gracioso e inesperado que no me resultaba molesto, sino que me parecía absurdamente gracioso. Ella se adelantó a la cama y se metió a ella por el lado más cercano que tenía. Rápidamente al deslizarse por las sábanas, un aroma floral se esparció suavemente por la estancia. Me levanté y le seguí, sentí que estaba implícito en la situación que dormiríamos en aquella gran cama y que me vería ridícula si confirmaba que dormiríamos juntas, pero, aunque estaba implícito en la situación, me sentía insegura, nunca había compartido el dormitorio, menos una cama.
Rodeé lentamente hasta llegar al otro lado, me quité la bata que llevaba puesta y me sentí desnuda, aunque en realidad no lo estaba, sin embargo, tenía esa sensación debido a que percibía su mirada sobre mí, o quizás no me estaba mirando, pero al saber que había alguien más en la habitación hacía que me sintiera de esa forma, quizás estaba demasiado consciente de su presencia. Exhalé y llevé mis ojos hasta ella y sí, me miraba, pero su rostro estaba demasiado sereno, parecía esperar a que yo me acostara para poder dormir.
-por cierto… -le dije, mientras me sentaba y metía los pies en las sábanas - ¿cenaste algo? No habías comido en todo el día… creo…
-oh… si… me trajeron unos bocadillos las doncellas… -finalmente me recosté.
-me alegro, eso me estaba preocupando… -me tapé con la manta hasta el pecho y cerré los ojos –que descanses.
-sí… que descanses.
Entonces nos quedamos en silencio, a los pocos segundos comencé a notar su respiración, conforme pasaban los segundos me hacía cada vez más consciente del sonido de su respiración… y no podía dormir. Me negué a suspirar de frustración. Terminé abriendo los ojos, mirando el juego de sombras y luces que se proyectaban sobre las telas y el techo del dosel. Me pregunté si ella estaría mirando lo mismo que yo, me pregunté si ya estaría dormida, quería voltear y comprobarlo, pero me daría mucha vergüenza girar y encontrarme con sus ojos, había pasado ya algún tiempo ¿estaría aun despierta? ¿estaría dormida? ¿de verdad no sucedería nada? Debo aceptar que después de que me revelara que no ocurriría ningún contacto físico me alivié y al mismo tiempo me decepcioné, y creí que al estar en la misma cama ella intentaría algo, pero, de verdad no está sucediendo nada… no sé si sentirme feliz o decepcionada.
Volví a reprimir otro suspiro. Tal vez… tal vez si volteo a verla… tal vez… podremos… ¿hablar de alguna otra cosa? Sí, definitivamente sí. Con decisión comencé a girar la cabeza y… ella tenía la boca ligeramente abierta y los ojos totalmente cerrados, no había duda, estaba dormida. Me sentí tan sorprendida que fue imposible que no abriera la boca. Al final, terminé suspirando, pero aproveché para girar mi cuerpo y mirarla. Ella… definitivamente va a cumplir con su ideal caballeresco, ese ideal plasmado en los libros que colecciona, ese ideal en el que un noble caballero comparte la cama con su amada y pone su espada de por medio para no caer en la tentación de la carne, amando con su corazón, lejos de las tentaciones que ensucian el amor puro y noble… ella definitivamente es así, pero yo… ¿soy así?
Ella hablaba de amor, Haruka hablaba de amor, Youko también hablaba de amor… Nagi también decía estar enamorado… todos estaban pendientes y secretamente enamorados del amor, pero ¿yo lo estaba? El amor y el romance no eran lo que esperaba en mi vida, contrariamente a lo que las demás damas anhelaban. De hecho, no sabía qué esperar del matrimonio más que tener hijos; mis padres tenían una relación cordial, como buenos amigos, así que eso es lo que esperaba replicar en mi vida, algo que nadie jamás me ofreció, ni siquiera Nagi y ahora, aquí estaba, casada con una mujer que prometía amor… ¿ahora qué tengo que esperar? Esperaba contacto físico y ahora no lo habría, no esperaba una confesión de amor y ahora ahí la tenía… nada era como hubiera querido.
Suspiré. Llevé mis ojos a su rostro. El fuego en la chimenea había aminorado y había cada vez menos luz en la habitación, pero podía ver bien su perfil, las líneas que dibujaban su nariz, sus labios, su cabello que perfumado caía a los lados, la línea de su mentón, de su cuello, los bordes de su camisón, la suave curva de sus senos, el movimiento de su respiración, lento y cadencioso… ¿Por qué esta persona me ama? ¿Cómo puede ser posible? ¿Qué ve en mí? Lucia tan perfecta que no podía comprenderlo… ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí? Una vez más en esa noche, suspiré… ¿Qué se supone que es el amor?
La iluminación era cada vez más tenue, cerré los ojos, escuchando su respiración de fondo, hasta que en algún momento yo también dormí. A la mañana siguiente me despertó un tenue movimiento, abrí los ojos y descubrí que era ella quien se había movido, podía notarlo a pesar de que había una buena distancia entre nosotras, después de todo la cama era muy grande. Ella se quedó sentada en la orilla, dándome la espalda, yo seguía en la misma posición, mirando en su dirección ¿Qué hacía? ¿Por qué se quedaba sentada sin hacer nada? Como fuera, había luz colándose por las cortinas, cayendo sobre ella, iluminando la pálida piel de sus hombros… su camisón era algo flojo y dejaba al descubierto algunas zonas, además, se notaba la tela suave y ligeramente transparente, podía ver… las líneas de su cuerpo… cerré inmediatamente los ojos al percatarme de cómo podía ver sus curvas con una claridad devastadora… ¿acaso no tiene vergüenza? Mi mente seguiría en ese hilo de pensamientos, sin embargo, se cortó cuando oí una puerta abrirse, seguida de los pasos de dos personas…
-su señoría… ¿se quedó dormida en la orilla? - ¿Qué? Incrédula abrí los ojos y miré la escena, una doncella le tomaba del hombro viéndola de cerca –buenos días milady.
-buenos días… -de pronto, en esta mañana, ya tenía a tres personas en mi espacio más íntimo, que fácil cambia la vida de un momento a otro.
-su señoría, el desayuno que pidió –la doncella que la tomaba del hombro la movió suavemente, después con más fuerza, solo entonces contestó.
-oh, ya estás aquí Rosalie… -se giró entonces a verme –buenos días –me dijo, con una tenue sonrisa que se vio resaltada por la luz de la mañana.
-buenos días…
Las doncellas traían el desayuno para ambas. No conocía a alguna, o al menos no las recordaba, así que era un poco incómodo, sin embargo, parecían acostumbradas a las preferencias de ella, sirvieron el desayuno en la mesa que estaba cerca de los sillones, entonces me levanté también ¿iba a ser así todos los días? Me senté en el sillón mientras ellas ordenaban la ropa de cama y nos preguntaban que queríamos vestir el día de hoy, estaba por llevarme un bocado a la boca cuando miré su camisón frente a mí, ellas habían abierto por completo las ventanas, había mucha más luz y podía ver lo que había por debajo de su camisón… podía ver… podía ver todo. Estuve a punto de tener un accidente y ahogarme. Así que… así que así luce el cuerpo de alguien más, pensé mientras fruncía el ceño y me forzaba a no mirarla, esto no por vergüenza, sino para que no se percatara de que la miraba.
-te gusta aquí ¿o prefieres el desayuno en la cama? –me dijo, mientras cortaba algo en su plato.
-yo em… -mire en dirección de las doncellas que alistaban la cama –no quisiera entorpecer su trabajo.
-eso no importa, lo pueden hacer en cualquier otro momento –ella continuó su desayuno y yo no sabía dónde mirar, sentía que, si volteaba a verla, vería directamente sus… - o… ¿es que no te ha gustado el desayuno? ¿quieres otra cosa? Por favor dile a la señora Sanada lo que te gusta, oh, pero aún no llega… dile a Akane que venga –en ese momento le hablo a una de las doncellas –ella, además de tu doncella personal, también estará para ti, cualquier cosa que quieras solo díselo.
-claro… ya lo sabía –mentira, no lo sabía, pero las puntas de sus… de… estaba demasiado consiente de su existencia en mi mente.
El desayuno continuó con relativa calma, conmigo tratando de no mirar ciertas partes, hasta que en un momento llegó Akane con otra doncella para vestirnos. Sin embargo, en lugar de ponerle atención a la doncella, mi mente estaba llena de preguntas como: ¿Por qué hacía eso? ¿me quería torturar? ¿Por qué usaba un camisón tan trasparente? ¿no era consciente de que se le veía todo? ¿acaso no tenía pudor? ¿es que no le importaba que la mirara? Sí, claro, habíamos contraído nupcias, pero eso no quería decir que ya por eso podía andar con un camisón así ¿o es que siempre usaba camisones de ese tipo? ¿era normal para ella?
Una doncella recogió los platos y se llevó todo en una bandeja, mientras yo acompañaba a Akane a mi habitación personal, donde ella entró al guardarropa y me preguntó qué vestido quería usar, terminé diciendo que no importaba cual, al final me puse uno amarillo que trajo, ni siquiera sabía que tenía ese vestido, que horrible color… pero realmente no importaba. El tono del vestido no era lo más importante en mis pensamientos, de modo que simplemente cooperé cuando Akane comenzó a vestirme, al terminar me senté en el taburete frente al tocador, con Akane tras de mí, haciéndose cargo de mi cabello.
-y… ¿entonces pasó, milady? –dijo ella mientras me cepillaba el cabello.
- ¿paso qué, Akane? –le dije, mirándola por el espejo.
-ya sabe, lo que pasa en las noches de bodas –decía ella con una expresión muy tranquila.
-no sé a qué te refieres… -mire a otro sitio, tratando de alejar esos pensamientos y que no me llegara el rubor a las mejillas.
-oh, entiendo que para una dama como usted no es tan fácil hablar de eso… ¿quiere trenzas? ¿un moño? Le vendría bien el cabello suelto.
-déjalo suelto…
Por largos momentos estuve tentada a contarle la realidad de los hechos, que no había ocurrido nada, pero ¿Qué pensaría ella? ¿Qué estaba bien, porque somos mujeres y no debe ocurrir algo de ese tipo? ¿o que estaba mal porque somos ahora un matrimonio y eso es lo que debe hacer un matrimonio? No sabía que enfoque tomaría ella, no sabía si podía decirle la verdad, si podía confiar en ella como si fuera Youko… solo entonces me di cuenta, Youko no sabía que me había casado con una mujer, para ella "Sir Kuga" era "un caballero" …lo que se reducía a… no sé si puedo también confiar en Youko… pero tampoco podía ocultárselo, ella está en camino, cuando llegue se dará cuenta ¿y que hare yo? ¿deberé fingir sorpresa? ¿decirle que ya sabía? ¿Qué no sabía?
-Akane, necesito que seas honesta… -ella detuvo momentáneamente el cepillado y me miró por medio del espejo con las cejas alzadas –si tú no conocieras a tu señora… si no hubiera hecho todas esas cosas por ti… y supieras que se ha desposado conmigo, una mujer… ¿Qué pensarías? –ella se quedó viéndome con las cejas aun levantadas, sorprendida, me imagino.
-yo… -lo pensó unos momentos –seguramente pensaría que es algo imposible… pero si la Reina…
- ¿pero lo tomarías como algo bueno o malo? –ella volvió a mirarme.
-no lo sé… siendo honesta nunca oí de algo como esto… y no se siquiera que se puede hacer, ya sabe, en la alcoba –inmediatamente el rubor llego a mis mejillas.
-eso no importa –le dije, algo precipitadamente.
-ah, así que no paso –diablos, esta mujer parecía leerme a la perfección - ¿Por qué le preocupa esto ahora? –esta vez no pude evitar suspirar.
-mi doncella va a llegar en unos días, ella no sabe que… Natsuki Kuga es mujer…
-ohhh… entiendo, es de la capital ¿no? Todos sabemos que allá su señoría cuida mucho la imagen que presenta, entiendo su preocupación, pero, si es su doncella, ella guardará el secreto, al menos si está comprometida con su trabajo.
-no me preocupa eso… sino que… ella me repruebe por haberme casado con una mujer… -ella fue la que suspiró ahora.
-bueno, no se puede hacer nada si eso sucede… -ella continuó con el cepillado –pero no se preocupe tanto, si llega a ser muy difícil para ella aceptarlo, su señoría sabrá que hacer, probablemente la despedirá o le conseguirá un nuevo trabajo en otro sitio, siempre y cuando no divulgue sus secretos en la capital… -sabía que era fácil para nosotros deshacernos de las personas que nos sirven, pero no era lo que deseaba.
-no quiero sentirme rechazada por ella… -después de todo, Youko había estado conmigo por muchos años.
-como doncellas muchas veces nos encariñamos con las personas a las que servimos, si ella siente cariño aceptará lo que decidió, y si no, quizás no es necesario tener a alguien así a su alrededor, aquí todas aceptamos su matrimonio milady, y deseamos que de verdad sean felices.
Que seamos felices… ¿realmente llegaría ese momento? ¿realmente sucedería que nosotras fuéramos felices? ¿de qué forma podríamos llegar a ser felices? ¿amándonos? ¿Qué me enamorará de ella? ¿Cómo podría enamorarme? ¿es fácil? No tenía idea de qué pasos se seguían para enamorarme, no sabía qué cosas debía tener en mente para que sintiera gusto por una persona, solo sé que cuando llegué a la edad casadera, no quería a un sujeto interesado por mi dinero, quería una relación cordial, no quería malos tratos, no quería engaños, Youko se aseguró de hablarme sobre los hombres bastante bien, así que quería respeto… entonces recordé las palabas que recién había dicho ayer: "deseo que con esto comprendas cuanto te respeto…"
-gracias Akane… -le contesté, al fin. Entonces me levanté y miré en derredor –Akane… ¿Dónde está la espada? –ella abrió la boca momentáneamente y luego entró al guardarropa, volviendo con la espada en sus manos… "jamás te doblegues, ni siquiera ante mí" había dicho, tomé la espada en mis manos, era un artículo meticulosamente lujoso y simbólico, demasiado importante… quizás, después de todo, había tenido suerte y había obtenido exactamente lo que quería, respeto, igualdad, sin abusos y maltratos… alguien que está dispuesta a luchar por mi… no, alguien que había hecho lo que fuera por mi –Akane, quiero una base para la espada, algo bonito para que la sostenga, la quiero justo en la ventana para que brille con el sol…
-claro que si milady, me aseguraré de conseguírselo –respondió, más jovial de lo que hubiera esperado.
-gracias… ¿ella estará en su habitación?
Aun no terminábamos de hablar cuando oímos unos toques en la puerta que daba al dormitorio compartido, entonces le señale a Akane que abriera y dejara pasar, seguramente era ella, hecho que se confirmó cuando la doncella abrió la puerta y entró solo unos pasos, mirando en derredor.
-venía a preguntarte si quieres dar un paseo –dijo ella, mirando la espada en mis manos –aún no te he mostrado el castillo.
-cierto –le dije, mirando las botas de cuero que le llegaban a las pantorrillas y las calzas negras que le envolvían las piernas… llevaba una túnica corta que quedaba a la mitad de sus muslos, bajo la túnica, en la zona del cuello, podía ver una prenda blanca y ahí, en el interior que protegía esa prenda, estaban las curvas que ya había visto, no podía siquiera imaginarlas ahora que la veía completamente vestida… quizás si se quitara la túnica… mis pensamientos empiezan a ser muy raros… -Akane, por favor dale prioridad a mi pedido.
-claro que si milady –caminé unos pasos y dejé la espada sobre la cama, después salimos las dos juntas de la habitación.
- ¿Dónde comenzaremos el recorrido? –ella se llevó una mano al mentón.
- ¿Qué partes has visto del castillo?
Era aún temprano por la mañana, pero el sol ya estaba resplandeciendo e iluminando cada parte del castillo. Bajamos las escaleras mientras hablamos de los sitios que ya había visto, y en base a eso decidió primero mostrarme el edificio en el que estábamos, era el edificio principal, la torre de homenaje, que antes estaba terminantemente prohibida para mí. Ella me contó que todo el edificio era para su uso exclusivamente y ahora, sería solo para nosotras, nadie además de las doncellas y el mayordomo, podía entrar. En el edificio había varias estancias, la primera de ellas se encontraba en la planta baja, un enorme salón del té solo para nosotras, con varias escaleras, un piso arriba, otra estancia y las grandes escaleras que llevaban a nuestros dormitorios, pero más arriba había más pisos con habitaciones que estaban vacías, a su vez había más escaleras que si seguías te llevaban hasta un piso a descubierto, en el que ondeaba una enorme bandera con el escudo de su familia.
-ya he mandado a hacer una con el escudo y los colores de tu familia –me dijo ella cuando miré las proporciones de la tela –todos podrán verla aquí, al lado de la de mi familia –algo tembló dentro de mí, algo sucedía… me sentí conmovida, me sentí importante… ¿algún otro esposo que hubiera elegido, habría hecho eso? En lo profundo de mí sabía que cualquier otro sujeto no me trataría como su igual, no me respetaría de esa manera, no me valoraría de esta forma…
-gracias… es importante para mí esto… -le dije escuetamente, pero con ganas de poder decir más y al mismo tiempo abrumada por las emociones.
-entonces el día que se coloque estarás presente –me dijo con una sonrisa.
¿Siempre lucia tan galante? Solía hacer eso, ayer mismo me había contestado tan galante y… apasionada… ¿Cómo podía decir eso con esa expresión tan firme? Aunque pensando bien las cosas, lo que decía no era esencialmente una declaración de amor o versos románticos, pero el tono en que decía las cosas, su voz, su sonrisa, la emoción vibrante en cada palabra… es sin duda una mujer de pasiones fuertes.
Después de aquello continuamos recorriendo el castillo, si bien ya había caminado por varios lugares, esta vez ella abrió cada puerta y me mostró el interior, el ala oriental era para los invitados, había muchas habitaciones, entre ellas la habitación donde me había quedado en un principio, volver ahí me trajo recuerdos; sin embargo, en aquella ala también había salones de té y estancias que no había conocido antes. En el ala poniente se encontraba la armería personal de ella, la biblioteca, que abarcaba dos pisos, y las cocinas. Cabe mencionar que cada ala estaba dividida por el gran comedor que se encontraba en el centro del castillo, además de que cada una de estas poseía un jardín con una fuente, a su vez el comedor tenía puertas posteriores que conectaban al salón del té en la torre del homenaje y era el mismo comedor que conectaba con el salón principal para atender audiencias, en sus pisos superiores había el ya mencionado gran y amplio pasillo, y más arriba había una terraza con bancas de piedra y algunas flores colgantes. Ciertamente, era un castillo diferente, demasiado estético quizás, pensado para ser agradable y cómodo, no solo para enfrentar un asedio o para prevenir la entrada de intrusos con trampas, había de eso, sí, pero en la parte exterior, en las murallas.
Recorrimos minuciosamente el castillo y regresamos al comedor a la hora del almuerzo, hablamos amenamente del castillo, de cómo había sido diseñado, de las cosas que pidió al arquitecto y como ella también se había involucrado en la arquitectura del edificio, me contó que el anterior castillo de su familia había sufrido daños severos, así que decidió hacer uno completamente nuevo y más grande, situado en un lugar estratégico, por ello me prometió que me llevaría a ver las ruinas del anterior castillo.
Al final de la comida y de forma muy breve, salimos por la puerta principal, me llevó a una torre junto a las murallas, subimos solo un par de pisos. De esta forma, mientras mirábamos el paisaje también me enseñó las murallas que rodeaban el castillo, señalándome y explicándome así, que, en el interior, sin saberlo o imaginarlo, estaban los calabozos, el cuartel, los pabellones de oficiales, la cocina de la tropa, los escusados y el almacén de armas de todo su pequeño ejército. No podía creer que hubiera tantas cosas en aquella muralla, pero tenía sentido, lucia brutal y especialmente amplia, bastante reforzada debo agregar.
Posterior a la señalación de lo bien que tenía a sus tropas regresamos al interior, "aún hay tiempo para enseñarte el resto" dijo y me invito a tomar el té, obviamente me llevo al salón de té que se hallaba en la torre, el cual era mucho más amplio que cualquier otro salón u estancia del castillo, había muchos muebles, mesas, algunas pieles decorativas, escudos y armas. Nos sentamos e inmediatamente llegaron las doncellas a servirnos.
- ¿te gusta cómo está decorado? –me dijo, luego de un módico trago –me gustaría que cambiaras lo que no te guste –entonces miré con más detalle.
-creo que es un gusto un poco rustico –comenté, para no ofender sus gustos –estoy bien con la decoración, en realidad… nunca me preparé para inmiscuirme en esos temas.
-bueno, ahora es tuyo, puedes hacer lo que quieras… -ella volvió a tomar un pequeño trago –tengo un administrador muy bueno, te lo llegaré a presentar, algún día tendrás que hablar con él y ver su trabajo cuando yo no esté.
-te refieres… ¿a salir por alguna cuestión de su majestad? –ella se encogió de hombros.
-puede ser… -eso me hacía pensar que se estaba tratando de anticipar para cualquier resultado posible y de cierta forma me dejaba algo incomoda.
-ahora que recuerdo, no hablamos de esto antes, pero, después del plazo que te ha dado la reina ¿Qué harás? ¿volverás a la capital? ¿la reina te ha liberado de tu servicio en el palacio?
-volveremos, esto solo es un descanso de treinta días, al terminar regresaremos, planeo comprar una propiedad digna de ti, luego nos instalaremos ahí y estaremos yendo y viniendo cada cierto tiempo, su majestad me ha dicho que solo tengo que ayudarla de vez en cuando, pero no planeo abandonarla –yo asentí, entendiendo su preocupación –planeo que sea así hasta que ocurra el ataque extranjero.
- ¿en qué tiempo crees que ocurra? –ella pareció pensarlo un poco.
-tal vez dos o tres meses… -entonces guardó silencio, parecía adentrarse en sus pensamientos, quería preguntar más, pero no sabía si sería conveniente –en fin, no te preocupes por eso, mi ejército está bien distribuido, me enteraré apenas se acerquen.
Para alejar aquellos pensamientos cambiamos el tema y hablamos de la propiedad que compraría en la capital, quise en un principio que nos quedáramos en la propiedad de mis padres, pero teniendo en cuenta que debíamos mantener oculta su verdadera identidad, no podía ser eso posible, así que hicimos un recorrido mental por la capital, usualmente los nobles que tenían señoríos acostumbraban a tener residencias en la capital que representaran su estatus, pero ella rentaba una casa de tamaño moderado con la excusa de que solo iba a descansar, así que ahora quería comprarme un enorme terreno sin importar el costo y montarme una enorme residencia, me hacía sentir algo incomoda el derroche de dinero que pretendía hacer.
-no te limites –me dijo, después de varias tazas de té –tengo suficientes ganancias que he acumulado y aunque no regrese la puedes vender.
Entonces volvía esta sensación extraña, esta sensación incomoda, por un lado, me sentía bien al ver que no daba por sentado las cosas, de que estuviera abierta a cualquier posibilidad, es decir, me estaba diciendo que yo era libre de escoger, pero también me parecía un poco pesimista de su parte ¿Qué tal si todo funcionaba entre ella y yo?
-milady, su señoría –dijo una doncella aproximándose –la cena esta lista.
-gracias Rosalie –contestó ella y se puso de pie, extendiéndome la mano –me pregunto que habrán hecho de cenar –dijo ella con una sonrisa jovial, yo tomé su mano un momento, solo para levantarme, luego me soltó.
La hora de la cena la pasamos en silencio, degustando la comida, pero no era un silencio incómodo y eso me hizo sentir bien. Habíamos charlado toda la tarde, toda la mañana y para esta hora comenzaba a sentirme realmente bien en su presencia, sin saberlo ya me estaba habituando a su voz y por suerte no resultaba ser una persona desagradable. Ciertamente, no creí que sería de esta forma cuando nos tocara vivir juntas, aunque quizás era demasiado pronto para dar por sentada la situación, después de todo apenas llevábamos un día de casadas. Lo que creí que sucedería, es que me forzaría a estar con ella, no que sería tan suave conmigo, aún tenía esa imagen de ella dando órdenes a sus hombres para que custodiaran la residencia de mis padres, yéndose sin responderme, como diciendo que no le importaba mi opinión ¿o acaso había mal interpretado las cosas?
